En la trastienda de un pequeño local de la ciudad de Atlanta los cinco supervivientes de encontraban sentados en diferentes lados de la sala. Las miradas con cierto recelo que aún el hombre pelirrojo, que se había presentado como el sargento Abraham Ford y su compañera de cabello moreno, que respondía al nombre de Rosita, eran contantes. Sin embargo, el otro tipo, raro en apariencia y actitud no parecía tan desconfiado. Tara solo sabía que respondía al nombre de Eugene, y que los otros dos lo velaban y protegían pero no sabía el porqué.

Ella se encontraba junto al chico asiático, Glenn que había afirmado conocer a Beth y Mara. En un primer momento la joven no supo si confiar en su palabra, pero al hablar un poco con él aceptó que realmente aquel chico conocía muy bien a las dos supervivientes que había dejado en el hospital. Al parecer era el cuñado de Beth, y tenía un cariño especial al colgante que la rubia le había dado.

—No parecen muy interesado en salvar a tus amigas —comentó Tara lanzando una rápida mirada a Abraham y Rosita.

—Los convenceré, no seguiré adelante sin ella, y ellos quieren gente que los acompañe.

—¿A dónde? —preguntó con recelo.

—A Washintong. A un lugar seguro.

—Eso está lejos, debe ser un lugar muy seguro —comentó Tara con cierto sarcasmo.

—Ese tipo. —Señaló a Eugene—. Él conoce la forma de arreglar esto, la infección… Dice que en Washintong hay una instalación. Conocí a otra persona que decía algo similar y partió hace un tiempo hacía allí.

—¿Un tal Vicent? —preguntó Tara, tras asimilar las palabras del chico. Una cura o solución era algo demasiado bueno como para dejar indiferente a quien lo escuchase. Glenn la miró desconcertado—. Hace unos días llegó al hospital una mujer herida. Beth la reconoció como la compañera de ese Vicent. Si vine hacía aquí y os encontré fue porque Mara me lo pidió, tenía la esperanza de que fuera él… La mujer está herida y Mara no la quiso dejar.

—Eso que me has dicho es bueno —aseguró Glenn, y se incorporó—. Es muy bueno.

»Hey, tengo noticias —anunció llamando la atención del resto—. En el hospital junto a mis dos compañeras también hay otra mujer, de los míos, que sabe de la zona segura a la que hay que llevar a Eugene.

Todos miraron expectantes a Glenn y Abraham se puso en pié, acercándose a su lado.

—¿Estás seguro? Sé que te importa tu gente, pero la misión es más importante y estos cabrones nos han retrasado y hecho perder el trasporte. No quiero que nos mientas por ayudar a esas amigas tuyas.

—Abraham —dijo con recriminación Rosita—, hasta ahora nos ha ayudado, no debemos desconfiar de él.

—Pero tal vez sea peligros ir a rescatarlas —habló por primera vez Eugene.

—¿Peligroso? Esa mujer sabe exactamente dónde debemos ir, dónde debes llegar para solucionar todo esto —declaró Glenn—. Debemos sacarlas de allí.

—Debemos conseguir un trasporte para sacarlas de allí —aclaró Rosita—. Sino no llegaremos a ningún lado.

—Tú, no sabes dónde podemos conseguir un vehículo grande para un largo viaje—Abraham se dirigió a Tara.

—No… —dudó—. Bueno… Al comienzo de todo uno de los campamentos estaba en el Goriga Dome, la gente dejó los vehículos en el parque internacional, está al lado, pero toda esa zona está arrasada. Los bombardeos fueron cerca… Mi gen… la gente del hospital no suele moverse por allí.

—Pues es un buen sitio para probar —dijo Glenn.

—Peligroso —determinó Abraham.

—No para nosotros —contestó Glenn mirando a Tara—. Quedaos aquí con él, seguros. Nosotros iremos a por un trasporte. Si no lo conseguimos todos habremos hecho lo que teníamos que hacer. Saldremos al alba y si no hemos vuelto al medio día seguid sin nosotros. ¿Estás de acuerdo? —preguntó al militar que tras valorar la oferta asintió—. ¿Y tú? —preguntó a Tara que también asintió.

