¿Ahora? Ahora

Durante aquella noche un modesto gimnasio sería el refugio donde ocultarse de los policías que protegían y aseguraban el Hospital Grady. Tras el emotivo reencuentro con Daryl y Carol por parte de sus compañeros de la prisión se habían ocultado en el interior de aquel local, entre las máquinas de ejercicios y los materiales deportivos.

Abraham había establecido un turno de vigilancia, para velar por la seguridad de Eugene, y Dillan reconfortaba a su sobrino en un rincón, junto a Mara y Beth, que intentaban mostrar al niño cariño para que aquella vivencia no le resultara tan dura.

—Chip… —llamó Daryl con sigilo, haciéndole un movimiento de cabeza para que acudiera a su lado.

Aún no daba crédito a haberla encontrado, pese a que habían pasado un largo rato conociendo al grupo con el que viajaban y su historia. Habían hablado con ellos, escuchado sus planes y parte de sus antecedentes, igual que Mara y Beth le habían contado parte de lo vivido desde que se separaron.

La joven acudió a su lado con expresión curiosa, pero sin duda feliz de estar a su lado.

—Llama a Beth cuando me aleje y luego id hacía el otro lado, donde Carol hace la guardia. Tenemos que hablar —informó a la chica en voz baja.

Sin cuestionar nada ella asintió y le dio un suave beso en los labios antes de que se alejara, que Daryl intentó alargar inconscientemente aferrando su muñeca.

—Ahora voy —dijo ella con complicidad, como si estuvieran planeando un encuentro íntimo.

Como Daryl le había ordenado esperó unos segundo y reclamó la compañía de Beth tocándole el hombro y yendo junto a ella, con la mayor normalidad lejos del resto de supervivientes; reuniéndose solo con aquello con los que había convivido en la prisión.

—¿Os fiais de ellos? —preguntó sin reparos Carol, lanzando una mirada hacía donde se acomodaba el militar, Rosita y el supuesto sabedor de la cura.

—Yo confío en Dillan, nos ayudó a escapar y protegió arriesgándose a sí mismo —afirmó Mara sin dudar—. Le conozco desde que era una cría, crecimos juntos. Protegerá a su sobrino por encima de todo, como es natural, pero… No será un problema para nosotros. Era Sheriff, como Rick. Tiene mucho que ofrecer.

Mientras hablaba Daryl observó a Mara con interés, especialmente cuando la chica confesó que conocía de antes al hombre de uniforme.

—Lo mismo pasa con Tara… Ella nos reunió —Dijo Beth mirando a Glenn, que asintió confirmando las palabras de la rubia—. Nos ofreció ayuda dentro del hospital, y si estamos juntos es por ella.

—¿Y el G.I Joe, el friki y la otra? ¿Qué decís de ellos? —preguntó Daryl.

—Tienen una misión y necesitan ayuda para cumplirla —dijo Glenn—. Nos necesitan…

—Para proteger a ese científico, pero nosotros tenemos otras prioridades —declaró Daryl y sus ojos se fueron inconscientemente hacía Mara.

—Van a salvar el mundo —dijo Glenn.

—¿Qué prefieres: salvar el mundo o encontrar a Maggie? —preguntó entonces el cazador.

—Un viaje como el que proponen es peligroso, hacerlo con bebés, niños… —comentó Carol, y Daryl asintió.

—No tendré el niño hasta… —se adelantó a decir Mara, pero fue interrumpida.

—Habla de Judith —dijo el cazador—. Rick, Carl, la niña, Michonne y Ty nos esperan para ir a un nuevo refugio, una nueva comunidad que tiene buena pinta.

—¿Una comunidad de desconocidos? —preguntó contrariada Beth—. ¿Rick piensa que es buena idea?

Obviamente la joven pensaba en lo que había vivido en el hospital, y unirse a una comunidad dirigida por gente de la que no sabía nada no le daba buena espina.

—No sé si Abraham querrá ir a esa comunidad… —comentó Glenn.

—Le convenceremos. Nosotros necesitamos un lugar seguro, ellos gente. Tal vez en esa comunidad puedan reclutar nuevo salvadores del mundo —comentó Daryl.

