Sin Saberlo
Los ruidos fueron lo primero de lo que Mara fue consciente. Una sucesión de disparos tras el silencio y de nuevo silencio durante un tiempo indeterminado. Después los gritos, alguien gritaba un nombre, y la joven intentó incorporarse, le fue inútil en un principio. Parecía que algo la retenía.
—Aquí... —susurró —Aquí...
Los gruñidos de los caminantes acallaron su voz.
Tras el pasar de los minutos sin novedad giró lentamente la cabeza, descubriendo que frente a ella y volcado sobre la mochila que aún permanecía asida a su espalda se encontraba un gran archivador de metal. Aquel armatoste la había salvado la vida, impidiendo que la explosión la alcanzara de lleno, pero también había impedido que Glenn.
Reuniendo todas sus fuerzas intentó desplazar con los brazos el archivador, liberar su mochila, pero le fue imposible. Con un considerable esfuerzo e intentando ignorar el dolor de todo su cuerpo se liberó de la mochila para poder incorporarse y salir de allí.
Lo primero que comprobó fue su vientre. No notaba ni pinchazos, dolores o molestias. Y observando sus piernas y muslos comprobó con alivio que no estaba manchada de sangre.
—Sigue conmigo —dijo mirando a su tripa —. Aguanta...
Se incorporó con lentitud y miró al otro lado del puente. No había rastro de Glenn, solo una enorme brecha en el puente.
Había escuchado disparos y gritos, hacía no demasiado o tal vez sí. No podía estar segura del tiempo trascurrido. Pero el sol estaba bajo y no tardaría en anochecer.
Dio un paso al frente, pero se contuvo. Mirar el estado de la prisión, de su hogar, sabía que no le haría bien. Así que sujetando con fuerza la pesada ballesta, entró con pesadez a la galería.
Si el patio estaba tomado por los caminantes su única escapatoria sería usar las tumbas para tomar el camino del bosque. Después debería dirigirse al Este, donde estaría el autobús. Entonces se reuniría con quién hubiera logrado sobrevivir.
Daryl estaría allí. Él habría sobrevivido, estaba convencida.
La joven intentaba mantener aquella idea clara y fija en su mente mientras se desplazaba por el laberinto de pasillos de las tumbas.
Tal vez Maggie estuviera allí, si era así estaría preocupada por Glenn, debía decirle que había pasado con él, merecía saberlo, aunque... El recuerdo de Hershel, de los últimos instantes de aquel hombre que tanto admiraba y quería le vinieron a la mente, justo cuando llegó a la salida trasera de la prisión.
Aun no podía racionalizar del todo lo que había pasado. Hacía unas pocas horas Daryl y ella estaban juntos, recostados en su cama, en su celda, en su hogar, planeando un futuro... y ahora no quedaba nada de eso.
Se sobrepuso a aquellos pensamientos.
Aún le quedaba un futuro. Habría supervivientes y entre ellos estaría Daryl. Mara usaba esa convicción para ignorar el cansancio y el dolor que sentía en su espalda y piernas para continuar caminando por el bosque.
Estaba demasiado decidida a encontrar la carretera por donde se habría alejado el autobús como para reparar que el entorno de la prisión era un hervidero de caminantes en esos momentos. Todos alertados por los sonidos de la batalla.
Cuando había caminado unos diez minutos, con la vista casi siempre fija en el suelo para no tropezar, a una decena de metro dos caminantes la salieron al paso con decisión.
—Mierda —dio un paso atrás, llamándose estúpida a sí misma como para olvidar el mayor peligro del mundo.
Un tercer caminante apareció por un lateral.
Pese a que la joven ya había cogido con fuerza el tanto de su cintura, era demasiado a los que hacer frente en sus circunstancias. Así que esquivando hacía un lado su acecho corrió por el bosque hasta alejarse lo suficiente.
Paró a coger airé, apoyando las manos en las rodillas e inclinando su cuerpo.
—Céntrate... —se dijo a sí misma.
Había cometido demasiados errores. Mantenía la ballesta a su espalda, unicamente cargando su peso, sin usarla. No había tenido ningún cuidado en estar alerta, y por ello ahora tras su huida ya no sabía hacía donde debía ir para encontrar la carretera.
