Plantas diferentes

Desde que Beth despertara en el hospital unas semanas atrás se había percatado que no llamar la atención era la forma más segura de poder mantenerse a salvo, pues, aunque ese lugar estaba a salvo de los caminante, no era un entorno en el cual sintiera que segura plenamente y entre persona que se preocupasen por ella. Solía hacer sus tareas, para ganarse la comida sin que nadie le pudiera recriminar nada. También ayudaba al doctor, más que por obligación porque aquello sí le hacía sentirse útil y lo consideraba un aprendizaje necesario; una vez que pudiera escapar de allí, lo que no debía hacerse esperar mucho.

Vio a Mara pasar frente al dispensario de medicinas, y para la rubia ya comenzaba a ser evidente que su amiga no estaba engordando a causa de la comida. Temía lo que pudiera suceder si Dawn descubría el embarazo, con esa mujer nunca se podía estar seguro de cual sería su reacción.

—Beth, te necesito para un asunto —indicó Dawn apareciendo de improviso. La joven disimuló su sobresalto y asintió—. Vamos. Lo que hagas no están importante.

Sin esperar un nuevo reclamo de la policía Beth la siguió por el pasillo, mirando a Mara al cruzarse con ella con una disimulada complicidad. Nadie aparte de Dillan sabía que ellas se conocían previamente y debía seguir siendo así.

Para sorpresa de la chica, Dawn la llevó al piso inferior. Un planta que según tendía entendido no se utilizaba y no era del todo segura. Los oficiales descansaban en una planta por encima de los pacientes, y solo unos pocos internos con permiso directo de Dawn podían moverse de la planta. Por unos segundo la joven pensó que estaba siendo guiada hasta un destino horrible y a pesar de seguir andando comenzó a temblar, mientas avanzaba por un lóbrego pasillo, ni tan limpio ni tan ordenado como el de la planta superior, parando frente a una puerta que al contrario que las normales, de las habitaciones de paciente, tenía una cerradora con llave.

—Es muy importante que no digas nada de lo que vas a ver y a hacer. Estás aquí porque confió en ti, y porque el D. Stevens dice que sabes lo que se hace —explicó la policía—. Nadie puede saber de esto. ¿Me has entendido? Nadie.

Beth asintió, pese a no ser sincera al hacerlo, y Dawn sacó un manojo de llaves y abrió la cerradura con una pequeña y redonda llave plateada.

La habitación que se abrió ante ambas estaba en completa oscuridad y la joven no pudo ver nada antes de que Dawn comenzara a hablar de nuevo.

—La encontramos hace un par de días, pero es preferible que nadie lo sepa, no que sigue con vida. Es lo mejor, para que no tengan falsa esperanzas. —Beth no entendía nada de esa explicación—. Tiene información sobre cómo podrán rescatarnos. Pero aún no nos la quiere dar. Espero que tu hagas que confíe en nosotros, y vea que solo queremos ayudarla y sobrevivir.

Al entrar en la habitación la policía encendió una batería y a los pocos segundo una lámpara comenzó a iluminar la estancia.

En una cama que parecía haber sido colocada allí de forma improvisada, pues aquella no era la habitación de un paciente, se encontraba una persona, y Beth no tardó en observar que estaba esposada a los extremos del camastro.

—Su conducta era un tanto… agresiva, es solo por seguridad, suya y nuestra —explicó Dawn al percatarse de la reacción de la joven.

Las voces parecieron alertar a la persona de la cama que se removió sobre el colchón.

—¡Soltarme de una vez! —dijo llena de rabia, delatando que se trataba de una mujer.

—Cuando te recuperes y podamos ayudarnos mutuamente —contestó la agente, sin sobresaltarse por la reacción, parecía acostumbrada a aquella actitud—. Ambas queremos lo mismo. Sé quien eres y sé cual era tu misión. Verás que somos lo que necesitas y podemos…

—¡No sé de que hablas!

