— ¿C-Contigo al baile? — La mente una muy roja Lucy trabajaba a mil intentando procesar toda aquella situacion. — Caspian sabes que me encantaría pero soy una soltera buscando esposo ¿Esta bien que vaya contigo?

— Claro, podemos decir que iras en favor del rey. — Comentó Caspian con tranquilidad mientras bebía leche para pasar los nervios internos que estaba teniendo.

— ¿Y que hay de Liliandi?

— Podré tener mas bailes con ella, pero seamos honestos ¿Cuantos bailes podré tener contigo?

Lucy lo observó atentamente y comprendió a lo que se refería, Caspian tenía razon ¿Que otras oportunidades podría tener ella? Era sólo un baile y Caspian sólo la veía como una hermana menor o una buena amiga, no había nada de que preocuparse, ninguno de los dos saldría herido en el proceso.

Sólo es un baile. — Repitió Lucy en su cabeza. — Sólo uno. Bien, sería un honor acompañarlo magestad, pero espero que sepa seguirme el ritmo. — Le comentó ella en broma.

— Oh haré mi mejor esfuerzo. — Dijo el rey entre risas mientras tomaba un pan.

Los sirvientes del comedor los observaban reír y carcajear. Sonrieron felices al ver al par divertirse, pocas veces el rey demostraba sus sentimientos tan abiertamente.


Capitulo 7

La noche mas corta


— Bien. Veamos que tan bien le esta quedando majestad. —Habló Catherin con una sonrisa.

— Bueno... No estoy segura. — Lucy observo su bordado algo confundida, el dibujo jamás había sido su fuerte y lo tenía jodido ya que era uno de los pocos metodos de entretenimiento para dentro de casa en esa epoca.

Catherin observó la figura amarilla y sólo pudo sonreir algo nerviosa mientras detenía ella tambien su bordado.

— Pues... Es una margarita impresionante Lady Lucy. — Alagó ella.

— ¿Margarita? Pero si es Aslan... — Corrigió la Pevencie algo desanimada.

— Lo siento. — Se disculpó — Quiza el bordado no sea lo suyo, quizá pueda probar con algun instrumento.

— Es que yo... — Lucy parecía dudosa de decir lo que estaba pensando, sin embargo Catherin la animó con una sonrisa. — Quería darle algo a Caspian, algo que él pudiera ver seguido y le recordaran estos tiempos de calma. Una canción no es tan fácil de hacer ni tiene tantas posibilidades de oírla seguido. — Explicó nerviosa.

— ¡Oh! — Exclamó Catherin sonriendo emocionada. — Quiere que su majestad la recuerde.

— Y-Yo, no es exactamente eso. — Lucy estaba roja y nerviosa de repente.

— No se avergüence mi lady, creo que es algo tierno de su parte.

— Sólo quiero que sea bonito.

— Entonces le recomiendo que haga algo mas sencillo que un león. — Rió un poco la dama. — Piense ¿Que le gusta a su majestad?

Lucy se mantuvo pensativa luego de esa pregunta y observó el techo de la sala donde se encontraban, era uno de los muchos salones del castillo, con grandes sofas y bibliotecas hasta arriba de libros. La chimenea estaba encendida y cada tanto un criado colocaba una leña en ella para mantener el fuego vivo. Con tranquilidad bebió un poco de su té y entonces recordó con emoción que era lo que mas ilusión le hacía a Caspian.

— Creo que ya se que bordar. — Dijo animada.


— Entonces colocaremos las flores rojas y amarillas en los floreros junto a los pilares... ¿Majestad? ¿Majestad me esta escuchando?

Caspian salió de su ensoñación para observar a su pobre decorador que ya estaba cansado de explicarle todo tres veces.

— Claro que sí, es sólo que sabe que esto de hacer decoraciones no va conmigo. — Explicó el rey. — Hagalo como usted deseé, se que hará un gran trabajo.

— Me agrada que me alage y agradezco su confianza majestad, pero creo que debería prestar un poco de atención a esto, es su baile despues de todo.

— Oh no es mi baile, es el baile de Narnia. — Concluyó Caspian con una sonrisa y caminó fuera del salón. — ¡Muy buen trabajo, sigan así! — Gritó el rey mientras se alejaba.

El decorador sólo suspiro y el resto del servicio levanto los hombros sin saber muy bien que decir, sólo continuaron con su trabajo.

Cuando Caspian llegó a la zona de entrenamiento observó a varios soldados y guardias practicando. Aaron se acercó a él con una sonrisa y el rostro sudado.

— ¡Majestad! — Lo saludó — ¿Que lo trae al valle del dolor?

— Quería practicar un poco, espero que no te moleste.

— En absoluto, tome una espada y esperemos que pueda seguirme el paso. — Le dijo Aaron con una sonrisa.

Los dos se pusieron uno frente al otro con sus espadas en las manos y luego de hacer una leve reverencia se acercaron con rapidez y chocaron sus espadas, se movían con agilidad y el sonido de los metales rozando unos con otros era evidente.

— No es por ser curioso pero, seré curioso, ¿No debería estar viendo los arreglos del salón? — Preguntó Aaron sacando conversación mientras continuaban luchando.

— Deje que el decorador se encargara. — Habló Caspian. — Yo no sirvo para eso.

— Amigo, realmente necesitas una mujer en tu vida o volveras loco a ese pobre hombre. — Le dijo Aaron en broma y recibió una patada de Caspian en respuesta que lo hizo retroceder dos pasos, el general sonrió.

— ¿Podrías no mencionar el tema de la esposa? Bastante tengo ya con la corte y medio reino.

— Sólo era un comentario. A propósito ¿Que tal vas con Liliandi? ¿La invitaste al baile ya?

