Daryl se había alejado del grupo varios cientos de metros con la escusa de buscar algo de caza. Sin embargo, en lo último que sus ojos reparaban era en rastros de presas a las que poder dar caza, sus ojos solo buscaba las huellas de ese grupo del que estaba convencido que Michonne formaba parte.

Parecía que viajaban ligeros pero las pisadas denotaban a sus ojos el cansancio de debían llevar sobre los hombros, podía percibir el arrastre leve de sus pies. Si ese grupo de tipos con los que iba no aflojaba la marcha darían con ellos en pocas horas. Esa revelación hizo que su pecho se agitara por el peligro que estaban corriendo sus compañeros. Solo había identificado a Michonne, pero estaba seguro que sí la mujer viajaba con más gente eran parte de la prisión.

De pronto escuchó algo fuera de lo común tras él, un sonido que no era de un habitante del bosque y se giró apuntando con su ballesta.

—¿Nada que llevarse a la boca? —preguntó Len al verse descubierto.

—Lo has espantado —adujo Daryl sin bajar el arma.

—¿Vas a dispararme? —preguntó con tono retador—. Te gustaría hacerlo, seguro.

»Creo que no venías a cazar. Seguro que solo te has alejado para poder tener una de esas fantasías... ¿Pensabas aliviarte pensando en tu zorrita? —cuestionó haciendo un gesto tan gráfico como obsceno con la mano, que acompañaba su gesto lascivo—. Estas un poco enfermo... Se te puede escuchar cada noche susurrar... —Daryl bajó levemente la ballesta al escuchar esas palabras, la revelación de que hablaba en sueño le dejaba vulnerable ante a aquellos tipos—. Ibas a apoyarte en un árbol y decir su nombre, ¿cómo es...? ¿Kara? ¿Martha? Lo repites mucho... Oh, sí... ¡Mara!

Sin pensarlo Daryl lanzó la ballesta contra él. El simple hecho de que esa escoria pronunciara el nombre de ella le puso furioso. Pero su rabia no le ayudó y Len pudo esquivar el arma con facilidad y al apartarse no dudó en propinar un puñetazo en el estómago a Daryl que le hiciera encorvarse unos segundo, tiempo en el cual el tipo solo se limitó en regodearse, sin volver a golpear al cazardo. Por suerto, pues podría haberle superado, pero su ego parecía importarle más, o sencillamente se confió. Como fuera, eso fue un error.

Daryl reunió fuerzas aún recogido y antes de incorporarse por completo lentamente, se giró con al ballesta bien sujeta y de un rápido y súbito movimiento le golpeó en la mandíbula a Len, que calló al suelo abatido.

—¡Maldito pajillero! —profirió Len tras escupir la sangre de su boca—. Acabas de cometer el peor...

Antes de que pudiera terminar la frase Daryl le propinó una patada en el estomagó que le impidió seguir hablando y luego otra en la cara que le dejó por competo K.O.

Nervioso por el efecto de la adrenalina que la pelea había hecho fluir en su sangre, Daryl desenvainó el cuchillo de caza que llevaba al cintó dispuesto a terminar con ese cretino. No era por el hecho de que hubiera hablado de Mara, era que simplemente la había recordado, y con su recuerdo la realidad de su ausencia; el motivo por el que Daryl estaba enfadado con la vida en sí.

Se inclinó sobre el cuerpo con el puñar pero cuando estaba apunto se seccionar la columna de Len a la altura de la cervicales se detuvo.

«Debes ser como ella te quería, por ella»

Recordó las palabras de Beth y no pudo matar a ese tipo. Pese a mantener la mirada de desprecio que le dedicaba se incorporó y comprobó que no había nadie más cerca. Sabría que regresar con aquellos tipos no era la mejor idea, no dejando a Len con vida.

Debía decidir que hacer: podía regresar e intentar retrasarlo o confundirlo en su rastreo a Michonne, o bien intentar llegar hasta ella a partir de ese preciso momento, sin conocer realmente a que distancia tendría a Joe y los hombre que lo acompañaba, pues podían quedarse esperando su regreso o continuar la marcha sin más.

Si no mataba a Len en ese momento no podía arriesgarse a que este regresara estando él en el grupo y le crease dificultadas. No podía.

Sin pensarlo un segundo más se puso en marcha, con paso ligero entre los árboles, siguiendo el rastro de las tres personas que habían convivido con él entre los muros de su otrora hogar.

