Capítulo 15. Amor verdadero.
A Yue le sorprendió la llamada de Madoushi pidiéndole que fuera al mismo bar en el que coincidieron la otra noche. Cuando llegó, ella ya estaba en la barra esperando tomando un cóctel de una copa tan elegante como ella. Como siempre, iba elegantemente vestida y maquillada.
–Buenas noches. –saludó Madoushi.
–Buenas noches. Una cerveza, por favor. –pidió Yue mientras se acomodaba.
–Enseguida. –dijo el camarero.
–¿Qué pretendes? –preguntó Yue.
–Sólo quería tomar una copa contigo. –respondió Madoushi.
–Lo siento, pero no me suena nada sincero. –dijo Yue con media sonrisa. –El encuentro del otro día no fue una coincidencia, ¿verdad? Has estado vigilando frente a la casa de Sakura, me viste salir, me seguiste hasta aquí e hiciste ver que nos encontramos de casualidad, ¿me equivoco? El motivo por el que me has llamado hoy es para obtener información de Sakura, ¿cierto? Te echaron del hospital por ella. En resumen: Sakura Kinomoto se ha convertido en tu objetivo.
–Tienes mucha imaginación. –dijo Madoushi riendo. –Lo has hecho sonar como si estuviera planeando un ataque en la oscuridad.
–No tiene gracia. –dijo Yue.
–Lo siento, pero a día de hoy me siento más plena que nunca. –dijo Madoushi. –Tengo un trabajo satisfactorio y vivo en un ático de un rascacielos impresionante. Además, sólo me interesa estar en primer plano. Un ataque en la oscuridad no va conmigo.
Al decir eso, Madoushi acarició su copa, y algo llamó la atención de Yue. En aquel gesto percibió algo que no le cuadraba, pero no sabía bien qué era.
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Cuando Hien le dijo a su mujer que Sakura se marchaba porque no se sentía bien, se dispuso a cubrir la cena que estaba hecha en film transparente para poder aprovechar la comida.
Cuando Shaoran llegó de la bodega y vio que Sakura no estaba, supo de inmediato que era por culpa de su padre.
–¿Por qué has hecho que se marchara? –preguntó Shaoran.
–Rompe con ella. –exigió Hien mientras fumaba un cigarro y sin ocultar que fue él quien la echó.
–¿Por qué? –insistió Shaoran.
–La razón no importa. La enviaré a un hospital de pueblo. –dijo Hien.
–¡¿Se puede saber qué te pasa?! –preguntó Shaoran, que nunca había hablado así a su padre. –¿Es cierto que le has pedido a Meiling que la investigue?¿Qué es lo que no te gusta de ella?¿Por qué no la quieres cerca?
Pero Hien seguía impasible fumándose el cigarro.
–¿Acaso eres tú el que ha hecho algo? –preguntó Shaoran. –¿Es eso?
–Eso es absurdo. –dijo Hien apagando el cigarro en el cenicero.
–Me voy de esta casa. –dijo Shaoran. Amaba a Sakura por encima de todo y la actitud de su padre no le gustaba nada. Por eso, entre Sakura y su padre, elegía a Sakura. Lo sentía mucho por su madre, pero Shaoran estaba harto de tener un padre tan distante y que parecía guardar oscuros secretos.
Tras la discusión con su padre, Shaoran fue corriendo hacia la parada de autobús más cercana con la esperanza de que Sakura aún estuviera allí. Por suerte, estaba sentada esperando el autobús.
–Sakura. –dijo Shaoran llegando hasta ella. Al verlo llegar, Sakura se levantó del banco para estar frente a frente. –Siento la actitud de mi padre.
–No importa. –dijo ella restándole importancia.
–Tiene una idea equivocada de ti. –dijo Shaoran. Después miró el horario de autobuses en la marquesina. –El autobús llegará pronto.
Sakura volvió a sentarse y Shaoran también lo hizo a su lado.
–¿Sabes? Tengo un sueño. Cuando acabe la residencia quiero ser médico en una clínica móvil. –confesó Shaoran.
–¿En una clínica móvil?
–Sí. Es como una ambulancia medicalizada que da servicio a zonas rurales más despobladas y pueblos donde el hospital queda un poco más lejos. –explicó Shaoran.
–Pensé que querrías seguir en el hospital universitario. –dijo Sakura.
