El huerto
Desde que encontrasen los restos de aquel grupo anónimo en la emisora de radio Aaron no había dejado de pensar en ellos y en posibles lugares en los que se podrían haber refugiado en un perímetro relativamente cercano a la emisora. Pero inspeccionar el lugar les llevaba tiempo, porque la radio no estaba realmente cerca de Alexandria, y sino hubiera sido por el interés de Vicent nunca hubieran ido hasta allí sin haber seguido un rastro, así que debía pensar bien en que lugares buscar y no ir sin ningún criterio, para poder abarcar varios lugares en una sola salida si no tenían suerte en hallarlos.
—Debemos ir con cuidado, aunque los encontremos, no podemos acercarnos antes de ver qué clase de gente es —indicó Vicent, antes de salir a una nueva expedición.
—Siento que son buenas personas, tiene niños con ellos.
Ambos compañeros se metieron en el vehículo y esperaron a que Nicolas les abriera el portón de entrada a la comunidad para poder salir.
—Eso les hace más peligrosos, pues los protegerán sin dudar de considerar que están amenazados —insistió el militar poniendo en marcha el coche—. A otros que hemos visto los hemos tenido que descartar. Debemos tener cuidado, hay quien nos espera de vuelta.
Aaron asintió y no pudo evitar girarse en su asiento y despedirse de Eric con la mano, quien los observaba marcharse.
—Bien, lo haremos a tu modo, pero para eso tenemos que encontrarlos primero —aceptó Aaron y desplegó un mapa sobre sus piernas—. He comprobado que hay un par de guarderías y una clínica pediátrica a pocas millas de la emisora, podrían haber ido allí. Es por donde empezaría a buscar.
—Hecho, ve indicándome.
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La más joven de las hermanas Greene había dejado claro que tenía voz propia en aquel nuevo lugar y una voz muy importante, pues logró que Michonne y Sasha cambiaran de habitación, para así disponer de la habitación más próxima a las escaleras para ocuparla como enfermería y trasladar allí a cualquier herido, disponiendo de todo el material médico necesario al alcance, como habían tenido una celda del bloque C en la prisión. Por el momento ella era la que más sabía de medicina y seguía aprendiendo todo lo posible gracias al material que pedía que buscaran para aprender. Mientras su hermana mayor se había convertido en la segunda de Rick y a la que todos sabían que debían recurrir para cualquier cuestión logística, pues estaba dedicándose de lleno a hacer de aquel lugar el mejor refugio posible, aunque Rick pensaba que no eran suficiente para realizar todos los proyectos que Maggie tenía en mente, por ser demasiado ambiciosos. Sin embargo, pese a aquel pensamiento había comenzado a trabajar en la piscina, para hacer de aquel lugar un huerto invernadero que poder cubrir con una lona cuando llegara el frío y se encoentraba barriendo el fondo de la piscina vacía, para retirar los restos, hojas y desperdicios que se habían acumulado con el tiempo y metiéndolos en bolsas.
Abraham bajó las escaleras para llevarle una cantimplora con agua y hablarle del problema con el numero de munición del que disponían, que era escaso y le preocupaba.
—No podemos limitarnos a las armas blancas, por muy seguro que sea evitar disparar si nos encontramos con grupos de muertos necesitamos armas a distancia. Es lo más seguro.
—Dudo que Mara vaya a usar su ballesta en un futuro cercano, alguien podría aprender a usarla, incluso la de Daryl... aunque no creo que él le preste a nadie la suya —reconoció para sí mismo Rick. Había parado de trabajar y quedándose junto a Abraham apoyado en el cepillo con el que barria el suelo, distraídamente llevó sus ojos hasta la habitación de la pareja de quien hablaba.
—Yo también lo creo —asintió Abraham, y también llevó su mirada hacia el edificio.
Justamente Daryl salió de la habitación portando a su hija en brazos, a la que sujetaba contra su hombro y palmeaba la espalda.
—Tampoco le podemos pedir que salga, no sería seguro para él. Esta muerto de miedo.
Rick se giró a mirar al militar tras sus palabras visiblemente contrariado con la idea de que Daryl tuviera temor a salir.
