Doble capítulo

Mara descansaba tendida sobre la cama, Beth podía verla por la abertura de la puerta e instintivamente apresuró su paso al igual que hizo su hermana, sin embargo antes de que pudieran acceder a la habitación donde se encontraba su amiga Mery salió de la alcoba y las interceptó cerrando el paso justo en la entrada.

—Mara ha sufrido un gran sobresalto hoy —dijo tomando el pomo con su mano izquierda, con la clara intención de cerrar la habitación—, está descansando que es lo que necesita ahora mismo.

Maggie se adelantó para esquivar a la mujer y entrar junto a su amiga, a pesar de las palabras de la líder de aquel lugar.

—Nosotras cuidaremos de que así sea —declaró sujetando la puerta con decisión para que Mery no pudiera cerrarla.

—Lo último que la conviene en su estado es que algo la vuelva a alterar —dijo la mujer.

Ambas, Maggie y Mery estaban frente a frente y aunque en sus palabras no se podía apreciar nada fuera de tono tanto el tono contenido como los gestos que mostraban delataban que aquello era un enfrentamiento.

—Por eso es mejor que nos quedemos con ella, si despierta se sentirá tranquila al vernos, sabrá que esta en casa con su familia —declaró Beth con tono conciliador, pero imitando a su hermana mayor y pasando junto a Mery sin el menor cuidado hasta acceder al interior de la habitación.

Ya no había nada que la mujer pudiera hacer, tras Beth entró la mayor de las Green y ambas rodearon la cama en la que descansaba Mara, tomándola por la mano con un gesto cariñoso. Resignada Mery las miró y soltó un suspiro, tal vez aquello no quedase así, pero por el momento debía dejarlo estar.

—Si despierta será mejor que aviséis —no se molesto en ocultar el tono amenazante de aquellas palabras, pero comprendió que aquella hostilidad no era lo que debía demostrar y apuntó—, hay que controlar con atención su evolución y estado, para que el embarazo no se malogre ni le ocurra nada a ella.

Beth fue la única que asintió, pero mantuvo los ojos clavados en Mara sin soltar su mano que sostuvo con más decisión.

Mery cerró la puerta tras salir, y las hermanas Green sintieron que podían relajarse al fin.

—No entiendo que está pasando… —confesó Beth—. Sé que este lugar ya no es seguro, pero aún no sé por qué, por qué ha pasado esto…

—Yo tampoco le encuentro sentido, me cuenta aceptar que Daryl se haya ido como dicen que lo ha hecho. Quiero pensar que se ha ido para garantizar que la humanidad tenga una nueva oportunidad gracias a la cura de Eugene, pero que dejara a Mara después de recuperarla… No puedo creer que no haya pensado en el daño que le causaría.

—Daryl no se ha ido —sentenció Beth—. Yo hui con él de la prisión y lo primero que hizo fue ir a buscar a Mara, yo estaba con él cuando creyó que habían muerto… Ni siquiera cuando perdió a Merle le vi así, tan… tan… desolado. No solo quiere a Mara, quiere estar con ella, quiere esa vida que todos soñamos que podría ser posible en la prisión… Daryl no se iría sin ella… y menos como dicen que lo ha hecho. Por eso sé que este lugar no es seguro o al menos pasa algo raro.. aunque no tengo ni la más remota idea de lo que puede ser.

—Creo que lo mejor es que hablemos con Rick, nos mantengamos juntos y unidos por lo que pueda pasar. A mi también hay algo que no me convence, tras hablar con Mara el otro día lo estuve pensando… Puede que todos seamos raros a estas alturas, pero creo que aquí se empeñan en aparentar demasiada normalidad y eso me inquieta.

—Sí, es una sensación… Tal vez siempre la he tenido, como le pasaba a Mara…

—Pero la acallamos porque queríamos tener un nuevo hogar —apuntó Maggie mirando a su hermana y esta asintió—. Iré a ver a Rick, ¿estarás bien sola aquí?

—No estoy sola, estamos juntas —dijo Beth alzando la mano que tenía sujeta a la de Mara.


Rick se había alejado por un extremo del vallado junto a Michonne y Glenn para hablar con discreción y la mayor intimidad posible. A una decena de metros Carl estaba junto a su hermana sentado en el suelo sin llamar demasiado la atención, mientras vigilaba quien podía acercarse hacía ellos.

—¿Por qué Daryl nos ocultaría que pensaban irse por la mañana? Si se ha marchado con ellos no cabe otra explicación; él debía conocer el plan. No es posible que los viera salir a hurtadillas de forma casual y entonces decidiera que lo mejor era irse… —decía Glenn.

—Ese tipo de decisiones se pueden tener en un simple arrebato, tal vez tuvo un mal sueño, o se agobió con lo del bebé —declaró Michonne—, a muchos hombres les pasa. No digo que huyera, pero tal vez pensó que sería mas útil a ese bebé si lograba acabar con los caminantes y regresar al mundo de antes.

—Es posible… —dijo Glenn con dudas—. Pero…

—¿Algo también te dice no es así… que nos están mintiendo? —preguntó Rick, que hasta ese momento se había limitado a escuchar a sus dos compañeros.

—¿A ti también?

—Rick asintió, pero volvió a quedarse pensativo, evaluando bien las palabras que iba a decir antes de pronunciar la primera sílaba.