Llevaba cerca de tres horas recorriendo el bosque, sin aflojar el ritmo en ningún momento, no sabía de cuanto tiempo disponía así que debía ganar todo el que le fuera posible. Tenía que llegas hasta Michonne y sus compañeros y advertirles del peligro que corrían con la amenaza de Joe y sus hombres pisándoles los talones.

Inconscientemente intentaba dar una identidad a los causantes de esas otras dos huellas más. El tacón característicos de las botas de vaquero le hacía pensar en la posibilidad de que se tratase de Rick, pero esa hipótesis se le antojaba casi imposible. No podía ser que en el lugar donde se encontraba el sheriff hubiera sobrevivido a la batalla. Sin embargo, intentaba recordar quién más calzaba unas botas similares y la alternativa era aún menos plausible, pues se trataba de Beth.

También barajaba la posibilidad de que el otro par de huellas, que tenían en cada pie un calzado diferente fueran de una mujer, por su pequeño tamaño. Tal vez Maggie o Sasha, puede que... No, ella no seguía con vida. ¿Podía ser Carl? El chico también tenía un pie menudo...

Estaba perdido en esas ideas sin dejar de reconocer el terreno cuando hasta sus oídos llegaron unas voces humanas. Una joviales voces humanas.

Reprimiendo su primer impulso de acelerar y mostrarse frente a aquellas personas y descubrir al fin quienes eran, se agazapó entre el follaje del bosque. Debía ser precavido porque tal vez a tratase de otro grupo o puede que sus deseos de encontrar a alguien de los suyos le hubiera cegado.

Se aproximó con sigilo entre los matorrales, poca a poco, agudizando el oído todo lo posible.

—Te tiene que quedar otra chocolatina —escuchó una juvenil voz que le emocionó reconocer—. Es imposible que te las hayas comido todas.

—Yo no me las he comido, ¿cuantas cogiste ayer? —replicaba la profunda voz de la mujer que tenía un tono particularmente vivaracho.

—No las cogí, te las gané... —apuntó nuevamente el chico.

Entonces la conversación se interrumpió de forma completa. Daryl se acercó un poco más, pese a reconocerlos quería verlos antes de descubrirse. Sin embargo antes de alzar la vista escuchó el sonido metálico de una revolver a ser amartillado. Giró el rostro sin elevar los ojos y descubrió las botas en las que tanto había pensado, reconociéndolas pese a toda probabilidad.

—Aunque sea la tercera, creo que esta vez tampoco me dispararás —dijo al policía.

La respuesta el sonido del arma que volvía a quedar segura y en un par de pasos Rick llegó a su altura mientras Daryl se incorporaba y le miraba a la cara por primera vez.

Las secuelas de los sufrido en la prisión eran aún visibles en el rostros del sheriff, pero para haberlo dado por muerto no lucía mal. Por ello Daryl no supo que decir, pero no hizo falta. Rick llegó a su altura y sin dejar de mirarlo incrédulo lo abrazó con fuerza, demostrando el alivio y la satisfacción que suponía encontrarlo con vida. Tras un escaso secundo Daryl correspondió a su abrazo palmeando su espalda.

Por primera vez en muchos días sentía algo bueno dentro de sí.

Tanto Michonne como Carl permanecían a unos pasos incrédulos en un principio, pero al pasar los segundos de desconcierto una sonrisa se dibujó en el rostro de ambos.

Con la premisa de que el tiempo era esencial, Daryl no lo perdió y les informó de primeras que les estaban siguiendo. Fue parco en la explicación de como lo sabía y obvio el hecho de que se había unido a aquellos hombres. Nadie le preguntó de más tampoco.

—Debemos movernos rápido, sacarle ventaja. Hasta dar con un lugar donde no puedan seguir el rastro, una carretera que se bifurque y no sepan hacía donde ir —explicó sentado en una roca. El escaso tiempo que necesitase para continuar el camino debía aprovecharlo para recuperar fuerzas.

—No podrían seguir igual, por mera suerte —comentó Rick con dudas.

—Podríamos llegar al Santuario antes de que nos alcancen —propuso Michonne.

—¿Vamos al Santuario? —preguntó Daryl mirando a Rick, que asintió sin dudar.

Daryl había leído los carteles que se repartían por las vías del tren por las que habían viajado siguiendo el rastro de su recuperado grupo, sabía de lo que se trataba, pese a ello no estaba confiado con el lugar, mas no emitió sus dudas.

