Hola hermosas, bienvenidas a un nuevo capítulo de esta historia que espero esté siendo de su agrado. Muchas gracias por estar pendientes de cada actualización.
Les recuerdo que los personajes principales No son de mi propiedad, que la historia es completamente mía y No es para menores de edad y que lo hago sin fines de lucro.
Muchas gracias por su comprensión.
SEPARADOS POR LA SANGRE
Separación de Amor
"La separación: Una separación es la lejanía entre dos almas que se aman, es el sufrimiento entre dos corazones que se ansían entre sí, que desean su presencia y conforme pasa el tiempo se hace cada vez más insoportable su ausencia".
VEINTICINCO
Anthony tembló ante la mirada de la rubia quien lo observó preocupada por el golpe que lucía una vez más en sus labios.
-¿Qué sucedió? – Preguntó Candy acercándose a él rápidamente. Anthony permitió que la joven enfermera lo inspeccionara y simplemente el gesto de dolor fue lo único perceptible en el rostro del joven. – Lo siento. – Dijo Candy al darse cuenta que lo había lastimado. Anthony le sonrió con adoración, no podía reprocharle aquella insignificante muestra de dolor, ya que el dolor que sabía él provocaría en sus corazones era mucho más grande que el simple golpe que le había dado Terry como merecido por sus acciones.
-No te preocupes, no me duele. – Dijo Anthony mintiendo, besando su mano con devoción, demostrando en aquel pequeño y simple acto cuanto amaba a su mujer.
-¿Fue Terry? – Preguntó Candy preocupada por él. Anthony la miró fijamente a los ojos, no podía negar lo evidente. El corazón de la rubia se sintió terriblemente mal. – ¿Hasta cuándo Anthony? - Preguntó una vez más angustiada, sus ojos estaban temblando por la emoción, se sentía culpable por haber enfrentado a aquel par de hermanos, creía que era una burla del destino que los había enfrentado de una manera tan cruel, pero ¿Cómo decirle que no a aquel que la miraba con ese amor tan grande y tan verdadero? ¿Cómo negarse a sus besos que siempre había anhelado y que ahora se daba cuenta necesitaba tanto en su vida? ¿Cómo no ser egoísta ante el verdadero amor, si era a él a quien amaba?. Ese amor que tanto había buscado y que nuevamente se le ofrecía para tomarlo porque realmente le pertenecía a ella y ella le pertenecía a él.
-Esto no es culpa tuya. – Le dijo Anthony adivinando sus pensamientos. Candy lo miró fijamente a los ojos buscando la verdad en ellos.
-¡Por supuesto que lo es! – Dijo Candy desesperada, sabía que todo lo ocurrido con respecto a Terry y Anthony era culpa de ella, porque ella había quedado sin querer en medio de los dos, pero su elección era la que había orillado al actor a actuar en contra de Anthony como lo estaba haciendo.
-¡De ninguna manera! – Dijo Anthony seguro que no era culpa de Candy la situación, él se sentía el único culpable de todo. – Si yo no hubiera entrado a tú habitación aquella noche... – Dijo Anthony con pesar, besando las manos de su amada Candy una y otra vez.
-Si no lo hubieras hecho yo sería la mujer más infeliz de este mundo... – Le dijo mirándolo a los ojos completamente enamorada, completamente convencida de que su amor por él era aquel que le inyectaba unas nuevas ganas de vivir y salir adelante.
Anthony la miró fijamente a los ojos, agradecido por escuchar aquellas palabras que al mismo tiempo que lo alentaban lo lastimaban profundamente. Se acercó a sus labios y los tomó con ternura, Candy correspondió de inmediato a aquella caricia, dejándose abandonar por la dulce suavidad de su boca, su lengua se coló entre sus labios buscando profundizar con mayor intensidad aquel beso tan necesitado, tan anhelado. Anthony acercó el cuerpo de Candy al suyo de manera posesiva. La rubia lo abrazó por el cuello y permitió que explorara su boca con mayor libertad. El beso fue profundo, intenso, húmedo, sus labios se demostraban la gran necesidad que había entre ellos, su juventud clamaba la pasión despertada en su vida y ni el dolor de sus labios podría parar aquel despliegue de amor entre ellos.
-Te amo Candy… te amo… - Le decía Anthony con un suave gemido, mientras sus labios besaban su mentón, repitiéndose una y otra vez los intensos besos que él le proporcionaba. Candy cerraba los ojos y se abandonaba a aquella caricia, olvidándose por completo del lugar en el que estaban. – Jamás dudes de mi amor por ti Candy… - Decía Anthony dirigiéndose a su cuello, llenando de humedad aquella cremosa torre que sostenía el bello rostro de su amada.
-Y yo… te amo a ti… Anthony… - Decía Candy con dificultad, su boca se resecaba por la intensa búsqueda del aire que necesitaba para subsistir. Anthony escuchaba con cierta melancolía la respuesta de la rubia, porque sabía bien que tenía que suspender aquel amor entre ellos.
Anthony dejó de besar su cuello y se dirigió hacía su frente, abrazándola con fuerza para intentar calmar el ritmo loco de su corazón.
-Hablé con Albert… - Dijo Candy de pronto, aquello paralizó el corazón de Anthony.
-¿Te lo dijo? – Preguntó Anthony con un nudo en su garganta. Candy asintió con el corazón encogido por el dolor. - ¿Estás de acuerdo? – Preguntó una vez más el rubio. Candy lo miró de frente, quería ver sus ojos cuando respondiera.
