Salida Acelerada
La hinchazón en su rostro era notable, pero la única molestia que Beth sentía provenía de la enrome y fea herida que surcaba su mejilla que, pese a ver sido cosida por el doctor Stevens, aún rezumaba un poco de sangre cuando la joven hacía un brusco gesto o la rozaba sin querer.
Hacía media hora que Dillan había salido en busca de calmantes y la rubia estaba aburrida. No tenía permiso para salir de aquella habitación, y lo último que deseaba era aumentar el enfado de Dawn contra ella.
La puerta se abrió y el hombre rubio vestido con el uniforme de policía entró con tranquilidad, portando un blíster de pastillas en la mano y unos apósitos.
—¿Has visto a Mara? —preguntó la chica, pero él negó en silencio.
—Creo que Dawn la ha puesto en tu lugar, confía en ella porque depende de mí… o puede que porque ya no le quede más alternativa. Entre los oficiales su posición cada vez es más inestable… —se calló antes de hablar demasiado delante de la joven, temiendo asustarla.
—Antes o después tendremos que irnos de aquí, digas lo que digas, sabes que es así —alegó Beth.
—Ya se ha pasado por eso y al final… —Le tendió las pastilla.
—No has conocido otra cosa, por eso piensas así. Crees que, en este mundo, esta vida y falsa seguridad es la única alternativa a estar en el exterior, expuesto. Pero yo te aseguro que no es así —aseguró Beth, ignorando los medicamentos que aliviarían el dolor que parecía—. Pero nuestra familia esta fuera y con ellos estaremos seguros, volveremos a tener un hogar. Ya lo hicimos.
Dillan pareció ignorarla y tomando un vaso con agua que tenía en la mesilla se lo entregó con una de las pastillas, insistiendo en que se medicara para estar mejor. Beth cedió antes su gesto insistente y dio un largo trago al vaso tras ingerir el calmante.
—Yo también tuve un refugio antes de llagar a aquí y lo perdimos, este lugar ha resistido desde el comienzo—argumentó Dillan cuando Beth tragó—. Es más seguro de lo que piensas, más que ese sitio del que venís Mara y tú. Prefiero esto que ser devorado y vosotras también deberías verlo así.
—No hablo de refugios, hablo de hogar… hablo de familia… —dijo entonces Beth—. Mara no es solo alguien que ha estado a mi lado, es alguien que forma parte de mí, como yo sé que lo formo de ella, es mi familia, por quién lucho, sobrevivo y resisto, por quién merece la pena arriesgarse e incluso morir.
—No recuerdo la última vez que sentí que tenía una familia… creo que fue hace décadas, mucho antes de que el mundo cambiara…
—¿No te gustaría volver a tenerla? —preguntó Beth—. ¿Volver a tener esperanza y sentir que cada día no solo sobrevives? —Dillan bajó la cabeza, pero sin negar—. Daryl, el padre del bebé que espera Mara, llegó a la granja en la que vivía con su grupo y con ellos descubrimos la realidad de este mundo. Quise morirme, lo intenté. Era débil en ese momento y no soportaba estar en un mundo así. Pero con la realidad también nos trajeron su fuerza y una brizna de esperanza. Este mundo da mucho miedo, me sigue aterrando, pero no quiero rendirme, ni tampoco conformarme con solo sobrevivir.
»Puede que suene iluso, pero tengo esperanza en tener una vida de verdad. La perdí por un momento pero siempre vuelve.
—No se trata solo de mí —dijo Dillan.
—Mara…
—No hablo de ella —la interrumpió—. Encontrarla fue desconcertante, era un recuerdo lejano. Fue alguien importante, pero cuando era un crío. Ella no es mi mayor preocupación.
—Has dicho que no tenías familia desde hace…
—Ya… —Dillan se sentó en la cama con la cabeza gacha, sin mirar a Beth—. Mis padres de separaron y desde entonces no me he sentido parte de nada a lo que llamar familia. Cuidé de mi hermana, acepté la vida que quiso llevar y con quién estaba, pero ya no la sentía mi familia, solo hacía lo que se suponía que debía hacer. Su hijo está conmigo, depende de mí y lo quiero. Él no tiene culpa de nada, es inocente. No puedo dejarlo, ni arriesgarme a que algo le suceda. Y espero que Mara se resista a alejarse de él y decida quedarse.
—¿Por qué haría eso? —preguntó con curiosidad la chica.
