"Porque es mi prometida"

La revelación del Aburame se mantuvo en su mente como un eco que se repetía incansable; como una melodía que no lograba identificar del todo.

¿Cómo?

¿Por qué?

Sin saber muy bien como reaccionar, se concentró en la expresión seria que Shino portaba en ese momento, como si al observarlo, fuera a darse cuenta de que todo había sido un mal entendido.

Pero Shino no cedió.

No, no hizo ni el más mínimo gesto que evidenciara una mentira, alguna duda, o una broma; todo era verdad.

Hinata estaba comprometida con Shino.

Y antes de que él terminara de procesar todo, Naruto ya lo tenía tomado del cuello de su ropa, enfurecido.

—¿Por qué? —le gritó —¿Por qué le estás haciendo esto?

Shino, que durante todo el momento había estado mirando a Sasuke, se volvió a Naruto y frunció el ceño con enfado mientras se soltaba de un manotazo. Perdiendo, como muy contadas veces ocurría, la compostura.

—No te debo explicaciones—respondió.

Avanzó, pasando por el lado de Sasuke, en dirección a la habitación donde se encontraba Hinata mientras llevaba un bolso. Pero Naruto no se rindió, ni se dejó intimidar por el comentario.

—¡Claro que sí! —dijo, alcanzándolo—Hinata es importante para mi, es mi…

—¿Tú qué? —interrumpió Shino, deteniéndose y enfrentándolo—¡Ella ya no es nada de ti!

Lo observó, traspasando toda la rabia que sentía en ese momento a travez de su mirada aun cuando sus lentes oscuros lo ocultaban y luego exhaló para bajar la tensión. No acostumbraba a los escándalos.

—No tienes idea— continuó—. No tienes derecho a decir algo al respecto, tu la abandonaste por lucirte con otra mujer.

Naruto, que iba a replicar, se vio interrumpido por Sasuke, que ya se había recuperado de la impresión que la situación le provocó.

Era difícil creer que Shino, después de haberlo enfrentado y de "ayudarlo" a acercarse a Hinata, hiciera esto por amor.

Tenía que haber otra razón, debía tener otro motivo, porque si no, si Shino realmente amaba a Hinata… él no tenía ninguna oportunidad.

Si Hinata necesitaba casarse por el clan, si no buscaba matrimonio por amor, entonces el Aburame era la mejor opción: la quería, jamás le haría daño, se entendían y pertenecía a un clan muy respetado en la aldea.

—¿El clan fue a ofrecer un compromiso a tu familia?—preguntó, ubicándose delante de Naruto y tratando de mantener la compostura—… ¿aceptaste el compromiso para protegerla?

El ninja de los insectos desvió su mirada del Uzumaki y la volvió hacia él, un poco más calmado.

—Si lo rechazaba buscarían a otro—respondió—, mejor que sea conmigo.

Sasuke asintió, comprendiendo las razones; él sería su prometido hasta que encontraran una solución a la situación.

Shino se había transformado en el "escudo" de Hinata.

Se acercó al dormitorio donde estaba Sakura atendiendo a su amiga y entregó el bolso que traía.

—Le activaron el sello—indicó Haruno, cuando salió después de ayudarle a Hinata a cambiarse a ropas más cómodas y dejarla durmiendo—, y tiene unas heridas. Así que le realicé curaciones, pero ahora necesita descansar.

Luego de que Sakura la dio las indicaciones para asistir a Hinata en su recuperación, logró (después de un rato) que todos se retiraran de su hogar. Quería tranquilidad, quería ir a ver como seguía Hinata sin tener que preocuparse de lo que dirían los demás (tampoco era que le importara, pero sabía que a la ex Hyuga sí).

En silencio, con las palabras de Shino aun dándole vueltas en la cabeza, se detuvo en la puerta de entrada del dormitorio de Hinata un momento, inseguro.

Tal vez, debería darle privacidad.

Pero luego, todas sus dudas se disiparon cuando recordó como ella, la noche en la que fue exiliada, le pidió que la acompañara; Hinata no quería estar sola, y lo mas probable era que ahora tampoco.

Ingresó, cuidando de no hacer demasiado ruido y se acercó.

—¿Sa…Sasuke?

Notó, como en medio de la oscuridad del dormitorio, ella mantenía los ojos cerrados cuando le habló, debía estar demasiado cansada y adolorida, como para estar en esas condiciones.

—Sí—respondió, y rápidamente se acercó y se sentó en la cama a su lado—¿Cómo te sientes?

—Mejor—indicó—, Sakura me dio algunos medicamentos.

Se mantuvieron en silencio por un momento, cada uno envuelto en sus propios pensamientos hasta que Hinata sintió como un peso se acomodaba a su lado. Abrió los ojos y miró hacia su costado para encontrar a Sasuke, recostado de espaldas en la cama, cerca.

