Mejor Prevenir
Durante la madrugada Beth con la ayuda de su hermana y Rosita hizo todo lo posible por salvar la pierna de Noah y lograr que la grave herida que el joven sufría solo le ocasionara una cojera, dejando una sensación de victoria en todos. Sin embargo, tras el asalto al vehículo donde iban Rick y Abraham había hecho recordar a todo el grupo de que el verdadero enemigo, el que resultaba más peligroso que ningún muerto viviente, eran los que estaban vivos por completo, y sobre todo tomar consciencia de que el refugio en el que se habían asentado era absolutamente vulnerable para un grupo mínimamente organizado de gente que les quisiera atacar. Prepararse para defenderse o por lo menos tener defensa suficientes para que un ataque no fuera fácil debía primar antes que cualquier otra cosa. Para idear cómo protegerse contaron con el conocimiento e ingenio de Eugene, que tras días sin saber cómo ser útil para el resto volvió a sentirse necesario.
—Teniendo en cuenta las necesidades tanto como las posibilidades y sin olvidar los peligros, la mejor posibilidad para armar una defensa óptima es utilizar vehículos —comenzó a plantear el hombre.
—¿Qué quieres decir? —preguntó Glenn, que no entendía en absoluto a que se refería.
—No podemos permitirnos ir a por materiales para construir un muro, debemos usar algo que tengamos en el entorno, que usar con facilidad y que solucione rápidamente el problema y, de ser posible, ir mejorando con el tiempo; propongo usar vehículos.
»Los vehículos, dependiendo de su altura y envergadura, nos pueden proporcionar una defensa por fuera de las verjas que mantenga alejados tanto a vivos como a muertos y sirva de parapeto contra ataques de largo alcance —explicó con su típico tono herático, despejando las dudas del grupo—. Lo más eficiente es rodear el vallado con una primera línea de grandes automóviles: camiones, autobuses, furgones... todo lo que sea alto, seguido de otra línea de utilitarios como refuerzo por todo el perímetros, hasta que nos acerquemos al camino de entrada, donde deberíamos de ir añadiendo más líneas de coches para mantener el peligro lo más alejado de la puerta, que es lo más vulnerable. Con el tiempo usar chapas de capós y maleteros para reforzar el interior de la última línea de defensa, que es la primera línea creada, la de mayor altura...
—Eso llevará mucho tiempo —comentó Abraham.
—No tanto como cualquier otra alternativa —insistió Eugene—. Si hay algo fácil de conseguir y que esté en todas partes son automóviles.
Rick asintió y junto con Abraham organizaron a todos el mundo para ir a por vehículos desde ese mismo instante. Daryl haría la guardia controlando todo el perímetro del motel, Beth se quedó al cuidado de Noah que continuaba convaleciente, y Mara se quedaría al cuidado de los niños. En los momentos en los que se reforzaba la seguridad era cuando más vulnerables estaban así que todos iban armados y los más débiles debían quedar en la planta superior.
Tras media mañana entreteniendo a Judith y Dylan Mara se sentía agotada, pero el niño seguía inquieto y sobre todo aburrido, como era lógico por su edad, así que observando la mosquitera de la pequeña ventana del baño de su dormitorio, la joven tuvo la idea de hacer un tamiz con el que poder elaborar papel reciclado usando las hojas que los niños usaban para dibujas y que estaban impresas por documentos del hotel. Entre el tiempo que pasó logrando tener todos lo necesario y luego troceando el papel y elaborando la pasta de celulosa con agua consiguió entretener a los pequeños toda la mañana.
Judith disfrutaba de la sensación de aquel engrudo entre sus manos y Dylan sentía que hacía algo de utilidad por primera vez, cuando Rick y Dillan regresaron a ver cómo se encontraban se sorprendieron al verlos entretenidos realizando gruesas hojas de papel reciclado usando un tamiz realizado con el marco de un cuadro y una mosquitera.
—¿De dónde sacas las ideas? —preguntó Rick, al comprender lo que hacían los niños.
—Hago lo que puedo con lo que tengo, como todos ¿no? —respondió Mara, que se sentía realizada tras bastante tiempo sintiéndose como una carga para el resto del grupo.
