Paranoia Sensata
El bosque se extendía de manera casi infinita mientras el grupo corría entre los matorrales y árboles intentando alejarse de los gruñidos de los caminantes. Daryl tenía un objetivo y lo tenía claro, había conseguido nos solo orientarse sino también situarse y con ello hacerse una idea de un refugio apto y propicio: la cabaña donde habían dejado las armas. Podían llegar si corrían sin descanso y así sacar una buena distancia a los caminantes para que pasaran de largo si se ocultaban bien en su interior, pero no sería fácil. Estaban cansados, aturdidos, hambrientos y por lo tanto débiles.
—Sígueme —le había dicho a Abraham, y el sargento debió haber visto tanta determinación en su mirada que sin poner objeciones lo había hecho.
Sin embargo, Eugene no podía seguir el ritmo que marcaba Daryl, y los retrasaba, aunque siendo justos no era el único al que podía considerarse un lastre para el grupo.
—No podemos detenernos —se repitió a sí mismo, aunque se obligó a mirar hacía atrás viendo como el militar instaba al científico a correr casi tirando de él.
Bob y Carol parecían también retrasados, lo que hacía que Sasha también se retrasara y con ella su hermano. Tan solo Rosita y Tara parecían poder seguir el paso de Daryl.
Una parte del cazador quería volver la vista hacia delante y acelerar sin pensar en a quién dejaba atrás. Sin embargo esa parte no le impelía ese deseo por mera supervivencia egoísta sino para reunirse con su gente y por ello no podía obedecerla, pues reunirse con los suyos no era posible si dejaba a parte del grupo olvidados.
«¿Qué podía hacer?» se preguntó desesperado sin dejar de avanzar.
Se volteó haciendo un gesto a Rosita para que se acercase y esperó a que Abraham llegara a su lado con Eugene.
—Esa es la estrella polar, no se mueve —determinó señalando la estrella más brillante del cielo.
—Lo sé —dijo Abraham casi ofendido.
—Pues mantenla a tu derecha y sigue recto, llagaras a las vías y a la caballa donde dejamos las armas.
—¿Qué coño…? —preguntó tan confuso como molesto.
—Debemos adelantarnos los que podamos, tú quédate con él si quieres, pero si los que podemos no llegamos y tomamos las armas no sobreviviremos ninguno. ¿lo entiendes?
El sargento comprendió entonces que Daryl pretendía acelerar su paso para llegar a la cabaña y regresar a cubrirlos. Tal vez fuera la única oportunidad real que tuvieran para sobrevivir a aquella noche y poder salir con vida del bosque, y asintió.
El resto de los rezagados los alcanzó, momento en el que Daryl aprovechó para decir:
—Los que puedan, que me sigan… —y comenzó a correr mucho más rápido.
—Vamos, va a por armas —dijo Abraham—. Es la única forma, las necesitamos.
Sasha lanzó una mirada a Bob dudando, pero este la instó a que lo dejara y corriera tan rápido como le fuera posible.
Eugene dudó si Abraham lo dejaría a su suerte e iría también a por las armas o seguiría a su lado. Pero el militar no se alejó y volvió a tirar de él para que corriera. Aunque al quedarse lo que dejaba en claro el militar es que no confiaba en absoluto en la supervivencia del Eugene por si solo, a este le alegró.
Daryl sentía como sus pulmones ardían con cada respiración por el esfuerzo que estaba realizando, pero no le importó, ese ardor era la prueba de que estaba luchando por los suyos y le ayudaba a continuar.
El leve retumbar de los pasos de los centinelas que hacían guardia en la azotea sonaba rítmicamente en la tranquila noche, pero en aquella madrugada la presencia de vigilantes en lugar de tranquilizar a Rick lo intranquilizaba, pues suponía, no sin motivo, que no solo estaban controlando la cercanía de caminantes u otros peligros externos, sino que también los controlaban a él y a su grupo.
Casi de manera inconsciente tomó la mano de Mara, que descansaba ajena a los últimos acontecimiento en la cama. El calmante que le había administrado Mery debía haber sido excesivo, pues había pasado el día entero durmiendo profundamente. Una parte de él temía que la joven no volviera a despertar o que el sedante que corría por su organismo fuera perjudicial para ella o para su futura hija, pero no encontraba ninguna razón por la que quisieran dañar a una embarazada. De forma refleja apretó la mano de la joven y está de devolvió el apretón, sorprendiendo a Rick, quién se sobresaltó y llevó su mirada perdida a su rostro. Con una sonrisa cansada Mara le confirmó que había despertado.
