Final imaginario del siglo XIX
En estos tiempos, las personas que poseen extraños poderes provenientes de su cuerpo o incluso de misteriosas y poderosas armas, son conocidas como ladrones, escoria de la humanidad que roba hermosas y valiosas obras de arte, estatuas o joyas de diversos museos de todo el mundo, con la esperanza de reunir los 109 trozos de inocencia perdidos.
OOOOO
Ante las repentinas muertes de sus hermanos y el robo del arca, Lulubell consideró conveniente presentarse sobre la ciudad de Londres y liberar a los Akuma que se hallaban escondidos bajo su suelo.
Emergiendo como muertos vivientes del pavimento, de la tierra de las afueras e incluso del mar en el puerto, las máquinas se dirigieron al cielo, comenzando a desatar la furia de la última Noé en cualquier persona que estuviera caminando tranquilamente por las calles.
En cuestión de segundos, los edificios quedaron contaminados de veneno, siendo rodeados por cuerpos calcinados, con pentagramas en los ladrillos, sangre y un silencio absoluto.
Dando otra orden, Lulubell dio indicaciones para que, un grupo de Akuma permaneciera en la ciudad; asegurándose de matar a cualquier otro humano que llegara a pisarla, y otro más, se dirigiera a la orden oscura.
Por la alta concentración de materia oscura, volando rápidamente desde las nubes, las alarmas de la torre empezaron a sonar, sobresaltando a Komui y a Reever. Sin pensarlo, hablaron por los altoparlantes para informar sobre la situación, pidiendo a su vez que se evacuara con calma, por los canales subterráneos.
Buscadores que se encontraban en el comedor, descansaban en sus habitaciones o hacían ejercicio en la sala de entrenamiento, abandonaron de inmediato el lugar, siendo guiados por Russell, Tap, Jerry y Johnny.
Bak Chang; quien había decidido quedarse para estar al pendiente de los ladrones que fueron a ayudar a Cross Marian, se vio forzado a volver a la sede fantasma, usando las piedras de Menomaru, combinadas con un hechizo de su autoría.
PPPPP
-¡MALDICIOOOOONNNNN! – exclamó Komui, llorando frente a una radio vieja que tenía en su escritorio, rodeada de papeles.
Los Akuma y Lulubell ya estaban afuera, bombardeando la torre y siendo únicamente enfrentados por las agujas de Bookman y las flechas de la cazadora Hitomiko; parada en la azotea.
En medio del revuelo, un hombre pelirrojo se presentó junto a la Noé, vestido con un elegante traje negro y un sombrero de copa en su cabeza. Sus manos, envueltas en guantes blancos, sostenían a Lero, el paraguas rosa con cabeza de calabaza.
En ese momento, Johnny, Tap, Russell y Jerry entraron a la oficina, confirmando la presencia del Conde del milenio entre los atacantes al asomarse por las ventanas. De pronto, los ladrillos de la torre se estremecieron, haciéndolos gritar y agacharse con las cabezas cubiertas por sus brazos, rezando para que nada se cayera.
-¡Aquí Reever Wenhamm...! – hizo otro intento de comunicación a los aliados de la orden en el exterior, aferrándose con fuerza a otra radio conectada.
Otro estallido hizo temblar la estructura.
-¡El Conde del milenio llegó de pronto con una miembro del clan Noé y un grupo descomunal de Akuma! ¡Estamos siendo atacados y no resistiremos por mucho tiempo! ¡Solicitamos refuerzos de la gente que pueda escucharnos! ¡Los únicos que están peleando son la cazadora Hitomiko y Bookman! ¡Repito...!
PPPPP
-¡...necesitamos refuerzos con urgencia...! – la señal apareció en el interior del arca, manifestándose en los aretes dorados que tenían Allen y Cross. - ¡...la orden oscura está siendo atacada por Lulubell, el Conde del milenio y una cantidad descomunal de Akuma!
-¡C-Cuidado, Reever...!
La voz de Johnny se escuchó al fondo, terminando con la comunicación y dando paso a una frustrante interferencia que sacudió los corazones de cada uno.
-¡T-T-T-Tenemos que volver! – exclamó Lavi, entrando en pánico.
-¡¿P-Pero cómo?! – le siguió Umiko.
Tomando seguridad, por el hecho de que él podía controlar el arca, Allen se aproximó a cualquier puerta a su alrededor.
-¡Aquí! – señaló, jalándola hacia él... y terminando cayendo a una oscuridad infinita.