— No, no lo hice.

— ¿Y que estas esperando? — Preguntó Aaron poniendose en guardia, Caspian hizo lo mismo y ambos volvieron chocar aus espadas.

— Nada, se lo pedí a Lucy.

— ¿Qué? — La sorpresa de Aaron fue tal que no notó cuando Caspian esquivó uno de sus espadazos y puso el filo de la suya en su cuello. — Creí que habías dicho que no querías nada con ella.

— Y no quiero nada. — Dijo Caspian mientras bajaba su espada y se alejaba para ponerse en guardia de nuevo, Aaron hizo lo mismo. — Lucy sólo irá conmigo en calidad de favor del rey.

— Si sabes que Lucy realmente no busca esposo ¿Verdad? — Preguntó Aaron.

— Sí, pero tenemos que hacer el cuento creíble.

— ¿Y que hay de Liliandi? Creí que habías estado cortejandola.

— No de manera oficial, sólo habian sido un par de caminatas con los guardias siguiendonos, ni siquiera hable del tema con su padre.

— Mira, ya estas grande para que te diga que hacer pero Lucy se ira en cuanto lo que sea que haya venido a arreglar se solucione. — Notó que Caspian había comenzado a correr así que él hizo lo mismo y esquivó el espadazo del rey con facilidad.

— Ya lo se, es sólo un baile, no voy a cortejarla ni a hacerla mi pareja ni nada por el estilo, somos amigos y eso es todo. — Conluyo Caspian.

— Pues actúan más como una pareja de esposos que amigos.

— ¿De que hablas?

— Ustedes dos se llevan bien, no es ningun misterio, antes de que llegara Liliandi te pasabas casi todo el día con ella y no es ningún secreto que Lucy te ayudaba con algunas cosas del reino y tú con sus estudios sobre Telmaria y Narnia. Desayunan juntos, almuerzan juntos y cenan juntos, la gente realmente pensaría que duermen juntos si sus habitaciones no estuvieran en pasillos diferentes. — Caspian bufó ante esas observaciones y atacó otra vez a Aaron quién lo esquivó con facilidad. — Sabes que Lucy me cae genial y jamas te he visto congeniar así con nadie en la tierra. Pero se irá, e incluso si no quiere irse ¿Crees que Aslan dejaría que se quede? — Caspian lo atacó con más fuerza y Aaron contraatacó con sus espada y logró quitársela para luego poner la punta de su arma en su cuello.

— Soy consciente de todas esas cosas y creeme: No busco una relación con Lucy ni nada remotamente parecido, es una buena amiga e iremos al baile juntos porque ¿Cuantos bailes podría tener con la reina de Narnia? Se lo que hago Aaron.

— Por tu salud mental espero que sí, no me gustaría que te rompiera el corazón otra Pevencie. — Dijo Aaron en broma mientras sonreia de costado.

Caspian sonrió y en su interior supo que su amigo tenía razón, no caería por una Pevencie una segunda vez.


La noche se acercaba y por lo que había escuchado varios nobles habian llegado al castillo ya.

Lucy se encontraba en su habitación con Catherin, Miriam y Abigail quienes estaban preparándola, le colocaron el vestido con cuidado y se aseguraron de que le quedara bien.

Era una prenda preciosa y no había resultado tan costosa como creía porque no llevaba corsé ni crinolina, y Lucy, que era una amante de la ofertas, no pudo estas mas orgullosa de sí misma, resultaba que era un diseño que la modista había hecho hace tiempo pero como no estaba de moda nadie se había atrevido a comprarlo, sin embargo Lucy había visto la belleza en ese diseño y le pidió que le hiciera uno igual, la modista sorprendida, pero con una sonrisa, aceptó encantada.

El vestido tenía una tela que iba del rosa al rosa mas pálido, casi tirando a blanco, tenía unas mangas largas que llegaban casi hasta sus rodillas pero con un corte en vertical desde el extremo inferior hasta sus hombros que le permitían mover sus brazos con libertad. Encima de la tela rosa tenía otra tela mas transparente con flores y hojas bordadas de color dorado que subían por la falda hasta llegar un poco mas arriba de sus rodillas. Tenía un collar de plata que sujetaba con pequeñas cadenas las decoraciones del plata que bajan hasta debajo de sus pechos y ajustaba el vestido justo en ese lugar, dándole una figura realmente bonita.

Catherin la ayudo a ajustar las cintas de sus zapatos mientras Miriam la peinaba, en ese momento Abigail exclamo alegre desde el otro extremo de la habitación:

— ¡Encontre las flores!

— Genial, trae las aquí. — Le dijo Miriam y con delicadeza se las colocaron en el cabello formando una corona de flores.

Una vez terminaron de acomodarla y se aseguraron de que lucía impecable las tres sonrieron orgullosas.

— Se ve preciosa alteza. — Dijo Abigail.

— Gracias. — Habló Lucy algo avergonzada.

— Seguro que deja a su majestad con la boca abierta. — Sonrió Miriam.

— No pretendo dejar con la boca abierta a nadie. Solo quiero estar presentable, eso ese es todo.

— Sí, como va a ir con el rey quiere lucir lo mejor posible. — Rió Abigail, las otras dos se unieron a la risa, Lucy sonrió tambien mientras abría la boca sorprendida.

— ¿Se estando burlado de mí? Tengan cuidado o el mal de Narnia caera sobre ustedes y se convertirán en feos gnomos. — Bromeó Pevencie.

— Que aterrador majestad, esperamos nunca enfrentar su furia. — Dijo Catherin sonriendo mientras terminaba de acomodar la falda. — Listo, la acompañaremos hasta donde está su majestad esperándola. ¿Recuerda todos los modales de etiqueta?

