Final imaginario del siglo XIX

En estos tiempos, las personas que poseen extraños poderes provenientes de su cuerpo o incluso de misteriosas y poderosas armas, son conocidas como ladrones, escoria de la humanidad que roba hermosas y valiosas obras de arte, estatuas o joyas de diversos museos de todo el mundo, con la esperanza de reunir los 109 trozos de inocencia perdidos.

OOOOO

Road no dejaba de reír con el aprieto en el que había puesto a los ladrones de la orden oscura. Bastaba con el pequeño movimiento de uno de sus dedos para que varios edificios del pueblo blanco explotaran en cadena.

De repente, un escalofrío recorrió su espina dorsal, silenciándola y obligándola a voltear hacia su derecha. Una gran serpiente de fuego se la tragó, quemándola y purificándola con la luz de la inocencia en la que estaba envuelta.

Mientras sus horribles gritos resonaban a lo ancho y largo del cielo azul, las explosiones consiguieron alcanzar al cazador Cross, dando un paso que lo llevó a un oscuro vacío, al igual que a Kanda, encontrándose en su hombro izquierdo.

Al ver aquello, InuYasha tuvo la intención de volver y ayudarlos. No obstante, las grietas en el techo de una casa se encargaron de detenerlo, sorprendiéndolo y haciéndolo caer junto con Kagome, aferrándose asustada a su espalda.

Sesshomaru trató de alcanzarlos con la estola que tenía sobre su hombro derecho, cubriendo la mayor parte de su uniforme. Sin embargo, las explosiones también le jugaron en contra en un último segundo, cayendo y desapareciendo en la oscuridad al igual que los otros.

María; la mujer del largo vestido negro, la segunda arma de Cross Marian, fue la única que pudo permanecer en el espacio, flotando entre el vacío y los restos de escombros que no tardarían en desvanecerse.

PPPPP

Allen y Megumi abrieron los ojos al mismo tiempo. Lo último que recordaban, era haber sido absorbidos por un portal hecho por María.

La rosa de Magdalena.

Encontrándose acostados en el piso, se inclinaron hacia adelante y observaron con curiosidad el sitio donde estaban.
Una habitación completamente blanca, con un sillón elegante de bordes dorados, una ventana... y un piano.

La joven abrió los ojos como platos y se puso de pie, acercándose en silencio al instrumento. Pasando sus temblorosos dedos por encima de las teclas oscuras, un par de lágrimas cayeron de sus ojos.

Era el mismo piano que Neah tenía en su casa. El cual, tocaba para ella mientras Mana preparaba la comida.

-¿Te encuentras bien? - la interrogó Allen, incorporándose y acercándose.

La guardiana se pasó su brazo izquierdo por encima de sus mejillas y sus ojos.

-Si, yo...

-Se acaba el tiempo.

De pronto, escucharon una voz.
Buscando al dueño, dieron con dos siluetas que se tomaban de las manos, en los cristales de las ventanas.

Una era de color negro y la otra de color blanco.

Mirándolas más de cerca, notaron que eran la manifestación de los payasos coronados, como espíritus que vivían en ese lugar.

Los restos de la magia de los antiguos líderes del clan Noé. Neah y Mana Walker.

-El arca dejará de existir en este mundo. - aseguró la silueta blanca, sorprendiéndolos.

-La única forma de impedirlo, es usando el permiso. - dijo la silueta negra.

-¿"Permiso"? - cuestionó Allen.

-El pianista y el cantante.

-Al unirse, interpretan la melodía que controla el arca.

Levantando sus brazos libres, señalaron el piano.

Volviendo la vista, Megumi recordó una vez más el cálido ambiente de su infancia. Neah tocando el piano. Ella riendo, sentada junto a él en el banquillo. Mana, llevando una sartén en su mano derecha, cantando a modo de broma.

Devolvió sus ojos castaños hacia las siluetas en la ventana.

-El pianista era Neah. - pensó. - Y el cantante...

Tragó saliva. Tomó a Allen de los hombros y lo sentó en el banquillo del piano.

-¿M-Megumi? - la llamó confundido.

-Tú tienes los poderes de mi padre. - comentó, tomando un momento su mano izquierda. - Tú puedes tocar este piano, Allen. - sonriendo con seguridad, llevó sus dedos hacia las teclas.

