Los encontramos

Según el sol se iba ocultando entre los árboles dando lugar al final de día los ocupantes de la Iglesias iban buscando un lugar donde pasar la noche lo más cómodos posibles. Habían pasado unos días cómodos, descansando en camas con mullidos colchones en la terminal, pero tener que pasar una noche sobre el suelo no les importaba en absoluto, no sería la primera vez y con absoluta probabilidad tampoco sería la última. Las guardias de dos ya estaban decididas y sus estómagos estaban llenos, no quedaba mucho más que hacer.

Cerca del altar Mara se había recostado para descansar la espalada, pero con el pasar de los minutos sus ojos se habían cerrado y en esos momentos dormitaba tras la espalada de Daryl que no podía relajarse lo suficiente como para quedarse dormido. Había supervivientes de la terminal que podían estar a su acecho, y por ello sus ojos estaban fijos en la gran puerta de la Iglesia, esperando que una amenaza les sobreviniera sin avisar.

—Debes intentar descansar, mañana será un día largo —le aconsejó Rick, que se sentó junto a él, sin apartar la vista de sus dos hijos, que descansaban a un extremo de la gran sala.

—¿Qué planes hay?

—Fijos ninguno, pero habrá que decidir si seguir recuperando fuerzas o ponerse en camino, si optamos por lo segundo también tendremos que acordar hacía dónde.

—Washington sigue siendo la mejor opción…, pero… —Miró a Mara de soslayo que descansaba ajena a la conversación—. Tal vez esté demasiado lejos.

—Si la suerte nos sonriera en todo llegaríamos en dos meses, sino…

Daryl se quedó unos segundo pensativo, notando a su espalada como Mara respiraba moviendo su abultado vientre.

—Si nos retrasamos y perdemos más tiempo será aun más peligroso. Ella puede aguantar, pero un recién nacido en los caminos es como una llamada a cenar para los jodidos muertos. Ella piensa igual…, y tiene motivos de sobra para querer ir.

—¿Y el cura? ¿Le dejamos o…?

—No sé ni su nombre —confesó Daryl.

—Gabriel, Padre Gabriel… No creo que suponga una amenaza, pero oculta algo, estoy convencido.

—¿Y quién no? —preguntó el cazador.

Rick se quedó pensativo y terminó por asentir.

—Descansa, en no tenemos la ronda hasta dentro de unas horas —recordó.

Daryl asintió, pero no cambió de postura, manteniendo su vista fija en la puerta, a la espera.

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Desde su llegada el grupo se había apropiado de la iglesia de forma literal, se movían y tomaban de ella tanto como necesitaban sin esperar el consentimiento de el padre Gabriel, a pesar de que a fin de cuentas él era su anfitrión. Tan solo la joven Beth se aproximó hasta él para preguntarle si podían buscar entre las prendas que la parroquia había recogido antes del fina de la civilización, pues todos los que habían huido de la Terminal lo habían hecho con prendas de dormir y no demasiado aptas para su supervivencia en el exterior.

Junto a ella se encontraba Mara, que también quería hallar algo más holgado que ponerse sobre todo de cara a las futuras semanas, adelantándose a no tener oportunidad de buscar o encontrar nada en el futuro cercano. Dillan se había reunido con ella, había dejado a su sobrino con Sasha que junto a su hermano cuidaba también de Judith, la cercanía de los niños no les haría mal alguno.

—Estoy molido, Dylan no a parado de moverse en toda la noche, creo que he descansado más durante la guardia… —confesó el rubio—. No me vendría mal un masaje.

Mara se rio, pillando la insinuación de su amigo.

—¿Aún te acuerdas? ¡Hace siglos que no te doy un masaje!

—En realidad, si me pongo a pensar creo que solo me diste uno, cuando nos fuimos a esa cabaña con mis padres… Recuerdo que terminamos borrachísimos con el tequila de Sawyer.

—Sí —se rio al recordarlo—. Estuvimos jugando a eso de la fantasía erótica y tu hermana se enfadó porque pensaba que yo le gustaba a Blake. —Beth miró a ambos desconcertada por no entender o mal entender de lo que hablaban—. La verdad es que me lo pasé genial esa noche, aunque fue un caos… y no recordaba cómo llegué a mi cama.