—Se lo comentaremos mañana, hoy necesitamos descansar, y no parecer un comando rebelde que se reúne en las sombras —dijo entonces Mara, a lo que todos asintieron, pues pronto llamarían demasiado la atención y sería sospechosos que estuvieran reunidos a parte.

—Comprobaré el perímetro —dijo Daryl, a lo que se unió Glenn.

Beth se alejó con Mara, de vuelta hacía donde estaba el resto.

—No me gusta eso de la comunidad… —confesó la rubia. Mara asintió pues también la intranquilizaba. Además ella quería ir con Abraham y el científico pues era su oportunidad de seguir los pasos de Vicent y encontrarlo—, pero no se me ocurría qué objetar. Y tú necesitas descanso.

—Lo que necesito es ropa, este pijama de enferma es lo menos práctico dadas las circunstancias —alegó Mara cambiando de tema—. Busquemos ropa, debe haber vestuarios o ropa de deporte en algún lado. Ve a los vestuarios, yo a la recepción. Mi familia tenía un dojo, la ropa que la gente olvida se guardaba en consigna, así que tal vez encuentre algo. Nos mantendrá ocupadas… Luego nos vemos…

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Como Mara había predicho en la salita que se encontraba tras la recepción del gimnasio había una buena cantidad de ropa y objetos deportivos sueltos guardados en un armario. Sin perder tiempo comprobó que prendas le iban y las separó del resto, quitándose la camiseta en primer lugar para cambiarse de ropa cuanto antes. Sin embargo, no le dio tiempo a ponerse nada cuando la puerta de la sala se abrió de golpe y la sobresaltó por un instante, hasta descubrir que era Daryl quien entraba en la habitación.

—Beth me dijo que estarías por aquí —dijo acercándose a ella.

—Necesito ropa… —explicó con la camiseta que iba a ponerse aún en las manos.

La habitación estaba en penumbra, tan solo la luz de la linterna que Mara había dejado alumbrando sobre un escritorio proporcionaba un poco de claridad. Aun así Daryl no dudó en recorrer el cuerpo semidesnudo de Mara con descaro, comprobando como su vientre estaba notablemente abultado, evidenciando su estado. La última vez que la había visto apenas era perceptible el cambio en su figura, y ahora era más que evidente.

—¿Te alegras de que no lo haya perdido? —preguntó la joven observando como miraba su vientre.

Daryl la miró, en un primer momento sin comprender la pregunta, pero en cuanto entendió no solo el sentido sino todo lo que la chica cuestionaba se adelantó a contestar.

—Sí, claro que sí, Chip —aseguró, acercando su mano con calma y cierta delicadeza que no parecía propia de él—. Es nuestro hijo.

—Pero… No fue así como estaba pensado que ocurriera…—declaró ella con cierto pesar.

—No lo pensamos…, pero ocurrió —dijo él con determinación mientras negaba, inclinándose hacía su rostros, como si la fuera a besar, aunque continuó hablando a unos centímetros de sus labios—. Tú tampoco entrabas en mis planes, pero llegaste… —Respiró con fuerza, obligándose a cumplir la promesa que le había hecho a Mara cuando pensaba que la había perdido y deseaba tener una segunda oportunidad para ser feliz con ella—. Y os quiero a ambos… más que a nada.

Mara sonrió al escucharle decir aquello, sabía cuan duro era para él sincerarse de aquella manera, y que debía haber un motivo que ella desconocía para que Daryl confesará a viva voz sus sentimientos, aunque imaginaba cuál sería la razón. Por lo que no dudó en besar a Daryl con calma pero profundamente, acercándose a su cuerpo por completo y enredando sus dedos en los salvajes cabellos castaños de él. Todo su cuerpo reaccionó a aquel contacto que tantas veces había temido en los últimos días que no volvería a experimentar.

Daryl acarició su rostro correspondiendo a su beso, deslizando la mano hasta su cuello antes de separarse de sus labios

—En mi estado todo será más complicado y peligroso —declaró ella mirándole a los ojos.

—No ha pasado un día sin que añorase la vida complicada que perdí al dejar la prisión —aseguró él—. Prefiero eso a sobrevivir por instinto cada día, con el único consuelo de recuperarte en sueños.