—Le recuerda a alguien, alguien tan importante para ella como ese Daryl del que hablas.
—¿Podría conocerlo? Hace mucho que no estoy con niños y lo hecho de menos —propueso Beth.
Dillan levantó la cabeza y la miró, de cualquier otra persona habría temido que aquello fuera una treta, que la petición correspondiera a algún plan para manipularlo o alejarlo de allí para escapar, pero algo le decía a Dillan que Beth no tenía eso en mente y que podía confiar en ella, no solo porque se supusiera que estaban juntos contra Dawn o fuera amiga de Mara. Algo en Beth le trasmitía bondad.
—Creo que a él también le gustaría ver a alguien nuevo y salir un poco de donde suele estar. No creo que Dawn se moleste, no hay nada malo en ello.
Beth sonrió y Dillan la correspondió sin dudar, un poco turbado por la facilidad que la chica había tenido para cambiar su semblante con una leve expresión.
—Pero será mañana, hoy ya es tarde —dijo Dillan—. Debería limpiarte un poco los cortes, ¿te duele menos?
—Solo un poco, pero lo resistiré —aseguró—. Puedo hacerlo yo, solo sujeta el espejo.
Dillan asintió y obedeció a las indicaciones de la joven que tenía más maña que él para atender las pequeñas heridas, gracias al tiempo que había pasado ayudando al doctor.
Con calma Beth se revisó cada golpe y corte que Dawn le había ocasionado, soportando con aplomo el dolor que se causaba. Para distraerse comenzó a contarle a Dillan pequeñas anécdotas de cómo había sido su vida en la prisión. Los buenos momentos. El agente le sorprendió que hablase de la boda de su hermana, de la gran comida que hicieron cuando acogieron a un nuevo grupo y querían que se integrasen, de la organización que tenían y de cómo todos tenían su papel y labor para aportar algo y sentirse útiles. Dudaba que algo así fuera posible en ese mundo y suponía que la joven hablaba desde una perspectiva demasiado optimista que distorsionaba sus recuerdos. Pero no puedo evitar desear una vida así, una vida rodeada de gente en la que confías, un entorno en el que uno se siente seguro, aunque no hubiera lugar seguro en ese mundo en realidad. Él hacía mucho que no se sentía seguro por completo.
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Danto un gran rodeo por la parte más alejada de hospital y también las calles más inseguras de Atlanta, Glenn y Tara consiguieron llegar con la caravana que habían encontrado en buen estado hasta el edificio donde se ocultaban, seguros y a la espera Abrahan y su grupo. El vehículo era más que apropiado y útil, pero el Sargento aún no estaba del todo convencido en emprender una acción de rescate que pudiera poner en peligro a Eugene. El científico tampoco parecía muy convencido de rescatar a aquellas personas que estaban en el hospital, pese a que una de ellas pudiera llevarle directamente a su destino y por ende facilitar mucho su labor de solucionar la situación del mundo.
—Es demasiado peligroso, lo mejor y más seguro para Eugene es salir cuanto antes de la ciudad y seguir nuestra ruta hacía el norte —dijo el militar—. Él no confía en que esa otra militar diga la verdad.
—El proyecto del que formaba parte era alto secreto, nadie fuera de él lo conocía y lo más probable es que su información sea errónea o falsa —dijo con voz algo gangosa el científico.
—Poker no miente. Su compañero nos dio pruebas y lo que habéis contado coincide en muchos puntos, si queréis llevar la misión a cabo la necesitáis.
—Está herida, nos retrasaría —dijo Eugene entonces—. No la necesitamos.
—Cuando sea noche cerrada saldremos de la ciudad, está decidido.
Abrahan dio la conversación por terminada y se giró para alejarse de Glenn y Tara que hasta ese momento no había dicho nada, dejando que Glenn expusiera el punto que ambos compartían. Rosita, que se encontraba a un par de pasos de Abrahan lo miró con severidad, dando muestras de que no estaba de acuerdo con la postura de él ni Eugene de dejar a aquellas mujeres en el hospital.
—Si vais a iros esta noche será mejor que busquéis un medio de transporte en el que hacerlo —dijo entonces Tara, provocando que Abrahan se detuviera en seco—. La caravana la conseguimos nosotros, y la usaremos para salir de aquí con Beth y sus compañeras.
El rostro de Abrahan se crispó al escucharla y volverse hacía ella. Por su parte Glenn la miró y en cuestión de segundos, antes de que el sargento pudiera emitir una sola queja decidió aunar su fuerza con ella.