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A cada paso la lucha interna que se producía en el interior de Daryl era más intensa; la esperanza de hallar a Mara con vida estaba en guerra con la desesperanza contante que había sido la vida del cazador hasta el momento. Se había convencido de que Mara había sido algo demasiado bueno para merecerlo, y que perderla había sido casi normal. Había rozado la felicidad con los dedos y cuando creyó que era suya y podía agarrarla y aferrarse a ella se volatilizó, considerar tan siquiera que la fortuna lo sonriera le parecía demasiado arriesgado. Pero quería creer, quería que Mara estuviera viva, poder verla de nuevo y tenerla a su lado, poder poseer algo bueno de la vida. Tal vez no lo merecía, pero era lo que más deseaba en el mundo.

El silencio de Daryl no molestaba en absoluto a Carol, ella tampoco quería hablar; ni de Mara ni de nada. Se sentía feliz de saber que Daryl seguía con vida y viajando a su lado. Se comprendían bien. Él era el único que le importaba en realidad, por el que más pena sintió al ser exiliada de la prisión. Si había aceptado ir en busca de Mara era por él, y si podía compensar de alguna manera las muertes causadas en los último meses no encontraba mejor manera que sacrificándose por aquel hombre. Tal vez su deuda fuera mayor con Tyreese, pero ella de tener que darlo todo, lo daría por Daryl.

—¿Estás cansada? —preguntó el cazador.

—No, sigamos un poco más.

Daryl se dirigió hacía unos vehículos, como si no la hubiera oído y los inspeccionó.

—Dormiremos aquí, no es seguro seguir tan de noche; el bosque despierta en la oscuridad y hay más ruidos. Saldremos al alba.

Carol aceptó sin discutir. Daryl tenía razón, pero no le gustaba retrasarlo y sabía que si paraba era por ella.

Entrando en un vehículo, una ranchera, Daryl se tumbó en los asientos delanteros, acomodándose como pudo y cediéndole el asiento trasero, más cómodo y espaciosos a Carol, que hizo lo propio segundos después.

—¿Te quedarás con nosotros? —preguntó de pronto Daryl—. Cuando lleguemos al santuario, ¿qué harás?

—Rick me echó…

—Y Ty te ha perdonado.

—Me necesitaba, debía mirar por Judith —reconoció la mujer.

—Hiciste lo que creíste… Miraste por esas niñas.

—Ellas… lo que pasó con ellas —comenzó a decir Carol.

—No están, no tienes que explicarlo —la interrumpió Daryl.

—Fue peor que eso.

—No te culpes de lo que pasara. Tyreese te perdonó por Judith —comentó entonces Daryl que no quería saber el destino que habían corrido esas niñas, ni que Carol lo recordase. No era la primera niña que perdía y sabía que acarreaba con ello como una pesada carga.

—A veces pienso que lo mejor es rendirse, pero no puedo hacerlo. Nunca pensé que tendría fuerzas para luchar, pero me niego a caer. Y sé que no tengo motivo —dijo entonces Carol—. Seguimos viviendo sin motivo. Ya no nos queda nada, y perderemos lo que tenemos, tarde o temprano… y solo nos queda seguir. Ya no queda nada de la mujer que fui, eso tal vez sea bueno, pero… no entiendo porque me mantengo.

Daryl la escuchó en silencio, sin saber qué decir, pero entendiendo sus palabras. A él le había pasado lo mismo a lo largo de su vida. Había sobrevivido sin tener motivo, por mero instinto. Era lo que sabía hacer.

—¿Ella quería rendirse?

—¿Mara? No —contestó Carol—. Aunque sí aceptó que ya no estabas. Pero tenía motivos para seguir, aún le quedaba algo de ti para luchar.

