Hola mis preciosuras

Ranma 1/2 y sus personajes no me pertenecen, son absoluta propiedad de la extraordinaria y cruel Rumiko Takahashi.

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En esta vida y en las siguientes

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Capítulo 13

"Etéreo"

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Retrocedió de manera involuntaria al escuchar sus palabras. Era consciente que esa acción lo hacía lucir más culpable. Por el momento, no sabía qué responder y trató de bajar la mirada.

— ¿Por qué no me respondes? — cuestionó acercándose —. Lamento si te estoy presionando, pero simplemente no puedo dejar de pensar en eso, desde el momento que te vi, yo... — comenzó a sollozar —. Me recuerdas tanto a él, solo al verte creo ver a mi hijo en tí. Tus gestos, la manera cómo caminas y todo, es igual. Tal vez, me esté equivocando — lo miró nuevamente —. Pero por favor, ¿Dime si me equivoco? Necesito saberlo, no puedo vivir con esta duda.

No podía solo quedarse viendo a su mamá llorar frente a él. En sus planes no estaba ocultar quien era, solo no sabía cómo decirlo, si alguien le contara una historia como la suya, también dudaría bastante y en un principio tampoco lo creería. Pero ahí estaba su madre, lo había reconocido y eso lo hacía muy feliz.

Se acercó a ella y limpió sus lágrimas. Para luego abrazarla e intentar que se tranquilice un poco.

— No tienes por qué llorar, mamá — ella subió su mirada —. Soy yo, he vuelto a casa — terminó de decir y ella se abrazó con fuerza a él, llorando desconsoladamente.

— Mi Ranma — dijo sin dejarlo de abrazar.

— Si, mamá. ¿Qué tal si entramos a casa? — intentó convencerla, tenían mucho de qué hablar.

Ella parecía negarse a separarse de él, así que cuando ingresaron a la casa, él comenzó a contarle como había sucedido todo, quiso resumirlo lo suficiente para que ella se hiciera a la idea. También recibió una fuerte reprimenda, donde su mamá lo acusó de que debería haberle contado todo, hace mucho tiempo y dentro de su molestia, vio aparecer de la nada la infaltable katana de su madre y se vio obligado a usar el tigre caído, pidiendo piedad y tratando de apaciguar su enojo.

— ¿Y por qué aún no se lo dices a Akane? — Dejó la katana en su sitio y volvió a sentarse junto a su hijo.

— No se ha dado la oportunidad, pensé que ella se daría cuenta por si sola — se excusó encogiéndose de hombros

— Conoces a mi niña. Ella es algo distraída. Debes ser directo, hijo. Así no se comporta un hombre.

Ranma resopló.

Su madre tenía razón, era lo que debió hacer desde el principio. Pero no lo hizo, en el fondo había algo que se lo impedía y aún no sabía el por qué.

— Lo haré pronto, lo prometo — aseguró y su madre volvió a abrazarlo.

— Ranma — llamó —. No vuelvas a alejarte de mí, me has hecho tanta falta cariño.

— No lo haré, mamá. Es una promesa, no debes estar triste — entre lágrimas la vió sonreír —. Lamento mucho, haber tardado tanto.

A él también le estaban ardiendo los ojos, estaba demasiado feliz y emocionado, por reencontrarse con su madre. El tiempo le parecía insignificante comparado a lo que estaba viviendo en ese momento.

— Me parece increíble todo lo que hiciste en estos años, me debes presentar a tus amigos — mencionó prendiendo la estufa.

— Tenía motivos, pronto los conocerás son bastante raros — se vio transportado a los recuerdos de años atrás, viendo a su mamá prepararle de comer, tal y como cuando vivían todos juntos.

— Tu papá llegará pronto — comentó volteándose —. Debes contarle todo, él ha cambiado mucho y perderte lo afectó demasiado. Sufre mucho, hijo.

— Está bien. ¿Cómo crees que lo tome? — preguntó imaginando que por la actitud de su padre, tendría alguna discusión como en el pasado.

— Estará feliz, es tu padre. Se que ambos tenían una extraña manera de demostrarse su afecto, pero él te ama.

— Espero que sea así — no le terminaba de convencer eso que decían todos. Después de todo era su padre, quien no dudó en hacerle pasar tantas cosas en el pasado. No lo odiaba, pero le parecía raro ese supuesto cambio.

Cómo si lo llamara con el pensamiento, pudo percibirlo llegar a la casa y fijó su mirada en la entrada. Genma Saotome su padre, los años no habían pasado en vano, su apariencia era muy diferente y las arrugas habían mermado su rostro, su cara era tan seria e inexpresiva como siempre. Llegó y se sentó sin decir nada.

