Nuevo Hogar
Días después del nacimiento de Hope, Glenn y Tara habían encontrado un posible refugio, era evidente que no podían permanecer en la emisora de radio, aunque había sido un lugar perfecto para el alumbramiento, para vivir a largo plazo. No contaba con espacio para todos, ni tan siquiera para poder dormir cómodamente.
El lugar hallado era un pequeño motel en un carretera secundaria, con habitaciones que daban al exterior, situado a un par de millas de una gasolinera y sin ningún otro edificio en las cercanías, pero debían acondicionarlo antes de trasladar allí a los más indefensos del grupo, sobre todo a las dos bebés.
A nadie del grupo le había gustado la idea de separarse en dos grupos; uno que se desplazara al hotel para convertirlo en su nuevo hogar y otro que permaneciera en la emisora con los niños y Mara mientras se recuperaba, pero era la solución que Rick propuso al grupo para conseguir un refugio sin arriesgarse demasiado. Y por ello todos aceptaron y antes de que Hope cumpliera los 15 días de vida en el mundo el grupo por completo pudo trasladarse al Motel para asentarse de una vez.
Todavía quedaban muchos aspectos que mejorar y defensas que añadir, pero lo harían poco a poco estando allí todos juntos
—De momento solo ocuparemos las habitaciones de la 1ª planta, hasta que tengamos una barricada por todo el perímetro —indicó Rick —. Hay sitio para todos.
—Algo de intimidad al fin —comentó Abraham portando su petate al hombro —. No voy a extrañar el coro de ronquidos de cada noche.
—Ni nosotros tus pedos —apuntó Tara, lo que hizo reír a Glenn.
Mara bajó de la caravana con Hope en brazos por detrás de Daryl, ninguno de ellos había ido al motel en los días anteriores, al contrario que el resto de compañeros, y ambos observaron el lugar. Daryl examinó tanto el edificio como los alrededores con desconfianza, desde el nacimiento de la pequeña el mundo le parecía mucho más inseguro y por ese mismo motivo no se había alejado de su lado en los días anteriores. Sin embargo, Mara lo recorrió con la vista con ganas, con esperanza de que aquel lugar fuera un verdadero nuevo refugio para su familia, toda su familia y aunque fuera un lugar extraño, como lo era la prisión, para asentarse, se pudiera convertir en su fortaleza, en su hogar con todas las letras.
—Ve a elegir una habitación, nos quitaran las mejores — instó a Daryl con una sonrisa llena de ánimo.
Daryl dudó por unos segundos sin alejarse de su lado.
—Yo tengo reservado la del extremo, así que me quedo con ella —dijo Michonne para convencerlo, posando su mano sobre la empuñadura de su katana, en un gesto que le dejaba claro que no debía temer por Mara y la niña.
Daryl se adelantó hasta llegar a la altura de Glenn y Maggie, dejando atrás de Beth, que portaba a Judith y Carl que caminaba junto a ella.
—¿Elegimos habitaciones pegadas? Así estarás cerca de Judith —propuso el chico.
—Claro, aunque voy a compartirla con Tara, no hecho de menos dormir sola por completo.
Unos pasos por detrás y con paso lento iban Mara y Michonne, por último y cerrando el grupo Rick. Observando al grupo, o lo que quedaba de él, fijándose en la solitaria figura de Sasha, que de todos ellos era la que menos entusiasmo mostraba por el nuevo lugar.
—Mich —llamó a su compañera que frenó un poco el paso igual que Mara—. ¿Dormirás sola?
—Sí, ¿Por qué? —preguntó con un recelo un tanto cómico.
—Por Sasha... —contestó con un tono serio, que distaba mucho del que había usado su amiga—. Me preocupa que esté sola.
Mara llevó sus ojos hasta la mujer y asintió, entendiendo el punto de Rick. El bajo ánimo de Sasha desde la perdida de Bob y Ty era evidente para todos, pero habían estado tan ocupados con todos los preparativos que pocos habían dado la importancia necesaria a las circunstancias de su compañera.
—Claro, entendido —dijo entonces Michonne—. Aunque no sé si aceptará.
—No perdemos nada por intentarlo —apuntó Mara—. Yo intentaré mantenerla ocupada, si puedo... ¿Me dejarás? —susurró a la bebé que dormitaba en sus brazos.
—Tú céntrate en ella, no te preocupes por nada más.
Mara acariciando la cabecita de la niña, poblada con un fino cabello castaño claro, de forma protectora
—Parece que tiene el pelo de Daryl—dijo Michonne.