—Cuando desperté esta mañana y vi que la caravana no estaba, a decir verdad, no me sorprendió del todo. No me habría sorprendido que Abraham se hubiera ido sin avisar a la menor oportunidad, hasta aceptaría que Carol se alejara sin una despedida por todo lo que ha pasado… Pero que Sasha o Ty ni siquiera dejaran una nota, que no quisieran contar con nosotros para que les ayudásemos, me cuesta asumirlo.

»Pero lo que no me voy a creer es que Daryl se ha marchado sin decir nada, sin decirme nada aunque fuera para que se lo trasmitiera a Mara.

»Desde que supo que Mara esperaba un hijo Daryl ha estado confuso —miró a Michonne—. Las mujeres sentís que algo está cambiando cuando esperáis un hijo, pero nosotros no… solo sabemos que todo va a cambiar… Él ha cometido fallos, por no saber cómo afrontarlo, pero siempre ha querido hacer lo mejor para su familia.

Desde los edificios la figura de Maggie se fue haciendo mas cercana al grupo de supervivientes. Hasta que la joven estuvo junto a ellos se mantuvieron callados, expectantes a conocer la información que traía consigo, si es que traía alguna.

—Hemos podido ver a Mara, Beth se ha quedado cuidando de ella —informó, a lo que todos asintieron.

—¿Está bien? —preguntó Michonne.

—La han sedado, dicen que por su bien, y sigue dormida. De primeras Mery no quería que dejarnos pasar, pero no le hemos dejado mas opción a que nos dejara cuidarla.

Al escuchar aquella última frase Glenn y Michonne miraron a Rick, inconscientemente sus miradas le indicaron que había fundamento en las inquietudes que había mostrado instantes antes.

—Está pasando algo raro aquí —dijo el sheriff, reiterando sus sospechas.

—Beth también lo cree —comentó Maggie, y por su tono se podía apreciar que ella no pensaba diferente a su hermana—. Dice que no tiene sentido que Daryl se haya ido, que este lugar, Mery y sus hijos le dan mala espina… y a mí también.

—Y, ¿Qué podemos hacer? —preguntó su esposo.

—Permanecer juntos, cuidarnos los unos a los otros —determinó sin apenas pararse a pensarlo—. No sabemos qué pasa, tal vez estemos equivocados… Pero si hay que arriesgarse prefiero perder este lugar que perder a más de los nuestros.

—Sí, tenemos que estar más unidos que nunca —apuntó Glenn.

—¿Dónde está el amigo de Mara y su hijo? Debemos contar con él —intervino Rick.

—¿Confías en él? —preguntó Michonne.

—Mara lo hace y Beth también… Tampoco perdemos nada por hablar con él y saber cómo y qué piensa de todo esto.


Dillan había estado la mayor parte de la mañana junto a su sobrino en su dormitorio. Tras conocer la noticia de la partida del grupo reunido por Abraham había supuesto que la jornada estaría cargada de tensión. Descubrir que Daryl se había marchado con ellos y aquello le provocase un ataque nervioso a Mara solo logró confirmar sus sospechas. Aunque suponía que eso sería tan solo la punta del iceberg. Había vivido mucho tiempo en una comunidad conformada por mentidas, extorsión y manipulación, donde las personas eran recursos en el sentido más mercantilista de la palabra y no existía la lealtad o la confianza más allá del beneficio personal, así que sabía como funcionaba las dinámicas en ese tipo de entornos y desde el principio había sentido que aquella comunidad no se diferenciaba demasiado en el fundo de la que se había conformado en el Hospital.

Mara le había dado a entender que el grupo con el que ella había sobrevivido en los últimos meses no era así, eran una familia que cuidaban unos de otros, Beth no solo se lo había repetido sino que se lo confirmó con su comportamiento y como Ella y su amiga habían cuidado la una de la otra por encima de todo, arriesgando su propia vida para proteger a su compañera.

Valoraba los muros y alambrado que aquel lugar le ofrecía, pero románticamente lo que más deseaba tanto para él como para su sobrino era formar parte de una comunidad así, leal y valiente que no dudasen en proteger a los suyos de forma instintiva ante cualquier peligro que pudieran encontrar. Eso le hizo pensar que lo que él mismo estaba haciendo, en su forma de comportarse en esos momentos tan confusos y se dio cuenta de que si pretendía formar parte de una familia unida de supervivientes debía actuar como un miembro entregado a la misma. Quedarse al margen encerrado en su alcoba con su sobrino no era una forma leal de actuar con aquellos con los que había huido del Hospital.

Tomando una profunda bocanada de aire se incorporó de la cama donde había esto meditando hasta ese mismo instante y le ofreció la mano a su sobrino para que le acompañase ayudado por su muleta.

Debía estar junto a Mara, o junto a su gente.

Con paso tranquilo se dirigió hasta la habitación donde su vieja amiga se encontraba descansando sin saber que se encontraría allí. El niño cogido de su mano no hizo preguntas, como si un sexto sentido le llevara a confiar ciegamente a su tío y aceptar el destino de ese paseo sin dudar.