— ¿Aún tarda la comida? — preguntó a su mujer.

— Un poco, no seas maleducado y saluda a nuestro invitado — regañó al ver su mala actitud.

Este solo movió la cabeza en un gesto de saludo para luego cruzarse de brazos.

No veo que haya cambiado mucho.

Miró de reojo a su padre, que parecía hasta malhumorado a su lado.

— ¿No deberías decirle algo? — consultó a su hijo mientras servía la comida.

— Estoy pensando — respondió y notó como su padre lo miraba extrañado.

Cuando su madre terminó de servirles, comenzaron a comer en silencio. Pero como siempre el tragón de su padre devoraba todo, eso le hizo enojar sin darse cuenta comenzaron a pelearse por la comida, teniendo una disputa reñida con sus palillos.

— Eso es mío, anciano — comentó enojado, no estaba dispuesto a soltar ese trozo de carne.

— Es mi casa, muchacho mal educado. Suéltalo — advirtió intentando arrebatarle la comida.

Ambos aumentaron la velocidad de sus movimientos, Ranma sonrió complacido cuando pudo arrebatarle la comida y la metió en su boca rápidamente sin darle opción a quitársela.

— Demasiado lento, viejo — se burló soltando una carcajada.

— Ya te enteras quien soy.

Comenzó a atacarlo y ambos se empujaban con sus manos. Genma intentaba golpearlo y Ranma esquivaba sus golpes.

— Te volviste lento, viejo. Mejor date por vencido — sonrió de lado.

— Ya verás, Ranma — dijo corriendo en su dirección. Luego se detuvo de golpe pensando lo que había dicho —. ¿Ranma? — preguntó mirándolo con los ojos muy abiertos.

— Hola, papá.

— ¿En verdad eres tú? — interrogó caminando despacio hacia él.

Cuando lo vio asentir se dejó caer de rodillas y bajó la cabeza.

— Oye — lo llamó —. ¿Estás bien? — dijo acercándose.

Cuando su papá levantó el rostro para verlo, nunca se había esperado ver a Genma Saotome llorar de esa forma y tener una imagen tan devastada como la que observó en ese momento. Se le hizo un fuerte nudo en la garganta y más cuando se levantó abrazándolo en el acto.

— Mi muchacho...mi hijo — murmuró con la voz entrecortada —. Estás vivo — lo abrazó mucho más fuerte sin dejar de llorar.

Sus brazos colgaban a los lados, no recordaba si alguna vez había abrazado a su padre, cuando era un niño es posible que si lo hiciera. Pero luego de eso, no recordaba ninguna vez, ¿Cómo debía reaccionar? el hombre frente a él, su padre, nunca había mostrado alguna especie de afecto, pero en ese instante se encontraba devastado emocionalmente. Después de todo, era verdad que un padre siempre amaba a sus hijos y él entendía eso. Devolvió el abrazo y notó la felicidad que desbordaba su padre. No podía mentirse a sí mismo, también lo extraño mucho y sintió que de a poco su vida comenzaba a volverse, esa vida que antes perdió.

— Sabía que un hijo mío, no moriría tan fácil. Cariño, sírvele más a nuestro hijo — decía riendo sonoramente y dándole palmadas en la espalda.

— Ni yo me lo creía, no puedo quejarme del todo, pero si hubiera preferido tener algunos años más, hubiera sido menos complicado — aclaró terminando su té.

— Si te queda perfecto muchacho, sigues siendo un niño malcriado.

— No comiences, viejo — dijo tirándole un poco de agua.

Su padre convertido en panda sacó un cartel diciéndole "Muchacho del demonio".

— Tú comenzaste. Hasta en tu forma maldita envejeciste — comentó viendo a su padre como un panda que se visualizaba de avanzada edad.

— Crees que luego de 18 años seguiría siendo igual — respondió cuando pudo volver a la normalidad.

— Pero si tú mala actitud, papá. Mejor vayamos a entrenar un rato.

Entrenaron, se molestaron y rieron como en los viejos tiempos, algo que en el pasado se le hacía muy normal, ahora entendía que hasta lo normal, es un buen recuerdo. Sus padres no le permitieron irse, se encontraba mirando el techo de su antigua habitación, no fue mucho el tiempo que vivieron ahí juntos, pero él recordaba algunos detalles, había arreglado algunas cosas, no tenía la misma apariencia. Nada de eso importaba, lo único importante es que se había reunido con sus padres nuevamente. Su celular vibró y al ver de quién era el mensaje sonrió, Akane le había escrito para decirle, que no llegara tarde mañana, tendría que madrugar, para ir a su otra casa y buscar ropa para cambiarse.

— Ranma Saotome.

