—¡Emily! ¡¿Pero qué ha sido eso!? —chilla Sesel.
—¡Ha sido todo... Genial! ¡¿Lo has visto?! —responde ella emocionadísima, sacando la adrenalina producida por el susto.
—¡Sí! Pero... pero... —es que aún tiene el corazón aceleradisimo.
—¡Y hemos subido igual! ¡¿Es que tú has visto como hemos VOLADO!? —Emily sigue dando saltitos.
—Eso no es volar, ¡es caer! —protesta Arthur llegando detrás cruzándose de brazos.
—¡Es caer pero no hemos caído! ¿¡Has visto, Artie?! —pregunta con una sonrisa de oreja a oreja, impresionadísima.
—Sí, sí he visto —se acerca a ella y tira de su mano para apartarla del ruso a quien mira de arriba abajo con el ceño fruncido… y levanta las cejas al notar que no lleva pantalones, además.
—Él es Iván —presenta ella sin leer en lo absoluto la tensión en el ambiente—. Iván, él es Artie, ella es Sesel... Y Francisc
Iván les mira a todos de forma bastante intimidante. Sesel le mira de arriba abajo pensando que da bastante miedo. Inclina la cabeza al notarle las piernas de piel súper blanca y pelos del mismo color. Arthur ni se vuelve a él de nuevo..
—No podemos subir en el dirigible hoy porque tiene agujeros, pero vamos a repararlo —explica Emily.
—¿Cómo que "vais"? —pregunta Arthur, de mal humor con todo esto.
—Estaba ayudándole, ves desde aquí —entrecierra los ojos sin ver el detalle de donde estaban—. Bueno, desde aquí no se ve bien pero allá arriba.
—¿Ayudándole por qué? —sigue protestando el escritor.
—Pues porque con hoyos no vuela —ese tono de "es lo más obvio del mundo".
—Emily, esto es muy irregular, este hombre está saltando como un loco, podrías haberte matado... ¡Y va sin pantalones! —insiste, señalándole.
—¡Ah! Es verdad, ahora te devuelvo tus pantalones, Iván —tan tranquila, busca su falda con la mirada
—¿Por qué llevas sus pantalones? —protesta Arthur pensando que ha pasado... algo. Sesel mira a Iván levantando aún más una ceja al notar eso. Francis, convenientemente escondido detrás de Arthur, levanta también una ceja mirando al ruso.
—Porque yo no traía pantalones y tenía que ponerme el arnés y no se puede con falda —se va hacia la cabina. Sesel les mira a los otros tres y se va tras ella.
—Emily! —la llama, para que se detenga y la espere.
—Ah! Sesel —le sonríe pasándole una mano por los hombros.
—¿Qué has hecho con ese hombre? —pregunta directamente.
—He volado y subido hasta allí y... No le digas a nadie, pero ¡voy a ser su ayudanta! —exclama tan encantada.
—¿En serio? —levanta las cejas.
—¡Siii! ¡En serio! ¡Y me ha subido así de golpe y me ha puesto un arnés! Ha sido muy divertido —asiente efusivamente.
—¿Y qué le has hecho a cambio de todo eso? —pregunta preocupada.
—¿Hacerle? ¿Hacerle como... Qué? —parpadea.
—Como... besarle —propone Sesel nada muy elaborado sabiendo la inocencia de Emily.
—¡¿Be-Besarle!? —abre la boca y se sonroja pensando que no le hubiera molestado en lo absoluto besarle. Aunque ahora que lo piensa sí que le beso—. Sí le di un beso.
—¿L-Lo hiciste? —muy impresionada.
—Sí, uno cuando íbamos a bajar —en la mejilla, claro.
—Pero... ¿que no iba a ser que tu primer beso tenía que ser con Artie? ¿Te forzó o algo?
—¿Mi primer beso? —se detiene y la mira descolocada.
—¿Hubo algo más además de eso? ¿Algo sexual? —pregunta preocupada.
—Sí —tan ancha.
—¿Qué? —se lleva las manos a la boca incrédula.
—Pues... Sí —se encoge de hombros.
—Pero... ¡hijo de puta! ¿Te forzó?