La sorpresa del chico rubio se hizo palpable en su rostro cuando descubrió junto a la cama de Mara a Beth, sujetando su mano con cariño, aunque en realidad comprendió que no tenía motivo alguno para sorprenderse, aquella escena era de lo más natural y por tanto predecible. Pero sí sintió una sensación reconfortante por todo el cuerpo al comprobar que su idea sobre la lealtad que se tenían entre aquellas personas era cierta.

—¿Cómo se encuentra?

—Hola —dijo Beth alzando la vista al escucharle, sus labios dibujaron una cálida sonrisa que le subió a los ojos, aunque su mirada volvió empañarse al dirigirse nuevamente a Mara—. La han sedado, por su bien dicen, y sigue dormida.

»¿Quieres sentarte a mi lado? Seguro que a ella le hace bien sentirte cerca —propuso la chica al niño, quién no dudo en asentir y rodear la cama con la mayor velocidad que le permitía su muleta y sentarse junto a ella, muy cerca de Mara—. Pronto se despertará y podremos jugar con ella otra vez. Solo esta descansando.

—¿Sabes dónde están los demás? —preguntó Dillan.

—Maggie ha ido a buscar a Rick, todo lo que ha pasado ha sido… raro —dijo la joven, y Dillan asintió.

—¿Qué crees que pasará?

—No lo sé —contestó volviendo a mirar a Mara y apretando su mano—. Deberías hablar con Rick o tal vez con Gareth.

—Hablaré con Rick —determinó Dillan, pues aunque no estaba seguro de que hubiera bandos en aquel momento el ya había decidido en cuál estar.

Beth pareció entender lo que significaban sus palabras y no pudo evitar conseir con cierta complicidad.

—Me alegro que decidieras venir con nosotras, no solo porque no ayudases a huir.

—Yo también —dijo el pequeño Dylan quitándole a su tío las palabras de la boca.

—¿Te quedas con él? Voy a ir a buscar a Rick y saber que es lo que piensa o en que puedo ayudar en un momento así —dijo Dillan.

Tras su espalda escuchó un profundo carraspeo, que lo sorprendió haciendo que se voltease con rapidez sobre sus pies.

—Ahora lo más útil es que te reúnas con el resto en el comedor, Rick también estará allí. Queremos hablar con todo sobre lo que ha ocurrido esta mañana —dijo Gareth, que se había acercado hasta la habitación con total seguidlo, pues en ningún momento habían escuchado sus pasos acercarse hasta allí—. Que las personas se vayan como lo han hecho vuestros amigos no es algo a lo que estemos acostumbrados, no ha sido agradable para nosotros ni nos sentimos cómodos con lo ocurrido. Mi madre piensa que lo mejor es que hablemos, compartamos los que sentimos y pongamos en claro que significa para cada uno de nosotros trabajar para tener un futuro —Tanto Beth como Dillan miraron a Gareth desconcertados por sus palabras, que teñía de reproche y decepción con completa alevosía—. Nos gustaría que todos fuerais, al menos si queréis tener un futuro aquí.

—Lo que se hable me lo dirá mi hermana después y ella puede decidir y opinar en mi nombres sin que halla ningún problema. Ahora es mejor que cuide de Mara, no me gustaría que despertase sin tener un rostro familiar a su lado que la haga sentir tranquila y segura —determinó Beth con voz segura, casi despreciando las palabras y el tono grabe que había usado Gareth para hablar—. Mery está de acuerdo, por eso me he quedado aquí, y aquí me voy a quedar —zanjó viendo que la expresión de Gareth no parecía complacida, sin importarle que sus palabras no fueran del todo ciertas.

—Si tú te quedas, podrás cuidar de Dylan. Así podré centrarme al cien por cien en lo que se comente en la reunión —determinó Dillan, apoyando a que Beth no se moviera del lado de Mara —. Vamos para allá.

Sin poder volver a insistir a la joven de que tenía que asistir a la reunión, Gareth asintió y se encaminó fuera de la habitación seguido por Dillan.


Rick y sus compañeros habían acudido al comedor para aquella reunión, Alex les había informado de la importancia de la misma y de que su madre, Mery, deseaba que pudieran aclarar todo lo sucedido para que su convivencia fuera a partir de ese momento lo mejor posible, pues aquello era el principal motivo para mantener el refugio: convertirse en una comunidad unida y fuerte. Las palabras del joven se vieron confirmadas al confirmar que prácticamente la totalidad de los habitantes de la comunidad estaban allí, incluidas las mujeres embarazadas y las que tenían bebés, las cuales solían estar siempre apartadas y sobreprotegidas en el interior de las instalaciones.

Al frente de la sala Mery parecía aguardar la llegada de los pocos ausentes hasta el momento para comenzar oficialmente la reunión. En cuanto vio entrar a Gareth seguido por Dillan se adelantó unos pasos para mostrarse frente a todos los presentes que ocupaban las sillas y dio la bienvenida a todos.

—Como todos sabéis esta misma mañana a ocurrido un incidente en nuestro hogar que es no solo poco frecuente sino también un poco descorazonador para nosotros. El grupo encabezado por Abraham que llegase hace unos días hasta nuestro hogar se ha marchado de manera precipitada.