—Mierda —maldijo.
Decidió solucionar los errores por pasos, y preparó la ballesta, quitándosela de la espalda y dejándola lista para disparar. Después miró al cielo, buscando donde estaba el sol, para ir en la dirección contraria. No era buena orientándose, pero al menos sabía que el sol se ponía por el Oeste.
Unos crujidos de ramas la alertaron de la cercanía de algo o alguien, y sin dudar apuntó con la ballesta en esa dirección, alerta. Podían ser caminantes, podían ser compañeros o podían ser desconocidos...
—¿Mara? —dijo la mujer cuando salió de entre los arboles.
—¿Carol? ¿Qué...? —preguntó sorprendida al reconocerla, pues era la última persona que esperaba ver.
—¿No hay nadie más contigo? —preguntó acercándose a ella, sin dudar la joven la abrazó, emocionada por encontrar a alguien vivo, tras ello, Mara negó ante la pregunta —. Vi salir gente, pero no sé hacía donde fueron.
—¿A quienes? ¿Cuantos? —quiso saber la joven esperanzada.
—Creo que eran los niño, no estoy segura. Tal vez sean Lizzie y Mika...
—Entonces no deben andar lejos —apuntó Mara —. ¿Sabes hacia donde? Debemos encontrarlos.
—Creo que al Oeste —contestó Carol, señalando hacia esa dirección con el dedo.
Mara asintió y se puso en camino sin dudar. Encontrarse con Carol no era algo que hubiera planeado, ya que pensaba que tras su expulsión por parte de Rick jamás la volvería a ver, pero se alegraba de no estar sola. Nunca había estado sola realmente desde que el mundo acabó exceptuando cuando cayó por la claraboya de regreso de Newman, y entonces sabía que su grupo estaba cerca. Sin embargo, saber que la mujer que la acompañaba había acabado con la vida de dos compañeros la inquietaba. No por temor, sino porque no sabía como hacer frente a ello.
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Habían huido, sin rumbo hasta la extenuación, de los caminantes que les salieron al paso tras encontrar el autobús, pero al caer la noche, con todo lo que habían vivido y perdido en las últimas horas, con la inseguridad que les rodeaba y sin nada que les hiciera sentir bien, ni Daryl ni Beth habían podido dormir.
Mirando las lenguas de fuego de la pequeña fogata que les alumbraba, Daryl no le encontraba sentido a nada.
Había luchado por sobrevivir todo el rato, sin pensarlo ni dudarlo. Incluso en esos momentos sus sentido se encontraban alerta al cien por cien, y sin embargo no tenía ningún deseo de que llegara el día. No tenía ninguna esperanza en el mañana, ningún anhelo de continuar respirando.
Todo lo que tenía, lo mejor que había conseguido en su vida había sido destruido por completo. Lo había perdido todo, hasta el futuro que ahora se daba cuenta que realmente deseaba, y pese a todo no podía dejar de sobrevivir.
Su mente le hacía pensar en Mara, le hacía imaginarse un futuro que ya no ocurriría. Por mucho que él intentaba apartarla de su cabeza, ella volvía a aparecer. No quería pensar en ella, no quería pensar en que no existía y aún menos pensar que pudiera ser un caminante.
Todavía no lo había asimilado, y eso era bueno. Cuando lo hiciera tal vez sí que dejaría de correr y luchar. O tal vez no, como dijo ella. Tal vez continuaría respirando sin tenerla, porque no sabía hacer otra cosa. Tal vez su futuro se limitase a mantenerse con vida para refugiarse y torturarse a partes iguales con su recuerdo.
La voz de Beth lo sacó de sus pensamientos, pero la miró sin reacción a sus palabras.
La pequeña y huérfana Greene mantenía la esperanza de que su hermana y tal vez Glenn y otros hubieran escapado. No parecía hundida, solo enfadada y la actitud de Daryl la enervaba aún más.