-¿Tú estás de acuerdo? – Preguntó Candy. Anthony también la miraba a los ojos, ambos estudiando sus sentimientos, sabían que ahí en su mirada encontrarían la verdad a sus sentimientos. ¿Qué si estaba de acuerdo? ¡Por supuesto que no lo estaba! ¡No estaba de acuerdo! Para él era una total locura separarse de ella, era una sentencia a su amor, una sentencia que temía terminara de arruinar lo poco que habían construido después de su reencuentro. Anthony desvió su mirada por un segundo. - ¡Mírame! – Dijo Candy desesperada a su príncipe, quien la miró pasando saliva con dificultad.
-Sería por un corto periodo de tiempo. – Dijo Anthony con un nudo en la garganta. Candy escuchó aquellas palabras con dolor, sintiéndose traicionada por él en esos momentos. Él había jurado jamás separarse de ella sin importar las consecuencias de sus actos, claro que todo eso había sido antes de que él se enterara que era hermano de Terry. – Te aseguro que no permitiré que pase mucho tiempo antes de poder pedir tu mano para casarme contigo. – Dijo casi de inmediato al ver la decepción en los ojos de la rubia. Candy sonrió con melancolía.
-Dijiste que nada ni nadie nos separaría. – Dijo Candy con dolor, no podía evitar que sus ojos se llenaran de lágrimas víctima del sufrimiento de su corazón. Anthony sintió una daga atravesar su pecho, sabía que la estaba lastimando, sabía que él había prometido que no permitiría que nadie los separara.
-¡Y así será Candy! – Dijo Anthony sincero, sabía que a pesar de que debían esperar un poco para anunciar su compromiso o para vivir su amor con plenitud, él estaría ahí siempre para ella. – Solo será una corta separación. – Dijo seguro una vez más. Candy sonrió de lado.
-¿Lo haces porque Albert te lo pidió o lo haces por Terry? – Preguntó Candy con tristeza.
-Lo hago por ti Candy… - Respondió Anthony seguro que así era. – No podría soportar que la gente te señalara. – Dijo Anthony un tanto angustiado por pensar en que podrían menospreciar a Candy por haberlo aceptado poco después de haber sido anunciada como la novia de su hermano. Candy sonrió como si aquello para ella no importara, lo único que quería era jamás separarse de él. – Y también lo hago por él… - Dijo sincero una vez más, aquella imagen de Terry completamente alcoholizado y su delirio por Candy, lo habían convencido de que debía esperar por lo menos un tiempo antes de formalizar su relación con la rubia.
-¿Por Terry? – Preguntó Candy, se imaginaba que aquel era el peso más poderoso que podía existir en contra de su amor. Anthony asintió.
-Compréndeme pecosa por favor… - Le dijo Anthony con súplica, una vez más su voz se quebró en el intento.
Candy se acercó a él y lo besó con total ternura. Anthony dejó que los labios de ella cubrieran su boca, sin importarle el dolor punzante de sus labios, pero esta vez había algo diferente en ese beso, era un beso húmedo, tierno, pero lleno de melancolía. Anthony correspondía a su beso con total entrega, mientras los ojos de ambos comenzaban a derramar lágrimas de dolor, los ojos de Candy estaban inundados de lágrimas que corrían hasta su cuello sin dejar de correr.
-¿Y quién me entiende a mí? – Preguntó Candy cuando terminó de besar a Anthony. Anthony se quedó en silencio, sabía bien que ella no tenía culpa alguna de aquella separación, era él y su consciencia el que lo estaban culpando una y otra vez y lo obligaban a terminar por lo menos un tiempo con ella para evitar el sufrimiento de su hermano, no era lo mismo verlo sufrir como lo había visto a simplemente imaginar que estaba sufriendo.
-Pronto estaremos juntos Candy… - Dijo Anthony con un volumen apenas audible, un tono de voz que apenas Candy pudo escuchar porque estaba muy cerca de él.
-No te preocupes, estaré bien. – Dijo Candy alejándose de él lentamente. Los ojos de Anthony se oscurecieron de dolor, sabía que había llegado el momento de decirse adiós.
-Estaré aquí para ti... - Le dijo seguro que así sería.
-No te molestes. – Dijo Candy antes de salir corriendo del solario, sus ojos estaban cerrados por el dolor que sentía en su corazón.
-¡Candy! – Gritó Anthony dispuesto a salir corriendo detrás de ella, dispuesto a retractarse de lo que había dicho, después de todo podría salir huyendo con ella de América, buscar un lugar donde los dos pudieran ser felices, lejos de todo y de todos.
-Déjala Anthony. – Dijo la voz de Albert quien llegaba justo en el momento que Candy salía del solario.
-¡William, por favor! ¡Déjame ir tras ella! – Decía Anthony con desesperación.
-Ella estará bien Anthony, te lo aseguro. – Dijo Albert seguro que Candy estaría bien, ella siempre estaba bien y él era un testigo de ello. – Yo cuidaré de ella en este tiempo y cuando sea prudente estarás a su lado. – Dijo Albert seguro que era lo mejor por el momento para los rubios.
-¡No puedo! ¡No quiero hacerlo! – Dijo Anthony con el dolor de su corazón desgarrando su pecho. Albert lo abrazó con fuerza sintiendo en su pecho el dolor que sentía su sobrino.
-Tranquilo Anthony, te aseguro que pronto todo estará bien. – Dijo Albert sin soltar a Anthony, quien lloraba como si fuese un niño pequeño entre sus brazos, por un momento le pareció a Albert que así era, era como cuando tenía tan solo cinco años y acababa de perder a su madre. – Te lo prometo Rosemary… - Se decía Albert a sí mismo, quien al igual que Anthony tenía el corazón destrozado por sentirse el causante de su desgracia.
Anthony se fue a su habitación con el corazón totalmente destrozado, tenía ganas de buscar a Candy y suplicarle su perdón, decirle que había sido un tonto por haber creído que era lo mejor para ambos, pero al mismo tiempo la imagen de su padre y de Eleanor sufriendo por el dolor de Terry lo martirizaba.