— Sí. Bueno, espero que sí.

— Haga una reverencia por favor. — Pidió Catherin, Lucy hizo lo que le pidió y Catherin observó la postura. — Perfecta, buen trabajo majestad.

— Gracias.

— ¿Recuerda la etiqueta con nobles y reyes?

— Sí.

— Entonces está preparada, vámonos.

Las cuatro jóvenes salieron de la habitación y caminaron por los pasillos hasta donde se suponía que debía estar Caspian, cuando lo divisó Lucy se sonrojó levemente. Llevaba un traje muy elegante de color rojo con decorados en dorado, un cinturon con el escudo de Telmaria y unos pantalones negros que realmente le quedaban muy bien, lo mas notorio quizá era la corona dorada en su cabeza y la túnica de color rojo con el escudo de Narnia bordado en dorado en la parte de atrás.

Cuando notó que Caspain hizo contacto visual con ella Lucy le sonrió algo avergonzada, ahora sentía que no estaba lo suficientemente arreglada para la ocasión.

Caspian sin embargo estaba internamente shockeado cuando observó a Lucy, su vestido no era muy común para lo que estaba acostumbrado a ver en los bailes pero eso no quitaba que estuviera hermosa, su cabello estaba levemente recogido en una trenza que cruzaba por encima de su cabeza y otra parte de su cabello caía libremente por su espalda hasta llegar a su cintura, las flores rosas que tenía el pelo acomodadas en subtrenza hacían parecer que tuviera una corona sin tenerla realmente y el vestido le hacía una figura muy elegante y delicada.

El rey le sonrió y cuando Lucy estuvo junto a él le habló.

— Te ves hermosa.

— Gracias — Dijo Lucy algo avergonzada. — Usted tambien luce muy bien majestad.

— Gracias. — Agradeció el rey. — Es un hermoso vestido.

— Oh, lo es ¿Verdad? La modista es realmente talentosa, aunque lo compré con tu dinero así que se podría decir que me lo compraste tú. — Bromeó Lucy.

— Vaya, entonces tengo un excelente gusto. — Continuó la broma Caspaian, los dos jovenes rieron y las damas de compañia sentían que ambos se veían adorables juntos y que ya empezaban a sobrar en el cuadro.

— Nosotras nos marchamos, Majestad, Lady Lucy. — Habló Catherin y las tres hicieron una reverencia para luego alejarse por el pasillo.

— ¿Estas bien? — Preguntó Caspian un vez las jóvenes se alejaron.

— Sí, solo estoy algo nerviosa.

— No lo estés, has hecho esto cientos de veces. — Intentó relajarla Caspian. — ¿Recuerdas tu vida aquí?

— Lucinda Goldstone, Telmarina, soy de la nobleza y mis padres tienen tierras en el norte de Narnia.

— Entonces no tienes de que preocuparte. Todo saldrá bien. — La relajó Caspian, Lucy tomo aire y se enderezo lo más que pudo. — Recuerda mantener el mentón arriba.

La Pevencie asintió y cuando Caspian le dio la señal a los guardias las grandes puertas se abrieron revelando el gran salón de fiesta elegantemente decorado. Lucy caminó junto a Caspian y observó el gran esplendor que tenía en frente, todo hermosamente acomodado e iluminado, con las banderas de Narnia colgando del enorme techo.

Observó a la multitud allí presente y notó a varios Narnianos y Telmarinos, también personas que tenían aspectos extranjeros. Asumió que debían ser de los paises del sur.

Cuando acabaron de bajar las escaleras saludaron a todos los invitados, tanto telmarinos como narnianos, y a los llegados del extranjero. Caspian le presentó a todos ellos y Lucy puso en practica todas las habilidades de relaciones publicas que había estudiado en su carrera. El rey estaba sorprendido, Lucy se desenvolvia casi naturalmente en todas las charlas que tenían, parecía una gran oradora o al menos había estudiado cómo hacerlo bien y todos los invitados estaban encantados con ella. Cuando algun noble le preguntaba un par de detalles de su vida inventada en Narnia que ella no recordaba Caspian salía en su rescate desviando la conversación sin que se dieran cuenta.

— Lucy te presento al Tisroc de Calormen, Fanra Apara. — Lo presentó Caspian.

— Es un placer Tisroc. — Dijo ella mientras inclinaba la cabeza en señal de respeto.

El atractivo hombre moreno y de ojos verdes le sonrió con amabilidad y asintió.

— Tisroc Farna, ella es Lucinda Goldstone, una vieja amiga mía y perteneciente a la nobleza de Telmaria. — Habló el rey.

— En ese caso el placer es mío, de haber sabido que las nobles de este reino son tan hermosas vendría a los bailes mas seguido. — Alagó Fanra. Lucy y Caspian decidieron hacer oídos sordos a ese comentario y sólo sonrieron con amabilidad.

— Me sorprende que asistiera, no suele venir a las fiestas de Narnia. — Comentó Caspian.

— Bueno, éste año sentí que en Calormen debíamos hacer un par de cambios en las relaciones con otros reinos, me alegra saber que acerté en ésta decisión. — Declaró el Tisroc mientras observaba de reojo a la inglesa, la chica sólo desvio la mirada al suelo.

— Por supuesto, siempre será bien recibido en Narnia. — Afirmó el rey sonriendo y le ofreció su brazo a Lucy, la joven lo aceptó sin pensarselo dos veces. — Si nos disculpa aun debemos ir a ver a los reyes de Archerland, pero espero que nos crucemos pronto.

— Por supuesto magestad — Sonrió Fanra — Un placer conocerla Lady Lucy.

— Igualmente Tisroc. — Asintió ella y se retiró presionando con algo de fuerza el brazo de Caspian.