—Sí y sus ojos parecen claros, aunque todos los bebés los tienen azules y puede que le cambien.
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Mara y Daryl se instalaron en la habitación junto a la elegida por Michonne, quien la compartía con Sasha que había aceptado ser su compañera con cierta desgana, y al otro lado tenían a Rick y sus hijos, después Beth con Tara, seguidos de Maggie y Glenn, a continuación la habitación de Dillan y su sobrino, al lado Abraham y Rosita y, por ultimo teniendo un dormitorio solo para él; Eugene.
Era una habitación sencilla, con una cama doble, dos mesillas a cada lado, un par de butacas a un lado y una cómoda frente a la cama y un armario frente a la entrada, junto a la puerta del baño, que resultaba inútil pues no disponían de agua corriente.
—Es el mejor sitio que hemos tenido —comentó Mara, pues aunque en la terminal tenían una habitación cómoda ese lugar nunca fue su hogar en realidad.
—Sí, está bien —asintió Daryl mirando en interior del armario —Dejaremos lo de ella ahí —Señaló la cómoda y paseó por la habitación algo inquieto—. Conseguiremos más cosas en las salidas, le diré a Glenn que busque, y con los muebles de las habitaciones vacías podré hacerle una cuna... De momento...
—Cuando no la tenga en brazos es porque la tengas tú —dijo Mara, que cuando no sentía a su hija pegada a su cuerpo se sentía incómoda—. Lo sabemos los dos.
Daryl observó el descansar de la pequeña y se relajó por unos segundos.
—Michonne piensa que se parece a ti. —Le entregó a la pequeña con delicadeza, y se dejó caer en la cama estirando los brazos sobre su cabeza. Aún tenía el vientre hinchado aunque cada día menos, y se sentía infinitamente más ligera que los últimos meses—. Es cómoda, muy cómoda.
Daryl se sentó a su lado, acunando a la niña.
—Yo la veo igual que tú —comentó.
Mara se incorporó y apoyó su mejilla en el hombro de Daryl, sonriendo.
—Es la mezcla perfecta de ambos, es perfecta, perfecta en todo.
—Y muy pequeña.
Era cierto, pues aunque había crecido en esos 15 días seguía siendo diminuta aún y su padre podía abarcar todo su cuerpo en una sola mano.
—Ya irá creciendo, no será porque no come —aseguró Mara—. Un día de estos comenzaré a mugir en lugar de hablar.
—¿Por qué no descansas? Aprovecha, hasta que vuelva a tener hambre, no has dormido ni dos horas seguidas por la noche.
—Estaba nerviosa por el traslado, tampoco hubiera dormido más aunque hubiera podido.
—Ya hemos llegado, descansa —aconsejó—. En cuanto se inquiete te la daré, no te preocupes.
—Está bien... —Se interrumpió, pues tuvo que soltar un bostezo, las palabras de Daryl la habían recordado el cansancio acumulado que tenía desde el nacimiento de su hija.
—Pero será un relevo, tú también tienes que dormir —Le besó en el hombro y se levantó rodeando la cama para tumbarse más cómodamente—. Pero, quédate cerca, descanso mejor cuando te siento cerca.
Daryl asintió y se sentó por el otro lado de la cama, a su lado, apoyando la espalda en el cabecero de madera y estirando las piernas sobre el colchón, colocó a la niña sobre su pecho; una postura en el que la pequeña se encontraba bastante cómoda con él.
Mara se quedó dormida en apenas un par de minutos, y pese al ajetreo que se escuchaba de sus compañeros yendo y viniendo por el pasillo exterior que comunicaba las habitaciones, Daryl podía escuchar el suave y continuo respirar de su compañera, lo que le relejaba.
Besó la cabeza de su hija.
—Eres perfecta, sí lo eres... tan perfecta como mamá.
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Daryl cumplió su palabra de hacer una cuna para Hope al día siguiente de instalarse en el motel. De una de las habitaciones sin ocupar tomó el último cajón de la cómoda, más hondo que el resto y lo clavó a una mesilla. No era una cuna normal, en absoluto, pero podía cumplir su función para acomodar a la pequeña Hope, pues estaría cómoda sobre las varias mantas que se habían usado de colchón y protegida entre las almohadas que recubrían los tableros del cajón, sin embargo en cuanto Mara la dejó allí la niña no tardó en inquietarse visiblemente incómoda. Seguramente el estar siempre pegada al cuerpo de alguno de sus padres o de otros miembros del grupo le hacía extrañar mucho ese contacto.