–Gracias a Nakuru me di cuenta de que en vez de quedarme en el hospital, quiero practicar un tipo de medicina en la que de verdad pueda conocer a los pacientes. Es el futuro por el que quiero luchar. –dijo Shaoran.
Sakura no podía evitar pensar en lo diferentes que eran Hien y Shaoran, a pesar de que físicamente se parecían.
–¿Qué pasa, Sakura? –preguntó el joven al ver un deje de tristeza en su novia. Entonces se escuchó el móvil de Sakura.
–Disculpa un momento. –dijo Sakura levantándose para hablar con más privacidad. –¿Diga?
–He recuperado el email. Es tal y como decías. –dijo Kaito acabando de imprimir el correo. –Las direcciones de correo, la fecha y el contenido no dejan lugar a dudas. Con esto, ni siquiera el Profesor Li podrá negarlo.
–De acuerdo. Estaré allí mañana. –dijo Sakura.
Shaoran se acercó a ella cuando entendió que había colgado.
–Sakura. Lo siento, estoy sudando como un cerdo, pero porque estoy muy nervioso. Quiero decirte que quiero ser lo suficientemente fuerte como para protegerte. –dijo Shaoran. –En cuanto acabe la residencia me iré de casa. ¿Vendrías conmigo?
–Me decepcionas. –dijo Sakura de repente dándose la vuelta, porque temía que si lo miraba a los ojos no podría decirle lo que le iba a decir. –Pensé que formarías parte de la élite del hospital. ¿Una clínica móvil?¿Conocer a los pacientes? No pensaba que fueras una persona con ideas tan infantiles.
–¿Bromeas, no? –preguntó Shaoran. Sakura se giró haciendo un gran esfuerzo para mirarlo para obtener una mayor credibilidad. –¿Recuerdas lo que me dijiste? Me dijiste que para ti era importante conocer a cada paciente y me animaste a ser un médico con un estilo con el que me sintiera cómodo.
–Te mentí. –dijo Sakura mientras el autobús se paraba junto a ellos. –Sólo me acerqué a ti por ser el hijo del Profesor Li, pero has resultado ser una decepción. Adiós, Shaoran.
Sin decir nada más, Sakura se subió al autobús dejando a Shaoran con el corazón destrozado.
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Cuando Sakura llegó a su apartamento se apoyó en la pared y se dejó caer consciente de que le había hecho daño a la persona que menos se lo merecía en el mundo. Shaoran era la bondad personificada. Incluso estaba dispuesto a abandonar a su familia para perseguir su sueño junto a ella, porque estaba segura de que su estricto padre se opondría. En cierta manera, la bondad de Shaoran le recordaba mucho a la de su propio padre. Pero al saber que al día siguiente dispondría de las pruebas para hacer caer a Hien, no tenía sentido alargar lo que era inevitable. Y para ello tuvo que actuar como una persona horrible y hacerle creer que se había acercado a él por interés, aunque en realidad, era lo más sincero que le había dicho a Shaoran desde que se conocieron, a la par que cruel. Pero no estaba dispuesta a involucrar o utilizar más a Shaoran en su venganza personal.
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–Aquí tienes el correo electrónico impreso. También está en ese cd. –dijo Kaito.
–Muchas gracias. –dijo Sakura, pero cuando fue a cogerlo, Kaito lo apartó.
–Antes de dártelo, quiero preguntarte una cosa. –dijo Kaito. –Me dijiste que oíste hablar de este email por Kaho Mizuki, la enfermera de quirófano, ¿verdad?
–Sí.
–Y que estaba siendo amenazada por el Profesor Li y se mantuvo callada hasta ahora. –continuó Kaito. –Sin embargo, te lo confió a ti. ¿No te resulta extraño?¿Por qué confiaría sólo en ti en algo que no le dijo a nadie?
Sakura no sabía qué responder a eso.
–Bueno, no importa. –reculó Kaito al ver la incomodidad de la joven doctora. –Simplemente acabo de recordar que Fujitaka Kinomoto y Kaho Mizuki eran muy amigos. Por eso pensaba que tú eras una persona especial para Fujitaka y que por eso Kaho te lo confesó.
–¿Una persona especial?
–Familia, por ejemplo. –dijo Kaito. –Si no recuerdo mal, Fujitaka tenía una hija que a día de hoy rondará tu edad.
–No entiendo qué me quieres decir. –dijo Sakura.