-Pero... - musitó, llamando su atención. - ...nunca he tocado el piano en mi vida. - dijo con tono sombrío.

Ella lo vio con una gotita de sudor bajando por su cabeza.

-Ahora que lo pienso... - cerró los ojos, teniendo un tic nervioso en su ceja izquierda. - ...tampoco he cantado en mi vida. ¡Ni siquiera en la ducha!

De pronto, el muchacho comenzó a reír, con su cuerpo retorciéndose de un lado a otro. Un segundo después, Timcanpy salió de su gabardina negra con detalles plateados, dando un par de vueltas en el aire, antes de ponerse encima del piano y abrir su boca. La proyección holográfica que les mostró los dejó sin habla.

-La partitura. - dijo la silueta blanca, llamando la atención de la guardiana.

-Solo los herederos con el permiso pueden tocarla. - agregó la silueta negra.

-¿Por qué? - cuestionó Allen, tocando la proyección con su mano izquierda.

-Los líderes del clan Noé se han ido. - dijo la silueta negra.

-Sus herederos son los únicos que pueden leer la partitura. - agregó la blanca.

-¡No me refiero a eso! - gritó el muchacho, poniéndose de pie. - ¡¿Por qué estos símbolos están aquí?! ¡¿Por qué conforman la melodía que controla el arca?!

-El tiempo se acaba. - advirtió la silueta blanca.

-Interpreten la melodía, controlen el arca. - le siguió la silueta negra, empezando a desvanecerse. - O dejarán de existir.

Megumi volteó de vuelta hacia la misteriosa partitura proyectada por Timcanpy. Neah también le había enseñado el significado de esos símbolos (líneas solas y cruzadas), una tarde que se encontraba tocando el piano.

-Papá... - lo llamó en sus pensamientos, poniendo una mano sobre el hombro izquierdo de Allen.

Él, reaccionando, se giró hacia ella, manteniendo su ceño fruncido por la confusión del momento.

-Tal vez... cuando terminemos de tocar la canción, el maestro pueda explicarnos.

El peliblanco la vio atónito, relajando sus facciones.

-María fue quien nos transportó a este cuarto. Además... el maestro también era amigo de Neah y de Mana.

Allen asintió. Y, con sus dedos temblando, posicionó sus manos sobre las teclas, empezando a tocar el instrumento sin ningún esfuerzo.

Megumi lo vio atónita, antes de dirigir sus ojos una última vez a la partitura. Colocarse detrás del joven y juntar sus manos, entrelazando sus dedos.


(Adaptación al español de la canción Tsunaide te ni kiss wo por Marianne).

El pequeño niño en un sueño sumergido está.

Entre la luz y grises cenizas de dolor.

Uno, dos...

...tantos rostros.

Entre todos solo uno es su verdadero yo.

Aún quedan mil sueños para recorrerlos.

Sueña...

...sueña siempre...

Esos ojos plateados temblando entre sueños.

Creando algo irreal en su propio mundo ideal.

Inmerso en la ilusión no quiere despertar.

Sigue ahí...

...ahora yo...

...voy a proteger tu sueño.

Dios Morfeo dale a este niño tu amor.

Mientras le prodigo una bendición.

Dios Morfeo dale a este niño tu amor.

Con un beso el niño...

...despertó.


-¡ESTÚPIDO APRENDIZ!

A diez segundos de haber terminado con la canción, ambos dieron un respingo por un repentino grito de Cross.

-¿D-De dónde vino eso? - interrogó Megumi, temblando nerviosa.

-¡RESPONDE, ESTÚPIDO APRENDIZ! - otro reclamo del pelirrojo los hizo caer con los pies hacia arriba por la impresión.

Timcanpy; dejando de proyectar la partitura, se apartó del piano y voló hacia Allen, señalando el bolsillo derecho de su gabardina.

-¡C-Cierto! - exclamó, revisando su ropa y sacando un arete dorado.

La guardiana se aproximó a él con curiosidad.

-Es un comunicador. El jefe Komui me lo entregó antes de partir.

-¡¿YA TE MORISTE, APRENDIZ ESTÚPIDO Y APESTOSO?! - Cross volvió a gritar de repente.

Megumi gruñó enojada. Ya iba a reclamarle con el tono más desafiante y rebelde que nunca antes le había expresado... cuando, de pronto:

-¡MITARASHI DANGO, RAMEN, BOLAS DE ARROZ, CALDO DE CERDO...!

