Todos Juntos

Fueran o no a quedarse en Alexandria tanto Mara como Hope y también Judith, debían ser vistas por un médico que se cerciorarse que todo estaba bien con su salud y bienestar, por ello y aprovechando que Rick estaba con Deanna, Aaron las condujo en compañía de Carl, que llevaba a su hermana, a la clínica donde trabajaba el Dr. Anderson.

Al contrario de lo que tenían por costumbre en los anteriores refugios o comunidades donde habían vivido, en Alexandria la clínica no parecía un espacio pobremente improvisado con escasos recursos, sino todo lo contrario, era una instalación limpia, con camillas separadas por biombos, sábanas blancas, medicamentos en orden y material sanitario de todo tipo que parecía esterilizado, incluso el Dr, Anderson llevaba un pulcra bata blanca. Sin embargo en cuanto vió a la recién nacida el doctor observó a Mara de manera tan reveladora que la joven se sintió incómoda al sentirse duramente juzgada.

—Perdimos nuestro refugio durante el embarazo —comentó, ante la necesidad de justificar porque había decidido traer una vida a aquel mundo.

El Dr. Anderson miró a Aaron confuso y el hombre no perdió tiempo en explicar que eran parte del grupo del que Vicent había formado parte en Atlanta y que, casualmente, también eran el grupo al que buscaban tras saber que habían tenido un bebé hacía unas semanas. Y tras ponerle en contexto de todo se marchó para dejar algo de intimidad en la consulta y seguir organizando al resto del grupo.

—A veces lo milagros ocurren —comentó el doctor—. No quiero ni imaginar cómo ha debido ser vivir un éxodo con un bebé en camino. —Miró a Judith—. Ni viajando con otro bebé con el riesgo que supone. Es una locura.

—La alternativa era peor —dijo Carl, al que no le gustó que considerase a su hermana un simple problema.

—Claro, sí —comentó un poco avergonzado el doctor.

Con profesionalidad reconoció a Judith, palpando su tripa y comprobando sus reflejos, sorprendiéndose visiblemente por el buen estado de la pequeña, e indicó que dieta debían seguir con ella. Con Hope estuvo un poco más de tiempo, comprobando con meticulosidad el aspecto de la bebé, dejando claro que aunque las relaciones sociales no fueran su fuerte sí era un buen médico.

—Supongo que tiene lactancia exclusiva, ¿no? —Mara asintió a la pregunta —Es lo mejor si puedes con ello, pero podríamos conseguir fórmula de ser...

—Tenemos, pero no he tenido necesidad de usarla...

—La niña parece fuerte y con un crecimiento normal, así que no veo problema en ello. Mañana cuando os halláis instalado y acomodado podría examinarte con más calma. A no ser que tengas alguna molestia —indicó el doctor, quitándose los guantes de látex de las manos.

—No, no tengo nada que...

—Pues entonces mejor que vuelvas mañana. —Se levantó de su taburete y se alejó de la camilla.

Era evidente que prefería que Mara se diera un bañó antes de examinarla, lo que hizo que ella se sintiera de nuevo terriblemente incómoda, aunque no podía culpar en ese caso al Dr por sus prejuicios, pues la higiene no había sido una de las mayores preocupaciones del grupo, a excepción precisamente de Mara, que para evitar infecciones tras el parto había procurado mantener su higiene lo más cuidada posible, pero aún así su aspecto distaba mucho del de todo aquel lugar y sus habitantes. Sin embargo, y como ella también estaba deseando terminar con aquella desagradable consulta no opuso queja alguna y salió de la clínica junto a Carl y las niñas.

Beth se encaminaba hacía allí cuando salieron y Mara se fijó en que no portaba la pistola semiautomática que llevaba al cinturón cuando bajó de la caravana.

—Tenemos que ir todos a ver a la líder de aquí, y nos han llevado a unas casas que dicen que son nuestras si nos quedamos —dijo encogiéndose de hombros—. Five me ha dicho que si quiero aprender medicina hable con el doctor, que podría enseñarme...

—Beth, Five lo hace para forzar que nos quedemos, deberías de conocerle a estas alturas —comentó Mara—. Hasta que no se decida nada mejor no hacer planes, ¿no crees?