Se quedaron en silencio durante unos minutos, todo a su alrededor estaba en calma. Solo unos lejanos sonidos del interior del bosque les indicaban que la vida seguía a su alrededor.

—Ella quería sobrevivir por el bebé, y quiero pensar que lo está haciendo, pero…

—Será mejor que descansemos —la interrumpió Daryl, moviéndose en su aciento para acomodarse y dormir.

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Con paso firme Dawn de dirigía por el pasillo de la panta de oficiales del Grady Memorial hasta la habitación de Dillan. Ya había dado instrucciones al resto de agentes para que cumplieran con su trabajo en aquella jornada. Sabía que no debía ser tan considerada tras la traición de Beth, pero no podía evitar sentir compasión por aquella chica. Había algo en ella que la recordaba a si misma; alguien débil que pese a ser conciente de ello se esforzaba por asimilar su entorno y la posición en que se hallaba. Ella tampoco había elegido aquello, tampoco se sentía bien con lo que hacían su compañeros a las chicas, pero se había convencido de que era los necesario para mantener el equilibrio y al fin y al cabo sobrevivir. Sin embargo con la llegada de Beth su pragmatismo hacía aguas, y la única forma de no romperse era mantener a aquella chica de cabello rubio alejada de la depravación que sabía que ocurría.

—Jonhson —lo llamó sin abrir la puerta, en unos segundo el agente salió cerrando tras él, pero los ruidos que hacía su sobrino en la habitación fueron identificados por la sargento—. Tienes que ocuparte de algo, hoy no saldrás por la mañana.

—¿Ocurre algo?

—No. Pero te necesito dentro. Beth ha estado muy unida al Stevens, y no quiero que él la atienda. Tiene demasiado poder, y ella no es de confianza. Necesito que tú te encargues. Tienes a tu amiga, confió en que no te dejes engatusar por nadie más —declaró Dawn, poniendo aquella excusa para no mostrar la debilidad que sentía por Beth—. Atiéndela. Intenta sacarle si sabe dónde podría haber ido Tara. Es importante encontrarla. Esa maldita cadete sabe demasiado para andar suelta.

—¿No la han encontrado?

—No, pero no tardará. No sabe como es el exterior, tal vez vuelva cuando lo vea. Si Beth te dice algo informa. —Dillan asintió tajante—. Y no dejes que nadie la visite. Que se confíe.

—De acuerdo —asintió. Pese a que notaba que había algo que Dawn no le contaba no podía saber que era.

—No olvides que tienes una situación privilegiada, pese a tus circunstancias.

—Nunca lo olvido, ni tampoco que es gracias a usted sargento —aseguró el rubio.

—Eso espero.

Dillan se diriguió hacía las escaleras con paso tranquilo, agitado por dentro ante la buena noticia que era que él se ocuparía de Beth y eso tranquilizaría a Mara. Sabía como era su vieja amiga, y si la joven estaba en peligro podría hacer alguna locura por protegerla, consiguiendo lo contrario; ponerlos a todos en peligro.

Llegó hasta la planta inferior y se diriguió ha la habitación que ocupaba Beth, entrando sin llamar.

La joven estaba sentada a un lado de la cama. Su rostro estaba marcado por un corte que cruzaba su mejilla y notables contusiones por su rostro. Pese a haber visto su estado el día anterior, la brutalidad de la que había sido víctima por parte de Dawn le erizaba el vello.

—Soy yo —dijo con voz leve al ver como la joven miraba con recelo—. Dawn me ha encargado que vea cómo estás. Piensa que puedes confabular con el doctor. ¿Cómo estás?

—¿Mara está enfadada? —preguntó bajando la cabeza—. Dejé que Tara hullera porque no quería irme, no quería separarme de Mara… lo hice a propósito.

—Mara solo está preocupada por lo que te pueda pasar, pero no te hecha nada en contra. Ella se alegra que sigas a su lado —comentó Dillan.

Beth lo miró con sus grandes ojos, apretando los labios levemente y parpadeando con cierto escepticismo.