—Si estás aquí es porque no ha sido una pesadilla… —dijo ella con pesadez, en su forma de pronunciar se podía notar que tenía la boca seca.
Rick no supo qué contestar y se limitó a negar abatido, tendiéndole un vaso con agua que descansaba en la mesilla de noche.
—¿Tienes hambre? —preguntó mientras ella bebía con ansia.
—Sí, pero no puedo comer… tengo el estomago cerrado.
—Debes comer, Daryl no…
—Daryl no se ha ido —le interrumpió, y volvió a tomar la mano de Rick que había estado sobre la suya unos segundos antes—. No se ha ido… Da igual, me da igual lo que diga Mery, lo que diga nadie… —Rick intentó tomar la palabra, pero Mara se lo impidió temiendo que intentara convencerla de lo contrario a lo que estaba diciendo—. Cada día, antes de llegar a despertar por completo, noto como sus manos acarician mi vientre. Desde que nos reencontramos hasta que llegamos aquí no ha querido perderme de vista ni un segundo, y hablo de manera literal, Rick. Tú sabes cómo es Daryl, lo sabes tanto o más que yo y…
—Mara, si creyera la versión que nos han contado no estaría velando tu sueño —dijo entonces Rick…
Los grandes ojos de Mara se abrieron ante la sorpresa de sus palabras pasando en una fracción de segundo al pánico por lo que estas significaban.
—¿Qué ha pasado? —preguntó con un hilo de voz.
—En realidad nada, nos reunieron para explicarnos la decepción que ha supuesto la marcha del resto del grupo y pedirnos algo así como un compromiso de permanencia y lealtad. Podría ser razonable, pero hay algo…
—Llevo pensando en lo que ocurre en este lugar desde que llegamos —confesó Mara—. A Daryl le parecía inquietante al principio, pero a mi me parecía un autentico milagro. Entonces el me dijo que solo se puede dejar de tener miedo si se deja de tener algo que perder y empecé a cuestionarme lo perfecto de este lugar… al pasar los días él fue confiándose y yo a dudar más y más por lo que iba viendo.
—¿Viendo qué?
—Hay demasiados bebés y mujeres en estado para la cantidad de adultos, prácticamente no hay nadie sin descendencia, especialmente las mujeres. Mery es la única mujer madura, la única que biológicamente no es fértil.
»Ninguna de las mujeres con las que he estado estos días me ha siquiera insinuado que las hayan forzado, no estoy diciendo eso, pero… Tú sabes que tener un bebé ahora, en este mundo, no es una idea feliz o no lo es tanto como debiera en otras circunstancias —el sheriff asintió—. Yo me sentí aterrada cuando supe que esperaba un hijo y debía obligarme ver la parte positiva, y te puedo asegurar que es minúscula, para no estar eternamente preocupada. Estas mujeres sin embargo… Es como si no fueran conocedoras de la realidad del mundo, como si su percepción del mundo que nos rodea esté distorsionada o algo así… Como si…
—¿Fueran una secta?
—Más o menos, sí. Y luego está el hecho de que insistieron mucho a Michonne para que se quedara aquí, pero apenas intentaron que Dillan hiciera lo mismo, incluso pareció que no les gustaba la idea de que terminara quedándose, cuando tiene un niño a su cargo. Ambos son jóvenes, hábiles, buenos supervivientes, sanos… solo les diferencia el sexo.
Rick se quedó pensativo. No había considerado aquello y al hacerlo recordó también como a Sasha y Bob les habían insistido porque se quedasen, eran una pareja y él era médico militar. Un médico militar es un miembro valioso en cualquier grupo y era lógico que quisieran que no se fuera, pero el empeño que pusieron por lograr que Sasha se quedara fue llamativa teniendo en cuenta que no mostraron ningún interés porque su hermano lo hiciera.
—Nos han tenido muy separados a todos —mentó Rick entonces, frotándose la sien pensativo—. Pensé que era normal, nos evaluaban sin darnos lugar a que pudiéramos organizarnos en su contra. De por sí no es algo malo, solo precavido, hasta tenernos confianza. Pero… ¿y si lo que pretendían era que no comentásemos lo que percibíamos de este lugar? Desde que llegué apenas se me ha permitido estar con las mujeres, no sé cuántas son, cuántos bebés hay en realidad… Hay pocos hombres, eso sí lo sé, pero perdieron algunos hace poco, no lo encontré raro.