Aquella confesión despertó en Daryl los recuerdos de las decenas de sueños que había tenido junto a Mara en las últimas semanas y su cuerpo reaccionó antes los recuerdos, aferrando el cuerpo de la chica contra él posesivo y excitado. La deseaba, más que nunca esa noche, pero se había dicho a sí mismo que debía reprimirse al no ser ellos dos los que estaban ocultos en aquel lugar. Pero en aquel apartado cuarto mantener el control de su deseo le resultaba imposible.

—¿Ahora? —preguntó Mara un poco sorprendida al intuir las intenciones de Daryl ante la trayectorias y decisión de sus manos por su cuerpo.

—Ahora —determinó él con voz ronca que delataba sus deseos.

Casi sin darle tiempo a reaccionar Daryl llevó sus manos hasta el trasero de Mara y la alzó con ímpetu instándola a que le rodeara con las piernas, cosa que hizo por instinto, rodeando también su cuello con ambos brazos mientras buscaba sus labios. Le había sorprendido el deseo imperante de Daryl, pero no escandalizado y aún menos incomodado, pues ella lo sentía igual. Quería no solo estar con él, sino sentirse unida a él.

Girando sobre sus pies Daryl acomodó a Mara sobre el escritorio que estaba a la derecha y con agitación tiró de los pantalones verdes de hilo que vestía la chica, junto con su ropa interior. El resto de los ocupantes de aquel recinto ya le resultaban indiferentes, ni los recordaba siquiera, con premura se desabrochó sus propios pantalones para volver entre las piernas de la chica, dejando que ella le desabrochara la camisa que vestía con manos nerviosas.

Escuchar la respiración agitada de Mara, los gemidos que emitía ante sus caricias y besos y la agradable sensación que suponía acariciar su cálida y suave piel alienaba su mente. No había nada malo o desagradable en aquel instante, y aquello chocaba por completo con el resto del mundo, con lo que había sido su vida en las últimas semanas. Estar con Mara era hallarse en un reino utópico en mitad de un mundo en decadencia, y saber que aquello era efímero casi lo hacía enloquecer, pues resultaba un contraste demasiado brusco.

—Casi me vuelvo loco por perderte, ahora no sé cómo no enloquecer teniéndote —declaró besando su cuello con vehemencia.

Mara respondió con un gemido alentador de placer, animándole a que se dejara llevar por el deseo irracional que sentía y él aceptó la invitación. Llevó sus labios por su cuello, bajando por su clavícula y descendiendo por sus pechos con ansia y ningún cuidado, aferrándose a con un brazo a la espalda de Mara mientras con la otra mano guiaba su pierna para que le rodease la cadera, acariciando con deseo sus muslo, hasta hundirse en ella con naturalidad que delataba que su unión estaba destinada.

Mara echó la cabeza hacía atrás invadida por él placer al recibir a Daryl y dejó que su cuerpo se expresara con libertad, sin pensar o preocuparse por nada.

—Sigue… —susurró inconscientemente, lo que deleitó a Daryl que había soñado muchas veces con esa petición de sus labios.

—Eres lo mejor que he tenido en la vida. —Le escuchó decir, y como respuesta se contoneó entre sus brazos, al compás de sus embestidas.

Daryl se pegó más a ella, hundiéndose en su cuerpo todo cuanto podía por él placer de escucharla gemir enardecida. Con cada envite los jadeos de Mara se hacían más intensos, pero entonces Daryl la volvió a aupar, para tenerla por completo entre sus brazos y sentir todo su cuerpo contoneándose de placer.

—Al sofá… —susurró ella en su oído con la voz cargada de deseo—. Siéntate en el sofá…

Asintiendo como si le hubiera dado una orden vital el cazador dio un par de pasos atrás hasta llegar al sofá tan rápido como le permitían los pantalones que no se había llagado a quitar y se sentó sin salir de Mara, que soltó un leve grito ante el intenso empuje en su cuerpo.

—Sigue —pidió Mara para impedir que se detuviera.

Sin embargo, fue ella la que tomó el control al estar sobre él, y comenzó a moverse con decisión, enajenando de placer con cada circulo que hacía con sus caderas a Daryl, subiendo y bajando entre jadeos apoyada en sus fuertes hombros.

