El santuario

Mara se encontraba abrazada a Daryl, durmiendo profundamente con la cabeza descansando en su pecho y el brazo rodeando el costado del cazador de manera casi posesiva, como si temiera que se fuera a alejar de ella. Se había aferrado a él en cuanto se recostó sobre el camastro de la caravana al terminar su guardia. Al estar en cinta, nadie había discutido que ella dispusiera de aquella única cama medio decente, y Daryl no había visto qué problema había en compartirla con ella pese a su estrechez. No se sentía del todo cómodo cuando no la tenía cerca, cuando no podía observar cómo se encontraba con un rápido vistazo. Era un instinto de protección natural que radicaba en ser el padre del hijo que esperaba, o eso se decía a sí mismo. Aunque debía admitir que su cercanía y contacto también apaciguaban una parte de su alma que siempre había tenido agitada y convulsa, hasta que la conoció. La presencia de la joven era como un bálsamo para su espíritu de eterno superviviente, era su lugar de descanso y sosiego. Por ello no le había incomodado la forma en que ella lo rodeó y se pegó a él al sentirlo acercarse, sin llegar a despertar, como movida por un instinto que la llevaba a unirse a él, a estar entre sus brazos.

El amanecer les sorprendió así, dormidos y unidos en aquella estrecha cama. Al entrar Beth en el apartado del dormitorio para despertar a Glenn que dormí en el sofá frente al camastro de la pareja, Daryl abrió los ojos, agudizando la vista para identificar quien se acercaba.

—¿Qué pasa?

—Varios se están despertando, será mejor que decidamos qué hay que hacer —indicó la rubia.

No fue necesario dar más explicaciones, con aquellas escuetas palabras dejaba implícito que aquel militar con complejo de dictador marcial ya estaba en pie y organizando cómo actuarían, solo valorando su criterio.

No había una sola frase pronunciada por Abraham que no dejara patente que la supervivencia de Eugene y su llegada a Washington era lo único a valorar, porque de ello dependía el futuro de la humanidad y el regreso al mundo de antes. Pero para Daryl el futuro de la humanidad estaba en aquella cama, en la mujer junto a él y también en los hijos de Rick, ese era el único futuro concerniente a la raza humana que a él le preocupaba, y en cuanto al mundo de antes…, tampoco tenía un bonito recuerdo de él para querer que se recuperase en toda la amplitud de la palabra. Tal vez fuera una de las pocas personas que podría afirmar que había encontrado su sitio después de que todo se derrumbara, aunque al pensar en ello podía escuchar a su hermano Merle maldiciéndole por aquel razonamiento.

Glenn despertó y se incorporó antes de salir por completo del sueño, pero al ver a su cuñada de pie a su lado se puso en pie, intuyendo que debía despejarse sin demora y se dispuso a salir de la caravana frotándose los ojos.

—Si te necesitamos te avisaré, quédate con ella —dijo Beth al cazador, antes de ir tras el asiático.

A pesar de que las palabras y oferta de la joven resultaban tentadoras, Daryl no podía quedarse tumbado mientras se decidía qué hacer desde ese instante, dejando toda la responsabilidad en un somnoliento Glenn.

—Marmota…, toca ponerse en pie —susurró zarandeando a la joven, que gimió con queja—. Si hay suerte, mañana nuestro despertar será diferente.

Pese a su primera reacción Mara asintió y se incorporó, frotándose la cara con energía para obligarse a espabilarse rápidamente.

—Vamos —dijo con la voz tomada por el sueño aún.

Salieron con los ojos entornados al enfrentarse al sol que era más luminoso a cada segundo, encontrando que todos estaban en el exterior estirándose tras una noche de sueño incómodo y poco reconfortante.

—¿Qué? —pregunto Daryl de forma escueta.

El militar lo miró, deduciendo que esa única palabras cuestionaba cuál eran los planes.

—Lo que decidimos anoche, vamos a ver qué esconde ese santuario y si tiene gente dispuesta a cambiar las cosas para reclutarlos.

—Pues en marcha. —Daryl dio un golpe a la carrocería del vehículo, instando a todos a que volvieran a montar en la caravana paran no perder más tiempo.