—Es cierto, nosotros la conseguimos. Tenemos las llaves, no nos iremos con vosotros si nos vamos sin mis compañeras.
—¿No os dais cuenta de lo que estáis arriesgando? —preguntó el militar— Esto es más grande que tú, que yo, y las personas que conocemos…
—Para ti tal vez el fin justifique los medios, pero no voy a abandonar a mi familia por ninguna misión —dijo Glenn y Tara asintió a su lado.
Abraham hizo el amago de encararse al asiático, pero Rosita se adelantó y frenó sus intenciones, ya que lo conocía de sobra y sabía como era su temperamento.
—Les pides algo que no pueden aceptar, y tienen razón —dijo la chica latina.
—Permanecer aquí es muy peligroso —alegó Eugene.
Glenn lo miró molesto. En los días que había pasado con ese grupo había comprobado que Eugene era temeroso y cuasi inútil en cuestiones de superviviencia, así que no le sorprendía su comportamiento en un entorno tan inseguro como era esa perte de la ciudad.
—Mañana iremos a por ellas, no permaneceremos más en la ciudad. Pero la abandonaremos todos juntos —determinó con un tono tan seguro que esperaba no dar lugar a réplica alguna.
—Yo conozco el interior del hospital, os guiaré para llegar hasta ellas.
El Deseo de Abrahan era el de golpearlos a ambos y una vez inconscientes llevar a cabo sus plan, pero por muy ofuscado que estuviera sabía que aquello no era viable, pues aunque lograse alejarlos de la ciudad sin ceder a sus deseos jamás podría confiar en ellos, y la seguridad de Eugene, y por ende del futuro del mundo, dependía de contar con gente en la que pudiera confiar al completo.
—No entraremos en ese lugar, os esperaremos fuera con Eugene a salvo.
—Yo iré con ellos —alegó Rosita—. Tu puedes proteger a Eugene perfectamente, y ellos necesitaran más ayuda. Cuando salgamos de Atlanta seremos el doble de personas para la misión y contaremos con alguien que no será muy útil para llevarla al término.
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Con cariño y algo de temor latente Mara se acariciaba el vientre por encima de la camisa de paciente que lucía cada día, frente al espejo. Su estómago estaba abultado y de no haber llevado una prenda holgada sería más que evidente su estado, pues estaba entrada en su quinto mes de gestación. No sabía si era por simple sugestión pero podía sentir bajo su piel un vital movimientos que la llenaba de ilusión y fuerzas. Cerró los ojos e imagino que era la dura mano de Daryl la que la acariciaba, deseando con todas sus fuerzas que aquello pudiera ser real en algún momento y pudiera volver a estar junto al padre de su futuro hijo. Casi pudo escuchar un leve susurro de su voz junto al oído llamándola Chip. Estaba tan ensimismada en sus fantasías que no escuchó la puerta y al abrir los ojos se sobresaltó al reconocer a Dillan en el reflejo del espejo donde se miraba.
—Cada vez es más evidente —dijo él consternado.
—Es natural, pero pronto no será un problema —alego ella girándose y saliendo a la habitación.
Dillan sabía qué querían decir esas palabras y no pudo reprimir su gesto de malestar. Estaba cansado de discutir con Mara sobre su fuga, y ya no sabía qué podía decir para retenerla allí. La conocía lo suficiente como para saber que pocas cosas podrían hacerla cambiar de idea si el plan era estar con el hombre que amaba.
—Si se lo cuentas a Dawn… tal vez, puede… —dijo yendo tras ella.
Mara se volvió hacía él y, pese a que sus ojos mostraban comprensión, negó con la cabeza. Esa no era una solución nada fiable y ambos lo sabían.
—Dylan necesita un lugar seguro, no puedo exponerlo al exterior, Mara, entiéndelo.
—Y yo creo que este lugar no es seguro para él, ni para ninguno. No quiero dejarte, ojalá pudiera estar con vosotros, pero D no puedo… No puedo quedarme aquí, ni aunque fuera viable tener a mi hijo en este lugar. Él está ahí fuera, no puedo quedarme aquí, ya lo sabes —aseguró Mara esperando que él aceptase de una vez su postura.
—Beth, ella también me preocupa… en el exterior corre peligro, no es como tú.