Quiso decirle algo, quiso alejarlo de la manera más suave y educada posible, porque no podía seguir acercándose tanto a él; no era correcto que esa amistad continuara avanzando de esa forma, cuando ella sabía que su mejor amiga había estado, desde siempre, enamorada del Uchiha.

No, debía marcar las distancias. Tenía que evitar cualquier tipo de confusión.

Así que, con algo parecido a la decisión, abrió sus labios para hablar y Sasuke, en ese mismo momento, se giró en su dirección.

Y su voz, simplemente, no salió.

Su presencia se sentía demasiado agradable, demasiado natural, sus acciones le hacían sentir terriblemente segura y protegida. Sus ojos, observándola en silencio, con atención, le transmitían una tranquilidad que no era tan fácil de encontrar.

Sintió como la culpa se instaló en su corazón; sabía que debía alejarse, intentaba marcar distancias y a la vez, ella misma terminaba buscándolo.

—Me quedaré aquí—dijo, como adivinando lo que ella quería decir—, descansa.

Y la noche avanzó.

El sol, con sus débiles rayos de luz se asomó en el horizonte mientras las aves alzaban el vuelo en el cielo.

Las calles, antes desiertas, poco a poco comenzaron a recibir a los transeúntes que iniciaban sus actividades diarias y el comercio abrió sus puertas.

Hinata, como pocas veces ocurría, continuaba durmiendo cuando Sasuke despertó. La observó, en silencio, al ver lo tranquila que se encontraba y sin pensarlo mucho, la volvió a tapar con el cobertor que se había bajado un poco, pero ella despertó e intentó levantarse junto con él.

—No te levantes todavía.

Ella negó, porque a pesar de que aun no se sentía completamente recuperada, no había olvidado su objetivo inicial, debía hablar con Kakashi. Tenía que entender el estado actual de su situación para decidir como actuar.

—Debo ir con el Hokage—le respondió.

Se levantó y al hacerlo notó como todo giró rápidamente a su alrededor y perdió el equilibrio, pero Sasuke fue más rápido y la sujetó.

—Antes de eso, deberías esperar a Shino—le dijo mientras le ayudaba a estabilizarse—. Tiene… algo que decirte.

Hinata lo observó, con toda la intensión de preguntar de qué se trataba, pero al ver la expresión de incomodidad de Sasuke, se detuvo y simplemente asintió.

No tuvo que esperar mucho tiempo, Shino se presentó en la casa de Sasuke para hablar con Hinata mientras desayunaban.

—Tenemos que hablar—dijo el Aburame, dirigiéndose a Hinata, tan pronto llegó.

Ella inmediatamente asintió y cuando Sasuke se iba a retirar para darles privacidad, ella lo sujetó de la muñeca.

Consciente o no, correcto o no, Sasuke se había transformado en algo que no sabía descifrar, pero que le entregaba estabilidad.

Su presencia le daba la seguridad que necesitaba para enfrentar la conversación.

—Ayer—comenzó Shino—, durante la cena, mi padre me informó que el Clan Hyuga le ofreció una alianza mediante un compromiso contigo.

La mirada de Hinata no logró ocultar el asombro que le provocó escuchar las palabras de su amigo; sabía que el matrimonio era parte de los planes del clan, se lo habían informado, pero no pensó que ya estuvieran las conversaciones.

No se imaginó que se lo ofrecerían al clan Aburame, mucho menos que su amigo terminaría involucrado, porque si algo tenía claro, era que Shino había aceptado; lo conocía demasiado bien.

— Shino, tú…

—Sí—Le interrumpió el Aburame—, acepté. Si te van a comprometer a la fuerza con alguien, prefiero que sea conmigo.

Ella, que todo al tiempo había estado con la mirada fija en su amigo, desvió sus ojos hacia el suelo, apenada y frustrada.

Sabía que Shino la estaba protegiendo de esa forma, sabía que él había aceptado porque si rechazaba, la ofrecerían a otro.

Sabía que él era capaz de hacer cualquier cosa por ella y por Kiba; así como ella por ellos.

Debía hacer algo, no podía permitir que las cosas continuaran así.

—El clan dijo que el matrimonio será en un mes— respondió ella, levantándose y su amigo asintió—. Así que tengo un mes para solucionar esta situación.

Shino había aceptado el compromiso para darle ese tiempo para arreglar su problema sin preocuparse de a quién la estaban atando. Él la estaba manteniendo a salvo de cualquier otro que quisiera aprovecharse de la situación.

Y Hinata lo entendió.

El hombre frente a ella estaba arriesgando la oportunidad de casarse con quien él quisiera solo por protegerla, en caso de que todo saliera mal.

La situación… todo, era demasiado.

