ADVERTENCIA:

La maldad humana no siempre es consecuencia de un acto voluntario de hacer daño, sino también de la inacción, del prejuicio o del miedo. Este fic intenta reflejar eso. Nació un día de agosto, de una insoportable necesidad de catarsis y lo mantuve en las tinieblas de mi mente por meses, pese a sus intentos de escapar y transformarse en palabras. No lo he podido retener por más tiempo. Ya saben a qué atenerse.

Capítulo 1: EL ACUSADO

"El infierno está vacío y todos los demonios están aquí"

LA TEMPESTAD, William Shakespeare

La venganza suele estar disfrazada de justicia.

O a esa conclusión había llegado Hermione a medida que los juicios avanzaban y más aliados de Voldemort recibían condenas que no siempre merecían.

Habían transcurrido tres años desde que Kingsley Shacklebolt asumiera como Ministro de Magia y pusiera esfuerzos en reconstruir lo que cinco años de guerra habían destrozado.

Muchos lo criticaron por postergar los juicios con excusas cada vez menos convincentes. Su evidente deseo de implementar una política de reconciliación llevó a muchos a especular que retrasaba deliberadamente las condenas con la esperanza de evitar que el odio dictara sentencia en lugar de la justicia.

Pero tres años no fueron suficientes, porque el mundo mágico no estaba dispuesto a perdonar.

"Hagan entrar al acusado", retumbó la voz de Jeremías Smooth, envuelto en su túnica color púrpura con hilos de plata. Era alto, delgado, con notorias canas a cada lado de su cabello impecablemente peinado al estilo muggle, que daba cuenta de su origen. Hermione se preguntó si tener hijos de muggles juzgando a Mortífagos, sería otro modo de asegurar la parcialidad del veredicto.

Había otros treinta como él y a medida que examinaba sus rostros iba reconociendo a pocos de ellos. Sus estudios de Medimagia la mantenían lo suficientemente alejada del Ministerio y sus políticas de escarmiento, muy al pesar de Kingsley, quien había intentado manifiestamente convencerla de tomar el cargo que le ofrecían "en reconocimiento a su heroísmo".

El pobre Ministro no tenía cómo saber que había sido precisamente esa frase en su discurso lo que la obligó a rechazar la oferta. No quería un trato especial. No cuando tantos habían perdido la vida en la misma guerra que ella sobrevivió, y jamás tendrían ningún reconocimiento por ello.

Aún así, no tomó a mal el entusiasmo de Ron al ingresar a la academia de Aurores sin siquiera haber terminado Hogwarts o poseer habilidades académicas especiales. Ron siempre había necesitado algo de ayuda, aunque en algún momento su amistad, y luego su enamoramiento, le habían impedido admitirlo. Fue el deterioro progresivo que se produjo en ambas relaciones el que acabó por quitarle la venda de los ojos.

Harry también había ganado un pase directo a la escuela de Aurores, pero a diferencia de Ron, el Elegido sí tenía cualidades excepcionales, que le permitieron prontamente brillar con luz propia. Y a medida que Harry ascendía, su relación con el pelirrojo terminaba por romperse.

Nunca hubo una pelea que lo explicitara, ni tampoco un momento específico. No existía animosidad entre ellos realmente. Sin embargo, el trío se fue transformando progresivamente en dos mejores amigos y Ron Weasley.

Y esa separación fue el motivo por el cual ella, que había intentado mantenerse alejada de aquella "oda al desquite", como Ginny lo llamaba, estuviera ahí, junto a Harry, buscando cumplir una promesa hecha por su amigo a la madre del acusado.

"¿Estás segura de que quieres hacer esto?", oyó a Harry preguntarle en un susurro. Sentado junto a ella y apretando su mano en un gesto que podía interpretarse tanto como agradecimiento como disculpa. En sus ojos verdes se podía advertir su férrea determinación de ir en contra del consejo de todos y tomar la defensa del hombre que sería juzgado ese día. Ron, a pocos metros de ellos y sirviendo como testigo de la parte acusadora, no había podido entender sus motivos. Pero Hermione sí. Y lo admiraba aún más por ello.

