C. 24 Nuevos comienzos

Como cada mañana Draco sale a la calle, pero ese día es especial. Es su primer día en el nuevo trabajo.

El tiempo va mejorando con la incipiente llegada de la primavera, pero de madrugada aún hace frío. Se encoge dentro de su túnica y se aparece directamente frente al Ministerio. Desde ahí observa las imponentes puertas que siempre le han recibido con acritud y desprecio, y sonríe.

"¿Al final quién gana?"

Entra por ellas y una vez más se enfrenta a las miradas de incomodidad de la gente que se cruza con él. Pero esta vez no baja la cabeza. Es un miembro por derecho propio del Ministerio. Un trabajador más. Solo queda el trámite de pasar por el despacho de Weasley una vez más para recoger su pase.

Se siente bien caminar por esos pasillos con la cabeza en alto.

Cuando llega a la puerta de personal llama con los nudillos y entra. La cara de Weasley cuando le ve es un poema. De primeras ni siquiera le salen las palabras.

Siempre tan torpe.

"Buenos días, vengo a recoger mi pase."

"¿Tu qué?" Pregunta Weasley mirándole con cara de no entender nada.

Ah, ¿que no lo sabe?

"Si, el pase que me acredita como personal laboral del Ministerio. Para el departamento de misterios, no el de limpieza." Aclara con una sonrisa triunfal.

"¿Cómo que…? No puede ser."

Weasley se levanta y sale de su despacho.

Draco mira el desorden a su alrededor. Que alguien así lleve el departamento de personal sigue siendo un misterio que espera no tener que resolver.

"¿Se puede saber a quién has hechizado para conseguir el puesto?" Pregunta Ron cuando regresa.

"¿Yo? ¿Eso no debería eso estar en conocimiento del jefe de personal? Digo yo" dice levantando las manos con inocencia.

Weasley está colorado. Extiende la mano y le entrega el colgante mágico acreditativo. Pero cuando lo va a coger Weasley no lo suelta y se acerca a él.

"Ten mucho cuidado, Malfoy. Un paso en falso y estarás fuera de aquí el primero." Amenaza el pelirrojo.

"Uuuh, qué miedo."

Da un tirón a la cadena y se lleva el colgante. A continuación sale del despacho y se dirige al baño más cercano.

¿Qué demonios le pasa a Weasel? Es pesado hasta decir basta.

Ahí se da cuenta de que no tiene ni idea de dónde tiene que ir ni cómo. Supone que tendrá que ir al departamento en cuestión pero…

"¡Draco!" Grita una voz aguda. Y Astoria se lanza a sus brazos. "¿Qué haces aquí?" Le pregunta, pero rápidamente se fija en su colgante. "¿¡Trabajas aquí?!" Sigue gritando mientras le abraza.

No puede decir que no le haga sentir bien que al menos alguien se alegre de verle. Además, huele tan bien.

No ha tenido contacto físico con nadie desde su intento fallido de seducción hace varios días. Ha evitado a Potter desde entonces y tener ahora un cuerpo delicado y suave contra el suyo le hace reaccionar inevitablemente.

Su instinto le dice que ahora mismo podría besar a Astoria y ella no se apartaría. Pero debe ser paciente.

"As, tengo que ir al departamento de misterios pero no recuerdo cómo se llega. ¿Me acompañas?"

La chica no se lo piensa, le agarra del brazo tras comprobar que nadie les ve. Ya en el ascensor le asalta. Se coloca frente a él y le pasa los brazos por el cuello.

"¿Has pensado en mi propuesta?" pregunta pestañeando de forma algo exagerada.

No va a confesar que le encanta tenerla ahí, suplicando.

"Si, lo he pensado y no voy a poder aceptarla de momento. Peeeero, somos compañeros de trabajo, podemos vernos a diario y salir a comer de vez en cuando, ¿te parece bien?" Le ofrece con amabilidad y un guiño.

Ella le responde con un puchero de niña pequeña y Draco se siente raro. Hace una semana el de los pucheros era él.

"Bueno, de momento me vale." Acepta.

Le planta un beso rápido en la mejilla justo cuando las puertas se están abriendo. Después le empuja fuera del ascensor y pulsa el botón de vuelta.

"Ya conseguiré que aceptes."

Draco observa el ascensor alejarse de nuevo con una sonrisa disimulada.

Esta nueva etapa va a resultar muy dura.