Así que se acercó a Shino y ofreció lo único que tenía para entregar, su honor, su gratitud, su respeto y se inclinó en una profunda reverencia.

—Gracias… gracias por todo.

Sorprendido y descolocado, el Aburame rápidamente se levantó del sillón donde había estado sentado, y se acercó a Hinata, tomándola de los hombros y obligándola a enderezarse.

Ella no tenía nada que agradecerle, ella no tenía que sentirse en deuda con él; Hinata y Kiba eran las únicas personas con las que él podía mostrarse sin temor a ser rechazado.

¿Cómo podría hacer menos, si desde el primer día en que se conocieron, ella siempre lo acogió?

Imposible. El lazo que los unía muchas veces fue lo que lo animó a continuar cuando se sentía perdido en la soledad.

—Somos amigos, ¿verdad? — dijo él, cuando ella lo volvió a mirar — Esto es lo que los amigos hacen.

Ella sonrió, él sonrió.

Y Sasuke, que se había quedado al margen de la situación, escuchando, también entendió; hace tiempo que había comprendido que Shino, Kiba y Hinata tenían una amistad que iba mucho mas allá que una simple conexión, ellos eran hermanos.

Sin decir una palabra más, Hinata se volvió hacia el Uchiha, con una mirada mucho mas decidida y fuerte, y habló.

—Iré con el Hokage.

Salir de la casa de Sasuke y caminar por las calles de la aldea en dirección a la torre fue mucho más duro de lo que pensó. Saber que en cualquier esquina podría haber un Hyuga dispuesto a activar el sello, que podría intentar encerrarla otra vez, le provocó una inseguridad que hace más de un año no sentía.

Todavía era capaz de recordar el dolor del castigo, aun no se libraba de la desesperación de verse nuevamente encerrada, atada a un lugar en el cual no quería estar.

Aún no se liberaba de la angustia se sentirse tan pequeña; de saberse vulnerable; de asfixiarse con cadenas que volvían a crecer.

Sus emociones, revueltas, alteradas, se movían en una violenta marea que arrasaba con todo, que la hundían en un miedo, en una desesperación, en una ansiedad tan grande que, a ratos, parecía perder el control.

Estaba asustada de perder todo lo que finalmente había logrado.

—A estas alturas, Hinata—dijo Sasuke, en un susurró cerca de su oído, sobresaltándola ya que no había notado cuando se había acercado mientras caminaban—, deberías tener claro que el vengador de la aldea está a tu lado.

Sus claros, y ahora sorprendidos, ojos se volvieron a él por un momento y el Uchiha no dudó en sostener esa mirada que necesitaba seguridad.

Y ella asintió, recuperando las fuerzas que, a veces, parecían querer abandonarla.

Ingresó, aparentando seguridad, por la entrada principal de la torre del Hokage y solicitó una audiencia, como cualquier otro ciudadano de la aldea que no era ninja, ni estaba por una misión. Y esperó.

Estaba dispuesta a esperar todo el día y más, si con eso lograba hablar con Kakashi, sin embargo, alrededor de 40 minutos después la hicieron ingresar.

Con aquella apariencia tranquila que el Hokage mantenía, la saludó al verla cruzar por la puerta de su oficina.

Hinata sabía que tenía él ya tenía una idea del porqué ella estaba ahí, podía percibirlo en la forma en la que la miraba, alerta y totalmente enfocado. Probablemente, el clan ya había estado con él.

—Sakura me informó —comenzó Kakashi, adelantándose —que el clan te mantuvo retenida el día de ayer y que activaron el sello.

Hinata, que no se esperaba la mención de su amiga, no pudo evitar sorpresa ante lo dicho por el Hokage, pero luego de recuperar la compostura, frunció el ceño y asintió.

—¿Realizarás la denuncia contra el clan?

No lo había pensado, lo que le decía el Hokage no era algo que había considerado, sin embargo, seguir ese camino era una posibilidad.

¿Lo haría?

¿Denunciaría el secuestro y el ataque cometido contra ella, Hinata de la Arena, ex ninja y ciudadana de la Aldea de la Arena?

No. No lo haría, aunque deseos de hacerlo no le faltaban; era un camino fácil para mantenerlos alejados. Pero no podía.

No, no. No podía hacerle esto a Gaara, que había luchado por mantener las buenas relaciones y la paz en su aldea.

Si ella lo denunciaba, si la Arena se enteraba de lo que le había ocurrido a uno de los suyos, podría ser considerado como un posible ataque hacia la aldea y si las cosas se complicaban entonces la situación podría escalar.

—No—respondió—. No deseo involucrar a Suna en esto.

Notó, ante su respuesta, como la expresión y la postura del Hokage se relajaba un poco y supo que había estado en lo correcto.

—Pero necesito—continuó—saber si el clan Hyuga puede obligarme a regresar, si pueden, unilateralmente, reintegrarme.

