¡Ahí viene Ranma ½!

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Prefacio

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- ¡No! ¡Espera, por favor! ¡No te lo lleves! ¡No te lo lleves! - gritaba desesperada una bella mujer con un pequeño niño en brazos al que retenía con fuerza en un intento de que no se lo arrebataran

El hombre frente a ella se arrodillo a su lado – Mira, Nodoka – el suspiro manteniendo una expresión seria en el rostro – Ranma representara a la escuela Saotome de Estilo Libre

- Eso lo se - respondió la madre del pequeño

Aquel hombre cerro ambas manos en puños y cerro los ojos en un intento de sonar aun mas serio y formal – Para que Ranma se convierta en el gran hombre que esta destinado a ser, el amor de su madre lo distraería de su entrenamiento – enseguida se postro en el suelo ante ella queriendo convencerla - ¡Es por el bien de Ranma!

- … ¿Por el bien de Ranma? - murmuro ella viendo de reojo al niño que aun quería retener en sus brazos

- ¡Te juro! - añadió el hombre frente a ella, buscando verla a los ojos al hacer aquella promesa solemne - ¡Que haré de Ranma el mas hombre de todos los hombres!

Con aquella promesa, la madre de quien en ese entonces era un pequeño niño, permitió que su esposo partiera con el niño en brazos...

Ya a varios kilómetros de distancia y tras varias horas bajo el calor del sol abrasador, el padre del pequeño detuvo sus pasos bajo la sombra de un gran árbol. Aun agotado tras tantas horas de caminar, coloco al niño frente a el – Escuchame bien, Ranma - comenzó a decir buscando mirarlo a los ojos para que lo tomara enserio aun a su corta edad - Para cumplir con la promesa que has hecho a tu madre, tienes que aprender esto: Un gran hombre tiene honor – comenzó a enumerar con ayuda de los dedos de sus manos - Un gran hombre es valiente, un gran hombre es fuerte y orgulloso ¡Pero un guerrero es mas que eso! - añadió entonces cerrando su mano en un puño - ¡Y un guerrero es lo que un día seras! ¡Ahora arriba! ¡Hoy comenzaras oficialmente con tu entrenamiento! - El niño observo interrogante a su padre cuando se puso de pie pero su mirada se torno realmente interesada al verle elevar ambos brazos en escuadra a la altura del rostro, y entrecerró sus ojos azules al verle con los puños cerrados lanzando al aire una patada antes de girarse hacia el - ¡Tu turno!

El pequeño pareció asentir y enseguida imito su postura, lanzando la que seria su primera patada