Disclaimer: Los personajes de Naruto son propiedad de Kishimoto. La historia es de El Reino.
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Día 14: Meraki (griego)
"Poner un poco de tu corazón y alma en las cosas que realizas"
A Sasuke se le ocurrió algo.
—¿No vas a misiones? ¿Tenías estos problemas antes?
—... No —admitió Hinata tras una pausa—. Se está agravando. De ahí la conversación con Kakashi. Esperaba que él pudiera ayudar.
Sasuke levantó con cuidado la toalla de sus ojos para poder inspeccionarlos. Su mirada se deslizó hacia su frente. Cualquier conversación sobre sellos, inmediatamente lo hacía pensar en el infame sello Hyūga. La piel de ella estaba sin marcas.
¿También Kakashi tenía experiencia con los sellos? ¿O tenía otra especialidad que Sasuke no recordaba?
Antes de que pudiera detenerse, cuidadosamente le pasó el pulgar por la ceja. Los ojos de ella permanecieron cerrados, pero sus párpados se movieron brevemente. La piel se le puso de gallina.
Ella levantó la mano a ciegas y Sasuke la tomó entre las suyas. No quiso darse cuenta de lo pequeños que eran sus dedos en comparación con los de él. Sabía que ella podía matar con esas manos. Pero el agarre de ella era suave y los escalofríos le recorrieron todo el cuerpo cuando sus palmas se deslizaron contra las de él.
—Pedí permiso para decírtelo —dijo Hinata en voz baja—. Todavía no he obtenido la aprobación de mi padre. Pero... Está preocupado. Puede que me deje hacerlo pronto.
Su mano sufrió un espasmo cuando un breve rayo de miedo lo atravesó. Si un hombre tan frío como Hiashi se sentía preocupado, la situación debía ser terrible.
Sasuke se lamió los labios.
—¿Es algo que afectará tu salud a largo plazo?
—No... No lo sé.
Se encontró acunando la mano femenina contra su pecho. Contra su corazón. Solo llevaba su camiseta azul marino y casi sentía como si le estuviera tocando la piel desnuda. Reprimió un escalofrío.
—Eso no es muy reconfortante, Hyūga —respondió.
Ella soltó una carcajada y una única lágrima se deslizó por su mejilla. Él la observó embelesado.
Abrió la boca para decir algo, pero ambos ninjas se detuvieron al sentir que había alguien en el pasillo.
—Hinata-sama —habló una voz femenina al otro lado de la puerta del interior de la casa—. He traído un poco de té.
Hinata retiró la mano y Sasuke la soltó de mala gana. La ayudó a sentarse.
—Entra.
La mujer del clan Hyūga entró arrastrando los pies, llevaba una bandeja con dos tazas de té y una tetera. Sasuke apenas le prestó atención. Se centró únicamente en Hinata mientras esta abría lentamente los ojos. Los entrecerró, como si le diera miedo la luz, pero pronto parpadeó y los abrió por completo. Observó las pequeñas lágrimas en sus pestañas.
—¿Estás bien, Hinata-sama? —preguntó la mujer del clan, retorciéndose las manos.
Sasuke observó distraídamente que ella tampoco tenía el maldito sello.
Hinata asintió.
—Estoy bien. Gracias a Sasuke-san.
El uso de su nombre le sacudió tanto que sus dientes chocaron al apretar la mandíbula. La mujer del clan se volvió hacia él y le hizo una reverencia.
—Gracias, Uchiha-san.
Incómodo por la condescendencia, la despidió con un gesto.
—Solo hago lo que puedo. Gracias por el té.
La mujer sirvió las bebidas y dejó la bandeja junto a la cama de Hinata. Sasuke tomo una taza para darle tiempo a Hinata a recomponerse. Ella se secó los ojos con las yemas de los dedos. Él la observó detenidamente. Ella no mostraba ningún signo de dolor.
Por fin pudo mirarla a los ojos. Sus iris de color lavanda brillaban con la tenue luz de la única linterna encendida.
—¿Vamos a tener que hacer algo con tus ojos? Si es que están empeorando —preguntó en voz baja.
Hinata bajó la mirada y recogió las pelusas de su colcha.
—He hablado con Kakashi-san, y él se reunirá con nuestros ancianos más tarde. Todo debería resolverse pronto.
Sus ojos se entrecerraron.