El Hokage, al escuchar su pregunta, llevó su mano a un cajón en su escritorio y sacó un pergamino que le entregó.

—El exilio de Hinata Hyuga terminó—le dijo, mientras ella leía lo mismo en el pergamino—, fue reintegrada al clan ayer.

Sintió como el cuerpo se le enfriaba al confirmar en el papel, lo que Kakashi había dicho; ellos lo habían hecho oficial.

Su mente se quedó en blanco unos segundos, mientras procesaba la situación; mientras leía, nuevamente, el documento en busca de un error.

Quizás había mal interpretado algo…

A lo mejor, leyó demasiado rápido y faltó información…

Tal vez, solo quería evadir la realidad.

Esa realidad que se acercaba, que la alcanzaba y que creaba una enorme pared que la detenía; que la retenía mientras estampaba la ineludible verdad de su nueva situación.

Había llegado tarde.

Lo había perdido todo.

Y ahora… dolía más porque conocía la libertad.

—También—continuó—debo devolver esto.

Hinata llevó su mirada hacia lo que el Hokage estaba colocando en la mesa y nada más al reconocer lo que había, se quebró: su banda ninja, le estaban devolviendo su rango de kunoichi.

¿Cómo?

¿Por qué?

¡Por qué!

¿Por qué ahora, cuando ya había dejado ir… se la devolvían?

Aquella banda era su historia, había sido su ilusión, su inspiración, lo único que ella de verdad tenía y, a su vez, el único camino que le obligaron a recorrer.

¡Por qué!

Apretó los puños, intentando contener la avalancha de emociones que le provocaba ver eso ahí, mientras intentaba mantener la compostura y resistía el impulso de salir huyendo de ese lugar.

Los violentos vientos de sentimientos encontrados colisionaban en su interior, el cariño que le tenía a esa banda se mezclaba, de una manera imposible, con el resentimiento que no sabía que podía sentir.

Ese objeto contenía los sueños que tenía en ese limitado mundo que conocía, había sido la esperanza de ser reconocida, que guardaba en su corazón.

Esa fue ella y a la vez, ya no lo era.

Y no lo sería, jamás.

No quería volver al pasado.

No quería ser esa persona.

No quería seguir ese camino.

Y si ese era su destino, si esa era su única opción, se negaba.

Desertaba.

Moriría luchando, buscaría un lugar donde el clan no la alcanzara, pero no cedería.

No se entregaría, no.

¡Nunca más!

—No—respondió ella y dio un paso atrás, dispuesta a correr si era necesario—. No aceptaré esto.

Y el Hokage, sorpresivamente, asintió.

—Hasta donde sé—dijo él—, Hinata Hyuga dejó de existir hace más de un año atrás.

Los ojos de Hinata volvieron a él ante la inesperada declaración.

Su estómago se apretó, en una emoción nueva y mucho más energizante, cuando empezó a entender lo que el Hokage acababa de decir.

Él tenía razón, ella era Hinata de la Arena, y por eso, los ancianos del clan intentaron hacerla firmar aquel documento donde cambiaba su nombre y sus bienes a Hinata Hyuga.

—¿Entonces…mientras siga siendo Hinata de la Arena, ellos no pueden obligarme a regresar?

Kakashi volvió a asentir y ella sintió como su alma regresaba al cuerpo.

—Debes mantenerte firme—le dijo el Hokage—, hay muchas maneras en las que se puede obligar a una persona.

Sí, ella lo sabía y el clan también. Y, probablemente, intentarían hacerla firmar el documento a como diera lugar.

Lo ocurrido el día anterior había sido solo el inicio, el primer intento.

Se despidió, agradecida de la información y el consejo que el Hokage le había entregado y se retiró de la oficina. Caminó, sin notar por donde avanzaba, con la cabeza aún procesando todo lo que estaba pasando y dejándose llevar por la memoria que su cuerpo todavía tenia de ese lugar, hasta que notó que ya se encontraba en la entrada de la torre y Sasuke la observaba con preocupación.

Y la realidad por fin la encontró.

Ella aún era libre.

Ella todavía no lo había perdido todo.

Ella continuaba siendo una pequeña empresaria de Suna.

Así que se acercó, rápidamente, al Uchiha y sonrió con suavidad.

—Todavía tengo una oportunidad.

Y el día avanzó.

La vida en el café, para su agrado, continuaba como si nada hubiese pasado; el local estaba activo, la gente iba y venía, y la cocina se mantenía tan viva como siempre. Estaba orgullosa de lo que había logrado y de los empleados que había contratado.

Sin embargo, aun cuando su cuerpo estuviera en su trabajo, su mente seguía dando vueltas a la conversación con el Hokage y lo que podía hacer para liberarse del clan, pero por más que lo pensara, solo veía una opción.