—¿Quieres que limpie uno de los cuartos vacíos para que no empantanes este con todo lo de los niños? —propuso Dillan, viendo el barreño lleno de agua en mitad del dormitorio.
—No, necesito tener lo de Hope a mano, estar aquí me resulta más cómodo —aseguró ella.
—Cuando terminemos con lo de fuera nos ocuparemos de preparar un sitio donde tengas todo lo necesario —declaró Rick, tomando a su hija en brazos—. Poco a poco.
Mara asintió y sonrió a Judith, confiando en las palabras de Rick.
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Cerca del anochecer Mara se sentía agotada, pero satisfecha, y alimentaba a Hope tumbada en la cama, con la niña tendida junto a ella, cuando Daryl entró con algo de comer para ambos.
—No tengo que hacer guardia esta noche —anunció sacando una sonrisa satisfecha de su compañera—. Mañana van a rastrear el este para buscar algún camión, me ha preguntado Glenn si necesitamos algo...
—Pañales, pero más grandes... creo que en unos días los que usa ahora ya no le servirán, es mejor prevenir. —Daryl asintió al escucharla, ya se había dado cuenta de cómo iba creciendo la pequeña—. Y tener condones tampoco nos vendría mal...
—¿Condo...?
—Mejor prevenir, ¿no? Hoy estoy agotada, pero no pretendo estarlo siempre —dijo con una leve sonrisa —. Y debemos evitar aumentar la familia por un momento de debilidad.
Pese a la sorpresa de la petición y tras las últimas palabras de Mara, Daryl pensó en que no deseaba que Mara volviera a pasar por un embarazo y un parto con el peligro que conllevaba. Así que no dudó en salir de la habitación, tras dejar la comida en la mesilla que había frente a la ventana a la que rodeaban las dos butacas.
Tanto Glenn como Abraham se encontraban al lado de las escaleras comentando los planes para la salida del día siguiente.
—¿Tienes la lista? —preguntó el asiático.
—No hay lista, no nos urge nada. Solo pañales un poco mayores para tener reservas y... tampoco nos vendría mal algún preservativo —pidió intentando que sus palabras sonaran lo más casuales del mundo.
—De eso último te puedo suministrar —dijo Abraham sin dudar —. Tengo un pequeño alijo, aunque no diré que tengo de sobra, que nunca se sabe. Ven.
El cazador le siguió hasta su dormitorio y tras apenas un minuto esperando en la puerta el militar salió con una caja precintada de una docena de condones.
—Gracias —dijo, bajando la mirada en un inútil gesto para no avergonzarse como si fuera un adolescente.
—A disfrutarlos —respondió el militar con una socarrona sonrisa.
Cuando Daryl regresó al dormitorio Mara se había incorporado tras terminar de dar el pecho. Dejó los preservativos sobre la mesilla de noche y no perdió tiempo en tomar a la pequeña en brazos.
—Come, yo me encargo —dijo, apoyando a la pequeña en su hombro besó su frente con un movimiento reflejo, sin pensar en ello y comenzó a palmear levemente la espalda de la bebé.
Mara obedeció, estaba tan hambrienta como cansada y sin el menor cuidado dio buena cuenta de los guisantes y el magro de cerdo que había en el cuenco. Su paladar se había habituado a no saborear la comida, degustar los alimentos era un lujo cuando se vivía como nómada y sabía que aunque tuvieran un nuevo hogar llevaría más tiempo comenzar a alimentarse teniendo en cuenta el sentido del gusto. Sin darse cuenta Mara comenzó a pensar en el huerto que pretendían realizar y como asegurar el lugar lo había postergado, preguntándose cuanto tiempo les llevaría tenerlo listo y observó el exterior distraídamente a través de la ventana.
—Conseguiremos asegurar este lugar —comentó Daryl, observándola.
—¿Lo crees realmente? —preguntó ella, recordando lo abatido que se había mostrado la noche anterior tras su llegado con el joven afroamericano.
—Tenemos que hacerlo, estar seguros —contestó él y giró el rostro hacía su hija, que descansaba en su hombro—. Lo lograremos.
Mara terminó la comida y tomó a Hope en sus brazos para que Daryl también comiera, observando como la pequeña tenía los ojos plenamente abierto, sin dar muestras de sueño, para pesar de su madre.