-¡Dios qué debo hacer! – Se preguntaba mirando al techo de su habitación con desesperación.
Albert por su lado se había dirigido a la habitación de Candy, llamó a la puerta en varias ocasiones y no obtuvo respuesta alguna.
-¿Candy? – Preguntó abriendo la puerta un poco para asomar su cabeza y cerciorarse de que la rubia permanecía ahí. La observó de frente a la cama arreglando su maleta.
-Estoy bien… - Dijo Candy cuando escuchó la voz de su amigo. Albert entró sin solicitar el permiso para hablar con ella.
-Sé que no es así Candy. – Dijo Albert intentando ser comprensivo.
-¡He dicho que estoy bien! – Dijo Candy con desesperación a sentir la mano de Albert sobre su hombro. Albert se separó de ella prefiriendo dar su espacio.
-Anthony también está sufriendo por esto. – Dijo Albert para enterar a Candy que no era la única que sufría con aquella decisión.
-Él fue quien decidió por los dos. – Dijo Candy sin dejar de acomodar su ropa en la maleta. Albert sonrió con melancolía.
-Entiéndelo Candy por favor… Terry es su hermano y él no lo sabía. – Dijo Albert intentando que Candy entrara en razón y comprendiera la decisión del menor.
-¿¡Y quién me entiende a mí Albert!? – Preguntó Candy realmente molesta con su amigo. Ella sabía bien que todos habían estado de acuerdo con aquella separación, todos menos ella y al parecer Anthony.
-Yo te entiendo. – Decía Albert seguro que así era. Candy lo miró por primera vez con rencor.
Candy cerró su maleta y se dirigió a la salida de la habitación, quería salir de inmediato de aquel lugar, quería regresar a Chicago esa misma noche.
-Deja yo te llevo. – Le dijo Albert quitando su maleta de sus manos. Candy limpió su rostro con fuerza, dándose el valor como siempre por seguir adelante.
Había algo en el corazón de Candy que le impedía ser la chica noble y comprensiva de siempre, se sentía muy mal, quería salir corriendo, quería que todos desaparecieran de su vida de una vez por todas. A pesar de coraje y del dolor que sentía permitió que Albert la llevara hasta la estación de trenes antes de que saliera el último tren. Una vez en el andén de abordaje Albert la miró una vez más.
-Pronto iré a visitarte. – Le dijo Albert seguro que iría a buscarla.
-No te preocupes, no es necesario que tú o alguno de la familia Ardlay me busque. – Dijo Candy abordando el tren sin voltear a ver a Albert, el cual se sintió completamente lastimado por las palabras de la rubia, pero no podía culparla, él y su familia le habían hecho muchísimo daño.
Candy se sentó en un asiento retirado al andén de abordaje, este con el único fin de no ver a Albert, no tenía ganas de verlo, sentía un profundo dolor en contra de él y no quería por primera vez sentir rencor por alguien.
-Anthony… - Sollozó la rubia apretando sus brazos a su alrededor, abrazándose a ella misma, sintiéndose una vez más en total desamparo, sintiendo como su corazón estaba una vez más con aquella ausencia que representaba el rubio en su vida.
Anthony por su lado no podía estar mejor, se sentía muy mal porque estaba tan cerca y tan lejos de ella, lo martirizaba saberla llorando, sentirla tan sola y sin nadie que la pudiera consolar. Se levantó decidido a ir a su habitación, necesitaba verla, necesitaba consolarla aunque no pudiera cambiar de decisión.
-Es inútil. – Dijo Stear cuando vio que Anthony tocaba insistentemente en la habitación de Candy. Anthony lo miró confundido. – Ella salió junto a Albert con una maleta en mano. – Dijo una vez más el inventor.
-¿Se fue? – Preguntó Anthony desesperado. Stear asintió con pena al ver que los ojos de Anthony estaban enrojecidos por el llanto derramado. - ¿Cuándo? – Preguntó impaciente.
-Hace como media hora. – Respondió Stear de inmediato.
-¡Tengo que alcanzarla! – Dijo Anthony desesperado, quería ir de inmediato hacia ella.
-¿Para qué Anthony? – Preguntó Stear dispuesto a detenerlo, sabía que sería prolongar el sufrimiento para ambos. - ¡Es mejor así! ¡Será por un tiempo corto! – Decía Stear seguro que así sería.
-¿¡Cuánto tiempo Stear!? ¡Dime cuánto tiempo! – Decía Anthony incapaz de pensar en esos momentos, el no tenerla cerca lo estaba consumiendo, él creía que debían esperar, que estarían separados pero que podrían estar bajo el mismo techo, jamás pensó que la rubia correría lejos de él, mucho menos tan pronto.
-¡No lo sé Anthony! ¡El que sea necesario! – Decía Stear con impaciencia, él mismo estaba preocupado por Anthony y por Candy. – El tiempo que le tome a Terry darse cuenta que ustedes se aman. – Decía el pobre inventor sin saber qué más decir para consolarlo. Anthony lo miró fijamente.
-¿Dime quién ha podido olvidar a Candy? – Preguntó Anthony con dolor, mirando a Stear fijamente. El inventor contuvo la respiración por unos segundos.
-Yo, Archie… - Dijo Stear convencido de que había sido así. Anthony sonrió con tristeza de lado.
-Yo no puedo Stear… te juro que lo intenté… y después de ver a Terry en ese estado dudo mucho que logre hacerlo algún día. – Dijo Anthony para después comenzar a bajar las escaleras para ir rumbo a la estación, rogando alcanzar el tren para detener a Candy y mantenerla cerca de él.