—No le estoy llamando cobarde, sé que no lo es, pero si no estuviera aterrado no sería un tipo normal, acaba de ser padre, lo normal es que viva acojonado por completo. Yo nunca he sido temeroso, pero cuando tuve a mi hijo en brazos me temblaron las piernas más que en ninguna guerra. No estará así para siempre, pero hay que darle tiempo.
Sorprendido por la revelación de que había sido padre que Abraham le acababa de hacer Rick no supo que decir, pero como tampoco parecía que el militar quiera hablar sobre ello prefirió pasarlo por alto y tan solo tenerlo en cuenta.
—Sí, cuando sea necesario nadie tendrá que pedirle nada, lo hará. Pero si estamos haciendo todo esto, es para poder disfrutar de una verdadera vida.
—Cierto, amigo, muy cierto —asintió convencido el militar—. Le pediré la ballesta a Mara y le pediré a Glenn que miré en las guías y mapas algún lugar que pudiera disponer de armas y balas.
—Infórmame.
Abraham se encaminó a salir de la piscina levantando el pulgar de su mano derecha en gesto afirmativo y en el exterior de la pileta se cruzó con Carl que iba a ayudar a su padre.
El chico no insistía en salir de expedición como lo había hecho en la prisión, y había decidido disfrutar de un refugio por un tiempo tras tanto tiempo vagando por la mitad del país.
—¿Y tu hermana?
—La he dejado con Mara y Beth, el pequeño Dylan también estaba con ellas.
—Bien, ayúdame ha sacar estas bolsas, pero luego vuelve a por ella. Beth debe estudiar y Mara descansar, cuidar de Dylan no es tanto trabajo como de Judith, te digan ellas lo que te digan.
—Esta bien... —aceptó resignado.
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El grupo de Glenn había regresado de una salida con un cargamento de víveres obtenido del almacén de una ONG que había en un polígono industrial cercano, quedaban solo los restos que otros grupos habían dejado olvidados, pero para ellos era más que suficiente; latas de comida, bolsas de suplementos, bebidas diversas, incluso algunas latas de cerveza y vino en cartón. Y ante esa buena suerte y dado que estaban ya instalados en aquel motel, decidieron cenar todos juntos y celebrar algo parecido a una inauguración de aquel refugio.
Habían perdido mucho en las últimas semanas, tal vez demasiado, y aunque el nacimiento de Hope, sana, fuerte y sin complicaciones, les había dado un poco de ánimos necesitaban un poco de alegría, algo que disfrutar para sentir que todo aquel esfuerzo que realizaban tenía una compensación y merecía la pena.
—¿La celebración ha sido idea tuya? —preguntó Daryl entrando en su habitación, tras enterarse de la cena que estaban preparando.
—No sé de qué me hablas... —contestó Mara que estaba amamantando a Hope sentada en el medio de la cama.
—Han vuelto con suministros y quieren hacer una cena especial o algo así.
—¿Tipo celebración?
—Eso parece, hay cerveza..., ¿puedes beber?
—Claro que no, lo que tome se lo paso a ella, pero cuando no lo haga me cogeré la mayor borrachera de la historia, lo prometo —dijo animada, le gustaba la idea de celebrar algo y no poder beber no le aguaría la velada, se levantó de la cama sintiendo que Hope había quedado satisfecha.
—Nunca te he visto borracha —comentó Daryl, casi para sí mismo.
—Lo harás, te lo aseguro. Tampoco es que sea nada excepcional, me da por decir a todo el mundo lo mucho que le quiero y luego me da sueño.
—Así eres siempre...
—Por eso, seguro que tus borracheras son más interesantes.
—No, no quieres verme así, te lo aseguro...
—Al contrario, me encantaría verte abrazarte a Rick para decirle lo mucho que lo aprecias.
—Pfff... Cállate.
Mara se río al ver que Daryl se había avergonzado un poco y se acercó hasta él, cargando con su hija.
—Te recuerdo que ella es testigo de que conseguí hacerte bailar una noche, si me lo propongo...
—No hay nada que tú no logres de mí, ya lo sabes... —la susurró al oído mientras la rodeaba el cuello con el brazo de forma posesiva y ella sonreía.