—¿Mi padre sigue con esa mujer?—preguntó Carl, entendiendo lo que ocmentaba Mara.

—No, mi hermana ha ido ahora a hablar con ella, Glenn también.

—Pues vamos a ver esas casas que nos regalan hasta que nos toque hablar con ella a nosotros —dijo Mara—. Luego haremos planes de lo que queramos.

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Las viviendas que les habían ofrecido eran similares a las que protagonizaban las portadas de las revistas de decoración, grandes y de líneas conservadoras con detalles más modernos que evidenciaban que no eran baratas o no lo habían sido. Estaban frente al lago artificial que la comunidad tenía en el centro, un lugar privilegiado incluso en esos momentos.

Daryl se encontraba en el porche de la segunda casa, sentado en los escalones como si no le apeteciera entrar, cuando su compañera llegó a las escaleras el cazador estaba apunto de destripar a la zarigüeya que había cazado antes de entrar.

—No hagas eso en la entrada, podríamos resbalar si queda algún resto..., mejor en el patio trasero, ¿no? Por que una casa así tendrá patio trasero.

—Lo que digas. ¿Qué te ha dicho el Doc?—respondió con desgana, no parecía muy contento, lo que desconcertó a Mara.

—Hope está bien, para su sorpresa. A mí me examina mañana...

Daryl asintió y fue evidente que se sintió más relajado al escuchar a Mara decir aquello, por lo que entró en la casa agarrando de la cola a la zarigüella muerta.

—Han traído cosas para las niñas, aunque no creo que a la loba le gusten esos trastos.

Mara entró tras él en la vivienda, descubriendo un bonito cuco de mimbre junto a una cuna de viaje que sería perfecta para Judith.

—Deja ese bicho fuera y duerme a tu hija, tanto cambio la tiene nerviosa y necesita saber que tú estás aquí para sentirse segura —declaró Mara, sin intentar acostar a la niña en el cuco.

Conocía a Daryl lo suficiente como para saber que aunque no entendiera los motivos de su malestar, aquel ambiente tan cuidado y normal, pero anormal para él, no le agradaba. El cazador asintió sin dejar de caminar cruzando la cocina abierta y tiró la zarigüeya por la puerta trasera, para tomar a la niña en brazos seguidamente.

Mara estiró los brazos, entumecidos de cargar con su hija y fue a recorrer la vivienda, se giró topándose con Rick que salía de una de las habitaciones y se sobresaltó levemente al no reconocerle al principio. Jamás había visto a Rick sin su barba y no pudo evitar demostrar su sorpresa.

—Ni una palabra...

—Solo quiero saber si hay agua caliente —disimuló Mara, y el sheriff asintió.

—Pero yo voy antes —dijo Michonne pasando a su lado.

—Hay más baños arriba y en la otra casa, la de al lado también es... nuestra, por así decirlo —indicó Rick—. Nos han traído ropa, de todo tipo y tallas, además de lo necesario para las niñas.

—¿Y cuál es el problema, Rick? —preguntó Mara con calma, pero mostrando la ironía que suponía el tono casi quejoso que mostraba el sheriff cuando todo lo que decía eran cosas buenas.

—Que una acogida tan buena solo la hemos tenido en La Terminal —apuntó Abraham, que pese a la distancia que los separaba no había disimulado prestar atención a Rick.

—Si Vicent no ha traído aquí es porque es seguro —apuntó Mara, molesta con la insinuación del sargento, aunque lo entendía porque no conocía a Vicent—. Era un boina verde antes de los caminantes, sabe reconocer cuando alguien es de fiar o no.

—¿Boina verde en dónde? —preguntó Abraham con interés.

—En Birmingham, Alabama. En la compañía bravo del 2º batallón del 20º grupo de fuerzas especiales —contestó Mara de carrerilla, demostrando que no había hecho alusión a las cualidades de Vicent de forma gratuita sino porque sabía que era un hombre perfectamente entrenado para situaciones hostiles—. Es Sargento de operaciones.

—Me quedo más tranquilo —confesó Abraham, que se mostró impresionado pues sabía lo que significaba el rango de Vicent—. Y comprendo que confiemos en él, pero en serio me vas a decir que confías en todos los demás con tanta seguridad.