-¿A dónde vas Anthony? – Preguntó Stear caminando detrás de él.
-Sabes a donde voy. – Le dijo Anthony decidido sin detener su paso. - ¿Vienes? – Le preguntó sin voltear a verlo.
-Sabes que no tienes qué preguntarlo. – Dijo Stear tomando las llaves del auto dispuesto a llevarlo a toda velocidad hasta la estación del tren.
Cuando Anthony y Stear llegaron a la estación, el sonido del silbato del tren se dejó escuchar, este anunciaba su salida y para cuando los jóvenes se percataron que ese era el tren con destino a Chicago ya era demasiado tarde.
-¡Por aquí Stear! – Dijo Anthony a su primo, quien se sorprendía por la intención del rubio de perseguir la locomotora.
-¿¡Estás loco Anthony!? – Decía Stear sin dejar de conducir, porque pesar de todo sabía que su primo no lo perdonaría si no lo hacía.
-¡Candy! – Gritó Anthony con todas sus fuerzas, sacando su cuerpo por la ventanilla del auto dispuesto a que la rubia lo escuchara.
Adentro del vagón en el que Candy viajaba el ruido producido por la locomotora hacía imposible que el grito de Anthony se escuchara hasta ahí.
-¡Candy! – Gritaba Anthony buscando en cada uno de los vagones que pasaba el auto que conducía Stear. Cuando llegó al tercer vagón la pudo ver, pudo reconocer sus rizos dorados que descansaban en la ventana contraria a donde ellos corrían junto al tren. - ¡Candy! ¡Te amo! – Gritó Anthony con todas sus fuerzas, el auto comenzaba a perder terreno ante la locomotora que aceleraba su ritmo al máximo para llegar a su destino. - ¡Apúrate Stear! – Decía el rubio con impaciencia.
-¡No puedo Anthony! ¡El auto no es tan veloz! – Decía Stear, ya que el camino por el cual se había aventurado no estaba trazado para el movimiento de los automóviles.
Candy de pronto escuchó a lo lejos el grito de su amado Anthony, así que se levantó de su asiento y abrió la ventana para ver si realmente era su rubio el que hacia señas con sus brazos.
-¡Iré por ti Candy! – Lo escuchó gritar y el corazón de Candy latió acelerado. - ¡Te amo Candy! ¡Te amo! – Gritaba Anthony cada vez más fuerte, sin embargo a pesar de aumentar la intensidad de su grito no se escuchaba del todo porque se habían quedado atrás. Candy comenzó a llorar al ver que su amado al igual que ella estaba sufriendo, sin embargo el dolor que le habían causado sus palabras estaban ahí presentes en su corazón. – Iré por ti Candy… - Decía Anthony decidido a ir por su amada Candy, primero debía intentar aclarar las cosas con Terry para poder ir por ella y cumplir su promesa de casarse.
Stear detuvo el auto a kilómetros de la estación de tren, sabía que no podía recorrer aquellos caminos que estaban llenos de piedras y de obstáculos para el vehículo. Guardó silencio ante el llanto de su primo, le partía el alma verlo llorar de aquella manera, se sintió culpable por haberle sugerido que lo mejor sería estar lejos por un tiempo, porque ahora podía ver que ni para Candy, ni para Anthony había sido lo correcto.
Anthony llegó a la mansión en compañía de Stear, ninguno hablaba, entraron al vestíbulo y Albert los estaba esperando.
-¿A dónde fueron? – Preguntó Albert un tanto preocupado por ellos.
-A buscar Candy. – Dijo Anthony por respuesta. Albert lo miró sorprendido.
-Ella decidió irse. – Dijo Albert con cierta culpa en su pecho. Anthony lo miró fijamente.
-¿Qué te dijo? – Preguntó Anthony a su tío.
-No quiere que vaya a buscarla, incluso visitarla. – Dijo Albert con tristeza, le habían dolido las palabras de la rubia, pero sabía que no estaba en posición de hacerse la víctima.
-¿A dónde fue? – Preguntó Anthony con desesperación.
-Regresó a Chicago. – Respondió Albert con tranquilidad.
-Iré a verla. – Dijo Anthony decidido a preparar su maleta para salir en el primer tren de la mañana.
-¿Para qué Anthony? – Preguntó Albert una vez más.
-¡Necesito estar con ella! ¡Necesito verla! ¿¡Qué nadie lo entiende!? – Decía Anthony comenzando a perder la paciencia.
-¡Por supuesto que lo entiendo! pero... ¿Para qué? ¿Vas a regresar con ella? – Preguntó Albert en actitud retadora. Anthony se sorprendió por su pregunta y Terry pasó por su mente.
-¡Aún no, pero pronto estaremos juntos! – Decía Anthony seguro que así sería.
-¡Entonces no tiene caso que la lastimes de nuevo! – Decía Albert desesperado. – Ve por ella cuando todo se haya calmado, cuando tú sientas que ese remordimiento se ha ido de tu corazón y cuando los chismes en torno a ella dejen de rodearla. – Dijo el patriarca anunciando lo que tanto temía para Candy había comenzado a circular.
-El tío tiene razón Anthony… - Dijo Stear siendo más comprensivo con su primo, sabía que estaba sufriendo por Candy y él lo comprendía mejor que nadie. – Ustedes han sufrido mucho esta separación, no tiene caso que vuelvas a lastimarla si aún no te sientes capaz de estar con ella. – Decía Stear mirándolo a los ojos. Anthony cubrió sus ojos con desesperación y aguantó sus lágrimas.
-¡No puedo vivir sin ella Stear! – Dijo Anthony con dolor.
