Está Muerta
Primero se escuchó el estruendo, luego todo tembló.
Desconcertadas, las hermanas Greene y Mara se miraron, mientras el temor iba tomando forma en milésimas de segundo.
Viendo como Carl corría al exterior lo imitaron y salieron al patio junto a él para saber que ocurría.
Durante un segundo, al contemplar el tanque parado frente a la vaya, Mara pensó que era Vicent con los militares quienes venían a rescatarlos, pero el disparo entonces no tenía un motivo.
—Apartaos —escuchó a Rick a su espalda que iba junto a Daryl y Tyreese.
Todos se ocultaron tras la torre uno, pese a que un disparo del tanque los mataría igualmente. Pero desde allí, Mara pudo fijarse con más atención en el hombre que se encontraba sobre el vehículo acorazado. Estaba tuerto y un parche cubría su ojo derecho.
Era el gobernador.
Aquel hombre del que tanto había oído hablar, cuya amenaza se cernía sobre ellos cuando llego a la prisión, pero que el paso del tiempo convirtió casi en una leyenda, estaba ahora frente a ellos. Y no estaba solo.
Demostrando su liderazgo, el hombre alzo la voz y dirigiéndose s Rick directamente. Quería hablar o negociar con él, pero Rick ya no era el líder.
Ante la mención del consejo, el gobernador preguntó quienes lo integraba, mencionando a Hershel.
El corazón de Mara se encogió al ver salir al hombre de pelo cano de uno de los vehículos tras la vallas. Siendo un rehén del gobernador.
—Oh, no... —gimió al contemplarlo maniatado, sin comprender como había podido pasar, pero al ver salir a Michonne del mismo coche en la misma situación lo entendió.
—¡Ya no tomo yo las decisiones! —dijo Rick, con una voz que denotaba su miedo por lo que sucedía.
—Pues hoy vas a tomarlas —gritó el hombre tuerto —. Ven aquí, hablemos de esto.
La idea de que ese hombre no tenía intención de matar a nadie, o ya lo hubiera hecho, les dio a todos esperanzas. Mara cogió la mano de Beth, sin decidirse si era para apoyar a la joven o en busca de su apoyo.
La joven miró a Rick mientras este buscaba su propio apoyo en Daryl. Tras su discusión por la decisión tomada sobre Carol unos minutos antes, tener la confianza de Daryl era algo que Rick necesitaba, y el cazador no dudo en asentir. Confiaba en él y en su forma de hacer las cosas.
—Podemos hacerlo —dijo Rick a su hijo antes de obedecer al gobernador y encaminarse por el campo hasta la valla.
Pese a la confianza puesta en su amigo, Daryl temía al gobernador, sabía de lo que era capaz, y no sólo eso, lo más preocupante; había visto su locura irracional, en los cadáveres de los habitantes de Woodbury asesinados fríamente. Por ellos se aproximo a Sasha para trazar un plan de huida si pese a los esfuerzos de Rick no se conseguía llegar a aun acuerdo pacífico.
Ante aquella conversación, disimulada y concisa Mara se unió a Daryl alejándose de las hermanas Greene.
—Y, si no sabemos cuando van mal, ¿cuanto aguantamos? —preguntó Tyreese preocupado ante la propuesta de Daryl.
—Todo lo que podamos —contestó éste, y se dirigió a Mara —. Ven, chip —la guió junto a él hacia los carros de armas.
Con disimulo los desplazado lejos de la vista exterior, acercándolos a sus compañeros.
Antes de que cogiera un fusil, Daryl miro a Mara con recelo, no la veía capaz de hacer aquello. La expresión de Daryl no paso desapercibida a la joven.
—Maté por ti, y lo haré por Hershel —dijo cogiendo un arma —, y por nuestro hogar.
—Luchar no servirá si la gente no esta a salvo —dijo Daryl —. Si sucede, lleva a los demás al autobús.
Mara asintió, y se relajó al no escucharlo decir que se pusiera a salvo en la retaguardia.
—Si las balas vuelan sabré que hacer, no te preocupa por mí. Estaré bien —le aseguró.
Antes de coger un arma, Daryl apoyó su mano sobre la de Mara, que estaba en el borde del carro blanco y la apretó bajando la mirada.
—Podemos hacerlo —repitió las palabras que Rick había dicho s Carl.
Todos estaban frente a la valla, armados y a la espera. Apenas les llegaba el sonido de las voces de Rick y el gobernador con claridad para discernir realmente que se decían.
