Por favor

El aviso de que el grupo había regresado con dos desconocidos a los que iban a interrogar para saber si suponían o no una amenaza había alterado tanto a Mara que Hope estaba inquieta al sentir el agitado latir del corazón de su madre, por lo que la joven había optado por dejarla en la rudimentaria cuna que Daryl le había hecho, donde estaría más relajada junto a una camisa usada de ella que hacía que no extrañara su olor.

—Así mi vida, calma... No va a pasar...

La puerta de su dormitorio se abrió de golpe, sobresaltándola y apenas le dio tiempo a girarse y reaccionar cuando el hombre entró como un vendaval y la tomó entre sus brazos con fuerza.

—Mi Marita —dijo Vicent abrazándola como si la vida le fuera en ello.

Incrédula y desconcertada comenzó a temblar con una cascada de ideas inundando su cabeza. «Era Vicent» «¿Realmente era él?» «¿Qué hacía allí?» «¿Estaba soñando?» pensó en una fracción de segundo.

—No puede ser —susurró, aún sin atreverse a corresponder al abrazo.

Vicent se apartó levemente de ella, para observar su rostro, que acarició con fuerza apartando su cabello de sus mejillas, dejando que ella también observa aquel rostro familiar y comprendiera con emoción lo que veía.

—Marita, Marita pensé que jamás volvería a verte... Marita, no lo creo, es... pero sí, Marita, te he vuelto a encontrar, mi pequeña...

Mara comenzó a llorar, incapaz de decir nada y lo abrazó.

No descartaba aún que todo aquello fuera un sueño, pero si lo era quería despertar con la sensación de estar entre los brazos de la familia que había perdido.

Daryl llegó a la habitación visiblemente nerviosos pero se detuvo en la puerta, incapaz de interrumpir y se limitó a observar la escena, tan incrédulo o más que los protagonistas, convenciéndose a cada segundo de que era absolutamente imposible que aquello estuviera ocurriendo por segunda vez y que solo podía ser cierto si realmente había algo magnético o directamente mágico en el vínculo que Five y Mara tenían. Pensando que tal vez también lo hubiera con él o con el grupo, pues también se habían reencontrado tras su separación al perder la prisión y antes de ellos cuando abandonaron la granja, aunque no había estados y meses de separación entre ellos.

Hope comenzó a llorar, inquieta y nerviosa por todo lo que ocurría a su alrededor y sacó a su madre y Vicent del trance en el que se encontraban. El boina verde se apartó de Mara al mirar la cuna y luego volvió a mirar a la joven que asintió.

—¿Es...? —Vicent se atragantó de la emoción, pero se aproximó a la pequeña casi con devoción.

—Se llama Hope... —dijo una emocionada Mara, que tomó a la niña en brazos.

—Fuiste tú... Erais vosotros —dijo Vicent, para desconcierto de Daryl y Mara que lo miraron confusos—. ¿La tuviste en la radio que está junto a la comarcal?

—¿Cómo lo sabes? —preguntó Daryl sorprendido.

—Llegamos allí hace unas semanas, Aaron mi compañero reconoció los restos que dejasteis y desde entonces hemos estado buscándoos para ofreceros un lugar mejor... —explicó Vicent, todavía absorto en la bebé acunada por Mara—. Te estaba buscando sin saber que era a ti.

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Había mucho que explicar, mucho que contar y sobre todo mucho que decidir. La mayoría podían intuir qué le había sucedido a Vicent pero él desconocía por completo por qué Mara y el resto habían terminado allí, aunque suponía que todos aquellos que no los acompañaban habían muerto. Daryl hizo un escueto resumen al militar de cómo y por qué habían dejado la prisión, pero omitió el hecho de que el grupo se había dividido y él dio por muerta Mara, encontrándola nuevamente por mera casualidad. Reconocer aquello frente a Vicent le avergonzaba, el hombre había dejado que Mara regresara con él confiando en que se hallaría bien, en que Daryl la protegería y no lo había hecho, sentía en cierta medida que si por él fuera Mara habría muerto y Hope nunca habría llegado al mundo. Pero en esos momento a Vicent todo el pasado le daba igual. Mara estaba de nuevo a su lado y había una pequeña personita nueva en el mundo a la que querer con toda su alma, ambas estaban sanas y bien, el resto en ese momento le resultaba indiferente.

Glenn llegó a la habitación, el grupo se había reunido a bajo para dejar algo de intimidad al reencuentro.

