Calma Nocturna
Todo el grupo se encontraba abatido a su regreso a la prisión, pues lo que se suponía una salida tranquila de reconocimientos y sencilla se había terminado costando la vida de un compañero y la pérdida de todos los recursos del lugar.
Al descender de los vehículos apenas hablaron entre ellos, descargando los vehículos de manera mecánica y en silencio, pues no había nada que decir al respecto. Aquello no pasó desapercibido a Carol que estaba terminando de recoger la cocina exterior y se acercó al grupo con una mirada interrogativa al percatarse de la ausencia de Zack. Como único respuesta Daryl negó antes de que la mujer diera voz a la pregunta.
Junto al Hyundai, Sasha se desprendía de su chaleco y demás protectores demostrando su frustración y rabia contenidas. Al verla Daryl también se quitó la cazadora con el chaleco, esperando que aquello le aliviase la pesadez que sentía en sus hombros, pero no fue así.
Sin preguntar, Mara cogió tanto los protectores como la cazadora y los guardó en una de las cestas, junto con su ballesta de la del cazador.
—Te ayudo —se ofreció Michonne, cargando otra de las cestas.
Acompañadas por Tyreese las dos mujeres se encaminaron al interior del bloque C, siguiendo el lento paso de Bob, que se había alejado nada más llegar con abatimiento.
Los miembros del consejo que habían salido a la expedición se reunieron junto a Carol.
—Ha sido un desastre —dijo Daryl —. El lugar está perdido y Zack... —negó bajando la vista al suelo.
—¿El resto estáis bien? —preguntó Carol.
—Sí, dado lo ocurrido —contestó Sasha.
—Habrá que contar lo sucedido —comentó Glenn.
—Mañana —dijo Sasha.
—Al menos Beth debe saberlo —insistió el asiático.
—Yo se lo diré —se ofreció Daryl —, se lo diré ahora.
—Bien... Mañana tomaremos decisiones, debemos descansar —dijo Sasha.
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En el recibidor del bloque C, Mara, Tyreese y Michonne guardaron en las jaulas lo que habían llevado de los coches. Las mismas cosas que horas antes habían sacado por si las necesitaban en la salida, y aquello resultaba desalentador y una reflejo que lo mal que había salido todo.
—Todavía no se cómo ha... —dijo el hombre.
—Un accidente, sólo eso —dijo Mara —. No hay que buscarle explicación, no la hay.
—No, supongo que no —contestó apesadumbrado y se alejó hacia las tumbas.
Mara terminó de colocar el traje de Sasha, mientras Michonne también se marchaba y con lentitud y desgana se deshizo del suyo, dejándolo en el mismo lugar con cuidado. Cargó ambas ballestas y con la cazadora de Daryl en la mano salió de la jaula cuando el resto del grupo entraba en el pabellón de camino a la galería, y se acercó a Daryl.
—Sebe, voy a hablar con Beth —dejó a la joven antes de entrar en la galería.
Por toda respuesta, Mara asintió en silencio y se encaminó a las escaleras, desviando la mirada hacia la celda de la joven Greene cuando Daryl se apoyó en el marco de la entrada.
Al llegar a la celda no se molestó en encender la lamparilla de camping, dejando que sólo la luz de la luna iluminara la pequeña estancia y traspasaba la fina sabana que cubría la puerta. Dejó las armas y la prenda de Daryl a un lado y apesadumbrada comenzó a desvestirse intentando no pensar en lo ocurrido, ni en como recibiría Beth la noticia de la muerte de Zack. No pensar en nada. Se desnudó casi por entero, dejando sólo con la parte de abajo de su ropa interior y poniéndose una camiseta que le quedaba muy grande. En el momento en que Daryl entró en la celda ella terminaba de cepillarse el pelo, sólo por hacer algo y no acostarse sola.
—¿Cómo está? —preguntó Mara girándose hacia él.
—Rara... —se limitó a contestar al respecto —. Mañana se lo diremos al resto.
