Separadores que encontrarás en esta historia:

FFFFF - Cuando se narra un flashback o algo relacionado con el pasado de un personaje.

PPPPP - Cambio de escena. Ya sea que los mismos personajes estén en un ambiente diferente o que se relate una situación distinta, con otros personajes y en otro lugar.

SSSSS - Un personaje está soñando.


Después de degustar un gran plato de ramen instantáneo y jugar unas partidas de videojuegos; donde Hinata era la campeona indiscutible, los cuatro jóvenes salieron de la casa del rubio, separándose en una parada de autobús cercana.

Naruto acompañó a la Hyuga en el transporte, mientras que HanaYasha y Sasuke optaron por caminar. El trayecto era tranquilo y parsimonioso, acompañado por el paso del viento y el nerviosismo, disimulado, de ambos.

Cada uno llevaba consigo una bolsa de papel en las manos, despertando dudas de su contenido... hasta que llegaron al edificio de departamentos donde vivía la Hanyou.

Era ahora o nunca. Pensó.

Tragando saliva, se colocó frente a Sasuke y le extendió la bolsa de papel que llevaba. Él, para su gran sorpresa, también hizo lo mismo.

Riéndose el uno del otro, tomaron la bolsa que les correspondía y sacaron a la par, sus respectivos contenidos.

El muchacho quedó alucinado con la impecable reparación de su playera, mientras que la joven de ojos dorados bufó por ver las prendas limpias de su tutor.

-¿Te...? – susurró Sasuke de pronto, aclarándose la garganta y llamando la atención de su compañera. - ¿T-Te gustaría un helado? – un ligero rubor adornaba sus blanquecinas mejillas, sin ser capaz de verla a los ojos.

HanaYasha, aunque se extrañó al principio por la propuesta, después, pudo poner una sonrisa en su rostro y asentir.

Antes de llegar al edificio de departamentos, el Uchiha había visto cerca de ahí una heladería pequeña, por lo que solo tuvieron que retroceder una cuadra para llegar.

Acercándose al mostrador, le pidieron a la muchacha que atendía una paleta de limón y una paleta de fresas con leche.

Los ojos de la Hanyou brillaron al tener el postre en sus manos, dándole un gran mordisco que le hizo doler la cabeza. Sasuke, pagando con el dinero exacto, comenzó a reír por las muecas que hacía, llamando de nuevo su atención.

Por lo regular, ella siempre lo veía con una expresión seria o con una mueca. Casi nunca sonreía de esa forma. Mucho menos, encontrándose en la escuela. Todavía asombrada por ello, lo tomó de su brazo derecho y lo condujo de vuelta, al parque que se encontraba frente al edificio de departamentos.

Cuando llegaron, se sentaron en una banca metálica, resguardados por la sombra de atardecer hecha por un árbol, para seguir comiéndose sus paletas. De vez en cuando, se miraban por unos segundos, sin que el otro se diera cuenta, en fallidos intentos por averiguar, qué era lo que pasaba por la mente de cada uno.

¿"La paleta que escogió le resultó deliciosa"?

¿"Por qué me habrá tomado del brazo de esa manera"?

¿"Le seguirá quedando la playera, aun con las modificaciones que le hice"?

¿"Habrá algo de lo que pueda hablar con ella que no sea de demonios"?

De pronto, la hibrida estiró los brazos hacia arriba, inhalando hondo, antes de volver a bajarlos y llevarlos por detrás de su cuello.

Sasuke no podía creer que ya se había terminado su paleta, ya que él apenas estaba llegando a la mitad de la suya.
En un intento por alcanzarla, hizo lo mismo que ella hace poco. Dio un gran mordisco y terminó con dolor de cabeza, algo que, de inmediato, divirtió a la joven.

-¡N-No te rías! – pidió, escuchando avergonzado sus carcajadas y viendo enojado como se sostenía el estómago.

En eso, HanaYasha dejó de reír. Y, sacando un pañuelo de la falda de su uniforme, se acercó más al muchacho, poniéndolo tan nervioso como para alterar los latidos de su corazón.

-¿Q-Qué...? – susurró sonrojado, cerrando los ojos mientras ella le pasaba su pañuelo, por encima de su mejilla izquierda.

-Te quedó un poco de helado. – le explicó, apartándose unos segundos después con una sonrisa.

Ignorando lo sucedido, Sasuke desvió la mirada y se llevó lo que le quedaba de su paleta a su boca. Pasaron unos minutos en silencio, tiempo suficiente para que la joven disfrutara de la pequeña brisa que los rodeaba, alzando la mirada y cerrando un momento los ojos. Eso, junto con el olor de hojas de árboles bañadas en el rocío, a sus alrededores, la mantenía en calma.