—Si Daryl estuviera aquí nada sería raro en realidad, ni siquiera que Abraham hubiera convencido al resto para irse al alba sin avisar. Pero Daryl no está y no solo es mi corazón el que me dice que es porque se han desecho de él…
El corazón de Beth latía de manera acelerada después de escuchar lo que Dillan le había relatado. El rubio había escuchado una confesión completa de lo sucedido no solo con Daryl sino con el resto del grupo de Washington y la preocupación de lo que aquello significaba la estaba embargando.
—Hay que hacer algo —determinó agitada.
—Lo sé, pero el qué —cuestionó Dillan—. Es noche cerrada, estamos separados y no tenemos…
—Ha dicho que los ha encerrado en una trampa mortal, que al escapar solo conseguirán ser rodeados por caminantes… Están ahí fuera rodeados de muerte.
—Beth, Beth escucha, perdiendo los nervios y dejando de pensar no les vamos a salvar —alegó entonces.
—Hay que avisar al resto, empezando por Rick… Él sabrá que hacer —determinó tomando el pomo de la puerta para salir sin perder tiempo.
—Espera, ten cuidado —dijo Dillan yendo tras ella, pero la joven había dejado ya su habitación.
Beth frenó en seco tras haber dado un par de pasos por el pasillo y se quedó rígida por completo, reteniendo incluso la respiración. Dillan no tardó en comprender el motivo al identificar a Gareth frente a ellos, quien mostraba un expresión confusa y sorprendida en un primer momento, pero después no disimulo un extraña sonrisa.
—Vaya, menuda sorpresa —dijo entre dientes.
Beth pudo ver una leve nota de lascivia en la forma en que los miraba e intuyó que tipo de idea se estaba formando en la cabeza, y no dudó en aprovecharlo y se obligó a sonrojarse fingiendo pudor, estaba alterada y en cierta manera excitada por sus últimas averiguaciones.
—No es lo que piensas —dijo falsamente avergonzada—. No estábamos haciendo nada…
Dillan entendió qué negaba Beth que habían hecho, logrando así que Gareth pensara que era exactamente eso lo que hacían.
—Yo solo… estaba aquí porque… —tartamudeo quedando más en evidencia.
Gareth se rio ante la actitud que mostraba la pareja.
—No estáis de campamento, no tenéis que explicar nada… Pero tampoco ocultarlo, es absurdo. Este tipo de cosas solo generan mal entendidos… además de que malgastamos una habitación sin necesidad.
Beth negó ruborizada, quedando inmóvil aún ante Gareth, al igual que Dillan.
—En fin… cada uno es cada uno —dijo Gareth que por un momento hizo el amago de continuar su camino, pero entonces se detuvo y se giró como si acabara de percatarse de algo—. ¿dónde ibais los dos?
—Con Mara, iba a relevar a Rick que está ahora con ella —dijo Beth sin dudar, pues aquello en gran parte era cierto.
—Yo iba a volver a mi cuarto —apunto Dillan tras ella.
—No os retraso entonces —dijo, invitándolos a que se le adelantaran por el pasillo.
La pareja avanzó y camino delante de Gareth hasta el tramo de escaleras, por donde él también comenzó a subir.
—Iré a la azotea, con la horda que se acerca hace falta vigilancia extra —comentó.
Beth sintió como se le erizaba el vello de todo el cuerpo ante la mención de aquellos caminantes que muy probablemente estuvieran en esos momentos acechando a sus compañeros.
Aunque la pareja se desvió por el pasillo Gareth se quedó junto a la puerta que llevaba a la azotea unos segundos, esperando a que Dillan llegara a su habitación.
—Buenas noches —dijo el rubio a Beth.
La chica se detuvo aproximándose entonces a él, la presencia de Gareth a unos pocos metros la incomodaba y preocupaba.
—Buenas noche —contestó, acercándose más, como si fuera a besar su mejilla—. Diré a Rick que te visite —susurró.