—Lo compliqué todo…

—Escaparse no era una buena idea, pero Mara no quiere verlo.

—¿Qué le harán cuándo sepan que espera un bebé? —preguntó la chica.

—Hay cosas peores… —se limitó a decir Dillan—. Ser devorado es peor.

Beth lo miró por un segundo pero negó a continuación, ignorando sus palabras pero sin decir nada.

Lentamente Dillan se acercó a ella, obedecer a Dawn y ver cómo se encontraba Beth de sus heridas. Aunque en un principio la chica se apartó desconcertada, luego comprendió qué se proponía y no puso mucho reparo a que examinara su rostro, pese a emitir una leve queja por el dolor de los moratones.

—Lo siento…

—No pasa nada —respondió ella—. Me duele la mayor parte del tiempo…

—Te traeré calmantes —propuso Dillan y se quedó mirando un instante a la joven—. ¿Cómo es… el tipo con el que estaba Mara?

Beth lo miró de soslayo, dudosa de qué contestar, Daryl no era una persona a la que se puediera definir de forma rápida abarcando todas sus características. Además algo le decía a la joven que de su respuesta podría depender que Dillan cambiara de opinión sobre a lo de ayudarlas de nuevo a salir de allí.

—Es… un superviviente.

—¿Queda alguien que no lo sea? —preguntó con sarcasmo él.

—No todos los que vivimos somos supervivientes, no como él —reiteró la joven—. A su lado se está más seguro que en cualquier otro lugar.

—¿No ibas con él cuando Gordman te encontró herida?

—Mara debe ir con él, es el padre de su bebé… ¡Su lugar es junto a él, no aquí! —dijo tajante—. No sé quién te crees que eres para decidir por ella, pero lo que fueras ya no importa. Mara es mi familia ahora, el resto está fuera y vamos a ir con ello. Piensa lo que quieras, pero sabemos protegernos, defendernos y sobrevivir, y lo haremos. Si te quieres quedar aquí es tu problema, pero en este mundo más vale estar muerto que con gente que a la que no le importas.

Dillan se quedó estático escuchando a Beth. Aquellas últimas palabras no estaban carentes de razón y él mismo reconocía que jamás se había sentido completamente seguro en el hospital, ni confiaba en la gente con la que vivía. Pero el exterior era demasiado peligroso para su sobrino.

—Te traeré los calmantes antes de que caiga la noche —indicó antes de salir de la habitación.

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Hacía un par de horas que Glenn y Tara caminaban con cautela por las inhóspitas calles de Atlanta hacía el oeste, rumbo al estadio Gorgia Dorma. Habían comenzado en silencio, pero según fue saliendo el sol la chica no pudo mantenerse callada y comenzó a hablar de banalidades, lo que no molestó a Glenn que no dudó en seguir su conversación hasta que la charla dio paso a preguntas más serias.

—¿Siempre has estado allí? —preguntó el asiático.

—Desde casi el comienzo.

—Entonces, ¿por qué huir? Ellos son tu gente, las personas con las que sobrevives en este mundo…

—No todas las historias son iguales —declaró la chica—. Yo confié en ellos, mucho tiempo, pero no soportaba más como eran las cosas, no podía cambiarlas y seguir… No podía.

—¿Estás segura que mis compañeras están bien?

—No, pero lo espero —declaró—. Beth es lista, y creo que Mara no es todo lo que deja ver, ¿me equivoco? A la otra nunca le vi.

—Mara se unió a nosotros tras liderar un pequeño grupo. Si lo que preguntas es si su apariencia engaña te diría que sí. Cierto que disparar no es lo suyo, pero la he visto pelear con tipos como Abraham y dejarlos en el suelo.

—No creo que se meta en muchas peleas esperando un hijo…

Glenn se frenó en seco al escucharla y la miró fijamente. Su mirada casi gritaba que le repitiera aquello porque dudaba no haber escuchado bien.