Emily levanta las cejas porque cuando habla así es que está enfadada.
—No, me preguntó —aclara, negando con la cabeza.
—¿Y tú accediste? —levanta las cejas.
—Le respondí.
—Entonces él... ¿te gusta?
Emily se sonroja un poco planteándose eso por primera vez y se ríe.
—Ooooh! —sonríe Sesel un poco maligna—. Emilyyyy!
—Naaaah, que va a gustarme —se ríe sonrojadita.
—¡No me digas que no, bribona! —se acerca y le pica un poco.
—¡No es ciertoooo! —se ríe más y más fuerte—. Solo es... De hecho solo es que tiene un dirigible que quiero, NADA más.
—Mmm... No sé no sé y le das besoooos y le haces cositaaaas —se ríe—. ¡Vas a tener que contármelo TODO!
—¡No hago cositas de eesaaaas! —se ríe más y la despeina un poco—. ¡No voy a contarte nada como sigas hablando asiiii!
—¡¿Por qué no?! —protesta sin dejar de sonreír—. Pero no habéis estado tanto tiempo y es un tío muy mayor, ¿no?
—¡No lo sé! No sé si... ¡No sé si me gusta! Es enorme y tiene ojos violeta... Y unas manos fuertes y enormes —describe, pensando en las cosas que más le han llamado la atención.
—Vamos a fuera, luego en la noche me lo cuentas cuando estemos solas y tranquilas —propone Sesel. Ella asiente tomando su falda y poniéndosela.
—Voy a venir mañana —asegura.
—Uuuh —canturrea solo para molestarla.
—Shhhh! —le lanza los pantalones a la cabeza. Sesel se ríe quitándoselos y yendo hacia fuera con ella a su lado. Entre tanto, Arthur se acerca un poco a Francis sin dejar de mirar al piloto de dirigibles con cara de pocos amigos.
—Esto... Es... Fuera de lo común. ¿Es normal que hagan esto? —pregunta el francés.
—¿Hacer qué? —le mira de reojo el inglés.
—Pues esto de mezclarse con la gente... "normal"
—Pues no sé cómo será en el nuevo continente, pero ese caballero es sumamente extraño —protesta Arthur con desagrado.
—Da miedo.
—No sé si da miedo, ¿por qué va sin pantalones? eso no me gusta. ¿Quién le da sus pantalones a una mujer que acaba de conocer? —sigue cotilleando el escritor con los brazos cruzados en voz baja.
—¿No sabes si da miedo? ¡Sí que da muchísimo miedo! Y... No sé qué hacía con los pantalones, es raro, es verdad. Lo más preocupante es Emily.
—¿Ella? —los ojos verdes le miran de reojo.
—¿Tú has visto como estaba de tranquila y sonriente?, ¡como si todo esto fuera normal! —exclama el sastre.
—Sí, pero... ella es bastante crédula por lo que he visto —valora.
—Pues... Bueno, a mí que me importa, solo digo que es raro —entrecierra los ojos azules pensando y mirando al ruso.
—Sí... —le mira parecido también, para cuando vuelven Sesel y Emily.
El sastre le roza un poquito el brazo en un gesto cariñoso antes de mirar a las dos chicas. Sesel le pasa los pantalones a Emily y le da un codazo de esos malintencionados acompañados de una risita para que vaya a devolverlos ella.
Emily se ríe un poquito más sonrojada y nerviosita ahora después de hablar con Sesel y sin mirar siquiera a Arthur y a Francis se acerca otra vez a Iban que está recogiendo cosas del suelo y ocupándose con las herramientas del cinturón porque no sabe que decirles a los dos chicos amigos de Emily que solo cuchichean.
—Iván! —la voz es agudita.
Él se gira a ella, que se ríe. La mira sin saber muy bien que hacer y se pone más nervioso porque siente que los demás también les miran de forma rara.
—Te... Devuelvo tus pantalones —se los extiende y mira a los demás de reojito.
—Ah, spasiba —empieza a ponérselos mientras los demás no les quitan ojo de encima.
—Mañana... Es un secreto.
—¿Un secreto?
—Sí...
—¿Por qué?