–Recuerdo que me dijiste que tenías una amiga a la que adoptaron. ¿Hablabas de ti misma? –preguntó Kaito. –Te adoptaron, descubriste que había una negligencia médica que ocultaron, cambiaste tu nombre y empezaste a trabajar en este hospital. Es fácil de comprobar, pero quiero que me respondas con honestidad, ¿eres Sakura Kinomoto?
–Sí. –dijo Sakura. Kaito era muy perspicaz y ya no tenía sentido ocultarlo más. Tarde o temprano podría verificarlo.
–¿Fuiste tú quien hizo que la Dra. Madoushi y el Dr. Terada dejaran el hospital? –preguntó Kaito.
–No sé de qué me hablas. –mintió Sakura, que no pudo evitar ocultar más su identidad ante él, pero no estaba dispuesta a dar más detalles, especialmente si no podía obtener pruebas de ello, aunque en el fondo sabía que Kaito no se había creído aquella respuesta evasiva.
–Está bien. –dijo Kaito entregándole el email con el cd. –Simplemente espero que seas prudente. Confío en ti, y sé que no harás nada que me decepcione.
Cuando Sakura tuvo en sus manos las pruebas que necesitaba, hizo una reverencia a Kaito y se sintió como si se hubiera quitado un gran peso de encima. Ahora ya sólo faltaba dejar a Hien en evidencia.
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Yue se pasó toda la mañana en la redacción pensando en Madoushi. A pesar de lo que le dijo en el bar, no le dio buena espina. Además, también había algo que no le cuadraba cuando la vio acariciar su copa de manera elegante. Fue entonces cuando se dio cuenta de lo que era. Sus uñas no estaban muy bien pintadas. Había alguna zona fragmentada. ¿Sería posible que alguien tan coqueta, presumida y a la que le preocupaba tanto su imagen como ella, que siempre intentaba estar perfecta, descuidara algo tan importante como su manicura? Por eso decidió investigar llamando a la Clínica Saotome.
–Clínica Saotome, ¿en qué puedo ayudarle? –atendió el telefonista.
–Me gustaría hablar con la Dra. Madoushi. –dijo Yue.
–Esa doctora no trabaja aquí. –dijo el telefonista.
–¿No trabaja allí?
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Madoushi estaba a oscuras en su apartamento. Un apartamento que conoció tiempos mejores. La ropa y restos de recipientes de comida industrial estaban desparramados por toda la casa. Por culpa de Sakura Kinomoto había perdido su trabajo y su estatus, lo que le impedía seguir llevando el nivel de vida que solía llevar y al que estaba acostumbrada. Además, se aseguró de que no olvidara a los Kinomoto. Lo llevaba grabado en su vientre como si fuera un tatuaje, sólo que no lo era. Parecía un grabado hecho por el demonio. Un demonio con instrumental quirúrgico. Pero sería ella quien acabara con ese demonio. Sabía dónde, cuándo y cómo.
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Por fin llegó la esperada noche en la que el Profesor Li recibiría el "Premio anual de la Sociedad de Cirugía" frente a sus compañeros de trabajo y otros colegas del gremio. En la sala del hotel donde se entregaría el premio ya había muchos invitados tomando de sus copas mientras mantenían conversaciones aburridas.
Meiling, vestida elegantemente con un vestido corto beis llegó y dejó su bolso a recaudo de los guardarropas. A su vez, Sakura, con un traje negro de pantalón también llegó a la entrada del salón, donde se encontró a Shaoran vestido con un traje gris y recibiendo a los invitados en representación de su familia. Estaba más guapo de lo habitual, pero se le notaba mucho más decaído y con un semblante muy serio. Sakura estaba segura de que si no fuera una noche dedicada a su padre, ni siquiera habría aparecido por allí.
Al ver a Sakura pararse delante de él, se incomodó y se marchó para evitarla, lo que le pareció de lo más normal. No podía culparlo. Al fin y al cabo, rompió su relación de la manera más ruin y cruel posible, pero necesario para ella. A decir verdad, el motivo real de por qué se acercó a él era todavía más cruel de lo que le dio a entender. ¿Cómo le iba a explicar que era la hija del médico que su padre mató y que por eso se acercó a él? Aquella relación estaría condenada al fracaso y estaba muerta antes de empezar.
Pero ahora no tenía tiempo de pensar en Shaoran, debía buscar la habitación en la que estaba el Profesor Li.
Una vez que dejó su bolso donde llevaba calzado más cómodo para cuando acabara el evento, Meiling vio a Sakura a lo lejos. Tras pensarlo unos segundos, decidió buscar a Shaoran.