-¡Sí puedes! – Dijo Stear con seguridad. - ¡Claro que puedes! – Le decía abrazándolo con fuerza. – Eres capaz de eso y más, por ella Anthony, por ti… por ese hermano que no sabías que tenías. – Le decía intentando darle ánimo de continuar. – Ya estuviste mucho tiempo lejos de ella, solo serán unos cuantos meses Anthony… resiste… - Le decía el inventor sin dejar de abrazarlo, sosteniendo con fuerza la desesperación que se desataba en el joven rubio.
-¿Qué sucede? – Preguntó Archie, quien venía acompañado de su esposa.
-¿Anthony? – Preguntó Annie con preocupación al ver que Anthony estaba abrazado de Stear. Anthony intentó contenerse, sin embargo no pudo hacerlo y soltándose de Stear se retiró a su habitación. - ¿Qué sucede Stear? – Preguntó Annie a su cuñado, quien al igual que Albert tenía el rostro descompuesto. Archie esperaba al igual que su esposa la respuesta de su hermano.
-Candy se fue. – Dijo Stear con la garganta hecha nudo.
-¿Se fue? – Preguntó Archie sorprendido por lo dicho por Stear. Albert asintió.
-¿Pero por qué? – Preguntó Annie preocupada por la rubia. - ¿A dónde? – Preguntó de nuevo impaciente.
-Regresó a Chicago. – Dijo Albert respondiendo a la joven esposa de su sobrino.
-No comprendo, ella y Anthony ¿No estaban juntos? – Preguntó Archie confundido.
-Ellos deben esperar un poco de tiempo Archie. – Dijo Albert seguro de que así era.
-¿Esperar? ¿Espera a qué? ¡Ellos se aman tío! – Dijo Archie sintiendo impotencia por la separación de los rubios.
-¡Terry es hermano de Anthony, Archie! – Dijo Albert para que el joven elegante comprendiera. – Además hasta hace poco ellos habían tenido una relación, no es justo que ella sufra un enfrentamiento entre ellos, que se exponga al escarnio de esta sociedad tan crítica en la que vivimos. – Decía Albert cada vez más desesperado.
Archie guardó silencio mirando a su hermano, él también había estado a punto de sacrificar su amor por Annie para que ella fuera feliz al lado de Anthony, pero su situación había sido totalmente diferente, aunque aún sufría la posibilidad de que ella lo dejara.
Annie caminaba junto a Archie, él trataba de consolarla porque podía ver en su actitud y en su rostro la preocupación y el sufrimiento por Candy y por Anthony.
-No es justo Archie. – Dijo Annie buscando refugio en su esposo, quien sintió el calor del cuerpo de su esposa buscando su abrazo.
-No lo es Annie… - Dijo Archie seguro que no era justa su separación. – Pero sé lo que es el cariño por un hermano y te aseguro que uno es capaz de sacrificar hasta el amor más grande con tal ver feliz a esa persona. – Dijo una vez más el castaño con total melancolía.
-Pero Candy y Anthony se aman… - Dijo Annie segura de ello, ella mejor que nadie había sido testigo cercano del amor que Anthony tenía por Candy.
-Lo sé Annie, pero no siempre las personas que se aman terminan juntos. – Dijo mirando a los ojos a su esposa, quien de manera inmediata desvió su mirada con timidez.
-Archie yo…. – Dijo la joven ojiazul sin saber bien qué decir, ella aún no terminaba de completar su sentimientos por su esposo.
-Entiendo Annie. – Dijo Archie con tristeza, pero sabía que había tenido gran parte de culpa en que ella terminara olvidándolo. Annie lo miró fijamente, sus ojos azules se encendieron al encontrarse con los de su amado Archie, sin embargo el temor y la desconfianza seguían latentes dentro de ella.
Archie besó su mano con total delicadeza, sonriéndole con dulzura invitándola a regresar a su habitación.
-Archie, quiero pedirte algo. – Dijo Annie con cierto nerviosismo en su voz.
-Dime. – Dijo Archie escuchando con atención lo que tenía qué decir su esposa.
-Quiero regresar a dar clases al instituto. – Dijo con seguridad, sin pedir permiso, sin titubear, segura de lo que quería hacer en su vida.
-¿Estás segura que será prudente? – Preguntó Archie con algo de duda. – No quiero que tengas algún inconveniente con nuestro hijo. – Dijo una vez más acariciando con dulzura el vientre de Annie, no quería que creyera que estaba prohibiéndole regresar a aquella parte de su vida que sabía ella disfrutaba tanto. Annie se estremecío con aquel dulce contacto, su corazón latía con más calidez cuando estaba cerca de él.
-El doctor dijo que podía hacer mi vida normal. – Dijo Annie segura de las palabras del médico. – Lo único que me recomendó era no hacer movimientos bruscos, ni viajes largos. – Agregó la joven con la mirada puesta en su esposo. Archie sonrió mientras tomaba sus manos para después besarlas con dulzura.
-Me parece perfecto. – Dijo Archie accediendo al deseo de su esposa, sabía que era una excelente pianista y que tenía un don especial para enseñar a más jóvenes, no sería él el que truncara ese deseo que había descubierto la hacía sentir segura y feliz. Annie sonrió feliz con aquella respuesta, creía que Archie se negaría a permitirle regresar a su empleo.
-Muchas gracias Archie. – Dijo Annie emocionada por su respuesta, tanto así que se atrevió a colgarse de su cuello en señal de felicidad. De pronto lo soltó con timidez, se había sentido tan feliz que por un momento había olvidado que aún existía una barrera entre ellos, una barrera invisible que poco a poco comenzaba a desvanecerse.
-¿Qué opinas Stear?- Preguntó Albert a Stear, la actitud de Anthony y Candy lo hacían dudar por momentos.
-¿Sobre qué tío? – Preguntó Stear para saber a qué se refería el patriarca.