En lugar de continuar bromeando Mara se giró para besarlo, suave y lentamente, disfrutando del roce y la humedad de su boca con deleite. No había sentido deseo desde que diera a luz, pero en aquel momento algo en ella comenzó a despertar de nuevo, se dejó llevar acariciando con su lengua la de Daryl con delicadeza, volviendo aquel beso más íntimo y sensual. Sin embargo y pese al deseo que sentía nacer en ella se contuvo al reparar en que no podía pegarse al cuerpo de Daryl como deseaba, pues Hope estaba en sus brazos.
—Tú también consigues todo de mí —dijo al separarse de su boca.
Daryl la dejó apartarse con desgana pero sin queja. Le había sorprendido la reacción de Mara, pero era una grata sorpresa que le había llevado a recordar todos los momentos íntimos que habían compartido en el pasado, y hacer que los añorase. Recordaba la última vez, en aquel riachuelo al que ella había entrado para aliviar su cansancio y calor, hacía semanas, bastantes semanas que no había vuelto a hacerlo, a sentirla y entregarse por completo. Intentó apartar esa idea de su cabeza, sabiendo que no lo lograría del todo.
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La cena fue en el exterior, antes de la puesta de sol, pues intentaban ahorrar baterías y por ello comenzaban su día poco antes del amanecer y lo terminaban al poco de la caída del sol.
Beth tomó a Hope entre sus brazos, lo que permitió que Mara y Daryl estuvieran más libres. Como no tenían una gran mesa en la que sentarse todo, simplemente sacaron comida y dejaron que cada uno cogiera lo que quisiera y se sentara donde quisiera, incluido el mismo suelo, por el exterior del motel.
—Toma, Chip, sé que es tu debilidad —Daryl le entregó un pequeño bote de mermelada de frambuesa.
—¿Hoy te he dicho que te amo? —preguntó retorica para agradecerle el gesto.
—De palabra no..., pero lo sé ¿y tú?
—También. —Sonrió tan ampliamente que la felicidad se podía ver en su mirada.
Mara se encaminó a un banco pegado a la fachada del edificio donde Maggie y Sasha estaban sentadas, y tomó asiento junto a esta última. El pequeño Dylan fue corriendo a la pata coja hasta ella y se apoyó en su rodillas al llegar.
—Tía Mara, ¿puedo coger en brazos a Hope si me quedo sentado?
—Claro, cariño —afirmó y miro a Dillan asintiendo—. Gracias por preguntarme.
El niño se fue tan deprisa como había llegado de regreso al lado de Dillan y Beth.
—¿Debería preocuparme por Dillan al ser la hermana mayor de Beth? —preguntó Maggie con cierta suspicacia.
—Sí y no —dijo Mara.
—Si Beth es mayor para hacerme cambiar de cuarto, lo es para todo lo demás —apuntó Sasha, haciendo reír a sus compañeras.
—¿Qué quieres decir, Mara?
—Pues que sí, si te preocupa que pase algo entre ellos, porque es evidente que pasa, y no si crees que eso es malo, porque Dillan es un gran chico, te lo aseguro —explicó Mara—. Fue mi pareja en mi primer baile...
—¿En serio?
—¿Fuisteis novios? —preguntó Maggie.
—No, para nada... bueno, realmente podríamos haberlo sido —reconoció al pensarlo—, pero yo me fijé en otro y nunca le di una oportunidad. Dillan ha sido de los mejores amigos que he tenido en mi vida, incluso cuando no lo merecía. Así que... verlo con Beth me hace feliz, por ambos.
—Es algo mayor para ella — apuntó Sasha—, ¿no crees?
—Tiene diez años más que Beth, no hay mucha más diferencia que Daryl y yo.
—Pero es diferente, tú eres una adulta no una...
—Chica que te ha trasladado de cuarto —dijo Maggie.
—Bien, no he dicho nada.
Mara se quedó mirando a la pareja, hablaban observando como Dylan acunaba a su hija, y debía reconocer que eran una bonita pareja y podía ver claramente gestos en el chico que demostraban que Beth se había convertido en su debilidad y también como ella correspondía y se sentía halagada por sus atenciones. Entonces reparó en como Hope se mostraba incómoda, dando muestras de que comenzaba a tener hambre y no tardaría en llorar si no la sentía cerca. Sin perder cuidado se levantó para ir hacia ella, mientras Daryl la seguía con la mirada, atento al por qué se había movido de manera tan precipitada.