Mara no dijo nada, y volvió a darle la espalda para dejar el cepillo sintiendo como Daryl se acercaba a ella y quedaba a pocos centímetros de su cuerpo.
—Chip... —susurró en su oído, acercándose aún más a su espalda y deslizando su mano por su cintura.
La joven se giró hacia él y le miró fijamente a los ojos.
—También te necesito a mi lado esta noche —dijo ella y se aproximó los centímetros que le restaban al cuerpo de Daryl, alzando la cabeza para besarle.
Cerrando los ojos Daryl le devolvió el beso, agradeciendo que ella le hubiera entendido sin necesidad de palabras, abrazando el menudo cuerpo de la joven entre sus fuertes brazos, acercándola todo lo posible a su cuerpo. Realmente necesitaba tenerla cerca y sentirla junto a él en esos momentos. Separándose de sus labios unos centímetros apartó el cabello oscuro hacia atrás y sujetando su rostro frente a él la observó con detenimiento unos segundos, mientras ella le contemplaba algo desconcertada por su comportamiento.
Lentamente, Daryl aproximó su cara a ella, pero en lugar de besarla acercó sus labios a su oído.
—Te amo —confesó con un susurro casi inaudible pero seguro.
Pese a conocer los sentimientos del cazador, Mara nunca le había escuchado decir esas dos palabra. Por ello, la emoción le inundó por completo, agitando el interior de su pecho violentamente, y por toda respuesta, se aferró a su cuerpo con desesperación.
—Y yo... yo también —susurró segundos después, y buscó los labios de Daryl con los ojos cerrados.
—Lo sé —contestó él, correspondiendo a cada beso y caricia de la joven.
Con manos nerviosas pero decididas, Mara quitó cada botón de la camisa vaquera de Daryl, deslizando sus labios por su piel. Él acariciaba su espalda lentamente con una mano, levantando la camiseta que llevaba la joven, mientras se desabrochaba los pantalones y los dejaba caer.
Sin dejar de acariciar el cuerpo de Mara, Daryl se quitó las botas solo con los pies, deshaciéndose del todo los pantalones torpemente dejando que ella siguiera besando su cuello.
Aquella noche, puede que más que en ningún otro momento de su vida, necesitaba sentirse vivo, sentir algo bueno y que pertenecía a un lugar, a alguien. Puede que fuera porque nunca antes hubiera tenido un lugar donde cobijarse con anterioridad y ahora no era así.
Sin prisa, se dirigió a la cama, donde se sentó, viendo como la joven se quitaba la camiseta de algodón frente a él y la dejaba caer sobre el suelo de cemento. Daryl apoyó las manos en las caderas de Mara, cuando ésta se acercó más hasta él y, tras elevar la vista a su rostro unos instantes, le dio un intenso beso bajo el ombligo que le encogió el corazón de la joven, que sin dudar, enterró sus dedos entre lo mechones castaños para alargar ese momento.
—Ven... —pidió Daryl, desplazándose hacia el interior del colchón, dejando sitio para que ella se tumbara.
Antes de obedecer y cumplir su petición, Mara se desprendió también de su ropa interior que era lo único que vestía en esos momentos y se metió bajo las sabanas completamente desnuda, junto a Daryl.
—No sabes cuánto te amo y cuanto te necesito ahora mismo —dijo ella, aproximando su cuerpo al de él.
—Sí lo sé —contestó con rotundidad, y rodeó su cuerpo.
Deslizando sus manos con intensidad, acarició el cuerpo de Mara desde los muslos hasta sus pechos mientras se acomodaba sobre ella sin dejar de besas sus labios o su cuello. Sabía realmente lo que ella sentía, pues si no era igual, era algo muy parecido a lo que él experimentaba en esos momentos. Él la necesitaba también pues, en ese instante y tras lo ocurrido en la salida, una sensación de vacío y desasosiego se había instalado en su interior, y sabía que junto a Mara era de la única manera en que podría ponerle fin.
