Disclaimer: Los personajes de Naruto son propiedad de Kishimoto. La historia es de Lavender-Long-Stories.
xxx
Hinata caminaba por la calle vacía. Cualquier dirección que no fuera la de su casa le serviría. Empapada por la lluvia, sus pies se arrastraban mientras su corazón se hacía cada vez más pesado hasta que se apoyó en una pared. Eso era todo. Lo que quedaba de ella estaba aplastado. Ya no podía más.
Se deslizó por la pared y la mochila se le cayó del hombro. Apoyó el rostro contra la pared, pero eso no le sirvió de consuelo. Nada iba a hacerlo. ¿Qué podía ofrecerle alguien para mejorar su situación? Todos sus sueños eran inalcanzables.
La aprobación de su padre, su lugar en la empresa familiar por la que tanto había trabajado para demostrar su valía y el amor que albergaba en su corazón eran cosas que nunca podría tener. Ese golpe final fue más de lo que pudo soportar.
Hinata sintió que se estremecía cuando el rostro inexpresivo que había mantenido durante semanas se desmoronó y se hizo un ovillo para llorar. El teléfono se le cayó de la mano. Quería desaparecer, igual que deseaba que lo hicieran los mensajes.
Ella no tuvo tanta suerte.
—¿Hinata? —Hinata sintió que otro sollozo la golpeaba—. Hey —volvió a preguntar.
Hinata se cubrió la cabeza con las manos. Quería que la dejaran en paz. ¿Por qué no se le permitía ni siquiera eso? ¿Tanto la odiaba el universo? Sintió que le colocaban un peso sobre la cabeza. Se estremeció, intentando mirar más allá de sus rodillas para ver aquella tela que le bloqueaba la visión.
—Vamos, antes de que venga alguien más —Sasuke la arrastró, sosteniendo el paraguas sobre su cabeza—. Te compraré una bebida caliente de la máquina expendedora de la esquina.
—Sasuke-san... No quiero tu ayuda —susurró Hinata.
—Bueno, no voy a dejarte en el suelo para que llores por ese idiota —Sasuke le puso la chamarra en los hombros y le subió la capucha para ocultarle el rostro—. No vale la pena.
Hinata se apartó de él.
—¿Y tú qué sabes?
El rostro de Sasuke se crispó.
—No podemos conservar todo lo que amamos.
Hinata lo miró boquiabierta.
—¿Qué sabes tú del amor, Sasuke-san? —tomo su mochila y pasó junto a él abriéndose paso por la puerta principal.
No se dio cuenta, hasta demasiado tarde, de que aún llevaba su chamarra sobre los hombros.
OoOoOoOoOoOoOoOoOoO
Después de dos días en cama, Hinata seguía sintiéndose mal. El reloj le avisaba de que era hora de levantarse. Ella solo quería cerrar los ojos y volver a dormir. Prefería no despertarse.
Hinata no podía ser tan egoísta. Se arrastró fuera de la cama, para ir a la universidad, a clase, a comer. Sentía que la observaban. No creía que lo hicieran por la razón correcta. Estaba segura de que, a estas alturas, todo el mundo tenía una opinión sobre por qué había huido después de una conversación tan pública. No importaba si era verdad o no.
Hinata deliberó sobre devolverle la chamarra a Sasuke. Se había burlado de ella. No debería haber sido tan mala con él, pero tampoco quería explicar por qué la tenía. Tendría que reunirse con él en privado. Hasta entonces, se quedaría ahí, pulcramente doblada, en una bolsa junto a la puerta de su habitación para reírse de ella por lo bajo que había caído.
Un chasquido delante de ella la alertó de que habían puesto leche de fresa y un medicamento para el resfriado frente a ella. Siguió las miradas de Kiba y Shino para encontrar a Sasuke sentado al otro lado.
Sasuke intentaba compensar algo. Hinata no estaba segura de por qué creía que lo necesitaba, pero no era ajena a no entender por qué Sasuke hacía las cosas. Pero debería ser ella la que se disculpara.
—¿Qué fue eso? —preguntó Kiba.
Hinata abrió la leche.
—Solo está siendo amable.
—¿Por qué? —Kiba volvió a preguntar—. Él no es el que... —Shino le dio un codazo en las costillas.
Hinata mantuvo la mirada fija en la bebida. Era agradable que alguien pensara en ella, aunque solo fuera por lástima. Se tomó la medicina y sorbió la leche. El azúcar podría aliviar su angustia.