—Yo tampoco me acuerdo de mucho —dijo sonriendo—, pero si creo que lo pasamos bien.

Un sonoro carraspeo sobresaltó a Dillan que se volteó descubriendo a Daryl apoyado en el marco de la puerta.

—Hay reunión, tenemos que decidir qué hacemos.

Todos asintieron y dejando la ropa que habían seleccionado aparte le siguieron al centro de la iglesia.

—Quedarnos aquí un solo día más es ponernos la zancadilla a nosotros mismos —sentenció Abraham—. Washington nos espera. Nos necesitan allí.

La mayoría asintió, la idea de continuar camino no incomodaba a ninguno de los presentes, ni veían motivo alguno para no emprender el viaje cuanto antes. Sin refugio seguro no había motivo para no ir a Washington sin demora. Sin embargo, Eugene sorprendió a todos al tomar la palabra.

—Dado el cansancio acumulado, la falta de recursos defensivos, un trasporte adecuado para todos y la cercanía de un gran grupo de caminantes, salir ahora reduciría nuestras posibilidades de permanecer con vida, sino de todos si de la mayoría. Son cálculos inequivocos.

—¿Propones que nos quedemos aquí? —preguntó Sasha confusa.

—No de manera definitiva, naturalmente. Sé que mi destino de salvar el mundo está en Washington, pero sin las condiciones aptas no es posible llegar.

—Hemos sobrevivido todo este tiempo —declaró Abraham, que intentaba disimular su contrariedad infructuosamente.

—La suerte nos ha sonreído en muchas ocasiones, pero yo soy científico y me opongo a seguir confiando en ella. No continuaré el viaje sin contar con más garantías.

—Bien, ¿y qué te daría más garantías? —preguntó Glenn.

—Munición, trasporte adecuado y un mapa o mapas del camino. Viajar constantemente no creo que sea una posibilidad, somos un grupo grande, con niños, debemos planificar los descansos en lugares seguros y aptos.

»Tal vez no lo entendáis, pero si lo pensáis unos segundos veréis que mi razonamiento es el correcto.

—Tiene razón —murmuró Rosita a Abraham.

—Debemos salir en busca de la caravana —propuso Dillan—. Si la dejaron abandonada con todas las cosas que habían preparado para el viaje tendremos casi la mitad de lo necesario.

—En las gasolineras encontraremos mapas —afirmó Glenn—. Y descansar un par de días más no creo que nos venga mal a ninguno.

Daryl maldijo interior mente, el prefería salir cuanto antes, retrasar el viaje conllevaría mantener expuesta a los peligros del exterior a Mara o a su hija en un futuro que no era tan lejano, sin embargo aceptó con el resto la decisión de retrasar su partida hasta estar completamente equipados.

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En aquella ocasión y al contrario de lo que tenía por costumbre Daryl no formó parte de ninguno de los grupos que saldrían a por los diferentes suministros. Una de las labores que debían realizar era mantener segura la prisión. Abraham había propuesto construir una empalizada junto a la puerta de la prisión con maderas afiladas que los protegiera de caminantes que pudieran ser atraídos por el ruido, y Daryl decidió unirse a su construcción. Tal vez fuera las malas experiencias que le habían alejado de Mara drásticamente en los últimos meses, pero alejarse no le resultaba tan trivial en esos días. Se mantenía alerta porque no podía quitarse de encima la sensación de seguir en peligro.

Dillan también se había quedado y estaba ayudando con las defensas, afilando los maderos con un machete. Parecía diestro con el cuchillo, lo que sorprendió a Daryl, que en un primer momento pensó que verle cortarse la mitad de la mano de un limpio tajo no le desagradaría.

—¿Sabes cazar? —preguntó al rubio ante su maña con el arma blanca tras un rato.

—Sí, pero… no soy tan purita como tú, yo sin una escopeta no sé manejarme en el bosque —. De hecho un año intenté enseñar a Mara, pero la señora Darling se negó en rotundo ante el hecho de que alguno de sus hijos manejase un arma de fuego —recodó con una sonrisa que demostraba que su mente se había trasladado a una época feliz de su vida.