—Creo que ya comienza a vernos y a reconocernos —comentó fijándose en como las pupilas de la niña se movían levemente, recorriendo su rostro.
—¿No sabía quienes somos?
—Claro que lo sabía y tiene claro que yo soy su vaca y tu su colchón —rio sin dejar de acunar a Hope—. Pero lo hacía por el olor, todavía lo hace. Estoy segura que si el nuevo la acunara no tardaría en llorar, es la primera persona nueva en toda su vida.
—Ya... claro, él no es de su manada... Como una loba, que reconoce por el olor a los suyos —comentó Daryl, pensativo y un poco fascinado por lo complejos pero lógicos que eran los bebés.
—Sí, es toda una loba... lo cual es curioso, porque yo soy una ardilla —bromeó haciendo una carantona a la niña, que sonrió —. Qué noche me vas a dar con lo despierta que estás...
Daryl sonrió y terminó la comida viendo como Mara intentaba que la niña se durmiera dándola nuevamente el pecho tumbada en la cama, solo logrando dormirse ella misma.
Daryl la tomó en brazos con cuidado, procurando no despertar a Mara y la acunó suavemente en la oscuridad.
—¿Qué eres una lobezna o una lobita? ¿Cuál te gusta más?—preguntó a la pequeña—. Algo me dice que terminarás siendo un ardilla hiperactiva como mami, ¿uh? Pero de momento sé mi lobita —Se sentó en una de las butacas junto a la ventana—. Vamos a dejar que mamá descanse y recupere fuerzas.
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Cerca del medio día Aaron y Vicent llegaron a las afueras de una pequeña localidad donde se encontraba una colorida guardería, como habían hecho en los días anteriores estudiaron el entorno, comprobando que no había rastro de vida humana en la cercanía. Aaron decidió entrar en el establecimiento, asegurándose de si el grupo del bebé había pasado por allí, lo había registrado o no, y poder determinar por dónde se encontraba.
El lugar parecía intacto, hacía meses que nadie entraba y el polvo se acumulaba por todo el lugar, incluido el suelo. Con sentimientos encontrados al saber que ese lugar debía encontrarse lejos del grupo que buscaba fue recorriendo las diferentes salas hasta su interior. Aunque se trataba de una guardería y no una farmacia ni un comercio el lugar poseía recursos múltiples para el cuidado de niños en su primera infancia y Aaron dudó si llevar consigo alguna de aquellas cosas, con la esperanza de usarlas cuando hallan al grupo al cual seguían el rastro, no sabía si era mejor eso o dejarlo por si no conseguía dar con el grupo pero este si llegara allí necesitando algo para el recién nacido.
Escuchó que Vicent entraba en el local, tras terminar de inspeccionar el entorno, y fue a su encuentro.
—No sé si deberíamos llevarnos algo, este lugar no ha... —se interrumpió al observar a Vicent al otro lado de la ventana.
Su compañero se agazapaba tras unos setos, por la parte trasera del establecimiento. Él no había sido quién había entrado y Aaron quiso empuñar su arma antes de girarse, pero en cuanto rozó la culata de su pistola escuchó a su espalda como otro arma era amartillada.
—Levanta las manos muy lentamente y date la vuelta. —Escuchó tras de sí.
El hombre obedeció temblando. Nunca se había encontrado en esa situación, la precaución era su máxima prioridad.
—No quiero ni busco problemas —logró decir pese a sus temores, sin dejar de mirar como Vicent le miraba desde el exterior y reconocía su postura de derrota.
—Date la vuelta y no hagas tonterías —repitió la voz masculina.
Aaron lo hizo, lento y manteniendo toda la calma posible. Apuntándole con un arma automática reconoció a un hombre entorno a los treinta años de cabello rubio, junto a él, pero de espalda asegurándose de que no hubiera nadie más allí, una mujer mas baja de pelo moreno.
—¿Quién más está contigo?
Pese al miedo Aaron no quiso responder, pero tampoco permaneció callado.
—Estoy buscando a un grupo que tiene un bebé, un bebé recién nacido...
—¿Tienes un grupo con un recién nacido? —preguntó la mujer, visiblemente sorprendida.
