Emily se arregla un poquito más de lo que se ha arreglado nunca, poniéndose la ropa más cómoda que encuentra. Esta de ESPECIAL buen humor hoy y SÚPER ilusionada con su primer día de trabajo. Y recuerda que su madre castigó, CASTIGÓ ayer a Sesel por su atrevimiento con el reverendo Kirkland, así que no hay nadie ayudándola vestirse.
Cielos, entonces será un desastre. Lo bueno es que nadie le va a preguntar a donde va, aunque puede pedirle ayuda a alguien más si quiere. El peinado es un desastre absoluto y completo, está extrañamente vestida y no del todo bien maquillada. Antes de irse va a intentar despedirse de Sesel, que está en el establo paleando mierda de caballo desde hace más de una hora.
—Seseeeel? —la llama levantándose la falda para no ensuciársela, con cara de circunstancias. (No sé si se le ha olvidado o los lleva bajo la falda, pero debería ir en pantalones o van a tener otra vez que hacer algún arreglo y… Ehm... No los lleva. Se le han "olvidado")
—¡Espera! ¡No entres! —chilla al reconocer su voz, porque está todo asqueroso y de otro modo feliz de tener una excusa para soltar la pala cinco minutos e ir hacia ella.
Emily solo se asoma un poco con la nariz arrugada. Sesel llega a su lado quitándose los guantes y dejándole por ahí.
—¡Ugggh! ¿Qué te han puesto a hacer? —pregunta un poco preocupada.
—Limpiar el establo... —suspira dejando caer los hombros.
—¡Eww! ¡Eso es asqueroso! Tienes que dejar de hacerlo y venir conmigo —propone sonriéndole.
—No puedo, estoy castigada... ya les oíste ayer —responde dejando caer los hombros—. ¿A dónde vas?
—Si pero... ¡Es limpiar caca! —sonríe un poco igual—. Es mi segundo día de trabajo.
— ¿De trabajo? ¿En el dirigible? —pregunta levantando las cejas. Emily sonríe más y asiente.
—Quizás hoy si subamos —señala con el índice hacia arriba.
—Oh... seguro a mí no me dejan ir de todos modos —protesta de nuevo.
—¿Ni siquiera si le ruego a mamá? —la mira, esperanzada.
—Pues puedes probar —sonríe porque eso sería genial aunque sinceramente no cree que vaya a funcionar.
—Quizás pueda rogarle a papá también —sonríe y le revuelve un poco el pelo —. Ahora vengo por ti.
Ella asiente y sonríe. Y ahí se va Emily dando saltos a la casa de vuelta a buscar a su padre primero. Lo más silenciosa que puede, que es de verdad poco silenciosa, busca en el comedor, el salón y por último en la biblioteca y ahí está con los papeles que va a hablar hoy con Lord Kirkland.
—¡Papá! —entra corriendo hacia él.
—¡Ah! Emily —sonríe amigablemente levantando la cabeza de lo que leía. Ella corre a ponerse detrás de él en el sillón y le abraza por la espalda dándole un besito en la mejilla.
—¿Qué haces?
—Mira, estos son los papeles del ganado de casa, vamos a ver como lo administramos con Lord Kirkland —le explica. Ella los mira dos segundos y luego vuelve a mirarle a él.
—Papi..., tengo un... -a cosa —vacila.
—¿Mjm? —pregunta sin prestarle mucha atención.
—De hecho es un problema gravisisisisimo —asegura cambiando de pensamiento.
—¿Qué pasa? —la mira. Ella le mira con tremendo desconsuelo.
—Voy a salir hoy con Arthur... Y... Y... Y... —vacila sin mirarle.
—¿Qué, qué ocurre? —la mira también preocupado.
—Es que tú no lo entiendes porque eres papá y eres chico. Pero... Es que no puedo salir a la calle así, y menos ir así.
—¿Así cómo? Ese vestido es muy bonito, ¿es que quieres uno nuevo? —está acostumbrado a su ahora esposa, ya sacando dinero.
—¡No! ¡Así sin Sesel! Tiene que ir conmigoooo.
—¡Ah! Eso... Es que ya sabes que está castigada.
—Pero papáaaaa, yo que culpa tengo de lo que haya hechoooo.
—Puedes pedirle a cualquier otra chica del servicio que vaya contigo.
Le mira seria y frunce un poquito el ceño.
—Sabes perfecto que Sesel es Sesel. ¡Necesito que vaya ella! ¡No entiendo porque me castigas a mí también! ¡Es injusto!
—Yo... Hija, no sé qué decirte, si tu madre deja que ella vaya, por mí no hay problema.
—Dile tú que la deje irrrr. Porfisporfisporfiiiiiis. Convéncelaaaaaaa —le abraza.
—Yo no puedo, ya sabes cómo se puso... seguro a ti te hace caso.