La entrega de Mara al recibir a Daryl en su interior fue completa y entregada, resultando un bálsamo para el alma del cazador, aliviando por completo su desazón y haciéndole sentir bien, absolutamente bien.
Pero necesita más. Necesitaba a Mara más que nunca, por entero y completamente.
Presionó intensamente su cadera contra ella, para sentirla profundamente, provocando que de los labios de la joven saliera un jadeo de placer.
—No quiero hacerte daño —dijo preocupado por estar sobre ella y sin llegar recostarse por completo sobre su cuerpo, lo que le incomodaba porque aún pegado a ella la sentía lejos.
—Estoy bien —aseguró, deslizando sus manos por su espalda y su trasero, invitándole a continuar.
Daryl asintió imperceptiblemente y reanudó sus embestidas lentas pero intensas escuchando los gemidos de Mara bajo su cuerpo. Aún así no se le podía entregar al máximo, y se movió a un lado, llevando junto a él por la cintura el cuerpo de ella y quedando ambos de lado. Despreocupado por fin se rindió por completo al placer.
Mara rodeó su cadera con la pierna, pegándose más a él, mientras Daryl la imitaba sujetando con fuerza sus glúteos contra su cuerpo, en un contante vaivén rítmico del uno contra el otro. Como siempre hacía, ignorando las cicatrices que poblaban la espalda del cazador, la joven se aferró a hombros y costado con desesperación, gimiendo en su oído enardecida.
Ambos llevaban un ritmo lento, en sus caricias y contoneo, que impedía que pudieran llegar al clímax con prontitud, pero ninguno hizo intento de acelerar o apremiar al otro, pues aquella noche no quería acabar de sentir ni de estar unidos por completo, en absoluto. Con cada roce intenso de sus cuerpos, con cada caricia vehemente, con cada beso apasionado y cada embestida profunda, demostraban todo lo que sentían en su interior. Eso era lo que necesitaban. Sentir, sentir que estaban vivos, estando juntos.
La declaración de hacia unos instantes, retumbó en la cabeza de Mara. Podía sentir el significado de esas dos palabras en cada gesto, pero tener el recuerdo fresco de la voz de Daryl, fue lo que sin duda la hizo llegar al orgasmo. En un éxtasis, profundo y explosivo.
Llevada por la emoción de ese momento, empujó el torso de Daryl, postrando su espalda contra el colchón y se sentó sobre sus caderas. Moviéndose intensamente sobre él, que recorría con ambas manos la silueta de Mara en la penumbra, desde las caderas hasta sus pechos.
Durante unos segundos Daryl permaneció mirando la expresión complacida de Mara, recreándose en sus gestos y en los movimientos que su cuerpo hacia sobre él, y olvidó por fin todo lo ocurrido a lo largo del día, entre jadeos de placer. Sus manos apretaron con fuerza las caderas de la joven mientras su expresión se contraía por el placer, y al sentirlo Mara se recostó sobre su pecho, dejando que la rodease con sus brazos y la estrechara con fuerza.
Tras pasar unos segundos, tras estirar las piernas y mientras que su respiración se sosegaba, Mara permaneció sin moverse. Sabía que no podría dormir en aquella posición, pero no quería apartarse de pecho de Daryl. Por su parte él no dio muestras de estar incómodo y acarició lentamente la espalda de Mara por largos minutos.
Finalmente la joven se deslizó a un lado, pero apoyó la cabeza en el pecho del cazador. Con los sonidos usuales de la galería, producidos por sus compañeros que aún no dormían, la realidad volvió a estar presente en sus conciencias.
—Me hubiera gustado que lo adivinara... Tu trabajo antes de esto —comentó Mara quieta entre los brazos de Daryl.
—Nunca lo hubiera hecho... no había nada que adivinar —confesó, lo que hizo que Mara frunciera el ceño. Le resultaba extraño que nunca hubiera tenido un oficio, pero no dijo nada.