Una proyección de Lavi, gritando a todo pulmón, apareció en una de las paredes.

-¡Lavi-senpai! - entonces, Umiko se presentó, dejando de correr por la calle al alcanzarlo. - ¡Esos no son modos de hablarle a Allen-senpai!

El aludido volvió a caer de la impresión, haciendo sonreír a la joven de cabello castaño.

-¡Ya verás, Umiko! ¡Vendrá corriendo enseguida!

-¡Pero no es un perro!

-¡MITARASHI DANGO, RAMEN, BOLAS DE ARROZ, CALDO DE CERDO, PATATAS HERVIDAS, ENCHILADAS, TOFU...!

-¡Estamos aquí, Lavi! - exclamó Allen, incorporándose y haciéndole señas a la pantalla. - ¡Lavi! ¡¿No me escuchas?!

Megumi volvió a sonreír, aliviada. La última vez que los había visto, Lavi estaba siendo manipulado y Umiko le aseguró que ella podría encargarse de la situación, dejándola marchar junto con Sesshomaru, para poder ayudar a InuYasha y a los otros.

-¡APRENDIZ ESTÚPIDO, NO ME IGNORES! - reclamó Cross, escuchándose desde el arete dorado que Allen aun sostenía en sus manos.

-¡¿Ahora que se proponen, conejos?!

Mientras tanto, Kanda apareció en la pantalla holográfica, pateando la puerta de un edificio para salir a la calle y caminando malhumorado hacia sus compañeros.

-¡Kanda-san! - lo llamó Umiko, dirigiéndose a él y extendiendo sus brazos.

-¡Oye, no me abraces! - exclamó enojado.

-¡No puedo evitarlo! - se sinceró entre lágrimas. - ¡Estoy muy feliz!

-¡Muchachos!

En eso, InuYasha, Sesshomaru y Kagome salieron de otra calle cercana. Umiko, apartándose de Kanda, corrió hacia su compañera de cabello negro y también la abrazó.

-¿Alguno de ustedes ha visto al gusano y a Megumi?

-¡SOY ALLEN, INUBAKA! - le reclamó el joven, viendo enfurecido la pantalla holográfica.

-¡¿Escucharon eso?! - cuestionó Kagome, igual de atónita que los demás.

-La voz del Moyashi... - aseguró el espadachín.

-¡TÚ TAMBIEN, BAKANDA! - volvió a decir Allen.

Megumi lo vio con una gotita de sudor bajando por su cabeza.

-¡ABRAN UNA PUERTA! - ordenó Cross, haciéndolos saltar de nuevo. - ¡TOCA UNA TECLA DEL PIANO, APRENDIZ ESTÚPIDO!

Dejando caer el arete por accidente y sobándose los oídos, el peliblanco obedeció. Al instante, la nueva puerta fue abierta por una patada de parte de Cross, teniendo la apariencia de una criatura terrorífica. Al verlo, Allen chilló y se escondió detrás de Megumi.

-¡YA TE LLEGÓ LA HORA, MALDITO...!

-¡Allen-senpai! - en eso, Umiko apareció detrás del pelirrojo, haciéndolo a un lado para correr hacia los jóvenes.

Lavi y Kanda le siguieron, acompañados por InuYasha y Kagome. Sesshomaru fue el único del grupo que entró con tranquilidad, dándole un par de palmadas a Cross cuando pasó por su lado derecho.

-¡T-TODO SE HACÍA PEDAZOS, NO HABÍA DONDE CORRER! - gritó Umiko, hecha un mar de lágrimas, aferrándose al torso de Allen. - ¡Y LO PEOR DE TODO, ES QUE LAVI-SENPAI QUEMÓ MI CABELLO!

-Qué cruel eres, Lavi. - dijo InuYasha, poniendo una mueca.

-Conejo estúpido. - agregó Kanda.

-¡Y-Ya me disculpé, no me molesten! - se defendió el pelirrojo.

Kagome vio aquello con una sonrisa nerviosa. En eso, el cazador Cross encendió un cigarrillo, consiguiendo que Allen y Megumi le fruncieran el ceño.

-¿Quién eres exactamente, Cross Marian? - cuestionó la guardiana, ganándose una sonrisa de su parte.

Fin del capítulo.