Naruto se dió cuenta que algo iba mal, no fue su hermosa sonrisa, ni el beso hambriento con el que lo recibió. Nada de eso estaba mal, pero reconoció sus hombros más caídos, el pequeño arrastre de sus pies al caminar.

En pocas semanas, ya había aprendido mucho sobre Hinata. Ella era un libro abierto para él. No dijo nada al respecto, se mantuvo normal, haciendo pequeñas bromas mientras comían. Pero ella estaba distante, como si estuviera perdida en su mundo. La dejó, después de todo, todos tenían, alguna vez, un mal día.

Pero frunció el ceño cuando ella revolvió la camisa y casi no probó bocado.

—¿Pasa algo, cielo?— preguntó suavemente, pero sin mirar su rostro directamente.

Dando la sensación que el no había notado su postura decaída, pero si no preguntaba ella se daría cuenta que estaba pensando mucho en ello. Hinata era inteligente, puede que no fuera una maestra de actuación, pero ella se daba cuenta cuándo él pensaba mucho en algo. Tenía como un sexto sentido, supuso que era algo natural en las mujeres.

Su madre tenía el mismo sexto sentido.

— En realidad..—, murmuró ella. Él se tensó, sólo un poco. A veces, tenía suerte y Hinata siempre le decía el problema directamente —. Mañana debo ir al médico.

Él se detuvo en seco, con el tenedor a medio camino y la miró. Por primera vez, notando bajo su suave maquillaje que parecía un poco más pálida que lo normal. La mano que sostenía su tenedor, temblaba suavemente y eso le hizo fruncir el ceño.

—¿Te sientes mal?— preguntó ahora preocupado.

Hinata dejó los cubiertos y se cubrió el estómago, él había notado que no era la primera vez que lo hacía.

— No. Yo..—, ella sonrió, pero era una para tranquilizarlo. No llegó a sus hermosos ojos grises—. Es una cita programada.

Eso hizo que él alzará una ceja, la observó un rato más, pero ella volvió a tomar los cubiertos y siguió jugando con la comida.

—¿De qué?— le pregunto comiendo la pasta que tenía su tenedor.

Ellos hablaban mucho mientras comían, la conoció mucho gracias a eso. Hinata le había contado cómo había sido su vida antes de casarse con Uchiha. Naruto prefería no saber cómo había sido mientras estuvo con él. Sólo pensar en eso le daban ganas de buscarlo y matarlo. Aunque, sabía dónde estaba Sasuke en ese momento.

Por lo que le habían dicho sus informantes, estaba en la Niebla, intentando convencer a Sakura y su padre para casarse con ella. Pero el viejo Haruno era difícil de convencer.

— Es.. —, ella tragó un poco de saliva y le dió una mirada avergonzada —. Es con mí ginecólogo.

— Oh..

Naruto se sentó derecho, irguiendo su columna y la observó de otra manera. Bueno, eso explicaba porqué estaba tan distante y parecía tocarse el estómago cada 15 minutos. Probablemente, estaba en sus días.

—¿Estás..— preguntó sin terminar la pregunta, pero haciendo ademanes de que algo bajaba en su bajo vientre.

Hinata hizo una mueca, como si eso fuera asqueroso. Naruto sonrió, tenía una madre que lo había educado con libertad, enseñando como se comportaba el cuerpo del hombre y el de la mujer. También tenía una hermana menor que había sido algo machona en su adolescencia. Que la mujer sangrara era algo normal, y Naruto no tenía problemas con eso. Había conocido a mujeres que odiaban que las toquen en esos días, y otras que estaban más excitadas que de costumbre.

Miró con ojos entrecerrados hacia Hinata. Ella parecía del tipo que no querían que la toquen por la manera en que lo observaba en ese momento. Suspiró.

—¿Eso quiere decir que nada de sexo, hoy?— preguntó desanimado.

Ella parecía un poco asombrada por sus palabras y él sonrió.