—Ella es Beth, es una paciente, como tú. Esto es un hospital que ayuda a los superviviente, como te dijimos. No somos peligrosos, y menos tus enemigos, las dos nos parecemos más de lo que imaginas… no llevo un disfraz como piensas.

—¿Y si te digo lo que quieres saber olvidarás lo que hice? —preguntó la desconocida, que seguía con el rostro hacia la pared—. Olvidarás que maté a tus hombres, solo por que te señalo un punto en un mapa… Sí dices que sí no nos parecemos en nada, zorra.

Según hablaba algo en la memoria de Beth fue tomando forma y acelerando su pulso, el cual tuvo que controlar para que Dawn no notase nada extraño.

—No miente —se adelantó a decir la joven—. Este es un lugar donde se cura a las personas y se las defiende de los caminantes.

Dawn pareció complacida, en especial al ver como, ante el sonido dulce de la voz de la joven, la desconocida de calmaba. Lo que no llegaba a comprender era el verdadero motivo de ello.

—Ella cuidará de ti. Beth es apenas una niña, espero que no quieras matar a la niña que te alimenta y te asiste, creo que no eres así.

—Beth… —susurró la mujer de la cama.

—Limpia lo que hay por medio, pero no te acerques y deja siempre su comida en la mesa —indicó Dawn conforme con cómo estaba yendo las cosas—. Esa será tu nueva labor, además de curar sus heridas y procurar que se recupere lo antes posible. Y, ni una palabra de esto a Stevens, ¿entendido? Será nuestro secreto, si lo guardas tendrás beneficios.

—¿Por qué yo? —preguntó la chica confusa.

—No lo entenderías. Venga, encárgate de lo que he dicho… estaré fuera.

La agente salío de la habitación, dejando confusa a la joven, que queriendo disimular no se acercó en un principio a la cama, ni la mujer que estaba postrada en ella hizo ningún movimiento brusco. Hasta dejar pasar uno corto rato.

—Sabía que eras tú… —dijo la mujer al mirarla, casi para ella misma—. ¿Cómo…?

—No ha tiempo… Mara está conmigo —susurró nerviosa la joven—. Pero nos iremos de aquí.

Al escuchar el nombre de Mara la mujer abrió más los ojos, y se limitó a asentir. No podían hablar mucho más con Dawn al otro lado de la puerta.

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Dillan cumplía con su papel lo mejor que podía, pero sin resultar muy llamativo para no despertar las iras de otros policías, que podían decirle que se tomaba muchos privilegios dada su situación. Así, iba a la habitación de Mara al final de la tarde y pasaba el mayor tiempo posible allí. Ese tiempo su amiga lo utilizaba para descansar, como debía, de todos los trabajos que Dawn la encomendaba para ganarse la comida. La opinión de la líder del hospital era que Mara era una inútil que no valía para nada y comía demasiado. El rubio no sabía cuanto tiempo aquello podría seguir así, ni qué podía hacer al respecto.

La idea de irse le resultaba atractiva, pensaba mientras tomaba una ducha aprovechando que Mara dormía, pero no podía arriesgar la vida de su sobrino de esa manera, aunque tampoco quería despedirse de la que fuera en un tiempo su mejor amiga y también una amor —platónico— de juventud. Él ya sabía que en ese mundo las opciones eran limitadas y uno debía resarcirse con escoger la menos mala que se presentaba, así que no gastó esfuerzos en lamentarse.

Escuchó un ruido brusco en la habitación, y temiendo que alguien indebido hubiera entrado salió de la ducha a toda prisa. En aquella situación no descubrirían que todo era una farsa, pues era normal que él se duchara y la joven durmiera si habían tenido sexo, por eso precisamente lo hacía, para aparentar lo que no era.

Salió del aseo con una toalla a la cintura y el cabello mojado, preparado para encontrar a un compañero, cuando se quedó sin saber que decir al descubrir a Beth.