—Ya… claro… Os criasteis juntos —murmuró Daryl, sintiendo un picor en el cogote.

—Sí, bueno de pequeña era más amiga de mi hermana, para mí solo era una mocosa con un hermano al que tenía miedo… —Daryl le miró de reojo, sin entender porqué le daba tantas explicaciones—. No fue hasta más adelante que nos hicimos amigos de verdad.

—Tienes fantasías eróticas con todas tus amigas —murmuró para sí el cazador, pero sus palabras llegaron nítidas hasta oídos de Dillan.

Un escalofrío recorrió la espalda del antiguo ayudante del Sheriff al sentir la mayor de sus intimidades expuesta ante el mundo entero, incómodo y confuso intentó balbucear una excusa o cuestionar de qué estaba hablando Daryl, hasta que como un fogonazo luminoso recordó la conversación que había tenido con Mara anteriormente y se rio con alivio.

—De lo que hablamos antes, eso… —Sonrió de nuevo quitándole importancia—. Era un juego de broma, solo consistía en preguntas para vacilar al que se la ligara por así decirlo. Mara y yo nunca tuvimos nada… —sus ojos se nublaron a la vez que la jovialidad se desvanecía de su rictus—. Nunca me correspondió, si te soy sincero. —Daryl lo miró desafiante al escuchar aquello—. Sí, la quise…, y si mi memoria no me falla, la quise mucho. Pero aprendí con pesar que no era su tipo de chico. Así que no tienes que ponerte a la defensiva conmigo. Al contrario, es con quién más puedes contar para mantenerla con vida.

—Tienes de sobra de lo que preocuparte —respondió el cazador con un deje soberbio.

Dillan se encogió de hombros sin darle importancia al desplante de Daryl. Podía ver ciertas cosas positivas en aquel tipo, sobre todo para preferir tenerle como aliado, pero aún así seguía teniendo demasiadas actitudes de rudo gañan que no podía entender que no repelieran a su otrora mejor amiga, pero la gente cambia con el tiempo y también nadie es igual con aquel a quien ama que con el resto del mundo, y tal vez fuera eso lo que sucedía con Daryl, que a Mara le mostraba una parte de él que ocultaba para el resto y de la que ella si podría enamorarse.

Por el sendero que llegaba a la iglesia Abraham, Rosita y Tara aparecieron alzando los brazos con aire triunfal.

—La encontramos —dijo Tara en voz alta acelerando el paso—. Encontramos la caravana…

El padre Gabriel que estaba en la puerta de la iglesia la hizo una gesto para que callara.

—Seguimos rodeados de caminantes —dijo Carol con reprobación.

Pero ignorando la reprimenda Dillan entró en la iglesia para dar la buena noticia a todos los que aguardaban en su interior.

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Aquella noche los ánimos estaban altos. Las buenas noticias del hallazgo de la caravana habían paliado el pesar por la perdida de Bob. Además, como habían intuido contaba con la reservas de armas y vivieres que en la terminal les habían cedido para el viaje. Así que habían ocultado el vehículo de la carretera, aunque no habían conseguido traerlo hasta la Iglesia por el mal estado de los caminos cercanos. Y si eso fuera poco el grupo encabezado por Maggie y Glenn había conseguido varios mapas y demás recursos en una gasolinera cercana. Partir a Washington sería inminente y eso era motivo más que suficiente para que se descorcharan las botellas del vino de la comunión y celebrar.

—Me siento como la niña pequeña en la fiesta de navidad —se quejó Mara, al ser la única que no tenía su vaso relleno de vino.

—Tú has sido siempre más de tequila —dijo Dillan.

—Ohhh… hace años que no me tomo un chupito de tequila en condiciones —comentó Mara.

—Ni yo —dijo Maggie con complicidad—. Cuando des a luz lo celebraremos con unos chupitos.

—Te tomo la palabra —dijo Mara alzando su vaso con refresco sin gas.