—No pares, chip —pidió deleitándose con la visión de su cuerpo femenino frente a él.

Las curvas de su cuerpo y el vaivén de sus senos lo hipnotizó, calidez de su cuerpo, la suavidad de su piel le llevaban a sentirse en el paraíso, en un lugar ajeno a los horrores y brutalidad de aquel mundo en el que ambos vivían, un lugar en el que deseaba quedarse para siempre. Deslizó sus rudas manos por los costados de Mara perdiendo la cabeza, dudando como había conservado la cordura al pensar que ella ya no seguía en el mundo. En aquel instante estaba seguro de no poder seguir delante de no tenerla, de carecer de lo mejor y único realmente bueno que había tenido a lo largo de su vida. El rostro de Mara mostraba sin reparo el placer que sentía, lo que gozaba junto a él y eso le excitaba. Aquella mujer le amaba, le había añorado y estaba dispuesta a buscarlo contra todo riesgo, incluso a darle una familia de verdad pese al peligro que suponía. Sin dudar se acercó a ella y tomándola por la nuca la besó con ansia, invadiendo su boca con pasión.

Mara gimió de placer, sintiendo como su cuerpo se derretía al ser tomado por Daryl por completo, disfrutando de aquellas sensaciones que solo sentía al ser suya, sintiéndose plena al unir sus cuerpos. Correspondió al beso de Daryl, aferrándose a su cuerpo y dejando que las cosquillas que precedían al clímax comenzaron a extenderse por su cuerpo hasta llevarla a la locura del placer máximo.

Abandonó la boca de Daryl y arqueó la espalda echando la cabeza hacia atrás ahogando el gemido profundo que su cuerpo la instaba a liberar, notando como él apoyaba la cabeza en su palpitante pecho le acarició el cabello.

—Cada noche soñaba con esto, pero siempre despertaba antes… siempre te perdía… —confesó Daryl, jadeándote.

—Eran sueños, no era yo… a mí nunca me perderás —declaró ella—. Y ahora me tendrás al despertar, cada día. —Le miró con dulzura, con ojos llenos de amor y pasión.

A ojos de Daryl en aquel momento Mara resplandecía, y todo lo que sentía se atoró en su garganta, incapaz de confesar cuanto la amaba, cuanto significaba para él. Era demasiado. Y se limitó a rodearla con el brazo derecho y girarse para recostarse ambos sobre el sofá, dejando a Mara acorralada entre el fondo del sofá y su cuerpo. Con desgana abandonó el cuerpo de Mara y se subió los pantalones sin levantarse para no alejarse de la cercanía de ella.

—¿Dormiremos aquí? —cuestionó ella, sin mostrar que no le gustara la idea.

—Al menos un rato… Sé que tienes sueño —contestó él, conociendo que ella siempre se sumía en un letargo relajado tras el sexo.

Mara sonrió y cerró los ojos, tranquila, por primera vez desde hacía semanas la incertidumbre no la impedía dormir. Aún había demasiadas dudas respecto al futuro y este estaba plagado de peligros, pero aquella noche Daryl estaba junto a ella y por esa misma razón no había nada que la preocupara.

La piel erizada del cuerpo desnudo de Mara le advirtió a Daryl, que sin dudar se giró en busca de la camisa que había dejado caer al suelo, pudo alcanzarla con la mano y la extendió sobre el torso de ella, cubriéndola desde los hombros hasta el muslo, haciendo que sonriera con gesto agradable.

—Todo lo que ha pasado… todo, merece la pena por este momento —dijo Mara sin abrir los ojos, confirmándole a Daryl que la capacidad de ella para expresar sus sentimientos era inversamente proporcional a la suya.

—Nada ni nadie te apartará de mí de nuevo —se obligó a decir, sintiéndose liberado tras pronunciar esas palabras.

—Una parte de mí siempre supo que volverías conmigo —dijo Mara con voz soñolienta y los ojos cerrados—. Si seguías con vida volveríamos a encontrarnos, y nunca llegué a creer que hubieras muerto. Eres un superviviente, y nuestro bebé también lo será.

