La luz del sol golpeó el rostro de Lucy con fuerza, sentía un dolor de cabeza horrible pero absurdamente había dormido bien, sin pesadillas ni sueños locos, tampoco había soñado. Sólo dormido.

Tenía la parte superior de su cuerpo apoyada sobre una gran almohada, no era muy comoda pero tampoco estaba mal del todo, de hecho era calentita.

Comenzó a pensar en el baile y extrañamente no recordaba mucho, sólo haber bebido con Caspian el vino que el Tisroc les había ofrecido. Entonces su cerebro hizo un click. Caspian.

Abrió los ojos y se levantó del todo, pudiendo reparar en varias cosas a las cuales enlisto en su cabeza mientras un rostro de terror se formaba en su cara.

1- Era de mañana

2- Estaba en una cama.

3- Estaba desnuda.

4- Era la habitación de Caspian.

5- La almohada que creyó estar abrazando no era una almohada, era una persona.

6- Caspian estaba durmiendo desnudo junto a ella.

"OH - POR - DIOS" — Lucy quiso gritar pero ninguna palabra salía de su boca gracias a la impresión, fue retrocendiendo lentamente hasta que cayó de la cama con un golpe seco.


Capitulo 8

La mañana más larga.


En ese momento Caspian se despertó de golpe, alertado por el ruido se acercó a ver que había pasado y su mente tardó en procesar toda la imagen: una Lucy desnuda estaba en el suelo observandolo con el mismo rostro impresionado que él.

"OH - POR - ASLAN" — Caspain gritó en su mente, no queriendo llamar la atención de los guardias que vigilaban la puerta de su habitación, si es que Lucy no lo había hecho ya. — ¡¿Porque estás denuda?! — Si bien no grito esa pregunta, si la hizo lo suficientemente alto como para alterar a Lucy. — Cubre te. — Dijo lanzándole una sabana.

— ¿Yo? ¡Tú estas desnudo! — Exclamó ella sorprendida y le lanzó la sabana de vuelta, Caspian entonces se miró a sí mismo y la impresión en su rostro sólo se hizo mayor.

— Bien, hay que calmarnos— Caspian escuchar la voz de la razon unos segundos, entonces le paso la sabana a Lucy y él tomó una cobija de la cama, entonces ambos se cubrieron.

Lucy y Caspian se levantaron.

— ¿Que nos pasó? ¿Tú recuerdas algo? — Le preguntó Lucy. Caspian intentó hacer memoria pero nada llego a su mente.

— Ni un poco. — Suspiró.

— Esto es malo... Caspian, nos despertamos desnudos en tu cama... Crees que... — Lucy sopesó la posibilidad.

— No lo creo... — Él observó nervioso la cama y luego sus facciones se relajaron un poco. — No hay sangre en las sabanas ¿No? Entonces nada paso.

Lucy estaba contrariada, se sentía bien que Caspian tuviera tan buena imagen de ella, al menos en los estandares de esa epoca, pero a la vez se sentía mal porque no sabía como explicarle a él que ya no era virgen. Entonces la posibilidad se hizo mas palpable y Lucy observó al rey palida.

Caspian se preocupo de nuevo.

— ¿Lucy? — Preguntó él.

— Bueno... — Lucy se aclaro la garganta. — En mi mundo no es... una obligación esperar al matrimonió, y las mujeres sólo sangramos una vez cuando lo hacemos.

— ¿Que quieres decir? — El pálido Caspian sabía que quería decir, pero necesitaba oírlo para creerselo.

— Yo no soy... Virgen. Es tan probable que lo hayamos hecho como que no.

Caspian abrió los ojos de par en par. ¡Oh por Aslan! ¡Esto tenía que ser un sueño o un pesadilla! La cabeza del rey trabajaba a mil por hora y únicamente se dedicaba a procesar toda la situación ¿Que tan fuerte les había pegado el vino para que ninguno de los dos recordara lo que había pasado ayer?

— Los guardias — Penso de repente. Si habían personas que podian saber lo que había sucedido eran ellos y quizá algunos sirvientes, estuvo a punto de ir hacia la puerta de la habitacion para preguntar pero el rostro palido y desesperado de Lucy lo detuvo.

— Caspian ¿Que hacemos? — Su voz sonaba perdida y lapidaria, Caspian entendió que éste no era el momento para ser presa del pánico, debía calmarse y calmar a Lucy, luego se encargaría de saber que había sucedido.

— Tranquila, primero debemos encargarnos de que nadie te encuentre aquí. — Dijo pensando con la cabeza fria. — Toma tú vestido y tus ropas, colocate las que puedas, yo haré lo mismo y te llevaré a tu cuarto despues.

— ¿No hay guardias vigilando casi siempre tu pasillo? Además algunos sirvientes ya deben haber despertado

— Te llevaré por un pasillo secreto, conecta casi todas las habitaciones y ésta tiene una conexión con la tuya.

— ¿Ya sabías que nuestras habitaciones se conectaban?

— Claro que sí, no te iba a dejar dormir en cualquier cuarto. — Caspian le guiñó el ojo con una sonrisa, de repente las palabras que dijo tomaron sentido en su cabeza y se sonrojo bastante — Quiero decir, era un escape rapido, en caso de emergencias. — Se aclaró la garganta y miró a otro lado.

Ella le devolvió una mirada sonrojada y tímida, bastante irónico considerando que estaban casi desnudos uno frente al otro y probablemente habían hecho mucho mas que mirarse la noche anterior.

Con rapidez comenzaron a vestirse, Lucy se coloco su vestido y Caspian se puso su pijama, debía asegurarse de que los ayudantes de la mañana sospecharan lo menos posible. Cuando estuvo seguro de que ambos estaban bastante vestidos camino hasta uno de los rincones de la pared y tanteo una zona donde había una mujer pintada en ella, una vez encontro la madera sobresaliente que buscaba la empujó hacia la habitación abriendo la puerta y dejando ver un oscuro y frío pasillo de piedra, colgada en la padred había una antorcha apagada y debajo de ella, en una pequeña mesita, lo necesario para encenderla, Caspian lo hizo y le sonrió a Lucy con la antorcha encendida en mano.

— Hay que apresurarnos antes de que los sirvientes que se encargan de atendernos lleguen. — Explicó Caspian.

— Los caballeros primero. — Pidió Lucy algo temerosa observando la obscuridad del pasillo.

— Cuanta galantería. — Sonrió Caspian, le parecia increible que incluso en la situación en la que sen encontraban podía bromear así, era como si todos sus nervios se fueran sólo con oír su voz, sólo para asegurarse de que ella estaría tranquila. — Bien, no te alejes de mí y cierra la puerta cuando entres.

Lucy asintió y ambos se internaron en el oscuro, humedo y frio pasillo una vez cerro la puerta. A medida que iban caminando los sonidos de algunas gotas filtradas por el techo que caían en los charcos retumbaban en un eco solitario, sólo se podían escuchar las respiraciones del par e inconientemente Lucy se aferró a las ropas de Caspian para estar un poco mas segura, le aterraban los lugares tan angostos y cerrados; una fobia que desgraciadamente había adquirido hace relativamente poco.

Caspian notó la mano de la joven aferrandose a la camisa de su pijama y sólo pudo sonreirle levemente para pasarle tranquilidad.

— ¿Estas bien Lucy?

— Sí, sólo está algo oscuro.

— Puedes aferrarte a mi mano si quieres. — Ofreció.

— ¿En serio? No es algo... ¿Indebido?

— Vamos, nunca hemos sido así. — Le dijo el rey, Lucy internamente tuvo que darle la razón. — Nadie nos está viendo y sería mas como para tí y para mi que te aferraras a algo mas que mi pijama.

Bueno, la resolución de Caspian estaba siendo lógica, tuvo que darle un punto por eso.

Algo mas convencida la joven soltó el pijama para tomar la mano del pelinegro, Caspian la apretó levemente para transferirle seguridad y así continuaron hasta que llegaron a la habitación de la castaña.

Lentamente una puerta oculta en la pared de la castaña se abrió y por ella cruzaron Caspian y Lucy.

La joven se aseguró de que nadie había entrado antes, en efecto, la chimenea estaba apagada así que era buena señal. Con nervios se giró hacia Caspian pero el rey le regaló un sonrisa tranquilizadora.

— No te preocupes Lucy, pase lo que pase lo solucionaremos juntos.

Lucy asintió y observó a Caspian marcharse del cuarto por el mismo pasillo por el que habían venido. Una vez la puerta de la pared se cerró del todo la cabeza de Lucy trabajó a mil por hora, primero se quitó el vestido y se colocó el camisón que habia estado doblado perfectamente sobre la cama, luego se metió entre las cobijas y fingió estar dormida, aunque en realidad había un pensamiento que no la dejaba de preocupar: en esta epoca no habían preservativos. Si realmente lo había hecho con Caspian...

Las puertas se abrieron lentamente y una cantarina Catherine apareció por ella.

— ¡Buenos días Lady Lucy! — Saludó feliz la joven mientras se acercaba a las cortinas para abrirlas.

Miriam saludo con un poco menos de energía pero igual de feliz y se dispuso a encender la chimenea mientras que Abigail comenzó a preparar la ropa para el día.

Lucy entre abrió los ojos y fruncio levemente el ceño.

— Vaya, cualquiera podría jurar que se la paso estupendo en el baile. — Bromeó Abigail al observar el gesto de Lucy.

— ¿Que tal le pareció su primer baile de la nueva Narnia? — Pregunto Catherin.

— Fue algo... Inesperado. — Dijo Lucy intendando encontrar las palabras.

— ¿De veras? Nosotras fuimos al baile del pueblo, estuvimos bailando toda la noche. — Dijo Catherin con ilusión mientras se rodeaba con las cortinas.