—No es lo que parece —aseguró, mirando a Mara que seguía dormida y luego a la joven—. Ella… ella y yo no…

Durante un instante la chica pareció pensar lo que no era, demasiado impresionada por la presencia y apariencia de Dillan, que estaba casi desnudo frente a ella, pero rápidamente apartó la vista de él y se adelantó hacia la cama, moviendo a Mara que comenzó a quejarse.

—¿Qué pasa…? ¡Beth! ¿Qué sucede?

—Poker… Dawn tiene a Poker en la planta de abajo, la tiene esposada, no sé muy bien porque… —comenzó a explicar rápidamente Beth, intentando ordenar ella misma lo que sabía para darle sentido.

—¿En la planta de abajo? Esa planta no está acondicionada… —dijo incrédulo Dillan, que se acercó hasta la cama también, lleno de curiosidad.

—¿Poker? ¿Elena? ¿Esposada?

—Me a ordenado cuidarla, acabo de subir de allí. —Miró a Dillan indicándole que no mentía en nada ni estaba loca—. No hemos hablado apenas, pero sabe que estas aquí.

—¿Y Vicent? ¿Shelly? —preguntó Mara saliendo de la cama agitada—. ¿Qué haces desnudo?

Dillan pareció percatarse nuevamente de su apariencia y sin llegar a contestar volvió al baño, para enfundarse su uniforme, escuchando con atención la conversación que mantenían Mara y su compañera.

—Solo estaba ella y no me ha podido decir mucho —explicó Beth—. Espero poder hablar sin Dawn delante. Al menos sabe que queremos huir y no creo que confié en nadie.

—No la conocí mucho en realidad, pero creo que no lo haría en ningún caso —comentó Mara, que apenas podía ordenar sus pensamientos, preguntándose que había sido de Vicent y Shelly y si estarían bien allá donde se encontrasen.

Dillan salió vestido del baño, terminando de abrochar su camisa y antes de tomar la palabra meditó bien lo que iba a decir, intentando dar sentido a lo poco que sabía.

—Esa… Poker de la que habláis supongo que es la compañera que vino con Vicent a buscarte al pueblo, la recuerdo… —dijo de primeras—. No sé como es que está aquí, pero hace unos días pasó algo raro… La patrulla que estaba haciendo la ronda en busca de supervivientes pidió refuerzos, ella misma salió con Toni, con el que regresó herido, aún no ha despertado, pero no ha hablado de lo ocurrido. Dice que los demás están haciendo una misión, pero no hay muchos que la crean. Lo que se comenta es que los envió a morir a sabiendas, pero tampoco tiene explicación.

—¿Dawn tiene poco apoyo de sus compañeros? —preguntó Mara curiosa.

—Sí, varios esperan a que cometa un error, pero nadie se atreve a retarla de forma directa. En el fondo ella les permite hacer lo que quieran para mantener el orden.

—Dirás para mantenerse en el poder, aquí no hay orden.

—Mantener esto no es fácil, ¿sabes?

—Sí, lo sé. No es la primera comunidad en la que estoy, pero si es la primera ves que me siento en una cárcel, y aunque no lo entiendas resulta muy irónico —apuntó Mara, que miró a vez que mostró una leve sonrisa.

—Nos iremos con ella, y con Tara —dijo la joven.

—En cuanto entendamos más de todo lo que ocurre, para estar seguros.

—Mara, tu no puedes seguir aquí mucho más tiempo… Se te empieza a notar.

Los tres se miraron ante la afirmación de Beth, era una evidencia que no podían negar. Y a su pesar Dillan asintió.

—Os ayudaré si puedo —determinó.

Mara le dedicó una mirada, donde se podía ver cierta petición velada a que hiciera más que ayudarlas pero el hombre negó, sin decir nada más.

—Serán en los próximos días —dijo entonces Mara, mirando a Beth para que se preparase.