»Es posible que a algunos no les parezca que este hecho es sorprendente, pues Abraham ni los que hoy le han acompañado tenían intención de quedarse en nuestra comunidad y así nos lo hicieron saber desde un primer momento. Sin embargo, y a pesar de que nosotros les apoyamos en su decisión, les ofrecimos ayuda, les dimos alimento y otra serie de recursos y trabajamos para que su viaje fuera lo más seguro posible, ellos se han ido de mala manera, amenazando y poniendo en riesgo la seguridad de todos.

Dillan que en un primer momento se había quedado en pie al fondo de la sala, se encaminó con cuidado hasta estar junto a Rick y tomar asiento a su lado. El comienzo de aquel discurso iniciado por Mery no le daba buena espina y su instinto de conservación le impelió acercarse a las personas que prefería tener cerca de complicarse la situación. Nada más sentarse el hombre se inclinó un poco a su lado.

—Necesito que hablemos —dijo Rick

Dillan se limitó a asentir pero de forma pausada mirando a Rick.

—Nadie está obligado a permanecer aquí, nunca hemos retenido a una sola persona —continuaba hablando Mery—. Pero somos una comunidad que cree firmemente que cada vida es importante y no aceptaremos que nadie se arriesgue innecesariamente a salir cuando es peligros. No retuvimos a nadie a la fuerza, pero no apoyamos que se marcharan con una gran cantidad de muertos a las puertas por el peligro que suponía. Nosotros les ofrecimos alimento, las armas que pudimos y todo los que necesitaban para que emprendieran su viaje y ellos nos lo agradecieron usando esas armas contra nosotros, despreciando nuestra ayuda y saliendo de aquí sin el menor cuidado.

»Sé que muchos estáis molestos y os sentís agraviados, yo también lo estaba. Sin embargo confió en las personas. Y dado que a mí se me ha afirmado que el resto del grupo de nuevos habitantes no estaba al corriente de este plan de huida quiero creerle —se escucharon murmullos entre los presentes, algunos de consternación y queja, que llevaron a Rick a voltearse para identificar de quien provenían—. Sí. Confío en que quien esta ahora mismo con nosotros como uno más es uno más de nuestra gran familia y no estaba al corriente en absoluto del peligro al que sus antiguos compañeros nos estaban exponiendo. Sí. Confío en ello porque sino confiara no podría conservar la fe y esperanza para hacer prospera esta comunidad. Sí. Confió en que quien esta aquí no pretende dañarnos, ni tiene intereses propios que estén en contra de los comunes.

»Lo sucedido es triste, es hasta desalentador, pues personalmente me siento ofendida con el comportamiento de Abraham y quienes se han ido con él, pero en lugar de hacerles pagar a los que siguen con nosotros esa ofensa prefiero tenderles la mano y acercarlos más a nosotros.

»Se han quedado, son parte de nuestra familia.

—Eso deberían decirlo ellos —dijo una voz masculina—. Si quieren que confiemos en ellos que nos den un motivo.

Mery miró a Rick, pero este desvió la mirada hacía sus compañeros. Resultaba obvio que pretendían una señal de lealtad o un juramento de obediencia a las normas de la comunidad como muestra de compromiso. Pero Rick no se sentía cómodo con aquella idea. Entonces Glenn se puso en pie.

—Los más sorprendidos al ver que nuestros compañeros se habían ido al alba hemos sido nosotros, tanto que una compañera a sufrido un colapso por no poder creerlo. También nos sentimos heridos… y confusos.

—¿E intranquilos? —preguntó Gareth, caminando desde el fondo de la sala hasta el otro lado donde estaba su madre—. Porque nosotros estamos intranquilos ahora mismo. Tenemos cientos de muertos acercándose a nuestro área. Motivo por el que aconsejamos no salir a los que se han ido, para protegerlos. Vamos pasar unos deías complicados y seguramente habrá alguna que otra sensación de peligro. Necesitamos sentirnos seguros, no por verja, muros o armas, sino por las personas que tenemos a nuestro lado. No podemos, ahora mismo, confiar en que si algo sale mal no nos dejéis tirados o nos expongais a un peligro por simple egoísmo, como ha sucedido esta mañana.

—Se han ido por capricho, nos han expuesto —dijo otra persona.

—La puerta principal se ha visto afectada por su huida. La han dañado —apuntó Alex, y el murmullo molesto se hizo más intenso.

Glenn no sabía que decir ante aquello y se limitó a negar desconcertado.

—Pero nosotros no hemos sido —apuntó Maggie—, seguimos aquí…

—¿Pero por cuanto tiempo? ¿Podemos contar realmente con vosotros?

Michonne miró a Rick asombrada por lo que estaba pasando. En un primer momento habían visto en aquella reunión una buena oportunidad de buscar una explicación a la partida del otro grupo, pues no la podían creer del todo y pensaban que algo extraño estaba detrás. Pero con el rumbo que había tomado la reunión insinuar siquiera que aquella comunidad había tenido algo mal intencionado que ver con la ausencia de parte de su grupo resultaba por completo incongruente o deshubicado. Tan solo insinuarlo parecía ofensivo. Sin embargo a Rick resultar mal educado no le importaba en esos momentos.

—¿Qué es lo que dijeron para irse? —preguntó mirando a Gareth y Alex, los supuestos testigos de la huida—. ¿Cómo justificaron salir así? ¿No dijeron algo para que nos lo comunicasteis?

—¿Qué insinúas? —dijo Alex.