—No, lo estoy buscando —repitió.
La pareja se mostró confusa ante aquella respuesta y resultaba evidente que no tenían muy claro qué hacer con él.
—Te he preguntado quién más está contigo, no has podido llegar solo hasta aquí con la ropa limpia y ese corte de pelo tan cuidado —apuntó el hombre rubio.
La mujer se volteó a mirarlo con más detenimiento y a continuación lanzó un mirada a su compañero.
—Deberíamos coger lo necesario e irnos cuanto antes... —comentó inquieta.
La puerta de entrada volvió a sonar, pero de forma brusca y en segundos otra mujer morena apareció.
—Tenemos a... ¡Mierda! —dijo al ver a Aaron—. También hemos capturado a uno. Lo tiene Abraham fuera.
—Tenemos que irnos —respondió su compañero.
—Hazte con todo lo que puedas, nos vemos fuera —Le tendió una saco de esparto de gran tamaño —saquémosle fuera, que Abe decida.
Mientras la mujer de baja estatura obedecía, el rubio lo encañonó obligándole a que se dirigiera al exterior delante de ellos. Al pasar a su lado, la segunda mujer le arrebató el arma de la cartuchera.
Aaron caminó a trompicones hasta fuera de la guardería y sus esperanzas se derrumbaron al reconocer a Vicent de rodillas y maniatado, con la cabeza cubierta frente a un hombre corpulento de cabello naranja y un gran bigote que le caía por la barbilla. No sabía qué hacer, ni que decir. intentaba convencerse de que si quisieran matarlos sin más ya lo hubieran hecho, pero no encontraba una forma de mantenerse con vida sin poner a su comunidad en riesgo.
—¿Cuántos más están con vosotros? —repitió el rubio, con impaciencia.
—Nadie —confesó Aaron—. No hay nadie más con nosotros, solo él y yo, nadie más.
—No digas nada —Escuchó a Vicent.
El pelirrojo se acercó hasta Aaron y le tomó le cabello, observando con detenimiento su cara.
—Estos no son como los de la otra noche, esos tenían marcas en la cara... todos ellos, no eran casuales —dijo sin preocuparse por ser escuchado por Aaron y Vicent.
—Van muy limpios, están en una comunidad o algo por el estilo —dijo el rubio.
Durante unos momentos todos quedaron en silencio, hasta que el pelirrojo ordenó que cubrieran también a Aaron y en segundos algo apretado cubrió sus ojos.
—Estoy apuntando, así que nada de tonterías —dijo el pelirrojo.
Sus captores se alejaron y Aaron apenas pudo entender palabras sueltas de la conversación que mantenían, entre ellas : asegurarse, volver, cuanto antes, en una comunidad, estar a salvo, no puedo decidir solo, no debemos...
La otra mujer se reunió con el grupo y poco después les ordenaron ponerse en marcha. Aron terminó sentado en un vehículo, intuía en la parte trasera, pero le obligaron a bajar la cabeza y ponerla entre sus rodillas. Seguramente para asegurarse de que no podía reconocer el camino. Si Vicent estaba con él no tenía forma de saberlo, y sin ninguna otra esperanza decidió mostrar sus cartas.
—Buscaba a un grupo, no es el mío, es un grupo que tiene un bebé recién nacido —comenzó a decir.
—No digas nada... —Escuchó que decía Vicent, por lo que supo que ambos iban en el mismo coche.
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Con la ayuda de un par de muletas Noah había dejado la cama, estaba cansado de estar postrado en ella y, junto a Beth que continuaba vigilando su recuperación, se había reunido con Mara y los pequeños del grupo. Las dos mujeres habían logrado realizar una bandolera portabebés, con unas sábanas y dos anillas de cortinas, para llevar a Hope. Con las manos libres Mara comenzó a hacerle una trenza a la larga melena rubia de Beth aprovechando que Noah estaba entreteniendo a Dylan y Judith.
—Te estás integrando muy bien —bromeó Mara con el joven.
—Con ellos es fácil... y con vosotras... —comentó el chico, que no podía disimular que en conjunto su grupo de acogida lo imponía —. Pero nunca he sido el chico nuevo, impone un poco.
—Tranquilo, todos hemos estado en tu lugar en algún momento —aseguró Mara.