—¿No lo sabías? Pues vaya… Bueno, ella me dijo que debía buscar a un tipo con una ballesta, darle el colgante que te di y decirle que ella y su hijo estaban bien y en el hospital.

—Las revistas prenatales… —susurró Glenn para si.

Cuando las encontró en su celda pensó que eran para Maggie, pero estaba equivocado, debían ser para Mara. Sabía que algo debía pasar para que Maggie no discutiera; estaba protegiendo el secreto de su amiga.

—Se que en estas ciscustancias no es la mejor noticia del mundo—. Comentó Tara—. Pero oye, para eso seguimos con vida no, el futuro es de los niños, eso decían en mi colegio. «Somos el futuro» Ella parecía como ilusionada, y si ella lo está… A mi lo de ser madre nunca me ha llamado, pero tiene sentido.

—El hombre del que te habló, te dijo si él lo sabía —preguntó Glenn con curiosidad. Le costaba imaginar a Daryl como padre. Pero cuando lo pensó detenidamente recordó cómo había cuidado de Judith al nacer y que, si la pequeña estaba con vida, era gracias a él—. Me hubiera gustado verle recibir la noticia.

—Pues no lo sé, nos íbamos a fugar, ¿sabes? No era plan de ponerse con chismes.

Con tanta charla llegaron frente al parque del que había hablado Tara, las bombas no habían llegado hasta aquella zona, y para sorpresa y alegría de los dos la pladera de hierba que crecía sin ningún cuidado estaba repleta de grandes vehículos. Camionetas, carabanad, rulottes…

Corrieron sin tener el más mínimo cuidado hacía la trasporte más cercano.

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Aquel día en el hospital a Mara se le estaba haciendo especialmente eterno. No podía ir a ver a Beth sin levantar sospechas de que estaban unidas, a no ser que se lo ordenaran. Tara no estaba y no sabía nada de Dillan pese a haberlo visto pasar por los pasillos y escuchar que él no estaba de patrulla.

Mientras fregaba el suelo de uno de los pasillos su mente volaba para planificar un nuevo plan de fuga, pero no encontraba ninguno plausible mientras Elena siguiera en la planta inferior aislada del resto.

—Mara, sígueme. —Escuchó que le ordenaba Dawn.

Sin dudar dejó la fregona en el interior del cubo y procedió a seguirla hacía la puerta que comunicaba con las escaleras. No le pasó inadvertido la mirada de arriba a bajo que la policía le dedicaba.

—¿Dillan te trae comida? —preguntó la agente.

—No —respondió sin dudar, metiendo tripa rápidamente—. Pero aquí como mejor de lo que nunca comí fuera… y… y retengo líquidos —dijo pensando que aquello último parecía una completa estupidez.

—Si te lo da no pasa nada —contestó entonces la policía desconcertando a Mara—. Dillan sabe que puede confiar en mí, si yo puedo confiar en él. Es un quit pro cuo, yo ahora confío en ti y si me demuestras que no hago mal en hacerlo tendrás tu recompensa. Así es como siempre ha funcionado el mundo —explicó Dawn, sin que Mara dijera nada según bajaban las escaleras hasta la planta dónde se encontraba Elena—. Lo que estás haciendo aquí es muy importante, la vida de todos podría depender de ello, y no solo la vida como tal sino nuestro bienestar… —La miró fijamente antes de abrir la puerta que comunicaba con el pasillo.

—Esa mujer de la habitación es importante, ¿no? —preguntó haciéndose la tonta.

—Mucho, no la quiero hacer daño, ¿me crees? —Mara asintió—. Debe confiar en nosotros.

—Es difícil confiar si se está prisionero. Está sola aquí, no sabe lo que pasa, lo que hacéis arriba; que nos salváis, curáis y mantenéis a salvo. Aunque yo se lo diga, sino lo ve…

—Es arriesgado, si la gente se entera de quién es, de lo que sabe, podrían alterarse.

—¿Qué sabe? —se obligó a preguntar Mara. Pese a saberlo, pensó que sería conveniente fingir.