—Solo queremos saber si al menos sentían irse, si se despidieron ante vosotros —argumentó Maggie intentando ser más conciliadora—. Eran nuestra familia y se han ido sin decir adiós.

—Eso dices tú… —murmuró una voz femenina.

—Fueron muy claros al decir que no podían seguir esperando, que su misión era importante y más retrasos no eran posible, que sabían que no podrían irse en otro momento que a esa hora que la mayoría dormíamos y que su misión era más importante que la vida de unos pocos, pues querían salvar el mundo —dijo Mery, provocando la indiganación de unos cuantos.

—¿Y Daryl? —Insistió Rick.

—Que debía ir donde era más necesario —respondió Gareth.

—Lo entiendo, creed que lo entiendo —tomó la palabra Mery con tono pausado y tranquilo—. Las palabras de Glenn han sido acertadas: traicionados y confusos. Así os sentís y buscáis una explicación que sea más fácil de aceptar. Pero lo cierto es que quiénes se han ido nos han traicionado y decepcionado a todos, a todos los que estamos aquí. Pero hay algo que sí que sé, y es que no podremos sobrevivir si estamos divididos o si no miramos hacia delante juntos. Esta mañana es el pasado, lo que ha sucedido no se puede cambiar, pero todos tenemos motivos para luchar por el mañana. Rick tienes dos hijos y debes hacerlo, como Mara también tendrá que hacerlo por su futuro bebé, como supongo que Maggie también desea hacerlo para poder formar una familia propia en la seguyidad que tenemos. Os ofrecemos un futuro y no solo para vosotros sino para crear un legado que nos sobreviva, pero si no queréis avanzar las puertas están abiertas, siempre lo han estados para el que no quiera construir el mañana con nosotros, nadie os retendrá, ni aunque salir ahora sea una sentencia de muerte por lo que nos rodea.

—Si lo que me pides es una respuesta —cuestionó Rick—, o nos quedamos sin cuestionar nada o nos vamos, no puedo responder por Mara y tampoco la puedo dejar aquí sin saber su opinión, cuando la sepa te contestaré.

La expresión de Mery que hasta ese momento dibujaba una sonrisa pragmática, como las que mostraban los políticos y agentes inmobiliarios cuando el mundo aún contaba con esas dos profesiones, se desdibujo, haciendo palpable que aquella respuesta de Rick no era en absoluto lo que la mujer esperaba.


En la oscuridad del vagón el grupo allí encerrado había estado luchando con sus ataduras durante un largo tiempo para liberarse. No tardaron mucho en comprobar que nadie los custodiaba y por lo tanto tenía libertad para intentar escapar de allí. Las ataduras no habían ofrecido verdadera resistencia una vez que uno de ellos tuvo las manos libres. Había sido Sasha la primera en soltar sus manos de las ataduras, e incluso antes de desatar su piernas comenzó a desanudar las cuerdas que retenían las manos de su hermano al estar junto a ella.

Una vez con libertar de movimiento inspeccionaron con calma aquel alargado receptáculo en el que los habían encerrado, como habían sospechado se trataba de un vagón de carga, y aunque el portón por el que se introducía la mercancía parecía cerrado con una cadena no dudaron de poder forzarla si tiraban con brusquedad de la puerta repetidamente, hasta conseguir soltar la cadena.

Abraham fue el primero en comenzar de tirar de la puerta, produciendo un sonoro estruendo al provocar que todo el vagón temblara con cada tirón brusco. Aquello terminó por constatar que no debía de haber nadie vigilándoles ni junto al vagón ni en las inmediaciones, pues durante los más de diez minutos que el militar estuvo intentando forzar la puerta no fueron ni reprendidos ni nadie les impidió continuar con su misión. Tyreese tomó el relevo cuando los brazos del hombre pelirrojo estaban entumecidos por el repetitivo esfuerzo, y seguidamente Daryl se puso manos a la obra, pero la cadena no cedía y la moral comenzaba a decaer, pues la posibilidad de salir de aquel modo no perecía tan plausible. Sin embargo, Sasha y Tara se unieron para continuar tirando de la puerta uniendo sus fuerzas.

—Ey, Eugene, inclínate un poco —dijo Rosita.

El científico la miró sin comprender, mas obedeció y se inclinó levemente hacía adelante, encorvando la espalda.

Sin previo aviso la mujer se aupó sobre su espalda y apoyando sus manos en los hombres de Eugene se alzó para trepar por su tronco en un intento de llegar hasta el techo de la estructura en la que estaban.

Sus ojos se habían acostumbrado a la oscuridad casi por completo, y la joven había percivido una gruetas en el techo por donde entraba más claridad, la idea de que fuera una compuerta por la que poder salir era posible y dado que parecía que no podrían salir por otro lado no perdía nada en intentarlo. Sin embargo sus dedos palparon la rugosa superficie llenándola de desaliento, pues las grietas eran causadas por el tiempo y mal estado de vagón, no porque hubiera otra posible salida, y mostrando su frustración saldó al suelo con un gruñido de hastío.

—¿Cuánto tiempo llevamos aquí? —preguntó Carol.