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Al día siguiente Dawn fue en busca de Beth, y la volvió a llevar al piso interior sin llamar la atención de nadie. Nuevamente se quedó fuera de la habitación pero sin poder dar opción a que se comunicases en realidad ni pudieran intercambiar información sin levantar sospechas. Sin embargo, un día después cuando se dirigía a las escaleras con la chica de cabello rubio la policía le entregó la llave de la habitación y una bolsa térmica.

—Creo que se sentirá más confiada si no estoy presente —alegó—. Debemos hacer que confié en nosotros. Espero que no me falles.

La joven asintió, viendo su oportunidad de poder estar a solas con Poker y saber cómo era que había terminado allí y, sobre todo, poder averiguar que había pasado con Five y la pequeña Shelly que era lo que más preocupaba a Mara y no dejaba de preguntarse desde que tuvo conocimiento de que la compañera de su tío se encontraba también en aquel lugar.

—No te acerques demasiado a ella, puede ser muy peligrosa.

—De acuerdo —contestó Beth.

Cuando se giró para entrar en la planta sonrió. Ella sabía perfectamente de lo que Poker era capaz, gracias a sus habilidades la caída de las vallas de la prisión no había sido aún más trágica. Pero sabía que no debía temer nada de la mujer. Había vivido con ella en el que fuera su último hogar y por ello la consideraba parte de su familia.

Entró en la habitación y encendió la batería, esperando a que la lámpara comenzara a dar luz, antes de cerrar la puerta, para que si Dawn al final decía ir hasta allí no la sorprendiera.

—Estoy sola, te traigo comido.

—No confías en esa zorra, y haces bien… —dijo de primeras.

—¿Qué…?

—¿Cómo está Marita? ¿Qué ha pasado con su bebé?

Beth se quedó callada, no había pensado que poker supiera del estado de Mara. No obstante, Vicent que si lo había descubierto se lo había revelado durante el viaje.

—Esta bien, pero se le empieza a notar y no es bueno. Por eso nos iremos de aquí. En cuanto podamos contar contigo.

—Estoy jodida, esos cabrones me han destrozado la pierna. —Apartó la sábana que la cubría, mostrando un vendaje que cubría su rodilla que se apreciaba hinchada—. Pero contad conmigo, solo darme un par de días, hasta que baje la inflamación, y hazte con calmante que me ayuden a soportar el dolor para que pueda andar.

—Lo intentaré…

Beth dejó sobre la mesa junto a la cama la comida, antes de preguntar por nada más. Pero Poker no necesitó escuchar las preguntas que, sabía perfectamente, Mara le había encargado.

—Nos separamos, pero estoy segura que Five y la cría están bien. La madre no lo puedo asegurar… No la vi caer pero creo que no pudo huir.

»Nos sorprendió un grupo de mordedores en el peor momento, eso fue lo que nos separó. Días después cuando intentaba reunirme con Five fue cuando caía en la trampa de esto tipos. Pude librarme de los primeros pero ya estaba jodida al aparecer esa zorra…

»¿Cómo habéis acabado aquí? ¿Por qué no estáis en vuestra casa?

Beth bajó la cabeza, pensar en porqué ya no estaba en la prisión la hizo pensar en su padre, y la imagen de cómo lo habían asesinado la contrajo por dentro.

—Nos atacaron. Tiraron las vallas y apenas pudimos huir…

—¿El lugar está perdido?

Beth se limitó a asentir… y durante unos segundo no hablaron más.

—¿Qué quiere Dawn de ti? —preguntó al final con mucha curiosidad.

—Entre las cosas que llevé conmigo estaban los informa de la zona segura, los policías los vieron e informaron. Esa zorra quiere que le de la información que tengo porque piensa que los vendrán a buscar… Pero no me fio de ella.

—Haces bien… —asintió la joven—. Debo irme, sino sospecharan.

