El ático de la residencia Tendo, normalmente un lugar tranquilo lleno de recuerdos y trastos viejos había sido transformado en un campo de batalla. Ranma y Ryoga, cada uno atrapado en el tumulto de su pelea y en la complicada trama de su intercambio de cuerpos, no habían medido las consecuencias de sus acciones.
Cuando Akane abre la puerta del ático con un empujón, se encuentra con una escena de caos absoluto. Los estantes están volcados, objetos rotos yacen esparcidos por el suelo, una gran pila de ropa interior se encuentra en llamas y en medio de todo, Ranma y Ryoga, que se detienen de golpe, como dos niños sorprendidos haciendo travesuras.
"¡¿Pero qué demonios creen que están haciendo?!"
La voz de Akane corta el aire con una mezcla de incredulidad y enfado. Los chicos intercambian miradas culpables, ambos conscientes de que cualquier explicación que ofrezcan sonará tan ridícula como la verdad misma.
"Eh... Akane, podemos explicarlo," comienza Ranma, intentando adoptar un tono calmado y razonable, pero la mirada fulminante de Akane le corta de raíz.
"No, no quiero escucharlo. ¡Solo miren este desastre! ¿Acaso no pueden comportarse como personas civilizadas por una vez?" Akane avanza entre los escombros, su expresión es un claro indicativo de que no está para bromas.
Ryoga, intentando ser de ayuda, pero claramente fuera de su elemento, agrega torpemente, "Lo siento, marim- " Ante la mirada fulminante de 'Ranma' corrigió
"Lo siento, Akane. Realmente no queríamos... esto se salió de control."
"¡Se salió de control porque ustedes dos siempre llevan las cosas al extremo!" Akane señala hacia la salida, "Bajaré y traeré algunos implementos de limpieza. Espero que para cuando regrese, este lugar esté al menos reconocible."
Con esas palabras, Akane sale del ático, dejando a Ranma y Ryoga en un silencio incómodo. Comienzan a recoger el desorden en un esfuerzo conjunto, pero sus movimientos son torpes y descoordinados. La tensión del intercambio de cuerpos, sumada a la necesidad de mantener su secreto, los hace particularmente ineptos en sus tareas.
Mientras intentan poner un objeto particularmente pesado en su lugar, Ryoga (en el cuerpo de Ranma) pierde el equilibrio y tropieza, causando que ambos caigan en un montón aún mayor de escombros. Por un momento, se miran y, a pesar de la gravedad de la situación, no pueden evitar reírse ante el absurdo de su situación.
"Esto es un desastre, ¿eh?" comenta 'Ranma', sacudiéndose el polvo.
"Akane te va a matar P-chan..." responde 'Ryoga', con una sonrisa resignada.
Así, entre risas y esfuerzos por limpiar, los chicos encuentran un momento de camaradería en medio del caos. Sin embargo, saben que este es solo el principio de sus problemas, y que resolver el enredo de su intercambio de cuerpos requerirá mucho más que simplemente ordenar un ático desordenado.
Mientras Akane regresa al ático con escoba y recogedor en mano, se da cuenta de que Ryoga ha desaparecido.
"¿Dónde está Ryoga?", pregunta con una mezcla de confusión y preocupación, mirando alrededor como si esperara encontrarlo escondido detrás de alguna caja.
"Fue al baño. Ya volverá."
Dijo 'Ranma', mientras contenía lágrimas de alegría al observar lo preocupada que parecía Akane por él.
Akane soltó un suspiro. Concluyó que el chico perdido se había perdido rumbo al baño, por lo tanto, ahora quedaba por parte de Ranma y de ella limpiar el desastre que habían hecho el par de tontos. Francamente, a veces pensaba que en lugar de tener un prometido tenía un hijo pequeño.
Mientras el polvo se asienta en el ático de la casa Tendo, Akane y Ranma, armados con escobas y paños, se dedican a la tarea de limpiar el desorden dejado por su última pelea. Aunque el ambiente está cargado con el típico desgano que acompaña a las tareas domésticas, hay una sensación de camaradería en el aire, algo raro entre ellos, dado su historial de constantes disputas y malentendidos.