Sasha aprovechó que Mara se había alejado para plantear una idea a Maggie que hacía días le rondaba por la cabeza.
—No quiero aguarte la fiesta, pero ¿crees que podríamos tener un cementerio?
—¿Un..? —No supo a que se estaba refiriendo su compañera en un primer momento.
—Sí, no un cementerio real, sino algo... un lugar... o lo que sea, donde poder recordar, donde poder...
—Oh, ya...
Mara regresó hasta ellas, cargando a su hija y estando frente a sus amiga y de espaldas al resto no tuvo reparo en desabrocharse la camisa para poder alimentar a la niña, a ninguna de las dos mujeres les sorprendió aquello pues era habitual. Y con la niña bien colocada tomó asiento donde lo había hecho antes.
—¿Mara, te gustaría tener un lugar donde recordar a los que ya no están? —preguntó Sasha.
La joven se quedó pensando unos segundo, intentando obviar el dolor que sentía en el pecho por las heridas que tenía.
—Sí, claro... ¿Qué habéis pensado?
—Nada aún.
—Debemos pensar en cómo hacerlo, de qué manera, pero creo que es una buena idea —respondió Maggie.
Daryl se acercó a ellas portando un almohadón que debía haber sacado de una de las habitaciones y sin decir nada se arrodilló frente a Mara y lo colocó bajo sus brazos, para que no se cansara tanto. Ella le sonrió, pero antes de que pudiera decir nada Daryl se adelantó.
—Lo sé —dijo y se incorporó mientras la sonrisa de Mara se ampliaba.
Tras aquella toma Mara subió a su habitación, hubiera deseado quedarse más hablando con todos, pero se sentía agotada y quería descansar un poco antes de que Hope la reclamara de nuevo, pues no quería tener que recurrir a la leche de fórmula ni los biberones si no era necesario, ni aunque otro pudiera quitarle ese trabajo tan agotador, pues sentía que el vínculo que tenía con su hija era más fuerte, aunque sentía molestias y dolor no estaba dispuesta a renunciar a ello. Cuando despertó Daryl estaba tumbado pero seguía despierto.
—¿Qué me he perdido?
—He estado bailando con Glenn gran parte del tiempo.
Mara se río y se echó hacia atrás para acercarse más a él.
—Qué pena perdérmelo, abrázame para compensarlo.
Daryl se giró hacia ella y la abrazó de una forma más posesiva que las noche anteriores, de forma instintiva, pegando su cuerpo y hundiendo su nariz en su cuello, bajo la oreja, para aspirar su aroma intensamente. Podía apreciar como el olor de Mara había cambiado, a su fragancia genuina y propia se añadía una notas cálidas y dulzonas por la leche. Recordó inconscientemente como había olido antes, su aroma a celulosa y lápices de colores durante su tiempo en la prisión y incluso antes, aquella fragancia a bosque, fresca y ligera que la impregnaba nada más llegar a su vida. Y le gustó pensar que en aquel breve tiemo de vida habían experimentado tanto juntos. Así que aspiró su nuevo aroma antes de besarla, con ganas y algo de pasión.
Mara correspondió al gesto y las caricias que había dejado por su cintura contoneándose de forma instintiva, soltando un leve gemido y se giró hacia él, pidiendo en silencio que la besara en los labios con el deseo que había sentido por la tarde y no tuvo que esperar demasiado.
Acomodándose mejor junto a ella Daryl la besó con ganas, acariciando su rostro, su cuello y bajando a su pecho que ya no era pequeño sino generoso y turgente, pero contuvo su pasión y solo lo acarició tras buscarlo bajo la camisa, ligeramente y con la mayor delicadeza que pudo. Aquello la hizo gemir en sus labios de manera más intensa y se sintió más excitado. Añoraba escucharla gemir así.
Deslizó sus manos por su costado hasta el muslo y la atrajo hacia él.
—Lo deseo... —gimió Mara, haciendo que él asintiera—, pero no estoy preparada... no para llegar al final.
—De acuerdo —aceptó él, pero no se detuvo aunque se mostró más relajado, sus besos y caricias no se detuvieron.