La tensión era agobiante.
Sin motivo aparente el hombre del parche saco su pistola, provocando un escalofrío en Mara, que pudo sentir también en Maggie a su lado. Pero los disparos se dirigieron a los caminantes que se aproximaban al grupo de asaltantes tras las vallas.
Algo le decía a Mara que aquella situación acabaría pronto y todo se decidiría en cuestión de segundos.
Miró a Daryl que junto a Carl apuntaban al exterior sin disimulo, y esos escasos tres o cuatro metros que le separaba de ella se le antojaron una distancia insalvable.
El viento llevó hasta ellos con más claridad la voz de Rick, que parecía hablar sin interrupción.
—... O vivimos todos juntos... O no vive nadie ...
Intentaba llegar a un acuerdo para compartí aquello, que podría funcionar, era posible, con esfuerzo.
Mara iba a soltar un suspiro esperanzado, cuando en un brusco movimiento, del tanque donde estaba, el gobernador descendió y tomo la espada de Michonne.
El suspiro se volvió una exclamación angustiada al ver el filo metalizado junto al cuello de Hershel.
Sin pensar se agarró a la verja, negando, y suplicando en su interior que Rick, que continuaba hablando, impidiera que aquella amenaza se realizara.
En durante un instante, eterno y a la vez inmediato, el viento se paró con el silencio de Rick.
Todo se decidiría en ese lapso de tiempo... Todo.
El filo de la espada se alejó levemente del cuello de Hershel, llevado por la mano tituvante del hombre tuerto. Pero la duda se desvaneció cuando alzo la vista, y con determinación alzó la katana dejándola caer con violencia y seccionando parte del cuello de Hershel.
—¡NO! —grito Mara sin ser consciente, como si la fuerza de su exclamación pudiera cambiar lo sucedido.
Su grito se unió al de las jóvenes a su lado, y al de Rick a decenas de metros. Y al contrario de lo que suele ocurrir, en esta ocasión, los gritos antecedieron al caos.
Los disparos comenzaron a cruzar el campo de la prisión de uno y otro lado. Sin dudar, sin plantearse si quiera que sus disparos acabarían con la vida de un ser humano, sencillamente llevada por la ira, la incredulidad y la furia Mara apretó el gatillo, repetidamente, deseando con toda su alma acabar con todo aquel que pretendía quitarla su hogar.
En un principio la joven ni siquiera pensó en Michonne o Rick que estaban en la linea enemiga, y cuando quiso comprobar dónde se hayan tan sólo encontró a Rick tras el autobús volcado.
Pero no hubo tiempo para intentar hallar a Michonne o a Hershel que tampoco se encontraba donde se había derrumbado. El tanque se puso en marcha y arremetió contra las vallas echándolas abajo.
Al lado de Mara, la mayor de las Greene con el rostro aún rojo de la angustia se alejo para cubrirse, llevando a su hermana con ella y la joven la imitó.
En una rápida mirada Mara comprobó que Daryl también se ponía a cubierto tras los pales y continuaba disparando con el rostro presa de la ira.
Los nervios, el miedo, la sorpresa y la inexperiencia hicieron que Beth y Mara se quedasen sin balas rápidamente tras disparar de manera exaltada.
—Vamos al autobús —dijo Maggie, la única que era cociente que la prisión ya se había perdido.
Mara las siguió, dejando a Tyreese su hermana y Bob aún cubriendo ese franco con sus armas. Pero por poco tiempo pues a los pocos segundo el corpulento hombre ante la cercanía del acorazado vio que debían moverse.
Mara no podía irse, debía ocuparse de sacar a la gente de allí. Aun había compañeros enfermos a los que si no ayudaba lo estaba condenando a morir. Y Lizzie y Mika, las dos niñas ya no contaban con Carol para velar por ellas.
—Debo ir a buscar a los niños —dijo sin atender a la discursión que mantenían las Greene, y se alejó agazapada. Más por temor que porque sirviera de algo.
Antes de entrar al bloque, una explosión en la fachada del bloque C la hizo detenerse, y al girar su vista comprobó que el tanque estaba entrando en el patio.
Con agitación y llena de nervios entro en la galería de celdas, donde debían estar los niños y Judith.
—¿Lizzie? ¿Mika? ¿Luke? —llamo de camino a la celda de Rick.
No sabia que había pasado con el Sheriff, no quería pensarlo. Pero debía salvar a la pequeña.