—Rick dice que bajemos, Five, tu compañero tiene algo que decirnos —indicó el asiático.

Todos asintieron, pero no se movieron a la espera de que Mara lograra acallar el llanto de la bebé.

—Es perfecta, enhorabuena —dijo el militar observando a la niña, pero dirigiéndose a Daryl que estaba junto a él.

Daryl bajó la cabeza tan agradecido como turbado y apenas pudo murmurar un leve gracias.

—Pero que sepas que pienso malcriarla, porque la siento como si fuera mi nieta, así que no dudaré en consentirla todo lo que pueda.

—Ten, sujétala, sé que lo estas deseando —dijo Mara acercándole a la pequeña.

Vicent la tomó en brazos con devoción, emocionándose al notar su peso y calor entre sus manos.

—Pero que cosa tan bonita, sí, eres lo más bonitos de mundo diminuta, lo más bonito... —le susurró con una carantoña, sin embargo la niña comenzó a llorar, desconcertando al hombre que no pudo evitar mostrarse asustado por la reacción.

—Es por el olor —dijo Daryl que como si se tratara de un acto reflejo ya estaba tomando a la niña entre sus manos—. No conoce tu olor y se siente extraña. Ven pequeña loba, ya... ya..

Sin ocultar su contrariedad Vicent dejó que Daryl le arrebatara a la bebé y la acunara con calma.

—Pronto sabrá quién eres —lo tranquilizó Mara con el tono más cariñoso y comprensivo que pudo—. Aunque no desbancarás a su padre como su favorito. Con él nunca llora, es su lugar seguro.

En segundos Hope se tranquilizó y antes de que llegaran al piso inferior ya se había quedado dormida.

Aaron estaba junto a Rick, en el exterior, ya no lucía la venda en la cabeza que cubría sus ojos, pero seguía mostrándose nervioso.

—Todo está bien, Aaron. Ellos son el grupo con el que quería contactar, no todos pero son ellos —declaró Vicent—. Puedes hacerles la oferta con total seguridad.

—Nunca había hecho esto a un grupo tan grande —dijo tras asentir a las palabras de su compañero, pero carraspeó para aclararse la garganta—. No suelo hablar para tanta gente, suelo decir esto a uno o dos personas, con calma...

»Soy..., somos de Alexandría, un lugar seguro, una comunidad de supervivientes fortificada...

—¿Sois de la zona segura? —preguntó Mara, girándose a Vicent —¿La encontraste?

—No...

—No somos un refugio gubernamental creado por el estado o lo que quedase de él, si eso es lo que preguntas —explicó Aaron, pero sin mostrar un tono que pudiera trasmitir decepción sino todo lo contrario—. Alexandría no es el lugar que Vicent estaba buscando, pero somos una comunidad grande, vivimos seguros, en paz, protegidos de los muertos. Tenemos proyectos para crecer y progresar... somos familias, hay niños, ancianos... Acogemos a otros supervivientes que aún crean que la vida vale la pena, que quieran vivir civilizadamente. Desde que Vicent se unió con la niña lo hemos acogido y tratado como uno más... él sabe que podéis confiar en...

Aaron se detuvo mirando fijamente a Mara, Beth fue la primera que se acercó hasta ella preocupada. Mara estaba llorando y cubriéndose la boca con la mano para ahogar su sollozos.

—¿Ella está bien, Shelly está... ? —sollozó mirando a Vicent que asintió con rotundidad—. Me daba tanto miedo preguntar por ella...

—Está bien, es a la única que he podido salvar, pero está bien y deseando que te lleve con ella, me lo pregunta cada vez que salgo, no ha dejado de pensar en ti.

Mara asintió, tratando de recobrar la compostura.

—Five, no sois la primera comunidad que encontramos desde que perdimos la prisión, ya lidiamos con una comunidad dispuesta a cogernos de buena gana pero con intenciones nada buenas —dijo Rick, casi ignorando todo lo que Aaron había dicho hasta el momento—. ¿Cuál es la trampa? Seguro que hay una letra pequeña en este trato tan ventajoso que nos propones.

—No, nosotros no... —comenzó a decir Aaron contrariado—. No hay letra pequeña.

—Sí la hay —contradijo Vicent, sorprendiendo a Aaron, que no ocultó su desconcierto al escucharle—. Aaron no debería ofreceros un refugio, no debería ser un ofrecimiento lo que llegara de su parte, sino una petición... no os podemos invitar a venir, os pedimos que vengáis porque no sois vosotros los que necesitáis lo que Alexandría ofrece, sino que es Alexandría la que necesita lo que podéis aportar.