—¿No sería mejor esperar? Es temprano y los habitantes de ese lugar pueden estar aún descansando, no sería bueno interrumpir su sueño si queremos que acojan a algunos de los integrantes de este improvisado grupo temporal —comentó Eugene.

—Se nota que no has pasado tiempo en una comunidad asentada —dijo Glenn pasando junto al científico—. Siempre hay alguien despierto por si llega visita no es deseada.

Sin encontrar una réplica que poder argumentar Eugene siguió al resto del grupo al interior del vehículo.

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Llevaron la caravana hasta las vías del tren por la que se vieron obligados a transitar para seguir el rastro de los letreros que habían encontrado en ellas y que indicaban el camino para llegar al prometido santuario.

Apenas los separaban uno par de pares de kilómetros, pero el traqueteo de los maderos por los que circulaba el vehículo hizo muy pesado el recorrido.

—Será un lugar seguro para él —dijo Mara a Dillan, mirando a Dylan que jugaba con Beth con la que había hecho muy buenas migas en el tiempo que llevaban fuera del hospital.

—Espero que lo sea —comentó el rubio—. Sino buscaremos otro.

Aquella propuesta desconcertó a la joven porque no había ni un ápice de recriminación en el tono que si viejo amigo había empleado.

—No quería verlo, pero creo que tenías razón. Quedarse en ese lugar no era seguro a largo plazo. Pero es difícil pensar a largo plazo en estos días.

—Es cierto, sobrevivir un solo día es una victoria, pensar más allá parece iluso —afirmó la chica.

—Pero debemos hacerlo, por ellos —dijo mirando a su sobrino.

Mara asintió y se llevó la mano al vientre, dejando que su amigo se alejara para unirse a Beth y su sobrino.

Daryl que había estado pendiente de la conversación se acercó hasta Mara y la apretó el hombro. Un gesto que podía resulta no demasiado cariñoso, para que demostraba para quién le conocía el vínculo que tenía con ella.

—¿Estuvisteis muy unidos? —preguntó, lanzando una rápida mirada al rubio.

—No como piensas —respondió Mara—. Pero sí… de cierta manera lo estuvimos.

—¿Y el niño? Su pelo… no es un color…

—Es hijo de Robbie y la hermana de Dillan. —Daryl asintió al escucharla, como si sus palabras en lugar de desvelar la verdad solo confirmaran una teoría que el cazador ya había pensado—. Ella era mi mejor amiga, por eso Dillan y yo nos conocemos desde pequeños…

—¿Sabes qué pasó con él? ¿Está muerto?

Mara se encogió de hombros.

—No me importa –aseguró.

La autocaravana se detuvo, desconcertando a todos los ocupantes por unos segundos, hasta que el militar se incorporó de su asiento, informando que no se podía continuar avanzando a no ser que fuera a pie. No quedaba mucho más de una milla hasta donde los carteles indicaban que se encontraba el santuario.

—¿No seria mejor ocultar el vehículo? —preguntó Glenn a Daryl.

—¿Para tenerlo disponible si algo falla? —apuntó el cazador retórico—, tal vez. Pero aquí está bastante oculto, y con su tamaño… en este bosque no podríamos ocultarlo mucho más.

—Esperemos que vuestra precaución no sea necesario —comentó Mara, al escuchar la conversación con una sonrisa cargada de complicidad.

Volver a estar con su gente, con el grupo que la había acogido meses atrás y con el que se había sentido parte de un hogar, resultaba reconfortante y alentador, hasta el punto de que la positividad y buen ánimo la embargaran y fuera capaz de bromear o relajarse.

—Cuando nos encaminemos hasta Washington necesitaremos ese medio de trasporte, ahí esta bien y segura —comentó Rosita al pasar junto a ellos, encaminándose a la cabeza del grupo junto a Abraham.

Daryl la observó, sin decir nada y vagó la vista hasta observar a Eugene, al que escrutó con detenimiento aminorando su paso y logrando que Glenn también se retrasara del resto del grupo.