Mara tomó aire, la pregunta era directamente para ella, pues obviamente era la que más confianza sentía en Vicent. Para no ser necia se tomó un par de segundos en pensar sinceramente en lo que sentía, no quería contradecir a Abraham solo por no darle la razón, y negó lentamente con la cabeza, reconociendo que las dudas eran razonables.

—Es lo más lógico, este sitio da escalofríos —dijo Daryl por fin. Aunque en su caso era por lo extraño que le resultaba todo.

—Nos organizaremos para dormir todos aquí, hay varias habitaciones aunque las tendremos que compartir, ¿de acuerdo? Hasta que comprobemos personalmente lo bienvenidos que somos mejor es que nos quedemos todos juntos —declaró Rick observando a todos los miembros del grupo presentes—. Decírselo al resto y organizaos. Carl y yo dormiremos en el salón, ¿te parece?

Carl asintió conforme dejando a su hermana en la cuna que les habían llevado, sabiendo que no tendrían que moverla de ahí.

Mara no tuvo queja de aquella orden de Rick, la entendía y compartía a la perfección, por lo que no perdió tiempo en buscar un rincón donde acomodarse con Hope, en el que los lloros de la niña fueran menos molestos, y halló una pequeña habitación en la planta baja de la casa. Era un dormitorio de invitados con una cama individual, pero ancha, donde ella y Daryl podrían acomodarse sin problemas. Así no tendrían que cargar a Hope escaleras arriba y abajo, por ese mismo motivo Dillan ocupó un despacho en frente con su sobrino, no había cama, pero el niño usaría un sofá de dos plazas para dormir y su tío se conformaría con unas mantas en el suelo.

Dormir así teniendo una confortable casa extra con dormitorios y camas de cómodos colchones podría resultar absurdo para unos ojos externos, pero no para el grupo, que valoraba permanecer juntos el mejor de los puntos a favor y los valores añadidos de cualquier propuesta.

Con el paso de las horas de aquel día, uno por uno todos los miembros del grupo fueron yendo a conocer a Deanna para hablar con ella. Y todos, uno por uno, a su regreso parecían más cómodos con la idea de quedarse en Alexandría.

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Deanna era una mujer experimentada en el trato con personas, con todo tipo de personas, en su carrera política como congresista había tenido que lidiar con oponentes, rivales, votantes descontentos y periodista de toda índole, y había aprendido a cómo hacerlo. Pero aquel grupo que Aaron y Vicent llevaron hasta la puerta de su hogar eran sin duda algo por completo diferente.

Vicent le había asegurado que no se trataba de unos supervivientes que necesitasen un refugio sino de todo lo contrario, eran los que podrían lograr que Alexandría fuera un baluarte en la civilización en aquel mundo.

El líder del grupo era Rick, un tipo hostil y poco receptivo pero con un sentido del deber y la protección que podía sentirse al tenerlo cerca. Parecía peligroso, seguramente lo fuera, pero tan solo para aquellos que quisieran ser sus enemigos. Ciertamente, Deanna quería tenerlo en su bando. Él había sido Sheriff, lo que no era sorprendente, al igual que otro de los tipos Dillan, pero ambos no se conocieron hasta hacía unos meses, sin embargo Dillan confiaba plenamente en Rick, tanto que había puesto la vida de su sobrino en sus manos. Rick tenía dos hijos, Carl, un chico al que le rodeaba un aura melancólica y una bebé de un año aproximadamente a la que habían mantenido con vida.