—Es tan pequeña, que no tiene nada de malo que se sienta protegida —dijo Mara, tomando de nuevo a la bebé en brazos—. Ya tendrá tiempo pedir su espacio.
—Descansarías mejor —respondió Daryl, aunque sabía que era una batalla perdida—. Estás agotada. Llevas semanas agotada.
—Lo sé. Sigo hinchada, me duele el pecho, se me cae el pelo a puñados y tengo el ciclo de sueño más irregular de mi vida y no recuerdo como es la sensación de no sentirme agotada, pero se supone que esto es lo normal.
—Tan normal como que intente evitarlo... aunque no sirva de nada —murmuró Daryl para sí, un poco frustrado, apartándose un par de pasos.
Él también estaba cansado, pero sabía que no tanto como Mara, pues el cuidado de Hope con las tomas cada poco eran mucho más exigentes para con su compañera que para con él. Y, obviamente, quería hacer lo que fuera necesario para paliar aquella situación, porque también quería cuidar y proteger a Mara, casi tanto como de la niña.
—¿Crees que me estoy equivocando? ¿Qué no lo estoy haciendo bien? —preguntó temerosa.
Daryl se giró acercándose a ella de nuevo, negando con la cabeza.
Al verla mostrar dudas y por primera vez desde que Hope había nacido, Daryl vio la debilidad en Mara, que no era física sino emocional y fruto de pensar que no estaba haciendo las cosas de la mejor manera. El cazador no pudo evitar rodear su espalda con un brazo y atraerla a su costado.
—Eres la mejor madre del maldito mundo. Solo estoy preocupado por ti—aseguró con suavidad y la apretó con él levemente, mirando a su hija.
—Solo la quiero proteger, proteger y que hacer que sienta que la quiero con todo el alma —dijo Mara con emoción, intentando no llorar sin éxito—. Quiero que...
—Lo sé..., yo también —reconoció y se puso frente a ella, tomando entre sus manos el rostro lloroso de Mara—. Pero tienes que recuperar fuerzas, no puedes superar tu límite, porque ella te necesita fuerte, y yo también, te necesitamos más que nadie, ¿de acuerdo?
Mara asintió con la cabeza conteniendo el llanto. Daryl sabía que las lágrimas eran producto de sus hormonas y su cansancio, porque no era la primera ni la segunda vez que Mara lloraba con facilidad por cosas que anteriormente le hubieran parecido meras trivialidades sin importancia. Así que solo limpió sus lágrimas con los pulgares y sea acercó aún más para besar su frente.
—No estas haciendo nada mal, nada.
Unos suaves golpes en la puerta les interrumpieron, pero esta no se llegó a abrir, sino que la voz de Glenn se escuchó tras ella en un tono bajo. Normalmente no solían abrir la puerta si la hallaban cerrada para no molestar si Mara estaba amamantando, aunque todos la habían visto hacerlo pues ella no necesitaba intimidad para ello sino solo estar tranquila, pues era algo tan natural como dormir
—Vamos a salir, ¿necesitáis algo? —susurró.
Daryl abrió la puerta.
—Buscad lo de siempre para Hope, sobre todo pañales, nunca hay suficientes —indicó, y Glenn asintió —¿Quiénes vais?
—Unos cuantos, seguro que conseguimos lo necesario... menos armas, eso sí.
—Suerte y cuidaos.
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Un nuevo hogar requería de mucho trabajo en un primer momento y pese al acondicionamiento previo a instalarse definitivamente debían pasar muchas jornadas hasta tener todo listo, reunir alimentos, defensas y demás. Tuvieron que regresar en más de una ocasión a la emisora, sobre todo para extraer de allí todas las almohadillas aislantes para insonorizar la habitación de Daryl, Mara y Rick y que el llanto de Judith y Hope no fuera un problema.
—Hope no llora mucho —Dijo Sasha, apenas la he escuchado, ni por las noches.
—Es normal, es pequeña y solo duerme y come... —dijo Mara.
—Y descome —apuntó Daryl.
—...Pero según vaya creciendo, ganando autonomía y siendo más despierta llorara más y con más fuerza.
Eugene indicó la forma más eficiente de ir colocando los cuadrados de aislante en cada habitación, pues no podían forrar todas las paredes por completo en ambas estancias, mientras Abraham y Rosita los iban colocando.
—Esto va tomando forma... —dijo Rick saliendo al exterior.