-Candy me prohibió que fuera a visitarla. – Dijo con cierta nostalgia, sabía que la había lastimado, pero sabía también que por el momento era lo mejor para ambos estar separados.
-Creo que es normal su reacción tío. – Dijo Stear sentándose frente al rubio. – Ella ha sufrido mucho con tantas mentiras, primero la muerte de Anthony, después ocultarle que estaba vivo. – Decía el inventor con cierta nostalgia en su voz. – Creo que fue más duro para ella enterarse que Anthony estaba con vida y no la había buscado para informárselo. – Dijo de nuevo.
-También pienso que Anthony hizo mal. – Dijo Albert seguro que así era. – Pero también comprendo su dolor, él jamás la olvidó y presentarse ante ella y verla feliz al lado de otro hombre... – Dijo Albert seguro, convencido de entender los sentimientos de Anthony.
-Tal vez... – Dijo Stear no muy convencido. - Pero creo que ella hubiera sabido manejarlo, en cambio ahora está dolida con todos nosotros, con justa razón, ella piensa que nadie estamos a favor de ella y de su amor por Anthony, incluso el mismo Anthony. – Dijo Stear poniéndose en el lugar de la rubia.
-¿Qué hubieras hecho tú Stear? – Preguntó Albert a su sobrino, quería una opinión sincera, quería que se pusiera en su lugar.
-No lo sé tío, comprendo lo que hiciste, sé que Anthony se siente muy mal por "traicionar" a su hermano y yo mismo le recomendé que se tomara un tiempo para pedir la mano de Candy. – Dijo el joven inventor evidenciando que no sabía de la relación que había entre los rubios. Albert guardó silencio porque no quería descubrir a los jóvenes, si bien no sabía que la relación de Anthony y Candy había ido más allá de unos simples besos, si había sido testigo en dos ocasiones de sus muestras de afecto.
-Candy me preguntó si no era lo suficientemente buena para Anthony. – Dijo Albert con dolor en su corazón, le dolía pensar que Candy creyera que no era suficiente para él.
-Sabes que no es así, Candy también lo sabe. – Dijo Stear seguro de que así era. Albert sonrió agradecido por sus palabras.
-¿Y tú Stear? – Preguntó Albert mirando fijamente a su sobrino. Stear se sorprendió por la pregunta hecha.
-¿Yo? – Preguntó confundido. – Yo estoy de acuerdo que deben esperar un poco. – Dijo creyendo que se refería al tema de Candy y Anthony.
-Me refiero a tu relación con Patricia. – Dijo Albert enterado de todo. Stear sonrió de lado.
-¿Por qué lo preguntas? – Respondió Stear con una pregunta, no sabía qué responder al respecto, para ello debía confesar que había estado a punto de enrolarse en la guerra y si no hubiera sido por Anthony lo hubiera hecho.
-Porque no he visto que vayas a verla, desde la boda de Archie no he visto que la frecuentes. – Dijo el patriarca queriendo saber también sobre la vida del mayor de sus sobrinos. Stear suspiró profundamente.
-Hemos tenido algunos desacuerdos. – Dijo Stear sin ahondar mucho.
-¿Quieres contarme? – Preguntó Albert intentando ser más un amigo que un tío para él, no quería fracasar también con él como sentía que había fracasado con Anthony.
-No hay mucho qué decir. – Dijo Stear resistiéndose a revelar su secreto. Albert lo miraba a la expectativa, quería saber sobre él. – Solo que ella cree que mi amor por ella no es tan genuino y sincero. – Dijo con melancolía. Albert lo miró sorprendido, no se imaginaba por qué todos sus sobrinos tenían el mismo problema, Annie sentía que Archie no la amaba lo suficiente, Candy en esos momentos también tenía el mismo sentimiento, pero de Patty no podía decir absolutamente nada, porque lo único que conocía de ella era a Jully su pequeña tortuga.
-¿Y es así? – Preguntó Albert.
-¡Por supuesto que no! – Respondió Stear de inmediato. – Patty es la mujer que amo tío. – Dijo rápidamente.
-¿Entonces? ¿Qué es lo que hace suponer a Patty que no es así? – Preguntó Albert directamente. – Sé que Annie lo pensó por la falta de interés que Archie mostraba por ella, sé que Candy cree que Anthony no la ama lo suficiente… - Stear lo miró fijamente, no tenía caso que continuara escondiendo algo que a fin de cuentas no había sucedido.
-Hace unos meses había decidido… - Dijo Stear dudando en decirlo.
-¿Enrolarte? – Preguntó Albert, él recordaba la plática que había tenido con Stear antes de que recuperara la memoria. Stear asintió imaginando el motivo por el cual lo cuestionaba.
-Enrolarme. – Dijo Stear resignado.
-¿Qué te hizo desistir de tu intento? – Preguntó Albert una vez más.
-Anthony… - Dijo Stear con tranquilidad. – Anthony me hizo ver el sufrimiento que causaría en Patty y en toda la familia, me hizo comprender que lo que pasamos con su supuesta muerte sería solo el reflejo de lo que sucedería si me pasaba algo al frente. – Dijo explicando el motivo por el cual había desistido de su intención.
-¿Y Patty piensa que al haber desistido gracias a Anthony quiere decir que sus súplicas no fueron lo suficientemente fuertes para detenerte? – Preguntó Albert mirándolo fijamente.
-Cree que mi amor por ella no es suficiente, le he explicado una y mil veces que precisamente por cuidarla a ella y a mi familia era la razón de mi decisión. – Dijo Stear aun pensando que hubiera sido buena idea ir. – Creí realmente que podía hacer una diferencia al frente con mis inventos, tal vez podría inventar algo que ayudase a los aliados a derrotar a Alemania. – Decía con total patriotismo. Albert podía ver los ideales de su sobrino bien puestos en su corazón.