Quizás era lo más sano.

Volver a Suna era, tal vez, el camino a seguir.

—¡Hinata!

Volvió su mirada al frente, hacia donde venía la voz, y se encontró con Naruto que ingresaba a su café.

Sasuke, que había estado acompañándola durante toda la mañana, se acercó al mesón donde ella estaba ordenando unos cubiertos, y le dejó un tazón con té que traía desde la cocina.

—¿Ya te sientes mejor? — preguntó el rubio, al verla ahí.

Había pasado al café, cuando iba de camino a la casa de Sasuke, solo por si llegaba a encontrarla ahí, aunque esperaba verla descansando, no trabajando.

—Sí—respondió ella con un ligero movimiento de cabeza—, ya estoy mejor. Muchas gracias por ayudarme ayer.

Naruto la miró un momento y luego desvió la mirada sonrojado e incómodo, no sentía que había hecho mucho para ayudarla.

—¿Ya… hablaste con Shino?

Ella, un poco sorprendida de que él supiera de la situación, asintió levemente y desvió la mirada un poco avergonzada. Y cuando estaba a punto de decir algo más, Sakura e Ino ingresaron como un torbellino al café y se acercaron, alteradas.

—¡Hinata! —llamó Ino, apoyándose en el mesón, con expresión de susto y preocupación —Supe que el clan… ¿Qué es lo que está pasando?

Con algo de pena y vergüenza, llevó su mirada hacia sus amigos, sin saber muy bien como afrontar la situación. No estaba acostumbrada a esa clase de atención.

No estaba acostumbrada que alguien más, a parte de Shino y Kiba, y ahora Sasuke, se preocuparan por ella.

Mucho menos era fácil hablar sobre lo que ocurría con su familia, nunca lo había sido; aquel secreto era uno que jamás imaginó revelar. Siempre había sentido vergüenza de hablar de la situación.

Así que, notándose, de pronto, con la garganta apretada y sin saber muy bien como comenzar, bajó la mirada un momento buscando las palabras que no querían llegar.

Ellos habían estado con ella, la habían estado apoyando, y ella quería hablar.

Aunque su voz no quisiera llegar.

Aunque las frases se perdieran en su interior.

Y ahí, cuando sentía que las emociones volvían a arremeter con fuerza ante el recuerdo, los suaves, tímidos y algo torpes dedos de Sasuke rozaron los suyos detrás del mesón.

Un toque simple; una caricia sutil.

Un cariño casi imperceptible que se quedó ahí, detenido en un momento oculto que se perdió debajo de la mesa mientras enlazaba sus meñiques, como si no fuera nada. Como si lo fuera todo.

Esa cercanía era lo que ella necesitó para ordenar las ideas y que las palabras volvieran a salir.

Y habló.

Les contó lo que estaba sucediendo, lo que él clan estaba haciendo, lo que Shino estaba haciendo y lo que el Hokage le había indicado.

—Entonces…—dijo Sakura, pensativa, luego de escuchar lo que Hinata había contado— el clan te quiere de vuelta por dos razones: estás soltera y tienes un buen negocio.

Ino y Naruto la miraron, un momento, intrigados por lo que ella estaba diciendo y Hinata asintió. Ella también lo sabía.

—Así como estás—continuó Sakura—, tienes mucho para ofrecer al clan: dinero, una buena reputación y posibilidad de entregarte en un matrimonio político que otorgue más ganancias al clan. Por lo tanto, lo único que tienes que hacer es disminuir tu valor.

Kiba, que había llegado junto con Shino hace un rato, sonrió al entender rápidamente para donde iba el razonamiento de la Haruno.

—No puedes desprestigiar tu negocio—intervino Kiba, sorprendiendo a Shino y Sakura asintió, notando que él había entendido para donde iba—, pero puedes "manchar" un poco tu perfecta soltería.

Ino sonrió y llevó su mirada, sin disimulo, hacia Sasuke.

Y Hinata, sin poder creer lo que ellos estaban diciendo, pero, de alguna manera encontrándose todo el sentido, se avergonzó. ¿Cómo podía "manchar" su soltería?

¿Qué debía hacer para bajar su valor ante el clan?

¿Qué estaba proponiendo Sakura y Kiba?

—¿Qué…qué quieres decir…? —preguntó Hinata, con el temor reflejado en su expresión.

Intuía que la respuesta no le iba a agradar.

Sakura, con algo de emoción, se apoyó en la mesa con ambos codos y apoyó su mentón en sus manos.

—Presenta un prometido, Hinata—respondió la ninja médico.

Y Sasuke, había estado atento, pero calmado, casi soltó su taza de té al escuchar lo que su compañera de equipo estaba diciendo.

Ino y Shino no pudieron evitar sonreír, uno mas disimulado que el otro, claro está.