— Está ilusionada porque conoció a un joven que parece que quiere cortejarla. — Explicó Miriam con una sonrisa burlona — El pobre no sabe donde se mete.

— No seas así. — Le dijo Cath. — Es un caballero y buen mozo, su padre es dueño de una panadería en este pueblo y se la heredara a él cuando muera.

— Tiene razón, mires por donde lo mires es un gran partido. — Asintió Abigail.

— ¡Tampoco lo veas como un espécimen que elijes de una tienda! — La retó Cath. — Con razón siguen solteras.

Una risa salió de la boca de Lucy y se dispuso a levantarse de la cama con los ánimos renovados. En su mente enlistó una serie de cosas que hacer, la primera de ellas sería ir a ver al doctor.


— Majestad, está muy callado esta mañana, ¿Ocurre algo? — Preguntó uno de los sirvientes que se encargaba de encender la chimenea. Caspian salió de su ensoñación y lo observó con tranquilidad.

— No, descuide, sólo pensaba en lo que tengo que hacer hoy. — Comentó el rey.

El otro hombre sólo asintió y una vez dejaron las ropas de ese día en la cama se marcharon de la habitación para dejar que se cambiara.

Caspian debía admitir que extrañaba estar en el mar, en los barcos los marineros solían tratarlo de forma mas irreverente, pero se sentía bien con eso, jamas le habían gustado las formalidades del castillo.

Con pesar se levanto de la cama dispuesto a cambiarse cuando las puertas se abrieron de repente dejando ver a un Aaron completamente anonadado, con rapidez cerró la puerta y observó al rey de forma lapidaria.

— Te acostaste con Lucy.

Bueno, ahora Caspian ya extrañaba un poco las formalidades del castillo.

— ¿Cómo demonios...

— ¿Lo se? — Completó el comandante. — Los soldados del turno nocturno no dejan de hablar de eso, tuve que pedir que lo mantuvieran en secreto porque, si Lucy no está aquí, asumo que es algo que quieren esconder.

— Asumes bien — Admitió Caspian algo sonrojado. — Lo siento por los problemas.

Aaron sólo suspiró y se acercó a su rey mientras volvía a la calma.

— ¿Cuánto vino bebieron anoche para acabar así?

— No lo se y Lucy tampoco, pero era un vino de Calormen bastante bueno, no me sorprendería que nos hubiéramos pasado de tragos.

— ¿Sabes? Usualmente te mataría y el consejo también, pero ellos al parecer también despertaron con compañeros... Extraños.

— ¿Hablas en serio? — Caspian estaba sorprendido y extrañado.

— ¿Se oye irreal verdad? Pero es lo que paso. De hecho, tu acoston con Lucy pasó casi desapercibido por que el resto de los nobles tuvieron los mismos arrebatos. — Sonrió Aaron — Uno de los más comentados es el de los reyes de Archerland, los sirvientes dicen que estrenaron... Muy bien la habitación.

Caspian estaba atónito, usualmente los reyes se controlaban o al menos intentaban ser mas discretos, creyó que él y Lucy se habían pasado de copas, pero al parecer el resto de invitados había hecho lo mismo.

— No hubo ningún... Incidente ¿No?

— ¿Que se sepa? Todos los actos fueron más que consentidos por todas las partes. Extraño ¿Verdad?

— Sí, mucho. — Murmuró el rey pensativo. — ¿Podrías llamar a mi consultor? Necesito que busque al medico y al alquimista para que revisen si habia algo en la comida o la bebida.

— Los cocineros se van a sentir muy insultados. — Sonrió burlón Aaron. — Lo llamé antes de venir, debe estar llegando en unos minutos.

— Bien — Afirmó Caspian para luego vestirse.

— ¿Cómo se encuentra Lucy? — Preguntó Aaron cambiando de tema.

— Está algo preocupada pero creo que es mas bien porque teme quedar embarazada. La verdad es que asumió todo con bastante rapidez. — Concluyó Caspian.

Aaron estaba sorprendido, y no era para menos, pensó el rey. A las jóvenes no se les indicaba sus deberes matrimoniales hasta un día ante de casarse para que se mantuvieran castas y puras, un poco una tontería, pero eran tradiciones y se respetaban, además las propias jóvenes se enteraban por sí solas o porque que alguien que no era de la familia se lo comentaba. Sin embargo las cosas en el mundo de Lucy parecían ser muy distintas.

— ¿Hay que... limpiar las sabanas? — Volvió. preguntar el comandante.

Caspian tenía una sonrisa de gracia en el rostro, si los hermanos Pevencie se enteraban lo matarían.

— No. — Respondió el rey.

— Oh, entonces ¿No lo hicieron?

— No lo sabemos, en el mundo de Lucy no es obligación mantenerse hasta el matrimonio, ella no era virgen cuando nos acostamos ayer.

El rostro de Aaron pasó de la confusión, al asombro y decidió ya no preguntar más por el bien de su salud mental.

— ¿Qué harán si acaba embarazada?

— No tengo idea y tampoco lo hemos hablado, supongo que ya encontraremos una solución pero mientras tanto seré positivo e implorare porque no sea así. — Rogó el rey mientras tomaba las ropas de su cama. — Ahora, ¿Puedes dejar de preocuparme tan de mañana y permitir que me cambie?

— Claro majestad — Dijo Aaron levantando las manos mientras camina a hacia la puerta.

— Oh y Aaron, ¿Podrías poner mas seguridad? hasta que no estemos seguros de que sucedió nadie puede salir del castillo sin que yo se sepa a donde se dirige y le haya dado mi permiso.

Aaron observo a Caspian seriamente y asintió para inclinar la cabeza en señal de respeto.

— A la orden majestad. — Habló retirándose del cuarto en dirección a los guardias que protegían el castillo para darles ordenes de que pasaran la voz.


Luego de vestirse y de desayunar en el comedor junto con Caspian y el resto de invitados importantes Lucy camino apresurada a la habitación donde se encontraba el medico real no sin antes cruzar una mirada cómplice con Caspian, obviamente ambos tenían la misma preocupación.

Cuando la joven llego a la habitación toco tres veces y un "¡Adelante!" con un tono de voz bastante agobiado Lucy asumió que el pobre de Henrie llevaba una mañana bastante agitada.

— ¿Doctor Henrie?— Pregunto ella asomándose por la puerta. El hombre, que estaba sobre una escalera sacando libros de una de las altas estanterías del cuarto le sonrió.

— ¡Ah! ¡Majestad! Bienvenida, creo que es la primera vez que viene a mi despacho.

— Así es. — Afirmo ella y entro lentamente cerrando la puerta tras de si. — Lamento la intromisión si estaba haciendo algo importante.

— No se preocupe, me agrada la compañía— La calmo él — Aunque he de asumir que si vino aquí hoy es porque algo la preocupa.

— Si bueno... Es algo vergonzoso. — Dijo ella mientras arrugaba un poco su falda por apretujar la tela entre sus puños.

El doctor bajo de la escalera con sus libros en la mano y los coloco cuidadosamente sobre la mesa, luego se acerco a Lucy y le coloco una mano en el hombro para tranquilizarla.

— Soy doctor y ante todo la privacidad de mis pacientes es primero, le prometo que cualquier cosa que me comente quedara entre nosotros.

— Yo... Hoy me desperté y... — De repente a Lucy le costaba encontrar las palabras, tener que explicárselo a alguien le hizo caer realmente en lo que habia pasado ¡Por Dios, se habia acostado con Caspian! ¡Y ni siquiera lo recordaba como para al menos decir que había valido la pena! — Estaba en la cama de alguien mas, con ese alguien, desnuda; él tambien lo estaba. Tengo miedo de...

— ¿Quedar embarazada? — Preguntó el medico asumiendo el temor de la joven.

— Si. — Murmuró ella en voz baja. — Quería saber si en Narnia hay algún metodo anticon- — Iba a seguir, pero no sabia si en Narnia llamaban a esos métodos con esos nombres. — Alguna forma de no quedar embarazada.

— Hay una flor, las mujeres que trabajan en prostíbulos suelen beberla en el té. — Dijo el medico. — Solo se puede evitar el embarazo dos veces, si tomas el té una tercera vez es probable que no puedas tener hijos jamás.

— Entiendo...

— Lamentablemente ya no me quedan más, no eres la primera joven hoy que vino a mi con las mismas peticiones.

— ¿No? — Preguntó ella curiosa.

— El rey me mando a investigar esto junto con el alquimista del castillo, cree que alguien pudo haber envenado la comida o la bebida.

— Vaya. Entonces ¿No hay mas flores?

— No en el castillo, pero puede que en la farmacia del pueblo aun posean algunos. — Dijo Henrie pensativo, luego fue hasta su escritorio y tomo un papel y su pluma. — Te haré una nota para que vayas a la farmacia y compres todas las flores de zanahoria silvestre que tenga, tengo la sensación de que voy a necesitar mas. Iría yo mismo pero estoy atareado con la investigacion.

— No se preocupe, yo me haré cargo. — Le sonrió ella.

— Muchas gracias. — Le sonrió amable el hombre. — Cuando vengas con las flores te preparare el té.

Lucy asintió y salió del despacho para caminar hasta la entrada principal del castillo, su sorpresa fue enorme cuando vio a Lilliandi y Ramandú en las escaleras frente a un carruaje mientras algunos sirviente levantaban sus maletas.

— Señor Ramandú, Liliandi, ¿Ya se marchan? — Preguntó la joven consternada.

— Oh si, ya hemos estado mucho tiempo en el castillo y tenemos cosas que hacer en nuestro hogar. — Dijo el hombre.

— ¿Caspian lo sabe? — Preguntó ella.

— Por supuesto, nos despedimos de él hoy en la mañana.

