Disclaimer: Los personajes de Naruto son propiedad de Kishimoto. La historia es de El Reino.

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Día 8: Fuubutsushi (japonés)

"Los recuerdos de la temporada"

Los Hyūga siempre recibían grandes cargamentos de nueces de Suna cada otoño e inmediatamente las guardaban en una cámara frigorífica. Las comían durante el invierno, utilizando poco a poco el suministro. Por lo general, les duraban hasta el verano.

Para Hinata eso marcaba el cambio de estación. Recordaba cuando era pequeña y se sentaba en el porche, mientras su madre rompía con destreza las cáscaras y sacaba mitades perfectas de nueces. Su madre empleaba un poco de chakra y sus propias manos. Sonreía mientras Hinata la observaba con asombro.

Cuando su madre falleció y Hinata quedó sola, ella intentó hacer lo mismo con Hanabi. Pero sus dedos vendados hacían que las nueces fueran resbaladizas. Y sus manos sudaban demasiado. Su chakra pulverizaba las nueces y aquel polvo se le atascaba en las vendas y le irritaba la maltrecha piel. Se sentaba allí, recordando cómo había fallado en el entrenamiento ese mismo día y ahora también fallaba en esto.

Hyūga Hinata, la vergüenza del clan, que incluso era incapaz de pelar nueces.

Se sentía indigna en una montaña de deshonra. Era como recibir otra bofetada en una mejilla magullada. Nunca fue por las nueces. En realidad, no. Pero eso le hizo recordar lo que era verdad. Ella no podía hacer nada bien.

Más tarde, cuando todos pensaron que Hinata sería rechazada para el puesto de líder del Clan, una tía se la llevó a la cocina. Ella no se dio cuenta, pero la estaban evaluando. Si Hinata no podía ser la líder, ¿en qué tarea servil tendría éxito? Para los Hyūga, era todo o nada. O estabas en la cima, o estabas en el fondo. No había un punto medio.

Entonces, su tía le enseñó cómo usar un cascanueces y así revelar el fruto. Si el interior se desmenuzaba, no había problema. Podían sacar los trozos con algo afilado. Y luego, hicieron algo horrible. Colocaron las mitades perfectas con las desmenuzadas en una tela y aplastaron las nueces.

—No nos gustan las mitades, Hinata-chan —dijo su tía cuando Hinata jadeó—. Solo las enteras pueden utilizarse para cocinar.

Ya de adulta, Hinata utilizaba su cascanueces de metal y su aguja para abrir las cáscaras, escuchando las risas de los niños del clan mientras jugaban a las traes. Frente a ella había tres cuencos. Uno, para las mitades intactas que le daría a Hanabi. El segundo, para los resultados imperfectos. Porque las llevaría a la cocina más tarde y allí serían útiles. El tercero, para las cáscaras y la pieza afilada del interior. Incluso esas partes se podían moler para hacer abono.

Todo tenía un propósito. No importaba lo inadecuado que pareciera a primera vista.

—Deja eso —murmuró Hinata.

Hanabi, que estaba tumbada en el suelo lacado del porche, se sacó el dedo de la boca.

—Tengo un padrastro —se quejó.

—Ya lo sé. No te lo muerdas, lo harás sangrar —argumentó Hinata como muchas otras veces.

Hanabi apretó los labios con malicia. En lugar de eso, se rascó los pellejitos con los dedos de la otra mano. Hinata casi, casi puso los ojos en blanco.

—¡Ajá! —exclamó Hanabi, solo para jadear cuando la piel se despegó demasiado y ella, efectivamente, comenzó a sangrar.

—Tsk —Hinata chasqueó la lengua. Le entregó a su hermana una servilleta de papel que tenía debajo de uno de los cuencos—. Toma.

Hanabi se envolvió el dedo y, una vez hecho, intentó tomar una de las mitades de nuez. Hinata la golpeó con el cascanueces.

—¿Qué? ¡Pero si son mías! —protestó Hanabi.

—Lávate las manos —dijo Hinata.

Con un ruidoso y teatral gemido, Hanabi se puso en pie y entró en la casa dando pisotones. Cuando volvió, Neji la seguía, con una bolsa de mandarinas.

Le dedicó una sonrisa a Hinata y se sentó a su lado. Sin mediar palabra empezó a pelar la fruta, depositando las cáscaras en un cubo de basura.