OoOoOoOoOoOoOoOoOoO
Hinata estaba sentada en un banco del parque, mirando las estrellas. La fresca brisa pasaba a su lado moviendo las hojas de los árboles y tirándole mechones de cabello al rostro. Se iba a meter en un lío. Debería haber llegado a su casa hacía horas. ¿Qué más daba? ¿Qué más podía hacer para convertirse en una decepción? ¿Era eso posible? Ya era un cáncer a los ojos de su padre y ahora no solo a los suyos...
Hinata dejó que una lágrima cayera por sus mejillas. El dolor era inconmensurable. Se había acostumbrado, o al menos eso creía. Esta nueva herida era profunda y estaba desangrando hasta la última de sus esperanzas de ser feliz.
No merecía la felicidad. El universo se lo decía cada día.
—Ten —Hinata dio un respingo. Un Sasuke de aspecto sombrío le tendía una golosina envasada.
Hinata no lo tomo de inmediato. Se sentía mal de que Sasuke estuviera en medio de todo esto. Debido al trabajo de sus padres y a su estatus social, los dos se conocieron a una edad muy temprana. Se evitaban en la escuela, por lo que la gente nunca supo lo bien que se conocían.
Sasuke sacudió el paquete.
—No seas testaruda —lo abrió y se lo tendió.
Hinata lo tomo.
—Agradezco tu esfuerzo por hacerme sentir mejor, pero no necesitas compensar cosas que no hiciste.
Sasuke aspiro aire por la nariz mientras se sentaba a su lado. Sonaba extraño. Tal vez estaba enfermo, tenía la nariz en carne viva y los ojos enrojecidos.
—Naruto no se va a enfadar porque te haga sentir mejor. En todo caso, está enfadado conmigo por no habérselo dicho, así no habría herido tus sentimientos tan públicamente.
Hinata mordió su golosina para evitar responder. Sasuke no necesitaba saber por qué estaba realmente enfadada.
—¿Has...? —Sasuke hizo una pausa—. ¿Has hablado con Itachi últimamente?
—No desde el verano, cuando padre me hizo seguirlo para las reuniones. Lo he visto de pasada, pero no hemos hablado mucho desde que empezamos este semestre —le dijo Hinata.
El rostro de Sasuke se movió, apretando los labios.
—¿No ha dicho nada sobre su salud?
—¿Está enfermo? —Sasuke empezaba a preocuparla.
Sasuke se frotó las manos con fuerza, respirando entrecortadamente.
—Está... Muriendo.
—¿Qué? —Hinata chilló.
—Tiene una enfermedad trastorno. Se contagió de algo en un viaje hace unos años —Sasuke se relamió incómodo—. Acabo de enterarme.
Sasuke no estaba moqueando porque estuviera resfriado.
—¿No tiene tratamiento? —preguntó Hinata.
—Le dañará los pulmones y el corazón hasta que dejen de funcionar. No hay nada que puedan hacer, salvo controlar el dolor y ralentizarlo —Sasuke se frotó la nariz con un resoplido. El pecho de Hinata ardía con una nueva pena—. Le dije que era un imbécil egoísta —Sasuke clavó la mirada en el hormigón. Hinata se quedó boquiabierta—. Lo es.
—Sasuke-san, él se está muriendo —Hinata le recordó.
—¡Y me está dejando con su trabajo! —replicó Sasuke—. Tú fuiste criada para ser la heredera de tu familia. Yo no —la rabia acumulada salió a borbotones—. ¡Toda mi vida me han dicho que mi trabajo era no causarle problemas a Itachi! Él está entrenando. Él está estudiando. No, no pudo asistir a tu cumpleaños. Está en Francia por un viaje de negocios —Sasuke se dobló y gritó al suelo.
La culpa acumulada por no haber estado allí para Hanabi le quemaba en el pecho. Al final, Hanabi le guardaba rencor por ello.
—¡Ahora tengo que hacer su trabajo y yo no hice nada de esa mierda de entrenamiento que le dieron! ¡Tenemos un año más de Universidad! ¡Luego seré CEO de una compañía en la que nunca he trabajado! —Sasuke se revolvió violentamente el cabello y dejó de moverse. Toda la energía lo abandonó.
Hinata apoyó con cuidado una mano en su espalda.
—Sé que no te hará sentir mejor, pero Hanabi-chan tampoco recibió formación y se hará cargo de la empresa cuando se gradúe. Se está preparando para la universidad. La verás dentro de unos años.