Estaba por quedarse dormido. Pero escuchó como lo llamaban, pero esa voz no le resultaba conocida. Se levantó mirando a su alrededor intentando ver quien era el que lo llamaba. No había nadie cerca y él estaba seguro de eso, tal vez solo se lo imaginó. Prefirió no prestar atención a eso, fue una especie de alucinación por su estado de somnolencia se dijo a sí mismo. Se acostó nuevamente dispuesto a dormirse.

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Lo examinaba con cuidado, viendo que estuviera correctamente vestido y se acercó a acomodarle la chaqueta. Cuando estuvo convencido asintió en aprobación.

— ¿Seguro que esto va a funcionar? — preguntó Kai viéndose en el espejo.

— En algún momento debias decírselo igual — aseguró saliendo de la habitación.

Durante la última semana habían convencido a Kai de declararse a la chica que le gustaba y habían planificado la manera como lo haría.

— Ya está todo listo, Joven amo — dijo Roderick entregándole las llaves del auto.

— No sé si pueda hacerlo — comentó dándose la vuelta.

— Claro que puedes, no seas cobarde — Ryota lo agarró de los hombros para girarlo.

— Hombre cobarde, no conquista mujer bonita — mencionó Hideki a lado de ellos.

— Como a ninguno de ustedes le toca declararse, lo dicen con tanta tranquilidad — expresó con cierta molestia.

— Yo si me he declarado — dijo Yuki pensativo y sonriendo. Aunque no lo habían aceptado, pero igual contaba la intención.

— Claro y por eso tienes novia — aseguró con sarcasmo, mirando a su amigo quitar la sonrisa burlona de su cara.

— Nada de peleas, es hora de irnos — Ranma les hizo una señal para que se apuraran.

Habían citado a Meilin en un pequeño parque, dónde tendrían la suficiente privacidad, para que Kai cumpliera su cometido. Y el resto ya dependía de su suerte, esperaba que su hijo tuviera éxito en su declaración. Cuando llegaron al sitio, Kai se sentó sobre una banca a esperarla. Mientras los demás se escondieron cerca.

— Ready — comentó por el interlocutor Roderick, quien estaba en la entrada del parque vestido como guardia impidiendo que las demás personas entraran al sitio, con la excusa que el parque estaba en labores de mantenimiento.

— El águila está descendiendo a tierra — habló ahora Kenji —. Cambio.

— ¿Qué águila? — consultó Ryota.

— No le hagas caso, siempre es así para explicar las cosas. Lo que dice es que Meilin está cerca — explicó mirando al frente —. Kai, ya está cerca. Prepárate — dijo lo suficientemente alto para que lo escuchara.

— ¡Suerte amigo! — gritó Yuki moviendo la mano.

— Ahí viene — señaló Hideki a la chica que caminaba despacio en dirección a su amigo.

Cuando escuchó pasos acercándose giró en esa dirección, sus nervios aumentaron. En los últimos años se habían visto poco, aún eran amigos y si, se había alejado de ella era precisamente por sus sentimientos. No sabía de qué manera lo veía y eso le llenaba de dudas, siempre le sonreía de una manera tan deslumbrante que lo dejaba sin palabras. Creía fervientemente que no existía una mujer más bonita en el mundo, dejando aparte a su mamá, que también era muy bonita, pero no terminaba de contar, porque precisamente era su madre. Y bueno Meilin tenía una presencia tan cautivadora, era simplemente imposible que otra mujer provocara esos sentimientos en él.

— Hola — saludó sentándose junto a él —. Pero qué arreglado estás hoy, me sorprendes Kai.

— Algo... así. ¿Cómo estás Meilin? — le sudaban un poco las manos y su estado de nerviosismo no ayudaba mucho.

— Bastante bien, hace mucho que no nos veíamos. Eres un poco desconsiderado — comentó mientras lo miraba — ¿Pasó algo? — preguntó al verlo desviar la mirada.

— No realmente o bueno puede que sí — quiso explicarse.

— Uh.. hoy actúas raro — afirmó recostándose en la banca y cruzando las piernas.

— ¿Raro? — ella asintió —. Bueno, tal vez un poco.

— ¿Me dirás que te sucede?

Kai suspiró ¿Cómo se supone que le diría algo así? no parecía tan difícil cuando lo practico en la mañana. Pero ahora frente a ella, le aterraba decir esas palabras.

— Pues...

Se quedó callado nuevamente.

— ¿Si? — respondió expectante.

— ¿Cómo están tus padres? — atinó a decir. En definitiva no lograba pensar con claridad.

Ella dejó escapar una carcajada.

— Me invitaste aquí. ¿Para preguntarme sobre mis padres?