—Cómo podemos salvarnos… Pero no todos quieren dejar de vivir bajo un estado diferente, aunque no lo creas —dijo Dawn, pero a Mara no le constó comprender que para aquello que vivían haciendo lo que querían y aprovechándose de los débiles, como Gordman, no quisieran cambian de situación—. Para ti, Dillan o para mí volver a la normalidad de antaño es primordial, por eso debemos proteger a esta mujer. Está aquí por su bien. Yo no quiero estar así, pero de momento no puedo hacer más.

Tras aquellas palabras Mara comenzó a ver a Dawn de otra manera. Podía ser que lo que dijera fuera cierto, y que todo lo que pasaba en aquel lugar, pese a ser bajo su mando fuera por sin que ella lo aceptase por completo, si no que se veía obligada a consentirlo para no empeorar la situación. Pese a todo era verdad que los agentes la obedecían y había un cierto orden.

—Intenta convencerla para que colabore, es por un bien mayor —terminó diciendo Dawn antes de abrir la puerta de la sala donde de hallaba Elena.

—Lo intentaré —afirmó Mara, con una convicción que casi podía ser real.

Nada más cruzar la puerta, la agenta cerró y la dejó a solas con la militar que seguía postrada en la cama. Pero Mara no escuchó nada, así que supuso que Dawn se había quedado escuchando. Sin dudar se llevó la mano a los labios y le indicó a su compañera que no hablara, para señalar después su oído y la puerta.

—¿Cómo te encuentras? ¿Tienes mejor la pierna? —preguntó despreocupada.

—Me duele pero me puedo levantar y apoyarla, un poco.

Mara se aproximó a la cama y se sentó junto a la mujer.

—¿Por qué no confías en ella? —susurró.

—Por que no lo hago en nadie —respondió sin dudar Elena—. Estoy sola, y en cuento sepan lo que quieren saber de mí me eliminarán. Es lo que yo haría si una extraña quiere dirigirme en un mundo como este. Los sondados no son formados en cumplir órdenes antes de servir a una causa porque obedecer ciegamente sea algo sencillo precisamente.

—Creo que Dawn no es tan…

—No importa cómo sea, lo que importa es nuestro objetivo, ¿no quieres volver a ver a Vicent? ¿No quieres encontrar al padre de tu hijo?

—Sí… Pero… Tal vez esta gente…

—Estamos en territorio hostil, nadie es de los nuestros. Que pienses lo contrario es la forma que tiene de doblegarte, créeme.

—De acuerdo —aceptó Mara entendiendo las palabras de la militar.

—¿Cómo saldremos de aquí?

—No lo sé —reconoció bajando la cabeza.

—Bueno… —Elena se quedó pensativa unos segundos—. Dile que me de un voto de confianza, que deje la puerta abierta.

—No, no cederá en eso.

—Pues que te de la llave a ti, que puedas venir sola. Si esto es tan utopía como me lo quiere vender, que me demuestre que confía en ti, que aquí tú no eres otra rehén.

—Eso… tal vez. Pero pídeselo tú, tal vez no acepte a viva voz pero sí me de más libertar. Creo que quiere tener aliados dentro —comentó Mara.

—¿Hay problemas de liderazgo? —preguntó Elena con cautela.

—No lo sé con seguridad, me he mantenido muy al margen de todo. Un viejo amigo está entre los agentes y me ha apartado del peligro haciendo que pasara desapercibida.

—Eso esta bien, es una buena idea. Pero si hay problemas yo corro peligro aquí sola y sin forma de protegerme. Soy lo más valioso que esa zorra tiene ahora, la llave a una vida mejor si otros se enteran pueden eliminarme para debilitarla —comentó en susurró Elena y Mara asintió al comprender que era cierto y que era las últimas acciones de Dawn podían tenía que ser a causa de aquello—. Mi pierna no está perfecta pero podemos huir. Consigue que confíe en ti, y poder llegar aquí sin ella y nos marcharemos sin mirar a atrás.