—No la subestimes —declaró Mara—. Y Sabes lo que le harán aquí tarde o temprano, si no es Gordman será otro, pero al final acabará siendo violada por alguno de ellos.
Dillan se alejó de Mara, sabiendo que aquello no lo podía contradecir. Era cierto que así era como funcionaban las cosas en Hospital, era de esa manera de Dawn había conseguido instaurar una especie de paz y estabilidad.
—Necesito tu arma, bueno… no la tuya, pero necesito un arma para Elena —dijo Mara, sobresaltando a Dillan que no espera de ella una petición tan loca—. Es lo único que me ha pedido para poder lograr salir de aquí.
—¿Cómo puedes pedirme algo así? ¿Te has vuelto loca?
—Eres mi única vía, y si pudiera conseguirla de otro modo lo haría, créeme, no quiero exponerte si tan seguro estás de quedarte, pero no tengo más opciones.
—Vas a lograr que te maten, o tal vez algo peor… Harás que nos maten a todos, a todos… —declaró Dillna ofuscado alejándose de ella—. Estás obsesionada con la idea de ir con ese hombre, que ni sabes dónde puede estar y no ves más allá… Estás sentenciándote con esta locura.
Tras decir aquello Dillan salió de la habitación sin mirar a Mara. Ese día tampoco tenía orden de patrullar para quedarse al cuidado y vigilancia de Beth, por lo que decidió ir a ver cómo se encontraba la joven.
Llamó a la puerta y abrió observando dentro del cuarto donde Beth estaba recluida. Nada la obligaba a quedarse allí, pero sabía que no tenía permiso para salir hasta que Dawn se lo dijera.
—¿Cómo te encuentras? —preguntó el agente.
La chica con una sonrisa sincera y natural asintió indicando que estaba bien.
—¿Vienes con tu sobrino? —preguntó con curiosidad.
—No, pero puedo ir a buscarlo, todo parece muy tranquilo, ¿Te parece bien? —propuso, pensando que estar con el niño le ayudaría a olvidar la conversación con Mara que seguía agitándole por dentro, y también debía reconocer que la presencia de la joven rubia lo tranquilizaba.
—Me gustaría mucho, aquí tengo poco que hacer, aparte de pensar.
Dillan asintió y sin decir nada más cerró la puerta para subir a la segunda planta en busca del pequeño.
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La pequeña de las Greene no sabía bien que pensar sobre Dillan. En principio confiaba en él únicamente porque Mara lo hacía, pero seguía siendo un agente. Sin embargo, en los últimos días había sido agradable y comprensivo con ella. Sabía que no entendía su necesidad de irse de allí, pero aún así no perdía la esperanza de poder convencerlo. Aunque en realidad no sabía por qué le importaba que se les uniera o no. Tal vez solo fuera porque veía que era una buena persona y que podría encajar con su gente.
—Si los encontramos —se dijo a si misma en voz baja, pero seguidamente agitó la cabeza con brusquedad—. Cuando los encontremos —se corrigió.
La puerta de la habitación donde la habían encerrado y se volvió a mirar con una sonrisa expectante, pensando que Dillan estaría al otro lado en compañía de su sobrino. Su expresión mutó por completo al descubrir a Gordman parado bajo el marco de la puerta, mirándola de arriba abajo. Apenas pudo reaccionar de la sorpresa cuando el policía entró en la habitación y cerró tras de sí.
—Debes sentirte muy sola aquí —dijo el hombre—. La jefa no has prohibido acercarnos, aunque dice que es por castigarte… yo no la creo. Tal vez te quiera solo para ella.
Beth negó sin entender del todo sus palabras, pero por puro instinto se alejó de él hacia el otro extremo de la reducida sala.
—Te daré un consejo, no lo hagas… —declaró el agente negando con la cabeza—, solo será peor.
—No te acerques —dijo entonces Beth al ser consciente de lo que él se proponía.
—¿Qué te acabo de decir? —preguntó con una fría sonrisa—, pero en el fondo me gusta que quieras jugar. Eso lo hace más divertido. Solo es divetido al principio, cuando aún piensas que hay alternativa. Pronto verás que no. —Seguía avanzando hacía ella con determinación, hasta que Beth dio con su espalda en la ventana—. Pero incluso entonces, cuando no te resistas y te rindas desde el principio me seguirá gustando… creo que contigo siempre me va a gustar.