-Seguramente así hubiera sido. – Dijo Albert seguro que su sobrino tenía mucho talento. – Pero me alegro que no hubieras escuchado más mis consejos que los de Anthony, porque al recordar mi identidad no podía dejar de reprocharme el haberte alentado a cometer semejante locura. – Dijo el patriarca con simpatía. Stear sonrió cómplice con su tío.
-Te confieso que por un momento pensé irme, pero cuando Anthony me dijo que él me acompañaba me asusté, vino a mi mente todo el dolor que habíamos pasado por su supuesta muerte, el sufrimiento de Candy, de la tía abuela, de Archie y comprendí que no podía hacerlo de nuevo. – Dijo recordando la manera en la que Anthony lo había retado.
-¿Anthony te dijo que te acompañaría? – Preguntó Albert con sorpresa.
-Me dijo que así terminaría con todos sus problemas. – Dijo Stear con melancolía. Albert lo miró por un segundo. – Creo que tal vez tenía razón. – Dijo mirando al piso sin dejar de pensar en el sufrimiento de Anthony y Candy y en el de la misma Patricia.
-Lo de Candy y Anthony es pasajero Stear. – Dijo Albert seguro que así era. – Lo mismo que lo tuyo con Patricia, nada que un acuerdo prenupcial no pueda arreglar. – Dijo nuevamente el patriarca. Stear abrió los ojos con sorpresa.
-No me lo digas que te tomo la palabra. – Dijo Stear de buena gana, pensando que tal vez era lo que debía hacer con Patty para que ella volviera a confiar en él y su amor. Albert comenzó a reír, sin embargo su propuesta había sido sincera.
-Tío ¿Irás a buscar a Candy? – Preguntó Stear pensando en la rubia, estaba realmente preocupado por ella. Albert negó.
-No… - Respondió Albert con tristeza. – La dejaré un tiempo, es justo que reflexione sin presión. – Dijo convencido que Candy tenía derecho a tener su espacio. – En estos momentos creo que está demasiado herida por mi culpa y no quiero obligarla a nada. – Dijo nuevamente, le dolía no ser su apoyo en esos momentos, pero también sabía que tenía razón en sentirse de esa manera.
Stear asintió a las palabras de Albert, sabía bien que Anthony y Candy estaban sufriendo, pero él estaba convencido que en poco tiempo Terry comprendería que ellos se amaban, a ellos también les había tomado un tiempo comprender el amor que había nacido entre ellos cuando se conocieron, sin embargo por verlos felices habían sido capaces de entenderlo.
Terry se había despertado la mañana siguiente, a pesar de su borrachera recordaba que Anthony había sido el que lo había sacado de aquel tugurio de mala muerte. Miró junto a su cama y miró a Vincent completamente dormido, le extrañó verlo en su habitación.
-¿Ya despertaste? – Preguntó Vincent a su hijo, tallando sus ojos para enfocar bien.
-¿Qué haces aquí? – Preguntó Terry con su característica frialdad.
-Estabas algo alcoholizado anoche. – Respondió Vincent con tranquilidad, intentando cubrir su borrachera. Terry lo miraba exasperado porque jamás le respondía con un reproche, quería que lo reprendiera, que le reprochara su actitud como lo hacía el duque, de esa forma sería más gratificante mandarlo al infierno. – Me quedé a cuidarte porque temía que te ahogaras con el reflujo. – Agregó Vincent. Terry observó la cubeta que estaba enseguida de la cama y de inmediato hizo un gesto de repulsión, sin embargo sonrió de lado sarcástico.
-No necesito una nana para que me cuide. – Dijo Terry levantándose de la cama. Vincent se levantó de su lugar al ver que este se levantaba.
-Lo sé, sin embargo quería asegurarme que estuvieras bien. – Dijo Vincent listo para salir de la habitación del actor. Terry se tensó al escuchar aquellas palabras, lo tomaba por sorpresa aquella genuina preocupación por parte de Vincent, jamás había sentido algo así en su pecho, por un momento quiso pedirle su ayuda, sin embargo se negaba él mismo a hacerlo.
-Deberías de ir a ver si tu hijo favorito está bien. – Dijo Terry con sarcasmo y satisfacción al recordar que lo había golpeado, intentaba herir a Vincent, este sonrió y se detuvo un momento.
-Anthony es mi hijo si… pero al igual que él lo eres tú, y si no estuve a tu lado fue porque jamás me enteré de tú existencia, de lo contrario puedo asegurarte que hubieras crecido muy cerca de mí. – Le dijo con esa paciencia que lo caracterizaba. – Anthony no es mi favorito, es al que más conozco y el que más me conoce, y aun así me atreví a pedirle que terminara su relación con Candy para que no te hiciera sufrir. – Confesó el mayor ante el asombro de Terry.
Vincent salió de la habitación de Terry dejándolo con la incógnita de sus palabras, dejándolo pensativo por lo que había dicho, pero al mismo tiempo haciéndolo sentir culpable por el sufrimiento que seguramente tendría la pecosa al verse separada de su verdadero amor.
Continuará…
Llegamos al final del capítulo y sé en este momento que la mayoría de ustedes me odia... lo siento en verdad... sé que es difícil ver a los rubios separados y más porque ellos realmente se aman, muchas creen que no debió ser así, pero recuerden que los sentimientos de nobleza en aquella época eran más comunes, el honor y la lealtad con la familia también era más fuerte y el altruismo y el bien del prójimo realmente importaba, en la época actual ninguno de los argumentos que tiene Anthony son válidos para una separación, pero les aseguro que esta separación también terminará... algún día... pero terminará.