—No es tan fácil salir de aquí, aunque logremos escapar seguiríamos estando desarmadas en mitad de una ciudad llena de muertos.

—Consígueme un arma, la que sea, y te aseguro que nada nos detendrá —determinó la militar.

—Me recuerdas a Viz. —Sonrió Mara al escucharla.

—Él me enseñó la determinación, y me dijo que lo aprendió de tu padre.

—La fortuna favorece a los audaces —dijo Mara recordando el lema de su padre—. Conseguiré lo que me pides, llamaré a Dawn para que tu se lo digas.

Aun con el recuerdo de Vicent y su difunto padre en la cabeza Mara se incorporó de la cama y fue hasta la puerta. No se sorprendió al hallar a Dawn apoyada en la pared del pasillo frente a la entrada de la habitación .

—Quiere hablar contigo —le indicó a la policía que se mostró sorprendida paro se acercó a la puerta.

—¿Quieres algo? —preguntó con un tono menos dudo del que solía usar.

—Quieres que confíe en ti, ¿no? Demuéstrame que tu no eres la calcelera de nadie y deja que ella venga sola. Si esto no es una cárcel ¿por qué solo tú tienes las llaves?

—Es por tu seguridad y también la suya. No confió en ti para dejar a uno de los míos a tu merced, si creo que eres la persona que eres alguien como ella no te duraría ni quince segundo y no la puedo perder.

—¿No confías en mí y te tengo que dar lo más valiosos que poseo? Pégame un tiro y ahórrame digerir la mierda de comida que tenéis —dijo Elena con altanería.

Aquel tono déspota que usó la militar era más de lo que Dawn estaba acostumbrada a soportar de nadie, pero no podía replicar, así que se limitó a cerrar la puerta y ordenar a Mara que la siquiera al piso superior.

La joven no habló, se notaba que la policía estaba enfadada con lo sucedido, cuando llegaron al piso superior ambas se separaron sin decir nada. Y Mara continuó limpiando el suelo como había estado haciendo hasta la llegada de Dawn.

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.twd.


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Esta vez no me he retrasado tanto en subir... me he inspirado mucho en los últimos días.

Espero que alguien siga leyendo la historia, y poder compartir mi emoción actual con alguna lectora que supongo comprenda mi estado. Hace pocos días en Madrid, ciudad donde vivía hasta hace unos meses se celebró un evento de TWD, el Euro Tour, y vinieron Norman, Andrew y Jeffrey, (es decir Daryl, Rick y Negan) en compañía de Greg Nicotero que es Dios en la serie porque crea a los Walker. Total, que FOX me invitó al evento porque como he llevado el foro y el blog del fandom durante años y vivía en la capital pues siempre iba a todas las premier y demás.

No pensaba que pudiera estar ni cerca de los actores, aunque a decir verdad lo único que quería era ver a Norman y abrazarlo fuerte. por eso no dudé en tomar un vuelo a Madrid y asistir al evento. Que debo decir que estaba organizado como el culo y más, porque fue un caos. Pero yo tuve mucha suerte y pude entrar y acercarme al escenario al comienzo para ver a Norman de cerca. Sí, me acerqué a Norman, lo toqué y me cogió la mano ¿Os lo podéis creer? Yo aún no... no me lo creo y veo los videos cada día para convencerme de que pasó. Ahora yo volví a mi isla y Norman está en Barcelona, dando abrazos y besos a todos los fans afortunado. Es un amor de hombre, y lo adoro cada día más. Mañana está en Sitges (Cataluña) y luego se va a Sevilla (Andalucía) que va a rodar un episodio de Ride. Wiiii... espero que vuelva a España en algún momento y pueda hacerme una foto con él y abrazarlo que no tuve oportunidad esta vez. Sino no importa. lo he tocado, aseguro que es real, aunque parezca un hombre de ensueño, y además que es maravillosos y super atento. Sigo soñando...

Gracias por leer!