Lucy estaba confundida, entonces ¿Caspian no les habia preguntado? ¿O ella se habia negado?

— Señor, ¿Este baúl lo colocamos por aquí? — Preguntó uno de los sirvientes mientras sujetaba el objeto, entonces Ramandu se acerco al joven mientras Lucy aprovecho para acercarse a Liliandi.

— Caspian... ¿Su majestad te pregunto si...?

— ¿Podía cortejar me? — Termino la pregunta la rubia, Lucy asintió y ella se río levemente. — No, pero si te soy honesta suponía que quería preguntármelo hace días.

— ¿Entonces porque no lo hablaste con él? —Preguntó la inglesa curiosa.

— No creo ser la indicada para él y estoy segura de que Caspian tambien lo cree. — Afirmó la chica, Lucy observo pensativa el suelo. — ¿La preocupa algo Lady Lucy?

— No, quiero decir, si me preocupa un poco lo que pesados que serán en el consejo con su majestad, pero estoy segura de que el podrá arreglárselas. — Explico Lucy intentando excusarse. — Si me disculpas debo marcharme a la farmacia, tengo ciertas cosas que comprar.

— Entiendo, por favor cuídese alteza, y cuide a su majestad, siento la oscuridad acercándose pronto. No se que es pero si usted esta aquí debe ser importante, procuren cuidarse entre ustedes. —Advirtió Liliandi.

— Por supuesto. — Aceptó Lucy, ambas se inclinaron frente a la otra y luego de que la joven inglesa se despidiera de Ramandu tomo uno de los caballos y se dirigió hasta la entrada camino al pueblo, en ese momento uno de los guardias de la reja la detuvo.

— ¡Lady Lucy! ¿A donde se dirige? — Preguntó el soldado.

— Voy al pueblo a comprar unos medicamentos para el Doctor Henrie. ¿Ocurre algo malo?

— Su majestad dio la orden de que nadie puede salir sin su permiso, iré a decirle al rey a donde se marchara y si la deja salir puede irse. — Explicó el guardia.

Lucy asintió y una vez que el guardia entro al castillo suspiro hacia arriba levantando un poco el cabello que tenia en la cara, ¿Que estaba pasando? Lucy estaba casi segura de que no serian buenas noticias si Caspian ponía una regla así tan de repente.

Luego de quince minutos el guardia llego e hizo señas para que levantaran la reja y bajaran el puente.

— Puede irse mi lady, su majestad dijo que una vez termine de entregarle la medicina a Henrie vaya a verlo a su oficina. — Explico el guardia y le entrego una tela que tenia en colgando en sus brazos, era una capa para cubrirse. — Dijo que utilizara esto en el camino, a lo mejor llovizne un poco en el camino.

La joven observo el cielo, estaba algo gris y habia viento, si bien el vestido evitaba que sintiera frio no estaba de mas prevenir.

— Gracias. — Sonrió la joven y tomo la capa para colgársela sobre los hombros y abrochársela con un botón.

— Siga el camino central y no se perderá, siempre hay guardias cuidando el sendero.

— Agradezco las indicaciones, tenga un buen día. — Se despidió ella marchándose del castillo.

Caspian observó a la joven extranjera marcharse hacia el pueblo desde la ventana de su oficina, sus pensamientos habían viajado a todo lo que ocurrió esa mañana, las sorpresas, los problemas; todo de repente se estaba acumulando pero seguía sin encontrarle sentido a las cosas.

— ¿Dejaste ir a Lucy sola al pueblo? — Preguntó Aaron impresionado mientras observaba tambien por la ventana.

— Aunque no me gusta, Lucy ya es mayor; muy mayor de hecho y tiene que adaptarse a ser mas autónoma aquí si acaba siendo que...

— ¿No puede volver? — Completó Aaron la frase.

— Exacto

— ¿Por qué crees que no podría?

— Estuvimos hablándolo con Ramandú, él sabe un par de cosas, me explicó que solo hay tres formas en las que una persona del mundo de Lucy pueda quedarse aquí tanto tiempo, la primera es que haya atravesado un portal de casualidad, como lo hicimos lo telmarinos, la segunda es que sea Aslan o alguien de éste mundo quien la invoque aquí, y la tercera... — Caspian dudó en decirlo, sin embargo, el rostro confundido de Aaron lo ánimo a continuar hablando. — Es que haya muerto en su mundo.

— ¿Qué? — Preguntó el general impactado.

— Lo se, parece que las personas que mueren en el mundo de Lucy pueden obtener una segunda oportunidad en el reino de Aslan, así que aparecen en playas narnianas y un bote los busca para llevarlos a su nueva vida.

— ¿Crees que Lucy haya muerto?

— No lo se, quiero creer que no, la principal razón es que ella sangra, se lastima, se ha desmayado. Según Ramandu una persona muerta no puede sufrir de todo eso si esta destinada a ir al reino de Aslan, y ambos sabemos que Lucy tiene un lugar asegurado ahí. Procura no decirle nada de esto por ahora, no quiero alarmarla.

— Descuida. De todas formas, ¿Estas seguro que es bueno que vaya sola al pueblo?

— Ella es una adulta, me dijo en una de las charlas que solíamos tener aquí antes de que Liliandi llegara, que su familia aun la trataba como si fuese una niña indefensa, incapaz de cuidar de sí misma. Quiero que Lucy se sienta cómoda el tiempo que este aquí y confío en que ella estará bien, ya nos demostró que sabe defenderse de todas formas. — Sonrió de lado el rey y luego observó a su amigo. — Vamos, tenemos cosas que hacer.


Cuando Lucy llegó al pueblo observó las personas andando de un lado a otro, haciendo las compras del día o intercambiando bienes. Lucy sentía que amaba mucho el aire rural y clásico que había en Narnia, le hacía sentir que todo era mas sencillo que cuando vivía en su mundo, con los autos, las personas corriendo de un lado a otro, recuperándose de una horrible guerra mundial y el temor a una posible guerra nuclear a la vuelta de la esquina. Todo en Narnia era más tranquilo, más pausado y extrañamente ella sintió que ese aire le estaba haciendo bien, la estaba despejando e incluso ella se sentía mas tranquila y con menos tendencias a enfadarse.

Algunos perros correteaban libres por las calles y un joven en la plaza del centro gritaba para que las personas que esperaban una carta fueran a recogerla.

Cuando Lucy llegó a la farmacia observo el edificio, era bonito y grande, con su madera pintada de verde y con varias enredaderas escalando por sus paredes. Dejó el caballo atado frente a un bebedero y entró a la tienda.

— Buenos días. — Saludó al encargado al ver que no había nadie mas allí.

— Buenos días jovencita, no la he visto por aquí antes, ¿Es nueva en el pueblo? — Preguntó el encargado detrás del mostrador, un hombre viejo y canoso, pero amable.

— Podría decirse. —Comentó Lucy. — Vengo de parte del Doctor real Henrie, necesita todo lo que tenga de esto. — Le pasó el papel con la elegante letra de Henrie escrita en él.

— Flores de zanahoria silvestre... Que extraño, hace un mes Henrie vino a comprar bastante de esto. — Comentó pensativo el anciano y luego rió. — Si que deben divertirse mucho en el castillo, tienes suerte de que ayer me haya abastecido... veamos. — El hombre se subió a una escalera detrás de él y se movió por los estantes mientras buscaba la caja. — ¿Eres aprendiz de Henrie? — Preguntó el hombre intentando dar charla.

— No yo... Soy invitada del castillo y una buena amiga del doctor. — Le explicó Lucy.

— Oh, ¿Y de donde viene?

— El Norte...


Caspian se encontraba en su despacho haciendo papeleo y leyendo peticiones, luego de haber hablado por el alquimista y el doctor ambos le dijeron que tenían fuertes sospechas de que el problema no venía de la comida sino de la bebida, el cocinero se volteó con un rostro ofendido y se marcho de la habitación diciendo " Por supuesto que sí, que ofensa que creyeran que mi comida estaría envenenada, por el amor de Dios".

Las bebidas que habían tomado ayer venían de Calormen, pero no habían posibilidades de que el Tisroc hubiera puesto algo en el vino, ¿O sí?

— ¡Majestad! — Aaron apareció de repente el despacho con la respiración agitada — Tiene que venir conmigo ahora.

— ¿Que ocurre? — Preguntó el pelinegro levantandose.

— No va a creer quién llego hoy.

Caspian se dejó guiar por los pasillos hasta que llegó a una de las muchas salas del castillo, allí encontró a un grupo de guardias y un joven moreno, de no mas de 24 años, sucio, herido, cansado y hambriento. Comía con algo se brusquedad la comida que le habían entregado, como si llevara días sin probar un bocado. Por sus rasgos físicos todo apuntaba a que era un joven de Calormen. Cúando el chico se dio cuenta de quién había entrado dejó de comer y se levantó enseguida para inclinarse.

— Rey Caspian X, mi nombre en Abid, vengo de parte del Tisroc de Calorme a entregarle esta carta a usted — Le mostró el sobre perfectamente envuelto — Disculpe el retraso.

Caspian estaba confundido, observó a Aaron de reojo quién levantó y bajó brevemente los hombros, dando a entender que esto lo desconcertaba tanto como a él.

— Gracias, ¿Que te ocurrió? — Preguntó el rey mientras tomaba la carta y se sentaba en uno de los sillones para que el joven pudiera tomar asiento de nuevo.

— Unos asaltantes me atacaron mientras venía camino aquí, eran aterradores, tenían tunicas pero parecían completamente negros, como si fueran sombras vivientes realmente aterradoras, me creyeron muerto cuando me clavaron una espada en el abdomen y me tiraron a un río, por suerte unos campesinos me encontraron y cuidaron de mi, ni bien me repuse por completo vine a estregarle esta carta, pero me tomó tres días llegar hasta aquí porque vine caminando.