— No precisamente, dame un momento — suspiró intentando recobrar un poco la compostura. Se golpeó las mejillas y cerró los ojos. Luego giró su rostro y la miró decidido —. Meilin — pronunció su nombre en un susurro.

— Kai — respondió divertida y alzando una ceja.

— Verás... Yo.

— ¿Tu?

— Si, yo. Bueno...

— Me estás asustando.

— Es difícil — confesó resoplando.

— Todo está bien — apretó su mano dándole ánimos —. Lo que sea puedes decírmelo, somos amigos.

— Yo no quiero ser tu amigo — respondió sin pensar.

Meilin lo miró extrañada.

— ¿Hice algo para molestarte?

— No lo hiciste — era su oportunidad, debía ser valiente y decirle —. Bueno, la verdad es que... — miró al cielo y relajó sus hombros. Apretó los dientes antes de continuar —. Tu me gustas y no como amiga — aclaró. Estaba hecho, no se atrevía a mirarla, pero sentía su penetrante mirada sobre él.

— Mírame, Kai — pidió. Tardó unos segundos en hacer lo que ella le dijo —. ¿Es cierto eso?

— Lo es — se sentía nervioso a más no poder.

Ella bajó la mirada y suspiró. Luego de algunos minutos lo observó nuevamente con mucha tristeza.

— No me gusta tener que decirte esto y menos a tí. Pero lo siento mucho, estoy saliendo con alguien desde hace algunos días, no puedo simplemente dejarlo así de la nada.

Sintió un dolor en el pecho, bueno ahí estaba, su primera decepción amorosa. Todas las pocas esperanzas que tenía, acababan de ser destrozadas en mil pedazos.

— Entiendo — trató de mostrarse fuerte y que ella no notara que le había afectado sus palabras —. Solo quería decirlo y te agradezco que vinieras.

— En verdad lo siento.

— Todo está bien, al menos fuiste muy amable conmigo. Me esperaba un rechazo peor — sonrió de lado. Maldecía su mala suerte, quizás y solo quizás, si se lo hubiera dicho antes ¿Habría tenido alguna posibilidad? al menos eso lo reconfortaría un poco. Volvió a mirarla y ella parecía bastante triste — ¿Sino estuvieras saliendo con alguien me hubieras aceptado?

Pareció pensarlo un poco antes de responder.

— Si, lo hubiera hecho — respondió con sinceridad.

— Eso me alegra un poco, no es del todo malo — sonrió abiertamente —. Gracias, Meilin. Ahora creo que debo irme — comentó antes de despedirse de ella.

Eso debería haberle hecho sentir mejor, pero al contrario le hizo enojarse más consigo. En verdad era demasiado lento, aunque nunca le daría la razón a su hermano. Maldijo caminando a la salida del parque, se sentía terrible y su ánimo estaba por los suelos. Lo que más le enojaba es que tenía su oportunidad y la perdió por dudar tanto, si tan solo se lo hubiera dicho antes.

— ¡Estúpido miedo! ¡Maldita cobardía! — dijo molesto golpeando un poste.

— Tranquilo campeón — mencionó agarrando a su hijo del hombro.

Ryota se puso a su lado también.

— Ella se lo pierde — dijo mirando a su hermano.

— Las mujeres no siempre toman las mejores opciones — aseguró Hideki.

— Luego cuando te venga a buscar, le aplicas la ley del hielo — Yuki le revolvió el cabello.

— Es la primera vez que me tratan bien ¿Acaso están enfermos? — preguntó mirando a sus amigos.

— ¿Qué haremos hoy? — Hideki intentó cambiar de tema.

— Pues lo que soy yo, me voy a emborrachar por primera vez y a celebrar mi primera decepción amorosa.

— Nunca has tomado y también no nos dejarán entrar a esos lugares. Aún nos falta un año para tener la edad necesaria — añadió Ryota.

— No me importa, entraré igual.

— Se volvió loco — Yuki negó con la cabeza, entendía que se sintiera mal su amigo, pero tampoco era para meterse en problemas así.

— No vamos a ir a esos lugares — afirmó deteniendo a su hijo y este le miró desafiante.

— Entiéndeme, Raiden. Esto es lamentable para mí.

— Te entiendo, si lo que quieres es emborracharte, iremos a mi casa. No creo que sea lo más apropiado, pero no estarás en problemas ahí. Todo estará bien — intentó convencerlo. Sabía que su hijo la pasaba mal y conocía de sobra que ese era el primer pensamiento en todo hombre, ahogar sus penas en el trago.