— Lo hiciste genial. — Le murmuró el Rey.

— Estaba muy nerviosa — Confesó ella. — Me observó de arriba a abajo ¿Habrá sospechado algo?

— No creo que sea por eso. — Dijo Caspian en un gruñido para luego suspirar. — No te preocupes, sólo estara aquí hasta pasado mañana, intenta no cruzartelo estando sola hasta entonces, no confió en él.

Lucy asintió pensativa y respiró profundo para volver a concentrarse, cuando Caspian encontro a los reyes de Archerland les sonrió y se acerco a ellos junto con lucy.

— Majestades. — Saludó cordialmente el rey. — Es un honor tenerlo aquí esta noche.

— El honor es nuestro. — Confesó el rey de Archerland. — Las fiestas narnianas son las más divertidas.

— ¿Y quién es la joven que lo acompaña? — Pregunto la reina curiosa.

— Oh, lamento no presentarlos. Majestades ella es Lady Lucinda Goldstone, una vieja amiga mía. Lu ellos son el rey Arthur y la reina Megara.

—Es un honor conocerlos magestades. — Se inclinó ella en señal de respeto.

— ¿Cuantos años tiene, Lady Lucy? — Preguntó la reina.

— Veintiocho. — Respondió.

— Oh, luce tan joven y su piel es tan Perfecta, ¿Cómo se la cuida?

— Bueno... — Lucy no sabía muy bien que responderle, su piel era el resultado de años usando cremas que en éste mundo no existían, pero sí recordaba algunos trucos caseros y naturales que su madre le había enseñado. — ¿Conoce el Aloevera? — La reina asintió. — Suelo ponerme la parte interna y viscosa de la planta durante la noche en la cara al menos una vez por semana.

— ¿De veras? Jamás se me habría ocurrido.

— Es una practica que hacía mi abuela, se la pasó a mi madre y ella a mí, llevan poniendome esa planta en la cara desde los ochos años. — Se rió un poco la inglesa, la reina contuvo su risa pero aun así mantuvo una sonrisa. Los hombres parecían estar demasiado enfrascados en su conversación como para oírlas. — El cuerpo es gracias a los baños, me baño constante mente al menos una vez cada día por medio.

— Ya veo, ya veo. — Comprendió la mujer. — ¿Majestad la escuchó? — Preguntó hablándole a su esposo. — Quizá deberia tomar nota. — Bromeó.

— ¿Que dices mujer? — Habló estupefacto Arthur. Si bien estaba hablando con Caspian había mantenido cierta atención en la conversación de las mujeres.

El rey de Narnia aguantó una carcajada y le ofreció su brazo a Lucy, la joven lo aceptó con una sonrisa.

— Debemos retirarnos y saludar a un par de nobles, pero espero que hablemos pronto alteza. — Comentó Caspian.

— Lo mismo digo. — Respondió el rey.

Con una reverencia final por parte de los cuatro; se retiraron cada uno por su lado. Lucy observo el lugar sin sacar su sonrisa.

— Los reyes de Archerland parecen amigables.

— Así es. — Respondió Caspian.

— ¿Ellos se casaron...?

— ¿Por obligación? Por lo que sé sí. Pero con el tiempo aprendieron a amarse, y si es una actuación entonces actúan muy bien. — Comentó el rey.

— ¿Crees que realmente puedas aprender a amar a una persona? — Preguntó Lucy.

— Creo que si pones de tu parte es probable. Pero es mas seguro que forjes una amistad durarera que un amor solido. ¿Por qué?

— Estoy saliendo con alguien en mi mundo. — Confesó ella, Caspian la observó sorprendido. — O estaba, no lo se... Llevamos saliendo como pareja... Bueno, para que entiendas llevamos varios meses de cortejo. Yo se que él me ama pero yo no creo amarlo.

— ¿Entonces por que sigues permitiendo que él te corteje?

— Es complicado ser la menor de tres perfectos hermanos. — Explicó ella. — Todos estan casados y Peter va a tener a su primer hijo. A mi madre nunca le gustaron las parejas que tenía y por extraño que pareciera éste le agrado, no podía simplemente descartarlo del todo. Decidí que me daría tiempo para conocerlo mucho mejor y convencerme que es el ideal para mí pero... No estoy tan segura.

— ¿Tus hermanos saben sobre tu pretendiente?

— Sí, Susan y Edmound creen que si no me gusta debería cortar con él en lugar de casarme y ser infeliz toda mi vida sólo por tener la aprobación de mi madre. A Peter simplemente no le agrada, pero a él jamas le agradaron mis novios. — Lucy rió un poco. — Es igual que mi madre en ese sentido.

— Pues, si quieres mi consejo...

— Por favor, me haría bien saber que me dice alguien ajeno a todo ese problema. — Agradeció Lucy.

— Creo que deberías acabar con el cortejo y decirle que no estás interesada. Si tienes la posibilidad de ser feliz con una persona que ames entonces no la desperdicies sólo por intentar complacer a otros. — Le dijo Caspian. Lucy escuchó sus palabras atentas y observando el suelo le dijo:

— Tengo miedo de que al dejarlo haga una mala decisión... ¿Que tal si mi madre tiene razón y es el hombre perfecto para mí? ¿Que tal si me equivoco?

— Nadie te conoce mejor que tú misma, Lucy. Recuerda eso siempre.

La inglesa asintió y apretó un poco mas el brazo de Caspian para luego regalarle una sonrisa.