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El estado de nervios de Mara era cada vez más alterado, producto, en parte, de su embarazo y las hormonas que le jugaban en su contra. Cuando Beth le confesó que tanto Vicent como Shelly podían seguir vivos sintió mayores deseos de escapar de allí, y también una pinzada de culpa por la poca preocupación que sentía por Olga de la que no estaba segura que se mantuviera con vida.

Tanto su tía, la pequeña y también Daryl estaban allí fuera, y necesitaba reunirse con ellos, al menos luchar por hacerlo y allí dentro no podía hacer nada.

—¿Crees que podrás volver a estar a solas con Elena?—preguntó a Beth, cuando se reunieron en cuarto de la colada.

—Espero que sí, Dawn confía en mí… no sé porque.

—Tal vez solo te esté poniendo a prueba —pensó Mara, que tenía un poco de psicosis en aquel lugar, confiar en realidad no confiaba ni en Dillan—. Deberíamos conseguir armas, sino para usarlas al irnos sí para poder sobrevivir fuera.

Beth se mostró pensativa, pero no veía como ella podría hacerse con armas.

—Tara podría…

—No.

—Ella quiere huir, tampoco este lugar es para ella —dijo, sabiendo que Mara no confiaba en la cadete—. Cuando llegué sobreviví a como eran aquí las cosas gracias ella… se lo debo.

—Se las pediré a Dillan, es demasiado arriesgado para Tara, sobre todo si va a venir con nosotros. Él dijo que nos ayudaría.

Las dos quedaron en silencio durante unos instantes.

—¿Él… él y tú? Quiero decir… ¿fue tu novio? —preguntó curiosa Beth.

Mara sonrió antes de responder, pero su expresión mostraba un halo de tristeza que no era capaz de ocultar.

—No…, aunque no es porque no lo intentase —reconoció—. Era el hermano mayor de mi mejor amiga, vivíamos casi al lado, así que nos criamos juntos. Era el chico más guapo del pueblo…, bueno no, el segundo más guapo; el primera era mi hermano. —Beth sonrió ante la expresión de Mara—. Pero cuando se fijo en mí yo me enamoré de otro perdidamente… y desde entonces, aunque nuestros caminos se han cruzado una y otra vez, nunca hemos sido más que amigos.

—No parece tan sencillo —apuntó Beth, viendo la expresión de su compañera.

—Nunca lo es —afirmó esta—. Me gustaría que viniera con nosotras, pero no voy a invertir esfuerzos en convencerlo, mi prioridad es encontrar a nuestra familia, a los que queden. Tal vez haya más con vida de los que pensamos.

—Quiero pensar que volveré a ver a mi hermana… —confesó Beth—. Daryl me dijo que volveríamos a ver a nadie.

—Daryl a veces se equivoca —apuntó Mara—. Tu hermana tenía más opciones de sobrevivir que nosotras.

—Eso quiero pensar, si yo sigo viva… si salí de allí con vida…

»Sé que Daryl lo dijo por estar enfadado. Él se culpaba porque siguieras en la prisión, por que te quedases allí por él. No debía decirle que habías muerto… Él estaba seguro que seguías con vida cuando salimos. Lo primero que hizo fui ir a buscarte al autobús…

Mara se emocionó al escuchar aquello, y no pudo reprimir sus lágrimas al pensar en el padre de su hija, al que tanto echaba de menos y añoraba tener junto a ella.

—Malditas hormonas… —se lamentó cubriéndose la cara.

Beth la abrazó, sin recriminarle que dejara salir sus sentimientos. Prefería eso al muro que Daryl levantaba y que intentasen aparentar que nada importaba, como hacía el cazador.

—Tranquila, no pasa nada por llorar… —alegó, recordando la época en que se obligaba a no derramar lágrimas y como había aprendido que aquello no la hacía fuerte en realidad.

—Tengo que encontrarlo… debo encontrarlo, Beth.

La puerta de la pequeña habitación donde se guardaba la ropa de cama se abrió de pronto y ambas amigas se sobresaltaron, Mara intentó disimular su estado, pero Beth se relajó al comprobar que solo se trataba de Tara que las miró con cierta suspicacia.