Inconscientemente Mara miró a Dillan, pensar en tener a Hope entre sus brazos hizo que Mara pensara en su anterior embarazo y en el hecho de que Dillan era el único que entendía realmente lo que significaba para ella poder traer a su hija al mundo sana y bien. Él pareció saben en qué pensaba y asintió con un gesto de seguridad, que no pasó desapercibido a los grandes ojos de Beth.

—Oye, Dillan, antes te he oído decirle a Daryl cómo era ese juego que hacías Mara y tú, pero no lo he entendido —planteó la rubia.

—¿Qué juego? —preguntó Mara.

—El de la fantasía erótica, al que jugamos en la cabaña —respondió Dillan, ante cuyas palabras Rick, Maggie, Glenn y Rosita que estaban sentados cerca mostraron todo su interés y curiosidad.

—No es lo que estáis pensando —apuntó Mara, que no pudo evitar mirar a Daryl negando, para que no se hiciera una falsa idea.

Abraham y Eugene también parecieron interesados en lo que el grupo comentaba.

—Exacto. Es un juego muy tonto…

—Y no lo jugamos solo Dillan y yo, éramos más.

—Esto se pone interesante —comentó Rick por lo bajo.

El padre Gabriel los miró algo contrariado.

—No en serio, es básicamente hacer preguntas.

»Alguien se la liga, y con una excusa se le pide que salga de la habitación, mientras a los que no lo sabes se les explican las reglas, que básicamente son que a las preguntas que haga quién se la liga se contesta que sí a las terminadas en consonante y que no a las terminadas en vocal. Cuando el que se la liga regresa se le dice que en su ausencia se ha imaginado una fantasía erótica entre todos y él debe descubrir en qué consiste haciendo preguntas que se puedan contestar solo con sí o con no.

»El que se la liga va haciendo preguntas y el grupo en conjunta contesta igual según la letra en la que termine la pregunta; así parece que realmente es cierta la respuesta.

—Y ya está, ¿no hay sexo?

—No, claro que no —dijo Mara—. Y a ver, suena tonto, pero teniendo 16 años y con amigos es muy divertido, os lo aseguro.

Daryl dio un largo trago a su vaso de vino y se incorporó para servirse más, sentándose más cerca de Mara y rodeando su espalda con el brazo libre.

—¿Así pasabas las tardes en tu juventud, jugando a preguntas guarras? —preguntó chistoso.

—No todas —dijo ella—. Pero de verdad que te reías muchísimo.

—No me lo imagino.

—Como con los juegos de beber, ya sabes; el yo nunca, los números o el verbo. —Daryl negó sin saber de qué hablaba Mara. —¿Nunca has jugado? ¿Ni al yo nunca?

—¿Jugar para beber? —preguntó como si la idea careciera de sentido.— Yo nunca necesité una excusa para eso.

—Supongo que ambos podemos aprender cosas del otro —dijo Mara, ante lo que Daryl la miró con suspicacia—. Tu me enseñas cosas útiles como a disparar una ballesta y yo chorradas como emborrachase contando secretos.

Daryl se rio negando y ella le abrazó con cariño buscando su rostro para besarle, pero la atención del cazador se desvió de los labios de Mara y sus ojos se centraron en la puesta doble de la iglesia haciendo que se pudiera en alerta.

Cuando las balas atravesaron la madera de la puesta y paredes del edificio haciendo saltar las astillas por los aires apenas le dio tiempo a abrazar a Mara para protegerla con su propio cuerpo.

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*FETWD*


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Veo que sí, que la historia se sigue leyendo, y eso me hace muuuy feliz.

Estoy intentando centrarme más y sobre todo sentarme más y teclear, voy a tener unos meses por delante de cambios pero haré todo lo posible por seguir escribiendo, porque en el tiempo que me he alejado de las letras me he sentido menos yo y muy perdida. Además tengo claro que para volver a encontrarme devo volver al origen y este es el fandom de twd (aunque ya no vea la serie, lo confieso) y Daryl y Mara. Así que espero estar más por aquí e intentaré hacer por que así sea.

Valeria, no te puedo responder por privado al no estar logueada, pero muchísimas gracias por comentar los capítulos, me hace muy feliz. Ana Daniela gracias por estar siempre ahí.

Muchas gracias por leerme.