»Es así, Aaron, mira esté lugar... —Abrió los brazos señalando todo lo que había a su alrededor—. ¿Cuánto lleváis aquí; unas semanas? Mira lo que han hecho en menos de un mes siendo apenas quince personas...

»Aaron no ha mentido en que es una gran comunidad —continuó explicando para el grupo—, instalada en una urbanización con viviendas de lujo, autónomas y autoabastecidas de energía y agua, con espacio para tener una vida no solo segura sino cómoda y casi tan normal como antes..., pero está habitada por gente que ha vivido así desde casi el comienzo de todo. Sus habitantes no han visto un muerto de cerca en su gran mayoría; no son supervivientes sino refugiados. Han gozado de tanta suerte que el que siga en pie se puede considerar un milagro, porque nunca han tenido una amenaza real, pero todos sabemos que no hay milagros y la única forma de que Alexandría siga existiendo es que os unáis a ella y consigáis que sea una comunidad segura con verdaderos supervivientes tras sus muros.

»Rick, Michonne, Glenn, Daryl—dijo mirando a los ojos de quien mencionaba y luego pasando sus ojos por cada uno del grupo—, y todos vosotros... Alexandría os necesita, venid con nosotros, por favor.

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Aunque Vicent no quería alejarse de Mara, ella debía atender a su hija y el militar seguir discutiendo con el resto del grupo qué iban a hacer, por lo que Mara regresó a su dormitorio, donde Daryl acudió a los pocos minutos.

—No tiene hambre, pero tampoco quiere dormir, a ver si tú consigues... —dijo acunando a Hope.

Daryl ignoró sus palabras al acercarse a ella y en lugar a tomar a la niña en brazos como le pedía enmarcó el rostro de Mara entre las manos, mirándola fijamente.

—No voy a dejar que te vayas con él si tiene que volver a ese sitio para avisar de nuestra llegada. Da igual lo que diga...

—No puede decir nada —declaró Mara—, y él lo sabe. Ya no puede alegar que es mi familia, porque si hay a alguien a quien pertenezco o que me pertenece sois ella y tú, sería una batalla perdida y Vicent solo lucha cuando sabe que puede ganar.

Tras decir aquello Mara besó a Daryl con suavidad, logrando que aquel beso tranquilo y confiado calmase la agitación del cazador, el beso se volvió más profundo, más íntimo y entregado según sus manos se deslizaban acariciando el cuello de Mara.

Hope gorgoteó instando a que el beso de sus padres llegara a su fin.

—Te reclama —dijo entregándole a Hope—. Nueve meses de embarazo, un parto agotador, lactancia exclusiva y te prefiere a ti... Menuda ironía.

Daryl sonrió cargando con la niña por el tono de fingido rencor que mostró Mara, pero sobre todo porque había parte de verdad en las palabras de su compañera. Era un hecho que Hope se encontraba entre sus brazos mejor que en cualquier otro lugar, la niña se relajaba al sentirlo cerca, su inquietud se apaciguaba y aunque no extrañaba con nadie del grupo con quien menos inquieta estaba era sin duda con él.

—Así Shelly no se pondrá tan celosa —comentó Daryl.

—Muero de ganas de verla, habrá crecido... tengo tantas ganas de ver cómo está —dijo Mara emocionada —. Ojalá podamos irnos pronto.

Daryl asintió, comprendiendo los sentimientos de Mara, pero lo embargó una sensación de intranquilidad. La idea de unirse a otra comunidad no le convencía del todo, tras lo sucedido en La Terminal se había convencido de que tenían que descartar la posibilidad de juntarse con otros grupos o integrarse en nuevas comunidades. Ellos podían valerse solos, lo sabían y no necesitaban de nadie para lograr prosperar. Sin embargo, también confiaba en Five a pesar de sus rencillas pasadas, entendía las motivaciones del militar, sabía que no los llevaría a un lugar que supusiera un peligro, y menos a Mara. Alexandría debía ser la mejor opción si quería llevarla allí, pero con todo le inquietaba la gente que encontrasen allí.

—Cuando lleguemos no te confíes...

—Ninguno lo haremos —comentó ella mirando a Daryl a lo ojos, y este asintió.