La oronda y fuerte mano del agente se posó cobre la mandivula de la joven y la sujetó con fuerza, haciendo que Beth se revolviera, lo que solo provocó que él riera de forma juguetona y la rodease con el otro brazo para acercarla a su cuerpo. Mientras lo hacía, sin que Beth dejara de forcejear y pedir que se detuviera y alejase, Gordman reía repitiendo lo mucho que le gustaba que ella fuera tan peleona.
Pegada a su cuerpo, Beth sintió como su estómago se revolvía y una arcada le subía a la garganta al sentir la erección de aquel tipo y el olor de su aliento cerca del rostro. Tuvo el impulso e emitir un grito agudo de auxilio, pero temió que aquello trajera consecuencias peores, otro castigo y solo retrasar aquel inminente suceso que casi estaba convencida que terminaría padeciendo, sino en ese momento, tal vez en un par de días a lo sumo. Entonces, sintió junto a su pierna el contacto de algo duro y frío, y sin dudar, con desesperación y llevada por el miedo alargó su mano hacía allí.
Tan solo fue un segundo, ni tan siquiera lo pensó, pero en cuanto notó en la llema de sus dedos la textura de la culata del arma del agente la rodeó con sus manos y la sacó de la cartuchera.
Los ojos de Gordman la observaron con sorpresa, pero rápidamente se volvieron cómicos al intuir que ella no sabría usar una arma como aquella. Tenía puesto el seguro y por lo tanto era inofensiva. Apenas le dio tiempo a comprender que con toda confianza y seguridad los finos dedos de la chica quitaron el seguro, sin pensar ni dudar y su dedo indicé presionó el gatillo.
El arma de la policía era manejable, ligera y segura. Era una semiautomática de un modelo muy similar al que Beth solía usar cuando debía tomar un arma en la prisión, así que las conocía bastante bien. Y disparar a aquel agente no le había resultado nada complicado. Sin embargo, no sabía qué debía hacer a continuación. El disparo se había escuchado en todo el edificio.
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El disparo sobresaltó a Dylan que iba abrazado a su tío, había sido a apenas unos metros de donde se encontraban. Y sin dudar el rubio entró en la habitación de Beth, descubriendo a la chica con el arma aún en la mano y el cadáver de Gordman a sus pies sobre un charco de sangre. Le había disparado a bocajarro en el pecho, si no había muerto en el acto apenas habría podido emitir un leve gemido antes de expirar.
—Él… Él… Él intento… —balbuceó la chica.
Aquello era malo, no hacía falta pensar demasiado para comprenderlo. Aferrando con más fuerza a su sobrino con aire protector, Dillan miró hacía el pasillo. Desde el fondo podía oír pasos acelerados que se aproximaban, y por como sonaban era seguro que se trataba de otros agentes. Al otro lado del pasillo algunas puertas se entreabrían para dejar ver a los curiosos pacientes qué estaba sucediendo. Mara era la única que con menos precaución de la aconsejable sacaba por completo la cabeza de su dormitorio.
Dillan juró para sí. Aquello no tenía una fácil solución, si es que había algún tipo de solución.
Los agentes giraron por el final del pasillo y Dillan se vio obligado a tomar una decisión.
—Vamos… —instó a Beth, alargando el brazo con el que no sujetaba a su sobrino y tomando su muñeca para tirar de ella fuera de la habitación.
Ignorando las voces y advertencias de sus compañeros aceleró el paso hasta llegar a la habitación de Mara, que salió al verlo acercarse.
No hubo tiempo de explicaciones ni planificación.
—Hay que salir de aquí —fue lo único que dijo Dillan.
La única cosa que le vino a la cabeza a la joven de origen asiático fue ir donde estaba Elena, no podían dejarla allí. Aquello no era lo que tenía planeado, no era lo que deseaba, pero no podía alterar esa situación a su conveniencia.
Los agentes que iban tras ellos aún no entendían del todo que estaba pasando y eso les sirvió para que no les disparasen desde el primer momento, pero era cuestión de tiempo que alguno de ellos acabase amartillando su arma y disparando hacía ello.
Mara se encaminó hacía las puertas que ocnducían al piso inferior, estaban cerradas, pero eran la única salida que conocía que les llevaba hasta Elena. Como si la hubiera leído el pensamiento, Dillan sacó su propia arma, liberando la muñeca de Beth y disparó a la cerradura del portón.
—Lo siento —dijo Mara al pasar a su lado para entrar en el oscuro pasillo que conducía a las escaleras.