Desde hacía días la joven cadete había notado una actitud extraña en la joven rubia que la hacía temer que no confiara en ella y la dejarán allí al decidir huir, y no pudo dar muestras de su preocupación.

—¿Qué hacéis aquí? Debéis aparentar que apenas os conocéis, Beth te lo dije.

—Lo sabemos, ha sido culpa mía —se acusó Mara.

—¿Sucede algo? —preguntó pero ninguno contestó—. Sé que sucede algo. Mira, entiendo que no confíes en mí, pero yo también quiero salir de aquí… más que nada y cuanto antes. Sí pensáis que…

—No es eso —se adelantó a decir Beth.

—¿Pues qué pasa?

Mara no quería compartir con esa chica ni su estado ni tampoco la información sobre quien estaba en la planta inferior. Sin embargo sabía ocultar información no sería bueno, aunque necesitaba una prueba, un gesto por parte de Tara, para confiar en ella.

—¿Por qué te quieres ir? ¿Por qué con tantas ganas? —preguntó—. Beth me dijo lo que les pasa a las chicas aquí, y sé que hay otras que… bueno eso. Pero me he fijado y ningún policía te reclama a ti, pero Beth me dijo que no te librabas… Dime la verdad.

Tara se quedó sin saber que decir, lo que aumentó las sospechas de Mara para no confiar en la joven.

—Aquí no, no te lo puedo contar ahora, pero… lo haré solo espera a que encuentre le momento.

—Nos iremos pronto… encuéntralo antes de que lo hagamos —zanjó la conversación y mirando a Beth, buscando su apoyo, salió a la sala.

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La hora en la que Dillan solía ir a su encuentro había pasado hacía largo rato y Mara se sorprendió al hallarse más nerviosa y preocupada por él de lo que hubiera esperado. Temía que a Dillan le hubiera pasado algo estando fuera, y sus miedos la llevaron a pensar en el pequeño niño pelirrojo que sabía que se encontraba una planta por encima de donde ella dormía.

No había vuelto a hablar con aquel niño desde que su viejo amigo se los presentase, pero sí que había pensado en él. Aunque quería negarlo su existencia y lo que significaba la hacían sentirse herida por dentro.

Aquel niño no era solo el sobrino de Dillan, era el hijo de la que, en su día, fue su mejor amiga y de su primer amor. Sabía que era egoísta pensar que ellos no debían haber acabado juntos, pero en realidad no era su relación lo que la dolía, sino el hecho de que ellos hubieran formado la familia que a ella se le escapó entre los dedos sin que pudiera impedirlo.

Se levantó de su cama, y paseó por la habitación, recordándose que pensar de aquella manera no era justo, ni tampoco sano. Aquello pasó, su vida no debía ir por ese lugar y era tonto darle más vueltas. Pero volver a ver a Dillan la había trasladado a su primera juventud y recordado lo que duele ser feliz. Sin embargo, ahora tenía una vida, sí la tenía, le esperaba fuera y sin saberlo.

Imaginó a Daryl, apenas le constó esfuerzo visualizarlos en el bosque, con su ballesta al hombro, sobreviviendo, como estaba programado para hacer. No sabía como lo lograría pero se reuniría con él y juntos sacarían a ese bebé que llevaba en su vientre adelante.

Unos golpes en la puerta la sobresaltaron, pero indicó a quien estuviera tras la puerta que podía pasar, esperando que fuera Dillan, avisando de su regreso. No obstante, fue Tara quien asomó la cabeza por la puerta y se abrió paso hasta el interior de la habitación, cerrando con seguro al entrar.

—Quiero que confíes en mí, porque es cierto que no puedo quedarme aquí. Pero no me preguntes, ¿de acuerdo? Te contaré lo que quieres saber, pero no me hagas preguntas sobre ello.