Apresurándose, Kanda corrió para atraparlo, llevándose a Lavi por el cuello de sus ropas. Umiko también alcanzó a agarrar al pelirrojo, sosteniéndolo de su tobillo izquierdo, cuando los otros dos terminaron colgando en la oscuridad para agarrar al peliblanco.
-¡P-Pesan mucho! – se quejó la menor, apoyando su mano derecha en el borde del piso, al mismo tiempo que se esforzaba por subirlos.
-¡Perdón, me equivoqué! – gritó Allen, sonriendo avergonzado.
-¡Maldito Moyashi...! – bramó Kanda, con una vena punzante en la cabeza y cara de pocos amigos.
-Soy Allen.
-¡Si te vas a caer, hazlo tú solo!
-¡N-No respiro! – advirtió Lavi, encontrándose de cabeza y con medio abrigo saliendo de su cuerpo, gracias a que el espadachín se sostenía de su cuello.
Gritando y adoptando su forma de demonio de Shizen, la joven de cabello violeta los jaló de un solo movimiento, devolviéndolos al piso de la calle. El primero en caer fue Allen, expulsando caminos de sangre cuando Kanda y Lavi se le encimaron con brusquedad.
-Si ya terminaron de hacer sus tonterías... - dijo Cross, antes de señalar a la guardiana. - ¡Megumi, es tu turno!
La mencionada parpadeó aturdida.
-¡Como Allen ya no tiene acceso al piano, tu canto puede llevarnos de vuelta a la orden oscura!
Sus mejillas enrojecieron, volteando hacia los rostros de sus compañeros.
-P-Pero...
-¡No te avergüences y hazlo! – la regañó el cazador, haciéndola saltar. - ¡Komui y los demás están en peligro! ¡¿Acaso no quieres salvarlos?!
-¡N-N-No me presione, y-ya voy, viejo sinvergüenza!
InuYasha y Kagome la vieron con dos gotitas de sudor bajando por sus cabezas.
Megumi, haciendo a un lado su ceño fruncido, respiró. Cerró los ojos y juntó con fuerza sus manos, entrelazando sus dedos.
-Debes desearlo como si tu vida dependiera de ello. – agregó el pelirrojo, sacando otro cigarrillo.
María apareció repentinamente detrás de él, sacándole un buen susto a Umiko, por pensar que se trataba de un espíritu atrapado en el arca.
Megumi volvió a respirar, recordando cada pedazo de la partitura mostrada por Timcanpy.
-La-LA-La-La...
Abrió los ojos, sorprendiéndose por el recuerdo que apareció ante su presencia. Ella, siendo una pequeña niña de 6 años, sostenía un papel, intentando cantar. Estaba en la antigua casa de su padre.
-¿Quieres impresionar a Neah? – la cuestionó Mana, llegando repentinamente y haciéndola voltear.
-No puedo tocar el piano, así que esto es lo único que puedo hacer. – respondió con sinceridad.
Mana se rio al ver su adorable puchero. Tomó su cabeza, revolviendo sus cabellos, y se agachó a su altura.
-Yo puedo ayudarte si así lo prefieres. – le sugirió, sonriendo.
La niña lo miró con desconfianza. En respuesta, Mana comenzó a cantar, demostrándole lo contrario y haciendo brillar de más sus grandes ojos castaños.
-Vamos, inténtalo. – le pidió.
Megumi se aclaró la garganta, cerró los ojos e imitó la letra que recién había cantado el hombre. Al conseguirlo, este la felicitó, revolviéndole más sus cabellos castaños y haciéndola sonreír.
-Si tú destino no hubiera cambiado, habrías sido una magnifica cantante.
Aseguró Mana, apareciendo a la derecha de la guardiana. Su inalterable perfil, acompañado por un elegante traje negro y su largo cabello oscuro y rizado, recogido, le transmitieron inquietud.
-Vivirías con tu hermana menor en un lujoso departamento, hasta que ambas encontraran el amor. Quizás con alguien relacionado a las artes. O con algún doctor.
-No lo creo. – aseguró, contemplando el recuerdo de su infancia con nostalgia y dolor. - Mi destino siempre ha sido luchar.
-Piensas así por la existencia del Conde del milenio y los Akuma. – aseguró el hermano menor de su padre. - Pero, ¿Cómo sería el mundo si ellos desaparecieran?
-No sería cantante, eso es seguro. – respondió con una risa.
-Mira hacia allá.
Mana volteó a su izquierda. Megumi lo imitó, encontrándose con un escenario diferente.