—He estado pensando; recordando… —comentó el cazador sin apartar sus ojos de Eugene, atrayendo la atención de Glenn—. Eso que asegura ese tipo, lo de tener la cura y saber como salvar el mundo… En el CDC el doctor dijo que no quedaba nada, ¿cierto? Que nadie quedaba investigando.

Glenn escuchó a su compañero, meditando sus palabras en silencio durante unos cuantos segundos antes de encogerse de hombros.

—Puede que él trabajara en otro proyecto, dice que es secreto y…

—¿Y le crees? —cuestionó Daryl, sin ocultar su desconfianza.

—Es algo demasiado serio como para mentir.

Daryl asintió, admitiendo que no se trataba de una embuste sin trascendencia, pero para él eso tenía aún más sentido.

—Es una mentira que podría mantener con vida a quien la dijera, si logra que quien le crea lo proteja… —comentó acelerando el paso para llegar a la altura de Mara, que caminaba un par de pasos tras Beth.

—Tiene razón —apuntó Carol, que marchaba tras ellos a poca distancia—. Cuando el CDC explotó ya no había nadie investigando una cura, eso sí lo sabemos.

Mara había dejado que Daryl y Glenn quedaran rezagados, pero no había dejado de prestar atención a lo que comentaban entre ellos, resultándoles muy reveladoras las palabras que escuchó.

—¿Estuvisteis en el CDC? ¿Cuándo? —preguntó al cazador.

—Al principio, pero no fue una buena idea, se fue a la mierda.

—Lo sé… Vi la explosión. El grupo con el que estaba pensó que podía quedar algo allí, pero se vino abajo cuando nos acercábamos. ¿Estabas allí?

—Un minuto antes de que hiciera boom estábamos dentro.

Mara se quedó pensativa, intentando encontrar un sentido a aquello, aunque suponía que eso resultaba un sinsentido, porque no siempre hay un motivo para que las cosas sucedan de una u otra manera, pero aun así divagó por unos minutos si los caminos de Daryl y ella habían estado apunto de cruzarse en más ocasiones en el pasado mientras seguía avanzando por las vías de tren. Sin embargo, apartó esos pensamientos de su cabeza y se centró en la hipótesis que planteaba Daryl sobre que la historia de Eugene no fuera real.

—No podemos confiar en sus palabras, pero sí te doy la mía de que Vicent no mintió al hablarnos de la zona segura —susurró la mujer entre dientes, cuidando que nadie más que su compañero la escuchase—. Iba a arriesgar mi vida para ir hasta allí, no había falsedad en lo que aseguraba, ¿cómo explicas que el científico también indique la misma dirección que él?

—No lo sé, pero no me fio de él.

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Según avanzaban el número de obstáculos que encontraban por las vías era mayor y de más envergadura, lo que dejó de parecer casual al cabo de pocos minutos. El grupo se fue unificando y caminando cada vez más juntos unos a otros. La tensión de cada uno de ellos resultaba contagiosa para el resto y a cada segundo podían escuchar como alguno de sus compañeros respiraba con más fuerza, pues la tensión hacía que su pulso se acelerase. El pensamiento de estar cayendo en una trampa y caminar directamente hacía la boca del lobo cruzó por más de alguna cabeza.

La idea de esconder las armas como Rick había hecho y disponer solo de algunas en aquellos momentos no les parecía tan buena en aquel instante a la mayoría de ellos, que empuñaban sin reparo alguno las armas amartilladas en las manos, preparados a disparar en cuanto tuvieran un blanco, medianamente sospechoso, a tiro.

Frente a ellos se alzaban en zigzag tres contendores de mercancías que estrechaban el paso hasta hacerlo intransitable por completo.

—A mi espalda —susurrró Daryl a Mara con la balesta apuntando al frente.

Sin plantearse contradecir su orden la chica aminoró el paso y se posicionó justo tras él. No era el momento de mostrar su capacidad de superviviencia ante él. No iba a dejar de protegerla, y la mejor forma de velar por él era precisamente dejar que no se centrara en ella únicamente.