Mara se quedó confusa ante esa introducción, mas no dijo nada y se sentó en una silla para atender a lo que Tara le fuera a contar.

—Dawn no era quien llevaba esto al principio. Ella era en realidad una mano derecha del comisario. Formaban un buen equipo; el confiaba en ella y ella lo respetaba o… lo idolatraba más bien.

»Al principio esto no era así. El Dr. Stevens fue quien se ocupaba a curar a las personas, fue su idea y era buena. Pero una vez que están curados… en el mundo de antes de daban el alta, pero ahora cada vez éramos más, la idea de trabajar no era mala. Todos los que se salvaron la aceptaron. Pero… pero… El mundo es una locura, volverse loco no es tan extraño… No se como explicarlos.

—¿Te refieres a que quienes juraran proteger y servir se dedicaran a violar? —no pudo evitar preguntar Mara, que no podía encontrar justificación alguna ante aquello.

—Al principio no lo sabía, lo juro. Pero en cuanto comprendía que pasaba hable con Dawn, pensé que ella lo entendería, pero le restó importancia. Cómo si fuera algo natural; «protegen con su vida lo que hemos creado aquí, merecen consuelo.», dijo, pero no me convenció, aunque me aseguró que a mi no me pasaría nada, y acabe acudiendo al comisario… Ese fue mi error. —La expresión de Tara cambió por completo, como si le costase continuar a Mara intuyó que podía haber pasado, y comprendió entonces porque la chica le había pedido que no le preguntase, solo la dejase hablar—. Dawn le encontró conmigo… supo al mirarme que había faltado a su promesa de mantenerme al margen. No sé si fue la culpa o ver con sus ojos lo que esta situación generaba o… tal vez… no sé… pero se le enfrentó.

»Cuando ya no había vuelta atrás les dijo a todos que el comisario había perdido la cabeza. La creyeron, o quisieron hacerlo. Pero nada cambió. Solo que yo le debía mucho. No tardó en cobrárselo.

—Tara… yo… —intentó decir Mara, pero en realidad no sabía qué podía decir en ese momento.

—Sé que podía ser peor, prefiero que no sea un hombre, pero lo odio y a ella también —alegó la joven sin alzar la vista—. No me dejéis aquí.

—No lo haremos —aseguró Mara.

—Me ha dicho Beth que Dillan no vendrá. Supongo que es por lo del niño, es arriegado para él, pero si tu te vas quedará descubierto y se lo harán pagar. Pero puedes confiar en él. No todos ellos lo hacen… el no lo hace, nunca lo ha hecho.

—Lo sé, lo conozco bien.

El pomo de la puerta giró, pero al haber echado el pestillo esta no se abrió, y dio tiempo a las chicas tomar una actitud normal antes de que Mara fuera a abrir, no sin temor porque que las encontrasen juntas y encerradas.

—Mara… ¿estas bien? —Escuchó la voz de Dillan y sin temor abrió la puerta.

No pensó en las circunstancias, pero al verlo sano y salvo frente a ella la joven mostró una amplía sonrisa.

—Menos mal que estas bien —declaró.

—Sí, pero… —Reparó en la presencia de Tara—. Será mejor que te vayas ahora, no es un buen momento para que Dawn os encuentre confabulando. Y tú, ven conmigo… —dijo a Mara, que no tuvo tiempo ni de preguntar.

Tirando del brazos de su amiga el rubio vestido de uniforme la llevó hasta el piso superior, aprovechando la solitaria escalera para hablar.

—Han atacado a otra patrulla. No sé si es tu gente o solo casualidad, pero la cosa está mal y Dawn anda alterada será mejor que no te vea, y aquí su poder es menor.

Llegaron hasta la planta superior y sin perder tiempo se metieron en la habitación de Dillan, donde su sobrino estaba dibujando. Rápidamente el niño salió a su encuentro y se abrazó a él.