Tras un recurrente silencio a todo lo que ella decía y la evidente negativa a hacer nada más que mirar el fuego de Daryl la joven se incorporó y cogiendo un cuchillo se fue sola por el bosque en busca de alguien.
Daryl la miró con desgana, pero se levantó del suelo y tras apagar la fogata la siguió. No dudaba que pudiera tener razón y que alguien más hubiera salido con vida de la prisión, pero realmente a él no le importaba. Aunque le costase aceptarlo; Rick estaría muerto y Mara también, Carol... sí seguía con vida estaba lejos, y el resto... sólo eran el resto.
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Con la caída del sol la búsqueda se había vuelto por completo imposible, la noche era oscura y lo más sensato era descansar y recuperar fuerza. Pese a que dormir se hiciera imposible por completo.
—Fue el gobernador —dijo Mara subida a una rama en un árbol —. Quien destruyó la prisión, fue ese hombre... —Carol no contestó, permaneció a la escucha —. Llegó con un tanque, con Hershel y Michonne retenidos. Rick... Rick intento mediar, pero ese hombre no aceptó nada y mató a Hershel sin que nadie lo pudiera impedir —continuó relatando la joven. No se lo estaba contando a Carol, lo estaba asimilando, con la mirada fija en la oscuridad del bosque, ni se molestó en limpiar las lagrimas que corrieron lentamente por sus mejillas —. Luego lo destrozó todo con el tanque y la gente que iba con él. No sé quién pudo salir y quien no.
—¿Sabes porque yo no estaba con vosotros? —preguntó Carol.
—Sí... Cuando Daryl regresó con los medicamentos Rick nos lo dijo —contestó, pero sin mirarla.
—Volvieron con medicinas —dijo Carol para sí.
—Sí, volvieron... Muchos no lograron aguantar, pero otros sí y se estaban recuperando. La niña Samuels, estaba mejor. Tal vez fuera ella a la que viste salir.
Carol no dijo nada.
—Entonces, ¿lo hiciste? ¿Asesinaste a Karen y David? —preguntó Mara, que aún no podía creerlo.
—Intenté hacer algo para salvar al resto. Alguien debía hacer algo...
—No así... Aunque ya da igual...
Mara apoyó la cabeza en el tronco del árbol y perdió su vista entre las oscuras ramas que conformaban la copa. Pese a todo lo sucedido parecía que su estado y sobre todo el de su bebé era bueno. Estaba cansada, pero no sentía dolor ni molestias en su embarazo. Y por ello debía seguir adelante.
—En este mundo hay que tomar decisiones duras a veces para sobrevivir —comentó Carol, devolviendo a la realidad a Mara.
—Si tienes un buen motivo para hacerlo, puede. Pero lo que me diferenciaba de Karen a tus ojos era que ella tenía fiebre y yo no. Así que no me pidas que entienda.
Tras la salida del sol, ni Mara ni Carol perdieron tiempo en continuar con la búsqueda de superviviente.
Apenas hablaban durante el camino.
Cuando tomó la decisión de intentar erradicar aquella enfermedad de la prisión, Carol ya contaba con la opinión en contra sin reservabas de algunos miembros del grupo. Entre ellos Hershel y Mara, por su sentido ético tan similar era lo que más claramente sabía que jamás apoyarían su actuación. Así que no la habían sorprendido en absoluto las palabras de Mara. Incluso había esperado más acusaciones y recriminaciones por parte de la joven. Tal vez en un futuro, cuando recuperase las fuerzas y se repusiera de lo sucedido el día anterior se las hiciera.
—Hay un rastro... —dijo Mara mirando al suelo, reparando en una pequeñas pisadas del camino.
—No decías que Daryl no te había enseñado a rastrear.
—Es así... pero tengo ojos, y eso es la huella de un pie —adelantó su propia extremidad para compararla con la pisada del suelo —. Un pie pequeño, de un niño.
—Sigamos —decretó Carol, adelantándose a la joven.
Continuaron su caminar, por el estrecho sendero del bosque, durante unos minutos. Esa pequeña huella podía haber sido hecha hacía horas, así que cabía la posibilidad de encontrarse lejos de quien la hiciera. Sin embargo entre la espesura del bosque les llegó un sonido familiar. Un sonido que en más de una noche había perturbado el sueño de ambas mujeres, como el de todo habitante del bloque C.