No hacía falta prevenirse unos a otros. Con todo lo que habían pasado juntos no hacía falta dar voz al hecho de que existía un vínculo con todos los del grupo, incluso mayor que el forjado en la prisión. Sabían que podían poner su vida en las manos del otros con plena confianza con la misma seguridad con la que no dudaban en arriesgarse en proteger a un compañero de cualquier peligro. Mara no le había dicho a Daryl simplemente que él y Hope eran su familia porque para ella su familia eran todos y cada unos de los miembros del grupo.

..

Dejaron pasar esa noche con Aaron y Vicent allí, decididos a marcharse al día siguiente con ellos y llegar a Alexandría por la mañana a primera hora. Había habitaciones vacías en las que alojarse, así Aaron se convenció de que eran ciertas las palabras de Vicent de que aquel grupo de supervivientes no necesitaba a Alexandría, porque estaban creando un refugio seguro y cómodo con los paupérrimos medios que tenían. Podía ser que en Alexandría tuvieran médicos, arquitectos, diplomáticos... pero allí todos tenían un papel vital y útil para el porvenir del grupo. Le impresionó notablemente la idea de hacer un invernadero en la piscina y poder autoabastecerse de verduras frescas.

También usaron aquellas horas para que Mara y Vicent compartieran qué había sido de ellos tras separarse. Ella le habló de Elena, de que la había encontrado mal herida y que murió salvándolas a ella y Beth. Vicent contuvo su llanto, hacía mucho que la daba por perdida y había asimilado su pérdida. Él también le confesó que Olga había muerto, no sabía cómo había sido, pero cuando se separó de ella y Elena trató de encontrarlas y solo halló a Olga trasformada. Shelly no lo sabía, pero estaba afrontando que tampoco volvería a ver a su madre. Podía ser por eso que no perdiera la esperanza en que Mara volviera a su lado, pues al resto ya los había perdido.

Con la llegada del amanecer y pese a las pocas horas de un inquieto sueño, fruto de la expectación, todo se pusieron en marcha. Apenas recogieron, llevando solo lo indispensable. Rick no quería desmantelar aquel lugar, pues era posible que les fuera necesario en un futuro. No debían dar nada por sentado y menos por seguro.

Aaron iría en un vehículo delante, guiando, acompañado por Michonne que se había ofrecido a ir con él. El resto lo seguirían con la caravana que conducía Abraham y en cuya parte trasera ocupaba Noah que aún continuaba restableciéndose de su lesión, Beth y Mara estaban con él, el resto se movía de un lado a otro inquietos.

Sasha se acercó a Rick que estaba en la mitad del vehículo cargando con Judith.

—¿Qué estamos haciendo? —le preguntó a media voz—. ¿Realmente crees que es seguro... confiar en otra gente?

Rick la miró, entendía sus reticencias porque él también las tenía, pero confiaba en el criterio de Vicent, sino hubiera sido por que lo conocía y sobre todo sabía que jamás arriesgaría a Mara a un peligro nunca hubiera aceptado ir a una nueva comunidad.

—Podemos probar, el motel no era tan seguro como la prisión... —dijo, y buscó a Daryl ocn la mirada que estaba sentado a menos de un metro de él—. Y Five confía o por lo menos piensa que es una buena opción, ¿no?

Daryl asintió, él también tenía ciertas dudas a que su hija estuviera rodeada de gente en la que él no confiaba, pero como Rick se fiaba del criterio de Vicent. Maggie se acercó hasta ellos desde la parte trasera, no había llegado a escuchar la conversación pero intuía no solo el tema sino también las opiniones por los gestos y expresiones de sus compañeros. La convivencia y cercanía que tenía con ellos les proporcionaba ese grado de precognición.

—¿Pensáis que nos aceptarán? —preguntó.

Todos se giraron hacia ella, confusos, ni habían pensado en esa posibilidad.

—Nos necesitas —dijo Rick.

—Eso a dicho Five, pero no era parte del discurso de Aaron... —recordó Maggie—. Puede que cuando lleguemos y nos vean... ¿os habéis fijado en el aspecto de Aaron y Five? Ropa limpia, aseados... Five en la prisión tenía peor aspecto y si lo comparamos con nosotros.

—¿Qué nos pasa? —preguntó Daryl, casi a la defensiva.

—Qué damos miedo —zanjó Maggie.

Sasha se miró con detenimiento, su ropa gastada y sucia, vagando sus ojos a Rick y Daryl que aún tenían peor aspecto, con la barba desarreglada y el pelo greñoso.

—Prefiero que me teman a que me vean desvalida.