Naruto, que extrañamente se había mantenido en silencio, escuchando, no fue capaz de ocultar la sorpresa.

—Comprométete con alguien que no le tenga miedo al clan y que no sea del agrado de ellos—continuó Sakura—. Y hazlo público, de forma que el clan no pueda hablar en tu nombre y ningún clan acepte un trato con ellos.

Y Hinata, que había estado atenta a lo que su amiga decía, se recuperó de la sorpresa y bajó la mirada hacia su taza de té, en silencio.

Sakura tenía razón.

Sakura estaba dándole una segunda opción; una muy válida y con bastantes puntos a favor. Podría mantenerse en Konoha, podría continuar trabajando en lo que le gustaba, podría estar tranquila…

Pero no, no estaba bien.

No podía entregarle esa mochila a alguien más, no podía compartir, de esa forma, la carga.

No era correcto.

Frunció el ceño y respondió

—No—dijo, levantando la mirada desde su taza hacia su amiga, manteniendo la calma y la compostura—. No puedo hacer eso, no puedo usar a alguien de esa forma.

¿No podía?

Sasuke la miró, sin poder ocultar las emociones que lo asaltaban y sin lograr entender por qué ella no podía hacerlo; por qué ella no podía utilizarlo a él.

Él no le tenía miedo al clan.

Él no tenía un clan para cuidar el "honor".

Él había sido un vengador, había sido buscado por todas partes, había atacado aldeas… él era todo lo que él clan no quería para ella.

Y él estaba dispuesto a tomar ese rol, si ella se lo permitía.

Entonces, ¿porqué ni siquiera lo consideraba?

¿Por qué cerraba esa puerta tan rápidamente?

—¿Por qué no lo reconsideras?—Insistió Ino.

Y ella, conociendo a su amiga, supo que no sacaba nada con volver a negar así que simplemente asintió, aun cuando tenía claro que no cambiaría de opinión.

—Está bien—respondió—, lo pensaré.

La tarde continuó.

Sus compañeros, poco a poco se fueron marchando a sus tareas de la tarde quedando Sakura e Ino en el lugar, mientras ella atendía al público junto a su personal. Mantener la cabeza perdida en el trabajo era una buena terapia para alejarse un rato de los problemas.

Pero sus amigas no lo tomaron de esa forma y con entusiasmo, se acercaron con una libreta y lápiz, y comenzaron la interrogación.

Estaban decididas a buscar al mejor candidato y cuando Hinata lo comprendió, supo que participar era mejor que intentar evadir la situación.

—Bien, de la lista de conocidos—indicó Sakura—, revisaremos los solteros disponibles.

Ino asintió, y Hinata se preparó para la conversación mientras sacaba un paño para secar la loza que estaba recién lavada en el mostrador de un mesón tipo bar que tenía recién instalado.

—Chouji—Indicó Ino—¿Qué me dices de él, Hinata?

Sakura la miró, extrañada y segura de que él no era del gusto de Hinata, pero la Yamanaka le devolvió la mirada con una sonrisa y esperó.

—Él es… apuesto—respondió la ex Hyuga, tímida—. Además, creo que nos llevaríamos bien, a ambos nos gusta la cocina, es reservado y muy respetuoso.

La Haruno, con sorpresa, asintió y anotó lo que Hinata había dicho, y cuando estaba a punto de marcarlo como un candidato, la pequeña empresaria continuó.

—Pero su clan tiene una posición de poder dentro de Konoha—indicó—, es lo que el clan Hyuga está buscando.

Con eso en consideración, Sakura tachó el nombre de Chouji y el de varios otros en la lista, y avanzó.

Uno a uno, pasaron por todos los conocidos de Hinata mientras la seguían dentro del café durante la tarde. Pasaron por todos los ninjas de su edad que las tres conocían y pasaron a revisar los chicos con los que ella compartía en su día a día al administrar el café.

Y todos, cada uno de ellos, era rechazado con una buena excusa de parte de Hinata.

—¿Y Lee? —Preguntó Ino, revisando quienes estaban disponibles todavía en la lista—él no pertenece a ningún clan con una posición de poder en la aldea.

Hinata, se detuvo un momento, pensándolo, y luego volvió a tomar otra taza y la acomodó en un estante mientras respondía.

—Es guapo, me agrada su alegría, su energía, su espíritu fuerte, su voluntad inquebrantable…—respondió, ya casi sin vergüenza, luego de estar toda la tarde hablando de chicos–. Demasiado bueno, la verdad.

—¿entonces… él sí? —preguntó Sakura, confundida.

—No—respondió—, Lee es demasiado bueno como para involucrarlo en esto. El clan podría dañar su carrera.

Y mientras Sakura revisaba lo que quedaba de la lista, y Hinata abría un cajón distraídamente, Ino lanzó la pregunta que había estado guardando desde el inicio.