—Porque no pueden saber que vengo, no me dejaran venir —explica en un susurro acercándose un poco a él.
—¿Por qué no? —inclina la cabeza.
—Porque soy una chica y una chica no hace estas cosas según ellos —se encoge de hombros.
—Oh... vale —se encoge de hombros también. Emily le sonríe porque todo lo importante parece entenderlo muy bien y muy rápido. Da un pasito hacia él.
—Vendré mañana —promete. Él asiente. Ella le sonríe y se sonroja un poquito pensando en lo cerca que han estado hoy en general.
El ruso levanta una mano y se la pone torpemente sobre la cabeza. Ella mira la mano sintiéndola pesaaaaada y enooooorme en su cabeza. Se sonroja un poco más y se ríe obviamente de nervios, sin moverse.
Iván inclina la cabeza acariciándole el pelo y tomando un mechón entre los dedos. Emily le mira hacer, embobada, poniéndose muy nerviosa y ahora sintiendo todo esto más por el lado que lo ha enfocado Sesel. Por algún motivo, Iván se acerca a ella para olerlo.
Ella le pone la mano en el pecho, nerviosita, apretándole la tela de la camisa en un puño. Él parpadea y se hace hacia atrás sin entender, pero ella no le deja hacerse mucho atrás tirando de él sin entender.
La mira a los ojos azules y estos le miran también y se sonroja un poquito más, sin soltarle. Arthur carraspea al fondo.
—Adiós! —exclama la americana, levanta las cejas después de oír a Arthur, se ríe boba y nerviosa y sale corriendo hacia los demás súper sonrojada.
Iván se queda con la mano levantada, mirándola irse. Ella se gira a mirarle le sonríe abrazando a Sesel de los hombros que hace una risita cuando Emily se acerca.
—Cállateeee.
Sesel vuelve a reírse. Arthur las mira frunciendo el ceño sin entender y mira a Francis de reojo quien levántalas cejas también mirándolas estando seguro de una cosa: Arthur no llamaba ni la mitad de la atención de Emily de lo que la llamaba Iván. Sonríe con eso dándole un suave golpecito hombro con hombro.
Arthur se vuelve a él con eso y sonríe devolviéndole el golpecito. Francis exagera un poco el golpe y trastabilla. Así que el inglés se ríe.
—Eres un bestia —"protesta" sonriendo al ver que ha logrado desviar su atención y que se ría. Se acerca de nuevo a él y le roza la mano con la suya.
El inglés mueve el dedo índice y le toma del dedo meñique. Francis sonríe aún más con eso sintiendo calorcito en el estómago. Iban a estar bien, pasara lo que pasara iban a estar bien. Arthur no le mira, pero sí se sonroja un poquito.
—Y tú un debilucho —se defiende el escritor.
—¿Yo? No, yo soy una persona normal, que es distinto. ¡Tú eres un bestia! —insiste, nada más que por el placer de pelear.
—Claro que no, eres una nena —sonríe más.
—¡No soy una nena! —protesta un poco bajito pensando que si fuera una todo sería considerablemente más simple—. Tú eres un bestia, bruto.
—Pues un hombre no eres, eso está claro —sentencia malignamente.
—¿Disculpa? ¿Qué has dicho? —levanta las cejas fingiéndose ofendido.
—¿Además estás sordo? —sonríe más y se encoge de hombros.
—No estoy sordo, pero en cuanto estemos solos voy a demostrarte cómo es que soy todo un hombre—medio amenaza, medio promete.
—Ah, ¿sí? ¿Cuándo estemos solos? —le reta, sonriendo.
—Oui —responde tan seguro, sonriendo un poco también.
—¿Te da miedo que ellas sepan que eres un hombre? —las señala, porque no ha entendido del todo a como es que Francis pretendía demostrarle.
—Me parece que ellas tienen perfectamente claro que lo soy —levanta una ceja y le mira de reojo.
—¿Cómo van a tenerlo claro si te ven caerte con un golpecito? —sigue burlándose.
—No me caí, trastabille porque pisé mal —se defiende, indignadillo.
Arthur le empuja otra vez con el hombro y suelta un suave gritito de nena, así que el escritor vuelve a morirse de la risa.