Toda la tensión que podía haber tenido Mara se desvaneció y se entregó a aquellas sensaciones, aunque no pudieran hacerlo todo, lo que hacían eran placentero y suficiente. No dudó en desabrochar los pantalones de Daryl y sentir lo duro y excitado que estaba, deseando darle placer y satisfacer su deseo. Lo hizo sin dudar, sin dejar de corresponder a sus besos, sintiéndose suya y completamente deseada por sus reacciones y actos. Sabía que su cuerpo aún no estaba preparado para hacer el amor, pero eso no impedía que no sintiera deseo o la hacía inmune al placer o a mostrarse naturalmente atraída por él. Ser responsable de cómo él disfrutaba y deleitaba con sus actos le resultaba suficiente, la hacía verse poderosa.
La noche era clara y eso le permitió poder apreciar en la penumbra los gestos de Daryl, como su rostro mostraba que disfrutaba.
—Cuando esté lista me entregaré a ti por completo, pero sé mío esta noche, solo mío... —susurró acariciando su miembro intensamente, con ganas.
Le beso con entrega, pegando su cuerpo a él, para sentirse unidos tanto como fuera posible.
—Siempre soy tuyo —susurró él, apartándose de sus labios y acercándose a su oído.
Deseaba sentirla aún más, y poder hundirse en ella profundamente, pero podía conformarse por aquella noche, la sentía entregada a su placer y aquello también le gustaba y le excitaba. Apreciar como ella se deleitaba satisfaciéndole le resultaba no solo placentero sino reconfortante. Conformarse con sentirse amado no era algo que le resultase fácil, por simple falta de costumbre y no pudo evitar bajar aún más su mano por el cuerpo de Mara y guiarla bajo su ropa interior, lentamente pero con confianza. La notó húmeda, no mentía al decir que lo deseaba. La acarició, con la mayor delicadeza que podía mostrar pese a los excitado que estaba y ella tembló de placer al sentirle su contacto entre sus pliegues, no le frenó, pero tampoco hizo falta. La reacción de Mara logró hacer que él sucumbiera por completo.
—Ya estoy... —susurró agitado, e intentó que ella se detuviera.
Mara sin embargo hizo todo lo contrario, besándolo profundamente y aumentando el vigor de sus caricias para llevarlo al mayor éxtasis posible. Daryl no insistió y tan solo la sujetó por el cuello con seguridad invadiendo su boca con el ansia con el que le hubiera gustado hacerlo con su cuerpo mientras se liberaba.
—Eres lo mejor que se puede tener en la vida —confesó satisfecho y relajado, dándole un nuevo beso, fuerte pero corto, y se incorporó para ir a limpiarse.
Mara lo siguió, pues también estaba manchada y encendió una pequeña lámpara a pilas. Mientras se limpiaba con una toalla húmeda miró a la niña que dormía ajena a todo en el otro lado de la cama.
—¿No la pervertiremos? —preguntó Daryl y Mara río.
—Te dije que no es malo que papá y mamá se quiera —aseguró lavándose las manos en una palangana sobre la cómoda —.Y, ahora mismo ella no se entera de mucho.
—¿Estás bien? ¿Te has quedado...? —preguntó colocándose tras ellas, pero antes de terminar Mara se giró asintiendo y se abrazó a él.
Daryl pasó sus manos por debajo de la camisa y acarició su cuerpo. Iba a corresponder pero Hope comenzó a gimotear.
—Tiene hambre... —dijo resignada.
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Nadie le había dicho a Daryl que participase de ninguna salida ni tampoco que fuera a cazar en todos los días que llevaban en el Motel. Cuando Hope cumplió su primer mes de vida imaginó que no tardarían en hacerle algún comentario, pero pasados unos días ni siquiera Rick le había propuesto salir a poner trampas ni nada que supusiera alejarse de Mara y la bebé, por lo que supuso que nadie lo haría y esperarían a que él mismo lo propusiera, pero por el momento la única actividad con la que se sentía cómodo alejado de ellas era controlar el perímetro y reforzar las defensas.
Mara, por su parte, sentía que estaba casi recuperada del embarazo y el parto, su tripa no era plana como antes, pero ya no parecía embarazada sino solo un poco hinchada, y su organismo se había habituado a los descansos intermitentes, así que comenzaba a sentirse con fuerzas para hacer algo aparte de amamantar y dormir por lo que disfrutaba de tener a Dylan en su cuarto dibujando o cuidar de Judith, aunque solo fuera vigilando sus siestas. Volvía a sentirse útil y por ello renovada.