— Dijiste que es de parte del Tisroc, ¿Por qué no lo entrego en persona?

— ¿Disculpe? — El joven parecía desconcertado, igual que todos en la sala.

— El Tisroc esta en el castillo, ¿Porque no me la entrego él en persona?

— Sin ánimo de contradecirlo, eso es imposible magestad, el Tisroc no puede venir a Narnia porque tiene una rebelión que atender en Calormen, yo vengo a entregarle la carta de rechazo a la invitación de la Gran Gala, de nuevo, mis disculpas por la tardanza.

Todos los narnianos en la sala observaron al joven como si se hubiera vuelto loco, ¿El Tisroc había rechazado la invitación?

— Pero estuvo en el baile anoche. —Dijo Caspian pensativo mientras observaba la carta, tentado en abrirla. — Lleven al joven Abid a una habitación comoda del castillo y denle ropa nueva y comida, quedese unos días aquí hasta que recupere fuerzas y luego le daremos un caballo para que pueda volver a Calormen.

— Es usted muy amable alteza, gracias. — se levantó y se inclinó ante Caspian para luego seguir a los guardias.

Cuando el joven se marchó Caspian abrió la carta y Aaron se paró frente al rey esperando a que dijera algo.

— Sí es del Tisroc rechazando la invitación. — La voz de Caspian sonó lapidaria.

— Espera, el tisroc estuvo aquí anoche, ¿Crees que se pudo haber arrepentido?

— Con lo que tardan en llegar la cartas, si hubiera querido venir aquí se hubiera cruzado con el mensajero en algún momento. — Razonó el rey. — Y ésta carta tiene el sello real.

— La otra que aceptaba la invitación tambien lo tenía. ¿Qué está pasando?

Caspian se tomó unos segundos para pensarlo, fuera lo fuera no era bueno. Recordó como el Tisroc había estado fuertemente interesado en Lucy la noche anterior y algo hizo click en su cerebro.

— Aaron, busca a un guardia que sea un ginete hábil, dile que busque a Lucy y la traiga aquí, ya no sé sí es seguro que salga del castillo. — Ordenó Caspian. — Una vez que lleguen a salvo bajen las rejas y eleven el puente, que nadie más excepto los sirvientes que están fuera del castillo puedan entrar, ahora mismo no puedo fiarme del Tisroc.

— Entendido majestad. — Acató Aaron para luego marcharse.


Lucy ya estaba camino al castillo con el morral de la silla del caballo lleno de flores de zanahoria silvestre, esperaba que funcionaran porque no sabía que iba a hacer si realmente acababa embarazada de Caspian.

mientras trotaba tranquila observando el paisaje vio de repente a un soldado del castillo cabalgando rápidamente hasta ella y se detuvo justo en frente, ella paro a su caballo también.

— Lady Lucy, debe volver al castillo inmediatamente, yo la escoltare. — Dijo el guardia.

— ¿Qué ocurre? — Ella estaba confundida.

— No lo se, pero son ordenes de su majestad.

Lucy asintió algo extrañada pero aun así siguió al guardia hasta el castillo haciendo correr al caballo todo lo que podía. Cuando cruzaron el gran arco de pidra uno de los soldados dio una señal al vigía de la entrada y las rejas se bajaron al mismo tiempo que el puente levadizo se levantaba.

— ¿Qué está pasando? — Preguntó Lucy al guardia, sin embargo éste no le dio una respuesta concreta ya que sabía tan poco como ella del tema.

— Lady Lucy. — Habló el asistente de Caspian, que usualmente lo ayudaba con los papeles. — El rey la espera en su despacho.

La joven tomó la bolsa de tela con las flores del morral de la silla de montar y subió las escaleras del castillo hasta llegar con el consejero; mientras uno de los hombres que atendía los establos se llevaba el caballo para sacarle la silla de montar y darle algo de beber.

— ¿Sabe que esta pasando? — Preguntó Lucy una vez se encontró junto al hombre. Ambos comenzaron a caminar juntos en dirección al estudio del rey.

— Su majestad la pondrá al tanto cuando hable con él, por ahora no queremos generar rumores.

¿Rumores? ¿De que se trataba? ¿Y si era sobre cómo despertaron esa mañana? ¿Acaso alguien había estado diciendo que Caspian y ella se habían acostado? ¿Qué demonios sucedería si el consejo se enteraba? Lucy NO quería saber esa respuesta.

Caminaron rapidamente hasta el estudio y la joven apretaba cada tanto la bolsa de tela, los nervios la estaban volviendo loca.

El asistente abrió la puerta y dejó que Lucy entrara para luego cerrarla detras de ella. La castaña observó a Caspian y Aaron hablar con Henrie y un hombre mas viejo y de larga barba blanca que había visto cada tanto por el castillo pero qué, sin embargo, nunca le presentaron, asumió que debía ser el alquimista del que le había hablado Henrie esta mañana.

Cuando los hombres sintieron la puerta abrirse observaron a Lucy entrar. Caspian le sonrió y le pidió que se acercara, la joven lo hizo con algo de prudencia.

— Lucy, él es Esteban, el alquimista real. Esteban ella es Lucy la valiente, reina de Narnia hace unos quiñientos años. — Los presentó Caspian.

El rey había decidido decirle la verdad a su alquimista porque él vivía en el castillo desde hace años y había visto crecer a Caspian desde que era un bebe, no tenía sentido decirle al hombre que Lucy era una amiga de su infancia.

— Un placer majestad — Dijo el hombre inclinándose levemente — Debo decir que se ve muy joven para tener más de quinientos años, ¿Que especie es?

— Ah... — Eso desconcertó a Lucy unos segundos hasta que pestañeo levemente y sonrió — Soy humana igual que usted, le juro que no tengo quinientos años.

— ¿En serio? ¿Y como es entonces posible...? — Preguntó curioso el hombre, sin embargo Caspian lo paró ahí.

— Eso sería una conversación genial para una tarde de té, pero tenemos algo importante que discutir ahora.

— Es verdad, ¿De que se trata todo esto Caspian? ¿Por que cierras el castillo? — Preguntó Lucy.

— Por esto. — Caspian le mostró la carta.

— ¿Una carta? — Preguntó ella tomandola entre sus manos y abriendola.

— Del Tisroc. — Respondió Aaron.

— ¿El Tisroc? — Lucy comenzó a leer la carta curiosa, ¿porque el Tisroc enviaría una carta si estaba en el castillo? Leyó la gran parte con rapidez en su mente, sin embargo llego a una sección que tuvo que leer en voz alta para creersela— ... Debido a ésta lamentable situación me veo en la obligación de rechazar su invitación a la Gran Gala de Narnia con la esperanza de ser invitado a alguna fiesta el año proximo... — El silencio se hizo casi palpable unos segundos — ¿Que significa ésto? Es Tisroc esta en el castillo en su habitación, esto no tiene sentido.

— Eso mismo pensamos nosotros. — Dijo el rey, quién se apoyo en su escritorio pensativo.

— El mensajero del Tisroc llego hoy al castillo, sucio, herido y agotado, dice que lo atacaron. — Explicó Aaron.

— ¿Y que tan seguros estan de que es un mensajero del Tisroc? — Preguntó Pevencie.

— ¿Realmente? No mucho. — Explicó Aaron. — Perdió todas sus cosas cuando lo atacaron y sólo le quedo esta copia que, segun él, hizo el tisroc, de la carta en caso de emergencia.

— Sin embargo lo del vino nos hace dudar del Tisroc con el que estuvimos anoche. — Siguió Caspian

— ¿El vino? — Lucy sentía que se confundía cada vez más.

— No fuimos los únicos que despertamos sin saber que paso anoche. — Le sonrió el pelinegro de manera burlona. — Parece que envenenaron el vino con un afrodisíaco y varios somniferos que hacen efecto a largo plazo.

— Y el vino que se bebió anoche era en su mayor parte de Calormen, traído aquí por el Tisroc. — Completó Amaron.

— Lo que no comprendo es que ganaría el Tisroc haciendo todo esto, o que ganaría el chico si todo esto realmente es una mentira muy bien elaborada. — Cuestionó Henrie pensativo.

— ¿Hablaste con alguien que haya estado en Calormen recientemente? — Preguntó Esteban. — Una rebelión no se forma de la noche a la mañana.

— Mandé a traer a varios comerciantes cuyo mercado principal es Calormen y que estuvieron en el baile anoche, quizá ellos nos puedan esclarecer un par de cosas. — Respondió Aaron.

Decidieron sentarse en los sillones y sillas al rededor de la chimenea mientras hablaban de lo sucedido y esperaban a los comerciantes, no tardaron mucho en llegar. Tres hombres, dos telmarinos y un fauno, entraron por las puertas del despacho y saludaron respetuosamente al grupo. Caspian los invitó a tomar asiento y pidió a una sirvienta que les trajera algo de té y galletas.

Mientras bebían hablaron sobre los negocios que tenían en Calormen y con quienes se contactaban, entonces el fauno dijo algo curioso.

— Tiendo a moverme mucho entre los barrios bajos de varias ciudades importantes de Calormen, exporto medicinas narnianas a bajo precio para los sectores mas pobres, ya sabe que la medicina en Calormen es absurdamente cara. — Explicó el fauno. — La cuestión es que últimamente en varios de mis viajes he oído quejas negativas sobre el gobierno del Tisroc y de como deseaban ir a Archerland por una mejor vida. No eran comentarios con respecto a alguna rebelión pero sí noté mas inconformidad que de costumbre.

— ¿Hace cuanto fue eso? — Preguntó Aaron.

— Unos seis meses.