El llanto de un bebé que ambas reconocieron.
—Es... es ella sin duda —afirmó Mara esperanzada.
—Si nosotras la oímos, ellos también —apuntó Carol refiriéndose a los caminantes.
Sin dudar, Mara siguió el sonido de aquellos berrido infantiles casi con desesperación. Para ella, más que para cualquier otra persona, la supervivencia de Judith tenía un significado especial.
El llanto se fue atenuando, para alarma de la joven, pero entonces sus pasos se cruzaron con el de una pareja de caminantes que seguían los sonidos. Con determinación y sin notar el peso doloroso de la ballesta en sus cansados brazos, Mara apuntó al más adelantado y disparó.
—Ve a por el otro —ordenó a Carol. Mientra recargaba el arma y buscaba la flecha.
Siguiendo la dirección hacía donde se desplazaban los muertos no tardaron en encontrar lo que ansiaban.
—Mika, cariño somos nostras —dijo la joven, al toparse con la imagen de la pequeña niña apuntándola con un revolver.
—¡Carol! —dijo la pequeña, llamando la atención de su hermana, que se volteó con Judith en brazos.
—¡Menos mal! —soltó Mara, alargando los brazos para coger al bebé de los brazos de Lizzie.
Mientras la mujer comprobaba que ambas niñas se encontraban bien, y que Lizzie ya no mostraba síntomas de la gripe, como Mara había dicho, la joven acunaba con cariño a la pequeña Grimes, besando su cabezita y susurrando palabras de alegría.
—¿Estabais solas? —pregunto Carol.
—No, Tyreese nos acompaña, pero escuchamos unos gritos y se fue a ver si...
—¿Por donde? —preguntó Mara interrumpiendo a la niña, y Mika señaló entre los arboles a su izquierda.
—Vamos —dijo asiendo con fuerza a Judith, pero Carol titubeó —. ¡Vamos! —insistió y se puso en marcha.
Las niñas siguieron a la joven, sin dejar de mirar a Carol cada tanto, que caminaba tras ella.
—Cógela tú. Dejaré lista la ballesta —pidió Mara entregándole el bebé a la mujer y ocupando la ballesta para estar preparada.
En el semblante de Carol se podía ver claramente su intranquilidad por encontrarse con Tyreese, pues Mara le había dicho que tras comunicárselo a ella y a Daryl, Rick se lo había confesado al hombre de color. Lo que sucediera al verse era algo que la asustaba, pero tenía que enfrentarlo.
Llegaron hasta unas vías de tren, y a una decena de metros identificaron a Tyreese enfrentándose junto a unos desconocidos contra unos caminantes. Sin dudar Mara aceleró el pasó, con la ballesta lista frente a sus ojos y disparó uno. Pero la lenta recarga del arma le impidió poder hacer más.
Los dos desconocidos que acompañaban a Tyreese fueron victimas de los muertos, sin que se pudiera hacer nada, pero al menos el hombre de gran mañana, resultó ileso.
—¡Tyreese! —alzó la voz Carol, algo nerviosa.
El hombre se giró, y vio tras él a un caminante ensartado por una saeta y a las dos mujeres acompañando a las niñas. Sin dudar, y con pleno desconocimiento de los actos de Carol se dirigió hacia ella emocionado por encontrar otros supervivientes.
El temor de la mujer de pelo cano fue superado por el desconcierto que sintió ante la alegría de Tyreese al verla. Mara se acercaba hasta él para comprobar que realmente estaba vivo y no era una ilusión, cuando uno de los hombres que habían sido heridos fatalmente por los caminantes comenzó ha hablar, mencionando que siguieran las vías de tren.
Aquello no les convencía pues el bosque era más seguro, fuera ante los vivos o ante los muertos. Pero el moribundo y desesperado hombre asintió. Al final de las vías había un lugar seguro, afirmó.