—Esto no es por ti —fue la respuesta de Dillan.
Aún en estado de shock Beth corrió junto a Mara hasta llegar a la habitación donde sabía que estaba Poker retenida.
—¿Qué pasa? ¿Qué está pasando? —preguntó alterada la militar al escuchar pasos, sin saber de quién eran.
—Elena, soy yo, somos nosotros. Nos vamos ya. —Mara entró en la habitación y encendió la batería que proporcionaba luz.
—Sigo esposada.
Dillan dejó al pequeño en el suelo, que estaba altamente desconcertado y tembloroso, tanto que apenas podía sostenerse en su única pierna. Mara lo tomó en brazos sin dudar, e intentó calmarlo.
—Tranquilo, Dylan… no pasa nada. Todo saldrá bien —dijo acariciando su cabellera pelirroja—. Confía en mí, cariño. Todo va a salir bien. —Con calma acarició también la cabellera de Beth que la miró aún confusa con todo lo sucedido.
Dillan sacó las llaves que tenía para esposas y liberó a la rehén.
—Está con nosotros —aclaró Mara ante la mirada que la militar le dedicó al policía.
—¿Cuál es el plan? —preguntó Elena.
—No lo hay —dijo Dillan.
—Perfecto…
Beth se aproximo hacía la puerta, por los ruidos que le llegaban desde el fondo del pasillo oscuro.
—Están bajando, vienen a por nosotros.
Todos se quedaron quietos, intentando pensar y encontrar una vía de escapé. Pese a que la sensación que les inundaba era la de ser como unos ratones al fondo de una madriguera por la que se aproximaba una serpiente para devorarlos. Podrían escarbar, pero seguirían atrapados si no lo hacían rápido y en la dirección correcta.
—Los ascensores —dijo Beth—. Tara dijo que la única forma de salir era los ascensores, porque a la única escalera que lleva hasta la calle solo tiene comunicación con la planta de oficiales.
—Es cierto —secundó Dillan.
—Vamos a los ascensores —determinó Elena.
—Todas las plantas son iguales, así que están a la derecha, a unos 50 metros, en un sala que sale del pasillo.
—Seguirme, sé moverme en la oscuridad —dijo Elena, tomando la delantera pese a su cojera.
Mara abrazó con más fuerza al pequeño Dylan y lanzó un mirada a Dillan para que supiera que cuidaría de él.
Sin preguntar la militar tomó el arma de Beth y salió de la habitación, apagando la luz antes, Dillan por su parte esperó a salir el último para cubrirlas. Podían escuchar a los policías al fondo del pasillo pero la oscuridad los protegía, solo debían ser sigilosos.
Aunque los agentes eran profesionales no tenían la capacidad de Elena para adaptarse al territorio y eso los ponía en desventaja, al igual que le no saber exactamente qué estaba pasando.
Ni siquiera Dawn, que había sido alertada y ya se encontraba en la planta inferior a la que habitaban los pacientes, comprendía bien la situación. Gordman estaba muerto, y Dillan huía con su sobrino y dos pacientes hacía la planta donde se encontraba la militar retenida. No sabía el motivo de todo aquello, y por mucho que lo pensaba no era capaz de dilucidarlo. Pero si era capaz de comprender que su estatus y la estabilidad de aquel lugar dependía de cómo resolviera aquella situación.
Alumbrando con las linternas que llevaban en sus cinturones avanzaron por el pasillo a riesgo de delatar su situación, sin embargo en cuento llegaron a la habitación en dónde debía encontrarse la militar, descubrieron que allí no quedaba nadie. Solo Dawn se sorprendió de ello, pues el resto de sus compañeros desconocían que en aquel lugar había estado encerrada una persona durante días.
—Parecía que aquí estaba alguien —dijo uno de los oficiales.
—¿Qué coño está pasando, Dawn? —preguntó su compañera, vagando la luz de su linterna por todo el perímetro.
—Este no es el momento —zanjó el tema la teniente. Los dos agentes mostraron su malestar por esa respuesta pero no replicaron nada—. Están armados y no sabemos que es lo que quieren, así que mantengamos la mente fría.
Uno ruidos los alertaron de la ubicación de los perseguidos y sin dejar de lado las precauciones salieron de la pequeña habitación y se encaminaron en esa dirección, advirtiendo al resto de compañeros de que avanzaban.