—Supongo que no es un buen momento para anunciar... nuestra noticia —dijo desalentada.
—No, pero hay que hacerlo —contestó él acariciando su brazo con la yema de los dedos —. Como lo tomen es igual. No será un problema.
Mara asintió, pero sin estar convencida del todo. Estar embarazada, aunque le ilusionaba no le traía buenos recuerdos, ya había sufrido las miradas reprobatorias por eso mismo cuando era solo una estudiante de secundaría. Y la situación se la hacía similar, era una mala idea, era un acto inconsciente, era un riesgo y tal vez una forma de arruinarse esa extraña y arriesgada vida que tenían. Daryl notó su desánimo al mirarla de soslayo.
—¿Qué? —preguntó.
—Nada, solo me preocupa... no quiero que nadie me vea como un problema o... no sé, que simplemente me miren y piensen que no tengo sensatez —confesó —. Ya he pasado por esto y sé que voy a cambiar, me pondré grande, pesada y torpe. Necesitaré ayuda para muchas cosas y no podré hacer otras tantas y... me agobia. Serán las hormonas, estoy vulnerable.
—Estamos seguros, no habrá problemas —aseguró él —. Y algunos sabemos cómo es por Judith. Te ayudarán, y yo estoy contigo.
—Ya... di eso cuando esté hecha una foca amorfa y Vanessa te diga tonterías —susurró para sí con queja, pero Daryl la escuchó.
—No digas tonterías...
Mara alzó la mirada para observar a Daryl, pero no dijo nada. Sabía que él se negaba a aceptar que ahora era no solo aceptado sino también admirado por muchos, y que si lo quisiera no le faltaría compañía, así que se encogió de hombros y se acomodó más entre sus brazos.
—Me gusta estar así —dijo Mara tras un rato.
—Se está bien. —Una leve sonrisa se dibujó en su comisura izquierda —. Pero tendríamos que vestirnos...
—Espera —dijo Mara, pegándose más al cuerpo del cazador —, no hay prisa. Está noche de verdad que necesito estar contigo.
La curva en la comisura de su labio se acentuó, y Daryl se giró hacia la joven, mientras ella se aferraba a su cuello y le permitía besarla con completa libertad. Tal vez no fuera lo más llamativo del carácter y personalidad de Mara, pero el hecho de que no disimulase su deseo y lo demostrase abiertamente agradaba mucho a Daryl. Así, al menos sabía que no era un degenerado y que en la mayoría de las ocasiones, como en ese momento, ella tenía las mismas ganas que él.
Sin reparos rodeó con ambos brazos la espalda de Mara y sujetó su nuca con la mano, mientras la besaba intensamente. Sintiendo como el cuerpo de la joven se movía con sensualidad a su lado, haciéndole olvidar de nuevo todo aquello que no se encontrase bajo las sabanas de aquella cama.
Sería una noche larga, por suerte.
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Con la llegada de la mañana, Daryl se sorprendió al ver que no se habían llegado a vestir y Mara, al igual que él, estaba desnuda por completo y profundamente dormida boca abajo a su lado. Antes de levantarse la observó con detenimiento, recorriendo su espalda con los ojos para hacerlo seguidamente con la palma de la mano, del hombro hasta la cadera.
—Mmm... —se quejó, despertando lentamente —. ¿Qué hora es?
—Pronto —contestó Daryl y se incorporó, y comenzó a vestirse aun sentado sobre el colchón.
—Tengo vigilancia, debo sustituir a Glenn y Maggie. —su voz seguía sonando adormilada.
—Entonces en pie, Chip —declaró, y cogiendo una camiseta de la pila de ropa se la tiró encima.
—Eres tan dulce y romántico por las mañanas... —dijo incorporándose y apartando la prenda de su rostro.
Daryl no contestó y continuó vistiéndose al igual que Mara, que se enfundó la cazadora para salir de la celda seguidamente.