Noah se mostró sorprendido, pues había dado por hecho que aunque variopinto aquel grupo había estado junto desde el principio del advenimiento y que incluso se conocían de antes. Aunque no había logrado deducir cómo.
—Cuesta pensar que hace solo un año que nos conocemos —comentó Beth, pensativa.
—Sí... Así que pronto serás uno más. Además has llegado de mejor manera que muchos. A mí me tomaron por un enemigo —dijo Mara, recordando su llegada a la prisión—. Daryl me placó y tiró contra el suelo y... terminó dejándome embarazada.
Los tres rieron por la ocurrente forma en que Mara había relatado su anexión al grupo, mientras Dylan los miraba sin entender el chiste.
—¿Puedo ir a por el papel seco? —preguntó el pequeño.
—Cuando termine de... —comenzó a decir Mara.
—Yo le acompaño, así me enseña a usar bien las muletas —dijo Noah, poniéndose en pie con dificultad.
—Yo ya no uso muletas —dijo el niño, que a pesar de no tener una pierna se movía con soltura sin ayuda.
Ambos, chico y niño, salieron de la habitación de Mara dejando a las dos amigas con Judith.
—Oye, Mara, ¿Dillan y tú no fuisteis novios, no? —preguntó Beth con pudor.
—No, creo que ya te lo dije.
—Pero... ¿él estuvo enamorado de ti o tú de él o...?
—¿Por qué me preguntas eso? ¿No estarás celosa de mí? —cuestionó confusa Mara.
—No, ¿celosa? ¿por qué iba a...?
—Beth, es evidente que os gustáis y hay algo entre vosotros, no disimules conmigo.
—No pasa nada entre nosotros —aseguró Beth, lo que aclaró ciertas dudas en Mara.
—No pasa, pero quieres que pase y no entiendes por qué él no da el paso, ¿no?
—Se podría decir así... No sé si he malinterpretado la situación, puede que él solo sienta que debe compensarme por todo lo que viví en el hospital cuando él estaba allí o que sea su forma de agradecerme que cuide de Dylan y no signifique más. Pero se preocupa tanto por mí y hemos pasado tanto tiempo juntos que pensé... que comencé a sentir que... que...
—Di y yo nunca fuimos novios, pero digamos que... sé como actúa cuando una chica le gusta, y créeme; tú le gustas... y mucho —aseguró Mara, terminando de trenzar el cabellos de Beth.
—¿Entonces? —preguntó girándose hacia ella y mostrando su gesto confuso.
—No sé... Tal vez sea que le impone la diferencia de edad, y qué pueda pensar el resto del grupo, no porque lo veamos bien o mal sino porque pensemos que se aprovecha de ti. Él también es nuevo, quiere ganarse su sitio y la confianza de todos. Para Daryl, Rick y otros eres la pequeña del grupo, resulta difícil no pensar en tu padre cuando te miramos y por ello querer protegerte es casi un acto reflejo —explicó Mara con calma—. Supongo que Dillan lo ha notado, todos sentimos la necesidad de cuidar de ti, no porque lo necesites, sino para saldar la deuda que tenemos con tu padre cuando él cuidó de nosotros. Sé que no soy la única que le debía a Hershel su vida...
—Oh, claro... Algo parecido ya me pasaba con Shawn, mi hermano mayor, y los chicos del pueblo... y eso que él no tenía el aspecto de Daryl, claro —dijo Beth, haciendo reír a Mara—. Creo que ahora entiendo todo mejor.
—Siempre puedes dar el paso tú —comentó Mara, abrazando a Beth con complicidad—. Yo lo hice, si fuera por la iniciativa de Daryl Hope no existiría. Y sino, solo disfruta de esta etapa, es la parte más mágica de una relación y una vez que se da el paso la magia de esta etapa se esfuma y jamás vuelve.
Comenzaron a escuchar ajetreo y Noah apareció anunciando que había visto que ya volvían con un autobús.
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El autobús escolar amarillo paró justo frente a la entrada del recinto, y Tara bajó con rapidez para hablar con Glenn, que estaba fuera organizando la colocación de los vehículos con Eugene.