Cuando les quedaban uno veintena de pasos hasta llegar a la zona de los ascensores, Dawn los ordenó detenerse.
—Intentaré un acercamiento amistoso. Quedaos aquí —les ordenó.
Los dos agenten conocían los riesgos de lo que proponía, mas no se molestaron en hacerla cambiar de opinión. Si alguien debía correr riesgos era ella, a opinión de ambos.
—¡Johnson! —alzó la voz—. ¡Johnson, hablemos!
El silencio fue la única respuesta.
—Johnson, voy a avanzar hasta su posición, podemos solucionar lo sucedido —dijo encaminándose por el pasillo.
—¡No te mueva! —Fue la voz de Beth la que recorrió los pasillos.
—¡Quédese donde está! —apuntó Dillan.
Ambos se encontraban en la entrada a la sala de ascensores, sujetando la manguera que habían desenroscado y por la que Elena había descendido con la mayor rapidez posible. Mara, ordenando al pequeño Dylan que se abrazara a ella con todas sus fuerzas procedía en esos momentos ha hacer lo mismo para lograr salir del aquella planta y del edificio.
Habían actuado con la mayor celeridad posible, con lo poco con lo que contaban. Solo dos pistolas y una linterna, que ahora estaba en manos de Elena en el piso inferior alumbrando el hueco.
—Baja ya —ordenó Dillan a Mara con voz susurrante.
Su amiga asintió y comenzó a descender con cuidado, comprobando que el asustado niño no corriera peligro.
—Después de toca a ti —dijo el policía—, vete preparando.
Beth pareció no oírle y cuando el rubio iba a insistir la chica lo tomó por el brazo, para advertirle que algo sucedía en la oscuridad. Dawn estaba avanzando, aunque no podían verla sus pasos se hacían perceptibles. Con el mayor de lo sigilos caminaron hacia atrás sujetos a la manguera que les servía de guía hasta el ascensor.
—Solo quiero hablar… voy desarmada —mintió la teniente, que tenía el arma en la parte de atrás del pantalón—. Solo llevo la linterna.
La luz se hizo presente enfocando el suelo de la entrada de aquella sala y pudieron identificar a Dawn en la penumbra.
—Sea lo que sea que haya pasado podemos solucionarlo…
—No des un paso más —ordenó Dillan encañonando a la mujer.
—Contadme que ha pasado, lo solucionaremos —insistió la agente.
—Beth baja —indicó Dillan si mover su arma un ápice.
—¡No! —soltó Dawn, que viendo que su táctica no funcionaba llevó su mano al arma oculta.
Dillan intuyendo lo que se proponía se abalanzó hacía ella, cayendo ambos al suelo. El arma de Dawn rodó por el suelo, al igual que la linterna que terminó a los pies de Beth. La joven la tomó entre sus manos e intentó alumbrar a los dos agentes que forcejeaban sobre el piso. Entonces el haz de luz mostró a Beth el arma que había escapado de las manos de la teniente y sin dudar se dirigió hacía ella, tomándola con decisión en su mano.
—¡Quietos! —gritó la joven, pero fue ignorada hasta que amartilló la pistola de forma brusca.
Dillan se apartó de Dawn temiendo que Beth dispara a causa de los nervios y le diera a él durante el confuso forcejeo. La teniente intentó incorporarse, alzando las manos mostrándose inofensiva.
—Aléjate y deja que nos vayamos —pidió Beth.
El temblor de su mano mostraba el nerviosismo de la joven, delatando su estado. Aquello dio confianza a Dawn como para dar un paso hacia ella.
—Sé lo que pasó, por qué hiciste eso a Gordman, eso lo sé —dijo Dawn—. Por eso le dije a Johnson que cuidase de ti. No quería que te hicieran daño, quería protegerte, por eso debí castigarte…, pero Beth, tú sabes que cuido de ti.
—No entiendes nada —dijo al chica.
Dawn intentó acercarse un poco más y alargar la mano, pero sin dejar de mirar sus ojos cautos, Beth apretó el gatillo, con la misma determinación que lo había hecho minutos antes ante Gordman.
Las voces y gritos de alarma de los agentes no tardaron en producirse y Dillan tomó a Beth con fuerza y la llevó hasta el hueco del ascensor. No había tiempo para turnos, así que ambos comenzaron a descender a la vez, forzando el aplique de la manguera con su peso.