Aaron observó a Caspian y a Lucy, estaban de acuerdo en que era tiempo suficiente para formar una rebelión pero eso aún así no aclaraba mucho. Entonces uno de los hombres, el más grande de los dos, comenzó a hablar.

— Ahora que lo dices, recuerdo que hace un año fui por un viaje de negocios con un hombre rico, dueño de un importante negocio de telas en Archerland, le pregunté sobre si tenía asuntos o negocios en Calormen, puesto que no quería involucrarme en relaciones de negocios cruzados. El hombre me respondió que su socio en Calormen había cortado negocios con él porque su negocio había entrado en quiebra debido a varias leyes que había sacado el Tisroc, según mi ahora socio en Archerland, me dijo que ese hombre era parte de un gabinete de importantes terratenientes en ese reino y ninguno de ellos parecía feliz con esa situación pues les quitó varios privilegios para sopesar las perdidas económicas que estaba teniendo Calormen.

— Odio decir esto pero creo que la rebelión podría ser mas real de lo que creemos. — Dijo Lucy.

— ¿Porque piensas eso? — Preguntó Caspian.

— ¿Te lo digo desde la experiencia? —Preguntó la chica observando al rey, éste asintió. — el ultimo rey que puso a la gente importante y poderosa en su contra acabó con la cabeza cortada, no hubo derecho divino que valiera. — Explicó. — Un hombre llamado Alejandro Magno dijo: No le temo a un grupo de leones liderado por una oveja, le temo a un grupo de ovejas liderado por un león.

— Entonces si la clase alta esta enfadada con el Tisroc es probable que la clase baja no haya tardado en sumarse. —Aaron entendió que eso tenía bastante sentido.

— Enviar a alguien a comprobar a Calormen podría ser riesgoso.— Pensó Caspian en voz alta y el resto le dio la razón.

Luego de unos minutos se despidieron de los comerciantes pidiendoles que por favor guardaran el secreto de todo lo que se había hablado en la reunión, entonces una vez se marcharon Henrie le hablo a Lucy.

— Con todo este agetreo no pude preguntarle, ¿Logró conseguir las flores?

— Sí, aquí estan. — Dijo sacando del bolsillo de su vestido un saco con las flores dentro. — Eran todas las que le quedaban, espero que le sirvan, el resto las llevó un sirviente a su oficina.

— Oh por supuesto, — Respondió Henrie tomando el saco. — Bastará por unos días, gracias alteza. Pediré a las cocineras que traigan una tetera con agua caliente y le preparare el té — Lucy asintió con una sonrisa y el hombre abrió la puerta del despacho para llamar a una sirvienta.

— ¿Te sientes mal Lucy? — Preguntó Caspian preocupado. —Cuando me dijeron que irías a buscar un remedio para Henrie no esperé que fuera para ti.

— Estoy bien. — Sonrió ella para tranquilizarlo. — Es una flor anticonceptiva, evitara que nuestra noche de borracheras tenga consecuencias.

Caspian se sonrojó fuertemente y Aaron tuvo que contener una risa para no burlarse del rey en frente del medico y el alquimista.

— Entonces ¿Que hacemos ahora? — Preguntó Aaron. — Es obvio que tendremos problemas si resulta que nuestro Tisroc es el tisroc real.

— Él estara aquí sólo tres días. — Comentó Lucy pensativa. — ¿Estaría bien observarlo mientras tanto?

— ¿Y dejar que deambule por el castillo? Es tiempo suficiente para hacerle daño a alguien, si ya enveneno el vino no se que otra cosa podría hacer. — Habló Caspian mientras se sentaba en la silla detras de su escritorio y apoyaba sus brazos en el mueble, pensativo. — ¿Como haremos que alguien lo siga las 24 horas sin que se sospeche?

— ¿Y si utilizas la excusa del cortejo? — Le preguntó Lucy. Los hombres de la habitación giraron a mirala.

— ¿Cortejo? ¿El tisroc pidió cortejarte? — Aaron estaba sorprendido, sin embargo se sorprendió aun más con la respuesta de Caspian:

— Absolutamente no.

— ¿Por qué? — Replicó el comandante esta vez. — Es una gran idea.

— Sea o no el tisroc real ¿Porque estaría interesado en ti? — Preguntó Caspian.

— ¡Wow! Gracias majestad. — Respondió Lucy de mala gana mientras iba a recostarse en el sillon. — Es usted muy bueno en eso de levantar el autoestima de las personas.

— No me refiero a eso. — Intentó aclarar cuando unos golpes en la puerta lo interrumpieron. — Adelante.

Una de la sirvientas llegó con la tetera de agua caliente y las tazas de té, Henrie tomo la bandeja de plata con los objetos y le agradeció a la sirvienta con una sonrisa, la mujer le devolvió el gesto y con una leve inclinación se marcho del lugar. El doctor fue hasta la mesita de café que había frente al sillon donde estaba Lucy y comenzó a preparar el té.

— Me refiero a que él es el tisroc, ¿Por que se interesaría en una nueva noble de Telmaria sin preguntar siquiera tu dote? — Preguntó Caspian. El grupo le vio sentido a ese planteamiento.

— ¿Quizas como segunda o tercer esposa? — Preguntó el alquimista. — Los reyes de Calormen tienden a tener mas de una esposa.

— No lo se, todo esto me hace sospechar demasiado. Ese hombre parecía muy... Apegado a tí anoche Lucy, no me agrada que estés tanto tiempo cerca de él. — Concluyo el rey. La castaña lo observo unos segundos y penso que Caspian tenia algo de razón, todo esto sonaba muy raro.

— ¿Acaso esos son celos? — Le susurró Aaron a Caspian con una sonrisa burlona.

— No seas imbécil. — Le susurró el azabache de vuelta y giró los ojos.

— Aun así ¿Que otra opción tenemos? — Preguntó Lucy.

— Lady Lucy, Su té está hecho. — Dijo Henrie llamandole la atención, la joven se sento en el sillón y tomó la taza. — Es probable que esto la haga sentir mal un par de horas, tendrá mareos, migrañas, dolores de cabeza y vómitos.

— Son muchos síntomas. — Dijo ella algo asustada.

— Descuide, sólo serán un par de horas y pasará pronto. — Le sonrió el medico.

— ¿Y que tan efectivo es? — Preguntó Caspian curioso.

— Bastante si se lo bebe justo después del acto, pero a medida que se tarda mas la efectividad baja. Pero descuide, si lo bebe ahora es muy probable que funcione aun. — Concluyó mirando a Lucy.

La joven olfateo un poco el té y luego se tapo la nariz antes de beber el té entero con una cara de asco.

— Sabe terrible. — Dijo ella.

— Bueno, la flor de Zanahoria salvaje no es lo mas delicioso para un té. — Sonrió Henrie y tomó a Lucy de los hombros empujandola a acostarse de vuelta. — Será mejor que se relaje ahora.

Caspian la observó preocupado y luego caminó para sentarse en el sillón frente a Lucy.

— Escucha, eres una mujer atractiva, cualquier hombre mataría por estar a tu lado — Hablo el rey con sinceridad — pero no quiero que sea, justamente, nuestro posible tisroc envenenador de vinos el hombre que este junto a ti. — Lucy se sonrojó un poco.

— Lo entiendo, pero ¿Que otra forma tienes de hacer esto sutilmente? — Preguntó la joven y el grupo se quedó en silencio, pensativos e intentando maquinar otro plan que funcionara.

Luego de unos minutos de caminar por el cuarto, pensar y dar ideas llegaron a la conclusion de que no encontraban una conclusión. Las puertas se abrieron y el asistente real entró por ellas para decir que los reyes de Archerland habían pasado a despedirse, entonces la pareja entró por la puerta.

— Alteza. — Saludó el rey de Archerland.

— Majestades. — Devolvió el saludo Caspian, los había puesto al tanto de todo ni bien habian comenzado asurgir problemas y los reyes habían decidido volver a Archerlan por la seguridad de su reino.

El resto de Nobles también habían sido notificados de un potencial peligro (si decirles cual en especifico) y se les había pedido que se marcharan cuanto antes.

— Lamentamos tener que irnos tan pronto. — Lamentó el hombre.

— Está bien. — Respondió Caspian. — Los escoltaran un grupo de treinta soldados hasta los limites de Narnia con Archerland, un mensajero ya salió del castillo para enviar la misiva de que se marcharan antes, una vez crucen Narnia los escoltaran los guardias de Archerland.

— Muchísimas gracias por todo rey Caspian — Habló la mujer. — Ha sido un placer verlo, y a su compañera de anoche, enviele mis saludos y hazte un favor, pídele matrimonio a esa jovencita, es adorable.

— Estoy aquí. — La voz de lucy se escuchó de fondo para el casi susto de los pobre reyes que vieron cómo la mano de la joven se asomaba por la cabecera del sillón.

— ¿Lady Lucy, que hace ahí? — Preguntó el rey de Archerland curioso.

— Descanso un poco — Se excusó la castaña. — Fue una noche larga.

Luego de unos minutos de charla Caspian despidió a los reyes y ellos se marcharon siendo guiados por el asistente real.

No pasó mucho tiempo más cuando Lucy comenzó a sentir extraña, con dolor de estomago y mareos mientras sus quejas por las molestias con pequeños gemidos se hacían cada vez mas frecuentes. Entre tanto el resto del grupo aun debatía sobre que hacer o de que manera abarcar todo el problema.

— ¿Y si lo hablamos con el consejo y lo dejamos todo a manos de ellos? — Preguntó Aaron.

— El consejo sería capaz de entregarle a Lucy con un moño de regalo con tal de no gastar recursos. — Gruñó el azabache. Ésta vez fue Henrie quién habló.

— ¿Y el resto de generales?

— En Cair Paravel o los pueblos costeros. — Respondió Aaron — Hasta que no nos hayamos asegurado de atrapar a todos los piratas de la organización no podemos moverlos.