—Bajad las armas si venís en busca de la salvación del santuario —escucharon una voz preveniente de algún lugar en lo alto.

Sin obedecer a la orden todos se voltearon con nerviosismo en busca de la procedencia de aquellas palabras sin dejar de apuntar con sus armas a cada dirección.

—Tenemos un mensaje para Daryl, pero para dárselo tenéis que decirnos quién se lo manda —volvió a escucharse la voz.

Escuchar aquello los desconcertó durante el primer instante, pero una vez que comprendieron qué era lo que aquello podía significar el pulso de todos se relajó.

—¡Rick! —dijo Daryl, que no bajaba la ballesta—. ¿Cuál es el mensaje que me envía Rick?

—Que bajes el arma si quieres llegar donde están él y el resto te esperan —La voz parecía más calmada y amistosa—. Está bien, como sus hijos y el resto de su grupo.

—Llévanos con él —dijo entonces Glenn.

—Sois más de los que él anunció. Debías bajad las armas si queréis seguir avanzando.

Todos se miraron los unos a los otros, asintiendo en silencio para obedecer a la petición seguidamente.

Mara notó como Daryl, tras bajar la ballesta, llevaba hacia atrás su brazo para asegurarse que estaba tras él, todo lo cerca que era posible, y como respuesta ella se aferró a su chaleco con la mano.

El portón del vagón frente a ellos se abrió con un ensordecedor chirrido que los sobresaltó, haciendo que se juntaran más aún y volvieran a aferrarse con fuerza a sus armas, pero no apuntaron hacía allí.

Unos segundos después una pareja de hombres salieron de la oscuridad del contenedor para dejarse ver.

—Por favor, dejad las armas en el suelo para que nos podamos acercar. No vamos armados —dijo un de ellos, de unos treinta años, delgado pero visiblemente sano y con el cabello castaño. Soy Gareth y llevo tiempo esperando vuestra llegada. Lo último que deseo es que alguien haga una estupidez.

—Rick nos dijo que si Daryl y Carol llegaban en compañía de algunas mujeres una podía esperar un bebé y teníamos que ser cuidadosos y no cometer errores —comentó el otro tipo, con el cabello moreno como su incipiente barba, y de menor altura que Gareth.

Todos aquellos datos que estaban revelando solo podían significar que realmente Rick se encontraba bien y no solo eso, sino que había confiado lo suficiente en aquellas personas como para dar datos y explicaciones que de otro modo jamás habría revelado.

—¿Está con vosotros la futura mamá? —preguntó Gareth.

—Sí —afirmó Mara sin dudar, alzando la mano, tras dejar su ballesta en el suelo.

—También os acompaña un niño. —Era evidente que de los dos tipos el líder era aquel tal Gareth que hablaba más que el otro, aunque tal vez solo fuera por su buena disposición a resultar cercano y amistoso, pues la sonrisa que mostró al mirar al pequeño Dylan resultaba tranquilizadora—. También sois más de lo que pensábamos, pero eso no será problema. Cuantos más mejor.

—Separaos para que os veamos mejor —ordenó el otro.

Todos obedecieron aunque con un poco de lentitud, y permitieron que aquella pareja de desconocidos los registran, comprobando que tenían más armas que las que habían dejado a sus pies.

—¿Te encuentras bien? —preguntó Gareth a Mara y ella asintió sin dudar—. ¿Has comido?

—Hoy no…

—Será mejor, entonces, que no perdamos más tiempo. No podemos arriesgar algo tan valioso por simples formalismos —declaró con voz potente, con la intención de que su compañero dejara de inspeccionar al resto del grupo— Seguidnos.

Volviendo sobre sus pasos el dúo de supervivientes regresó hasta del vagón del que habían salido y se internaron en la oscuridad.

El grupo los observó con cautela, caminando con cierta desconfianza tras ellos unos metros por detrás, aún temerosos de caer en una trampa mortal.

—Rick nos espera —declaró Daryl, mostrando un poco más de seguridad.

La oscuridad del vagón se desvaneció al abrirse el otro lado y dejar ver el continuar de las vías, junto con media docena de supervivientes armados, pero no con aspecto hostil.