Hanabi aceptó sus rodajas de mandarina. Deliberadamente, le quito el resto de la cáscara, antes de masticar lentamente la pulpa. Sus ojos siguieron a los niños que corrían cerca.

—¿No los sacaste de la Academia demasiado pronto? —preguntó Hanabi—. Sí seguimos manteniendo el... —Hanabi sacó la lengua y la movió.

Neji resopló.

—Tienes comida en la boca.

Hanabi se metió un puñado de mitades de nueces en la boca y masticó con gusto.

Hinata suspiró, sin dejar de realizar su tarea.

—Espero que no. Oh, gracias —deslizó una rodaja de mandarina entre sus dientes cuando Neji se la pasó.

—Tenemos que estar seguros —murmuró Neji—. Si sigues teniendo problemas, entonces tendremos que esperar.

—Hmm —Hinata estuvo de acuerdo—. Me parece bien que todos esperen. No me importa tener lecciones con las damas de compañía.

Los Hyūga eran conocidos por ser reservados y extraños. Mantener secuestrados a la mayor parte del clan parecería raro, pero no sospechoso. Bueno, tal vez el Uchiha lo encontraría misterioso. Pero a los ancianos no les importaba lo que pensara un Uchiha arrogante.

—Algunos de nuestros familiares podrían molestarse por tener que permanecer aquí durante más tiempo del previsto —se preocupó Hinata.

—Estoy seguro de que agradecerán no estar sometidos a un procedimiento experimental —dijo Neji. Sus ojos se clavaron en el rostro de su prima—. Como alguien ya lo hizo.

Hinata le entregó una mitad de nuez.

—Ni tú ni yo.

Neji mastico su comida y permaneció en silencio.

—¡Oh! —exclamó Hanabi—. ¡He oído lo del Uchiha! El más joven. ¿Cómo se llama?

—Sasuke —dijo Hinata.

Su expresión no cambió ni un poco, pero, de todos modos, Hanabi se apretó al cuerpo de Hinata.

—Sí. ¿Su padre no es el líder del clan?

—Sí.

Hanabi soltó una risita.

—¿Cuánto se enfadará papá si se enterara de que estás hablando con el hijo del líder del clan Uchiha?

Neji se movió ligeramente.

Hinata le golpeó la pierna con su cascanueces.

—No se lo digas.

Neji suspiró muy levemente.

—No tendría gracia —argumentó Hinata.

Neji chasqueó la lengua.

—No hagas pucheros.

Hanabi se lanzó hacia delante para tomar otra mandarina.

—Sería divertidísimo.

Hinata suspiró, apoyando finalmente las manos en su regazo.

—La verdad es que he sido bastante grosera con él. No creo que quiera volver a hablar conmigo.

Hanabi negó con la cabeza.

—Imposible. Solo tienes que disculparte. Él te querrá. Le agradas a todo el mundo. De hecho, te querrá tanto que se casará contigo.

Hinata se rio.

—¡Eso es absurdo!

Neji sacudió la mano sobre el bote de basura para deshacerse de la mandarina aplastada que ahora cubría sus dedos. Hinata le dio otra servilleta de su pila.

De repente, Hanabi se congeló y sus acompañantes se paralizaron con ella, buscando amenazas. Hanabi sacudió la cabeza para indicar que todo estaba bien.

—No. No. Espera. ¿Y si Hinata se casara con Sasuke? Tendría que ser adoptado, ¿verdad? Ya que Hinata va a ser la próxima líder del clan.

Hinata se atragantó con saliva. Se tapó la boca con la manga mientras tosía.

—¡A-adoptar!

Neji sacó otra servilleta de debajo del cuenco para dársela a Hinata. Ella se secó los ojos llorosos.

Hanabi se rio tanto, que chocó sus talones contra la madera mientras sus piernas se agitaban. Neji le dio una mandarina con toda la cáscara blanca cuidadosamente pelada para demostrar lo contento que estaba con la broma.

—Tendré una charla con el Uchiha si se atreve a mirarte mal, Hinata. Pero... Sería divertidísimo —retumbó Neji, con un matiz de risa en sus palabras.

Hinata puso sus herramientas en uno de los cuencos y se pasó las manos por sus ardientes mejillas.

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Notas: ¡Neji y Hanabi son SasuHina shippers!

Guest Guest: Me alegra que te gustara. Me tarde, pero aquí está la conti.

Naoko Ichigo