—Estamos a un par de días de camino, puede que uno —meditó Rick torciendo el cuello pensativo—. Pero podría no ser nada, podría no ser una salida segura.

—Podría... —repitió Michonne que quería confiar en que lo fuera.

—Si nos siguen y están cerca, aunque tomemos una bifurcación podrían dar con nosotros. Tendrían ventaja —explicó Rick la idea que se iba formando en su cabeza.

—Ahora sabemos que están ahí, ya no tiene tanta —apuntó Daryl.

—Y podrían tener menos —añadió el policía generando expectación en el resto ante lo que quería decir—. Ellos no tiene idea de que conocemos su intención. Piensan que tiene la ventaja de la sorpresa, pero no es así. Si les llevamos hasta un lugar concreto, allí donde nosotros tengamos toda ventaja posible, cambiamos el juego.

Daryl se mesó la perilla pensativo, entendiendo el plan de "dar caza al cazador" que exponía su compañero, pero con dudas.

—¿Matarlos a todos?

—Mejor ellos que nosotros —contestó con rotundidad el policía.

Era una respuesta escueta, pero no por ello menos cierta. Esos tipos tenían la única intención de vengar la muerte de su compañero, no se iban a conformar con menos; los matarían.

El cazador aceptó el plan y asintió con la cabeza.

—Busquemos el lugar —declaró decidido a llevar el plan a cabo.

Se pusieron en marcha regresando a las vías que habían dejado horas antes. La idea que tenía Rick en mente era dar con un túnel u otro lugar que formase un embudo, que les eliminase la ventaja que tenían esos hombres por ser más, y donde fueran atraído hasta caer sin escapatoria.

No conocían el terreno así que debían esperar que la suerte les jugase a favor mientras marchaba.

La estrecha vía provocaba que caminasen de dos en dos, y Rick iba unos pasos por delante junto a Daryl, que mantenía su ballesta en las manos, en guardia.

—¿Escapaste solo? —preguntó dedicando una rápida mirada a Daryl.

—No..., con Beth —confesó. El recuerdo que eso le provocaba se notó en su tono.

—¿Murió?

—No, la perdí —contestó escueto.

—¿No sabes de nadie más? ¿De...?

—Murió, Beth lo vio —confesó.

El policía no preguntó nada más. Dejó que Daryl se quedase en silenció mirando cada tanto a ambos lados de las vías.

La fortuna hizo que dieran con una cabaña que estaba al límite de las vias. En otro tiempo hubiera servido para el mantenimiento de estas. Se notaba que su abandono se había producido mucho antes del fin de la civilización, pese a ello era un buen refugio que usar al menos para pasar la noche.

—¿No es arriesgado quedarse aquí con lo que tenemos detrás? —preguntó Michonne a Rick.

—Iré a ver... —dijo Daryl sin dar opción —. Volveré en unas horas.

—Yo vigilaré mientras tanto —aceptó Rick.

Mientras el cazador se alejaba del refugio Carl se sentó junto a su padre, que comprobaba las balas que tenía en la recamada de su python como si de un acto reflejo se tratara.

—Podría haber más de los nuestros con vida —comentó mirando la arboleda por donde Daryl se había ido—. Podrían estar vivos en algún lado.

—Sí —asintió su padre pensativo—. Espero que más lograsen sobrevivir como nosotros.

—Puede que los encontremos, tal vez... más adelante—dijo Michonne y se podía apreciar en su mirada y rostro un halo de esperanza.

—Será mejor que descansemos —aconsejó Rick—. Tenemos al menos unas horas. Hay que aprovecharla.

El bosque estaba tranquilo, pero los sentido de Daryl acostumbrados a las características del bosque ya notaba como este comenzaba a despertar con la llegada de la noche. Su sigilo no menguó.

Tras rehacer lo caminado por más de una hora no encontraba rastro de los hombres de Joe. Era buena señal. Ese grupo no era silencioso, podía escucharlos desde kilómetros. Pero todo estaba tranquilo.

Decidió regresar y proponer hacer guardias. Era lo más conveniente, debían descansar tanto o más que estar a salvo. Aceleró su paso por el bosque y tomo la vías al final para ir más deprisa. Cuando llegó a la cabaña Rick seguía asegurando el perímetro.

—¿Algo? —preguntó al ver llegar al cazador

—Deben estar lejos —contestó—. Te relevo.