—Yo me encargo de esto, ve a hablar con Rick y avisad al resto —ordenó Glenn, en cuanto la joven le informó de lo sucedido en la salida.
Sin perder tiempo la chica se encaminó hacia el líder del grupo que se encontraba con Sasha.
—¿Qué sucede? ¿Y el resto?
—Todos estamos bien, vienen detrás —le tranquilizó antes de llegar a su altura —. Pero no vuelven solos...
»Nos topamos con un par de tipos en un local. No son del grupo que os atacó, o eso dice Abe. Están aseados, con ropa limpia y en bastante buen estado, no tienen cicatrices ni marcas ni tatuajes. Tienen pinta de ser un grupo o avanzadilla de suministros de un grupo mayor, asentado y bien organizado.
—¿Peligroso? —cuestionó Rick.
—Como todos, ¿no? Pero no nos atacaron.
—¿Y los habéis traído? —preguntó Sasha.
—No nos hicieron nada, colaboraron cuando los atrapamos y la alternativa era ejecutarlos sin más. Ninguno de nosotros queríamos...
—Pertenecen a un grupo, seguramente grande por cómo los describes...
—Estamos construyendo todo esto para protegernos de gente así, de otros grupo —apuntó Sasha—. Otro grupo significa o ellos o nosotros...
Los dos vehículos en los que viajaban el resto del grupo de suministros y los dos desconocidos entró en el camino y se aproximo a la entrada del recinto.
—Ahora veremos qué hacemos —dijo Rick con tono resignado.
Rosita bajó del primero visiblemente nerviosa, Dillan y Abraham sacaron a los desconocidos del segundo vehículo donde viajaban. Para alivio de Rick ambos tipos tenían los ojos cubiertos, así que no conocían dónde se encontraban.
—Sasha, sube y llévate a Carl, ordena que nadie salga de sus habitaciones si no es indispensable y no bajen para nada, y haz guardia en altura con Daryl controlando el perímetro, tienes la mejor puntería; si algo raro se acerca ni lo dudes.
La mujer asintió y se encaminó en busca del adolescente para seguir las órdenes de Rick.
Abraham llegó dentro del perímetro y ordenó al tipo que llevaba maniatado que se arrodillara a un par de metros de Rick.
—No son de ellos —aseguró y señaló con la cabeza al tipo que llevaba Dillan, que llevaba los ojos vendado pero la frente descubierta.
Rick se acercó y le sujetó el cabello con fuerza, examinando que en su frente no había ninguna marca, también observó su chaquetón, limpio y en buen estado, como el resto de la ropa. Asintió y señaló el interior del motel, había una habitación prácticamente desmantelada que no les daría ninguna pista a los retenido de dónde se encontraba, si finalmente los liberaban. Y se acercó a Rosita.
—Usar la habitación 5, hacerlo los que los encontrasteis, que no sepan cuantos somos, cuando estén listos avisadme, no los descubráis —le indicó, ordenando todas sus ideas en la cabeza, para no cometer ningún error crucial.
Mientras llevaban a los retenidos el sheriff aprovechó para informar a los que tenía más cerca de la situación, pedirles que se armasen y estuvieran preparados, intentando no escuchar los consejos que le iban dando, pues demasiado complejo le resultaba decidir que hacer escuchando la voz de su conciencia como para lidiar con la de todos los demás. Abraham le avisó de que todo estaba listo poco después.
La habitación estaba en penumbra, pues las ventanas estaban tapadas con cartones y tan solo contaban con la tenue luz de un farol de acampada. Los dos desconocidos estaban sentados en unas sillas de madera, la habitación no contaba con muchos más muebles, pues los habían usado en otros lugares donde eran más necesarios.
Nada más entrar Rick tomó el farol y se aproximó al hombre encapuchado, decidido a examinar su frente, y le descubrió con rapidez observando directamente la piel sobre sus cejas.
—¿Rick? —escuchó que decía el tipo —. ¿Qué coño...?
Sorprendido por que supiera su nombre bajó la vista para examinar el resto de su rostro, reconociendo rápidamente la confusa cara que tenía frente a él.
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*FETWD*
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Tenía muchas ganas de llegar a este momento, aunque halla tardado una década en hacerlo... gracias por leer a quien lo siga haciendo.