— Gracias Caspian. — Murmuró en voz baja para que solo la escuchara el rey. — Recordare tus palabras, te lo prometo. — Caspian asintió y le devolvió la sonrisa. En ese momento sintieron que estaban solo ellos dos en el salón, nadie mas existía, nadie mas importaba. Y aquel sentimiento reconfortante que nacía en ellos comenzo a inquietarlos, y ambos se separaron un poco para guardar distancias mientras pensaban: "Es una locura, que ni se te cruce por la cabeza."

— ¡Mira! Es Liliandi. — Terminó ella con un tono de voz mas bajo intentando contener sus nervios. — Vamos a saludarla.

Ambos avanzaron y la joven rubia los saludo con una sonrisa para luego inclinarse.

— Majestad, Lady Lucy, buenas noches.

— Buenas noches Liliandi. — Habló la castaña con una sonrisa. — Te ves preciosa.

— Muchas gracias, usted se ve magnífica Lady Lucy. También usted majestad.

— Gracias Liliandi. — Comentó el rey algo sonrojado. Lucy observó las interacciones de esos dos y con una sonrisa separó sus brazos del de Caspian. El rey absurdamente sintió frío cuando ella hizo aquello.

— Los dejo para que platiquen. Majestad no sea un aburrido y saque a Liliandi a bailar, es la mujer más hermosa con la que podrá bailar ésta noche. — Dijo la castaña con una risita y luego se separó del duo para caminar lejos, lo más lejos que pudiera intentando ignorar el dolor de estomago y los gritos en su cabeza que le decían que volteara a ver que estaban haciendo.

Los violinistas y el pianista comenzaron a tocar desde el palco de los musicos y la fiesta comenzó oficialmente. Las personas se ponían en pareja uno frente al otro formando dos filas y comenzaban a danzar al ritmo de la musica. Luego de medía hora el ambiente era alegre y vigorizante.

Lucy vio a un par de faunos bailar con unas jovenes Telmarinas y automaticamente recordó al Señor Tummus y a todos los buenos bailes que pasaron juntos. Una sonrisa se instauró en su rostro y entonces se fijó en Caspian bailando con Liliandi. Cuando el rey conectó su mirada con la de la castaña le sonrió y ella le devolvió la sonrisa.

La joven inglesa caminó hasta la mesa de comidas y se decidió por tomar un chocolate e inconscientemente escucho la conversación de las jovenes cerca de ella.

— ¿Que opinan de esa tal Lady Lucy? ¿Alguna vez se la han cruzado? —Preguntó la rubia.

— ¿Estas... Poniendo en duda la palabra del rey? — La pelirroja le habló temerosa.

— Jamas osaria a algo así, solo digo que es raro que nunca nos la hayamos cruzado. ¿Creen que sea de otro reino? ¿Archerland quizá? Además la han visto, no tiene nada de clase. — Replicó la rubia.

— Es verdad, es como si hubiera aprendido los modales ayer. — Dijo una pelinegra. Lucy bufo, muy equivocada no estaba.

— Oigan, estamos cerca de ella y quizá nos esté escuchando, comportense. — Las cuestionó una castaña y luego el grupo se fue a otro lugar a seguir con su platica.

Lucy observó enfadada el chocolare y lo metió en su boca bruscamente. — ¿Sin clase eh? Conozco más de modales que ellas de moda al menos. — murmuró con rabia mientras las observaba marcharse. — Eso es, sigan fiandose de las crinolinas y algun día se les quemara el tracero, y seré yo quién pueda salir por la puerta de emergencia.

En ese momento una risa masculina la sacó de su momentaneo estado de enfado para pasar al desconcierto, al voltear la cabeza observó al tisroc viendola con una sonrisa.

— Ti-Tisroc. Y-Yo lo siento mucho, ¿Me escuchó...?

— Todo en su frase. — Lucy sudó frío. — Aunque admito que estoy de acuerdo con su visión sobre las crinolinas, creó que son un invento del demonio. — Le sonrio con misterio el hombre, Lucy sólo río algo nerviosa.

— Lamento que haya escuchado eso.

— No me molesta, me agrada más la gente sincera, y su sinceridad tienen un toque sarcástico que me llama mucho la atención.

Lucy río nerviosa y dejo la comida en la mesa para observar al Tisroc.

— Realmente lamento lo que dije, no debió escucharlo.

— Tonterías, a veces ese tipo de personas necesitan algo de realidad, ¿No cree?

— Eso supongo. — Confesó Lucy algo avergonzada.

— Pero, podría solucionar su vergüenza aceptando un baile conmigo. — Ofreció el hombre.

— ¿U-un baile? Supongo que puedo aceptarlo, pero le advierto que soy terrible bailando este tipo de danzas, soy mas diestra en los bailes narnianos que telmarinos.

— Vaya, eso es toda una novedad viniendo de una joven de Telmaria — Exclamó sororendido pero con una sonrisa.

— Sí, bueno... Tienen mejor ritmo. — Se excusó ella mientras fingía estar muy interesada en el cuadro que estaba colgado en la pared de enfrente.

— Entonces seremos dos torpes intentando bailar danzas de Telmaria, lo que me parece correcto.

Lucy lo observó con una sonrisa, éste Tisroc parecía no tener nada que ver con el último tisroc que había conocido hace más de quiñentos años. A lo mejor sí podría llevarse bien con alguien de la realeza de Calormen sin querer arrancarse los pelos. Era un avance.

— En ese caso será un honor bailar con usted tisroc.

— Por favor llámame Fanra.

— Por supuesto, usted puede decirme Lucy. — Comentó ella sonriendo, de pronto notó que había dicho su nombre real y un rojo tiño sus mejillas al notar su error. — Así me llaman mis amigos siempre. — Rió nerviosa.

El tisroc sonrió enigmático. — Será un placer Lucy.