—¡Eres un idiota! —medio protesta el francés volviendo a buscarle con el dedo meñique.
Esa protesta hace que se ría aún más. Él le da un golpecito de vuelta no tan suave esta vez y ahí va él otra vez hasta que lo tire, venga Emily a levantarlo y Arthur se sonroje al notar lo que estaba haciendo.
Francis se sonroja un poco también disculpándose con Miss Jones y limpiándose él el polvo de los pantalones, fulminando a Arthur.
—Yo lo... ehm... l-lo lamento —se disculpa el inglés un poco nervioso. El sastre sonríe un poco de lado con esto y el escritor le mira preocupado.
—Hay que tener cuidado con ser tan bestia, eh... —le susurra cerrándole un ojo cuando ve que nadie lo mira.
—¡No he sido tan bestia! —protesta.
—¡Me tiraste al suelo! —replica.
—¡No! Pero... yo no... ¡No! —no sabe cómo defenderse, el francés se ríe un poco, bajito. El inglés frunce el ceño y refunfuña con las risas.
—Ehm, Artie... Y... ¿Qué tienes planeado para mañana? —pregunta evidentemente la chica que le llama Artie.
—Mañana sí vamos a tener que ir a Fleet Street y deberíamos preparar los papeles para tener una entrevista con mi... con... bueno, ese asunto con su madre. Tendría ella que firmar algunos asuntos también —explica Arthur a Francis, este asiente pensando en ese asunto—. No quisiera incomodarla haciéndola venir a casa, creo que puede llevarse los papeles para ella después de ir a los juzgados.
—Quizás pueda ir a su casa —suelta Francis después de pensárselo un poco—. En especial si tiene alguna duda preferiría que usted pudiera explicárselo.
—¿A... A casa? —se incomoda un poco porque tal vez sea su madre quien se oponga a eso.
—Oui, será algo rápido —asegura el sastre.
—Ehm... hum... bueno... espero que esto no te cause algún problema, Emily —vacila Arthur y mira a la nombrada ahora.
—¿Qué? ¿Que no me cause... Qué? —se ha perdido en cuanto ha mencionado Fleet Street, pensando en el dirigible.
—Pues... no sé qué quisieras tú hacer mañana —aclara, mirándola un poco suplicante para que no diga que acompañarle.
—¡¿No vamos a hacer nada juntos?! —levanta las cejas y sonríe un poco, la emoción que demuestra con ello es casi un poco insultante en opinión de Arthur.
—Pues... ehm... depende de ti —expone educadamente. Emily mira a Sesel de reojo que levanta una ceja.
—Podemos ir de... Día de campo o... A ver la ciudad nosotras —propone para su doncella, tomándola del brazo, con claras intenciones distintas, en realidad.
—Por la mañana yo seguro estaré ocupado con todo esto, así que lo que prefieras —asegura Arthur. A la chica le brillan los ojos.
—No te preocupes, podemos solas, ¿verdad, Sesi? —le sonríe a la nombrada.
—Ehm... sí, claro —asiente la ella. Graaaan sonrisa de Emily y la abraza un poco.
—Podemos... Vernos quizás para la cena. ¿Te parece, Artie? —propone de todos modos.
—Para... la cena. Sí —asiente sonriendo también. Ella sonríe u poco más, levanta la mano y despeina casi como hizo con Iván.
—¡Eh! ¿Qué haces? —protesta él, separándose y levantando las manos para que no lo haga, tratando de aplacárselo. Emily se ríe un poco.
—Eres muy serio —valora la americana.
—Pues es que qué haces, no me despeines —sigue protestando, ahora en su lucha infinita contra su cabello perpetuamente levantado de todos lados.
—Estoy jugando... —responde mirándole a los ojos verdes que le miran aun frunciendo el ceño acabando de arreglarse el pelo—. Ehm... Bueno. ¿Entonces qué haremos ahora?
—Hay una cena, en casa del Coronel. Va a estar gran parte la crema y nata de la alta sociedad londinense. Padre quiere que os vayáis familiarizando con ellos para la fiesta de compromiso de la semana que viene —explica Arthur, acabando con su lucha, dándose por vencido nuevamente contra sus mechones rebeldes.