Sasuke levantó la cabeza.
—¿Qué?
Hinata le dedicó una sonrisa triste.
—Yo tampoco soy la heredera. No me escondo en el parque por Naruto-kun. Es que no quiero volver a casa.
—No pueden hacerte eso —Sasuke racionó.
—Ya lo han hecho. Lo anunciarán antes de que me gradúe. No pasaré ni un día como jefa Hyūga —Hinata agarró su teléfono y lo abrió, desplazándose hacia arriba para mostrarle los mensajes que la habían hecho estallar—. Hanabi-chan ha dejado claro que no necesita mi ayuda —Sasuke siguió observando los desagradables mensajes que le había enviado su hermana—. Le propuse pasar un año entrenándola apenas termine la universidad y me ha dicho que no me necesita.
Sasuke se burló con frustración, dejando el teléfono en el suelo.
—¿Qué está pasando?
La frustración salía de Sasuke en oleadas. Hinata sintió lo mismo la semana pasada. Que su padre finalmente la rechazara como su heredera fue lo que la empujó a confesarse a Naruto. Bien, podría obtener todos los rechazos de una sola vez y le dio una excusa para parecer deprimida en la universidad.
—No se lo digas a Kiba-kun y Shino-kun. Soy feliz con ellos, creen que solo tengo el corazón roto.
Sasuke se sentó.
—Esto no es justo.
Hinata se llevó las rodillas al pecho, con su golosina a medio comer olvidada en el banco.
—Me alegro de que estuvieras aquí —Hinata rompió el silencio—. No es frecuente que nos sinceremos así con los demás —nunca se les permitía hablar de sus clanes. Podría perjudicar a la empresa o a la familia si otros supieran lo que pasaba.
—Es una mierda que siga pasando —Sasuke refunfuñó.
Hinata dejó caer unas lágrimas por sus mejillas mientras el dolor se desbordaba. Simplemente seguiría pasando.
—Sabes que podríamos hacer que todo esto acabara y no volvería a ocurrir —Sasuke se alborotó el cabello dolorosamente—. Eres inteligente, hermosa, organizada, impulsiva... —la señaló con rabia, haciéndola estremecerse—. Es que eres tan condenadamente dulce e inocente.
Hinata parpadeó. Sasuke volvía a ser toda una fuerza de la naturaleza.
—Sé que soy hosco, indiferente y un malcriado de mierda —ladró Sasuke—. ¡Pero tengo que asumir esta enorme responsabilidad y no sé nada! Y voy a admitirlo ahora mismo, tengo miedo —sus ojos se llenaron de lágrimas y su rostro se puso roja de tanto gritar—. ¡Estoy jodidamente aterrorizado! ¡Yo no soy él! —la voz de Sasuke se quebró—. No puedo ser él —resopló—. ¡Se muere y me deja su puto trabajo y yo no lo quiero!
Hinata apretó los labios, temblando bajo el frío y el peso de sus palabras.
—Si tan solo... —Sasuke volvió a perder toda su energía—. Pudiéramos tomar lo mejor de los dos y hacer a una sola persona.
—Eso suena como un matrimonio —Hinata dejó escapar una risa triste—. Lo siento, eso sonó mal.
—No, no sonó mal —el rostro de Sasuke pasó de la rabia al asombro, como si estuviera encajando piezas de un puzle.
—¿Qué? —preguntó Hinata.
—Eso es lo que podríamos hacer. Casarnos —dijo Sasuke.
—¿Qué? —volvió a preguntar Hinata con incredulidad.
—En realidad no, pero eso sería parte de ello —murmuró Sasuke ante su expresión de horror.
—No podemos casarnos, así como así —Hinata hizo un gesto con las manos.
—Solo escucha. Se te dan bien los negocios. Te has pasado la vida entrenando para eso. Te han apartado, degradado, deshonrado, destronado y tu hermana ha hecho la vista gorda —Hinata no necesitaba recordatorios—. Estoy a punto de que me den un trabajo por el que me dijeron que no tenía que preocuparme porque mi perfecto hermano mayor lo tenía cubierto y no llegará a fin de año. Eres demasiado dulce. Soy demasiado amargado. De alguna manera, nunca nos hemos odiado. No somos perfectos. Ni somos lo que son nuestros hermanos. Pero juntos, tal vez seamos algo.
—¿Quieres que me fusione con los Uchiha? Sería una traidora —Hinata se quitó las lágrimas del rostro.