—Espero que podáis caminar un poco más no queda mucho.

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Allí estaba, el santuario, la salvación. Aquella comunidad prometida y anunciada como un destino seguro que ofrecía un futuro en aquel mundo en ruinas. Aquella promesa estaba al final de las vías, en la confluencia de varias rutas, donde los caminos de unían en un estación de ladrillo rojo, y dos edificaciones que lo bordeaban que tiempo atrás seguramente se usarían como naves de carga o almacenas. La gran explanada que quedaba en medio estaba ocupaba por una docena de caravanas y remolques que presumiblemente serían ocupados como viviendas por los habitantes de aquella comunidad.

Pero todo lo que conformaba aquel lugar dejó de tener interés para la mitad del grupo cuando reconocieron los rostros familiares de sus compañeros de grupo; su familia.

Beth aceleró el paso antes que nadie en cuanto vio a la pequeña Judith en brazos de su hermano mayor, pero fue otro rostro el que hizo que su corazón diera un vuelco.

—Maggie —susurró Glenn, al contemplar el rostro de su esposa, acompañada por Sasha y Bob.

Lo mismo le ocurrió a Mara, pero ella aceleró el paso al contemplar la sonrisa de Michonne, que observó al grupo que se acercaba tan incrédula como maravillada, al igual que Rick, que nunca habría imaginado que Daryl y Carol volverían de su búsqueda acompañados de tantos compañeros, aunque la mayoría eran desconocidos.

—Me siento como si fuera navidad —dijo Mara al abrazarse a Michonne con fuerza.

—Aunque eras la que llegas con un regalo —respondió su compañera, apartándose un poco de su lado para observar su vientre.

—Nunca encontré un buen momento para anunciarlo cuando estábamos en… —Mara se calló, evitando llamar "casa" a la prisión, porque aquello la entristecía, y aquel era un para poder contentarse.

—Es cierto que siempre vuelves… —dijo Rick a Glenn, al que no esperaba encontrar de regreso ese día acompañando a Daryl.

—Bienvenidos —dijo una mujer alzando la voz—. Soy Mery, la matriarca de esta comunidad. Hacía tiempo que no recibíamos a un número tan grande de gente…

»Si debo ser sincera, no es usual que aceptemos grupos grandes, que podrían ocasionar problemas. Sin embargo, vosotros tenéis razones de sobra para que os acojamos y queramos que nos ayudéis a repoblar este mundo de vida y luchar ante la muerte.

—Madre… Deja que disfruten de su reencuentro, luego podremos informar de todo.

—Nosotros también queremos informar y hacer una propuesta —comentó Abraham sin perder tiempo, ya que él no estaba disfrutando de ningún reencuentro y su objetivo no había cambiado en absoluto: llegar a Washington llevando sano y salvo a Eugene con él.

—Obedece a quien te acoge y espera el momento —dijo Carol.

El militar desvió la mirada hacía la mujer, pero no la replicó y mantuvo la boca cerrada durante los minutos siguientes, en que los que fueron habitantes de la prisión de demostraban la emoción y alegría que sentían al volver a verse a salvo y juntos de nuevo.

Aquello era como un milagro, más inverosímil incluso, porque estaban allí, vivos y reunidos de nuevo, tras semanas separados tras la huida precipitada y sin haber tenido un mísero plan o lugar donde volver a encontrarse lo habían hecho, y la emoción era indiscutible en los ojos de todos los presentes, mientras se abrazaban y miraban al borde del llanto.

Beth miró a Daryl abrazada a su hermana mayor con una amplia sonrisa y el cazado asintió. La chica había estado en lo cierto, había mantenido la esperanza y llevaba razón en hacerlo. En parte él también había mantenido la esperanza a su manera, contagiado por lo que Hershel poco a poco había trasmitido a todo el grupo. Por eso fue en busca de quien pudiera habérsela llevado, por eso no dudo en rastrear las pistas que podían guiarlo hasta Mara. Y había hecho lo correcto.

..