—¿Y Sasuke?

Sakura la miró con sorpresa, emocionada y preguntándose como se le había olvidado incluirlo mientras tomaba su lápiz y comenzaba a escribir el nombre.

Pero Hinata, que jamás se esperó que su amiga diera ese nombre, apretó levemente su agarre sobre el cajón y volvió su mirada hacia ella, seria, como pocas veces lo hacía.

—No—respondió, inesperadamente para las otras dos—. Él no es una opción.

—¿Por qué? —preguntó Sakura, sin entender, él era perfecto para el papel—él no tiene clan, no tiene la mejor de las reputaciones y, sinceramente, poco le importa agradar a los demás.

Ino asintió, totalmente de acuerdo, pero Hinata negó.

—Él es la persona que está en tu corazón—respondió, mirándola, sin entender como Sakura podía decirle eso—.

Los ojos del ninja medico se volvieron a la lista un rato, evaluando como decir lo que quería revelar sin comprometer demasiado, pero haciéndole entender que estaba bien.

—Él no me corresponde—indicó, volviendo a enfrentar su mirada—. Sasuke jamás me a mirado como algo más que una amiga y yo ya lo acepté.

Había sido una respuesta prudente y correcta, había dado la información suficiente como para que, a su juicio, Hinata pudiera aceptar al Uchiha.

—Y, aun así, él sigue en tu corazón.

Al ver la mirada de inconformidad de Sakura, Hinata suavizó la suya y continuó.

—Tú siempre me apoyaste y me diste ánimos cuando Naruto no me veía. Siempre te pusiste de mi lado a pesar de que él solo tenía ojos para ti… entonces, ¿Cómo podría yo involucrar a Sasuke, sin importarme nada? No lo haré y está bien. Esta no es la única opción.

El día avanzó.

La noche cayó.

Silenciosa, suave, la brisa fría del atardecer de primavera cantó, en su característico ulular, un secreto al cielo.

Las cosas cambiaban, las estaciones avanzaban, los ritmos evolucionaban en una nueva melodía que estaba por comenzar.

Un poco más agitada… quizás.

Un poco más fuerte… tal vez.

Un poco más decisiva.

Porque aquel que, desde la distancia, desde esa asfixiante lejanía, había gritado su nombre en la oscuridad… por primera vez la alcanzaba.

Se sentó en la barra del café, cansado, después de ese largo día. No había logrado dormir bien luego de lo que había pasado con Hinata en la noche, no se había sentido tranquilo cuando tuvo que dejarla en el café en medio de la conversación con sus amigos por acudir al llamado del Hokage, no se había logrado sacar de la cabeza que el tema del prometido que había mencionado Sakura.

Joder, no era algo de lo que debía emocionarse, pero no podía dejar de pensar que él podía ocupar ese puesto… él quería tomar ese rol. Ser su prometido, además de acercarlos más, le permitiría protegerla, tomar acción contra el clan, darle un lugar seguro sin importar la opinión de los demás.

El último Uchiha era el candidato perfecto para lo que ella necesitaba.

—¿Qué se le ofrece? —le preguntó uno de los chicos que Hinata había contratado.

—Un café—respondió.

Mientras el mesero se giraba para preparar todo, notó que Ino se sentó a su lado y sin mirarlo ni decir algo, dejó entremedio de ambos una libreta abierta.

Pidió, al mismo chico que atendió a Sasuke, un jugo de naranja con tostadas con mantequilla, y volvió su mirada al Uchiha, que miraba de reojo las notas intentando disimular.

—Es la lista de candidatos que armamos con Hinata—dijo ella, y tomó un sorbo de su jugo que recién había llegado.

Como si aquel comentario de la Yamanaka hubiese sido una autorización, Sasuke tomó la libreta sin disimulo y comenzó a revisar.

Leyó, uno a uno los nombres que estaban tachados y los que estaban encerrados como opciones, y repasó cada nota que los acompañaba.

Avanzó, hacia la siguiente página, sin intentar ocultar que estaba buscando su propio nombre y qué había sobre él.

Y cuando llegó a la tercera hoja que era la última, sintió como el estómago se le apretó en anticipación.

Él debía estar ahí, ¿no?

Su nombre tenía que estar como una opción, no descartado, y con algún comentario a su favor.

Y avanzó.

Leyó… y llegó al final.

El último nombre era el de Lee, marcado como una opción y con uno de los comentarios más favorecedores.

Frunció el ceño y revisó la lista una vez más, tal vez había leído muy rápido, quizás había pasado de largo su nombre.

Y avanzó, hoja por hoja.

Y leyó, uno a uno los nombres con detenimiento.

Y llegó al final… y no se encontró.

¿Por qué?

¿No era una opción?

¡Ni siquiera estaba en la lista de los rechazados!