—Aún faltan cosas —comentó Maggie, y se apoyó en la barandilla del pasillo—. Creo que a medio plazo esto puede ser un lugar seguro... hasta que encontremos algo mejor, con el tiempo... Y tengo ideas de cómo hacerlo.
—¿Ideas?
—Sí, varias...
—Me gustaría escucharlas.
—No es solo de infraestructura, sino de organización también —comenzó a decir con cierta duda, pero Rick asintió—. Habría que comenzar a organizarnos, hacer grupos para diferentes tareas, no limitarnos a esperar que nos apuntemos a tareas. Ya sabes, en la prisión estábamos organizados, cada día sabíamos que debía hacer cada uno y cada día se hacía lo que era necesario y si había alguna incidencia o problemas ahí ya se tomaban medidas.
—Sí, deberíamos comenzar a crear equipos de trabajo, pero ahora somos menos..., no hablo de cantidad, habrá tareas que no sé si alguien está cualificado...
—Lo sé —asintió Maggie.
Ya no contaban con Hershel o Bob ni con Carol para ocuparse de los cuidados, la gestión de suministros ni la salud del grupo como lo habían hecho ellos tiempo atrás.
—Cuando terminemos con esto, podríamos reunirnos —dijo Rick.
—De momento creo que mi hermana podría tomar más responsabilidades, está preparada, y tú... mi padre te enseñó mucho sobre cultivos, y he pensado que en la piscina podríamos hacer un huerto, si conseguimos suficiente tierra, poco a poco.
Rick observó a Maggie con una media sonrisa gratamente sorprendido por lo que escuchaba y asintió.
—Sí que tienes ideas... ¿Qué más? —animó a que continuara mientras se ponía a caminar junto a ella por el pasillo hacia las escaleras y que le fuera explicando el resto de cosas que se le habían ido ocurriendo.
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A última hora de la tarde todos se reunieron en una de las habitaciones sin ocupar para que Maggie y Rick compartieran ideas con el resto del grupo para conseguir hacer viable aquel lugar como una nueva comunidad. Todo el grupo fue consciente de que eran un grupo fuerte a nivel defensivo, más de la mitad de ellos podían defender y proteger el lugar, manejaban armas y tenían conocimientos en defensa. Abraham era militar, Rick y Dillan sheriff y Tara cadete, Glenn, Maggie, Rosita y Sasha no tenían problema alguno en moverse en el exterior, Mara sin estar en su mejor momento también podía valerse por si misma y proteger a otro y Michonne junto con Daryl sencillamente eran los más fiable y letales en cualquier circunstancia. El único eslabón débil, sin contar a los niños, era Eugene, pues tanto Beth como Carl habían demostrado no ser un lastre. Sin embargo, tenían carencias para ocuparse de tareas cotidianas como la limpieza, la comida y cuestiones así. En la prisión, salvo Beth nadie se había ocupado de esas labores, y el grupo de Abraham había ido sobreviviendo en ruta, como nómadas, no tenían costumbre de organizarse para la vida sedentaria, y Dillan o Tara menos.
Dado que Mara no tenía la menos intención de salir del refugio en el futuro cercano recuperó su labor de estar al cargo de los niños, pues en los próximos meses debía primar el cuidar de su pequeña ante todo. Beth, Sasha y Eugene se ocuparían de la gestión organizados por Maggie y el resto bajo el criterio de Rick, Glenn y Abraham lo harían de las salidas, las guardias y la defensa.
Todos salieron satisfechos de allí y Mara que había tenido que apartarse para amamantar a Hope en mitad de la reunión y la acunaba en sus brazos aprovechó la calma de la pequeña para entregársela a Sasha, intentando que la cercanía de la pequeña apartase de su amiga los tristes pensamientos que debían asaltarla la mayor parte del tiempo.
—¿La coges un poco? Tengo los brazos entumecidos, dudo que pueda volver a estirarlos de forma natural.
—Claro —aceptó, y tomó a la niña con delicadeza, tornando su expresión en una más relajada en cuanto cargó con la bebé, dibujando una sonrisa.
—Hace poco tú eras así de pequeñas—dijo Carl acercándose a ellas a su hermana, que llevaba en brazos.
Mara aprovechó que Sasha estaba acompañada para dirigirse a su habitación, donde hacía unos segundo había entrado Daryl.
—¿Y la niña? —preguntó nada más verla.
—La tiene Sasha, no la he dejado olvidada en la parada el bus, tranquilo. Pensé que su compañía le haría bien —Se acercó a él y rodeó su cuello con los brazos—. Y escuchar que la normalidad va a volver a formar parte de nuestra vida me ha hecho pensar que no recuerdo la última vez que te pude abrazar de verdad...