Daryl no dijo nada, se limitó a observar su rostro relajado y tranquilo, recorriendo cada milímetro de su faz como si quisiera memorizarlo, con cierto temor latente de que se fuera a desvanecer. Cuando se quiso dar cuenta Mara emitía una rítmica respiración que delataba que dormía y con calma deslizó la yema de los dedos por su mejilla, descendiendo sin prisa por su cuello, hombro y brazo, su piel le seguía pareciendo la más suave que había tocado, y sintió el impulso de confesarle lo perdido que estaba sin ella y lo mucho que la necesitaba, tal vez porque no podía oírle y eso le hacía sentir seguro.

—Me consolaba pensar que podrías llegar a saber cuanto te quería de haber muerto, que si te había perdido y te habías ido para siempre… al menos así sabrías todo lo que no te he dicho… Solo tu recuerdo me mantenía con vida, solo por pensar en ti seguía sobreviviendo, porque eres lo mejor que ha pasado por mi vida. Voy a lograr que sobrevivas, no me importa lo que tenga que hacer; eres mi hogar, y por regresar a él estoy dispuesto a todo —declaró en susurros—. Tú haces que esté vivo de verdad.

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Tras la fuerte espalda de Daryl se podía intuir el cuerpo de Mara cobijado en su regazo en el sofá, con las piernas desnudas entrelazadas con las del hombre. Parecía que dormían en la penumbra de aquel despecho, habían encontrado un lugar apartado y parecía que cómodo donde descansar, por lo que Glenn volvió a cerrar la puerta con sigilo sintiendo un punzada de envidia, porque ellos se hubieran encontrado, les ofreció un noche juntos tranquila, se la merecían.

Sintiendo el cansancio acumulado tras el largo día fue en busca del hombre rubio, Dillan, para que se ocupase de la siguiente ronda de vigilancia, encontrándole junto al niño que era su sobrino, que dormía intranquilo sobre una colchoneta azul, pero él se contraba despierto, con la vista perdida.

—¿Haces la ronda? —le preguntó con voz baja.

Dillan miró al niño con ciertas dudas, pero asintió antes de incorporarse.

—Si despierta, avísame —pidió antes de tomar la linterna que Glenn le ofrecía.

—Yo me quedaré con él —dijo Beth, que estaba a un par de metros, acercándose hasta la colchoneta del pequeño.

La joven vestía ropa diferente, no nueva, pero sí más apta para lo que pudiera pasar tras el amanecer: uno pantalones de mezcrilla elásticos y una chaqueta de algodón en un tono azul claro que le daba un aspecto más dulce a la chica si cabía.

—Gracias, pero tú también tienes que descansar, necesitas dormir —dijo Dillan.

Beth sonrió, negando levemente para restar importancia y se acomodó junto al niño. Glenn acercó una colchoneta y se tumbó cerca de ella, en silencio.

Los minutos pasaron y apenas se oían los pasos de Dillan recorriendo la gran sala llena de aparatos de ejercicio observando por las ventanas al exterior y las respiraciones del resto de compañeros que descansaban.

—La vamos a encontrar —dijo entonces Beth, mirando a su cuñado—. Lo sé, sé que sigue con vida y nos volveremos a ver. Como a Judith y Rick, Carl y Michonne.

Glenn asintió, pero miró el rostro cansado de la chica y luego la niño inválido, recordando a Hershel inconscientemente.

—Descansa, mañana será un día importante.

Desde el otro lado de la sala Dillan los observó, en principio para comprobar el estado de su sobrino, pero luego se quedó mirando a Beth, no comprendía como alguien como ella había logrado sobrevivir tanto tiempo, y aún menos como conseguía mantenerse esperanzada a que las cosas buenas pudieran suceder, pero debía reconocer que si algo de ellos se debía en parte al grupo con el que había estado tal vez su sobrino y él tuvieran una oportunidad, puede que incluso Mara y su futuro hijo.

Vagó la vista hasta la sala donde sabía que su vieja amiga descansaba, sabía que estaba con el padre de su hijo, pero no sentía celos, pensó agradecido, aunque sí cierta preocupación. Hacía muchos años que los sentimientos románticos que había experimentado por su vecina de juventud se habían desvanecido, pero no podía evitar preocuparse por ella.