— Cielo, amo follarte, pero puedo estar un par de días sin sexo si estás en tus días y no quieres—. Ella frunció el ceño y abrió la boca, pero él no la dejó terminar—. Pero si quieres, yo también —, él se mordió el labio mirando hacia sus muslos—. Estarás bien mojada y algo hinchada, sensible..— él siseo de sólo imaginarlo y agitó la cabeza, su sangre comenzaba a correr a su parte baja—. Basta, me estoy poniendo duro..—, se quejó, alejando la mirada de ella y concentrándose en la comida.

Hinata soltó una risita.

— Yo no he hecho nada—, también se quejó —. Tú te pones duro por cualquier cosa.

— Cielo—, suspiró él, con una sonrisa engreída —. Soy un hombre en su mejor edad y tengo una hembra caliente al lado. ¿Qué esperas?

Hinata negó con la cabeza, la sonrisa en su rostro era divertida y estaba algo sonrojada. Él dió otro bocado de pasta, mirando hacia ella y sonriendo con los labios juntos. Su cabeza comenzó a hacer los planes para el otro día. Debería hablar con Asuma, para que la acompañará. También pedirle una mano a Yamato, para que fueran juntos. Desde que intentaron secuestrar a Hinata, por segundo vez, le había dicho a su seguridad que se manejaran en parejas cuando acompañaban a Hinata a cualquier lugar.

Por suerte, ella no salía mucho, y mientras estuviera en el edificio estaba a salvo. Siempre iba al gimnasio a la mañana, después que él salía al "trabajo" y luego volvía a casa. También había desactivado las cámaras del departamento, aunque su seguridad tenía una del pasillo de entrada. No le había importado que sus hombres vieran su vida privada con Sakura, pero Hinata era diferente.

Desde un principio sintió esa vena protectora con ella y sólo, imaginar que un hombre la viera desnuda o vulnerable, así como él la veía cuando la tenía en sus brazos, le hacía sentir un bastardo. No quería que nadie violara la intimidad de Hinata. Entonces las desactivo y las sacó de la casa. Fue una buena decisión, se dijo mirando hacia ella. Gracias a eso, Hinata no oponía resistencia cuando él quería follarla en la sala o en la cocina o en el pasillo o donde fuera.

Cada superficie plana, y no tanto, de su departamento los tuvo a ellos encima, desnudos y disfrutando uno del otro.

Los flashes calientes pasaron por su memoria, haciendo llenar de sangre su miembro siempre listo para ella. Se mojó los labios algo secos, y fijó su mirada en sus pechos. Puede que fueran imaginaciones suya, pero ella parecía un poco más grande allí. No tanto, pero había notado que el sostén que había usado la noche anterior le quedaba algo ajustado, haciendo que la carne desbordara por los bordes.

Entonces, se recordó que ella estaba en sus días y suspiró con depresión, mirando a sus pechos sintiéndose derrotado. La noche anterior ella había estado también algo sensible, tocar sus pezones rosas y chuparlos había hecho que se mojara mucho. Sólo recordarlo le hizo morder su labio inferior..

—¿Podrías dejar de mirar mis tetas?— preguntó Hinata, su voz sonaba algo molesta, pero cuando él la observó notó su rostro sonrojado, probablemente había estado pensado lo mismo que él.

—¿Podría dejar de respirar?— preguntó en cambio—. Amor, es qué..—, Naruto volvió a mirar hacia allí, notando las pequeñas puntas contra la tela—. Me encanta. No puedo decirlo de otra manera—, expresó negando con la cabeza lentamente. Él bajó una mano y acomodó su polla dura por arriba de su pantalón de chantal—. Sólo...—, el agitó una mano, como si espantara una mosca—. No me prestes atención, ¿si? Siempre estoy cachondo cuando estás cerca.

—¿Estás cachondo?— preguntó Hinata con un murmullo.

— Si..—, susurró Naruto con voz grave.