Con desconcierto comprobó que la cuna estaba vacía, pero al no hayar la bolsa de aseo se tranquilizó. Alguien la habría sacado de allí. Tal vez los niños se hubieran ido por cuenta propia al autobús. Claramente allí ya no podría quedarse. Antes esa idea, y pese a los disparos, gritos y explosiones que la rodeaban tras los muros del bloque subio aceleradamente a la celda que ocupaba y cogió la mochila que se había llevado al bloque E cuando se quedo en aislamiento, sin comprobar que contenía pero esperando que la sirviera y la Ballesta Horton que Daryl la había decido.
Estarían fuera de la prisión y un arma silenciosa la seria útil, pero no en ese momento.
Cargo las cosas a su espalda y se encaminó al exterior, pero en el recibidor se topo con Beth.
—¿Qué haces aquí? Maggie te dijo...
—Buscó a los niños.
—¿No están en el autobús? —preguntó Mara con pánico y Beth negó —Iré a mirar en el E, tú vuelve al autobús, Beth.
—Hay que encontrarlos... Judith... —dijo la rubia.
Mara la miró y supo que la joven solo tenia una cosa en mente, su misión. Salvar a Judith. Era su misión como lo había sido los últimos días.
—Bien, los buscaremos... Se habrán escondido por las explosiones —explicó.
Junto con la rubia, volvió a entrar en la galería, aunque sabia que era inútil. Pero no encontraba otra alternativa, era como buscar un objeto perdido en el mismo cajón por décima vez, sabiendo que no esta pero sin admitir que se ha perdido definitivamente.
Miraron bajo las literas de cada celda, gritando sus nombres. Y de pronto escucharon el sonido de alguien subiendo las escaleras del recibido hasta el puente exterior.
Mara fue siguiendo esos pasos esperanzada, Beth la siguió.
—Ves al autobús ya, aquí no están, iré al otro bloque a buscar —dijo subiendo las escaleras antes de salir al puente.
La joven abrió la puesta y salió al exterior, encontrándose con un desorientado y débil Glenn.
—¿Glenn?
El asiático se giró, y sus miradas se cruzaron.
—¿Donde esta Maggie?
Antes de poder contestar un chirrido le llego a Mara que sobre todos los demás sonidos llamaron su atención y la hizo volver el rostro. Vio como el cañón del tanque se movía y apuntaba a la pasarela, donde ellos estaban.
—Mierda —maldijo agazapándose ante lo que se venia.
No escucho el estruendo, no sintió el temblor. Sólo la invadió el pánico y todo se volvió negro. Se volvió nada.
.
.
Beth sintió la explosión a los pocos segundos de ver desaparecer a Mara, y su grito de sorpresa fue un acto reflejo.
Parpadeo un par de segundos, mientras comprendía lo que aquello significaba, pero apenas pudo razonarlo. Su conciencia no la permitía procesar todo lo ocurrido en los últimos minutos, solo la permitía tener un objetivo: encontrar a los niños.
Salio al exterior, y no se permitió mirar el puente destruido. No quedaba nadie en el patio. Solo humo y escombros. Ni tan siquiera se escuchaban ya disparos o gritos.
Entonces vio a Daryl. En pie y vivo.
—Los niños, hay que encontrarlos —dijo.
—No, Beth... Hay que largarse.
Viendo que no quedaba nada, que no había nadie, Beth no discutió y seguido los pasos de Daryl hacia la salida trasera de la prisión.
El autobús no estaba, se había marchado, y eso era una esperanza. Maggie y Glenn estarían ahí, tal vez los niños también.
Si encontraba el autobús podrían encontrar a más supervivientes.
Corrieron por el bosque que rodeaba la prisión, rodearon la carretera del norte.
Y a los pocos minutos dieron con él, parado en mitad de la calzada.
Daryl percibió el movimiento que había en su interior y un escalofrío le recorrió el cuerpo. Tenia un mal presentimientos.
Entonces los sonidos, esos característicos gruñidos inconfundibles le confirmaron sus miedos, mas cuando vio los agujeros de bala en la chapa de la carrocería. Sin embargo no podía creerlo.
—¡Chip! —acelero el paso hasta el vehículo —¡Chip!
Mara debía estar ahí. La dijo que llevará a la gente ahí. Que los salvara.
Había dejado la prisión sin dudar, sin pararse a buscarla pirque estaba seguro que ella estaría en el autobús.
—¡Chip!
Se subió al lateral del vehículo y observo por un ventana polvorienta. Todo el tientarios estaba plagado de caminantes, no había un solo superviviente.