Además la piscina estaba limpia e iban a comenzar a crear un huerto en ella, aunque la joven de ojos dorados no entendía cómo estaba expectante por descubrirlo.
El plan para conseguirlo comenzaba por conseguir una pick up y luego encontrar un vivero y traer toda la tierra que hubiera de allí, lo que requeriría varios viajes, y semillas. El primer paso lo habían logrado Dillan, Sasha y Abraham en una salida y ahora solo había que viajar hasta el vivero para hacer un reconocimiento.
Rick, Glenn y Maggie discutían los pormenores esperando a Abraham al pie de la escalera que subía a las habitaciones del motel.
—Lo mejor es ir un pequeño grupo —comenzó a decir Glenn, si el sitio está limpio de caminantes o casi acabar con ellos y asegurarlo, ir un grupo mayor después para llavarlos todo lo posible en poco tiempo.
—¿Y si no está limpio y encontráis a decenas de ellos? —cuestionó Maggie poco convencida, pues sabía que Glenn formaría parte del grupo sin importar lo grande que fuera.
—Pues lo estudiaríamos sin hacer nada para trazar una forma de moverlos de allí. Si hay decenas no podremos acabar con ellos aunque fuéramos todos.
—Eso es cierto —apuntó Rick.
Abraham bajó las escaleras y se unió a ellos, pidiendo que le pusieron al corriente, lo que no tardaron en hacer.
—¿Cómo los moveríamos? Si liquidarlos no es una idea —preguntó.
—Con música, o cualquier otra distracción que les atrajera —dijo Glenn—. Lo hemos hecho antes.
—No salió del todo bien...
—Maggie, no fue por eso, esa parte del plan funcionó, y volverá a hacerlo.
—Me gusta la idea de hacer un reconocimiento previo —comentó Abraham—. Y cuantos menos gente vaya, menos de lo que preocuparse.
—Un pequeño grupo —dijo Rick—, pero preparado. Solo 4, pero con armas, blancas y a distancia, la munición de sobra y el material necesario para colocar un equipo de música para alejar a los caminantes. Sea lo que sea lo que haya el viaje merecerá la pena.
—¿Saldrá otro grupo? —preguntó Maggie—. Sería bueno que saliera otro pequeño grupo si después nos vamos a centrar en el vivero, para estar abastecidos.
—¿Falta algo además de munición? —preguntó Abraham.
—No realmente, pero la munición ya es algo, e importante, además por experiencia es mejor prevenir.
—Eso es cierto —sentenció Rick—. Una salida esta tarde: pilas, comida y todo lo que encontremos de primera necesidad. Mañana dos grupos: vivero y suministros. Así no deberíamos preocuparnos en unos cuantos días si la cosa va bien.
—Eugene puede ayudar con eso del equipo de música, no tiene muchos talentos, pero esas cosas se le dan bien —dijo Abraham—. No le digáis que es idea mía, pero mientras no tenga que moverse de aquí puede hacer cosas útiles.
—Mientras no se tenga que mover... —repitió Rick ladeando la cabeza—. No sé si podré prometerle eso.
Abraham levantó las palmas de sus manos, desentendiéndose de ese problema. Eugene ya no era su responsabilidad, era uno más del grupo y por lo que había comprobado todos arriesgaban y aportaban por igual según sus posibilidades. Le gustaba ese grupo, y Rick. Escuchaba y decidía, pero aún no había exigido a nadie lo que no pudiera dar. Podía entender que tuviera más unión con los que llevaba meses viviendo, como era lógico, pero también resultaba evidente que en sus decisiones quería ser pragmático y justo.
Cuando todo estuvo claro y decidido cada uno de ellos se comenzó a preparar para organizar lo que fuera necesario. Rick subió a la planta superior, quería ir al día siguiente al vivero y reconocer el lugar. Nuevamente esta al mando de todo el grupo, nadie lo había decidido ni siquiera él, pero todos le preguntaban y esperaban su respuesta antes de llevar una decisión a término, así que no podía ordenar salidas mientras se quedaba tras la verja, sencillamente no era así como él era. Daryl lo interceptó al pasar frente a su dormitorio.
—¿Qué se ha decidido? —preguntó curioso.