"Es lo correcto, Harry", le respondió a fin de que solo él pudiera oírla, sonriendo para recordarle que contaba con ella en su cruzada.

Cuando las puertas se abrieron nuevamente, lo primero que distinguió fue su cabello. Lo llevaba exageradamente corto, al igual que la mayoría de los convictos de Azkaban, pero a diferencia de los demás, le confería un aire peligroso que lo hacía lucir atractivo.

Vestido con su mono naranja, color impuesto por el mismo Ministro en su reforma para la prisión, su piel lucía aún más pálida que antes. No obstante, delineados músculos se advertían por debajo de la tela mientras caminaba y parecía incluso más alto de lo que ella recordaba, como si hubiera crecido durante su encierro.

Éramos sólo niños...

Por un instante, sus ojos grises se posaron en ella y, aunque solo duró unos segundos, Hermione pudo notar en ellos una suerte de sorpresa, cuyo efecto en él no supo interpretar. Sin embargo, esto no impidió que al instante siguiente retomara su postura, con la cabeza hacia atrás, la nariz apuntando al cielo y una sonrisa rígida en los labios, mientras el auror tiraba de las esposas mágicas que contenían sus manos.

Habían transcurrido tres años desde la última vez que Hermione lo había visto. Recordaba la resignada entrega en su expresión, su labio roto y la sangre en su ropa. Habría esperado ver a un hombre consumido, delgado y ojeroso. Pero en lugar de eso, parecía más vivo que nunca, y sus ojos transmitían una rabia infinita.

"Siéntate", ordenó el auror al acusado cuando llegaron al podio, pero Malfoy no movió un solo músculo en respuesta. Se limitó a resoplar y alzar una ceja en dirección al hombre, dando muestra de una soberbia que recordaba de él desde niño, pero que parecía haber acrecentado con el tiempo. "¡Siéntate!", repitió, con el puño apretado sobre la varita, en una expresión contenida. Hermione se preguntó si se contendría tanto en ausencia de un público.

"Oblígame", fue la respuesta del rubio, en una voz grave que no recordaba en él. Era la voz profunda y vibrante de un barítono. El tipo de voz destinado a roles de villano en las películas.

"El acusado deberá tomar asiento o nos veremos obligados a dar por terminada esta sesión", dijo Smooth, con la amenaza clara en su voz. Pero al ver que Malfoy no se movía, agregó, "No querrá perder la oportunidad de que el Elegido hable su defensa, ¿verdad?".

"Si eso me ahorra oír a Potter hablar, parece un incentivo a permanecer de pie", respondió, mordiendo su labio inferior entre los dientes y sonriendo de lado, en una actitud que ella recordaba bien.

"Le recuerdo que es el beso del Dementor lo que arriesga aquí, señor Malfoy".

Hermione sintió a Harry colocarse de pie a su lado, antes de hablar en dirección al rubio.

"Malfoy, por favor", suplicó. Hermione pudo percibir el miedo en la voz de su amigo y se preguntó si sería su necesidad de cumplir la promesa hecha a Narcissa lo que lo obligaba, o una preocupación genuina por evitar una injusticia. Quizás un poco de ambos.

El rubio pareció tener sus propios cuestionamientos, pues tras observarlo fijamente, dejó de sonreír.

"Esto es una pérdida de tiempo", susurró con hastío, antes de tomar asiento. Se acomodó con la espalda erguida, los hombros hacia atrás y la cabeza ligeramente inclinada, en actitud contemplativa. A pesar de los intentos de ella por buscar su mirada, no hubo forma de que él la dirigiera hacia ella.

"Señor Draco Lucius Malfoy, ha sido llamado aquí hoy, pese a que su condena ya estaba resuelta," agregó el hombre, dirigiendo una mirada hastiada a Harry, "porque el señor Harry James Potter ha solicitado presentar atenuantes que al parecer no fueron considerados en su juicio previo. ¿No es así, señor Potter?".

Harry se limitó a asentir.