Él asintió, deslizando sus manos por su cintura hasta rodearla y bajó la cabeza en busca de sus labios. Aunque el cuerpo de Mara conservaba un poco de tripa era mucho menor a el final del embarazo y podía abrazarla de forma más cómoda al besarla. Estaba a apunto de reconocer que también echaba de menos eso, tener a Mara, solo a Mara, para él, abrazarla con ganas sin preocuparse por Hope, ni temer aplastarla o golpearla.
Sin embargo, Sasha apareció en su puerta con la niña en brazos.
—Necesito un pañal, creo —Sostenía a Hope de forma menos cómoda, como si la niña portara material radioactivo.
—Yo me encargo —dijo Daryl, mientras Mara se alejaba de él—. Se ha convertido en mi especialidad. —Tomo a su hija en brazos y la apoyó contra su pecho—. Ya me has traído otro regalo, eh, mi granujilla?
—Gracias —dijo Mara a Sasha, acercándose para apretar su mano en un gesto de cariño.
—Cuando quieras —respondió, y observó junto a Mara las dotes de Daryl cambiando el pañal —Oye, no se le da mal.
—No, nada mal. Es su forma de repartir las tareas, como yo le doy de comer... pues él se ocupa de la evacuación. Todo un padrazo.
—También la duermo —dijo alzando a Hope de la cómoda donde la había cambiado, lista con un nuevo pañal—. Ya está, mi vida, como nueva.
—Y mejor que yo —apuntó Mara, besando a su hija en el muslo cuando se acercó a tomar el pañal sucio —Voy abajo, ¿me acompañas?
Sasha asintió y fue junto a ella hasta la planta baja, donde dejaban los desechos. El sol se estaba poniendo y todo estaba regado por una cálida luz dorada.
—Puedes venir con los niños siempre que quieras, y pedirme que te dije tener a Hope cuando lo desees, mientras no tenga hambre. Los niños tienen cualidades sanadoras... Si no hubiera sido por Shelly y Megan...
—Ellas te necesitaban.
—Olga me necesitaba, a ellas las necesitaba yo...
—Pero...
Mara tiró el pañal a un bidón que había al pie de la escalera, pero se detuvo allí.
—Sé que volveré a ver a Shelly, que está bien y nos encontraremos.
—Tienes razones para no rendirte.
—Todos las tenemos —dijo Mara, sabiendo que Sasha no compatia su opinión en esos momentos, porque había vivido ese mismo dolor por la perdida de su hermano y Megan—. Somos una familia, todos nosotros. Miro a mi hija y no puedo evitar desear que mi hermano o mi madre la hubieran conocido, tanto como lo pienso con Hershel o Ty. —Los ojos de Sasha se humedecieron al escucharla—. Quedan motivos para seguir, porque todos somos el motivo de otro. Nos hacemos falta, todos. Incluso él. —Señaló a Eugene que estaba en la planta superior caminando lentamente a su habitación.
Sasha sonrió al escuchar eso último y asintió.
—Aunque no vaya a salvar el mundo.
—Para mí ya lo ha hecho; fue quien tuvo la idea de que fuéramos a la radio. Sin él no sé cómo hubiera tenido a Hope —recordó Mara.
Sasha asintió, la idea de que lo había perdido todo era recurrente para ella y entendía que Mara intentaba hacerla comprender que aún le quedaba mucho, pues tenía a todo el grupo, pero le iba a costar convencerse realmente de ello, pero lo intentaría porque una parte de ella sabía que era cierto.
Dillan bajó hasta donde las mujeres se encontraban.
—Se está poniendo el sol, hay que cancelar las escaleras para evitar que pueda subir algún caminante si logra pasar el vallado por la noche. Subid.
—¿Nadie hará guardia? —preguntó Sasha, confusa.
—Si, pero hay puntos ciegos, y por prevenir.
Ambas asintieron y subieron tras él. Al llegar al piso superior Sasha se detuvo y abrazó a Mara antes de entrar en su dormitorio. Mara continuó hasta su propia habitación que seguía con la puerta abierta, al principio creyó que Daryl había salido pero lo descubrió sentado en una de las butacas que había junto a la ventana, con Hope apoyada en su pecho en la postura de ranita, su favorita, en la que no tardaba nada en quedarse dormida con su padre. La sorpresa de la joven fue ver que Daryl también parecía dormido.