Siempre lo estaba. No sé había confundido cuando le había dicho a Itachi que estaría atrás de ella como perro en celo si la tenía cerca. Cualquier cosa lo ponía duro, si ella se inclinaba, si ella bailaba, si ella se sentaba a su lado. Cualquier cosa. La miró al rostro cuando escuchó el ruido del plato siendo movidos sobre la mesa. Hinata le sonreía, una sonrisa traviesa.

— Puedo ayudarte con eso..—, murmuró mientras se levantaba de la silla.

Naruto retuvo la respiración, moviéndose un poco para alejar la silla de la mesa y ponerse de costado. Hinata se detuvo entre sus piernas y mantuvo su sonrisa mientras se bajaba lentamente, arrodillándose entre sus piernas. Naruto ya tenía la respiración en trabajosos jadeos, su polla agitándose con necesidad, como si supiera que estaba cerca de él. Observó las manos de ella apoyarse en sus muslos y subir lentamente, acariciando por sobre la ropa. Hinata le dió una mirada, por debajo de sus pestañas arqueadas, antes de tomar la cinturilla elástica de su chantal y bajarlo sin preámbulos.

Su polla saltó fuera sin necesidad de otro movimiento y él siseo, tirando la cabeza hacia atrás cuando ella cerró su mano en su tallo. Su lengua fue la siguiente, arremolinandose en su cabeza hinchada y adolorida.

— Oh, si. Cielo. Me encanta..— la alentó con un murmullo apenas audible.

Su mano se cerró en la cabeza de ella cuando Hinata metió en su boca el miembro de Naruto. Él gimió, mordiéndose el labio mientras ella empezaba a chupar lentamente, haciendo un ritmo constante con la mano en su raíz.

— Si, amor.. Que bien lo haces.. Un poco más .. ¡Si! ¡Justo así!..— Él jadeó, cada vez más perdido —. La lengua.. Haz eso que.. ¡Oh joder! Si, mierda. Me encanta, me encanta...

Él ya tenía ambas manos sobre la cabeza de Hinata, pero no la obligaba a tomar más de él. Sólo necesitaba tener sus manos en contacto con ella, para no perderse completamente en ese mundo tan placentero que ella siempre lo sumergia. Sus ojos estaban fijos en su expresión mientras lo chupaba, y sólo verla así, tan feliz mientras le daba placer le hacía apretar los dientes. Los dedos de ella bajaron y rodaron sus bolas pesadas y sintió tensar su trasero, sus muslos apretándose.

— Joder... Quiero follarte, cielo..—, rogó, él no estaba por encima de eso en ese momento.

Por toda respuesta, Hinata hizo eso siempre que lo hacía correrse sin remedio. Apretó su dedo en un punto particularmente sensible atrás de su saco y lo sumergió en su boca hasta que sintió que la cabeza de su polla golpeaba contra la parte trasera de la garganta. Chupó y chupó mientras Naruto apretaba los dientes, con la cabeza hacia atrás, todo su rostro retorcido por intentar contenerse. Hasta las venas de su cuello sobresalian por su esfuerzo, pero de nada sirvió. Se derramó como adolescente en la boca de Hinata, con un grito ronco y casi asfixiado.

Temblando, él se derrumbó sobre la silla, sus manos aún sobre la cabeza de Hinata. Parecía que le había succionado toda la fuerza con esa mamada, porque apenas podía mover las manos para acariciar su rostro con adoración.

Sintió como ella volvía a guardar su polla, ahora relajada, otra vez dentro de su pantalón y sonrió cuando ella se paró al frente de él. Naruto abrió los ojos, mirando al rostro de Hinata sobre el suyo, sin poder ocultar cuánto le gustaba lo que provocaba en él.

—¿Ya te había dicho que de verdad, eres grandiosa?— preguntó mientras estiraba los brazos y la abrazaba por la cintura.

Hinata soltó una risita.

— No lo has hecho hoy—, dijo ella pasando las manos por su pelo.

Naruto cerró los ojos, disfrutando del mimo.

— Mí error, cielo. Eres realmente perfecta.

Él mantuvo cerrados los párpados, por eso no vió como los ojos de Hinata se oscurecieron con tristeza.

Continuará...