El resto del grupo era variopinto por usar un solo adjetivo para describirlos. Algunos confiaban en aquel lugar, otros no tanto, pero sí se fiaban de Vicent y del criterio de Rick. La joven Maggie quería creer en Alexandria y formar parte de su desarrollo, pero era su esposo, Glenn, quién tenía aún más esperanzas en que el futuro fuera prometedor. La hermana pequeña de ella, Beth, estaba más centrada en ser alguien útil para el grupo, aprender medicina y convertirse en un miembro importante para el resto. Por otro lado, Deanna había podido conocer incluso más allá a algunos de ellos que las meras respuestas a sus preguntas. Intuía que Abraham necesitaba una razón, una causa por la que esforzarse, no simplemente un lugar donde estar a salvo. Eugene, sin embargo, quería aportar pero no de la misma forma que Beth, parecía que aquel tipo tenía una deuda y quería saldarla. Sasha por su parte era la que más desconfiada se mostraba, estar o no en Alexandria le resultaba indiferente, todo le resultaba indiferente. Había perdido demasiado para que el mundo le siguiera importando, en el otro lado estaba Michonne, que Deanna inturía que sería la que más se esforzaría porque aquello saliera bien, porque necesitaba que ese lugar fuera su hogar a futuro ya que llevaba demasiado tiempo sin tener un hogar y necesitaba tener un lugar al que pertenecer al fin. Y luego estaba Daryl, incomodo, el tipo más incómodo que Deanna había visto desfilar por su salón. No quería estar allí, resultaba evidente. Pero tenía un bebé recién nacido y la madre de la criatura era precisamente la joven por la que Vicent había mostrado interés en buscar al llegar a Alexandría. Así que era el que más razones tenía para quedarse. Pero sin duda prefería no hacerlo. Ese lugar no era cómodo para él.

La última en entrar en su salón fue precisamente su compañera, Mara. Deanna no pudo ocultar su sorpresa al verla frente a ella. Era una joven de poco menos de treinta años, pero con un aspecto juvenil, unos ojos cálidos y mostraba una sonrisa sincera y agradable que resultaba reconfortante. El polo opuesto al hombre que se había marchado del salón, el padre de su hija. Para disimular su sorpresa al verla Deanna se acerco a la bebé que cargaba en brazos.

—Es una preciosidad, ¿qué tiempo tiene?

—Poco más de un mes —dijo la chica, esplendida de felicidad.

—Espero que no te importe que grabe las entrevistas, es por trasparencia —dijo Deanna, la chica negó y tomó asiento frente a la cámara —. ¿Quieres estar aquí, Mara?

—Quiero que mi familia esté junta y a salvo —contestó—. Dónde estemos no importante tanto como permanecer juntos.

—¿Por qué? —preguntó con interés, no esperaba esa respuesta.

—Porque he aprendido que la forma más fiable de estar seguros es permanecer juntos.

—Rick me contó que no os conocías de antes, ninguno...

—Dillan y yo nos criamos en el mismo pueblo, aunque hacía una década que no nos veíamos. El resto... —Reparó en que era cierto que a excepción de los que eran familia nadie en el grupo conocía a otro antes de la infección—, seguramente nunca nos hubiéramos conocido en el mundo de antes... o sí, eso ya no importa.

—El mundo de antes... ¿quién eras en ese mundo? —Deanna se inclinó hacia delante, mostrando verdadero interés en su pregunta.

—Trabajaba con niños en riesgo de exclusión, les ayudaba a lidiar con sus realidades o a que se evadieran de ellas —explicó sin dar demasiada importancia—. Se podría decir que en eso mi vida no ha cambiado.

—Claro —asintió Deanna complacida con su respuesta—. ¿Te gustaría seguir haciéndolo? Cuando no estés tan centrada en la pequeña.

—¿Cómo un trabajo? —preguntó Mara confusa.

—Como una labor en la comunidad, aquí nadie tiene sueldo, claro. Pero hay niños y adolescentes que tal vez puedan encontrar apoyo en la experiencia que tienes. Tenemos una escuela donde aprenden, pero no solo deben tener conocimientos.

—Me gustaría, sí —afirmó Mara, y aunque no quería parecer muy evidente frente a Deanna sus expresivos ojos la delataron pues en ellos fue evidente que la idea le había motivado.

—Tengo muchos planes para este lugar, Mara. Y necesito a un grupo como el vuestro para poder llevarlos a cabo —dijo con un tono solemne—. Ahora me doy cuenta. Sabía que faltaba algo en este lugar, era evidente desde que Vicent llegó con Shelly, pero no sabía que era lo que faltaba, pero ahora... ahora que he hablado con vosotros, que veo el grupo que formáis y cómo lo habéis formado no entiendo cómo no me di cuenta antes de que era lo que le faltaba a este lugar. Quería fundar una nueva civilización pero no tenía pioneros.