—Vamos ha hacer varias salidas, pero en pequeños grupos hoy y mañana, después... nos centraremos en hacer un huerto —explicó—. Necesitamos ser autosuficientes en todo lo que podamos.
—¿Hago falta? —preguntó, pero Rick negó sin dudarlo.
—Aquí más que en ningún sitio. Nadie mejor para cuidar del fuerte.
—Si fuera necesario... —insistió.
—No... Yo voy a salir y necesito que tú te quedes cuidando esto, de Carl y de Judith, cuando haga falta que salgas lo sabrás, pero no desprecies el tiempo con ellas, no volverá jamás.
Mara había escuchado la conversación desde el dormitorio y algo se removió dentro de ella. Tener a Daryl cerca la tranquilizaba, solo la idea de imaginárselo tras las vallas agitaba su pulso y formaba un nudo en su garganta, pero debía hacerse a la idea de que más pronto que tarde ese día llegaría. A Daryl no podía enjaularlo, pero aunque lo supiera no pudo ocultar en su ojos lo que sentía cuando le vio entrar en el dormitorio y él lo percibió.
—No quiero salir, pero si fuera necesario...
Mara asintió y dejó a Hope en su cuna para ir a la cómoda para comprobar si tenían todo lo necesario para la pequeña y disimular, lo que Daryl noto rápidamente y se puso tras ella.
—No voy a ir a ningún lado —repitió.
Mara se giró hacia él y le miró a los ojos, se podía apreciar su lucha interna y emocional en sus temblorosas pupilas doradas.
—Lo sé, sé que no quieres alejarte de nosotras, sé que me amas... nos amas a las dos, como sé que no te vas a quedar a mi lado siempre porque te sentirás con la obligación de salir y tendrás que hacerlo... lo sé todo. Cualquier cosa que puedas decirme yo ya la sé.
—Siempre volveré contigo, ¿lo sabes, verdad? —dijo enmarcando su rostro entre las manos.
Mara asintió queriendo pensar que siempre sería así, que no importaba cuan peligroso fuera el mundo en el exterior porque él siempre volvería a su lado, quería confiar en ello y creerlo como un credo, pero interiormente sabía que nada ni nadie podía asegurarle que así fuera.
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La salida de la tarde fue perfecta, rápida y sin sobresaltos, el grupo formado por Abraham, Rosita, Sasha, Tara y Dillan regresó antes de que el sol comenzara a ponerse y, al día siguiente, todos comenzaron a prepararse para la doble salida de aquel día.
Rick, Sasha, Abraham y Rosita irían al invernadero para reconocer el lugar y dejarlo listo para la siguiente incursión. Mientras que Glenn, Maggie, Tara y Dillan saldrían a por suministros y conseguir todo lo que fuera imprescindible por si el asunto del vivero se alargaba y no podían salir en los próximos días. La mayor de las Greene quiso salir junto a su marido en aquella ocasión para equilibrar el grupo.
Michonne iba a salir por las cercanías, solo a comprobar que el entorno era seguro. El vallado no era estable aún y era una forma rápida de terminar con caminantes decanos, pues nadie había más sigilosa y efectiva con los caminantes que ella. Solía dar un paseo todos los días, evitando así que los caminantes se apelotonaran tras las verjas.
En el hotel tan solo quedaron Daryl, Mara, Beth, Carl y Eugene con los niños y todo estaba tranquilo. Michonne llegó tras varias horas en el exterior y se quedó con Carl, estaban más unidos que nunca tras todo el tiempo que pasaron juntos y solos en la compañía de Rick tras la caída de la prisión. Mara se quedó con Judith mientras la niña dormía tras su almuerzo, durmiendo junto a su hija. Pero tras el despertar y la llegada de Beth y el pequeño Dylan a su dormitorio comenzó a tener una extraña sensación. Eugene también se unió a ellas y Daryl se quedó junto a la puerta vigilando el exterior. Un rara sensación volaba sobre el ambiente y cuando Michonne también entró en la habitación en compañía de Carl, parecía que todos lo sentían pero nadie quería decirlo.
Se habían reunido de forma improvisada todo, buscando no solo la compañía del resto sino el mantenerse juntos. Era posible que solo fuera una costumbre adquirida tras haber pasado tanto tiempo como nómadas querer reunirse en grupo y comprobar que estaba todos bien. Pero la evidente tensión que sentían era conjunta y real.