Con calma preparó la cama, colocando un almohada en un lado, junto a la cuna y fue con cuidado a tomar a la niña en brazos, lo que despertó a Daryl inmediatamente.
—Lo siento... no me he...
—Yo me he quedado dormida dando el pecho más veces de las que puedo recordar, tranquilo. —calmó a la niña que despertó levemente
—Le he curado el ombligo mientras estabas fuera —dijo, mientras iba a cerrar la puerta.
—Pues acostémonos ya, en un rato volverá a tener hambre. —Dejó a la niña sobre la cama.
Mara se descalzó y desabrochó la camisa que vestía sin llegar a quitársela y sin más se tumbó junto a la bebé, que al otro lado tenía la almohada. Daryl la siguió unos segundos después y se acomodó a su espalda, pasando un brazo por su costado y abrazándola.
La luz que entraba por la ventana cada era más tenue pero mara no dejó mirar el suave y tranquilo respirar de la niña.
—No me canso de mirarla, podría pasar la vida así, es tan bonita...
Daryl sonrió levemente al escucharla, porque no había día que Mara no dijera algo así o muy parecido. Se limitó a asentir con un sonido nasal, porque verdaderamente estaba agotado aquel día, no porque se hubiera cansado de escuchar a Mara diciendo ese tipo de cosas cada poco, al contrario. Le gustaba eso, le hacía amar aún más a su compañera, porque le hacía admirarla y valorarla aún más de lo que ya lo hacía. Valoraba infinitamente que primara a su hija ante todo, que la quisiera con tanta devoción y se volcara en ella sin dudar ni cuestionárselo. Siempre había pensado que Mara sería una excelente madre, porque ya lo había demostrado con sus niñas en la prisión, pero ahora con su propia hija estaba convencido que era no buena, sino la mejor madre que nadie pudiera tener, la que todo niño debiera tener, y se sentía agradecido porque fuera con él con el hubiera formado una familia.
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La jornada estaba siendo tranquila y sin ninguna incidencia. Vicent y Aaron habían aprendido a coordinarse en las salidas que realizaban y podría decirse que formaban un buen equipo, se estaba creando entre ellos una relación de confianza y amistad. Cada semana salían al menos una vez en busca de supervivientes que pudieran integrarse a la comunidad de Alexandria, lo que no era fácil. No eran muchos los vivos que quedaban y, entre ellos, no todos eran aptos para acogerlos en una comunidad como a la que ellos pertenecían. Había veces que descubrían a un pequeño grupo a los que observaban en la distancia, descubriendo así que no quedaba apenas un ápice de civilización en ellos y su comportamiento estaba ya muy alejado de la humanidad, por lo que se distanciaban o procuraban alejar sus pasos de Alexandria. Otras sencillamente no llegaban a tiempo y solo encontraban los restos de un grupo que había terminado sucumbiendo al mundo.
Aquel día parecía que habían descubierto el campamento de un grupo, los restos en la zona eran claros; allí habían estado instalados supervivientes. Las huellas de vehículos, el entorno alterado por la vida de personas, los restos de trampas y la carencia de alimento en el entorno denotaba que había un campamento en lo que una vez fue la emisora de radio del condado. Sin embargo, tras varias horas observando el edificio de la radio no se apreciaba un ápice de vida humana.
Con cautela el dúo de expedicionarios se aproximó a las instalaciones para ver más indicios de que aquel lugar había sido habitado, hasta entrar dentro del edificio y comprobar que, como habían imaginado, aquello había sido el refugio de un grupo, pero ya no lo era.
Quedaban algunas mantas por el suelo, restos de comida y cacharros usados, ropa en mal estado, seguramente remplazada por mejores prendas y otros ejemplos de la cotidianidad del que aquel lugar había sido testigo no mucho antes.
—No hará más de una semana que dejaron este sitio —dijo Vicent, al observar los restos algo podridos de comida en un plato.
—No hay rastro de violencia o asalto por parte ni de muertos ni de otro grupo —comentó Aaron esperanzado—. Así que tal vez sigan con vida.
—Puede que ya estén lejos.
—No lo creo... —apuntó Aaron y señaló a una esquila de la sala de mezclas de la radio —. No se pueden mover muy deprisa, es un grupo con niños.
En el suelo de la habitación se podía reconocer varios dibujos que evidenciaban haber sido trazados por una mano infantil.