El tiempo pasó lentamente y llegó la hora de el baile principal, primero lo abrirían los reyes y luego se sumaría el resto. Caspian había estado buscando a Lucy, sin embargo cuando la observó aceptando la invitación del Tisroc se paró en seco y dudó unos minutos, ¿Que demonios estaba haciendo, pensado o siquiera imaginando? Lucy no se iba a quedar en Narnia, Lucy no representaba un futuro, ella representaba algo intocable, algo inalcanzable a largo plazo, quizá era por eso que le atraía tanto.

Esa última oración lo dejó pensando ¿Atraer? ¿Lucy lo atraía? Era bonita, eso es seguro, su piel era absurdamente suave y blanca, sin ninguna herida o cicatriz visible. Su cabello era brillante y largo y sus ojos parecían iluminarse todo el tiempo. Sí, Lucy le atraía, ¿Pero que podía hacer? Parecía que las Pevencie era su cruz, pero no caería ésta vez, resistiría hasta que Lucy se marchara y luego se olvidaría del asunto porque es lo que un caballero hace. ¿Si no puede ofrecerle seguridad y un futuro prospero a la dama, para que hacerla perder el tiempo? ¿Para que perder él el tiempo?

Se volteó y observó a Liliandi, tan hermosa y tranquila como siempre. Quizas no tuviera unos ojos brillantes y una personalidad animada como Lucy, pero Liliandi era real. Liliandi representaba un futuro seguro, un gabinete de consejeros que no le molestasen todo el tiempo.

Con decision caminó hasta la rubia y le ofreció bailar, ella aceptó y cuando la llevó al centro del salón, se sumaron los reyes de Archerland y el tisroc con Lucy.

La musica comenzó a sonar y los reyes empezaron la danza. Lucy y Caspian parecían mirarse de reojo entre ellos, como vigilndose mutua e inconscientemente.

— Me mintió. — Comentó el tisroc de repente.

— ¿Qué? — Lucy lo observó confundida.

— Usted sí sabe bailar.

— Oh, creame, es cuestión de suerte que aun no lo haya pisado.

— Hablame sobre ti Lucy. — Pidió el hombre.

— ¿Que quiere que le cuente?

— Tu familia, tus relaciones, amigos. ¿Como conciste al rey Caspian?

— ¿A su majestad? Él y yo fuimos siempre amigos muy cercanos desde la infancia, nuestras madres se conocían así que nos veíamos seguido.

— Es extraño, tú y él parecen llevarse tan bien, y siendo tú una joven noble y Caspian un rey poderoso y soltero creí que estarían comprometidos, ¿Lo estan?

— No, para nada, Caspian y yo no nos vemos de esa forma. — Sonrió ella.

— Oh, ¿No hay formalidades entre ustedes?

Lucy se sonrojó un poco y se aclaró la voz. — Ya pasamos eso hace mucho, ademas Caspian no es ese tipo de rey, él siempre ha visto a todos como un igual. — Aclaró ella con algo de ilusión en la voz.

— Parece que lo aprecias mucho.

— Sí, es una gran persona — Dijo ella sonriendo.

— En ese caso quiero hacerle un ofrecimiento. — Dijo el Tamra observándola seriamente, Lucy lo miró atenta, el baile estaba llegando a su final.

— Usted dirá. — Lo ánimo a hablar.

— He oído que estaba buscando esposo.

— Eso es cierto. — Lucy lo observó nerviosa, su corazon latía a mil por hora y de repente la música terminó, dejaron de bailar y la inglesa se dispuso a aplaudir a los músicos como los demás, sin embargo el Tisroc tomó sus manos para que le prestara atención.

— En ese caso, déjeme decirle que me atrajo ni bien la vi, su porte, su forma de hablar y su pasión por la vida. — Lucy se estaba confundiendo, ¡No conocía este tipo de nada! — Me gustaría que nos conocieramos mejor y llegar a ser, en un futuro, una gran pareja. ¿Me permite cortejarla?

Lucy quedó de piedra y sintió que derepente tenía todo el mundo sobre sus hombros. Decirle que no era lo mas conveniente para ella, lo mas práctico, pero ¿Para Narnia? ¿Para Caspian? ¿Y si decirle que no afectaba las relaciones que tendrían Calormen y Narnia en un futuro? Después de todo no estaba rechazando a un noble cualquiera, ¡Iba a rechazar al jodido tisroc!

— Yo... ¿Me permite unos minutos para pensarlo? No se si se ha enterado pero mis padres murieron y es Caspian quién se esta haciendo cargo de mi y del dinero de mi familia. Necesito hablar esto con él y... Usted también debería. — Soltó Lucy completamente nerviosa. El tisroc sólo le sonrió elegantemente.

— Por supuesto.

Lucy se inclinó levemente en señal de respeto y se marchó lejos de él buscando con la mirada a Caspian.

La banda de músicos volvió a tocar y el resto de personas se colocaron en una fila uno al ladl del otro, sus compañeros en frente hicieron lo mismo y el baile comenzo. Lucy lo buscó entre los bailarines pero no lo encontró, en ese momento giró hasta la mesa de bebidas y lo vio allí hablando amenamente con Liliandi y Ramandu. La joven se apresuró hasta ellos y tomó a Caspian del brazo.

— Majestad tengo un problema. — Dijo ella intentando sonar lo mas formal posible.

— Lucy, estoy algo ocupado ¿No lo puedes solucionar tú? — Preguntó y luego señalo con los ojos a Ramandu. Lucy asumió que él estaba a punto de pedirle permiso al hombre para cortejar a su hija y Lucy se sintió egoísta por interrumpirlo, ella sabía lo mucho que a Caspian le estaba costando esa situación. — Podrías pedirle ayuda a Aaron o...