—Ni idea. Es imposible saber cuanto tiempo pasamos inconscientes, así que no podemos saberlo —dijo Eugene que se estaba recolocando la ropa y miraba a Rosita con cautela, temiendo que volviera a trepar por él como si fuera un pelele—. Pero habrán pasado tres horas desde que nos hemos despertado, y por como la luz que entra por las rendijas comienza a ser más tenue podría determinar que el sol se comienza a poner.

—Casi va a pasar un día desde que no comemos ni bebemos nada… —comentó Bob, que como médico sabía como eso afectaba a la fortaleza y resistencia de las personas.

Daryl se incorporó llamando la atención de todos, pero no dijo nada, en su lugar caminó hacía donde se encontraban Sasha y Tara uniéndose a ella para tirar de la puerta con todas sus fuerzas.

—A la de tres —ordenó.

—Espera… —dijo Tyreese que también se pudo en pie yendo hacía él.

Carol y Abraham lo imitaron, al igual que Rosita y Bob, que se pusieron frente a los demás para empujar. Viendo que no podía limitarse a quedarse mirando Eugene también asió la barra anclada a la puerta para tirar de ella.

—Una… —comenzó Daryl.

—Dos… —siguió Tyreese.

—Y tres —concluyó Abraham.

—¡Ya! —gritaron forzando la puerta con todas sus fuerzas.

La puerta llegó hasta donde la sujetaba la cadena, pero en lugar de detenerse ahí con brusquedad como había ocurrido hasta ese momento, se escuchó un chasquido a la vez que todo el vagón volvía a temblar y siguió deslizándose por los rieles dejando que una fresca corriente de aire inundase el interior a la vez que el exterior se hacía visible y accesible.

El entusiasmo fue palpable en las voces de todos. La inercia del empuje precipitó a todo el grupo al suelo, pero en lugar de quejas al encontrarse de bruces contra el avejentado suelo del vagón sus voces mostraron un aliviado entusiasmo.

Sin embargo, aquella felicidad por sentirse liberados no les duró demasiado, pues al acabar con los fuertes golpes al tratar de abrir el portón y no estar encerrados pudieron escuchar con más nitidez que como hasta entonces los gruñidos de los caminantes, de decenas de caminantes… Tal vez más que decenas, cientos.

Los ojos de cada unos de ellos se dirigieron sin ningún orden al del resto de sus compañeros, compartiendo un pensamiento en silencio, pero que se componía de dos conceptos fundamentales iguales en todo ellos: horda y trampa.

—¡Volver a cerrar! —dijo Tara tratando de incorporarse para empujar la puerta de nuevo.

—No… no… —dijo Daryl —. Debemos irnos.

—Es una trampa mortal —aseguro Eugene que trataba trabajosamente de incorporarse.

—Si nos quedamos moriremos —dijo Bob entonces—. Cuanto más tiempo pasemos encerrados más débiles estaremos.

—Pero es seguro— Insistió Eugene.

—No lo es, encerrarse nunca es seguro —aseguró Daryl, ayudando a incorporarse a aquellos que pensaba que estarían con él, hasta ofrecer la mano a Abraham— ¿Qué dices soldado, vas a cambiar de opinión ahora y decidir permanecer a resguardo?

El militar clavó sus ojos en Daryl, sintiendo como los gruñidos de los caminantes se hacían más cercanos a cada instante, marcando el tiempo límite que tenía para responder como se fuera un reloj de arena por el que se deslizara su vida.

—¡En marcha! —determinó, y poniéndose en pie alzó por el brazo a Rosita y luego tomo con la otra mano la pechera de Eugene y tiró de él—. No te aparte de mi espalda, pero no te detengas.

Y sin que hiciera falta decir más uno por uno y a la carrera salieron del vagón viendo como por el costado y al frente iban apareciendo caminantes entre los árboles, decenas de ellos.

—Dirigíos hacia el sol, al oeste… —pidió Daryl—. Si es la horda de la que hablaron creo que sé por donde estamos… Id al Oeste.


Tras pasar la mayor parte del día junto a Mara en la habitación, Beth había aceptado salir a tomar el aire dejando a su amiga al cuidado de su hermana y Michonne, que estaba apostada en la puerta con la firme intención de no permitir que nadie de aquella comunidad se acercara a la convaleciente.

Las palabras pronunciadas por Rick al final de la reunión habían despertado más que ampollas el resentimiento de los habitantes de aquella comunidad. Ahora los veían como unos desagradecidos que no pretendían integrarse y solo los estaban poniendo en peligro. Si el Sheriff se había equivocado en su visión de la situación no sabían cómo podrían disculparse, pero si no lo estaba el peligro al que estaba expuestos permaneciendo allí era real y no podían bajar la guardia.

Beth salió al exterior esperando encontrar a Glenn o Carl para estar con ellos. No obstante mientras saboreaba el primer soplo de aire fresco que acariciaba su rostro sus ojos se toparon con Gareth.

—¿Como está Mara? —preguntó con tono cálido.

—Esperamos que despierte pronto, los calmante pronto dejaran de hacer efecto —respondió con cautela.

—Mi madre la sedó por su bien, en ningún momento hemos tenido mala intención —Beth no respondió—. Pero… supongo que el recelo es natural, si seguís vivos no es por pecar de confiados, supongo. Hacéis bien, pero es… decepcionante.