—¿De Scott? —pregunta Emily que aún no tiene muy claro quién es quién.
—¿Eh? —Arthur la mira sin entender.
—Tu hermano es el coronel, ¿no? —pregunta un poco confundida, sin estar segura.
—¡No! No, él es capitán, pero no Coronel. Esta noche te los presentaré —mira a Francis de reojo, que suspira asumiendo que no va a ir a esa cena, sintiendo unos poquitos de celos inevitables. Aun así, no había pretexto posible...
—Ah, vale... ¿Va a ser una de esas cenas largas y aburridas? ¿Puede venir Sesel? —pregunta Emily apretando el brazo del que la está agarrando, porque sin ella aún puede ser mucho peor.
—Ehm... Pues... creo que... ¿Qué entiendes por cena larga y aburrida? —pregunta Arthur sin estar muy seguro, esto es lo que habitualmente se hacía en sociedad, ¿no? ¿O en América hacían cosas distintas?
—Una con un montón de gente vestida de traje en la que solo hablan y se ríen y las mujeres después vamos a caminar y los hombres a fumar —resume ella como confirmación de sus sospechas.
—Sí, justo así es como son —asiente el escritor.
—Ugh —protesta ella. Sesel les mira a todos porque al final no han dicho si ella podía ir. Francis le hace una cara a la chica pensando que quizás pueda ir hoy y adelantar el vestido... Y llevarla a que conozca a Mathieu y esas cosas.
—¿Y tenemos TENEMOS que ir? —insiste Emily.
—Pues... habla con mi padre, pero yo diría que sí —expone Arthur porque no pensaba que fuera ELLA la que no quisiera ir, siempre le había parecido que las mujeres se lo pasaban tremendamente bien en esos eventos. Cuchicheando sobre cómo iban vestidos unos y otros o las parejas o quién sabe qué más escándalos.
—¿Irá mi madre? —pregunta la americana como si esa fuera la clave que organizara el universo.
—Seguramente —asiente Arthur.
—Entonces hay que ir —asegura muy seria, asintiendo y pensando en su madre un poco más—. De hecho quizás deberíamos volver a casa para bañarme y arreglarme con tiempo.
—Ah, justo a eso vamos.
Emily asiente muy conforme. Arthur sonríe un poco y vuelve a mirar a Francis quien le sonríe débilmente tocándole el pie con el suyo.
Así es como iba a ser siempre, más le valía irse acostumbrando. Siempre tendrían planes para el día siguiente, pero nunca podrían ir a esos eventos juntos y a la larga sería más complejo aun, porque en el futuro Arthur se iría a dormir con su mujer todas las noches... Y él dormiría solo en su cama. Arthur tendría una esposa en la que apoyarse y él... No tendría nada. Quizás morirá solo también, sin hijos mientras que Arthur estaría pronto rodeado de su feliz descendencia.
Quizás podría casarse él también... Y condenar a su esposa a una vida como la de su madre. Ya bastante era condenar a esta chica a esto... Aunque estaba el asunto del hombre del dirigible. Sonríe un poco con esto volviendo a pensar que quizá no sería todo tan dramático.
—¿Entonces planeas llevar a tu doncella? —pregunta el inglés ocurriéndosele algo. Emily le mira y asiente aliviada con ello.
—Sesel viene conmigo a todos lados —donde me dejan...
—No es, en realidad, muy conveniente o aceptable —valora fingiéndose poco convencido del arreglo.
—Pero... Es Sesel —alega Emily que le ha cambiado la cara.
—Ya, pero por lo general... —se humedece los labios—. Tal vez si fuera acompañada.
Francis levanta las cejas entendiendo rápidamente. Sonríe un poco más y mira a Sesel de reojo.
—Voy a acompañarla yo —explica Emily como si eso fuera obvio. Sesel parpadea varias veces y levanta las cejas con esa decisión.
—Me refiero a un acompañante masculino. Una pareja —explica Arthur.
—Ohhhh! Pero... Ohhh! Hmmm... ¿Y de donde le vamos a sacar un acompañante masculino? —por un momento, Emily piensa en Iván sin poder evitarlo.