TeamColombia:
Hola hermosas, ustedes son las más insistentes en que cambie la historia, siento mucho no poder hacerlo. La verdad es que son pocas veces las que hay un hueco para mover todo lo ya escrito y no conviene deshacerlo o no coincidirían la narrativa y quiero evitar lo más posible que suceda. Sé que es duro, pero así venía planteada desde el principio y tenía qué suceder en algún punto de la historia. Muchas gracias por leer amigas, les agradezco su paciencia y su comprensión. Les mando un fuerte abrazo a cada una de ustedes.
P.D. Hermosas es muy pronto para los síntomas de embarazo jajaja la pecas acaba de entregar su inocencia todavía no le llega la fecha de su período jajajaja, pero me gusta como piensan.
María José M:
Hola hermosa, ¿Y aún me preguntas por qué te llamo mi diablo de hombro izquierdo? jajajaja estallé en risas al leer tú comentario, como siempre poco prudente, pero confieso que disfruto el análisis de la historia, me gusta que pongan atención a cada renglón porque ahí es donde uno se da cuenta que disfrutan en verdad la historia. Y no te equivocaste, Anthony había pospuesto hablar con Candy porque estaba buscando una solución a su problema, no quería mantenerse lejos de ella, pero al ver a Terry sufriendo lo lastimó más de lo que pudiera admitir. Hermosa, me alegra que te guste el capítulo, me gusta que te dejes llevar por mis letras y te transportes a ese lugar, porque ahí es donde se disfruta mejor la historia, de cerquita. Te mando un fuerte abrazo hermosa, espero que estés muy bien.
P.D. Ya no seas tan diabla!
Cla1969:
Ciao bellissimi, grazie per le tue parole, ognuna molto fedele alla realtà, penso che stiano annegando in un bicchiere d'acqua, è difficile che si separino, ma confido che il tempo passerà relativamente velocemente e che presto lo saranno poter stare di nuovo insieme.
In effetti, Terry dovrebbe parlare con qualcuno del suo problema, ho sempre pensato che fosse molto strano che sua madre (Eleanor) non lo difendesse dalla madre di Susana, dato che lei gli permetteva di prendersi cura di lei fino alla sua morte, perché io non avrei permesso lui a Hanno fatto una cosa simile a un mio figlio, ma torno alla stessa cosa: erano tempi diversi e a quell'età Terry era già un uomo nonostante fosse molto giovane.
Grazie mille per la lettura bellissima, spero di non avervi fatto soffrire troppo con questo capitolo. Ti mando un grande abbraccio.
Rose1404:
Hola hermosa, un gusto saber que te encuentras bien. Tienes razón, no es justo una separación, sin embargo hay motivos que los obligan, que si bien no son motivos físicos si son motivos que no les permiten ser felices. Candy no te escuchó, salió corriendo como ya era de esperarse, muchas veces comentaron que Candy debía irse de Nueva York desde que estaba en la mansión de Vincent, también comentaron que querían verlo sufrir por lo que estaba haciendo a Candy y les respondí que ya vendría ese sufrimiento, creo que aquí llegamos a ese punto. Muchas gracias por comentar y por leer hermosa, te mando un fuerte abrazo.
Mayely León:
Hola hermosa, tienes razón no es justo que se separen, sin embargo se separaron y ahora viene lo difícil para ellos, estar lejos el uno del otro. Es verdad que Terry proponiéndoselo sale adelante, pero Terry tiene un problema de alcoholismo que le impide salir de ese atolladero en el que se metió sin querer, y es algo muy difícil de vencer. Elroy ha estado muy discreta, ella solamente recordó a Albert lo que tenía qué hacer como patriarca de los Andley, ya no siente ese rencor que tenía hacia la joven rubia, creo que Albert deberá casarse para que ella deje de ser la matriarca jjiijijiji. Te mando un fuerte abrazo hermosa, muchas gracias por leer.
Julie-Andley-00:
Hola hermosa, espero que estés muy bien. Es verdad no es justo que ellos cedan a las presiones de los demás, sin embargo creo que pesó más su conciencia y su culpa que otra cosa, en lo personal creo que la distancia los ayudará a calmar ese sentimiento que no les permite ser felices, más vale que primero aclaren que no tienen culpa por amarse, porque a la larga ese sentimiento puede crecer y dañar más la relación. Muchas gracias por comentar hermosa y por leer. Te mando un fuerte abrazo.
Luna Andry:
Hola Luna! ¡Es verdad el clima cambia! ¡Muy peculiar! dijo Rafiki jajaja vienen tiempos de cambio, nubarrones y ventiscas, esperemos que todo esto pase pronto y los rubios puedan afrontar todo lo que se antepone a su felicidad. Efectivamente era bien infundado tú miedo amiga, creo que el miedo que todos teníamos de saber que así sería, pero también esa emoción de que sabrán encontrarse, ahora solo falta esperar que sea pronto.
También estoy de acuerdo que Terry acepte regresar con Candy, él es demasiado orgulloso y si sabe que ella no lo quiere jamás lo haría, a pesar de todo su honor está ante todo. Terry comienza a sentirse divertido con las visitas de Amelia, aunque es muy pronto para que reconozca que esos impulsos eléctricos que siente en su corazón son para volverlo a la vida.
Anthony se había pasado de flojo en esta historia, cerró demasiado la escuela, vamos a ver qué hace ahora que tenga que salir corriendo a Chicago por la rubia, ¿Será fácil que deje todo de la noche a la mañana?
Amiga bella, gracias por leer y comentar, te mando un fuerte abrazo.
Muchas gracias a todas y cada una de las lectoras anónimas, muchas gracias por leer y estar aquí, agradezco el tiempo que me brindan para leer mi historia, espero que no hayan sufrido mucho.
GeoMtzR
03/05/2024.