—Si se hubieran ido se habrían comunicado —dijo entonces Beth, mostrando sin tapujos toda la desconfianza que sentía hacía la versión de que sus amigos los habían abandonado sin despedirse.

—Solo si han podido. La horda está cerca, por eso no queríamos que se fueran aún, queríamos protegerlos, como a Mara y al resto de vosotros —Beth desvió la vista, pero Gareth se acercó a ella y la tomó por el brazo obligándola a que lo mirase—. Lo que queremos lograr aquí es la supervivencia, no solo nuestra, sino de la humanidad. Lo mismo que Abraham pretendía lograr, solo que nosotros no tenemos una cura, solo nos tenemos a nosotros…

—No sé que quieres decir…

—Haremos todo lo necesario para proteger a Mara o a Judith, porque ellas representan el futuro, queremos que tu hermana y Glenn también lo hagan… no vasta con sobrevivir, debemos crear un futuro. Te he visto con la pequeña y sé que tú también quieres eso… Por eso mismo no debes desconfiar de nosotros, aquí podrás tener una vida segura, la vida que deseas estando a salvo porque te protegeremos. Si lo piensas fríamente comprenderás que tus miedos no tienen sentido, que nos culpas porque otros te han traicionado y duele menos eso que admitir la verdad. Tus amigos prefirieron seguid su deseo que ser sensatos —Beth negó levemente—. Pero tienes que aceptarlo y ayudarnos a trabajar para sobrevivir juntos. ¿Por qué desconfías?

—¿Por qué no debería hacerlo?

—Por que aquí podrás tener la familia que siempre has deseado —dijo alzando la mano con lentitud para acariciar la mejilla de la chica.

Instintivamente Beth se apartó, después de lo vivido en el hospital aquella insinuación la revolvió el estómago y su gesto así lo demostró.

—Déjala. —Escuchó Gareth antes de poder dar un nuevo paso hacía ella. Al voltearse encontró a Dillan encaminándose hacia él con paso decidido.

—Tranquilo, me he excedido, lo siento —dijo el tipo alzando las manos con inocencia.

Beth caminó hacia el rubio se puso a su lado aún nerviosa.

—No quería sobrepasarme, lo lamento de veras. No volverá a pasar, puedes estar tranquila. Jamás nadie aquí te haría daño.

—Acompáñame —pidió la chica a Dillan, alejándose de Gareth.

Entrar de nuevo al edificio le resultaba agobiante así que la rubia caminó hacía el otro lado, a las mesas donde se comía los días cálidos, rodeando sus costados con los brazos.

—Hay tantas cosas que no entiendo en este lugar —declaro desahogándose—. Cuanto más tiempo pasamos aquí más confusa estoy con todo esto.

—Yo también —confesó Dillan.

—A Mara la inquietaba que hubiera tantas mujeres con bebés o esperando, y yo también creo que no es lógico. Pero si las forzaran ¿no nos lo harían saber? Es todo tan raro. ¿Qué pasa en este lugar…? ¿Qué nos va a pasar? ¿Qué les ha pasado al resto?

—No lo sé… Beth. Ojalá lo supuera o tuviera al menos una leve idea.

Casi sin pensar la joven se abrazó a Dillan, refugiando su rostro en el pecho del hombre. No hacía demasiado que lo conocía pero el tiempo que habían sobrevivido juntos había sido intenso como para confiar en él y sentirse cómoda y confiada a su lado. Él había sido prácticamente lo único bueno que había encontrado tras la caída de la prisión, junto a Tara, pero en esos momento no sabía que había sido de ella.


Tara corría por su vida, literalmente, a un par de pasos detrás de Daryl. En la mente del cazador bullían un millar de pensamientos alimentados por la adrenalina que fluía por sus venas en aquella huida a la desesperada en mitad del bosque, un bosque que se iba sumiendo sin pausa en la oscuridad de la noche con el constante sonido de los caminantes.

En aquellos momentos no resultaba nada sencillo formular un plan, aún menos cuando en su mente no dejaba de cruzarse la imagen de Mara, la imagen de aquella ecografía de Hope que le habían hecho pocos días antes. Se aferraba a ambas para no sentir cansancio en las piernas ni dolor en sus pulmones por la desesperada carrera, pero por eso mismo era incapaz de tener la mente clara, solo quería llegar hasta ellas y protegerlas de cualquier peligro en el que estuvieran, pues era obvio que debían estar en peligro si él había despertado maniatado en un vagón en mitad del bosque. Pero necesitaba pensar en qué haría para protegerlas y cómo lo conseguiría, y no se centraba para ello.

Entonces un grito lo distrajo de sus pensamientos, pues reconoció en él la voz de Carol y al girarse la vio tendido en el suelo a varios metros de distancia tras él…

Los caminatas de acercaban, y Tyreese se detuvo a socorrerla, junto a Tara. A su lado Abraham pasó junto a ellos tirando de Eugene.

Rosita, Sasha y él habían ido a la cabeza, seguidos de cerca por Bob, y aunque los rezagados llevaban buen ritmo y Carol se puso en pie con rapidez, Daryl tuvo la certeza en ese instante de que era posible que no sobrevivieran a esa noche, no todos.