—Pues... —Arthur vacila porque obviamente está pensando en que sea Francis. Le mira de reojo para que alguien lo diga y no sea tan evidente que lo ha propuesto él.
—No quisiera verme muy atrevido pero yo estaría encantado de acompañar a la señorita —suelta Francis con pompa.
—¡Oh! —exclama Sesel, de repente bastante encantada con el plan.
—Tú... ¡Oh! ¡Él! ¡Es guapo! —suelta Emily con bastante inocencia hacia Sesel.
—Sí, sí que lo es —risita tonta. Arthur frunce un poco el ceño con eso, una suave punzadita de celos.
—No más que ustedes, eso se los aseguro. Ambas son un caudal de hermosura tomado de la inmensidad del bello cielo —asegura el sastre, con convencimiento.
Siguen las risitas y el escritor pone los ojos en blanco. Francis vueeeeelve a tocarle la pierna con el zapato.
—No todos los días se rescata a una damisela en apuros, ¿quién soy yo para privarla a ella de llevar a su amiga a la reunión? No se preocupe, Monsieur Kirkland, me portaré bien —asegura sin poder ocultar su bueno humor ante esta nueva perspectiva del evento.
—Esto es tremendamente irregular —protesta el inglés cruzándose de brazos.
—Bueno, a menos que tenga alguna otra sugerencia... Finalmente estamos haciendo justo lo que ha propuesto —se defiende el francés.
—¡Gracias, Francis! Artie, no te enfades con él, es bueno que venga Sesel —asegura Emily encantada.
—Es verdad, Arthur, ¡solo relájate! Ehm... relájese, míster Kirkland —empieza Sesel y cambia a la mitad asustada de la mirada del señorito inglés.
—Sí, Artie, ¡todo va a ir bien! Y va a ser muy divertido. Me parece que necesitas diversión en la vida —insiste Emily.
—Pues supongo que no hay modo en el que pueda oponerme... —suspira "derrotado".
—Es que yo soy muy buena convenciendo a la gente —Emily lo abraza con bastante fuerza y Francis se tensa sin poder evitarlo.
Arthur se sorprende con el abrazo, tensándose mientras Sesel se ríe. Cuando Emily cree que lo ha estrujado bastante le suelta y el inglés le empuja un poquito, nerviosa.
—Oye, Art... Mister Kirland —le llama Sesel. Francis la mira de reojito y luego mira a Arthur—. ¿Cuándo vas a besar a Emily? —pregunta cuando él la mira.
—¿Q-Qué? —se sonroja el inglés con esa pregunta. Sesel le guiña un ojo a Francis con complicidad. Francis no sabe qué cara poner, intenta no mirarles a todos con horror. Le sale una sonrisa extraña y Emily se muere de la risa tapándose un poco la cara, sonrojada.
—Seseeeel!
—¡Esa es una absoluta indiscreción! —protesta Arthur y Francis tiene suerte porque el carruaje se detiene.
—Monsieur Kirkland, baje primero, por favor, para ayudar a Emily —pide Francis abriendo la puerta y casi empujándole afuera. Así lo hace, claro.
—¡Eres una tonta, Sesel! —protesta Emily adentro del carro, muerta de la risa.
Arthur le tiende la mano esperando para que baje y Sesel se ríe aun... así que baja Sesel antes que Emily, casi volando del carruaje. El inglés la atrapa al vuelo para que no caiga al suelo y Emily baja detrás, sonrojadita.
—Ehm... bueno, nos vemos en un rato —se despide Arthur de Emily y Sesel le empuja sobre ella un poco, con el culo.
—Yaaaa! ¡Anda! ¡Deja de hacer eso! —protesta Emily con gritos, jalando a Sesel para alejarse de Arthur y consiguiendo de alguna manera apretarse contra Arthur y hacerlo un poco sándwich entre ellas dos.
El escritor aprieta los ojos intentando huir, mientras la doncella sigue muerta de risa y hasta a Francis le hace un poco de gracia la cara del inglés, aunque va a rescatarle tomando a Sesel de la cintura y tirando un poquito de ella.