—El consejo se va a reunir ahora, para ver cómo explicar lo de ayer a todos, cuando lo hagamos también diremos como estás, ¿de acuerdo? —dijo antes de salir de la celda, y aunque lo hizo como una pregunta no lo era.
—Bien —contestó Mara tan respirar profundamente.
—Irá bien —aseguró para tranquilizarla.
—Claro, todo irá bien —contestó con una sonrisa, saliendo de la celda a continuación.
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Antes de ir a hacer su turno de vigilancia, Mara pasó por la cocina exterior e hizo café, sirviéndose ella misma una manzanilla, y con un par de tazas de café, que llevaba asidas por las asas, se encaminó a la torre, topándose con Glenn en el camino de la valla.
—Iba a relevaros —dijo la joven.
—¿Eso es para mí? —señaló las tazas el asiático.
—Sé que llego con retraso, y quería disculparme —confesó Mara.
—Acepto. —Tomó una taza con cuidado —. Maggie continua arriba.
—No la haré esperar. —se encaminó a la torre directamente con paso tranquilo, pero antes de llegar, la reunión de Michonne con los Grimes en el campo la distrajo, y esperó a la mujer de rastas —. Apenas has estado un día —dijo sin disimular su decepción.
—Tengo un lugar al que ir.
—Dudo que ese lugar de mueva porque te quedes un par de días más —comentó a media voz —Te abro la verja.
Michonne no dijo nada, bien sabía lo que Mara pensaba, e igual que ésta sabía que su compañera no perdía el tiempo en descansar más de lo necesario cuando regresaba. Volver a dar sus opiniones era una pérdida de tiempo.
Dejando la bebida calienta en el suelo, Mara tiró del sistema de poleas que movía la puerta exterior con fuerza para dejar salir a Michonne que ya montaba a Flame. Con su Katana a la espalda la mujer de color se alejó sin mirar atrás premeditadamente, mientras Mara cerraba de nuevo los portones y subía a la torre.
Al llegar a lo alto de la edificación golpeó con el puño la trampilla de entrada, incapaz de abrirla con ambas manos ocupadas.
—Creí que serías Glenn —declaró Maggie al verla.
—No, pero traigo café. —la tendió la taza aún humeante —.Creo que el consejo se va a reunir, por lo que pasó ayer, ¿lo sabes?
—Sí, Glenn me lo dijo, pero no he hablado aún con Beth —confesó Maggie sentándose frente a Mara y dando un sorbo a la taza —. Ha sido muy repentino, y me preocupa como pueda asimilarlo, desde que llegamos aquí se sentía más segura.
—Daryl sólo me ha dicho que estuvo rara, tal vez le cueste comprendedlo. A mí me cuesta —aseguró Mara sin vergüenza.
Varias detonaciones de disparos que venían del interior de la penitenciaría interrumpieron a Mara, que sobresaltada se incorporó rápidamente para saber que ocurría.
—Espera —dijo Maggie a su compañera, impidiendo que saliera de la garita tras ella —.¿Pabellón? —preguntó con un fuerte grito a Rick que trabajaba en la pocilga.
—No lo sé —contestó este.
Mara sacó su pistola de la cintura de su pantalón y como si de una acto reflejo se tratase comprobó su munición, tal cual Vicent le había enseñado un mes antes.
—¿Donde es? —preguntó aun contando las balas.
—No sé sabe, debemos esperar —informó Maggie.
—Parece que Michonne está regresando —dijo Mara, mirando el camino por donde regresaba la yegua al galope —. Las puertas...
—Carl lo hará —la frenó Maggie, viendo como el joven ya comenzaba a abrir las puertas granates.
Pese a que la mujer al galope pasó el perímetro del cercado los caminantes se le echaron encima, impidiendo desenfundar su katana.
—Mierda —dijo Mara al verlo y se lanzó a la trampilla para ir en su ayuda.