-Oye... - el muchacho la llamó, rompiendo su ilusión y haciéndola voltear hacia él. - ¿En serio piensas que te seré de ayuda en tu misión? – cuestionó inseguro. - ¿Qué tal si lo echo a perder y solo soy un estorbo?

HanaYasha sonrió con comprensión y llevó su mano a su hombro derecho.

-No te preocupes. Yo estaré a tu lado para guiarte y protegerte.

Con su comentario resonando fuertemente en sus pensamientos, el Uchiha, finalmente, terminó su paleta y tiró el palito en un bote de basura cercano. La joven también se levantó. Y partiendo un nuevo camino en silencio, llegaron sin inconvenientes a la puerta de su casa.

-Muchas gracias por acompañarme. – agradeció la Hanyou, rompiendo el hielo nuevamente entre ellos. - ¿No te gustaría pasar por un vaso de agua?

-Se está haciendo tarde. – se encogió de hombros. - Tendrá que ser en otra ocasión.

Sin más, hizo un ademán para despedirse de ella y comenzó a caminar de regreso hacia las escaleras. Mientras la joven lo observaba, con el viento levantando brevemente sus cabellos negros, recordó lo que le dijo en la habitación de Naruto.

FFFFF

-Lo haré. Pero debo advertirte, que las cosas serán más difíciles a causa de mi maldición.

FFFFF

-¡S-Sasuke! – pronunció su nombre con fuerza, haciéndolo girarse de vuelta. - ¡N-No sé muy bien que quisiste decir con eso de tu maldición, pero te prometo que, cueste lo que cueste, te ayudaré a deshacerla!

Los ojos negros del joven se abrieron como platos mientras brillaban. A excepción de Naruto, ninguna otra persona se había tomado la molestia de ayudarlo con sus problemas. Bufó, sonriendo. Se dio la vuelta una vez más; dándole la espalda, y le dijo fuerte y claro:

-Gracias.

El viento volvió a soplar. Un instante en el que HanaYasha decidió tomar la perilla de la puerta y entrar al departamento. Con tranquilidad, se quitó los zapatos en el vestíbulo. Pasó a la mesa del comedor, dejando encima la bolsa de papel que le dio Sasuke y luego, la rodeó para retirarse a su cuarto.

Daika, quien estaba sentado en el piso, comiendo papas fritas y viendo la televisión, no le tomó importancia.

Una vez que cerró la puerta y dejó caer su mochila al piso, la joven saltó a su cama, acostándose bocabajo y tomando una almohada cercana para cubrirse el rostro.

-Solo me dio las gracias... - pensó, recordando una y otra vez lo recién sucedido, en el pasillo exterior del edificio. - ¿Por qué mi corazón late tan fuerte?

PPPPP

3 días después, con el ambiente de la escuela recuperado por completo; luego del infame ataque del marionetista de almas, muchos de los alumnos realizaban su rutina normal. Iban y venían de un lado a otro. Hablaban de las trivialidades de la escuela, comparaban tareas... incluso Naruto, con su característica sonrisa y actitud positiva, se hallaba dentro de esa imperturbable tranquilidad, charlando con sus amigos... hasta que, cierto huracán de ojos dorados se atravesó en su camino y se lo llevó al otro extremo del pasillo, haciéndolo gritar asustado.

Shikamaru, Chouji y Kiba, vieron aquello con las frentes azules y tres gotas de sudor bajando por sus cabezas.

PPPPP

-¡P-Por favor, HanaYasha, no me lastimes! – llegando a un rincón apartado, lo primero que hizo, fue disculparse de rodillas y juntar sus manos frente a su rostro. - ¡Ahora no sé qué te hice, pero lo siento mucho, mucho, de verás!

-Tranquilo, no te traje aquí para golpearte. – explicó, agachándose a su altura y quitándole el nerviosismo. - Sucede que...

Después de voltear un par de veces a ambas direcciones, le susurró en su oído derecho.

-¡¿C-Cómo?! ¡¿Un regalo de agradecimiento para Sasuke?! – interrogó, atónito y espantado.

-¡N-No lo grites! – pidió nerviosa, cubriéndole la boca con las manos y asegurándose de que nadie estuviera pasando por ahí. Ya segura de que todo estaba despejado, suspiró y apartó sus manos del rubio. - Supuse que... - dijo apenada, poniendo una mueca. - como tú lo conoces desde hace mucho tiempo, podrías ayudarme.

Naruto, viendo el rubor en sus mejillas, sonrió.

-¡De acuerdo! – exclamó, sorprendiéndola. - ¡Por el gran favor que nos hiciste el otro día, te ayudaré con lo que me pidas, de verás!