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A pesar de que hubiera agotado todas las reservas de agua de la comunidad si de su deseo en exclusiva se tratara, Mara no alargó la agradable ducha más de media hora, deleitándose con la sensación del agua caliente recorriendo su cuerpo. Ni le pidió a Daryl que le acompañase, quería disfrutar sola y tener todo el agua caliente en exclusiva. Envolverse en un suave y mullido albornoz fue la guinda del pastel. No pudo evitar fijarse en su cuerpo desnudo en el espejo del baño, había cambiado tras el embarazo, pero apartó la mirada y se vistió con las prendas que le habían ofrecido, cómodas pero más coloridas de las que solía lucir cuando no llamar la atención era un requisito indispensable para la supervivencia. Se notaba que en Alexandría los habitantes eran refugiados y no supervivientes, cómo había dicho Vicent, pues cosas tan obvias como esas no las tenían en cuenta.

Ya era noche cerrada cuando salió del baño y se reunió con el resto de su grupo en el salón de la casa que estaban ocupando.

Sobre la encimera de la cocina había una bandeja de sándwiches de pan blanco y Mara los miró asombrada. Hacía meses que no veía pan, y no puedo evitar acordarse de Carol, pues solía preparar pan en la prisión. Daryl fue hacía ella cargando a Hope, pero no hizo el amago de entregársela.

—Shelly dice que me quede con Hope porque tú ya la tienes a ella —comentó mirando a la pequeña que estaba en el sofá junto Dylan hablando —. Y me ha echado de nuestro cuarto, bueno de vuestro cuarto.

Mara se rio al escucharle, pero no estaba sorprendida.

—En cuanto reponga fuerzas pensaré en una solución —pidió—. Aunque no va a ser fácil.

Llamaron a la puerta, pero al estar todos reunidos en aquel salón de primeras no escucharon claramente el sonido y tras unos golpes más fuertes la entrada de la casa se abrió y por ella Deanna asomó la cabeza. La mujer se mostró claramente sorprendida al ver que todos y cada uno de los miembros del grupo estaba sentado en algún lugar del salón, incluido el suelo, y que había mantas y almohadas para que alguno durmiera allí inclusive.

—Sí que sois un familia unida... —constató —Ahora entiendo porque no había nadie en la primera casa. En fin, solo quería desearos una primera noche agradable y... —Se detuvo al ver a Rick con su nuevo aspecto—. Vaaaya... Os estáis acomodando, eso es bueno. Mañana los que queráis podéis incorporaros a las tareas de las que hablamos. Beth, ya hablé con el y le parece bien.

—¿Les has dado trabajo? —preguntó Rick.

—A la mayoría, pero sin obligarlos —dijo Deanna visiblemente contenta— No ha todos. Aunque Vicente tiene también ideas en especial para Sasha y Daryl, ideas que me gustan mucho. Contigo, Rick, hablaré mañana.

—Yo no tengo trabajo —dijo Michonne.

—Mañana... No hay prisa. Esta noche descansar... Buenas noches —dijo Deanna antes de marcharse.

Todos se sintieron curiosos por qué labores habían concretado los unos y los otros con Deanna y de ello estuvieron hablando hasta que se fueron yendo a dormir.

Vicent se llevó a Shelly medio dormida y no hubo ningún berrinche de la niña por querer quedarse junto a Mara, pues aquel día la había agotado tanto física como anímicamente. Pero seguramente no tendrían tanta suerte en las noches posteriores.

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. FETWD.


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Para evitar confusiones, aunque supongo que esto debí escribirlo hace un par de capítulos, recordar de Vicent y Five, son la misma persona. Vicent es el nombre y Five el apodo en el ejercito porque su inicial V es 5 en números romanos. Mara siempre lo llamará Vicent o Vic, pero el resto casi siempre le llamarán Five porque es así como se presenta.

Veo en las analíticas que aún hay quien se pasa por la historia, así que seguiré publicando lo que voy escribiendo, esta parte de Alexandría me atrae por los roles y conflictos entre grupos que se podrán dar y relaciones nuevas que puedan sucederse, a ver cómo me sale. Seguramente haya cambios significativos con respecto a la serie, ya que Carol en ella se llevó todo el protagonismo de varias tramas y al no estar en mi historia todo se dará diferente y repartiendo la importancia en diversos personajes.

Muchas gracias por leer.