El grupo que había llegado en último lugar era tan inesperadamente numeroso que habría que organizar el espacio disponible con cuidado para que todos pudieran instalarse en los remolques libres que se encontraban situados en el patio central. Mientras tanto, se había invitado al grupo a asearse un poco tras su viaje, pues exceptuando a aquellos que habían huido del hospital y habían contado con recursos e instalaciones en aquel lugar para mantenerse cuidados el resto mostraba en su aspecto el paso del tiempo superviviendo en el camino.

Daryl se encontraba en la caravana que desde su llegada había ocupado Rick y su familia junto con Michonne, cuando Mara entró en el pequeño habitáculo.

—Acabaré con el agua antes de quitarme toda la mierda que llevo encima… —declaró.

Mara observó la ropa tirada por el suelo, y sin pensárselo mucho comenzó a desvestirse ella misma.

—Deja que te frote la espalda, te ayudaré —propuso ella, entrando en la estrecha ducha en cuanto quedó desnuda.

Sin dar tiempo a que Daryl respondiera le quitó el jabón de la mano y tomó una esponja de la repisa que había en la esquina, y comenzó a enjabonarle la espalada con lentitud.

—Nunca habías hecho esto antes —dijo Daryl, girándose unos segundos después y rodeando a Mara entre sus brazos—, y está bien.

—Eran duchas compartidas… No pasaba mucho tiempo antes de aparecer alguien —recordó sonriendo.

—Entonces deberíamos aprovechar ahora que podemos estar solos —comentó él.

—Sobre todo porque seguramente compartamos remolque con un par más… —apuntó Mara.

—En ese caso…

Daryl cerro la llave del agua y arrinconó a Mara contra la pared de la ducha, sorprendiéndola por un segundo al comenzar a besarla por el cuello con fuerza. Los dedos de ella se enredaron en el cabello mojado de Daryl invitándolo a continuar. Habían conseguido estar solos en aquel gimnasio de Atlanta, pero ese encuentro le había sabido a poco, al tener que volver a compartir su espacio con el resto después, y como parecía que así sería en adelante, al menos durante un tiempo, no pensaba desaprovechar ese momento de intimidad, y Daryl tampoco.

Sus labios comenzaron a descender hacía el pecho de Mara, recorriendo su torso y desfrutando de la sensación de notar cómo había cambiado. Quería pensar que la conocía de memoria, eso le hacía pensar que era más suya o tal vez que era él quien le pertenecía a ella, pero debía reconocer que se sorprendía al descubrir con sus labios la nueva turgencia de sus senos y tersura de su vientre abultado, pero al fin y al cabo aquellos cambios eran por causa de él y pues era por su futuro hijo.

—Sigue… —susurró percibiendo que tenía la intención de descender hasta su sexo.

Daryl sonrió, su cuerpo podía cambiar pero ella no, y la conocía, la conocía en aquel aspecto bastante bien, y seguro bajó el rostro hasta hundirlo entre sus muslos haciéndola gemir intensamente.

Cerrando los ojos se perdió en la maravillosa sensación a la que le llevaba el buen hacer de la boca de Daryl, acariciando la pared con una mano sin dejar de acariciar el cabello castaño con la otra, gimiendo con más intensidad a cada segundo, según subía la intensidad de su placer. Suponía que la estructura del remolque no evitaría que alguien la pudiera escuchar si se dejaba llevar por el frenesí, y se sonrojó al pensar qué pensaría aquellos desconocidos de ellos si comprobaban que apenas unos minutos después de ser acogidos ya estaban teniendo sexo allí mismo. Pero en realidad le daba igual qué pudieran pensar cualquiera de ellos. Recuperar la mochila de su hermano y algunos pocos recuerdos familiares de su vida anterior la habían hecho recordar la fortuita y brusca forma en la que perdió a su hermano, la persona que más quería, significaba y necesitaba en el mundo, y lo rápido que lo había perdido. Había perdido a Daryl, al menos lo había dado por perdido para siempre, y al volver a recuperarlo, al volver a tener a su lado al padre de su futuro hijo, recuperar un futuro soñado y puede que imperfecto pero aún así suficiente bueno para que mereciera la pena, no iba renunciar a algo bueno por simple apariencia.