HanaYasha sonrió emocionada. Se pusieron de acuerdo para reunirse en cierto lugar y, después, volvieron con su respectivo grupo de amigos.

PPPPP

Cuando la clase de química terminó, la Hanyou guardó con prisa sus cosas y salió volando hacia los casilleros, asombrando a todo aquel que pasara a su lado, por su gran velocidad. Su idea, era retirarse lo más pronto posible para no despertar las sospechas de la gente equivocada. No obstante, no contó con que Ino y Sakura, llenas de curiosidad, la siguieran con sigilo hasta las calles de Tokio, topándose con la gran sorpresa de que se reuniría con Naruto.

-¡No es cierto! – exclamó Ino, detrás de la pared de un edificio de ladrillos, parada sobre Sakura. - ¡¿Crees que sea una cita?!

-No, no lo creo. – la pelirrosa arqueó una ceja. – Se llevan bien y todo, pero no creo que estén enamorados.

-¡Vamos a ver! – exclamó la rubia, tomando el brazo derecho de su amiga, para jalarla mientras corrían por la acera.

Escondiéndose donde les era posible; detrás de botes de basura, paredes o anuncios, veían como HanaYasha y Naruto entraban a diferentes tiendas. Muchas de ellas, estaban dirigidas al público masculino, por lo que, de inmediato, llegaron a la conclusión de que el rubio le estaba ayudando a su amiga a dar con un regalo especial.

Pero, ¿Para quién sería?

Esa era la gran interrogante que debían resolver para el final de la tarde. Sin embargo, sus planes se vieron arruinados por un tropiezo accidental de Ino, asustando y petrificando a los jóvenes, antes de soltar otro chillido por culpa de Sakura.

PPPPP

-¡¿CÓMO?! ¡¿PARA SASUKE?! – cuestionaron Ino y Sakura al unísono.

Reunidos en un parque para niños, HanaYasha y Naruto no tuvieron más alternativa que explicarles el motivo de su paseo, quedando agotados, mentalmente, por el sobresalto que se llevaron.

-¡Ay, lo sabía! – exclamó Ino, con dos estrellas brillando dentro de sus claros ojos azules. - ¡Sospeché que te gustaba, desde que te levantaste el otro día para ir a ver qué quería!

-¡P-Pero no me gusta! – replicó la Hanyou, enojada. - ¡S-Solo quiero darle las gracias con un regalo, es todo!

-¿Darle las gracias? – preguntó Sakura. - ¿Hizo algo por ti en estos días?

-Además de irte a buscar, claro. – agregó Ino, posando como si fuera una detective famosa.

-B-Bueno... - HanaYasha quería ser clara con el asunto, pero...

-Hanita, Hanita, Hanita. - ...Ino volvió a interrumpirla, acercándose a ella y apoyando su brazo derecho sobre sus hombros. - Obviamente estás confundiendo "agradecimiento" con "amor". ¡Pero ya no te preocupes más! – exclamó confiada, señalando el horizonte. - ¡Yo tengo la solución perfecta para tu dilema! ¡Solo tienes que hacer todo lo que yo te diga y tendrás a Sasuke comiendo de la palma de tu mano! ¡MUAJAJAJAJAJAJA!

La joven de ojos dorados, viéndose forzada a sonreír, la miró con un tic en su ojo izquierdo. Sakura llevó una mano a su frente y Naruto tragó saliva, grueso. ¡No le gustaba para nada a dónde se estaba descarrilando la situación!

PPPPP

A la mañana siguiente, Sasuke entró con normalidad por las puertas de cristal de la escuela, aproximándose a su casillero para cambiarse los zapatos. No obstante, al abrir la puerta, se dio cuenta de que había una carta.

Volteando a ambos lados, comprobando que nadie lo estuviera viendo, tomó el sobre y lo abrió, despegando la estampilla con forma de corazón.

Al sacar el escrito, vio sorprendido que había redactado a mano por HanaYasha. Sin inmutarse, guardó la carta en el sobre, para colocarlo nuevamente en el interior del casillero y así, cerrarlo con llave.

Cerca de ahí, detrás de una pared, Ino y Sakura chocaron las manos, orgullosas por haber cumplido con su misión matutina secreta.

PPPPP

Llegada la hora del almuerzo, HanaYasha caminó insegura por el pasillo, hasta pararse en el lugar donde se supone que se vería con Sasuke.

El gimnasio.

Normalmente, a esa hora, era ocupado por los estudiantes de tercero, practicando varios deportes con la supervisión del profesor Asuma.

Sin embargo, Ino se encargó de tenerlo vacío solo por ese día, usando una táctica que asustaría a cualquiera: inventar que el sitio estaba infestado por ratas y otras alimañas peligrosas.

