Aviso legal: : Los personajes son de S.M y la histríe es una cliché que me inventé. completamente de mi autoría.

~~~~Amor Desastroso~~~~

Bella.

Parpadeo un par de veces para comprobar que no estoy en un error. No, no lo estoy. Dentro de coche hay un hombre al parecer sin camiseta . O podría ser en realidad un hombre completamente desnudo.

¡Mierda!

Decido que es momento de largarme de aquí.

Comienzo a retroceder de apoco con la mirada fija en otra parte que no sea dentro del coche. Estoy a punto de girarme y largarme, cuando la puerta de pasajeros se abre de golpe. Me asusto un poco y brinco en mi lugar. Miro de nuevo al auto y de el sale un hombre. Lo primero que llama mi atención es su color de cabello cobrizo con algunos reflejos rubios. Lo siguiente que noto es un par de gafas de sol que me impiden ver por completo su rostro. Bajo un la mirada un poco más y lo veo completamente desnudo. Bueno, no completamente, pero el tipo no trae una camisa puesta, así que puedo ver pectorales trabajados; no tan excesivos , pero están bien trabajados. Ah, y por último, están un par de pantalones de mezclilla que abrazan a la perfección sus caderas.

¡Mierda! Está buenísimo!

Antes de que él pueda darse cuenta que lo estoy mirando de más, subo la mirada a su rostro para evitar las imágenes indecorosas que están viniendo a mí cabeza.

Me aclaro la garganta.

—Uhmmm...¿Necesitas ayuda? — pregunto . Para no parecer una mirona; trato de fijar la mirada en su cara o en cualquier otro lugar que no sea su abdomen de tentación.

— ¿Ayudarme en qué? — cuestiona en tono cortante con aquella voz que casi hace que moje mis bragas.

— Con el coche, por supuesto — digo para que no haya malos entendidos.

Está vez el tipo se quita las gafas para mirarme. ¡Mierda! Sus ojos son de un color verde grisáceo que acentúan su físico y lo hacen ver aún más bueno de lo que ya es.

¿ Pero qué mierdas, chica?, pienso para mis adentros.

Creo que el tipo nota que estoy mirándolo más de la cuenta. Su gesto se vuelve burlón mientras me escanea de arriba a abajo.

— No creo que sepas de coches, bonita — responde.

¿Pero qué mierdas? Sus palabras hacen que me ofenda al mismo tiempo que me enfade. ¿Quién diablos se cree que es para juzgar a las personas a simple vista? ¿Acaso piensa que solo por ser una chica no podría arreglar su maldito coche? Porque para su maldita buena suerte yo podía arreglar su coche y patear su culo al mismo tiempo.

Me encojo de hombros y doy un paso al frente. Sonrío en forma despectiva.

— Quizá pueda hacerlo— refuto.

Él se sonríe de medio lado.

¡Infiernos! Eso me hace encabronarme aún más.

— idiota— digo en tono los suficientemente bajo.

— Te escuché— responde. Al parecer no he hablado tan bajo cómo he pensado

Me encojo de hombros. En realidad me da igual si lo escucho o no. Me cruzo de brazos.

—Si lo dije es por algo, ¿ No lo crees, genio ? — Maldita sea! Este tipo me había subido la libido y la había bajado en menos de cinco minutos. Pues bien, voy a largarme de aquí porque no estoy de humor para lidiar con machito como él. Busco en los bolsillos traseros de mis jeans y saco una tarjeta de cartón donde viene impreso el teléfono de el taller Swan.

— Marca el número de aquí y alguien vendrá a ayudarte. — extendiendo mi mano para entregarle la tarjeta.

El tipo toma la tarjeta de mala manera y la observa.

— ¿Taller mecánico Swan? — pregunta curioso, alzando una ceja .

— Som..— estoy a punto de cagarla — . Son los únicos y los mejores del pueblo.

Mira de nuevo la tarjeta, después a mí.

— ¿ Conoces a los Swan?— cuestiona.

— Un poco — me limito a responder.

El asiente un par de veces.

En ese instante mi teléfono suena, lo reviso y veo que es Jake. ¡Maldición, otro idiota!

Doy varios pasos hacia atrás para poder alejarme un poco y contestar la llamada.

—¿Qué sucede ?

—¡Maldita sea, Bella! ¿ porqué no me dijiste que Leah te llamó para reparar el auto de Billy? Si me hubieras dicho, yo estaría en camino. Así quizá el viejo me perdone por lo del otro día.

Ruedo los ojos.

—No seas estupido, Jake. Por tu bien es mejor que te mantengas alejado por unas semanas.

Maldice de nuevo.

— ¿Vas en camino?

—Sí, genio— respondo.

—Te llamaré en treinta minuto para saber cómo van las cosas.

— No te atrevas— Lo amenazó y cuelgo.

Me doy media vuelta y veo al tipo, que hace solo cinco minutos me parecía sexy. Está mirándome. ¡Maldita sea! Espero que el tipo noe haya visto el trasero, de lo contrario le daría una paliza.

— Cuando llames pregunta por Emmett Swan, el podrá ayudarte.

Sus ojos viajan a los míos, y puedo notar que el tiene algo que decir.

—¿Conoces a Isabella Swan? — interrumpe lo que estoy diciendo.

¿Qué? ¿pero qué mierda? Doy un paso hacia atrás, un poco sorprendida . Logro recuperarme rápido un segundo despues.

— Todos en el pueblo la conocen.— Es la unica respuesta que le daré acerca de mí.

— ¿ Puedes llevarme con ella ?— pregunta serio.

¿Para que quería encontrarme ? No lo conocía y él tampoco a mí. A menos que... Oh, si, seguro que Rosalie Hale tenía que ver con esto.

Niego con la cabeza.

— ¿Porqué haría eso? Fuiste grosero conmigo y no pienso ayudarte.

El tipo gruñe. Pasa una mano por su cabello y lo desordena más de lo que ya está.

— Es urgente encontrarla.

Levanto una ceja.

—¿Porqué? ¿Te debe dinero o algo? — Me siento curiosa por si respuesta.

—No es asunto tuyo, bonita— dice en tono despectivo.

Su respuesta me hace enfurecer. Doy paso hasta llegar a poca distancia de él. Me vale una mierda que invada su espacio personal. Alzó una mano y apunto con mi dedo undice sin tocarlo su bien formado bíceps.

— Cómo vuelvas a llamarme de esa forma...

El tipo se tensa. Da un paso atrás, mete su mano a uno de sus bolsillos de sus jeans, toma su cartera y saca un billete de cien y me lo ofrece.

—Llevame con ella y el billete es tuyo.

¡Ahora si voy a golpearlo! Cierro los ojos con fuerza y cuento hasta diez. No soy una persona violenta, pero juro que este tipo está sacándome de mis casillas. ¿Decirme bonita y luego querer comprarme? ¡Diablos, no! No iba a hacer por dos simples razones: Primero. Odiaba que me dijeran de esa manera gracias a Diego Vulturi, quien me molestaba desde que era una niña con ese sobrenombre. Segundo. No iba a dejarme comprar por cien malditos dólares por muy tentadores que fueran

—Voy a largarme antes de que pueda hacerte daño, imbecil— digo. Tomo valor y empujo mí dedo sobre su pecho. ¡Mierda! Fue un error, porque el contacto de su piel con la mía hace recorrer por mí cuerpo una descarga eléctrica.

Maldita sea la estática coporal.

El tipo toma mi dedo y la electricidad entre ambos parece aumentar.

¡Mierda! ¡Mierda! ¡ Mierda!