Mara reparó en que ahora había una cama supletorio en aquella estancia, pero no dijo nada. Solo contestó al pequeño Dylan cuando la pidió jugar con él y fingió normalidad hasta que el niño se quedó dormido entrada la noche.

Dillan tenía escondida comida en su habitación por lo que no tuvieron que salía de allí, pero Mara estaba preocupada por Beth.

—Debo bajar…

—No, quédate, estarás más segura aquí.

—¿Segura?

—Mara no te voy a hacer…

—Mierda, D, ya lo sé… No me refiero a eso. Pero dime qué leches… —Bajo el tono al ver que podía despertar al niño—. Dime qué pasa…

—Realmente no lo sé. Pero esa mujer es militar, la de abajo… y los de hoy también lo eran… Eso dice Gorman.

—¿Vicent? ¿Podía ser él? D dime sí… —se adelantó a preguntar alterada Mara.

—No lo sé… Yo estaba comprobando el perímetro, solo sabía que había vivos por la zona. Pero sé que había una mujer y que Gorman a intentado traerla y no de la mejor manera, le han hecho frente. Quería no decir nada, por eso hemos estado dando vueltas para despistar a esa gente, tenía un camión militar. Cuando hemos llegado con el retraso Dawn se ha puesto curiosa y ha visto que teníamos disparos de bala en la carrocería y Gorman a contado una versión falsa sobre lo sucedido. Ahora ella está de los nervios, pero no sé porque.

»Mara desde que Beth llegó hay más gente por aquí. Llevo tiempo y jamás habíamos visto tantos vivos en tan poco tiempo. Es cuestión de tiempo que alguien sospeche que todos venís del mismo lugar.

—No sé quien pude ser esa gente —aseguró Mara—. Vicent no viajaba con un vehículo militar.

—Cómo sea, debeís iros cuanto antes.

—¿Qué pasará contigo si yo escapo? —preguntó preocupada y miró al niño—. ¿con vosotros?

—No lo sé… Pero dudo que Dylan pueda sobrevivir fuera, aquí tiene una oportunidad.

—No estoy de acuerdo —dijo ella—. Es más fácil protegerse de los muertos que los vivos. Los primeros son menos peligrosos, lo sé bien.

Ambos se miraron unos segundos, pero al final Mara apartó la vista y se recostó en la cama. Estaba demasiado cansada.

Minutos después sin vestir el uniforme de policía el rubio se tumbó a su lado y ambos se quedaron mirando el techo.

—Si no fueras tú quien me lo pidiese tal vez consideraría irme de aquí —confesó.

Mara lo miró desconcertada. No entendía a que se refería con eso. Había esperado que precisamente por quien era y lo unidos que habían estado en un pasado considerada irse con más motivo. Pero al llevar su vista hacía un tiempo anterior comprendió que su relación no había sido normal ni realmente bonita.

—Todo eso quedó atrás, todo. Ni tú ni yo somos esos adolescentes que…

—Por eso, porque la última vez que te vi me obligué a hacerme a la idea de que todo aquello acabó, que tu habías salido de mi vida, de la vida de todos para siempre. Sí me voy contigo sería como volver a empezar, repetir los mismo. Preocuparme por ti cuando tu lo haces todo por estar con otro…

—Deja de pensar en mí, piensa en Dylan. Yo sé que fuera puede vivir, porque sé que mi hijo lo hará y será más débil y arriesgado.

—Tu eres una Darling…

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.TWD.


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Sé que me he retrasado muchos meses para publicar el siguiente capítulo. lo siento.

Pero de verdad que he tenido poco tiempo para ocuparme de el fanfic. Me he trasladado de continente (de verdad que ahora vivo en otro continente, no miento) y además debo admitir que me he centrado en la escritura de originales y en sacar libros a la venta.

Este mismo viernes 7 de Octubre publico en Amazon una novela corta, y el mes próximo una novela original. Pero pase lo que pase no abandonaré el fic, aunque me retrase en publicar.

Mil gracias por leer