"Bien. Habiendo dejado eso claro, corresponde recordar los cargos", expuso, en un tono más sombrío, desenrollando un pergamino entre sus manos y ajustando sus anteojos. "Se le acusa de haber tomado la marca como Mortífago en 1996, adhiriendo con ello a formar parte de los seguidores más fieles al Señor Oscuro, y a cumplir con todas las atrocidades que dicho rol traía consigo", Malfoy inclinó la cabeza, pero no por culpa, cómo se podría haber esperado, sino para morderse los labios en una sonrisa contenida, como si aquello le divirtiera. "Se le acusa también por el uso de una imperdonable en repetidas oportunidades sobre la señora Rosmerta Bane; el intento de asesinato de la Señorita Kattie Bell; el intento de envenenamiento del señor Ronald Weasley; y dar acceso a sus compañeros Mortífagos a Azkaban, todo lo que terminó con la muerte de Albus Dumbledore, en 1997...".

"Todo eso ocurrió cuando era menor de edad", gritó Harry de pronto. "No pueden culparlo por..."

"No se preocupe, señor Potter," sonrió el hombre con sarcasmo, "como usted sabe, la lista solo continúa, por lo que le pido algo de paciencia", luego dirigió una mirada socarrona a Malfoy, antes de seguir leyendo. "Se le acusa también de formar parte del Escuadrón de la Muerte, un selecto grupo de Mortífagos, como usted, encargados de secuestrar, torturar y matar a miembros de la Orden para obtener información que les permitiera llegar a ellos. Un grupo que usted llegó a liderar. También se le acusa de participar del secuestro y tortura de Ronald Weasley, quien afortunadamente logró escapar...", un resoplido con mofa atrajo las miradas de todos al acusado, quien parecía especialmente divertido con la mención de Ron. "No así la señorita Hermione Granger, quien fue mantenida en cautiverio a su cargo, entre mayo del dos mil y julio del mismo año, así como también del asesinato de la Auror Nimphadora Tonks, su prima, y el secuestro, casi al finalizar la guerra, de Ronald Weasley, Luna Lovegood, y la misma señorita Granger. Y se le acusa además de usar contra la voluntad de estos el hechizo Obliviate, a fin quitar sus memorias para que no pudieran testificar de las atrocidades sufridas durante su cautiverio", el hombre se quitó las gafas, dejando el pergamino sobre la mesa en el mismo acto. "¿Cómo se declara, señor Malfoy?".

"La última acusación es ridícula", sonrió el rubio con expresión aburrida.

Hermione coincidía con él. De haber querido silenciarlos, una muerte rápida habría sido más adecuada y esperable de parte de alguien a quien querían mostrar como un monstruo. Jeremias Smooth debió pensarlo así también, por el modo en que apretó sus labios para evitar seguir el hilo de esa conversación.

"Señor Potter", siguió tras reponerse, esta vez dirigiéndose a Harry, "¿está consciente de que la condena en este caso ya está decidida, verdad?."

"Muy precipitadamente, en mi opinión", replicó Harry, colocándose de pie y caminando hacia el centro de la sala.

"Pidió una oportunidad de ser oído, y se la estamos dando por respeto a su rol en la guerra. Le sugiero hacer buen uso de ello", advirtió el hombre. Hermione se preguntó si lo que Harry pudiera decir cambiaría en algo el castigo que estaban determinados a aplicar.

Vio a su amigo ajustarse las gafas y peinarse el cabello con la mano, como solía hacer cuando estaba nervioso. Aunque con los años había logrado domar su pelo en un corte ordenado, la costumbre de pasar la mano por él se mantenía, como si aún sintiera los mechones alborotados.

"Como dije antes", comenzó Harry, haciendo una pausa para tomar aire, "nada de lo ocurrido previo a junio del 2017 puede ser considerado en su condena, porque Malfoy era un menor de edad en ese entonces". Sus verdes ojos se clavaron en el inquisidor con una seriedad que contradecía su nerviosismo. Había un dejo de desafío en él, mientras el hombre se sonreía de lado. "Respecto a lo demás, les recuerdo que no participó directamente del aprisionamiento de Ron y Hermione, ni..."

