El Torneo de Lannisport
Summary: El Torneo de Lannisport se realizara para celebrar el reinado de Robert, lo que nadie esperaba era que los rumores sobre ella fueran ciertos, se decía que era la mujer mas bella de los Siete Reinos, y muchos nobles podrían dar testimonio de ello.
Ned Stark no permitía que nadie se le acercara o que ella estuviera sola, la vigilaba constantemente haciendo que Joanna a veces sintiera que era la prisionera de su propio padre, no es como si alguien fuera a raptarla o a comenzar una guerra por una niña bastarda incluso si todos decían que era demasiado parecida a su tía Lyanna o incluso mas hermosa que Ashara Dayne o la misma reina Cersei.
Anuncio: Hola, Hola, a todos actualizando esta vieja historia pero que esta entre mis favoritas, con nuevas ideas y deseos de seguir adelante, en este capitulo veremos un poco del pasado, sobre todo del punto de vista de Catelyn, en el siguiente capitulo tendremos inicio oficial del torneo, los caballeros esperan el favor de nuestra pequeña norteña
Frio, hacia tanto frio en ese momento, los huesos comenzaron a dolerle, como si las gruesas paredes del Castillo no conseguían protegerla, la nieve comenzaba acumularse por todo lugar que no estuviera desguarecido adecuadamente, tan frio sentía en esos momentos. Se necesitaba mas leña, para sus habitaciones, para los sirvientes, para todas las personas del castillo.
Invernalia era la ciudad del Norte, hacia honor a su nombre pensó con cierta irritación, sentía los vientos fríos golpear con fuerza las ventanas.
Necesitaba madera, la leña para su chimenea, no quería arrebatarles la poca que tenían a sus sirvientes, ella sabía que apenas tenían lo justo y siempre se había considerado una mujer que entendía las difíciles situaciones de la gente pequeña. Lo que empeoraba todo era que Ned no estaba el se encontraba viajando lejos, en las tierras de sus vasallos solucionando los problemas menores de su gente.
Hacía frío, y estaba oscuro, sentía como si la tormenta estuviera tapando la luz misma del sol y comenzó a temer por la seguridad de su bebe, el pequeño Robb y no pudo evitar comenzar acelerar el paso hacia su habitación. Debía llegar pronto, correspondía asegurarse que estuviera bien protegido, aunque la guardería de Invernalia era tal vez una de las habitaciones mas cálidas de todo el castillo.
Así que cuando abrió con fuerza la puerta, se sorprendió al ver a su pequeño parado sobre su cuna llorando con fuerza. Las niñeras, ni su nodriza eso la enfureció, se acerco hacia donde estaba su pequeño, este extendió las manos con desesperación para que fuera tomado entre los suaves brazos de su madre y Catelyn respondió con felicidad para ponerlo sobre su pecho mientras se movía lentamente y lo acomodaba entre sus brazos.
"Ya mi dulce niño, mama esta aquí" Le dijo con dulzura, aunque Robb ya comenzaba a ser un bebe cada vez mas deseoso de apartarse de los mimos de su madre, esta vez estaba claramente feliz de estar sobre el pecho de su progenitora, acurrucada buscando el calor de su madre.
"Lady Catelyn" Dijo una voz asustada a sus espaldas, volteo la mirada para ver a la nodriza Wylla claramente asustada por su presencia.
"Se puede saber porque no cuidabas al hijo de tu señor ante esta tormenta infernal" Le hablo con voz molesta y enojada, estaba casi lista para ordenar la expulsión de esa mujer junto con las niñeras de su hijo.
"Lo siento mi señora, pero es que la niña, ella no está" Dijo entre llantos, al principio Catelyn no comprendía exactamente a lo que se refería hasta que volteo la mirada al otro lado de la cuna de su bebe, no estaba la niña.
La bastarda de su marido, la pequeña de cabellos negros como la misma noche, piel tan blanca como la nieve, sin mencionar esos inquietantes ojos grises que le miraban en todo momento.
"¿Dónde esta la bastarda?" Dijo con intriga mientras seguía mirando de forma inquietante la cuna vacía.
"No lo sé, las demás estaban buscando más mantas y madera para calentar la habitación, pero…"
"Pero… ¿qué?" Ella rápidamente quería respuestas, no es como si le importara el bastardo de su esposo, esa niña, esa deshonra era un ser que solo traería desgracias a su familia. Los bastardos deben ser enviados lejos de sus verdaderos hermanos para que no contaminen con su semilla corrupta e infectada.
"Me quedé dormida mi señora, solo fueron unos breves minutos, pero cuando me desperté ella, ya no se encontraba" La mujer se arrodillo en llantos rápidamente, intentando controlarse "Lo siento tanto, por favor mi señora perdóname"
Tal vez debería agradecerle pensó con cierta malicia Catelyn, pero aparto ese pensamiento rápidamente, no era digno de una Tully.