— No, no te preocupes, de todas formas no creo que él pueda ayudarme con esto. En fin, continúa con lo tuyo, ya lo solucionaré yo. — Le sonrió ella y se alejó del grupo con un claro propósito: Evitar al Tisroc lo mas que pudiera.

Caspian la observó alejarse y no pudo quitarle los ojos de encima, Lucy de verdad parecía preocupada pero aún tenía un asunto que resolver.

— Vaya su majestad. — Dijo Ramandu con una sonrisa comprensiba. — La lady no suele pedir ayuda a menos que sea importante.

Caspian pensó en las palabras de Ramandu y asintió con la cabeza, a fin de cuentas el hombre tenía razón. Lucy era, por lo general, muy independiente y no solía pedir ayuda para casi nada a menos que se la ofrecieran.

El rey persiguió rápidamente a la castaña y la tomó del brazo. Lucy se giró de repente, asustada, y al ver que era Caspian su mirada se suavizó. El rey notó eso.

— ¿Que ocurre?

— ¿No estabas con Ramandu y Liliandi? ¿Ya le pediste permiso para cortejarla? — Preguntó la castaña.

— Eso no importa ahora Lucy, ¿Tu estas bien? ¿Que pasa?

Lucy proceso lo que iba a decir cinco segundos y luego observó a Caspian.

— El tisroc me pidió permiso para cortejarme.

Caspian estuvo unos segundos en silencio, como intentando pensar lo que Lucy le había comentado. Sí, esperaba que alguien le preguntara a Lucy para cortejarla, habían quedado en que Lucy les diría que no. ¡Pero no habían creído que el tisroc sería uno de ellos! los calormenos habían estado años despreciando a los del norte, incluyendo a los telmarinos salvo contadas ocaciones cuando les convenía, por ejemplo cuando conquistaron Narnia. Pero las relaciones entre las dos naciones siempre habían sido frías y distantes, para empezar ni siquiera creían que la realeza de Calormen vendría al baile ¡¿Que demonios iban a decirle sin ofenderlo?!

— Te dije que no te acercaras a él sola.

— Lo siento, pero yo no me acerque, él lo hizo.

— ¿Por que no te negaste a bailar con él?

— No lo se — Respondió nerviosa. — Vino a mi con toda su galantería y caballerosidad, ¿Vas a culparme? Es un hombre atractivo y probablemente sea el predecesor del príncipe que me dijo: "Primero muerto antes que bailar contigo".

— ¿Bailaste con él en venganza a un tipo que murió hace mas de quiñientos años? — Caspian no se lo creía.

— ¡Sí!

— Diablos Lucy. — Murmuró el rey en un suspiró y luego observó el lugar. — ¿Que se supone que le diga?

— Evidentemente le vas a decir que no, Caspian no soy noble de nada. — Le murmuró ella en bajito para que nadie aparte de Caspian la escuchara.

— Sí, pero no esperarás que- — De repente la voz del tisroc los interrumpió.

El hombre estaba detrás de Caspian con una sonrisa enigmática y seductora.

— Majestad. — Saludó Fanra a Caspian.

— Tisroc, que lo trae por estos lados del... ¿Salón? — Saludó el rey intentando ocultar sus nervios.

— Bueno, estoy seguro de que ésta joven dama ya le habrá contado de mis intenciones. — Le lanzó una mirada sujerente a Lucy. La castaña le sonrió dificilmente.

— Yo... Estaba en eso. — Comentó.

— Sí, Lucy me lo estaba diciendo... Es que aún debo pensarlo, yo le juré a sus padres que la protegería y no puedo tomar una decision así a la ligera. Debemos encontrar al indicado... — Intentó razonar Caspian.

— ¿Que hay mas indicado que un Tisroc? — Cuestionó el moreno.

Lucy y Caspian se miraron entre ellos y luego a Fanra.

— Se me ocurren un par. — Murmuró en voz bajita Lucy, pero suficiente para que Caspian la oyera y la codeara leve y sutilmente.

— Les dire algo. Ésta no es una decisión fácil y requieren pensarlo mucho, yo aún estaré dos días aquí y les daré ese tiempo para que me den una respuesta definitiva. ¿Estan de acuerdo?

El rey y la castaña se observaron, Caspian sabía que al fin de cuentas el tenía la ultima palabra, y la solución temporal de Fanra le parecía coherente, al menos tenían tiempo para pensar en algo.

— Me parece bien. — Dijo Caspian.

— ¡Perfecto! Si me permiten debemos brindar por esto. — Dijo el Tamra mientras tomaba tres copas de vino que llevaba uno de los sirvientes en una charola y le pasó una copa a Lucy y otra a Caspian.

— A la salud de ustedes, majestad y Lady. — Dijo el Tamra levantando la copa.

— Salud. — Dijeron los otros dos y el trio bebió el liquido de las copas.

— Tiene un sabor peculiar. — Dijo Caspian aclarandose un poco la garganta.

— Sí, es algo más fuerte que el de Narnia. — Concordo Lucy, sabiendo que incluso las bebidas de Narnia le caían fuerte.

— ¡Por supuesto! Es vino exclusivamente hecho en Calormen, lo hemos traído para que lo repartan entre los invitados y anime la fiesta. — Explicó el tisroc con una sonrisa encantadora.

— ¡Vaya! eso es un grande detalle. — Caspian estaba confundido pero aún así le dio una sonrisa de agradecimiento al moreno. Parecía que realmente estaba intentando mejorar las relaciones diplomáticas. — Muchas gracias.

— Para nada, es un gran placer.

— Lady Lucinda, aun no he podido bailar con usted, ¿Me haría el honor de tener el siguiente baile conmigo? — Preguntó Caspian.