—¡Aguanta! —gritó Maggie antes de entrar a la garita —. No, tu quédate — frenó a Mara, impidiendo que descendiera y colándose por la abertura del suelo.
—Toma... —le tendió su arma, mostrando su contrariedad pero sin discutir.
Sabía porque la trataba así, y no la gustaba, pero estando Michonne en una situación en la que nunca la había visto, discutir por mero orgullo era demasiado arrogante y estúpido, incluso aunque lo pudiera achacar a los picos hormonales. Mara salió de la garita y se limitó a mirar como Carl y Maggie socorrían a su compañera, y entraban cargando con ella, una vez la zona estuvo asegurada.
Aun así el miedo le seguía atenazando el estómago. Lo ocurrido dentro de la penitenciaria aun era un misterio para ellos, y las continuas detonaciones que se habían repetido tras el regreso de Michonne estaban atrayendo a los caminantes, que de nuevo se agolpaban contra las vallas frontales. Sabiendo que quedarse en aquella torre acabaría con sus nervios, Mara descendió y cogió las riendas de Flame, ignorando la mirada de Maggie.
—Yo me encargo de ella, luego regresaré a vigilar —dijo sin esperar aprobación —. Tienen que mirarle ese pie a Mich.
Mientras guiaba a la yegua hasta la cuadra sus ojos se desviaron hacía el patio donde esperaba ver algo que le disipara las dudas y el desconcierto, pero no había nadie en el exterior en ese momento. Lentamente desabrochó las correas del bocado y la silla y las dejó en la cerca con lentitud forzada. Hasta que sus ojos vieron salir a un mujer con una melena rubia que en principio creyó que se trataba de Vanessa, pero al identificar el pequeño bulto que portaba envuelto en una sabana como un pequeño cadáver supo que no era ella, sino Eileen y seguramente su pequeño hijo Josh y sus manos se posaron sobre su vientre de manera inconsciente.
Durante varios segundos no pudo apartar los ojos de la escena, hasta que reparó en Rick hablando con Carl, Maggie y Michonne. Su primer impulso fue dirigirse hacia ellos y preguntar por lo ocurrido, y sobre todo por el estado de Daryl. En esos momentos era lo que más la preocupaba. Miró al vallado, y las decenas de caminantes que se agolpaban contra las verjas que nadie estaba limpiando.
—Hay trabajo que hacer —se dijo a sí misma como excusa. Pues realmente tenía miedo a escuchar una respuesta que no quería oír.
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El bloque D había quedado en completo silencio. Ya solo quedaban los cadáveres de las víctimas de la gripe y de los compañeros trasformados. Nadie decía nada, incluso evitaban respirar, más aún cuando se dijo que el origen era una gripe, un virus que con seguridad viajaba por el aire y al que simplemente por estar allí, permanecer allí en esos momentos se estaban exponiendo.
Se podía ver la psicosis en algunos compañeros, pero Daryl intentó ignorarla, y tapó el cadáver de Vanessa con una sabana, observando por última vez su expresión impasible y la perforación en la frente que el propio cazador la había causado con una flecha minutos antes evitando su trasformación. La idea de que apenas unas horas antes Mara había mostrado abiertamente sus celos hacia aquella mujer le resultó grotescamente cómica. Pero aquello le hizo pensar que no sabía ni dónde ni cómo estaba ella.
—Glenn, voy a fuera con esto —dijo a su compañero, señalando dos cuerpos envueltos en el suelo.
—Pero no los entierres, debemos reunirnos antes, ver como lo hacemos —previno el asiático.
—Aham... Iré a la biblioteca tras dejarlos, pero no es bueno tenerlos aquí —insistió sin discutir y salió tras cargar los cuerpos en la carretilla.
Sacó los cuerpos al exterior, dejándolos a un lado del pabellón, ocultos a las miradas del patio hasta que se decidiera si quemarlos o enterraros. Y sin perder más tiempo se aproximó a la valla del campo, esperando encontrar a Mara en la torre, donde debía estar, a salvo y bien.