—No me gustan estos acertijos. Además, ¿por qué Kakashi sabe y yo no?
Ella sacudió la cabeza.
—Kakashi-san le debía un favor a mi padre.
—¿Un favor?
—Um... —se mordió el labio—. Kakashi-san tenía algunas preguntas sobre dōjutsu. Y eh... Mi padre le dio algunos libros con diagramas y le explicó sobre las vías de chakra.
Sasuke casi escupió su té. ¿En qué mundo los Hyūga daría información a un extraño?
—¿Estaba poseído? —Sasuke bufó, antes de darse cuenta de su paso en falso.
Mierda. No quería hacer una broma de mal gusto sobre un padre delante de su hija. ¿Qué tan estúpido podía ser Sasuke? Fugaku podía tener razón, Naruto era una mala influencia.
En lugar de parecer ofendida, Hinata se cubrió los labios con su palma. Sus ojos bailaron con la risa, aunque ningún sonido escapara de su boca.
Ella continuó.
—Creo que mi padre lo hizo porque los Uchiha no quisieron.
Sasuke quiso desplomarse en el suelo. Por supuesto. Se sintió tonto. Ese estúpido odio que Fugaku tenía hacia Kakashi a pesar de que la propia familia de Obito no le guardaba ningún rencor. Aunque Kakashi había sido el sensei jonin de Sasuke. A pesar de que Kakashi ni siquiera podía usar el Sharingan con la misma facilidad que un Uchiha.
—Ah... —Sasuke suspiró.
Hinata apretó los labios en un esfuerzo por reprimir su sonrisa. No funcionó y eso solo sirvió para mostrar los pequeños hoyuelos de sus mejillas.
Oh, le parecían demasiado bonito para describirlos con palabras.
Ella tomó su propia taza de té y se la llevó a la boca, pero no bebió. La bajó a su regazo.
—No tengo permiso de los ancianos para decírtelo. Sobre todo, porque eres de un clan diferente.
Un clan rival quiso decir. Él resopló con fuerza por la nariz.
Ella le puso una mano en la rodilla. Él se congeló, híper consciente del calor que le atravesaba la tela de sus pantalones.
—Lo siento mucho —dijo ella con seriedad, inclinándose hacia delante—. He intentado asegurarles que eres de confianza y que solo quieres ayudar.
Lo único que quería era tomar su mano entre las suyas. Entrelazar sus dedos y cerrar la brecha entre sus bocas. Pero no podía. No podía ser su profesional médico imparcial y al mismo tiempo intentar iniciar una relación romántica con ella.
Espera. ¿Desde cuándo quería intentar una relación romántica con ella?
Mentalmente, gimió.
—Hyūga...
Ella lo interrumpió.
—Llámame, Hinata. Por favor. Y, por favor, dime cómo puedo pagarte.
Se echó hacia atrás intencionadamente para no tentarse a hacer algo realmente estúpido. Ella también se retiró. En el breve silencio, tomó un sorbo de té.
El té ya debía de estar tibio. Qué desagradable.
Hizo una mueca interna. ¿Podía gustar de esa mujer que bebía té tibio?
Ella lo miró por debajo de sus gruesas pestañas. Eso le llegó al corazón.
Mierda. Tal vez podía.
Se aclaró la garganta y vació la taza.
—No tienes que pagarme. Ya hemos hablado de esto Hyū… Hinata-san —se levantó y se ajustó el jersey—. Solo... Ten cuidado. No dejes que el descabellado plan de Kakashi empeore las cosas, ¿de acuerdo?
Ella sonrió.
—Bien.
Le hizo un gesto cuando se movió para ponerse de pie.
—Me sé el camino. No olvides tus gafas.
—Gracias.
Asintió y se dirigió a la puerta que llevaba al jardín. Neji estaba apoyado en la barandilla del porche justo enfrente. Levantó una ceja y observó a Sasuke de arriba abajo. La pequeña curvatura de su labio indicaba que no estaba impresionado con lo que veía.
Qué grandísimo idiota. ¿Cómo es que Hinata logró ser tan simpática? Sinceramente no lo entendía.
Haciendo todo lo posible por ser educado, Sasuke asintió y se puso las sandalias. Bajó las escaleras. Una vez en el jardín, se alejó rápidamente.
Necesitaba un trago.
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Naoko Ichigo