¿Acaso no era lo suficientemente guapo? ¿atractivo?

¿Le faltaba carisma?

¿No era caballero?

¿Quizás era muy aburrido?

¿Qué?

¿Qué le faltaba?

¿Qué tenía que hacer para que ella lo considerara, al menos?

¿¡Qué!?

—No serás una opción mientras Hinata crea que Sakura te quiere—le dijo Ino, adivinando lo que él estaba pensando—. Es imposible para ella verte de otra manera, cuando Sakura siempre la apoyó y la ayudó con Naruto.

Lo sabía.

¡Joder!

Lo tenía claro, sin embargo, albergaba la esperanza de que ella fuera capaz de verlo a pesar de esas circunstancias.

Era idiota, lo sabía… una contradicción sin sentido porque él, precisamente, adoraba que ella fuera leal.

Esa forma de ser, de intentar ponerse siempre en el lugar de los demás, fue una de las razones por las que ambos pudieron acercarse.

Que ella no pretendiera nada con él fue lo que le permitió formar el vinculo sin temor.

Esperar que ella cambiara estaba mal, él era el que estaba enamorado, él era el que quería una oportunidad aun sabiendo la difícil situación en la que podría colocarla.

Apretó los puños, frustrado, sin saber como continuar.

Tenía que hablar con Sakura y aclarar la situación.

Suspiró, intentando calmarse y asintió en respuesta a lo que Ino había comentado.

—Hablaré con Sakura— le dijo.

La rubia miró a Sasuke, y movió su cabeza en señal de afirmación, de acuerdo con lo que él pensaba hacer. Pidió la cuenta, tomó la libreta y se marchó.

Dos horas después, Hinata cerraba su café y terminaba de ordenar mientras Sasuke llevaba la cena recién preparada a una de las mesas del salón.

La ex Hyuga se notaba mucho más animada que en la mañana, pero su rostro mostraba el cansancio que ya no podía ocultar.

Se sentaron, mientras él le comentaba lo que había estado haciendo durante la tarde y lo que le tocaría hacer al día siguiente. Y ella le comentó de los nuevos productos que tenía pensado vender.

Era evidente que Hinata estaba algo nerviosa y no quería hablar del asunto del prometido en ese momento, así que Sasuke no presionó.

La cena transcurrió tranquila y sin contratiempos, agradable, hasta que llegó la hora de marchar.

—¿Estás segura—dijo Sasuke, volviéndose a ella antes de salir— de que prefieres quedarte acá?

Ella asintió.

—Sí—respondió—, este es mi lugar, mi hogar, estaré bien.

Sasuke, preocupado, insistió.

—Puedo quedarme esta noche, y acompañarte.

Hinata sonrió y negó.

—Gracias por la preocupación—le dijo—, pero no es necesario. Dudo que intenten algo aquí. Además, mañana tienes mucho que hacer desde temprano.

Él suspiró, derrotado, y asintió.

Sin embargo, cuando iba abrir la puerta, escuchó que la voz de Hinata lo llamó.

Se giró, casi sin pensarlo mucho, y la vió con la mirada en el suelo, las manos tomadas por delante, apretadas y nerviosas, y los hombros tensos. Ella quería decirle algo más.

Ella necesitaba decirle algo, lo suficientemente importante y complicado, como para mostrarse inquieta.

Se acercó.

—Sasuke—llamó ella—, yo…

Él movió su cabeza en señal de que la estaba escuchando, y ella, que había levantado su mirada cuando lo llamó, la volvió al suelo, mucho más ansiosa.

—Yo…—continuó, y tomó aire para soltar lo que evidentemente tenía atrapado—regreso a Suna.

Por un momento, su mente se quedó en blanco intentando procesar lo que ella le había dicho… lo que ella en realidad le estaba diciendo.

Se iba.

Aquella actitud nerviosa, esa declaración que parecía lo suficientemente difícil e importante como para decirlo en ese momento y de esa forma, evidenciaban que no se trataba de un simple viaje temporal.

Oh, no. No era tan ingenuo como para creer que se refería a un viaje cualquiera; ella hablaba de su solución al problema con el clan. Esta era su respuesta.

Hinata se iba.

Hinata le estaba diciendo que ya no regresaría.

Hinata se estaba despidiendo.

No. No, no.

No podía permitirlo.

No así, no de esa forma, no por esas razones.

No, porque sabía que ella aún quería permanecer en la aldea.

Sintió como el estómago se le apretaba, como las manos le temblaban, como las emociones se arremolinaban, como su corazón se estremecía ante lo que estaba apunto de hacer.

No era lo mejor, no era como quería que fueran las cosas, pero… no podía dejar de intentarlo.

Era egoísta, lo sabía, lo que estaba apunto de hacer no era solo por ella… era por él también.

Tenía que intentarlo…

—Elígeme.