—No, luego lo hará Mich —negó sentándose en la entrada de la casa—. Debes descansar, reponer fuerzas.

Al decir aquello le entregó una cantimplora con agua para que bebiera, lo que Daryl hizo con ganas y luego se sentó junto a su compañero.

—Ese santuario... ¿lo crees? —preguntó Daryl, mostrando las dudas que tenía.

—No lo sé. Debemos confiar que queda algo... Nosotros acogíamos a gente, lo hacíamos. Puede que ese lugar exista, que sea seguro.

—Puede que el lugar del que habló Five también exista —dijo entonces Daryl—. Él lo creía y tenía motivos.

—¿En Washington? ¿Propones ir hasta allí?

Daryl desvió la vista pensativo. No proponía nada en realidad, no sabía qué era mejor ni peor, ni si tenía sentido tomar una decisión o solo seguir camino. Cuando Beth estaba con él había primado mantenerla con vida a otra cosa, y después... el deseo de olvidar todo separaba cualquier sentimiento. La presencia de Rick le hacía entender que una parte de él había viajado con esos tipos con el deseo interno de olvidar todo lo que había vivido, todo lo bueno de su vida y de él. Ahora ya no era capaz de negar esa parte de él.

—Five dijo que volvería... No sabrá que ha pasado, que le pasó a ella —comentó Daryl.

—Es un viaje largo —dijo Rick—. Lo pensaremos mañana.

Escucharon movimiento del interior de la cabaña y Michonne apareció tras ellos, relevando la guardía sin tener que decir nada.

La noche pasó tranquila, pese a que ninguno se permitió dormir con total tranquilidad. Daryl no sabía de donde había nacido el deseo de ir en busca de Five. No lo había tenido antes en realidad, pero ahora le punzaba por dentro. El reencuentro con su gente había avivado el recuerdo de Mara en él, y sentía un extraño vinculo hacía Five, que nunca antes había experimentado. Él era el único que podía sentir algo parecido a él respecto a Mara.

Esa noche soñó con ella de nuevo. Pero fue un sueño tranquilo, vago, repleto de momentos cotidianos y sosegados que le reconfortaron. El rostro sonriente de Mara de desvaneció de su consciencia al despertar.

Salió de la cabaña encontrado a Carl y Michonne bromeando, en una actitud tan distendida como nunca les había visto.

—Hemos pensado en quedarnos aquí, esperar a que lleguen —dijo Rick, mostrando su presencia por un lateral de la casa—. Si nosotros vimos esto como una buen lugar de descanso ellos también lo harán. Nos ocultaremos más adelante y esperaremos a que lleguen, vigilando la zona.

—No tardarán más de un día, como mucho —aceptó Daryl.

Se pusieron en camino, alejándose un par de kilómetros por al bosque, mientras ocultaban su rastro para no ser descubiertos.

—¿Cuantos son exactamente? —preguntó Rick cuando estuvieron lo suficientemente lejos.

—Media docena —contestó Daryl.

—¿Como supiste que venían a por nosotros? ¿Los seguías? ¿Los oíste?

—Iba con ellos —contestó mostrando que eso de avergonzada—. No sabía que era a vosotros a quién seguían. No hasta que reconocí los cortes de Michonne en unos caminantes.

»Decían que un grupo mató a uno de los suyos y dejaron que se trasformase para que los atacase. No dijeron más. No pude saber que...»

—Fue así. No nos vieron —aclaró Rick—. Estaba en una casa. Carl y yo conseguimos llegar a una urbanización, paramos a descansar y recuperarnos. Allí Michonne nos encontró unos días después. Ella y Carl salieron a por suministros. Estaba descansando cuando ellos llegaron, maté a uno de ellos que me descubrió, lo dejé allí para poder salir y distraerlos mientras huía...

—Tuviste que hacer, te habrían matado —dijo Daryl.

—A ti no te mataron... —comentó Rick—. Podríamos irnos, dejar esto atrás y alejarnos. Tal vez allá otra forma.

—Son ellos o nosotros —declaró Daryl—. No pararan, no les mueve otra cosa. Ellos no buscan un lugar seguro... No tienen esperanza, solo objetivos. Nosotros somos su objetivo ahora, no lo dejarán pasar.

—Está bien.