Se perdió en la espiral de placer completamente, temiendo que la fallaran las piernas. Pero entonces Daryl se incorporó y antes de que ella abriera los ojos el aupó sobre sus caderas con seguridad y la penetró profundamente, haciéndola liberar un grito de sorpresa y placer.

—Te tengo —dijo Daryl.

—No me sueltes nunca…

Daryl se aferró a sus muslos y cintura, hundiéndose profundamente en ella, pensando que si fuera por él jamás se alejaría de su cuerpo, porque en aquel momento sentía que nada había tenido sentido hasta encontrarla, que nada en su vida había merecido la pena o había sido bueno hasta que Mara llegó para mostrarle lo que era el amor incondicional, abnegado y absoluto, ofreciéndole una vida de la que él siempre había pensado que no era merecedor, logrando que hasta esa reducida y cutre ducha fuera la materialización del paraíso para él y las palabras salieron de su boca sin pensarlas, porque de haberlo hecho seguramente no las habría pronunciado.

—Te amo, Chip.

Mara se sujetó a sus cuello gimiendo extasiada, incapaz de decir nada, limitándose a fijar sus ojos en él para que percibiera en sus ojos lo que sentía en aquel momento, haciendo el amor con él, y nada más importaba. Tomo aire y tragó con fuerza, intentando controlar sus gemidos.

—A veces quiero pedirte que huyamos… O no huir, sino, irnos… solos tu y yo —confesó para sorpresa de Daryl—. No es en serio, pero una parte de mí… En instantes así, solo puedo pensar en solo quiero estar contigo.

—Y yo, Chip. Ahora mismo el resto del mundo me importa una mierda —declaró él, entendiendo lo que ella decía—. Aguátame, pequeña porque estoy apunto.

—Y yo…

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Mara se cepillaba el pelo mientras Daryl terminaba de vestirse en aquel pequeño baño con la ropa que le habían cedido en aquel lugar,.

—¿Seguro que hacerlo no es malo? —preguntó Daryl, poniéndose el chaleco tras ella.

Mara sonrió y tomo el vestido que le habían prestado, alegando que en su estado las prendas holgadas le resultarían más cómodas.

—Qué papá y mamá se amen y lo demuestren no es malo para ningún bebé —explicó divertida.

Daryl puso una mueca y se acercó a ella deslizando su mano hasta su vientres.

— Siempre me preocupa hacerle daño.

—Ya te dije que es imposible. Hay que buscar la postura, pero el sexo es igual de natural y bueno siempre. Y va en serio lo que he dicho; me parece que es bueno que sienta que nos queremos.

Daryl se quedó pensativo unos segundos y finalmente asintió.

—Será mejor que salgamos ya. Esa gente tendrá que explicarnos como funciona aquí.

—¿Sabes? Pensé que cualquier grupo que encontrásemos o nos acogieran… al saber que voy a tener un bebé pues… pensarían de todo y nada bueno. Pero esta gente parece que se alegran.

—Hay más críos, he visto dos… algo más pequeños que Jude. No es nuevo para ellos.

—Pero es raro… —dijo dudosa.

—Eh, que te preocupes por todo no es bueno para él, así que deja de darle al coco —Se señaló la frente—. Estamos aquí, juntos, con nuestra gente, y esto parece un buen sitio, ¿de acuerdo? Tendrás al bebé y…

—O a la bebé, podría ser niña —comentó risueña.

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.TWD.


..

A los lectores que aun quedan, decir que no esperen que Gareth y los de Terminus tengan el mismo secreto que en la serie, en el fic ya salieron caníbales, así que aquí tocaré otra cosa. Espero que os guste.

También comentar que estoy participando en el concurso indie de Amazon con una novela juvenil titulada La chica de mis sueños, mi quinta novela a la venta, y sería genial tener apoyo para quedar entre los finalistas, aunque es algo complicado.

Gracias por seguir leyendo. Especialmente para Ana Daniela Gutierrez por continuar no solo leyendo sino también comentando los capítulos. Muchísimas gracias. :*