— ¿Que hay de Liliandi y Ramandu? — Preguntó Lucy.

— Es una fiesta Lu, primero deja me divertirme, luego me estresare con el trabajo. — Sonrió el rey. Lucy asintió con un sonrisa, comprendiendolo.

— Será un honor majestad.

Luego de unos minutos el baile inició, y tanto Lucy como Caspian estaban bailando con sonrisas en el rostro, tranquilos y simplemente disfrutando del momento.

— Había estado tan nervioso al bailar con Liliandi, pensando en que debía decirle, cómo debía decirselo, que había olvidado lo mucho que me gustan los bailes. — Confesó un sonriente Caspian.

— ¿Y porque te gustan tanto? — Preguntó Lucy.

— Es una distracción, un momento en el que no debo pensar en que tengo un reino que cuidar y una corona que portar, sólo bailo y me divierto.

— Lamento haber interrumpido tu oportunidad con Ramandú y Liliandi. — Soltó Lucy de golpe.

— Está bien. — La tranquilizó mientras la hacía girar para luego volver a poner su mano en su cintura. — Me alegra que lo hayas hecho, además, estabas en apuros y necesitabas ayuda.

— Gracias por rescatarme majestad. — Agradeció Lucy en una burla amistosa.

— Ha sido todo un gusto. — Le sonrió él. — Dime, ¿Los bailes en tu mundo son así? — Le murmuró en voz baja.

— No, antes lo eran supongo, pero ya no son así de elegantes, al menos no a los que yo asisto.

— ¿Y como son los bailes a los que asistes?

— Bueno, hay musica y algunos van a esos bailes buscando pareja y para beber, y la gente se viste... Bien, supongo que no es muy distinto a esto, sólo que la musica es algo mas movida, las faldas son más cortas y la gente no es tan formal.

— Suena interesante — Comentó Caspian con una sonrisa, Lucy le devolvió el gesto.

— ¿Que parte? — Susurró. — ¿La de la gente no tan formar o la de las faldas cortas?

— Ambas. — Contesto simplemente el rey, Lucy y él se rieron alegremente. De hecho, todos en la fiesta parecían mas alegres que antes, parecía que con el pasar de la noche los animos habían subido.

— Pues a mi me está gustando ésta fiesta. — Sonrió Lucy. — Perdón, baile. — Se corrigió. — Me gusta este baile.

— A mí me gustas tú — Comentó Caspian sonriendo, sus mejillas estaban levemente sonrojadas.

— ¿Te cuento un secreto? — Lucy se acercó un poco a él con un encantador sonrojo. — tú también me gustas. — Susurró ella.

Caspian y Lucy se acercaban lentamente hasta que el rey colocó su mano entre los rostros de ellos.

— No podemos hacer esto aquí, nos verían todos. — Razonó divertido.

— Es verdad, sigamos bailando entonces.

El resto de la noche continuó y ni Lucy ni Caspian se separaron mucho el uno del otro. Al igual que el resto de invitados; se estaban divirtiendo, lanzándose indirectas y sonriendo como tontos, un par de veces el Tisroc había intentado acercarse a ellos pero Caspian tomaba a Lucy de la mano y se la llevaba lejos, Fanra sólo podía bufar enfadado.

Cuando la madrugada estaba llegando la antigua reina y el nuevo rey habían salido del salón a tomar algo de aire al pasillo que daba a la recepción, uno amplio y hermosamente decoradoro. Lucy y Caspian se habían sentado en uno de los sillones a charlar, estaban bastante juntos uno del otro y sus hombros rozaban con cada carcajada.

El dúo no podía dejar de observarse, como si hubieran encontrado el mayor tesoro de sus vidas.

— Lo siento, no se que me pasa. — Dijo Lucy lentamente, aunque en realidad no mentía cuando decía que no sabía que le pasaba, se sentía mas vigorosa y cariñosa de lo usual.

— Yo también me disculpo, no soy así usualmente. — Contesto el rey en el mismo tono. — no se que me pasa, no puedo dejar de mirarte.

— Yo digo lo mismo. — Murmuró ella y notó como Caspian se acercaba lentamente a su rostro. — ¿Vas a besarme? — Preguntó ella con una sonrisa.

— Sí — Respondió como si fuera una obviedad — ¿No quieres?

— ¿Bromeas? Probablemente lo he querido desde que estuvimos en el Viajero del Alba. — Dijo ella riendo.

— ¿Antes o después de ésta aventura? — Los rostros de ellos ya estaban enfrentados y sus narices rozándose.

— Averigualo tú. — murmuró Lucy y tomó el rostro de Caspian para cortar la distancia entre los dos y besarse con fervor.

Sus respiraciones se agotaban con cada nuevo movimiento de sus labios y el tono del beso sólo subía cada momento. Ambos lo habían deseado tanto y ni siquiera habían sido conscientes de eso.

Las manos de Caspian paseaban por la espalda de Lucy y las de ella recorrían el pecho de Caspian.

— Vamos a mi cuarto. — Dijo él entre el beso.

— Vaya, ¿No está eso prohibido? — Preguntó Lucy sonrojada pero con una sonrisa coqueta.

— Es verdad, el rey podría castigarnos. — fingió estar pensativo y luego sus ojos se abrieron con felicidad, un toque de picarez podía verse en ellos — ¡Oh espera! Yo soy el rey.

Lucy soltó una risita y ambos volvieron a besarse, ésta vez con más pasión y fogosidad que antes, era una suerte que nadie los estuviera viendo.

Caspian se levantó y le ofreció su mano a Lucy, ella acepto encantada y ambos prácticamente corrieron hasta el cuatro de Caspian mientras reían como niños que iban a cometer una travesura.


C o n t i n u a r a