Solo ve a buscarla era lo que quería decirle, pero sentía cierto peso en su lengua en esos momentos, volteo la mirada viendo a su hijo quien parecía haber calmado su llanto. Era una suerte que su pequeño Robb aun tuviera dificultades para caminar adecuadamente, o de seguro habría seguido a la niña a donde sea que se haya ido.
"Wylla" Grito una de las niñeras, quien ingreso rápidamente angustiada a la habitación, era una de las niñeras de Robb quien parecía que acaba de ver al Gran Otro.
"Mi señora" Dijo la sirvienta al notar la presencia de su señora.
"¿Qué sucede ya?" Preguntó Catelyn irritada, debería regresar a su habitación, con Robb e intentar calentar a ambos con esta dura tormenta.
"La niña mi señora, Joanna, ella se encuentra en las murallas" Y con eso Catelyn abrio los ojos con gran sorpresa y temor, luego miro a Wylla, quien sin dudar se le acerco y le entrego su hijo. Como fue posible que la niña hubiera llegado tan lejos, era algo que no podría creer.
Camino, no, corrió junto con la sirvienta, seguidas con dificultad por parte de la nodriza quien cargaba en sus regordetes brazos a Robb.
Entonces llegaron a la puerta este, y fue que la vio una niña un poco mas grande que su Robb caminando por las altas murallas de Invernalia, lo peor de todo estaba riendo, la niña parecía soltar una carcajada.
"Es un demonio" Catelyn volteo la mirada para encontrar a la Septa y mas sirvientes observando con asombro desde la seguridad del interior de ala este, mientras la niña simplemente parecía estar jugando en la nieve como si fuera algo divertido.
II
Es un demonio pensó Catelyn, la Septa tenía razón ella claramente lo vio desde que llego la niña, Joanna Snow era un ser de la oscuridad concluyo. Dos sirvientes cruzaron el gran patio, subieron por las escaleras para traer a la niña, dos sirvientes que en este momento se encontraban siendo tratados por el fuerte frio.
Pero la niña no tenía ningún daño, rasguño, ella simplemente parecía haberse molestado porque la habían apartado de su diversión.
Es un demonio pensó nuevamente, cada vez más incómoda de estar a solas en una habitación con semejante monstruo.
La nieve, no, el frio, ese frio que esta apunto de matar a dos hombres quienes solo se expusieron por unos breves minutos, ese frio que tiene todo el castillo enloquecido en la búsqueda de mas madera, carbón o cualquier otro material que pudieran usar para encender las chimeneas. Agradeció a sus nuevos dioses por que Invernalia estaba construida sobre aguas termales.
Catelyn agradeció que acá en la habitación que compartía con su marido el frio comenzó a descender, las llamas de la chimenea estaban altas, ardiendo con fuerza. Noto los adornos de lobo Huargos que su dulce Ned estaba tallando para su Robb y por desgracia también para la niña
La niña que estaba ahorra jugando con indiferencia a la presencia de su madrastra sobre las finas alfombras de piel de oso.
"¿Qué eres tú?" Pregunto directamente a la niña, no es como si esperara que una niña que apenas estaba aprendiendo a caminar le respondiera… Pero entonces como llego tan lejos, esta niña que ahora veía como se tropezaba con dar algunos pasos consiguió llegar al otro extremo del castillo.
Incluso un joven adulto habría tenido problemas para alcanzar aquel extremo en pocos minutos, o tal vez la sirvienta le mintió y esa pequeña siesta fue un par de horas.
La niña dio una extraña voltereta como si intentara sorprenderla, y sin poder evitarlo Catelyn sonrió, la observo con mas detalle, se agacho para mirarla con el mayor de los detalles.
Y fue entonces que la sonrisa murió en su rostro cuando vislumbró la forma de cabello oscuro puesto que consiguió notar un pequeño pero largo mechón plateado sobresaliendo de aquel tupido cabello negro.
Piel tan pálida como la nieve y ojos cerrados de un gris tormentoso como la tormenta misma que les encontraba azotando, no, ese gris parecía mas una especie de color plateado pensó con nerviosismo.
Fue entonces que la pequeña Joanna alzo las manos e hizo el sonido de un lobo gruñendo, aquel acto sorprendió tanto a Catelyn que termino cayendo hacia atrás en su trasero asustada, por aquel extraño comportamiento.
la pequeña infanta solo soltó una leve risa infantil, mientras volvía alzar las manos e intentar formar terribles colmillos con sus precarios y faltantes dientes que estaban alrededor de su boca.
Catelyn se levanto claramente molesta, mientras miraba con molestia a la niña, un momento de debilidad de su persona y la bastarda le pagaba de esa manera, estaba irritada a punto de regañar a la niña, pero esta le dejo de prestar atención, parecía ser que su nuevo interés ahora era la chimenea.
Joanna se acerco lentamente, mientras extendía la mano con timidez intentando sentir aquella gran llamarada.