—¿Los niños?
—No se ve una mierda...
—Mi hermana no hubiera dejado que se convirtieran, sabia que hacer —dijo Beth autoconvenciéndose —. Maggie no esta ahí... No lo está, lo sé.
Daryl caminaba nerviosos, con la ballesta en la mano sin saber que hacer. Las palabras de Beth le llevaron pensar que tal vez Mara hubiera escapado de allí y dejado a los trasformados o miedos encerrados.
—¡Mara! —gritó hacía el bosque —. Tal vez... Esté en un árbol...
Se encaminó hacia los arboles. No pensó en que la gente del autobús eran sus compañeros, podía acabar con ellos y no dejarlos trasformados. No lo pensó, porque no podía pensé en nada que en encontrar a Mara, y poner a salvo a ella y a su hijo.
—Mara esta en la prisión —dijo Beth, sacándolo de sus pensamientos y al oír aquello el cazador se giro —. Buscaba a los niños cuando la alcanzo una bomba.
Daryl la miro incrédulo, y se encaminó hacia ella.
—Repite eso —dijo encarándose a Beth que no tenia culpa de nada.
—Mara está muerta —aclaro la joven y en su mente se dijo a si misma que su padre también.
Daryl se giró sobre sus piel y miro al cielo...
"Mara está muerta"
"Mara está muerta"
"Mara está muerta"
Aquella frase retumbo en su cabeza, pero no la podía creer. No la quería creer.
Pero entonces comprendió que era así, que ese era el final de su historia, acorde con su vida. Perdía todo lo que le importaba. Era incapaz de salvar a nadie, incapaz de proteger a quienes tenía. Tener a Mara y una familia con ella no había sido más que una fantasía. Igual que vivir siempre en la prisión.
Five tenía razón.
Mara debió irse con él, de haberlo hecho estaría vivía, y su hijo también. Pero había preferido quedarse, volver, demostrar se lo amaba, quedarse con el y lo había pagado con la vida.
Debía haberla protegido. Sin importar que se enfadase. Debía haberla antepuesto a todo. Cuidar de ella por encima de todo y todos.
Tenía que...
El sonido de los caminantes que se acercaban había ellos, atraídos por los gritos de Daryl, asustaron a Beth.
—Daryl... Daryl seguro que mas gente ha salido de la prisión...
Eso a él le daba igual.
—Daryl, debemos irnos.
De la linde del bosque salio el primer caminante. El cazador lo miro y le apunto con su ballesta, pero camino de opinión. Bajo el arma y la dejo caer al suelo y se abalanzó hacia el, ante la mirada atónita de Beth.
Empujo el cuerpo del monstruo haya un árbol, y asiendo su cráneo con fuerza lo golpeó contra el tronco con fuerza, una y otra vez. El caminantes ajeno al dolor gruñía y no cejaba de intentar morder la carne de Daryl pero éste le golpeaba repetidamente contra la madera con rabia, hasta destrozar su cráneo y destruir su cerebro.
El resto de compañeros que seguían al muerto aparecieron rápidamente.
—¡Tenemos que irnos! —reclamo Beth.
Daryl miró a a los muertos soltando un resoplido. Deseaba acabar con cada uno con sus propias manos. Pero no quería ser también culpable de la muerte de Beth.
Rehízo sus pasos y cogió la ballesta.
—Vámonos, Greene...
Continuará...
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.~TWD~.
.
Sé que ha pasado bastante desde que subí el último capítulo, pero no quiero bajar la calidad de la historia, y debía hilar bien lo que pasa en la serie para que lo que sucede en el fanfic tenga sentido y sea creíble.
Bueno aunque la ultima escena es completamente inventada, me parece que puede ser real y podía tener lugar. Y en parte al ver la serie me pregunté cómo era que ni Daryl ni Beth buscaban el autobús, siendo ambos como son, y sencillamente va a ponerse ellos a salvo.
A partí de ahora la historia de #FETWD se aparta de la serie, ya no tomaré la trama del guión por completo, sino que cogeré lo que me guste e inventaré lo que me plazca. Intentaré conservar al canon de los personajes lo más posible, y si este cambia al que tiene en la serie procuraré que sea por un motivo, que se vea, tenga sentido y razón de ser.
Espero que si no es así y veis que los personajes mutan sin motivo me advirtáis para mejorar.
Y nada más, deciros que gracias por leer y espero que comentéis que os parece el desenlace.