Sin embargo, cuando el grupo de Rick llegó con la nueva pick up cargada por completo de sacos de sustrato esa sensación se desvaneció. Todos ellos bajaron de la habitación para reunirse con los recién llegados mostrando sin tapujos el alivio que sentían al verlos
—El sitio es perfecto —dijo Rick bajando del coche —, está desierto, lejos de todo y sin ninguna amenaza.
—Si conseguimos un camión en un solo viaje podemos tener todo en un solo viaje, de haberlo llevado hoy ya estaría... —dijo Abraham.
—Pero no importa, el sitio es perfecto —repitió Rick—. Es seguro regresar.
—Me alegro —dijo Daryl, más que por la expedición por ver que estaba bien y la sensación que sentía minutos antes era simple sugestión.
Todos ayudaron a descargar el vehículo de los sacos de sustrato y las cajas de semillas.
—Tu invento no ha sido necesario, pero lo usaremos en otra ocasión —dijo Rick a Eugene, que también descargó un saco junto a la piscina.
—Mañana podrás quedarte y comenzar con esto mientras el resto volvemos a por más —comentó Abraham.
—Ya lo veremos, ¿dónde está el resto? —preguntó Rick.
—Aún no han vuelto —dijo Michonne, que todavía conservaba cierta intranquilidad dentro de sí.
—Estarán intentando conseguir todo lo posible, por eso se retrasan —comentó Daryl con confianza.
—Glenn sabe lo que se hace —dijo Rosita, que sabía por el tiempo pasado con el coreano que el exterior era donde se movía con más confianza.
—Sí, está bien —asintió Rick, pero la intranquilidad que había sentido en los ojos de Michonne le había inquietado.
Las horas pasaron y la sensación de confianza y tranquilidad volvió se disipó volviendo a reinar la inquietud. Para cuando el sol se empezó a poner sin la llegada del grupo capitaneado por Glenn todos y cada uno de ellos estaba preocupado.
—Ya deberían estar aquí —dijo Beth al fin dando voz a lo que todos habían pensado apoyada en la barandilla de la primera planta.
—Les ha pasado algo, Glenn no se retrasaría tanto sino hubiera tenido problemas —dijo Michonne.
—Hay que salir a buscarlo —dijo Daryl que iba tras Michonne hacia Rick.
—Sí, no podemos esperar.
—En menos de una hora anochecerá, no es seguro —comentó Eugene.
—Pues ahora o nunca, porque esperar a mañana será perder demasiado tiempo —dijo entonces Rick —¿Quién se queda?
—Mich ¿había algo fuera que pudiera suponer un problema? —preguntó Mara y esta negó—. Entonces Beth, Eugene, Carl y yo podemos controlar esto ni nadie más.
Daryl miró a Mara con dudas pero su compañera asintió tajante.
—¿Seguró? —insistió Rick miró tanto a Mara como a Beth que afirmó.
—Volved con ellos cuanto antes —respondió sin dudar.
—Preparaos, salimos en dos minutos —ordenó Rick.
Todos se pusieron en marcha para tomar armas y bajar a la planta inferior.
Daryl entró en su dormitorio y tomó la ballesta, pasando junto a Mara mirando a su hija. No pudo evitar acariciar su cabeza castaña y llevó su vista a los ojos de Mara.
—Lo sé —dijo ella y le beso con fuerza—. Vuelve pronto.
—Siempre.
Montaron en dos vehículos y salieron sin perder tiempo.
Daryl miró por el retrovisor la figura a Mara cargando a Hope en brazos, no hizo ningún gesto de despedida porque no lo era, estarían pronto de regreso con el resto.
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*fetwd*
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Me había olvidado de la existencia de Michonne hasta el final del capítulo, ¿cómo alguien puede olvidar a Michonne? En mi defensa diré que estoy revisionando la 2tem y como no sale pues supongo que será eso.
Bueno, esta vez no tarde años en actualizar, estoy escribiendo la historia para mí en realidad, pero como compruebo por los comentarios que aún queda al menos una persona leyendo el fanfic iré actualizando por no dejarle con la intriga.
Mil gracias por leer y dejarme un comentario para saber que hay alguien ahí. Un gran abrazo.