Dillan clavó sus pupilas en los ojos de Beth asintiendo levemente, percibiendo como los ojos de la joven pasaban de estar fijos en los suyos mirar rápidamente a Gareth que continuaba junto a la puerta de la azotea y titubeante volvió a mirarle a él un poco agitada. Dillan no entendía que estaba esperando, hasta que, tras un parpadeo, la mirada de Beth se llenó de determinación y se alzó sobre la punta de sus pies, dándole un rápido beso en los labios.
Aún incrédulo el rubio la vió alejarse por el pasillo hasta la habitación de Mara.
—Buenas noches —escuchó que decía Gareth.
—Sí, buenas noche… —respondió aturdido.
Mientras corría, apenas escuchando el sonido de su respiración y el sonido que sus compañeros hacían también entre los matorrales siguiéndole, no podía dejar de pensar en cómo había llegado hasta allí. Se maldecía por haberse confiado en aquel lugar, por haber bajado la guardia y permitido que aquello le sucediera, porque así lo sentía. Aquel lugar parecía, con el pasar de los días, tan perfecto para su futura familia que se había dejado convencer de que lo era y dejado de prestar atención a la punzante sensación de su nuca que le mantenía alerta.
Pero no solo era culpa de él, obviamente los culpables de aquello eran quienes les habían encerrado en el vagón, y debía de reconocer que los cabrones eran listos, muy listos. No exageraba al admitir que eran más listos de lo que lo había sido el gobernador, o por lo menos sus planes eran más creativos e ingeniosos.
Dejarlos malamente maniatados del daba la oportunidad procurar salir del vagón y al hacerlo llamarían la atención de los caminantes que rondaban por la zona, estando aturdidos por la droga, débiles y desorientados sobrevivir sería casi cuestión de suerte. Y esa gente acabaría con ellos sin ensuciarse las manos directamente. El por qué, que era lo que martilleaba su cabeza, no resultaba tampoco complicado. Quién estaba con él eran exactamente los que pretendían irse a Washington y su marcha no sorprendería a nadie, en el caso de encontrar sus restos o hallarlos convertidos en caminantes serviría para apuntalar el mensaje de que huir de su comunidad los llevaría a la muerte…
Sin embargo él jamás se planteó ir acompañando a Eugene, y por ello no entendía que hacía allí, aunque si el resto de sus teorías eran ciertas a aquellas horas Mara tal vez pensase que la había abandonado, que había preferido salvar el mundo a quedarse con ella y su hija. ¿Lo creería? ¿Sería posible que Mara creyera que él podía elegir otra opción, fuera la que fueses, a estar con ella? Lo dudaba, pero lo temía. Si no volvía junto a ella tal vez terminase aceptando que la había dejado…
Aceleró más el pasó.
No estaba seguro de cuanto le quedaba hasta la cabaña, pero agradecía que la noche fuera clara y la luna estuviera casi llena, para que la visión del camino fuera bastante clara.
Beth entró en la alcoba de Mara con la respiración agitada, cerrando la puerta tras de sí con rapidez y atrayendo la mirada tanto de Rick como de Mara.
—Tienes que ir a hablar con Dillan, ahora —dijo la joven mirando a Rick con nerviosismo—. Tiene que explicarte lo que ha escuchado, yo me quedaré con Mara.
—¿Cómo? ¿A qué viene esto?
—Ve, él te lo explicará —insistió la rubia.
Rick terminó por ceder y se levantó de su silla.
—Está bien —aceptó.
—Vigila que no te vea nadie entrar o salir… en vuestro caso podría ser difícil de explicar —dijo la joven, cerrando la puerta en cuanto Rick abandonó la habitación.
Mara que había observado la escena sin decir nada aguardó unos segundo a que su amiga ocupara la silla junto a su cama que instantes antes había usado Rick.
—Que alegría que estés despierta —dijo entonces Beth, reparando por primera vez en que Mara había dejado su sueño.
—Sí, y dudo que pueda vovler a conciliar el sueño. Aún menos si no me dices que es eso tan importante que Rick debe saber —alegó Mara.
Beth bajó la cabeza, no quería que Mara supiera qué era lo que habían hecho con Daryl y el grupo de Abraham, si para ella era angustioso pensar que estaban en serio peligro, para Mara supondría una autentica tortura, sobre todo porque no podían hacer nada.
Sin llamar a la puerta Rick entró en el dormitorio de Dillan con el mayor de los sigilos, encontrando allí al niño que descansaba en una estrecha cama y a su tío que parecía estar a la espera.