Le había escrito un mensaje a Roderick para que preparara todo, ya habían pensado que algo así podía pasar y por eso tenía ese plan de emergencia. Aunque en el fondo hubiera deseado que todo le saliera mejor a su muchacho, la vida es difícil y el amor mucho más. Tardaron algunos minutos en llegar y cuando tuvo la oportunidad también le escribió a Akane, comentando que Ryota y Kai se quedarían a dormir en su casa. Era su obligación como padre, apoyar a su hijo y acompañarlo en ese momento.

— Es horrible — dijo Ryota mirando con asco esa bebida que acababa de tomar.

— Solo debe encontrarle el gusto, joven Ryota — mencionó Roderick tomando su tercera copa.

— No están acostumbrados por eso tienen esa idea. Al principio me pasó igual, luego uno disfruta de la bebida ocasionalmente, claro — Kenji servía una nueva ronda para todos.

— A mi me gusta esta — mencionó Kai agarrando la botella.

— Es Whisky, no tomes tanto sino acabarás borracho pronto — aseguró Ranma sentado a su lado.

— Es lo que quiero — mencionó riéndose. Se sentía más ligero y más alegre.

De un momento a otro los cuatro adolescentes comenzaron una especie de competencia bebiendo toda clase de bebida alcohólica que se encontraban, todo se había animado más y entre risas, bromas y algunas confesiones. No aguantaron mucho, su inexperiencia y poca tolerancia al alcohol, hicieron que cayeran en completa embriaguez uno a uno.

Agarró a ambos antes de que se terminaran de caer, sus dos hijos eran muy unidos, por más que Ryota siempre fuera más centrado, era incapaz de dejar solo a su hermano y había accedido a eso, simplemente por acompañarlo y lograr que se animara un poco. Había compartido esa experiencia con ambos, no le parecía bien que sus hijos bebieran, igual todos debían tener sus propias experiencias y en esta ocasión la situación lo ameritó.

— No aguantaron nada — comentó Roderick viéndolos.

— Aún son niños, no todos son unos borrachos empedernidos como tú.

— Apenas bebo — se defendió de tal acusación.

— Ajá, pero cuando lo haces no dejas nada — afirmó Kenji.

— Deja de hablar Kenji, mejor veamos quien cae primero — Roderick sonrió — Vamos, joven amo — lo invitó a su pequeña competencia.

— Yo paso, con lo que tomé es suficiente y además debo cuidarlos — señaló a sus hijos.

— Si estamos en casa, no les pasara nada.

— Igual no, sigan en lo suyo.

No sé percató cuando se había quedado dormido, lo último que recordaba era que veía cómo avanzaba la competencia entre Roderick y Kenji, luego ya no recordaba más. Ahora notaba que ambos chicos estaban acostados sobre sus brazos y era incapaz de moverse, sabía que podía despertarlos. Decidió volver a cerrar los ojos, también estaba algo cansado.

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Sintió que algo no andaba bien cuando Raiden le escribió y luego Ryota. Así que prefirió ir a verlo por ella misma, al principio dudó un poco, pero aún así no le terminó de convencer lo que ambos decían. Ingresó a la enorme casa y fue recibida por una chica de servicio, la conocía de la última vez que estuvo ahí. Ella le indicó que todos se encontraban en el lobby, antes de retirarse. Cruzó el amplio pasillo y al llegar la primera imagen que se topó es de algunas personas conocidas tiradas en el piso y otros en los muebles. Vio a Raiden sentado y a su lado estaban sus hijos quienes parecían completamente dormidos sobre cada hombro de él, mientras este los sostenía con sus brazos. Sonrió por tan bonita escena, pero aún no comprendía lo que había pasado, se acercó un poco y movió a Raiden, intentando que se despertara. Él abrió los ojos y ella le hizo un gesto para que no hiciera ruido. Este asintió antes de intentar levantarse, acomodando a ambos chicos en el sofá. La guió hasta el balcón para que pudieran hablar.

— ¿Y por qué están así?

— Están borrachos — comentó bostezando.

— Eso ya lo había notado — añadió —. Lo que me interesa saber es el motivo por el cual mis hijos bebieron.

— No se si deba decírtelo yo.

— Ellos no lo sabrán, así que adelante dime el motivo — aseguró sin dejarle opción a poner alguna excusa.

Ranma frunció el ceño. Se las arreglaba para quitarle sus posibles excusas.

Tardó un poco en responderle.

— Kai se declaró a una chica y no salió nada bien — resumió mirándola. Le encantaban sus expresiones y la manera tan singular que tenía de quitarle el aliento solo con su presencia.

— ¿Meilin?

— ¿Lo sabías? — indagó con sorpresa, no esperaba que ella supiera eso.