Su talento era alabado por millones de extraños que habían viajado desde muy lejos solo para escucharla. Los aplausos y las sonrisas alimentaban su corazón de gozo, mientras cargaba en sus brazos un ramo de rosas, usando un elegante vestido azul oscuro. Su sonrisa era enorme.
Y en primera fila, Susan la animaba más que nadie, orgullosa de su logro.
-Ahora es una vida imposible. – dijo seriamente. - Pero, hubo un momento en el que Neah dudó si realmente debía darte sus responsabilidades. Porque, de no ser así, solo hubieras sido hospitalizada. No habrías vuelto a la orden oscura. Susan tampoco hubiera tenido un propósito para unirse, ni habría conocido a ese chico llamado Alan.
-Pero... - apretando los puños, Megumi agachó la cabeza y lloró amargamente. – La herencia de los guardianes dimensionales se habría perdido para siempre. Y eso es algo que no puede permitirse... por el bien de todos.
Mana la reconfortó, poniendo su brazo izquierdo sobre sus hombros.
-Tu voz es hermosa. - le susurró. - Pero si está llena con el dolor del arrepentimiento y el pasado, no podrá transmitir tu deseo real.
-Mi deseo real. – pensó, con la silueta de Mana desvaneciéndose a su lado. - De todas formas, ¿Qué significa ser guardiana dimensional? ¿Qué significa ser un Noé? ¿Qué significa...? ¿...dar la vida por los demás?
-¡Amor!
La voz de una niña llamó su atención, haciéndola voltear hacia atrás.
-¡Neah te lo dijo, ¿Recuerdas?! – agregó su pequeña yo de 6 años. - ¡Colmillo sangriento es la espada que representa al amor! ¡Pudiste usarla porque eres alguien que da y ha recibido amor!
-¿Y qué significa el amor? – cuestionó confundida.
-Es un sentimiento maravilloso que pueden tener los humanos y los demonios. – agregó otra voz, haciéndola voltear hacia su derecha.
Su hermana Susan la miraba con una sonrisa.
-Neah y Mana, a pesar de ir contra las reglas del clan Noé, lo usaron para protegerlos a ti y a Allen. Y el Conde... aunque se ha esforzado por muchos años en obtenerlo, la única forma en la que lo puede aprovechar, es convirtiendo a todos los que lo sienten en máquinas para matar. Su envidia ha provocado que desee la aniquilación de la humanidad.
-¡Por eso existe la guardiana dimensional! – exclamó su pequeña yo. - ¡Para salvar la vida de quienes sienten amor y anteponerse a quienes quieren corromperlo!
-Neah... Mana... - musitó Megumi, atónita.
FFFFF
-¿Por qué dos miembros del clan Noé, traicionarían al Conde del milenio?
-Amor.
FFFFF
-Ya lo entiendo... - sus ojos dejaron escapar un par de lágrimas, al mismo tiempo que una gran sonrisa se dibujaba en su rostro. - ¡Por fin lo entiendo!
-No sueltes este sentimiento. – le pidió su hermana, parándose a su lado derecho y sosteniéndola de los hombros. - De ahora en adelante, úsalo para perdonarte. Para proteger. Para seguir caminando.
-"El pequeño niño, en un sueño sumergido está". – la joven comenzó a cantar, invocando bajo sus pies un sello blanco que sorprendió a los presentes. - "Entre la luz y grises cenizas de dolor". "Uno, dos..." "...tantos rostros".
De pronto, la puerta de una casa se abrió, seguida por el sonido de una explosión. Atónitos, Umiko y Lavi se asomaron por la orilla.
-¡Llegamos! – anunció el pelirrojo.
En el piso de aquella habitación, se mostraba como los Akuma de varios niveles bombardeaban la orden oscura.
-A un lado. – ordenó Kanda, parándose entre ellos y dando un salto.
Ambos quedaron sorprendidos al verlo traspasar el piso, como si se tratase de un fantasma. Sesshomaru fue el siguiente en caer, sacando en su trayecto a colmillo explosivo.
Animada, Umiko también se lanzó, jalando al pelirrojo, gritando muerto de los nervios. Kagome, tomando la mano de InuYasha, corrió también hacia la habitación y saltó.
Cross chaqueó la lengua.
-María.
La mujer interpretó un himno, invocando un portal. Cuando quedó listo, el cazador se aproximó a Allen. Lo jaló de su uniforme y lo lanzó con fiereza para que lo atravesara, haciéndolo gritar.
Por ello, Megumi abrió de golpe los ojos, asombrándose por la forma en la que su maestro le extendía su mano derecha. Ella, confundida, aceptó su gesto y se marchó con él.
Fin del capítulo.