Vicent asintió observando con más atención todo su entorno para intentar perfilar qué clase de grupo había hecho de aquel lugar su refugio, pero al irse se habían llevado muchas cosas con lo que no resultaba fácil decir si eran un grupo de cuatro o de catorce personas. Aunque no eran una simple pareja con un crío, y lo sabía precisamente porque habían ocupado demasiado espacio, dejado demasiados restos y también faltaban demasiadas cosas.
—Sé que querías acercarte hasta la radio para comprobar si era posible localizar a tu gente usando las hondas —dijo Aaron sin rodeos.
Vicent lo miró fijamente y sonrió, aquel tipo lo conocía bien, como lo hubiera hecho un compañero de escuadrón y tal vez por ello se sentía cómodo saliendo al exterior con él y no con otro, sobre todo con Aiden, el hijo menor de Deanna, que no le daba ninguna confianza.
—No puedo resignarme a quedarme aquí, aunque volver a por ellos no sea una opción. Debo hacer algo para reunirme con ellos —explicó el militar.
—Lo sé, y lo entiendo. ¿Qué tenías pensado?
—Nada en realidad —reconoció con cierto tono de derrota—. No planeamos establecer comunicación entre ellos y yo, y no hay segundo que no lamente no haberlo hecho, ni entienda por qué no se nos ocurrió.
—¿Tenían radio? —Vicent negó —. Pues ya sabes por qué no se os ocurrió.
—Tengo la esperanza de dejar un mensaje en las hondas, de largo alcance y que ellos puedan escucharlo y entenderlo; dejar un mensaje que solo ellos entiendan... al menos uno de ellos. —Comprendiendo lo iluso de su deseo Vicent se apoyó contra el marco de la puerta de la cabina de grabación y confesó sus miedos a su compañero—. Ha pasado tanto tiempo y tal vez no quede nada de ellos, ni su refugio ni el grupo.
—Por lo que me has contado eran un grupo fuerte, y dejas entrever que más fuertes que nosotros.
—No quiero ofenderte... Pero crearon su campamento tras mucho tiempo sobreviviendo como nómadas, eso curte como ninguna otra cosa.
—Podemos hacer una cosa, deja un mensaje que sepan que es tuyo y al que puedan responder. Podemos volver a aquí cada cierto tiempo y comprobar si lo han hecho. Si no establecisteis una forma de comunicaros el primer paso es lograr eso, ¿no? Establecer una comunicación y después...
—Después ya iremos viendo —determinó Vicent, esperanzado. Las palabras de Aaron le habían dado un resquicio de esperanza pues dejaban la posibilidad de volver a tener contacto con Mara abierta, y eso era una gran fuente de esperanza.
—Primero comprobemos que esto aún funciona —dijo Aaron—. Además, si volvemos por aquí con un motivo es posible que volvamos a encontrarnos con los que han estado aquí. Tengo la sensación de que encajarían bien con nosotros.
Con el ánimo renovado Vicent se giró hacia la sala de control. No se sorprendió al comprobar por la ventana que daba a la cabina de grabación que la habían usado como dormitorio, por las mantas que había por el suelo, pero sí le impresionó ver restos de sangre en algunos paños. Temiendo que aquella gente hubiera corrido un terrible destino fue hasta la cabina para comprobar aquel lugar con mayor detenimiento.
Aaron lo siguió y reparó en lo mismos restos ensangrentados que el observaba, pero su reacción fue completamente diferente, pues incursionó en la sala con premura y comenzó a analizar los objetos que había con más interés, pero sin mostrar pesas sino todo lo contrario.
—Tienen un bebé, un recién nacido —dijo sin dudar—. Usaron este lugar para traer al mundo a un bebé, seguro.
—¿Cómo lo sabes?
—Trabajé en campos de refugiados y en otros sitios dispensando ayuda humanitaria y aquí hay varias cosas que me resultan muy familiares, podría ser otra cosa..., pero es la impresión que me da.
Vicent no pudo evitar pensar en Mara y en el bebé que esperaba, pero no era posible que su grupo hubiera llegado hasta allí, eran demasiados, casi un centenar de personas. Y si ella hubiera decidido seguirlo no lo hubiera hecho acompañada de otros niños como los que debían haber hecho los dibujos que habían encontrado fuera. Era imposible que fuera ella, pero era otra mujer como ella, que también había decidido traer al mundo una nueva vida y merecía un lugar seguro y bueno donde verlo crecer y criarlo.
—Debemos buscar a este grupo, merecen un hogar como el nuestro —declaró.
—Pues si tiene a un bebé tan pequeño no habrán podido alejarse demasiado... Si se fueron sería por hallar otro refugio mejor, porque obviamente el bebé ni hizo los dibujos de antes. Es un grupo con niños, varios... y estarán cerca. Nuestro hogar podría ser su única esperanza, porque allí estarán seguros.