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La muralla de metal rojizo que rodeaba Alexandría tenía más de cinco metros de altura e impedía hacerse una idea de lo que protegía, pero imponía a aquel que se acercaba. Desde la luna delantera de la caravana la observaron impresionados, y vieron a Aaron bajar del coche.

—Bajemos, os tienen que ver para dejaros entrar —dijo Vicent acercándose desde el fondo de la caravana—. Es por seguridad.

El grupo obedeció y uno por uno fueron bajando de la caravana mientras la doble puerta de entrada se abría con calma.

Entre la maleza junto el camino se revolvió algo y sin dudar Daryl disparó su ballesta y comprobó que era una zarigüella .

—Traemos la cena —dijo enseñándosela a Vicent, que negó levemente con la cabeza.

—Carter, avisa a Deanna que hemos llegado con el grupo que rastreábamos —ordenó Aaron.

—¿Ella sabía que traerías a tantos? —preguntó el otro tipo.

—Ella nos lo pidió, Nicholas —dijo Vicent.

Daryl rodeó el hombro de Mara mientras sujetaba su presa por el rabo con la otra mano al comenzar a caminan al interior de la comunidad. No había podido evitar fijarse en el aspecto de aquellos tipos y ciertamente se veían mejor que todos ellos, como había dicho Maggie.

Enseguida la noticia de la llegada de un extraño grupo se extendió por la comunidad y muchos salieron a comprobar lo que sucedía. Un tipo de cabello rubio salió de una de las bonitas casas y corrió hasta Aaron, abrazándole con anhelo al llegar a él.

—Estaba tan preocupado, me dijiste que volvías en el día —dijo, y tras confesar tu temor besó a Aaron en la boca.

—Lo sé, lo siento, pero sabes que fuera no hay planes que valgan, aunque todo fue bien.

—Muy bien, por lo que veo... ¿son ellos? —preguntó más tranquilo.

—Sí, ellas son... —Aaron señaló a Mara —, pero como ves no son las únicas.

El grupo siguió caminando con paso tranquilo, un tanto incómodos por la expectación que generaban.

—Marita, mira quién está ahí —indicó Vicent, señalando a la niña que observaba desde el porche de una de las casa pero aún no los había reconocido.

Mara le entregó a Hope a Daryl y adelantó a Vicent con rapidez. Entonces la expresión de la niña cambió, reconocía a la mayoría de personas que formaban aquel grupo y echó a correr intentando identificar a Mara. Cuando apenas le separaban una veintena de metros la reconoció y se quedó quieta para confirmar que realmente ella era quien se le acercaba y asimilando la situación se puso a llorar, superada por las emociones, y extendió los brazos hacia Mara para abrazarla. La chica la rodeó entre sus brazos en cuanto llegó a su lado cayendo de rodillas al suelo a causa de la emoción escuchando los sollozos de la pequeña que no podía contenerse.

Después de tanta incertidumbre, sin apenas probabilidades a favor, habían conseguido reencontrarse contra todo pronóstico, pues jamás idearon una forma de reunirse si Vicent no regresaba a la prisión en busca de Mara o ella no permanecía allí.

Pese al emotivo reencuentro los alexandrinos observaban a los recién llegados con una mezcla de curiosidad y temor. Habían bajado de uno en uno portando sus armas en las manos, como llevaban haciendo meses cuando dejaban su refugio o vehículo, portar un arma era tan natural para ellos como calzarse.

—No podéis continuar armados, si queréis quedaros las tenéis que dejar —dijo el tipo llamado Nicholas.

—Tal vez no nos quedemos —contestó Rick, que al percibir las miradas de la gente se puso a la defensiva.

—Tranquilos... tranquilos... —medió Aaron.

—No, está bien. ¿Por qué no me acompañas a conocer a Deanna y hablas con ella, de líder a líder?

—¿Deanna es la líder de esté lugar? —preguntó Abraham.

—Sí, todos hablaréis con ella, pero que empiece Rick —informó Aaron.

Vicent hizo un gesto con la cabeza a Rick para que le siguiera y el sheriff dejó a su hija pequeña al cuidado de Carl.

—No os separéis —dijo. Aunque la orden parecía ir dirigida a su hijo en realidad era para todos y así lo hizo notar cuando vagó su vista entre todos antes de alejarse siguiendo los pasos de Vicent.

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*FETWD*


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Aunque parezca mentira sigo escribiendo... de verdad.

Gracias por leer.