Fue entonces que se sintió mal consigo misma, ella la hija de Hoster Tully miro con malicia la pequeña y frágil espalda de la niña, solo necesitaba un pequeño empujón pensó.
Familia. Deber. Honor.
Ella había vivido su vida con estas palabras, aceptado el deber cuando su esposo traicionó tanto a la familia como al honor. Ella había cumplido con su deber con su bastardo y los dioses la maldijeron con un pequeño monstruo, la niña no se congelo, la niña no se veía afectada por el frio.
Catelyn extendió la mano acercándose cada vez más a la espalda de la niña
¿Cómo estaba aún respirando? ¿Cómo esta viva? ¿Por qué no estaba congelada? Esta niña la asustaba.
Fue en un sueño que levantó al bastardo de su cuna y lo llevaba lentamente a las llamas de su habitación, fue en un sueño que ella hacia justicia por su honor y ponía a la pequeña bastarda en el horno de las grandes cocinas de Invernalia.
Un recuerdo que a veces la atormentaban por que los Dioses de su marido la condenarían por ello.
Si el hielo no sacó los gemidos, las lágrimas, ni los llantos de la niña, tal vez el fuego si podría hacerlo.
Fue entonces que se dio cuenta de lo que acaba de hacer, empujo a la niña, a la hija bastarda de su esposo contra el fuego, la lanzo de un fuerte golpe contra la chimenea.
"Lo siento", le dijo Catelyn entre llantos al darse cuenta que sus más siniestros pensamientos acaban de apoderarse de ella, intento acercarse a la llama, intento extender sus manos para salvar a la niña y se quemó en el proceso.
Las fuertes llamas comenzaron a consumir la ropa de la niña, sus sencillas telas se hicieron cenizas, pero entonces Catelyn se vio obligada apartarse al darse cuenta que el fuego acaba de crecer aun mas con la llegada de un nuevo combustible.
Pero para su sorpresa, mientras Catelyn contenía las lágrimas, e intentaba controlar el dolor de su mano por su cruel acto, escucho una pequeña risa.
Joanna Snow estaba llameante pero viva. Joanna Snow no lloró, pero si reía. Hacia demasiado calor, era insoportable, pero la niña estaba simplemente a salvo. Ella no ardía, y entonces llego a una tenebrosa conclusión.
Ni el Hielo, ni el Fuego pueden lastimarla.
Catelyn se despertó con fuerza, estaba sudando y sentía que su cuerpo era recorrido por una leve fiebre. Un mal sueño pensó la mujer, no, un mal recuerdo.
La puerta estaba siendo tocada, y Catelyn intento organizarse con fuerza, gritando con molestia que ya iba atender a la persona que se encontraba delante de su habitación.
Camino con cansancio, fue un mal recuerdo pensó, es el pasado recordó. Abrió la puerta, miro al maestre Luwin quien parecía angustiado, traía consigo un mensaje, un cuervo había llegado pensó la mujer.
Esto era malo pensó, entre más leía menos le gustaba.
Robert había anunciado que el ganador del Torneo se casaría con su pequeña Joanna. No, los Dioses no lo permitirían pensó con temor, si el hombre equivocado terminaba al lado de su niña que destino les aguardaba.
"Convoca a la bruja" Dijo entre dientes Catelyn no queriendo hablar con esa molesta mujer.
El maestre no quería aceptar esa petición, pero accedió y se marcho al bosque de los Dioses antiguos, donde de seguro se encontraría esa peculiar y repugnante mujer ante sus ojos.
Catelyn dio varias vueltas por la habitación, intentando no morder con fuerza el labio, duro varios minutos, tal vez media hora hasta que llego una mujer de contextura joven, demasiado. No ha envejecido pensó con temor lady Stark, la conocía desde hace casi diez años y esta bruja del bosque parecía nunca envejecer.
"¿La profecía ha cambiado?, respóndeme"
La bruja del bosque solo saco entre sus bolsillos varios huesos, pequeños, diminutos, Catelyn no quería pensar lo mucho que le recordaban los huesos de un bebe recién nacido. Y la bruja se arrodillo rápidamente para lanzarlos sobre el suelo como si se trataran de simples dados.
"La niña es Hielo y Fuego, suya será la canción"
Y con eso Catelyn sabia que la profecía no había cambiado eso la irrito aun mas.
"Dime al menos algo que no sepa bruja" No le gustaba esta mujer pero acertaba en sus pronósticos, los siete la estaban maldiciendo al confiar en una hereje de sus dioses pero necesitaba saber como proteger a su familia.
"En un mes la niña podría desencadenar el mismo destino de su madre" Con esas palabras Catelyn sintió que perdía la respiración y su cuerpo se entumecía solo un pensamiento cruzo su mente en ese momento Guerra. ¿Pero como? ¿Seria secuestrada? ¿huiría con un pretendiente? O ¿Los hombres rechazados no iban a permitir que fuera feliz sin ellos?
