Así que hemos llegado a lo que será la versión final de la historia, que se asemeja más a lo que fue originalmente. He cambiado esto tantas veces que alguno querrá pegarme un tiro. Pero ahora que por fin he logrado una versión con la que estoy satisfecho, enseguida llegaremos al punto en el que nos encontrábamos con aquella primera versión. ¡Mira que me gusta marear la perdiz! Azufre.

TIENES LO QUE MERECES

Imagina la Hoja desierta. Hoy no hay nadie en las calles, sólo la tormenta. Si mirases fuera, ¿qué es lo que verías, pues? Lo primero, la fina niebla. Luego la lluvia acribillando los charcos que ella misma crea; y las luces de las ventanas encendiéndolos con sus tonos rojos y naranjas. Finalmente lo verías a él. A la única persona tan tonta, o tan desesperada, para aventurarse fuera un día como hoy.

Verías a Naruto Uzumaki. ¿Y quién es él, me preguntarás? En estos momentos, nada más que un adolescente empapado. Míralo correr por la aldea como alma que lleva el diablo. No te diré a dónde se dirige porque ni él mismo lo sabe: tan solo busca a una persona. Y tras recorrerse gran parte de la aldea, sólo se le ocurre un sitio más.

A las afueras de la Hoja hay un parque solitario donde nadie va. Supongamos que esa es la razón por la que Sakura Haruno vino aquí. A fin de cuentas la soledad nos ayuda a pensar, y ella tiene muchas cosas en la cabeza ahora mismo. Pero yo creo que puedo resumirlas en un único pensamiento, que dice algo así: "¿Por qué me abandonaste, Sasuke?"

Es difícil dejar ir a las personas que queremos. Y ella no es más que una chica de trece o catorce años. Por mucho que los shinobis crezcan rápido y las contantes batallas les hagan madurar antes que tú o que yo, nadie le ha enseñado a lidiar con este tipo de sentimientos. De modo que ahora que la vemos llorar, seamos comprensivos. Dejémosle algo de espacio en lo que llega Naruto.

— Pero, ¿qué haces aquí? ¿Eres tonta? ¿Quieres pillar una pulmonía, es eso? Vámonos a casa. Es tarde. Sakura — Naruto está plantado frente a ella— ¿por qué no viniste a verme?

En el parque hay un banco de piedra situado bajo la luz de una farola que no funciona demasiado bien. La bombilla zumba y a veces se apaga por unos segundos. Allí está ella. Y ahora que levanta la vista hacia él, la luz pega de lleno en su cara húmeda e hinchada de llorar. Sus ojos verdes, enrojecidos, destellan lastimosamente, buscando los de Naruto. Y los encuentran.

— Sasuke se ha ido — dice, y su voz suena suave, baja, derrotada— y no pude hacer nada para evitarlo. No se lo llevaron, ¡él se fue con ellos! Naruto, yo...

— Ese idiota. Siempre nos está dando problemas. — Adelante, Naruto, hazte el fuerte. No le dejes ver que te sientes tan mal como ella— No conseguiremos nada mojándonos como ranas. Vámonos de aquí. Busquemos a Kakashi, él sabrá lo que hacer. O si no...

— No está aquí. Se lo han llevado de misión, junto con casi todos los jonin... Fui a pedir ayuda y me dijeron que tardará en llegar. Unas horas. Un día o dos. — Sakura suelta una risotada amarga— ¡Como si Orochimaru fuera a esperar tanto!

— Pues buscaré a otra persona. Somos una aldea de ninjas, maldita sea, ¡a alguien encontraré! Está la vieja Tsunade, ella...

— No nos quieren ayudar, Naruto, ¡métetelo en esa cabeza! Si de verdad quisieran hacer algo habrían enviado a los Anbu, a quien sea. Sasuke es ahora un desertor. Incluso aunque lo trajéramos de vuelta... no sería como antes.

— Entonces iré yo.

¿No te pasa que a veces, cuando eliges hacer algo, inmediatamente sabes que saldrá mal? Es algo así como la intuición humana, como una premonición. Incluso alguien tan denso como Naruto es capaz de predecir alguna que otra catástrofe. Si no me crees, tan solo mira dentro de sus pensamientos por un segundo. "Aunque no sé si podré hacerlo", es lo que piensa ahora, "porque no soy tan fuerte como tu Sasuke."

¿No te pasa que a veces, cuando le ofreces algo a alguien, secretamente deseas que lo rechace? A lo mejor es porque somos estúpidos, pero hacemos ese tipo de cosas. Y hasta una persona tan inconsciente como Naruto sabe lo que es meterse en la boca del lobo: una parte de él, quizá oculta, quizá pequeña, espera que ella le diga: ¡no puedo permitir que te pongas en peligro...!

— Tráelo de vuelta — Pero lo que dice es esto. Dos lágrimas se desbordan por el rabillo de sus ojos. Es increíble que incluso luciendo tan miserable le pueda parecer tan hermosa— por favor, Naruto, prométemelo. Tienes que traer a Sasuke a casa. No dejes que se vaya con ese monstruo de Orochimaru... eres el único que puede hacerlo. — Y deja caer la cabeza, baja los hombros... le toma de la mano. Es tan extraño verla suplicar. "Ha tenido que irse Sasuke", piensa Naruto, "para que quieras algo de mí."

Supongo que no siempre hacemos lo que más nos conviene. Naruto, desde luego, no es nuevo en esto.

— Te doy mi palabra, y ya sabes que nunca la retiro — dice—: traeré a Sasuke a casa, aunque me cueste la vida. — Y llama la atención que esa frase no dibuje preocupación, sino más bien alivio, en el rostro de Sakura.

Hay palabras que según las pronuncias parecen sellar algún tipo de destino. A Naruto le solían decir que calladito estaba más guapo. ¿No te has planteado que deberíamos seguir más a menudo los consejos que nos dan? Pero claro, para eso tendríamos que aprender de las cosas que nos pasan. Y eso es mucho pedir para según que gente. Como yo. O como Naruto Uzumaki. Mirémosle de cerca ahora: su cara es un poema. A lo mejor se hace una pequeña idea del jardín en el que se ha metido. Y si él no lo sabe, hay alguien que sí. Afina el oído y a lo mejor la escuchas. Es esa risa que viene de algún lugar en su estómago; esa voz grave, casi gutural, que se ríe del destino del chico.

Y aunque la escena se disuelve en un fondo negro, las carcajadas siguen sonando por unos instantes. Porque a lo mejor nosotros no sabemos qué va a pasar. Pero el Zorro de las Nueve Colas sí lo sabe.