"Realmente destrozaste la habitación del viejo verde." Comenta Akane, su tono es de diversión más que de reproche, mientras recoge un puñado de ropa íntima chamuscada y los arroja en una bolsa de basura.
Ranma, con una expresión algo culpable pero también divertida, replica. "Hey, no fui solo yo."
Su mirada barre el ático, deteniéndose en los objetos dispersos y las marcas de combate en las paredes.
Hay una pausa breve en la que ambos se detienen para evaluar el trabajo que han hecho hasta ahora, y luego, casi al unísono, sueltan un suspiro resignado.
"Supongo que... es bueno tener a alguien con quien compartir el trabajo, incluso si es limpiar." Dice Akane, con un tono inusualmente reflexivo, pasándose una mano por el cabello.
Él, sorprendido por la admisión, la mira, y una sonrisa suave aparece en sus labios.
"Sí, supongo que tienes razón. Aunque preferiría que compartiéramos algo más que solo la limpieza." Admitió, dando voz a uno de sus anhelos.
Al darse cuenta de sus palabras, un sonrojo se apoderó de sus facciones.
El comentario parece hacer que Akane reflexione un momento. "Sí, eso estaría bien. ¿Sabes? A veces pienso que tal vez podríamos... ya sabes, intentar hacer más cosas juntos. Cosas que no impliquen pelear o limpiar después." Susurro la chica con una expresión vulnerable.
El corazón del chico perdido dio un pequeño salto ante la sugerencia, pero él se esforzó por mantenerse tranquilo, ocultando su sorpresa y emoción detrás de una expresión pensativa. "Eso suena... agradable."
Con cada palabra que intercambiaban, la expresión en el rostro de Akane se volvía más cálida, iluminada por una luz interna que reflejaba su creciente aprecio por la respuesta de su prometido. Era como si el sol hubiera decidido posarse en sus facciones, otorgándole un brillo especial que hacía que sus ojos brillaran con una mezcla de esperanza y felicidad. La idea de compartir momentos juntos, lejos de las constantes peleas y desafíos, parecía no solo atractiva, sino también reconfortante.
Akane acercó su rostro al de él poco a poco, reduciendo el espacio entre ambos hasta que apenas un suspiro podría haberse colado entre ellos. La cercanía era tal que Ryoga podía sentir el cálido aliento de Akane mezclándose con el suyo, un intercambio suave y casi imperceptible que, sin embargo, enviaba ondas de anticipación a través de su ser.
El tiempo pareció detenerse, los latidos de sus corazones casi audibles en el silencio que los rodeaba. Ryoga miró a Akane, capturado por la intensidad de su mirada, esa profundidad en sus ojos que siempre parecía esconder tanto más de lo que decía. La luz del atardecer que se escabullía entre las ventanas jugaba en su cabello, enmarcando su rostro con destellos dorados, realzando su belleza de una manera que Ryoga había notado antes pero nunca tan profundamente como en ese momento.
"Ranma."
Y así, con solo esa palabra, ese nombre, la magia se desvaneció. Esa mirada, esos sentimientos, nada absolutamente nada de eso estaba dirigido hacía él.
Ryoga se apartó de Akane bruscamente. Quería dejarse llevar, quería simplemente acallar su conciencia y dejar que las cosas fluyeran, pero no se atrevió. No cuando ella le llamara por ese nombre, no cuando sus labios pronunciaran un nombre que no era el suyo.
La expresión de dolor, de traición que se asomó por un instante en el rostro de Akane fue como un puñal para el chico perdido.
Akane se levantó abruptamente, la palabra "idiota." escapándose de sus labios en susurro casi imperceptible.
Las lágrimas comenzaron a brotar, un reflejo involuntario de la mezcla de dolor, envidia y resignación que sentía. Estaba atrapado en una situación extraordinaria, viviendo en el cuerpo de su rival, experimentando de cerca los complejos matices de su relación con Akane. Esta proximidad le ofrecía una perspectiva que nunca antes había considerado, obligándolo a enfrentar sus propios sentimientos hacia Akane.
Mientras las lágrimas caían, Ryoga sintió cómo su corazón se apretaba. Sabía que su amor por Akane era sincero, pero también comenzaba a comprender la profundidad y complejidad del amor que Akane sentía por Ranma