—Beth me ha dicho que…
—Será mejor que te sientes —pidió el rubio.
Cuando Rick tomó asiento en una silla de madera junto a la ventana, su compañero comenzó a relatar con el mayor detalle que pudo la conversación que había escuchado mantener a Gareth con su madre un rato antes.
Según le iba escuchando la cercana conversación mantenida con Mara tomaba más fuerza y sentido, dejando de parecerle en absoluto paranoica.
—Si les han drogado administrándoles el mismo sedante que ha Mara no habrán despertado hace mucho, puede ser que aun no estén a merced de los caminantes… —comentó Rick, dejando más que claro que no podía en duda ni una sola palabra de todo lo que Dillan le había relatado.
—Es posible, o puede que solo pretendieran aturdirlos… Su plan es que escapen para caer presa de los caminantes. Pero es difícil ponerse en la cabeza de esta gente…
—¿Tú crees? Parece que tiene sus prioridades claras. Ni tú ni yo les importamos, nos consideran más una amenaza que otra cosa, sin embargo no quieren prescindir de ninguna mujer joven, ni los niños les suponen una carga. Sabemos que así piensan… Podemos usar eso.
—¿Para qué?
—Para salir de aquí e ir a por los que se han llevado.
Dillan no parecía muy convencido de ello, hasta se mostró sorprendido por la disposición de Rick, pero en realidad no tenía motivos para ello, y lo sabía. Debía haber previsto que algo así sucedería si revelaba lo que sabía y hasta una parte de él se arrepintió. Con todo y pese al comportamiento sectario de aquella comunidad era un lugar seguro.
—Sé que esta gente no es la peor del mundo, que hay monstruos ahí fuera que conservan el pulso y el raciocinio mucho peores que cualquiera caminante, pero nos han mentido, usado e intentado matar a la mitad de nosotros. No podemos ignorarlo… No podemos seguir como si nada…
—Lo entiendo, pero sé que él aquí está a salvo y renunciar a eso… —comentó mirando a su sobrino—. Pero sé que hacer algo es lo correcto y lo mejor para todos a largo plazo. ¿Qué propones?
—Debemos hacernos con el control de este lugar —declaró Rick sin dudar.
—¿Cómo?
—Aprovechándonos de sus propios principios…
La cabaña donde habían dejado las armas era visible a unas decenas de pasos y Daryl hizo un gesto al resto para que se adelantaran, mientras él comprobarían cuanto le sacaban a los rezagados.
Esperó apenas unos segundos, los gruñidos de los caminantes eran lejanos, lo que suponía una buena noticia, pero tampoco llegaba a escuchar pasos veloces que anunciasen la proximidad del resto.
Entonces una grito le heló la sangre, estaría a una milla aún, pero lo pudo escuchar con tanta claridad que reconoció a Bob como quién lo emitía. Y refrenando su instinto de ir en su ayuda se encaminó tan rápido como pudo a la cabaña.
Sasha también había reconocido el grito y se cruzó con él, portando un cuchillo de gran tamaño.
En el interior de la cabaña Rosita y Tara estaban estaban repartiéndose las armas.
—Coged para el resto —dijo Daryl, que no dudó en tomar la ballesta que usaba Mara y el carcaj de flachas, tomando también un par de cuchillos y armas de fuego.
—Vamos, nos necesitan —declaró Rosita, saliendo de la cabaña.
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TWD
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Muchas gracias por leer.
Dadas las circunstancias actuales del mundo y el problema de salud por culpa del coronavirus espero que todos los que leáis esta historia os encontréis bien al igual que vuestras familias y seres queridos. Y pediros, aunque no soy quien, que por favor tengáis cuidado, os protejáis y cuidéis. Yo he pasado el virus al igual que mi marido, estamos bien y no hemos tenido secuelas, pero desde la experiencias y habiendo pasado de forma vele por la enfermedad no es una circunstancia que le desea a nadie, la falta de aire y presión en el pecho son muy angustiosas y además tardas mucho en reponerte, por lo que el agotamiento no solo físico sino también psicológico es profundo. Sobre todo tener cuidado con la gente mayor, padres y abuelos. Pensad en ellos y cuidadles, aunque sea no yendo a verlos porque es exponerlos.
En fin, lo dicho: Cuidaos y espero que nos leamos.
un abrazo.