— Desde hace mucho, siempre se pone nervioso con ella. Pensé que en algún momento se lo diría, pero ella parecía también interesada en Kai.

— Aún no sabemos todo lo que hablaron, solo que ella no lo aceptó — comentó pensativo. Tal vez había pasado algo más.

— Debe estar demasiado deprimido, mi pobre niño — suspiró con pesadez, por más que le doliera ver a su hijo triste, sabía que en esa situación ella no podía meterse.

— Lo está, solo dale tiempo y estará mejor. Además nosotros lo apoyaremos, ya sabes que soy un gran apoyo — se señaló sonriendo.

— A veces no sé si solo lo dices porque eres un egocéntrico de primera o si lo dices en broma.

— Por ambos motivos, no me gusta verte deprimida tampoco.

Sabía que tenía razón, por más egocéntrico que sonaba en ocasiones. Siempre los cuidaba a ambos y los apoyaba, desde su llegada ellos habían cambiado de buena manera y se lo agradecía mucho. Así que estaba segura que él estaría con ellos en esos momentos. Es como si los tres fueran una familia, siempre andaban de arriba para abajo juntos y a ella le hacía feliz que sus hijos se preocuparan por otras cosas, siempre notó que se negaban hacer lo que hacen los chicos de su edad. Tanto Hideki, como Yuki, siempre habían sido muy apegados a sus hijos, pero no los habían influenciado de ese modo, ahora ambos se preocupaban por mejorar en las artes marciales y hacer cosas que les gustan. La llegada de Raiden cambió todo eso, deseaba agradecerle todo lo que había hecho. Aunque ella también se veía afectada y no del mismo modo por él.

Lo observó muy pendiente de sus acciones, despertaba tantas emociones en ella, lo que en un principio solo fue una buena amistad. Conversaciones sobre todo, sus pláticas eran divertidas, hasta en ocasiones tocaban temas mucho más serios, le sorprendía que para algunos aspectos parecía tan infantil y desinteresado, en otros tan maduro y decidido. Él se ganó su confianza poco a poco, sabía que si lo necesitaba estaría allí, tal vez, exageraba pero lo sentía de esa manera. Su compañía era tan afable, no era algo que podría explicar de manera simple. Se había convertido en alguien importante, pero al mismo tiempo alguien que le llenaba de dudas. Debía mantener la compostura y no dejarse llevar como una adolescente por un fugaz romance, por más que esas palabras se repetían en su cabeza, se encontraba incapaz de terminar, eso que ella jamás debió permitir comenzar.

Esa forma como la miraba, como si ella fuera la mujer más bonita del mundo, le producía ciertos cosquilleos. La manera como pronunciaba su nombre, era una melodía llena de algo, ese algo ya lo había sentido antes. En él hombre que hasta ese entonces había sido su único amor, al hombre que ella aún amaba y estaba segura que lo amaría por toda la vida. Se sentía culpable de tener sentimientos encontrados por otra persona que no fuera él. ¿Acaso Ranma la perdonaría por eso? no lo sabía y eso precisamente era lo que más le atormentaba.

Ranma se quedó totalmente inmóvil, incapaz de pronunciar una palabra. Quizás en ese momento era su yo del pasado quien abrumado por la belleza de ella, estaba en un estado de estupefacción, sus pensamientos habían emprendido un viaje sin retorno. Su cuerpo se movió por sí solo, la agarró de la cintura terminando con la distancia que aún existía entre ellos. Lo que entre ambos surgía era más que atracción, era algo más profundo y mucho más fuerte. Estaba completamente seguro, que estaba predestinado a esa mujer y ella a él.

Sus pensamientos fueron interrumpidos al sentirse cerca de él. Era tan reconfortante su calidez, el compás de su respiración se adaptaba al de ella y sus miradas simplemente se conectaban como si se atrajeran de forma magnética. Sus latidos eran irregulares, en ese momento no existía nada más, solo ellos dos. Cerró un momento sus ojos tratando de salir de ese embrujo del cual se sentía presa, al volverlos abrir, todo era igual y se perdió en la mirada intensa que su acompañante le dedicaba, cada parte de ella le exigía algo y ella estaba apunto de ceder por completo. Toda duda terminaba cuando compartían esa íntima caricia, no podía controlar sus actos, hace mucho que había perdido la razón, se sentía tan envuelta en esas emociones. No tenía razones, era algo sin explicación, solo lo sentía y lo quería de esa manera. Si de algo podrían culparla era de sentir demasiado y de que su mundo se pusiera al revés al besarlo.

— Akane... — gruñó contra su boca.