Un instante de incertidumbre y cierto pánico se posó sobre él al ver la torre desocupada, pero no tardó en calmarse al descubrir a la joven a los pies de la construcción, ataviada con un mandil y dispuesta limpiar las vallas en solitario. Se encaminó a ella sin dudar.
Mara cambió la expresión por completo a ver a Daryl caminar hacia ella, pese a la pesadumbre que mostraba en su gesto y movimientos.
—¡Quédate ahí! —La frenó al ver que ella no perdía tiempo para lanzarse a abrazarlo — No te acerque más —se obligó a decir, pese a que también quería comprobar que todo iba bien.
—¿Qué pasa?
—No debes acercarte, y busca algo con lo que cubrirte la cara —contestó sin responder realmente a sus preguntas —. Es un virus o algo así, eso ha dicho el Dr. S.
—¿Un... Un virus? ¿Pero qué ha pasado en el pabellón? Hay muertos, Daryl. Los he visto.
—Sí... esa cosa acabó con algunos y se trasformaron en la noche.
—¡Oh! —se cubrió la cara con la mano sin poder evitar emocionarse —¿Muchos?
—Varios... Vanessa, el Sr. Samuels, Charlie... Patrick —enumeró, viendo como la cara de Mara se descomponía al escuchar el último nombre
—No había nadie enfermo, nadie —intentó comprender, no creyendo que aquello pudiera ser real.
—Actúa rápido... —explicó brevemente —. Así que mantente alejado de todos, quédate en el bloque C, no salgas, no...
—¿Y tú?
—Yo he estado en el D, todos los que...
—No. —se acercó un paso hasta él.
—Estoy bien, solo es precaución —alzó la mano en señal de alto —. Preocúpate por ti, tienes doble trabajo, yo estoy bien.
—Pero...
—Hay reunión del consejo, tengo que irme. —no le permitió dar voz a sus miedos o sentimientos, y se volteó para regresar.
—Diles que los caminantes se vuelven a agolpar —dijo alzando la voz, esforzándose por ser tan práctica como él.
—Claro. —y se giró de camino —¿Chip?
—¿Qué? —alzó la mirada al escucharle.
—Se acerca tormenta, no lo olvides.
Una involuntaria sonrisa se formó en los labios de la joven, que disimuló apretándolos fuertemente mientras asentía sin apartar los ojos de Daryl que comenzaba a ascender de regreso al patio.
Continuará...
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.TWD.
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Casi un mes después del primer capítulo vengo a taer el segundo, y siendo corto éste para lo que venía publicando últimamente.
Bien, lo primero es pedir perdón por la demora y lo siguiente es explicarme y excusarme.
Con total sinceridad debo confesar que escribir esta segunda parte de F.E me está costando horrores, si bien la parte de Mara y Daryl la tengo muy clara, en especial el papel que Mara va tomar en la prisión sin quitar protagonismo o funciones a los canon y conservando su propio canon, seguir la trama se me hace muy difícil.
La cuarta temporada no fue ni mucho menos mi temporada favorita, y la quinta sinceramente ha sido la gran decepción en todos los sentidos, así que ahora mismo la no estoy muy motivada para escribir, aunque amo a la pareja y me encantan la cosa no fluye. Pero no os alarméis, esto no quiere decir que vaya a cancelar la historia, la amo demasiado para eso. Sólo que las actualizaciones van a tardar.
No pongo esto para pedir rr ni peloteo, si bien el apoyo motiva, a mi y a todos, no creo que se trate de eso, porque os aseguro que me siento muy valorada y recompensada por vuestros mensajes y cariño.
Pero como he dicho, sino fluye... no fluye. Esperemos que sea transitorio.
Por cierto os recuerdo: Sorteo una foto original y exclusiva de Danai Gurira, la actriz que interpreta a Michonne entre mis lectores. Si queréis conseguirla visitar mi perfil y pinchar donde pone"Quiero una Michone para mi"