— Podemos simplemente sacarle información en alguna fiesta de té. — Habló Lucy desde el sillon. Se levantó con cuidado de no marearse y se acercó al resto, estaba algo pálida.

— ¿Una fiesta de té? — Caspian alzó una ceja curioso.

— Ya sabes, lo invitamos a tomar el té, le preguntamos sobre Calormen, dependiendo de que nos responda sabremos como actuar.

— Eso podría funcionar — Dijo Aaron sopesando la posibilidad.

De repente la puerta se abrió abruptamente y por ella apareció un guardia, agitado.

— Majestad, ha habido un asesinato.

— ¡¿Qué?! — Caspian se sobresaltó al igual que todos los demás y se acercaron con rapidez al guardia. — ¿Quien murió?

— El chico que llegó hoy en la mañana, decía ser mensajero de Calormen.

Las miradas se cruzaron en la habitación y casi como si hubieran pensado lo mismo al mismo tiempo y salieron de la habitación por el pasillo, a toda prisa.

— Henrie, Esteban, necesito que vayan a ver el cuerpo. — Ordenó Caspian. — Lucy, Aaron, vengan conmigo, iremos con el consejo.

— Sí majestad — Respondió el alquimista y ambos hombres siguieron al guardia rumbo a la habitación.

Lucy observó el exterior por las ventanas, los guardias se movían de un lado a otro con rapidez y antes de darse cuenta ya tenían a al menos cuatro guardias siguiendolos por atrás, lo mas probable es que estuvieran para proteger al rey.

En ese momento algo llamó la atención del Lucy, era un hombre vestido de ropas algo extrabagantes subiendo a un caballo. Ropas que se parecían a las que se usaban en Calormen.

— El tisroc... — Murmuró la castaña. — ¡Caspian el tisroc! — Gritó Lucy señalando la ventana y todos voltearon para ver al hombre subierse a un caballo dispuesto a salir del castillo.

— ¡Guardias detengan al Tisroc! — Gritó Caspian desde la ventana.

Los guardias rapidamente tomaron los caballos y siguieron al jinete.

— ¡Suban el puente! —Gritó uno de los soldadoa al ver que el hombre se acercaba a la salida.

Los que se encargaban del puente levadizo se esforzaron en levantarlo lo más rápido que pudieron, sin embargo las cadenas parecieron no resistir la presión y se rompieron. El puente cayó estrepitosamente al suelo con un golpe seco y el Tisroc lo atravesó; el resto de guardias lo siguieron en dirección al bosque.

Caspian al ver todo el desastre que se había formado de un momento para otro golpeó la pared con furia.

— Debemos seguirlos... — Comenzó Caspian, sin embargo Aaron lo detuvo.

— Sin animo de contradecirlo majestad, pero sería buena idea quedarnos aquí y esperar a que los guardias lleguen — Al ver el rostro de Caspian Aaron decidió explicarse mejor. — El bosque no tiene otro camino más que al pueblo, si quiere llegar mas lejos acabará cruzandose con los soldados de allí y lo verán con unas ropas extrañas y un caballo de la guardia robado, no tardarán en atar cabos. Además, los soldados son buenos jinetes y conocen el terreno.

El azabache se relajó un poco, sólo un poco y suspiró para tranquilizarse.

— Sin embargo. — Aaron volvió a hablar y Caspian lo observó. — Que el puente levadizo se haya roto es un... Grave problema.

Caspian lo sabía, el puente era lo que evitaba que invadieran el castillo en gran medida, si no se lo podia reparar entonces tendrían un grave problema de seguridad y sus enemigos una gran oportunidad de ataque.

— Bien, vamos a ver el estado del puente y luego iremos a hablar con los soldados, necesitamos hacer una junta con los miembros de seguridad del castillo. — Ordenó el rey duramente, Aaron asintió con la cabeza.

Lucy se tomó unos segundos para apoyarse contra la pared y se sujetó el estomago, sentía de nuevo los efectos del té una vez pasada la adrenalina del momento.

— ¿Lu? — Llamó Caspian preocupado al ver estado de la joven — ¿Estas bien?

— Sí majestad. — Respondió ella en voz vaja y casi sin abrir la boca, no quería hablar mas alto porque sentía que sino vomitaría el desayuno. — Debe ser el te. — Aclaró ella para calmarlo. Caspian asintió y observó a los guardias.

— Acompañen a Lady Lucy a su aposento y llamen a sus damas. — Ordenó el rey.

— No es necesario. — Replicó la la castaña, sin embargo Caspian la detuvo ahí.

— ¿Siquiera puedes sacarte el corsé sola? — Preguntó el azabache y Lucy tuvo que agachar la cabeza algo sonrojada y al final aceptó irse con los guardias.


Pasaron unas horas cuando Lucy ya estaba en la cama, con su camisón y retorciéndose del dolor que sentía en el estomago. Miriam estaba a su lado limpiandole el sudor de la frente.

— Ya pasará Lady Lucy. — Le dijo la chica para calmarla.

Lucy sólo podía pensar en que bendecia el nombre de quien había inventado los preservativos en su mundo. Se preguntaba como hacían las prostitutas para pasar por esto cada vez que lo hacían, pero luego suspuso que realmente tomaban el té tres veces y quedaban estériles el resto de sus vidas.

Ya había vomitado dos veces y un guardia había preguntado al menos tres veces como se encontraba de salud para informarle a su majestad. Lucy le pidió a Miriam que dijera que se encontraba mejor para no preocupar a Caspian, pero si era honesta con ella misma, no recordaba ninguna enfermedad que la hubiera tirado tan abajo.

— ¿Como es que cayó enferma tan de repente? — Preguntó la joven — Hasta hace unas horas estaba bien.

— ¿Puedo contartelo? Sólo manten lo en secreto. — Pidió con la voz debil.

— Claro majestad.

— Me acosté con alguien anoche, creo que fue la bebida, parece que alguien puso un afrodiciaco. — Explicó. Miriam la observó sorprendida. — No fui la única en el castillo a la que le pasó, tuve que tomar el té para evitar concebir.

— Lady Lucy eso es terrible, ¿Sabe quién la enveneno?

Lucy dudo unos segundos en decir que fue el Tisroc, no quería alarmarla más de lo que ya lo estaba haciendo.

— No.

— Si me permite el atrevimiento, ¿Con quién se desperto hoy? — Preguntó algo roja la Dama.

— ... No le puedes decir a nadie, ni a Catherin, ni a Abigail, sobre todo Catherin, cuando se emociona es algo...

— Boca floja, lo se. — Sonrió Miriam, y entonces miró a Lucy con sorpresa. — Un momento ¿Por que se emocionaría? Ella solo la ha estado emparejando hasta la saciedad con...

— Me desperté con Caspian.

Miriam estuvo a punto de gritar pero se contuvo cuando Lucy coloco su mano sobre su boca, la joven respiró y se tranquilizo.

— Miriam no necesito que todo Narnia de entere.

— Lo se, lo siento. — Dijo ella, se aclaró la garganta y tomó aire. — ¡Su majestad! — Susurró con emocion, casi en un silenciosos grito. — ¿Y cómo pasó eso?

— No lo se... No recuerdo nada.

— Vaya... Ya tienes que tener mala suerte para hacer lo que ya sabes con quién ya sabes y no recordarlo. — Dijo con burla Miriam, Lucy rió algo nerviosa, aunque sabía que la chica tenía bastante razón.

— Estoy condenada a la desgracia. — Sentenció la inglesa con gracia. Miriam también rió.

— Entonces somos dos.

— ¿Por qué?

— Le contaré un secreto, pero no puede decirselo a nadie.

— Si mantienes el mio oculto, yo haré lo mismo con el tuyo. — Sonrió la castaña. Miriam asintió.

— Me gusta alguien. — Confesó, algo roja.

— ¿En serio? Pero eso no es nada de que avergonzarse.

— Es un fauno.

— Oh... Vaya... ¿Y eso es malo? — Preguntó Lucy algo confundida.

— Bueno, los Narnianos y los Telmarinos a penas estamos empezando a convivir, hay muchos Narnianos que no están convencidos del todo con ésta unión y viceversa. Creo que los Narnianos ya nos hubieran echado si Aslan lo hubiera permitido. — Confesó Miriam.

— Eso no es verdad, de cualquier forma ya conviven ¿No es así? ¿Que hay de malo en que te guste un fauno?

— A él no parecía agradarle. — La joven se avergonzó. — Se alejaba de mi cada vez que me acercaba.

— Miriam, creo que nunca te lo he preguntado, ¿Cuantos años tienes?

— Diecisiete majestad, cumpliré dieciocho en dos meses.

— Ya veo, ¿Sabes cuantos años tiene él?

— No, pero por lo que oí de otras sirvientas del castillo que eran faunas, el tiene mas o menos mi edad.

— ¿Sabes? Quizá no te esté evitando. — Le sonrió la castaña. — Quizá sea timido.

— ¿Timido? — La joven la observó con confusión.

— Sí, los faunos tienden a serlo con los que no conocen bien. Tummus era mas timido que yo cuando nos conocimos, y yo era apenas una niña.

— ¿Cree que sea timidez? — Había un cierto tono de ilusión en su voz.

— Bueno, no creo que sea desprecio, si despreciara a los telmarinos ¿Porque formaría parte de la guardia real? Teniendo en cuenta que el rey es un humano.

Miriam observo el acolchado pensativa, quizás Lady Lucy tenía razón, quizás simplemente era alguien tímido con quienes no conocía.

— La próxima vez que vayamos a Cair Paravel tienes que mostrarme donde está de guardia usualmente, los presentaré si no te atreves a hablarle. — Se ofreció Lucy.