Al saberlo, el maestro de educación física no dudó en cancelar las prácticas acostumbradas, dándole la oportunidad a Naruto de extraer la llave de su escritorio, en la sala de profesores.

La joven respiró.

Solo estarían ellos dos, la situación no era tan grave.

FFFFF

-Gracias.

FFFFF

Bueno, sería menos grave si no hubiera recordado eso.

Negando con la cabeza, se palpó la mejilla izquierda un par de veces con su mano; ya que la derecha la tenía ocupada, y abrió la puerta.

No podía creerlo. ¡Sasuke estaba en el centro del lugar! ¡Esperándola!

Al instante, un peligroso rubor invadió violentamente su cabeza, enmudeciéndola y poniéndola nerviosa.

El Uchiha, en cambio, la miraba con tranquilidad, extrañándose por las muecas que hacía, mientras se aproximaba a él.

Iban a hablar de un Youkai, ¿No? Por eso lo había citado ahí. A un lugar que no estuviera lleno de gente.

Aunque, para ser honesto, le parecía raro que su reunión fuera en el gimnasio. Un espacio que siempre estaba ocupado a la hora del almuerzo.

Y que, por ende, le causaba incomodidad, gracias a las miradas indiscretas de las chicas que lo miraban en las gradas.

Frunció levemente el ceño.

No lo conocían, pero se creían con el derecho de desear estar a su lado, solo porque era apuesto.

-S-Sasuke...

En eso, la voz de HanaYasha lo devolvió a la realidad. Mirándola bien, se dio cuenta de que estaba sumamente nerviosa. No dejaba de tragar saliva, jugar con su falda y escondía algo detrás de su espalda; sosteniéndolo con su mano derecha. Tampoco se atrevía a verlo directamente a los ojos.

-¿Qué sucede? – cuestionó con curiosidad.

En ese momento, la joven se armó de valor y sacó lo que estaba escondiendo detrás de su espalda. Un lirio blanco, guardado en una caja de cristal.

-¡Mírenlo! – detrás de las ventanas del gimnasio, en el exterior, Ino, Sakura y Naruto observaban atentos lo que pasaba. - ¡Se quedó sin habla!

-¿D-De verdad crees que esto se trate de una confesión? – interrogó Naruto, confundido.

-¡Por supuesto! – replicó Ino. - ¡Solo mira a HanaYasha! ¡Aunque se muere de la vergüenza, le dirá sus sentimientos!

La pelirrosa suspiró.De pronto, tanto ella como Naruto, sintieron algo extraño en los alrededores, volteando discretamente de un lado a otro. ¿De dónde venía? ¿A dónde se dirigía?

-¡S-Sasuke...! ¡Yo...!

Antes de poder decir otra palabra, ambos sintieron un repentino temblor en el suelo del gimnasio, seguido por el abrupto levantamiento de las gradas detrás del muchacho.

HanaYasha, sin perder el tiempo, se transformó y lo tomó de la cintura, saltando antes de que las gradas los alcanzaran, ocasionando una nube de polvo al destruir la madera y otros artefactos del gimnasio.

-¡¿Q-Qué pasó?! ¡¿Qué fue eso?! – cuestionó Ino.

Naruto, sin llamar la atención de las chicas, comenzó a correr hacia la puerta del gimnasio.

Mientras tanto, en su interior, HanaYasha y Sasuke se encontraban en las vigas metálica del techo, donde estaban colgados los reflectores, usados solamente para eventos culturales.

Cuando el humo se disipó un poco, vieron atónitos a una gran bestia de pelaje castaño y ojos carmesí, vestida con una imponente armadura.

-¡¿DÓNDE ESTAAAAAAAAAAAA?! – preguntó el Youkai entre gruñidos, tomando de nuevo las gradas metálicas, para pasarlas hacia donde se encontraban los jóvenes.

La Hanyou, sin inmutarse, tomó con más fuerza a Sasuke de su cintura y dio otro salto, hacia otro extremo del gimnasio, quedando más cerca de la puerta dentro del edificio.

-¡¿DÓNDE ESTÁ EL ROSARIOOOOOOO?! – sin soltar las gradas, las levantó por encima de su cabeza y luego, las bajó bruscamente.

No obstante, para su gran sorpresa, el piso no fue destruido, ya que HanaYasha alcanzó a tomar la parte inferior de los tubos.

-¡Sasuke, vete de aquí! ¡Yo me...!

Antes de poder terminar, la bestia volvió a tomar las gradas, sorprendiendo tanto a la Hanyou, como para alzarla unos segundos, antes de aplastarla y agrietar el piso de madera con su cuerpo.

-¡H-HanaYasha! – bramó el joven, observándola tirada bocarriba y con sus ojos dorados abiertos y nublados.

Estaba inconsciente.

Fin del capítulo.