Si ella quería volverlo loco, lo había logrado. Quizás, el alcohol que tenía en su sangre también era el culpable. Durante mucho tiempo, había logrado controlarse en cierta manera, pero ahora se sentía extasiado. La manera tan exigente y desesperada de ese beso, le descontroló los sentidos por completo. La arrinconó contra la pared tomando el control de la situación sin despegarse de sus labios, ella no parecía querer detenerse y él tampoco lo quería. La levantó levemente sin separarse mientras caminaba en dirección a su habitación, abrió la puerta y la cerró sin perder tiempo. Cuando la puso sobre la cama, fijó su mirada en ella y ambos estaban jadeando, se acercó para besarla nuevamente y ella no se quedaba atrás. Repartió besos por su cuello y ella dejó escapar sonoros suspiros, él ya no tenía su camisa y estaba apunto de quitarle la blusa. Se tomó el tiempo para observarla, repartió caricias con sus dedos y sintió que su piel ardía bajo su toque.

— Detente... — rogó cuando recobró un poco de la razón, pero no parecía dispuesto a detenerse —. ¡Basta! — lo empujó apartándolo.

Se cubrió con sus brazos y luego agarró su blusa. Había estado cerca de cometer una locura, agradecía haber reaccionado a tiempo. Le dió la espalda intentando calmarse, no podía seguir con eso, lo que acabó de suceder se lo dejaba claro. Le dolía mucho, pero debía poner un fin de una vez, ella no era una adolescente para estar en algo así y no era correcto en ningún sentido.

— Akane — llamó intentando acercarse.

— Se acabó, esto no está bien.

— Hablemos.

— Lo estamos haciendo, quiero que intentes entenderme, se que eres demasiado joven para entenderlo — mencionó sin mirarlo.

— Eso no tiene nada que ver — sentía que esto no estaba tomando un buen rumbo y debía decir la verdad ahora. La tomó de los hombros para que lo mirara.

— Tiene todo que ver. Déjame ir, por favor.

Iba a responderle, pero entonces la sintió temblar y comenzó a llorar. Quiso abrazarla pero ella lo apartó nuevamente.

— Debo decirte algo, escúchame — dijo al ver cómo ella estaba dispuesta a irse.

— No hay nada más que decir, Raiden. Te ruego que no vuelvas a acercarte a mí — concluyó mirándolo por última vez antes de salir de la habitación.

Nunca había visto esa tristeza en sus ojos y eso lo dejó sin palabras. Le estaba haciendo daño, por hacer todo como no debía, había causado eso. Sintió una culpa terrible y fue incapaz de detenerla, solo la observó marcharse.

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Se encontraba enojado, había querido hablar con Akane durante los últimos días y ella solamente lo ignoraba. Cada que él iba al dojo ella se iba enseguida, así que le resultaba imposible entablar una plática con ella. Hasta lo había bloqueado, ya eso era demasiado y cuando intentaba llamarla de otro número desconocido, no le respondía tampoco. En la universidad también lo evitaba a toda costa.

— ¿Aún no logras hablar con ella?

Su madre lo miraba con preocupación. Le había contado lo que sucedió entre ellos y le había aconsejado que buscara la manera de contarle todo. Y en verdad lo estaba intentando, pero ella se estaba empeñando en ser esquiva.

— No sabes cómo lo tomará ella igual. Puedes que seas tú, hijo. Pero eres un adolescente a simple vista — aseguró quitando la vista de su periódico.

— Lo sé, papá. Necesito hablar con ella y arreglar esto, luego pensaré en lo demás — suspiró hostigado por la situación.

¿Pero cómo? debía haber alguna manera. Se le habían ocurrido algunas, como llevarla a la fuerza, sabía que eso la enojaría más y no lo escucharía igual.

— ¿Y si la llamo yo? — preguntó Nodoka.

Ranma miró a su madre y pensó en lo que dijo. Claro, Akane no se negaría si ella llamaba, era perfecto.

— ¡Eso es mamá! — gritó emocionado por la idea —. Llámala y citalá en algún lugar, pero no le digas que iré yo. Ella debe pensar que se verá contigo. Así no podrá huir — corrió por el teléfono de su mamá y se lo entregó.

— Bueno aquí voy — comentó antes de marcar el número de su niña.

Ranma y Genma estaban al pendiente de lo que ella hablaba. Cuando ella colgó ambos se acercaron.

— Aceptó, se verán en el centro a las 3:00 pm — sonrió al ver a su hijo feliz.

— Gracias, mamá — la abrazó antes de correr a su cuarto para alistarse.

Antes no pensaba que ropa usar, pero ahora era algo importante y había aprendido la importancia de vestirse para la ocasión. Tenía tiempo para prepararse y pensar bien como se lo explicaría.

— Cariño, te deseo mucha suerte — dijo besándolo en la mejilla.