—Quiero que te fusiones conmigo, un matrimonio de dos personas. Tú me proteges. Yo te protegeré. A través de la enfermedad, la salud, de nuestros defectos y habilidades —Sasuke explicó.
—Sasuke-san, no tienes ni idea de lo que estás diciendo —Hinata negó con la cabeza—. No puedo ayudarte. No puedo siquiera ayudarme a mí misma...
—Eso es. No puedes ayudarte a ti misma, pero puedes ayudarme a mí y yo puedo ayudarte a ti —le dijo—. Tú y yo dirigiríamos los negocios Uchiha. Tú serás el cerebro y el corazón. Yo la fuerza y el poder.
—Sasuke-san, hemos estado evitándonos en público durante años. Sinceramente, creo que nunca podrás convencer a ninguno de nuestros amigos de que te gusto y mucho menos de que quieres casarte conmigo.
Sasuke se levantó y se puso delante de ella.
—Yo podría.
—¿Qué? —preguntó Hinata.
—Ya nos entendemos. ¿Qué más necesitas? Sabes más de mí que todas mis fangirl, más de lo que me conoce Itachi. Sé que me conoces. No tenemos por qué querernos, pero sé que al menos tenemos una extraña amistad —Sasuke agitó la mano a su alrededor—. Una que nos tiene a los dos llorando en un banco en el parque a medianoche —Hinata le hundió las yemas de los dedos en los hombros, apartándolo de la idea y él se limitó a levantarse.
—Sasuke-san, me han quitado el título, me han roto el corazón y mi hermana quiere que me muera —Hinata hizo un gesto con el teléfono—. Es imposible que me ofrezcas algo que haga que esta locura tuya tenga sentido—susurró, pero sonó como un grito de auxilio.
—Muy bien, si no es todo, ¿qué quieres entonces? —Sasuke resopló.
—Quiero... Ser amada—admitió Hinata antes de volver a ocultar su rostro.
OoOoOoOoOoOoOoOoOoO
Sasuke sintió que se le revolvía el estómago. Eran tan parecidos, pero a la vez tan diferentes. Les habían arrancado el corazón y la familia y después de eso, ¿qué les quedaba? Amigos, ¿perderían el contacto en un par de años? ¿Amigos con los que ni siquiera podían quejarse? Ambos querían amor y el apoyo que nunca lo tuvieron. A ella la hacía trabajar duro por un título que nunca recibiría y él flojeaba hasta el punto en que ser heredero haría que la torre del hogar Uchiha se desmoronase.
—Yo... Te amaré —Sasuke ofreció.
—¿Qué? Sasuke, ahora solo dices cosas —Hinata levantó el rostro para mirarlo.
Sasuke extendió los brazos.
—Tengo miedo —expresó—. Nunca sentí que mis padres me quisieran tanto como a Itachi y hasta ayer no creía que les importara que yo existiera. Las fangirls no me quieren. Aman lo que suponen que soy. Tu padre te ha tratado como basura durante tanto tiempo que estás empezando a creértelo. Y te has pasado la vida observando a un hombre que mira para otro lado. Así que Hinata Hyūga, te amaré si tú me amas.
—No puedes prometerme eso —Hinata apartó la mirada.
Sasuke inhaló, paseándose de un lado a otro con enfado y luego forzó la mano frente a ella.
—Te lo prometo, Hinata.
A Hinata le tembló el labio.
—Los dos estamos mintiéndole al mundo diciendo que no nos importa la mierda que nos ha tocado. Quiero no tener que mentirle al menos a una persona. Necesito a alguien que me ayude a soportar el peso y, a cambio, yo soportaré el tuyo. Hinata Hyūga, ¿quieres casarte conmigo? —los ojos de Sasuke se clavaron en los suyos, de modo que Hinata pudo ver su miedo a todo lo que estaba a punto de asumir, su verdadera pena por ella y su corazón.
Al final eran iguales, ¿verdad?
Hinata alargó la mano y se la tendió.
—Sí.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
Notas: Y sí, estoy publicando otro long fics… Por favor alguien dígame "Wey ya". O quítenme la pc, bueno, mejor eso no, porque tengo muchos fics en los que trabajar (y vendrán más, pero ¡shhh!, que ese es u secreto). Nuevamente, les traigo una historia de la mano de la bellísima Lavender Long Stories. Espero disfruten de este primer capítulo, pronto vendrán más.
Naoko Ichigo