Las horas pasaron lentamente, pero al caer la tarde Daryl reconoció el sonido de voces próximas. No era conveniente salir del escondite en esos momentos, ellos reconocían el lugar antes de acampar. Hasta que no se confiaran no podían emboscarlos en la casa. Esperarían a la noche.

Pese a las dudas y miedos de Rick, Carl iría junto a él al ataque de esos hombres. Les ganaban en número y no eran débiles. Debían contar con todo a su favor, más allá del efecto sorpresa.

Al caer la noche se aproximaron con sigilo hasta la cabaña. Como Daryl había previsto Harly y Toni estaban haciendo guardia. Lentamente, y tras hacer un gesto a Rick, Daryl se aproximó hacia uno de ellos para reducirlo, al igual que Rick con el compañero.

La noche era oscura, sin luna. Podrían acercarse sin ser vistos.

Daryl llegó por la espalada de Toni y lo cogió por el cuello, hundiendo su cuchillo por la nuca del tipo antes de que pudiera emitir un grito. Pero antes de que el cadáver cayera al suelo una gran exclamación llegó a sus oídos por la derecha, seguida de un disparo.

Desde la cabaña comenzaron a salir todos los miembros del grupo de Joe, encabezados por este. Entre ellos Daryl reconoció a Len, mientras se acercaba hasta la posición de Rick por la vegetación del bosque.

Habían perdido el factor sorpresa.

El grupo de Joe y Len buscaron a sus agresores mientras se ocultaban de ser un blanco facil, mientras Rick y los suyos también buscaba guarecerse de la vista de estos entre los árboles.

Preocupado por la seguridad de su hijo, el sheriff zigzagueo hasta que sintió como alguien se lanzaba tras de él, placando a Carl contra el suelo. Dos siluetas salieron de entre la maleza, una sujetó a Michonne y mientras otra le apuntaba a la cabeza directamente al Sheriff.

Rick miraba el cañon que lo apuntaba directamente mientras escuchaba el forcejeó de su hijo bajo el cuerpo de aquel hombre que lo retenía contra el suelo.

—Tira la pistola —dijo el hombre de pelo canoso frente a él.

Rick no obedeció, pero entonces el tipo que retenía a Michonne amartilló su pistola y la encañonó a la sien.

—Tira la pistola, estás en desventaja —insistió.

Los ojos de la mujer le pedían que no lo hiciera, pero una nueva queja de Carl le hizo abrir la mano y dejar caer la python al suelo.

—Al fin damos con vosotros... Nos ha llevado tiempo...

Entre la maleza, interrumpiendo al hombre que parecía el líder, apareció Daryl desarmado y con los brazos en alto. El rostro de aquel hombre se trasformó al reconocerlo. Era evidente que no entendía que hacía allí.

—Mirad qué he encontrado... Este cabrón no ha traicionado. Sabía que era un hijo de puta en cuento lo vimos —dijo un tipo moreno que iba tras Daryl, llevaba la ballesta del cazador y lo apuntaba—. Esta con ellos desde el principio.

Aquella teoría no tenía ningún sentido, pero tampoco había tiempo para explicarla.

—Joe... no es... —intentó decir Daryl.

—¡Calla! —el hombre de su espalda, Len, lo golpeó en la nuca con fuerza y Daryl cayó al cuelo—. Era un mentiroso.

Joe asintió, viendo como Daryl quedaba inerte sobre la hojarasca del bosque.

Ese segundo de distracción fue aprovechado por Rick para lanzarse contra Joe, pero este aguantó el embiste del hombre y forcejeó con él. Los gritos de Carl llegaron a oídos de Rick mostrándose aún más desesperados,aquello le enloquecía. Pese a que Joe le retuvo con ambos brazos y pegó a sus costados las puños del Sheriff este no se rendía.

—No... por favor —gimió Carl.

La razón de Rick quedó nublada en ese segundo y no viendo más forma de atacar lanzó un mordisco al cuello desprotegido de Joe sin pensar en lo que hacía realmente. Pronto su boca quedó inundada de sangre y los alardes del hombre de pelo blanco se trasformaron en gorgoteantes estertores agónicos.

Michonne intentó aprovechar el momento para defenderse, pero estaba en minoría y no pudo llegar hasta Carl antes de que la tirasen al suelo también encañonándola nuevamente. A un escaso metro Daryl parecía recuperar la conciencia.

Entonces de entre los árboles escucharon varias detonaciones de disparos y los hombres que los rodeában cayeron al suelo abatidos.