Dillan no podía dormir y suponía que el resto de sus compañeros tampoco, así que se había quedado velando el sueño de su sobrino mientras vigilaba por la ventana de su habitación. Aún ocupaban una de las mejores habitaciones por tener un niño a su cargo, pero suponía que aquello no tardaría en cambiar.

Había hablado con Rick poco antes de ir a acostar a su sobrino y había compartido con aquel compañero de profesión su punto de vista y también el suceso con Beth y lo que la joven opinaba. Ambos estaban de acuerdo en que era difícil de explicar o dar sentido, ni siquiera encontraban un motivo claro a las sospechas que tenían, pero su olfato profesional notaba un hedor claro en ambos. Sin embargo, Rick no quería hablar con él solo para compartir puntos de vista, y Dillan lo sabía, quería hablar con él para evaluarlo y saber si podía confiar en él. Dillan esperaba haber causado la impresión adecuada, pues intuía que algo pasaría en los días posteriores y no quería estar al margen.

Mientras pensaba en si había hecho realmente bien en abandonar el hospital, un miedo que tal vez siempre le acompañaría, observó por la ventana la reconocible figura de Gareth caminando por el exterior hacía su edificio. Sintió mala espina de forma refleja y en cuanto le vio meterse dentro del edificio temió por el bienestar de Beth, que dormía sola un piso por debajo. Rick se había ofrecido a quedarse junto a Mara la primera parte de la noche.

Sin pensarlo demasiado Dillan salió de su dormitorio asegurándose que el sueño de su sobrino era profundo y caminó hacía las escaleras, las cuales descendió con sigilo llegando a la planta inferior oculta entre las sombras.

—No podemos hablar aquí —reconoció la voz de Mery, que ocupaba la primera habitación de la planta, como si fuera la centinela de la misma.

—Es más seguro hablar a estas horas que por el día en cualquier lugar, es menos sospechoso. Debemos lograr que no tengan ninguna sospecha —le respondía su hijo.

—Pasa… sea la hora que sea debemos ser cuidadosos, ahora más que nunca —aceptó la mujer tras unos segundos de silencio.

La puerta de la habitación se cerró, pero tras lo que había escuchado Dillan se sentía demasiado alterado y se tomo unos segundos para sosegarse y caminar con cautela hasta la habitación de Mery, donde intentaría escuchar lo que tenía que hablar con el mayor de sus hijos.

Caminó lentamente, cuidando de no hacer ningún ruido, hasta estar junto a la puerta y soltó el aire que había retenido en sus pulmones con lentitud.

—Has pecado de soberbio, y por eso hay desconfianza. Si esto empeora el resto podrán comenzar a sospechar y a pensar que los que paso al resto de su gente no fue casual. Yo te dije que dejaras que se fueran cuando lo desearan… que no era un problema. Ahora hemos perdido a tres mujeres fértiles de ese grupo, un médico y puede que tengamos la mayor crisis desde que comenzamos con el crecimiento —decía Mery.

—El grupo se habría ido igual, también los habríamos perdido… Y si se iban delante de todos tal vez crearían un precedente, había que mostrarlos como traidores, y debíamos de deshacernos de elementos innecesarios como Carol o Abraham y Ty, ella no es fértil y ellos podrían ser un riesgo de no acatar las normas. No tiene nada con lo que doblegarlos como Rick y el policía.

—Daryl también se habría doblegado por la seguridad de su compañera e hija.

—Nos vio, madre, no tuve otra opción… por eso ha fallado el plan. De otra manera jamás sospecharían…

—Pero ahora sospechan, y si descubren…

—No hay forma de que puedan descubrir nada. La caravana esta inutilizada en mitad de la carretera, abierta y destartalada… y cuando pase la horda por allí lo estará más aún. Y en cuanto consigan salir de donde están morirán devorados pues solo les rodena caminantes.

—Y ¿si no lo consiguen y en el futuro alguien encuentra el vagón? —preguntó la mujer.

—Saldrán, haciendo tanto ruido que atraerán a la horda por completo y se meterán en la boca del lobo. Sé que saldrán porque no son de los que se rinden, y por eso morirán luchando. Y si por algún casual alguien se topa con sus restos solo avalaran nuestra versión. Se marcharon desoyendo nuestro consejo, se vieron rodeados por los muertos y murieron. Seguir aquí, con nosotros, aumentando el numero de los vivos es la única opción de un futuro.

—Pero tal vez hemos impedido que lograran salvar el mundo.

—Conozco a las personas —afirmó Gareth—, y te aseguro que Eugene es más mentiroso y tú y yo juntos. Si alguien salva el mundo no será ni él ni con su ayuda.

El corazón de Dillan latía aceleradamente por todo lo que había escuchado, tanto que podía notar como su pecho se elevaba con fuerza a pesar de intentar controlar su respiración. Cuando una puerta a unos metros se abrió sintió que por un segundo su pulso se paraba al ser descubierto, pero entonces identificó a Beth saliendo de su cierto y en cuestión de medio segundo se abalanzó hacía ella volviendo de regreso al interior de su habitación.

—¡¿Qué…?!

Dillan la tapó la boca con la mano impidiendo que dijera nada más e intentó cerrar con sigilo la puerta.

—Tenías razón, Beth… No sabes cuanta razón tenías.


Capítulo dedicado a Ana Gutierrez. Y no digo más porque sé que quiere que lo suba ¡ya!