"Pero él lideraba el escuadrón", aclaró Smooth. "Todos sus amigos mortífagos lo han confirmado, por lo que es el responsable de ello".

"No participó directamente en su captura".

"Pero los retuvo, señor Potter. Pudiendo haberlos liberado, él..."

"¿Cómo los podría haber liberado sin que lo castigaran o mataran por ello?", preguntó Harry, como si lo que planteaban le resultara idiota. El hombre también pareció sentirlo así, por el modo en que se cruzó de brazos y alzó la barbilla, en actitud defensiva. "Como decía, no participó directamente de su secuestro, y ninguno de los dos fue torturado directamente por Malfoy".

"Señor Weasley, ¿qué puede decir a ello?", preguntó el hombre, girándose en dirección al pelirrojo, que miraba a Harry en actitud molesta.

"No directamente", respondió Ron de mala gana. "Se limitaba a dar las órdenes para que los otros me golpearan".

"¿Qué demonios creen que hacen?", retumbó la voz de Malfoy en su memoria.

"¡Vamos, Draco!, solo nos divertíamos un poco", había respondido alguien cuyo rostro no lograba recordar, pero sí la frialdad de sus dedos recorriendo su entrepierna y el horror que eso había generado en ella.

Llevaban casi cuatro años escapando de los mortífagos, destruyendo horrocruxes, cuando dos enmascarados dieron con ellos en el Bosque de Dean. Hermione recordaba haber corrido por su vida, y cuando se vio perdida, había lanzado un hechizo a Harry para hacerlo desaparecer de la visión de los demás. También recordaba el grito de Ron a sus espaldas al recibir el primer cruciatus.

Cuando volvieron en sí, estaban maniatados y heridos en un cuarto oscuro, con dos enmascarados riendo a sus expensas. Después de eso, no recordaba nada más que voces o escenas sacadas de contexto. Gritos y toques indeseados. También caricias y un hombro que olía a hogar. Y un labio apretado entre dientes demasiado perfectos que la hacían querer tocarlo. Una risa nerviosa, rizos castaño oscuro y bromas de un rostro que jamás habría esperado, pero al que no lograba dar forma.

"Hermione", le llamó Harry de pronto, trayéndola de regreso de sus recuerdos, para encontrarse con las miradas de todos puestas en ella, como si esperaran su respuesta.

"Señorita Granger," siguió Smooth. "A todos acá nos resultaría muy aclaratorio si usted nos pudiera narrar su versión de los hechos. Esto es... si puede recordar."

El maldito tenía claro que no podía.

"No lo recuerdo". Se limitó a decir.

"¿Y por culpa de quién no lo recuerda?"

"No lo sé. Tampoco recuerdo eso".

"Es un alivio que el señor Weasley sí recuerde cómo encontró a Draco Lucius Malfoy agrediéndola de un modo miserable, luego de haberle borrado la memoria, el día que finalmente lograron escapar".

"Estaba encima tuyo...", Ron le había gritado.

"Eso es lo que Ron dice".

"¿Y usted no cree que fuera así?"

"Creo que fue un momento de mucho estrés, lo que pudo hacer que no interpretara correctamente lo que vio".

"¡Ah! Pero usted no lo recuerda."

"No. No lo recuerdo. Pero estábamos todos sin recuerdos, sin heridas, bien alimentados, y con varitas a mano. Perdón mi incredulidad, pero no me calza que se detuviera a abusar de mí, tras dejarnos a todos adecuadamente armados para defendernos y en libertad de salir donde quisiéramos. Y por lo mismo, no voy a acusar a un hombre por algo que no termina de hacerme sentido y que no recuerdo".