— Eso sería asombroso majestad... Pero ¿Estará aquí tanto tiempo? — Le preguntó pensativa.

Lucy titubeo, no estaba segura, pero sabía que llevaba mas de un mes en Narnia, casi dos, a ésta altura, quedarse en Narnia a vivir parecía un futuro más palpable que volver. Pensó en la última vez que se había quedado tanto tiempo en Narnia, cuando fue reina estuvo unos quince años, más o menos, viviendo en el reino y casi sin señales de Aslan, ¿Y si ahora era igual?

— Bueno, no lo se, pero si no llego a estar aquí para presentarlos debes hablarle tú.

— Pero, soy una sirvienta, para hablar con un soldado deberían presentarme, o presentarme alguna hombre de mi familia y no se que tan bien se tomará el que me guste-

— Olvidate de eso — La cortó Lucy. — Debes tomar la iniciativa a veces. ¿Sabes que hubiera sido de mi mundo si las mujeres nos hubieramos quedado sentadas esperando a que los hombres solucionaran todo?

— No lo se.

— Bueno... Yo tampoco. Pero eso no quiere decir que debamos quedarnos sentadas, muchas veces los hombres esperan que nosotras movamos fichas. — Habló decidida.

— ¿Así como usted lo hizo con el rey?

— ¡Estaba borracha! — Exclamó Lucy muy sonrojada de repente. Miriam aguantó una risa hasta que de repente su rostro cambió a una mueca de espanto. — ¿Que pa-

No tuvo tiempo de completar la frase cuando de repente las puertas del balcon se rompieron y por ellas cruzó el aparente Tisroc.

— ¡Atacan el castillo! — Se oyó gritar a un soldado desde afuera.

— ¡Todos los soldados al patio! — Habló otra voz desde la lejania.

— Que tal majestad. — Comentó el tisroc mientras se acercaba. — Aún no me ha dado su respuesta.

— Fanra, ¿Que hace aquí? ¡Llamare a los guardias si no se va ahora mismo! — Amenazó la chica mientras se levantaba de la cama con bastante dificultad. Miriam la ayudaba a sostenerse.

— Quiero verla intentándolo, hay tanto ruido afuera que dudo que la escuchen.

Lucy observó el cajon de la pequeña mesita al lado de su cama y sacó su cuchillo, aquél que le habían dado con el deseo de que jamás tuviera que usarlo. Bueno, hoy parecía un buen momento para ignorar esa petición. Con rapidez tomo el arma blanca y apuntó al Tisroc con ella.

— Tengo mas puntería de la que cree. — Amenazó la castaña.

— Seguramente. Yo también la tengo.

Entonces Fanra tomó el atizador que estaba junto a la chimenea y con un rápido movimiento de brazos lo lanzó hacia Miriam, golpeandola en la cabeza, Lucy por instinto soltó a la chica cuando intentó esquivar el golpe que creía, iba dirigido hacia ella. La chica cayó al suelo con un golpe seco y los ojos cerrados.

— ¡MIRIAM! — Gritó Lucy, temiendo lo peor, intento acercarse ella cuando de repente el Tisroc se le tiró encima y ella acabó recostada en la cama con el hombre sobre ella sujetandole los brazos. — ¡Sueltame! ¡GUARDIAS!

— No creo que la escuchen, majestad. — Lucy lo observó estupefacta, durante unos segundos no se movió.

— ¿Cómo sabes quién soy?

— ¿No me reconoce majestad? Nosotros lo sabemos todo. — Su cuerpo comenzo a cambiar, se volvió de repente muy negro, tanto que ya no se podía diferenciar la profundidad de sus facciones. Lucy lanzó un alarido aterrada e intentó escabullirse por donde pudo, pero esa cosa no la soltaba. — Tendrá que acompañarme majestad.

Entonces un liquido negrony espeso comenzo a salir de sus brazos y recorrer los de Lucy. La chica con esfuerzo y adrenalina corriendo por sus venas logró soltar la mano donde aun sostenía el cuchillo y se la clavó en el hombro a esa cosa. El tipo soltó un grito de dolor mientras dirigía su mano para quitar el arma de su hombro y la castaña aprobecho para escabullirse y dirigirse hasta el balcón.

El exterior era un caos, habían miles de copias del Tisroc en todos lados peleando contra los soldados y guardias del castillo. Entraban todos en manada por el puente levadizo caido e intentaban meterse en el castillo, sin embargo Lucy no vio ni a Caspian ni a Aaron.

Los soldados parecían tener problemas, no importaba cuanto se esforzaran en cortarles las extremidades o herir a esas cosas; aunque en un principio gritaran adoloridos volvían a formar sus partes perdidas de nuevo, como si estuvieran hechos de brea o algo así.

Entonces los ojos de Lucy se abrieron de repente, como si hubiera tenido una idea.

— ¿Se cree valiente majestad? — Preguntó una voz detrás de ella. Era el mismo tipo al cual había apuñalado, completamente intacto y con la daga de Lucy en la mano. — ¿Que le parece un ojo por ojo?

Lucy en ese momento corrio con rapidez y esquivando al hombre llegó hasta la chimenea, tomó uno de los leños, aún encendidos, ignorando el ardor en las manos, lo lanzó contra su adversario. Automáticamente los alaridos de dolor se hicieron presentes y Lucy vio como el hombre lentamente se consumía por el fuego.

Entonces la chico tomó un leño mas de la chimenea y corrió al balcón para lanzarlo contra uno de los hombres de brea que estaba peleando con un soldado, al tocar el leño encedido automaticamente éste se incendió y en medio de gritos se deshizo por completo. El soldado miró el lugar de donde había sido lanzada esa leña y observó a Lucy en su balcón.

— ¡QUEMENLOS! ¡CREO QUE SON DE BREA, ES UN MATERIAL INFLAMABLE! ¡SI QUEMAN A UNO Y LO EMPUJAN CONTRA OTRO LOS ACABARÁN FACILMENTE! — Gritó la chica desde su lugar. El soldado levantó su espada y el resto de guardias lo observaron mientras luchaban.

— ¡YA LA OYERON! ¡HAGAN FUEGO! ¡QUEMEN A ESTOS MALDITOS BASTARDOS!

Todos los soldados gritaron para hacer saber que estaban deacuerdo con la decisión y mientras unos detenían los humanos de brea otros corrían a buscar el fuego de antorchas o velas dentro del castillo, en los establos o cualquier lugar que pudiera tenerlos.


Caspian estaba teniendo una acalorada charla con algunos de los miembros del cosejo, es especifico sobre como se había roto el puente. Él y Aaron Habían ido a inspeccionar las cadenas que lo subían, los soldados que se encargaban de levantar y bajar el puente no sabían de que forma explicarle al rey que la enorme y gruesa cadena se había quebrado como si fuera de cartón, así que, cuando Caspian y Aaron vieron las cadenas con sus propios ojos pensaron quizá había sido una falta de mantenimiento, pero siempre se aseguraban de mantener en buen estado las cadenas, así que supieron que alguien mas las había derretido. ¿Pero quién? Eso ya no lo sabían y las cosas no pintaban bien. Mientras esperaban a los que faltaban en la sala de reuniones para ponerlos al día de todos los problemas, no esperaba que de repente otro soldado irrumpiera en el salón.

— ¡Oh por Dios, ahora qué! — Exclamó Aaron ya cansado de que los interrumplieran así.

— ¡Atacan el castillo! — Dijo el soldado.

— ¡¿Qué?! — Todos en el salón del consejo se vieron impresionados.

— ¿Cuantos? — Preguntó Caspian.

— Miles... De Tisrocs, majestad. Todos lucen iguales, jamás había visto algo así.

Con rapidez se acercaron a las ventanas y observaron como miles de Tisrocs iguales entraban en masa en el castillo y a pesar de que los guardias trataban de detenerlos les era imposible frenar a una masa inmortal.

Caspian observó a Aaron y el comandante asintio para luego salir al pasillo con los soldados y Caspian. Recorrieron con rapidez el lugar, sin embargo varios de esos seres habían logrado entrar en el castillo y corrían a través de los pasillos con palos en la manos, dispuestos a golpear a lo que sea que se les atravesara.

— ¡Detenganlos! — Ordenó Caspian. Los soldados se pusieron en guardia y el rey tomó uno de los candelabros que habian en una mesita del pasillo dispuesto a defenderse con eso debido a que no tenía su espada en la mano.

— ¡Protejan al rey! — Ordenó Aaron y los soldados se lanzaron contra los Tisrocs quienes daban batalla.

Uno de los soldados le cortó la cabeza al mosntruo con su espada y, si bien se confió de que ya no se levantaría, no esperó que el cuerpo siguiera su camino; directamente hacia Caspian.

— ¡Majestad! — Gritó el soldado para advertirle.

Caspian le lanzó el candelabro con las velas encendidas e inmediatamente el ser comenzó a quemarse y desacerse hasta no quedar ni un rastro de su existencia. Sin embargo Caspian se apresuró a apagar el fuego que se había comenzado a propagar en la alfombra.

— Si no podemos cortarlos habrá que quemarlos. — Sentenció Aaron mientras detenía el golpe de una de esas cosas— Tomen antorchas, candelabros, cualquier cosa que pueda prender fuego a estas cosas e intenten no esparcirlo dentro del castillo.

— ¡Sí general!

— ¡Aaron tenemos que buscar a Lucy! — Dijo el rey.

— ¡Lo se! ¡Si tan sólo dejaran que nos movieramos!


Lucy corrió hasta Miriam y la observó casi petrificada, por unos segundos no sabía que hacer, si el golpe había sido en la cabeza moverla o sacudirla no era opción. Tomó su muñeca y sintió su pulso. Devil e inestable.

Las lagrimas comenzaron a car por los ojos de Lucy.