Arthur sale de ahí y carraspea arreglándose la ropa, acercándose al carro para volver a subir.
—Buenas tardes —se despide Francis de ellas tocándose el sombrero y mirando a Arthur de reojo, que le espera en el interior.
Sesel le manda un beso a Francis, sonrojadita. Él hace un movimiento con la cabeza escondiéndose un poco con el pelo y el sombrero. Le cierra un ojo a la morena y sonríe antes de volver y subirse al carro.
—Cielos con estas chicas —protesta el inglés. Francis se ríe un poco, de buen humor, sentándose a su lado.
—Son divertidas —valora.
—¡Son terribles! —protesta.
—Nah, no del todo —se ríe más pensando que más terribles son él y Toni juntos. Arthur se pasa una mano por el pelo.
—¿No tendrás problemas por venir a casa del coronel?
—En algún momento voy a tener que trabajar... —se ríe acercándose a él y dándole un beso rápido en los labios.
El escritor se sonroja con eso sin esperárselo. El sastre le sonríe dándole un beso en la mejilla y levantando el brazo para abrazarle.
—Yo... no quería que vinieras hoy y mañana es lo de tu madre y tu herencia —suelta girando la cara con los mofletes hinchados.
—¿Y por qué no querías que viniera? —pregunta riéndose un poquito.
—Porque tenías que trabajar y ni siquiera hemos volado —responde, porque en realidad eso lo ha decepcionado un poco. Otra cosa para su lista mental de "Cosas por las que ODIO a Iván Braginski"
—Pero hemos estado juntos. No me importa que no volemos —le sonríe un poquito—. Lo paso bien.
Arthur se revuelve y le mira no muy seguro.
—Muy bien, aunque me tires al suelo por bestia —se ríe Francis, él pone los ojos en blanco y sonríe un poco.
—¿Sabes? Creo que sí va a funcionar —el francés le acaricia el pelo.
—¿Eh?
—Esto. Sesel, Emily, tu... Yo. Ehm... Iván.
—¿Qué?
—Olvídalo —sonríe un poco más y se acerca por otro beso.
—Mpfs! —protesta aunque no se aparta del beso.
El sastre lo profundiiiiizaaaaa y al escritor se le olvida todo, claro. Van a estar besándose hasta llegar a la mansión Kirkland. El chofer se tarda diez minutos en que se separen... Otra vez. Pero al fin salen los dos muy sonrojaditos y felices. Se topan ambos de frente con Lord Kirkland nada más entrar a la casa.
—Voy a... —empieza Arthur y se queda congelado al ver a su padre. Francis baja la cabeza y da un paso atrás, palideciendo.
—Al fin te veo —comenta Lord Kirkland un poco sarcástico.
—Ehm... Buenas tardes, padre —saluda Arthur bajando la cabeza.
—Es la cena en casa del Coronel —le recuerda.
—L-Lo sé, voy a prepararme antes de ir a por Miss Jones —explica, aun con la cabeza gacha y los labios hinchaditos del culpable beso. Lord Kirkland levanta una ceja y le mira con sospecha.
—¿Vas a ir, entonces, sin que te arrastre? —pregunta con incredulidad.
—Sí... solo voy a entregarle la... una cosa a F... Mister Bonnefoy, antes —explica pensando en ello de repente, mirándole. Lord Kirkland mira a Francis de reojo y luego a su hijo otra vez.
—Arthur... —baja el tono un poco.
—Ehm... ¿sí? —le mira a los ojos ahora.
—¿Saliste hoy con Miss Jones? —pregunta y suena genuinamente preocupado.
—S-sí, claro, fuimos al hangar del sur de Londres, quería volar en dirigible, pero el piloto dijo que no tenía el globo a punto. Es un tipo raro —resume. El hombre adulto se pasa una mano por la barbilla escuchándole.
—Mister... Bonnefoy. ¿Me puede dar unos minutos a solas con Arthur, por favor? Vaya... A pedir algo de beber a la cocina —le hace un gesto con la mano para que desaparezca casi sin mirarlo. Francis vacila un instante antes de asentir y girar hacia la escalera de servicio, ¿qué más va a hacer? Arthur le mira irse, nervioso.