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Tras haber descubierto que Madoushi no trabajaba en la Clínica Saotome, Yue decidió ir a su apartamento. Para poder acceder, le dijo que era hermano de Madoushi.
–¿Así que eres hermano de Madoushi? –preguntó el portero ya en la puerta del apartamento.
–Sí. –mintió al portero mientras este abría la puerta.
–Pues me alegro, porque debe hacer algo con esto. –dijo el portero encendiendo la luz. Al entrar, Yue vio el apartamento hecho un desastre. La ropa y la basura estaban por doquier y comenzaba a oler bastante mal. –Es como si hubiera perdido su trabajo y hubiera empezado a llevar una vida desordenada y caótica. Le he pedido varias veces que se mude si no limpia, pero no hace ni caso. Ya no sé qué hacer con las quejas de los vecinos. Los olores comienzan a llegarle al resto de inquilinos.
Entre el desorden, Yue vio varias fotografías rotas en las que aparecía Sakura. Junto a las fotos, había una invitación de la Sociedad de Cirugía, y en la pared, marcado con vehemencia en un calendario el presente día. Ver aquello le confirmó cuál era la obsesión de Madoushi.
Flashback.
–Sólo me interesa estar en primer plano. Un ataque en la oscuridad no va conmigo.
Fin del flashback.
Con lo que vio y el recuerdo de lo que Madoushi le dijo en el bar, pudo confirmar sus verdaderas intenciones. La locura parecía haberse adueñado de ella, lo que la hacía más peligrosa. Necesitaba llegar al hotel donde se celebraba el evento cuanto antes.
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Shaoran estaba locamente enamorado de Sakura, pero volver a verla le hizo mucho daño y sintió como si le faltara la respiración. Por eso necesitó salir de allí al verla. La herida todavía estaba demasiado abierta y el haberla tenido delante fue como echarle sal.
Después de unos minutos sentado cabizbajo en un sofá que había fuera del salón de actos, vio pararse una silueta. Al mirar vio que era Meiling.
–Ha roto conmigo. –confesó Shaoran. Meiling se sentó a su lado tras decir eso. –Pero lo cierto es que no me creo lo que me dijo.
Finalmente, Meiling decidió confesarle la verdad.
–Sakura te ha estado utilizando. Su verdadero nombre es Sakura Kinomoto. Es hija de Fujitaka Kinomoto, un pediatra que fue acusado de forma falsa de robar y vender fármacos del hospital. Sólo se acercó a ti por ser el hijo del Profesor Li. Sólo quería sonsacarte información sobre lo que le ocurrió a su padre hace quince años. Por eso le guarda un gran rencor al hospital. No estaba contigo porque le gustaras.
Aunque agradecía la sinceridad de Meiling, aquella confesión no hizo que su dolor se apaciguara.
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Cuando Yue llegó al hotel en tiempo récord, se puso a buscar a Sakura a la entrada de la sala, pero la gente había comenzado a llegar y se le hacía difícil ubicarla entre tanta gente, por lo que no le quedó otra que seguir esperando allí mientras intentaba localizarla.
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Tras recorrer los pasillos durante unos minutos, por fin se encontraba frente a la puerta de la habitación donde Hien Li se preparaba antes de recibir el prestigioso premio. Sakura entró sin llamar, encontrando a Hien acomodándose la corbata.
–Estoy aquí para continuar lo que dejamos el otro día a medias. –dijo Sakura. Hien dejó de mirarse en el espejo y se giró para escuchar lo que tenía que decir. –Hace quince años, mi padre, un médico del Hospital Universitario de Tomoeda tuvo problemas con cierto médico del hospital. Mi padre se convirtió en un obstáculo para él y elaboró un plan: deshacerse de él. Una noche, ese médico citó a mi padre en la biblioteca hospitalaria, probablemente engañándolo diciéndole que harían las paces. Mi padre, que era una persona recta, le creyó. Pero en realidad, ese médico le echó una droga en el café al que le invitó en la biblioteca. Catecolamina, para ser más específicos, un vasopresor que incrementa la presión arterial rápidamente. Como ese médico sabía, mi padre sufría la lesión de Dieulafoy. Como bien sabes, es una enfermedad que al menor estímulo le produce una hemorragia salvaje. Tal y como ese médico esperaba, mi padre comenzó a vomitar sangre. Después lo llevaron al quirófano y para asegurarse de que muriera ordenó a sus subordinados que utilizaran un procedimiento muy complejo y que no dominaban por ser relativamente nuevo. Cada movimiento estaba calculado por ese médico. Y mi padre se desangró hasta morir. Para él fue fácil encubrir el crimen. Todo lo que tenía que hacer era darle órdenes a sus subordinados, como por ejemplo, reescribir el informe de cirugía. Y como bien sabes, ese médico eres tú. ¿Me equivoco?