Las palabras salieron agolpadas entre sus labios, impregnadas de rabia y alimentadas por la indignación que le provocaba el escaso sustento de los cargos con los que intentaban condenar a un hombre al beso del Dementor. Parecía más una estrategia para aprovecharse de su fortuna que una verdadera búsqueda de justicia, ya que sus crímenes no eran tan horrendos como los de otros. Por el rabillo del ojo, notó cómo los labios de Malfoy se torcieron en una sonrisa, como si encontrara gracia en su declaración, pero sin dirigirle la mirada directamente. Permanecía con los ojos fijos en el jugueteo que hacían sus pulgares sobre la mesa.

"Señorita Granger," siguió el hombre, haciendo una pausa incómoda antes de continuar. "¿Es cierto o no que usted no había tenido relaciones sexuales previas al momento en que fueron hechos prisioneros por los mortífagos?"

Los ojos de Hermione viajaron por reflejo a Ronald Weasley. Era al único al que había confidenciado su miedo, el único que sabía a ciencia cierta que hasta antes de caer prisionera de los mortífagos, no había habido nadie. Ni siquiera él. Se lo confesó una noche, después de acabada la guerra, en que intentaron retomar su romance jamás declarado, y ella pensó que sería correcto que él supiera que ya no era así, y que no recordaba cómo había ocurrido.

Cuando el pelirrojo salió enfurecido y dejó de hablar con ella por días, comprendió que no habrían más intentos. Que esa confesión había puesto fin a todo. Pero Hermione no se lo tomó a mal. Ronald era temperamental y no lidiaba bien con la culpa. Y siempre había sentido culpa por no poder rescatarla.

Lo que Hermione no esperaba, era sentirse tan traicionada por él como se sentía ahora, mientras Ron torcía los labios y ocultaba sus ojos de ella. ¿Cómo pudiste, Ron?, se preguntó.

"Esa no es una pregunta que Hermione deba responder", intercedió Harry, con los puños apretados y la rabia clara en su rostro. Y en ese gesto de empatía que el pelirrojo no había tenido, ella recordó por qué siempre había querido tanto a Harry Potter.

"El examen practicado en San Mungo tras su rescate," siguió Jeremías, " da cuenta de que la señorita Granger había perdido su... castidad", utilizaba el término con cierta repugnancia, claramente incomodado por el tema, pero sin que ello generara el pudor o la decencia suficiente para detenerse. "Si eso no es una prueba de que fue violada durante su encierro, entonces..."

"No había evidencia de uso de fuerza", intervino Hermione, intentando sobreponerse al duro golpe. Si se iba a tocar el tema, sería en forma objetiva, y no con la interpretación que claramente querían dar a su virginidad perdida.

"¿Cómo?"

"El informe de San Mungo señala que no había nada que indicara uso de fuerza en las semanas previas, por lo que no veo como eso demuestra una violación."

"¿Esta indicando que usted tuvo voluntariamente relaciones sexuales con el acusado?"

"Por todo lo que se, pudo ser cualquiera. No fue el único mortífago ahí", agregó, incapaz de mirar a Malfoy.

"Señorita Granger. Ese hombre borró los recuerdos de usted, y de todos los que podrían habernos dado una pista de lo ocurrido. ¿Por qué cree usted que lo hizo?".

Los ojos de Hermione viajaron a al rubio, quien tenía las manos demasiado quietas, y la mirada perdida sobre la mesa. Mortalmente serio y callado.

"Al igual que usted, no me es posible adivinar sus motivos. Pero yo he recurrido al mismo hechizo, señor Smooth, y por eso sé que no siempre es un acto de maldad", esta vez, sus ojos grises se posaron en ella, fríos, impenetrables. "A veces, solo buscas proteger a otros".

El hombre apretó los labios ante sus palabras, mientras ella intentaba traspasar el muro de piedra que era su mirada.

¿Cuál fue tu motivo, Malfoy?, preguntó mentalmente, sin encontrar una respuesta.

-Fin del Capítulo 1-

Hola a todos! Dejo esta historia por acá, esperando que a alguien le sirva la Catarsis tanto como a mi… Quedo a la espera de sus comentarios y sugerencias.

Y como siempre, infinitas gracias por leerme.

Alex.

Ps: También disponible en AO3 y en Wattpad.