— Miriam... Miriam no te mueras. ¡Resiste! ¡Llamaré a un medico! Buscare... Buscare el frasco. — Le dijo a la chica inconsciente, aunque era mas una forma de organizarse ella misma que de tranquilizar a Miriam.

Se levantó del suelo y levantó su camisón para poder correr mejor, intentó dirigirse a la puerta cuando éstas se abrieron de repente. Por ella apareció un Tisroc completamente negro; con el frasco de Lucy en la mano.

La castaña volvió hacia donde estaba Miriam y tomó el atizador para defenderse.

— Lo siento, pero ese frasco es mio y me temo que lo necesito de vuelta. — Dijo la chica poniendose en posición de ataque.

— ¿Esta segura de que lo necesita? — Preguntó el ser. Lucy corrió hasta él y lo golpeó con el atizador, sin embargo él lo tomó antes de que llegase a tocarlo. — No es muy buena con las espadas grandes ¿Verdad?

Con una fuerte patada empujó a Lucy contra la cama haciendo que golpeara su espalda con la madera en el proceso. La castaña observó a aquel extraño ser y entonces recordó porque le daban tanto miedo, lo había visto en su sueño, en el hospital; el medico que la había dormido lucía igual que esos seres.

— ¿Quienes son? ¿Por qué hacen esto? — Preguntó Lucy.

— Me temo que no estoy en condiciones de responder, así como usted no esta en condiciones de saber la respuesta. — Respondió el ser oscuro mientras caminaba hacia una de las plantas de la habitación. — Lo único que puedo decirle es que sera usted quien traiga la desgracia a este reino. — Lucy lo observó como si le hubiera dado una bofetada directa, pero se sentía mil veces peor. — Y nosotros estamos aquí para encargarnos de que eso suceda.

Entonces abrió del todo la tapa del frasco y virtio todo el liquido en la maceta.

— ¡NO! — Gritó aterrada Lucy y se lanzó de vuelta conta él para atacarlo.

Había vertido el liquido, toda el agua curativa que tenía había sido desparramada en una maceta. Ahora no podría curar a Miriam ni a los soldados heridos, ya no habrían segundas oportunidades.

Lucy atravesó el brazo que sostenía el frasco y éste cayó al suelo junto con el miembro, rompiendose en un golpe seco mientras el tipo oscuro se doblaba de dolor.

— ¡¿Tienes idea de lo que hiciste?! — Exclamó la reina de Narnia furiosa.

— Por supuesto que sí. — El ser tomó el atizador y lo llevó hacia atras acercando a Lucy hasta el. — Acabo de hacerle el trabajo mas fácil a mi rey.

Lucy soltó el atizador aterrada y se movió hacia atras hasta que quedó acorralada entre la cama y el tipo.

— Usted vendrá conmigo alteza.

Entonces un liquido negro salio del cuerpo del ser y comenzó a arrastrarse hasta ella. Lucy gritó de terror y abrió las puertas de la habitación, sin embargo en los pasillo no había un alma, sólo cadaveres y cuerpos de soldados heridos. Observó a todos lados esperando encontrar algo que pudiera ayudarla, recordó las antorchas que habían en el pasillo oculto del cuarto, pero ya estaba fuera y esa cosa negra se encontraba tapándole la entrada a la habitación, así que con rapidez corrió por el pasillo esperando encontrar alguna vela encendida pero al ser de día era complicado encontrar alguna en un pasillo con tantas ventanas.

Aquella cosa la seguia atrás y creyó que realmente iba a atraparla sin embargo vio un grupo se guardias corriendo hacia ella del otro lado del pasillo.

— ¡Agachese! — Gritó un soldado. Lucy lo hizo y el hombre lanzo un antorcha improvisada que llevaba en la mano, ésta golpeo de cara a lo que ahora era una masa negra que comenzo a arder y a lanzar alaridos.

— ¡Lucy! — Escuchó la voz de Caspian y de repente se relajó cuando el rey se acercó junto a ella y la ayudo a levantarse del suelo para alejarla del fuego, que comenzaba a expandirse. — Tengo que llevarte a un lugar seguro.

Lucy estuvo por dejarse arrastrar, sin embargo, recordó a Miriam quién aun seguía en su habitación y la joven se soltó de Caspian e intentó correr hacia su cuarto, sin embargo el pelinegro la detuvo.

— ¡Lucy hay fuego allí!

— ¡Miriam! ¡Está herida en mi cuarto, tengo que ir por ella! — Gritó la joven entrando en pánico.

— ¡Espera! No podemos ir por allí, buscaremos otro pasillo. — Le dijo el rey.

Lucy asintió y todos recorrieron el castillo, dando vuelta en las esquinas hasta que visualisaron las puertas del cuarto de Lucy. Cuando entraron la chica se acercó a Miriam y los sentimientos la desbordaron cuando comenzó a llorar mientras tomaba las manos de Miriam.

— Hay que buscar un doctor. — Dijo la castaña mientras miraba a Caspian.

— No hay tiempo para eso, ¿Tienes tu frasco aquí? — Preguntó el rey. La joven negó con la cabeza.

— Una de esas cosas la tomó. Viritio todo en esa maceta. — Dijo señalando la planta mientras su voz se quebraba, y todos en la habitación sintieron esa noticia como un balde de agua fría.

Aquello había sido un acto premeditado, sabían lo que contenía ese frasco y lo había tirado a proposito.

— La golpeó en la cabeza, no quise moverla. — Dijo la joven refiriendose a su amiga.

— ¡Majestad, el fuego se acerca! — Advirtió uno de los soldados que custodiaba la puerta, mientras el humo comenzaba a llenar el techo de la habitación.

Aaron se acercó a la muchacha que estaba tendida en el suelo y tomó su muñeca buscando el puso, no lo encontró. Luego acerco su oído a la boca intentado oír la respiración pero nada, entonces observó el leve charco de sangre que se estaba formando debajo de la cabeza de Miriam. Con pesar observó a Caspian, no sabía como darle esa noticia a Lucy.

El rey se acercó a la joven y puso su mano en el hombro de la chica.

— Lucy... Miriam ya no-

— ¡No es cierto! ¡Esta viva! ¡Sentí su pulso! — Caspian practicamente podía respirar los nervios y el miedo de la joven, pero tenían que irse de esa ala del castillo antes de que los atrapara el fuego.

— Lucy el fuego esta avanzando, no podemos quedarnos aquí.

— No puede haber muerto. Esto es mi culpa.

— No es tu culpa Lucy pero tenemos que irnos de aquí ahora.

— ¡Majestad, el fuego! — Dijo el soldado mientras el sonido de los objetos quemados se escuchaba cada vez más cerca.

— ¡Lucy hay que irnos!

— Pero Miriam...

— ¡Esta muerta Lucy! — Le gritó el rey mientras hacia que la mirara a los ojos. Un llanto salió de la boca de Lucy sin que pudiera evitarlo y se abrazo a Caspian intentando no pensar en nada. — Hay que irnos Lucy. — Le murmuró el joven a la castaña quien finalmente asintió, ambos se levantaron y el soldado se acercó al grupo.

— El fuego es demasiado. — Dijo el soodado mientras sentían el humo llagar cada vez mas abajo, corrió hasta el balcon y abrió las puertas.— ¿Podremos bajar por aquí?

— Hay una pasillo secreto en este cuarto, una de las salidas da al patio principal. — Explicó Aaron mientras se acercaba al sitio donde estaba la puerta y la abría. — Hay que entrar, vámonos.

El grupo se metió dentro del pasillo y una vez estuvieron todos seguros cerraron la puerta y comenzaron a atravezarlo con rapidez, Aaron se sabía los caminos casi de memoria al igual que caspian.

Los llantos de Lucy eran leves pero aun así podían escucharse, la joven sólo podía pensar en Miriam y en cómo habían dejado su cuerpo en la habitación que estaba a punto de ser consumida por el fuego. Le dolía el estomago y el vientre por el té, estaba sudada debido a la fiebre y sus manos le ardían por haber tomado los troncos ardiendo como si nada, sin embargo, nada de eso le importaba. Miriam se había convertido en una buena amiga durante el tiempo que había estado en Narnia, ellas dos junto con Abigail y Catherin se habían vuelto un grupo muy unido. ¿Como les diría a ellas que Miriam había muerto?

Estaba tan perdida en sus pensamientos que no notó que habían salido hasta que los gritos se hicieron más fuertes y el sol de la mañana la cegó.

Esas cosas al fin se habían retirado del castilo o las habían quemado con el fuego, los gritos provenían de los soldados que pedían agua para apagar las llamas del castillo, algunas de las alas estaban incendiadas y otras desechas completamente, y se suponía que lo habían hecho de piedra especificamente para evitar eso.

— Que desastre. — Dijo un desolado Caspian mientras observaba como intentaban apagar el fuego. Lucy ni siquiera se preocupo por los rumores o lo que pudiera pensar cualquiera, necesitaba algo de contacto humano para sentirse segura así que se abrazó con fuerza a Caspian.

El rey tampoco le dio importancia a lo que sea que pudieran pensar, le devolvió el abrazo a Lucy mientras veia el castillo donde había pasado su infancia, los momentos de su vida, tanto alegres como tristes, arder como si el infierno se hubiese materializado en la tierra.

Y eso era lo que habia sucedido.


c o n t i n u a r a . . .


¿Pueden creer que este capitulo me tomó 12 mil palabras? ¿Y que en realidad era parte del capitulo anterior al que tuve que dividir porque ya iba por las 15 mil?

Muy larga me quedo la cosa.

Había pensado en dividir este y publicarlo como dos capítulos pero no tengo ganas de eso, espero hayan disfrutado su capitulo XXL xd

Gracias por el apoyo y saludos a todos *Corazón*