–Todo eso es muy interesante. –dijo Hien. –Pero, ¿puedes probarlo? Si no hay pruebas, la verdad…
–…la verdad no existe. –interrumpió Sakura acabando la frase por él. –Lo sé.
–Exacto.
–¿Qué te parece esto? –dijo Sakura mostrando el correo electrónico que había tenido guardado en el bolso de mano. –¿Te lo leo? "Ten catecolamina preparada para mañana. Asegúrate de no dejar registros y no se lo digas a nadie". Fin del mensaje.
–¿De verdad piensas que la gente se va a creer esa historia? –preguntó Hien. –No lo tendré en cuenta si lo dejas correr. Dame eso.
Pero Sakura no le entregó la prueba.
–Entonces realmente fuiste tú quien echó a Madoushi y a Terada. –dijo Hien confirmando sus sospechas.
–Y tú eres el siguiente. –dijo Sakura. –No tienes derecho a ser médico. Lo haga público o no, debes entregarte. Te dejaré elegir la forma, haciéndolo público o en silencio.
Sakura pensó que Hien estaba derrotado al verlo sentarse en el brazo del sofá, hasta que le percibió una media sonrisa.
–¿Lo que tú llamas pruebas es esto? –preguntó Hien sacándose una copia del email del bolsillo interior de la chaqueta para romperlo después. –Esto no prueba nada. No es más que una falsificación. Ese email que tienes es falso.
–Pero me lo dio el Profesor Kaito. –dijo Sakura.
–Fui yo quién lo falsifiqué. –dijo Yuna D. Kaito entrando en la habitación. Vestía con un traje oscuro, camisa blanca y pajarita de color vino. –Perdóname, pero Hien y yo compartimos un interés mutuo por este caso. Intentaba que confesaras todo en mi despacho pero no picaste el anzuelo. Así que, le pedí un favor a Hien.
Hien sacó una grabadora del bolsillo que puso en marcha.
–Entonces realmente fuiste tú quien echó a Madoushi y a Terada. –escuchó decir la voz de Hien.
–Y tú eres el siguiente. –escuchó Sakura su propia voz.
Esos dos habían acorralado a Sakura con la conversación que acababan de mantener.
–Confiaba en ti. Sabía que no me decepcionarías. –dijo Kaito.
–Profesor Li, ya es la hora. –dijo un encargado.
–Muy bien. –dijo Hien levantándose. –Has perdido, Sakura Kinomoto.
Los dos hombres se marcharon a la fiesta, dejando a una Sakura desarmada. Yue tenía razón. No debía de haberse fiado de Yuna D. Kaito.
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Meiling había dejado muy pensativo a Shaoran después de lo que le había dicho. Sin intentar ser descortés, le había pedido que lo dejara solo. Unos minutos después, cuando escuchó al presentador, decidió volver a entrar en la sala.
–Señoras y caballeros. Gracias por su paciencia. Con ustedes, el Premio de la Sociedad de Cirugía, el Profesor Hien Li. –dijo el presentador. –Por favor, recibámosle con un gran aplauso.
Los colegas y compañeros comenzaron aplaudir. Las luces se atenuaron para poner en el foco a Hien, que hacía acto de aparición en el escenario. Desde la oscuridad, de la sala, Sakura contemplaba cómo Hien se llevaba los elogios siendo un asesino.
Por su parte, Shaoran se colocó junto a Meiling mientras fingían estar atentos a los discursos de los representantes de la Sociedad de Cirugía.
–Sólo hay una cosa que no entiendo. –dijo Shaoran. –Me dijiste que Sakura guardaba un gran rencor irracional hacia el hospital, pero ¿de verdad es un rencor irracional e injustificado?
–Es lo que me dijo tu padre. –dijo Meiling.
Entonces Shaoran recordó lo que dijo Sakura cuando fue a cenar a su casa.
Flashback.
–Mi padre murió hace quince años. –respondió Sakura.
–Lo siento mucho. –dijo Shaoran. –¿Estaba enfermo?