— Así será. Te quiero mamá — antes si le costaba decir palabras así, no le resultaba nada fácil. Pero crecer con su otra mamá, que era súper cariñosa y sensible. Le enseñó a ser más expresivo y puede que más cariñoso también. En fin, no sentía tanta vergüenza como en el pasado y su manera de pensar en ciertas cosas también era diferente.

— Yo también te quiero Ranma — respondió abrazándolo.

— Ve por todo, muchacho — expresó mientras le palmeaba la espalda en apoyo.

— Tenlo por seguro — sonrió antes de despedirse. Caminó decidido, hoy era el día en el que recuperaría a su esposa.

Condujo despacio, aún tenía tiempo para llegar. Estos últimos días se le habían hecho excesivamente largos, lo único que deseaba era verla en ese momento. Cuando se estacionó, apreció que había mucha gente en ese lugar, hubiera sido mejor verse en otro lado. Pero ya a esa altura, no tenía más opciones, ella tardaría aún en llegar así que se sentó en las escaleras, revisó su teléfono y tenía varios mensajes, luego los revisaría cuando tuviera tiempo. Comenzó a andar por la plaza fijándose en los detalles que habían cambiado en comparación a años atrás, había bastantes cambios, pero seguía siendo el mismo lugar que tantas veces visitó con ella.

Todo cambia, pero en el fondo sigue siendo lo mismo.

Sonrió al verla a lo lejos, entonces notó como no venía sola. Trató de identificar quién era ese tipo que iba con su esposa, se le hacía conocido. Tardó un poco en caer en cuenta que era ese mismo guardabosque de Ryugenzawa, apretó los puños enojado. Que tenía que hacer ese junto a ella, iban conversando alegremente sin notarlo aún. Apretó los dientes haciéndolos rechinar, acabaría con ese tipo, antes lo perdonó, ahora no lo haría. Detuvo su andar cuando algo se le cruzó por la mente ¿Y si Akane estaba en alguna cita con ese hombre? se negaba a aceptar eso, volvió a mirarla hablar tan feliz con ese tal Shinnosuke y sintió su corazón estrujarse. Recordó las palabras de su padre, era cierto aunque él fuera Ranma Saotome, tenía la apariencia de un muchacho. ¿Acaso Akane aceptaría eso? era difícil saberlo. Luego de decirle que todo había acabado entre ellos e ignorarlo tantos días, ahí estaba ella con otro hombre. Se sentía mal, no podía describirlo de otra manera, su enojo no se comparaba a esa sensación que se instauró en él.

Ella miró en su dirección y se percató de su presencia, entonces vio algo que nunca en su vida hubiera querido presenciar. La mujer que amaba se estaba besando con otro. El fuerte dolor que sentía le hizo llevarse la mano al pecho y sintió que el nudo en su garganta se hacía más insoportable, su sangre se heló en el acto, fue como si todo a su alrededor estuviera vacío y él estuviera completamente sólo, en ese momento. No necesitaba ver más eso, se giró y caminó en dirección contraria.

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Mi pregunta es en qué momento se armó ese debate que tienen en los comentarios.

Hay una frase que puede resumir todo. Si todos pensaramos lo mismo, significa que no estamos pensando. Creo que todos tenemos nuestras opiniones sobre las cosas y nuestros puntos de vista por igual. Entiendo que para algunos les saca de onda eso de la edad y a otros no tanto.

En ocasiones es así, nos toca respetar las opiniones de los demás, aunque no pensemos lo mismo. Y se que también les gustaría pegarles con una tabla, me pasa en ocasiones.

Si me pidieran mi opinión y esto es solo lo que yo pienso. No quiere decir que es lo correcto y tampoco le doy la razón a los que piensan diferente. Siento que el asunto de la edad es algo malo para "la sociedad" que solo sabe juzgar y señalar a otros. Es mal visto por ese motivo, un ejemplo claro es que para mí, la sociedad es machista, está bien si un hombre se relaciona con una chica joven. Lo primero que dirán la mayoría es que chévere ese hombre, mira que se consiguió una chica jovencita, también lo van a señalar, pero en si, no está tan mal visto. Caso contrario una mujer que salga con un chico joven, hay doble vara para medir, es más la presión sobre ellas, por el hecho de ser mujer, se exige más razonamiento y juicio en esos asuntos. En resumen, cada quien es libre de enamorarse de quien quiera sin importar la edad, bajo mi opinión.

Vanesa112: En definitiva 17 años es mucho tiempo, se ve que es una historia de amor increíble y verdadera para haber durado tanto.

Agradezco todos los comentarios y tampoco se peleen mucho.

Nos vemos preciosuras.