A lo largo de los años nunca la había llegado a olvidar, y cuando se ocultaron en el local que hubiera pertenecido a la familia de la joven su recuerdo se hizo más presente, haciendo que cada día pensara si ella estaba o no viva, lo que se incrementó cuando Vicent apareció preguntando por los Darling. Después, cuando huyeron no había muchas ocasiones para pensar en nada que no fuera la propia supervivencia, pero aún así a veces se preguntaba por ella, incluso sentía una punzada de miedo y desazón cuando se topaba con una caminante con la que compartía características; cada vez que hallaba un muerto con una larga melena negra, como él la recordaba, pedía que no fuera ella. Tal vez si siguiera enamorado de ella, en lo más profundo de su corazón, y simplemente no sintiera celos llegados a esas alturas porque había aprendido a aceptar que jamás sería correspondido.

Apenas había tratado o podido analizar al hombre por el que ella ahora estaba enamorada, por el que volvía a esperar un hijo en las peores circunstancias, y tal vez no debería juzgarle, pero no le parecía que pudiera merecerla, era rudo y brusco en el trato, por lo que había visto. No entendía que había podido ver en él, pero debía aceptar que algo era y por ello debía darle un voto de confianza, aunque le costase, pues el estado de Mara era peligroso e inconscientemente Dillan culpaba de ello al hombre que dormía junto a ella esa noche.

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Mara despertó sintiéndose cansada. Unos leves ruidos fuera de la habitación donde se encontraba habían sido el motivo. Tardó unos segundos en comprender dónde se hallaba, pero una grata sensación de calma y alegría la reconfortó al sentir a Daryl junto a ella. Sin dudar se acurrucó más en su torso desnudo, disfrutando de su contacto, haciéndole despertar.

Confuso Daryl también dudó durante una milésima de segundo, pero los recuerdos llegaron rápidos hasta él, pasando de creer que estaba con el grupo de Joe a recordar que había viajado con Carol y comprender que quien tenía al lado era Mara. Aspiró su cabello, para convencerse y la apretó entre sus brazos inconscientemente. Era ella, increíblemente era ella.

—No me sueltes. —La escuchó susurrar, sintiendo una alegría plena.

—No me voy a levantar hasta que sea necesario —respondió.

Mara alzó el rostro en busca de sus labios y le besó con deseo, pegando su cuerpo desnudo al torso de él, despertando de nuevo su deseo. Por un segundo Daryl estuvo tentado a girarse y quedar sobre ella, pero temió hacer daño al bebé antes de moverse y se limitó a retenerla entre sus brazos durante más tiempo, hasta que escuchó unos golpes en la puerta.

—No… —se quejó ella con tono lastimero—. Quiero seguir aquí, así y contigo…

Aquellas palabras y el tono con el que Mara las había pronunciado reconfortaron a Daryl, que había sentido ganas de matar a quien estuviera al otro lado de la puerta por un segundo.

—Tenemos que encontrar un lugar seguro y cuanto antes —declaró.

—¿Y entonces pasaremos la vida juntos en la cama? —preguntó Mara, aún contrariada pero con un deje de picardía.

—Nada me gustaría más, Chip… No volveré a dejar una cama si tú estas desnuda bajo las sábanas —confesó sin dudar ante la idea de tener que alejarse de aquel cálido cuerpo inmediatamente.

—Te obligaré a cumplir esas palabras —lo amenazó sonriendo—. Te amo, ¿lo sabes?

—Sí, ¿y tú?

—También lo sé —respondió Mara.

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. FETWD.


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¿Hay alguien?

Solo voy a decir que espero que a quien aún siga la historia este capítulo le haya gustado tanto como a mí me gustó escribirlo. Que genial es volver a tener a Mara y Daryl juntitos de nuevo.

Bueno como habéis visto en los últimos capítulos la historia cada vez se desliga más de la serie y creo que a partir de ahora lo hará de forma aún más clara, los caníbales ya aparecieron en el fanfic en la primera parte, así que no repetiré esa trama, sin embargo Gareth fue un personaje que me encantó de la 5ª temporada, y quiero usarlo, muero por manejarlo. Así que espero que no os importe que me invente por completo la trama que se viene a continuación.

Muchas gracias por leer. :*