Mara tomó en brazos al bebé de nuevo, su cercanía la tranquilizaba, y le hacía sentirse mejor. Echando una ultima mirada aquel tipo herido por un caminante que gemía ante su irremediable destino, siguió a su grupo. La idea de dispararlo y evitar que se trasformase cruzó su cabeza. Pero aquel hombre ni lo pidió y al fin y al cabo era una decisión sólo de él.
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Al final Beth había logrado su objetivo de emprender una búsqueda de algún superviviente, y había rehecho sus pasos, volviendo a las inmediaciones de la prisión, de la cual se habían alejado en su huida el día anterior.
Daryl no tardó en encontrar algunos rastros. Eran de gente viva, sí, pero hacía muchas horas que habían pasado por allí. Había huellas pequeñas, de niños pero también de adultos. Pero el cazador no lo dijo. Sabía que esa información haría que Beth se pusiera más insistente con él. Pero la joven llegó a deducir que aquellas pisadas tan pequeñas solo podían pertenecer a niños. Y obviamente su empeño en encontrarlos aumentó.
Mara se hubiera comportado de la misma manera, y eso frustraba a Daryl. Lo enfadaba. Hasta el punto de herir a Beth con sus palabras, mencionando que la esperanza no había ayudado ni salvado a su padre. Se había arrepentido de soltar aquello nada más ver su expresión. Pero estaba molesto. Ella estaba allí, y Mara no.
De estar con él, de estar Mara viva y a su lado, él seguramente estaría en la misma situación que en la que se encontraba con Beth, buscando el rastro de los niños de la prisión. Y aunque hiciera lo mismo nada sería igual.
Aunque siendo justos con Beth, la actitud y aptitudes de la rubia habían sorprendido al cazador, tenía más orientación que Mara, lo cual no era difícil a decir verdad, y con tan solo ver como él mismo miraba al suelo había aprendido a ver que buscaba e incluso en algunos casos, identificar huellas. Aquello la motivaba, aumentaba su esperanza. Pues el rastro era claro.
La pareja seguía sin saberlo las huellas de Lizzie, Mika y Tyreese por el bosque. Las siguieron sin perdida hasta las vías del tren. Justo en el punto en que Mara se había unido al grupo del gran hombre y las niñas junto con Carol. Pero eso ellos no lo podían saber. Como tampoco podían saber que los cadáveres devorados casi por completo que encontraron esparcidos junto a las vías no eran de ninguno de ello.
Al no saberlo, Beth no pudo reprimir el llanto, todo había acabo en nada. La búsqueda había acabado en muerte. Y con la primera lágrima todos los sentimientos que la joven había mantenido oprimidos en su pecho se desbordaron sin que pudiera controlarlo.
Frente a ella solo había restos de personas, personas a las que tal vez quería. Ante ella solo había muerte y sangre y todo lo que amaba había expirado, su padre, su hermana, su hogar... su esperanza.
Daryl se alejó de los restos de carne y sangre sin querer mirar, sin pensar la dirección que tomaba.
Sin lo hubiera hecho. Si hubiera pensado en ir hacia el norte hubiera seguido sin saberlo los pasos de Mara. Pero no lo hizo. Solo se alejó.
Volteó un momento la cabeza, o escuchando el llanto desesperado de Beth que ya no podía fingir más y la entendió. E interiormente la envidió. Ojalá él pudiera desahogarse igual por lo perdido. Pero no podía ni sentía que fuera a cambiar nada. Cuando las lagrimas se secarán el mundo seguiría siendo el mismo, los muertos seguirían muertos y ellos continuarían solos.
Con esa premisas continuó caminando, alejándose a cada paso de Mara, sin saberlo.
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.TWD.
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Después de... Sí, demasiado, vuelvo con un nuevo capítulo.
Siento el retraso, pero esto me esta costando más de lo que pensaba, y especialmente por Carol, no la quiero maltratar, pero me resulta dificil no mostrarla como la loca como cabra, egoísta, flipada e irreal que yo la veo.
Deciros que aún no tengo claro como seguir la trama, pues tengo muchas ideas diferentes, así que si queréis ayudarme y darme ideas o consejos, pues los tendré en cuenta porque estoy abierta a ello.
Gracias por leer!