—Padre, es verdad, ¡puede preguntarle a ella esta noche si no me cree! —se defiende un poco infantilmente. Lord Kirkland parpadea sin entender eso, aun notándose preocupado. Hace cara de desagrado.
—Ya me imagino yo que lo es, por desgracia.
—¿Eh? —vacila sin entender el "por desgracia" ¿acaso no es lo que se esperaba de él?
—Ven —le hace un gesto con la cabeza y le pone una mano en el hombro haciendo un gesto para ir a su despacho.
—¿Puedo ir antes a darle a Míster Bonnefoy lo que ha venido a recoger?
La mirada penetrante de su padre se clava en él y le quita la mano del hombro.
—Diez minutos. Y no mandes al mayordomo a decirme que salió algo urgente y no puedes venir —advierte y se lo piensa un poco mejor—, por favor.
Arthur asiente y se larga corriendo a por las llaves de su casa en Nothing hill para llevárselas a Francis y que pueda ir a por sus trajes para la cena de hoy. Francis lo agradece SINCERAMENTE. Cuando va de regreso al despacho de su padre, detiene a Patrick.
—Ah, larva.
—¿Vas a la cena hoy? —frunce el ceño Arthur con el sobrenombre.
—Claro que voy a la cena hoy, ¿por qué habría de perderme tan encantador evento? —ojos en blanco.
—Ve con cuidado con tu esposa, va a venir el sastre —sonríe maligno.
—¿Qué? ¡¿Por qué va a venir el sastre!? —protesta frunciendo el ceño.
—Le han invitado —se encoge de hombros.
—Voy a estarle observando, que sigo sin encontrarle pies ni cabeza a esa historia —frunce el ceño y luego piensa un poquito más. Cambia la cara y se aclara la garganta—. Va a ir... Tu futura esposa obviamente, ¿verdad?
—Ehm... sí. ¿Y?
—¿Va a ir con su doncella? —trata de sonar desinteresado, pero la manera en la que evita la mirada de Arthur es sospechosa.
—Pues... sí, ¿a qué viene esa pregunta? —frunce un poco el ceño.
—Ehm... Quiero preguntarle una cosa sobre su experiencia en... Ehm... La... Los sirvientes en América —se inventa.
—¿Los sirvientes en América? —frunce más el ceño, ¿no tendrá esto que ver con algunas de esas averiguaciones raras de Wallace y su desprecio por el servicio intentando tomar matices internacionales?
—E-Es un tema que estoy investigando —se sonroja un poco sin mirarle.
—¿Investigando para qué? —insiste.
—Para algo de la iglesia que no te compete —responde aun sonrojadito. Arthur frunce más el ceño.
—Me compete porque es la doncella de mi prometida. ¿No estarás intentando extorsionarla para saber lo que hago con Emily o si la... beso o algo así? —se cruza de brazos y se sonroja un poco con esta nueva posibilidad. Patrick levanta una ceja con eso... Extorsionarla. No suena mal pretexto, o no del todo.
—Es una buena idea... Que quizás ponga en práctica. Aunque dudo que tú beses a nadie más que al dorso de tu mano, hasta que Emily no esté completamente obligada —se burla.
—¡Eso es mentira! Y no te va a hacer caso, ella es la que lleva al sastre de pareja, así que seguramente está tremendamente ocupada —chilla el menor. La cara de decepción del sacerdote es bastante épica—. ¡Ja! —sonríe triunfador al notarlo.
—¿El... El sastre va con ella? Tu sastre... El perver... —hace una pausa y traga saliva pensando en lo que ella le ha contado un rato atrás. El sastre era JUSTO la persona apropiada para saciar a la chica—... tido.
—Exacto. Dale mis condolencias a tu mujer, está perfectamente a salvo y tú eres lo único que va a rondarla para su desgracia —replica, con malignidad.
—Bah, cállate —protesta poniéndose de mal humor. Ni que estuviera interesado REALMENTE en algo con la chica ni que se hubiera hecho ilusiones de nada. No... Que va. Arthur sonríe más y se va con su padre, de buen humor.