–No. Murió por una causa más irracional. –tras decir eso, Shaoran vio la mirada que Sakura le echó a su padre.
Fin del flashback.
Pero no sólo le vino aquel recuerdo, sino otro al que apenas le dio importancia, o que no quiso dársela. Cuando vio a Sakura con el periodista.
Flashback.
–Li me ha invitado a cenar esta noche en su casa. –dijo Sakura. Entonces, Shaoran vio a Sakura a través de la puerta, pero parecía estar manteniendo una conversación muy seria con el periodista que siempre andaba rondando por el hospital y no quiso interrumpir, por lo que decidió acercarse lentamente. Lo que Shaoran no esperaba era oír lo que estaban a punto de decir.
–¿Piensas ir? –preguntó Yue un tanto alterado. –¡Es la casa de un asesino!
Fin del flashback.
Luego se le vino a la mente la discusión con su padre después de echar a Sakura de su casa.
Flashback.
–¿Por qué has hecho que se marchara? –preguntó Shaoran.
–Rompe con ella. –exigió Hien mientras fumaba un cigarro.
–¿Por qué? –insistió Shaoran.
–La razón no importa. La enviaré a un hospital de pueblo. –dijo Hien.
–¡¿Se puede saber qué te pasa?! –preguntó Shaoran, que nunca había hablado así a su padre. –¿Es cierto que le has pedido a Meiling que la investigue?¿Qué es lo que no te gusta de ella?¿Por qué no la quieres cerca?
Pero Hien seguía impasible fumándose el cigarro.
–¿Acaso eres tú el que ha hecho algo? –preguntó Shaoran. –¿Es eso?
–Eso es absurdo. –dijo Hien apagando el cigarro en el cenicero.
Fin del flashback.
Tras recordar eso, todo cobró sentido para él. Se dio cuenta de que Sakura no era la mala, sino su padre. Ella sólo intentaba esclarecer lo que había ocurrido con su padre. Entonces comenzó a buscar a Sakura con la mirada. Necesitaba hablar con ella.
–Y ahora, el Profesor Li nos deleitará con unas palabras. –dijo el presentador.
Cuando la vio, cerca de la pared del fondo, su cara era del todo menos feliz. Incluso podría intuir que desprendía un aura de odio hacia su padre, que en aquel momento hacía una reverencia hacia la audiencia a modo de saludo.
–Gracias por haber hecho el esfuerzo por venir, a pesar de las apretadas agendas. –comenzó diciendo Hien.
Entretanto, en el exterior de la sala, Madoushi se colocaba unos guantes quirúrgicos, a pesar de llevar un elegante vestido negro con lentejuelas. Una vez puestos, puso sus manos suspendidas para que no se contaminaran, como si entrara en quirófano.
–Aorta abdominal, arteria hepática común, arteria esplénica, vena porta, arteria mesentérica superior, vena cava inferior. –iba enumerando Madoushi para sí, como si estuviera visualizando la cirugía a realizar mientras se iba acercando lentamente sin llamar la atención gracias a la oscuridad de la sala. Pero conforme se iba acercando, se iba sobreexcitando y fue apartando a la gente, llamando así la atención de los que estaban alrededor. Entonces se paró y extrajo un gran cuchillo, llamando la atención de mucha más gente. –He esperado mucho a que llegara este día.
–¡Sakura! –gritó Yue intentando llegar hasta ella. Fue entonces, al percibir un grito, que Sakura la vio a unos pocos metros de ella.
–Por fin podré vengarme de ti. –dijo Madoushi, con los ojos inyectados en sangre. –¡Ahora soy yo la protagonista!
Madoushi comenzó a correr levantando el cuchillo. La gente se apartaba de su camino para no ser víctima de esa lunática hasta que finalmente, tuvo a una sorprendida Sakura a tiro y contra la pared, pero Yue no podría llegar porque había demasiada gente por en medio.
Esperando la muerte, Sakura cerró los ojos mientras se giraba de forma instintiva. Su venganza había fracasado y a sus enemigos sólo les quedaba el golpe final para acabar con los Kinomoto, pero el dolor no llegaba. Fue entonces cuando notó que alguien la abrazaba. Sakura comenzó a notar una respiración. Al girar la cabeza vio que quien la estaba abrazando era Shaoran, que había comenzado a sudar profusamente mientras la miraba para asegurarse de que ella estaba bien. Finalmente, Shaoran cayó con el cuchillo clavado en el costado.
Continuará…