Vicent asintió a la teoría de su compañero, sin dejar de valorar el por qué habrían abandonado ese sitio con un recién nacido, y solo se le ocurría una posibilidad, que además contestaba a una de las dudas que tenía; eran un grupo numeroso, de más de media docena y difícilmente podrían haber estado cómodos en aquel enclave, seguro pero reducido. Fue entonces reparó en los cuadrados de almohadillas aislante que faltaba en las paredes. En un principio solo pensó, al ver los huecos en las paredes, que se habían desprendido por el tiempo de abandono de ese lugar, pero no parecían estar por ningún lado a su alrededor, así que seguramente se las habían llevado consigo para insonorizar el nuevo lugar que ocupasen e impedir que el llanto del bebé supusiera un peligro. Por lo que estarían asentados cerca.
Sin embargo, se obligó a apartar aquella idea de su cabeza y centrarse en hacer lo necesario para contactar con Mara y su grupo y no en desconocidos a los que no les había hecho promesas. Volvió a la sala de control y trasteo con los aparatos que parecían en buen estado hasta entender el funcionamiento de aquellas máquinas, que realmente no se diferenciaban mucho de las radios que usaban en el ejercito, solo que esta era mayor y con más añadidos.
Cuando lo tuvo todo listo regresó a la cabina y se plantó frente al micrófono, se aclaró la garganta antes de indicarle a Aaron que pulsara el botón de graban en la otra sala y comenzó a hablar.
—Mensaje para el consejo de Hershel Green, Daryl, Carol, Glenn y Sasha —Un nombre le vino a la cabeza, junto al recuerdo de que Mara le había dicho que él había sido importante en el grupo tiempo atrás, y sin saber lo que podría haber sido de todos ellos en ese tiempo tuvo la intuición de mencionarle también— y Rick Grimes, habla Five desde Washington. No es posible la recogida, aunque el envió puso a la ratita salvo. Intentar comunicación por línea segura en código de cumpleaños. Espero reunirnos, cambio y cierro.
Vicent salió de la cabina cerrando la puerta y fue a la sala de mandos donde estaba Aaron.
—Supongo que la mayor parte de eso es una clave, espero que la entiendan —dijo el tipo.
—Sí, aunque solo una persona sabrá como ponerse en contacto —apuntó el militar—. Es la única forma que se me ocurre para establecer una comunicación y siendo sincero, si esa persona no es quien escucha el mensaje no me interesa una respuesta —explicó con sinceridad mientras manipulaba los botones de la mesa de mezclas para sintonizar el mensaje en bucle por un onda de largo alcance que pudiera llegar a varios estados de distancia.
—¿Nos quedamos un rato más por la zona? —preguntó Aaron antes de salir de la emisora de radio.
—No, dudo que hallemos algo interesante, y si volvemos ya llegaremos antes de la noche ¿te parece bien?
—Mucho, y a quien nos espera en casa le parecerá mejor.
Vicent asintió satisfecho, pensando en Shelly y barajando si decirle o no que había encontrado una forma de que Marita volviera con ellos, aunque no le parecía del todo adecuado alimentar sus esperanzas también sabía que le haría feliz por varios días.
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*FETWD*
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Bueno, no hay forma en la que pueda disculparme por pasar 2 años o casi, pero sí diré 2 años, para actualizar. Y pensar que Flor Eterna la escribí en menos de ese tiempo... La serie original concluyó hace mucho y reconozco que no la he visto, no sé realmente cómo acaba, pero estoy volviendo a verla. Nunca me cansaré de ver las primeras temporadas. Daryl era divertido en esas temporadas, hablaba y aunque borde era más ameno que el Daryl que solo gruñía que desarrolló Gimple, oh, como lo odio.
Obvio que Daryl y todos deben evolucionar, no ser como en Atlanta o la granja, y espero hacerlo, por ello quiero meter escenas con otros personajes, no solo la historia de Mara y Daryl, sino del grupo, y como cada vez se parecerá menos a la serie es lógico que narre como se desarrolla todo el grupo.
No me voy a extender más, dudo incluso que alguien llegue a leer esto tras tantísimo desaparecida, pero si queda alguien, que sepa que los reviews lo leo siempre, los respondo al actualizar y suponen una grandísima motivación.
Pd: Espero que la llegada de Hope al grupo sea de agrado.
PD2: Juro no tardar mucho en continuar.