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La luz del día los cegó momentáneamente al salir al exterior tras recorrer con premura los pasillos de la planta baja del hospital. Mara que se aferraba con fuerza al pequeño entre sus brazos llegó hasta la altura de Elena e intentó ayudarla también a caminar, pues la militar pese a aguantar el dolor se resentía de la herida sufrida en su pierna. Con prontitud Dillan y Beth llegaron hasta ellas, y todas siguieron al agente hasta uno de los vehículos.
Sin embargo, desde las plantas superiores comenzaron a ser tirotearos sin tregua. Elena comenzó a disparar sin pensar, ocasionando alguna baja entre los policías gracias a su buena habilidad, y Beth la imitó aunque con menos éxito. Hasta que la militar cayó al suelo tras el impacto de una bala. Mara apenas fue concierte de lo sucedido, preocupada por poner al niño a salvo en el vehículo que Dillan eligió para salir de allí.
—Ayuda —pidió Beth casi sin voz, intentado incorporar a la militar del suelo.
—Quédate aquí y no te muevas —pidió Mara al pequeño, mientras Dillan arrancaba el vehículo.
Corriendo hasta sus compañeras consiguió incorporar a Elena del suelo y caminar con ella hasta el coche, mientras Dillan disparaba con su propia arma sin apuntar, evitando que sus, hasta ese momento, compañeros pudieran hacer blanco.
Sin acomodarse todas entraron en el coche y Dillan salió del aparcamiento tirando la valla a su paso.
En el asiento delantero, junto al conductor, Mara volvió la vista atrás para comprobar el estado de Elena, que sangraba profusamente por el estómago.
—No tiene buena pinta —reconoció la militar.
—Te pondrás bien —aseguró Beth que intentó taponar la herida con sus propias manos.
—¿Cómo estás, diablillo? —preguntó Dillan a su sobrino que se muy nerviosos, pese a que para asombro de todos no había llorado en ningún momento.
—¿Dónde vamos? —preguntó el niño sin responder a la pregunta.
Por desgracia su tía no tenía una respuesta a esa pregunta y no pudo evitar desviar la vista hacía él con consternación, lo que hizo sentir culpable a Mara. En ese preciso instante, a su izquierda apareció un gran vehículo que les cerró el paso sin apenas darles tiempo a reaccionar y Dillan perdió el control del coche patrulla, saliendo de la calzada hasta chocar contra unos contenedores.
Todos quedaron desorientados tras el impacto y cuando puedo reaccionar Mara, que por instinto se llevó las manos al vientre, pensó que todo había acabado para ellos y los policías del hospital los habían interceptado. La puerta del coche junto a ella se abrió de forma brusca y al levantar los ojos encontró un rostro que jamás hubiera esperado ver… a no ser que ya estuviera muerta.
—¿Glenn?
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Desde la loma de la montaña se podía ver la silueta de la ciudad de Atlanta. Aún lejana pero reconocible. Agarrando con fuerza la correa de su ballesta Daryl se giró y miró a su compañera.
—A buen paso llegaremos en un par de días, tal vez mañana si no tenemos problemas.
Carol asintió y guardó su cantimplora en la bolsa que portaba, dispuesta a volver a ponerse en marcha.
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. ˜. TWD.˜.
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Pediría disculpas por la tardanza pero tardo tanto siempre en actualizar que ya me da vergüenza decir que lo siento. Este cap es el que más quebraderos de cabeza me ha dado porque he estado meses ideando como desarrollarlo, tal vez esta no sea la forma más perfecta pero se ajusta a las ideas que tenía en cuanto al papel de todos lo que aparecen.
Me gustaría contestar a Alejandra, que comentó sin estar registrada y con la que no tengo otra forma de comunicarme, espero que lo leas. Primero de todo muchísimas gracias, no solo por leer y comentar, sino por hacerlo respecto a la historia y mostrarme tus dudas e ideas, eso me encanta. En realidad no tengo en mente desarrollar mucho la historia o sentimientos de Carol hacía Daryl o viceversa, yo no creo que entre ellos haya amor, ni en mi fic ni en la serie. Por eso aquí no lo muestro, pues expongo la serie con el canon que yo aprecio, y para mí Carol y Daryl sienten una profunda y genuina amistad el uno por el otro, pero ya está. Creo que en el fic, desde la primera parte, he incluido escenas de ellos donde se dejaba constancia de su buena y cercana relación. Así seguirá...
Muchas gracias por leer, y espero no tardar en subir el siguiente cap... espero...