— ¡¿Entonces no vas a ayudarme a nada?! —ahora le pone ojitos de cachorro.
—Será más fácil si esperamos a mañana.
— ¡Pero hoy voy a salir con Arthur! ¿Vas a dejar que tu niña salga así con un chico sin su doncella?
—Pídele a Mary que vaya contigo hoy... o aprovecha para ir con él a solas. La intimidad a tu edad es lo mejor del mundo.
—Papáaaaa —protesta un poco aunque piensa en ello... Con Iván. Se sonroja un poco. Como sea, prefiere que venga Sesel que igual va a darle intimidad... Y molestarla con eso —. Si tú dices que Sesel puede ir, es que puede.
—No, no... Tu madre la castigó, ella manda.
—Pero me estas castigando a mí también y es injusto —lloriquea.
—Díselo a tu madre, yo no puedo hacer nada.
Frunce otra vez el ceño.
—Si Sesel no viene conmigo me voy a ir sola. Y si me voy sola y me pasa algo va a ser TU culpa
—Si vas sola con Arthur asegúrate que te trate con respeto. Y no le dejes hacer nada especialmente raro hasta después de la boda, no falta tanto.
—No sé de qué me hablas, y como no va a estar Sesel ahí para cuidarme, no sabré de que me hablas hasta que pase eso especialmente raro.
—Emilyyyy... sólo... habla con tu madre.
—Pues es que no me estas ayudando en NADA y estas siendo malo conmigo y eso me pasa por venirte a buscar a ti antes de ir con ella. ¿Y sabes porque vine? ¡Porque pensé que harías algo por mí, no que me mandarías así sin que te importara nada de nada de nada!
—No es que no me importe nada, es que vienes porque sabes que ella te dirá que no y esperas que sea yo quien me enfrente a tu madre, pero la verdad es que Sesel hizo algo inadecuado y no está bien levantarle el castigo.
— ¡¿Y yo queeee?! ¡Por qué nadie piensa en mí! —protesta enfadada.
—Te he dado permiso para ir sola y te he dicho que puedes pedírselo a otra chica.
— ¡Eres completamente injusto! —protesta soltándole del todo y yéndose a la puerta muy decidida.
—No puedo llevarle la contraria a tu madre, Emily, convéncela a ella, yo no decido —asegura un poco desconsolado.
—Pero si puedes llevármela a mí, eso si no te importa. Está bien, que Sesel limpie el establo. Cuídala bien cuando yo no vuelva y me vaya volando de aquí para no volver nunca a tu súper injustísima casa.
—No te enfades conmigo, es Sesel quien hizo algo que no debía.
— ¡Y tú no haces nada para ayudarme a MI!
—Te estoy dando opciones, ¡no puedo hacer más!
—Podrías hablar con mamá —le mira desde la puerta medio abierta. Y es que sabe, sabe perfectamente bien que su madre va a negarse y si ella se niega aunque se retuerza simplemente no va a pasar lo que quiere.
—Ella me va a decir a mí lo mismo que a ti y tengo que preparar estos temas para cuando llegue Lord Kirkland.
Le mira un poco más y le saca la lengua. Míster Jones suspira nada contento con esto. Así que ahí va ella a buscar a su madre aunque yo no he dejado de decir que es una mala idea.
Ella está en su cuarto privado realizando sus rituales de belleza. Emily entra sin tocar la puerta.
— ¿Mamá?
—Buenos días —la mira a través del espejo poniéndose crema en la cara con el pelo recogido con elegancia. Se nota que no le hace mucha gracia que entre mientras hace eso.
—Ho-Hola... Yo solo que-quería... Decirte que necesito que Sesel venga conmigo hoy.
—Sesel está castigada —acaba con la crema y se suelta el pelo arreglándoselo.
—Pero yo necesito que venga conmigo. Y yo no estoy castigada.
— ¿A dónde es que vas?
—A conocer todo London, pero necesito que ella vaya conmigo.
—Ella no puede ir, llévate a otra chica —se gira a mirarla.
—No quiero que vaya nadie más, quiero que venga Sesel y yo no estoy castigada, de hecho yo me porte muy bien ayer.
—Sí, pero eso no puede ser. Lo siento, Emily. Sesel irá otro día.
—Pero quiero que venga hoy, yo no estoy castigada ¡y no es justo que no venga conmigo cuando yo quiero que lo haga! ¡Es MI doncella!
—Escúchame, Emily —se levanta y se le acerca—. Los amos tienen a veces que sufrir esas injusticias cuando sus subordinados son rebeldes. A cambio de que no vuelva a ser una desconsiderada y sepa cuál es su lugar y aprenda a ser educada y obediente debes hacer un pequeño sacrificio.
—Yo no quiero hacer un pequeño sacrificio. ¡Además Sesel no es una desconsiderada y es mi doncella y no me gusta ir sin ella!
—Ven, acércate aquí conmigo —pide—. Lo que hizo ella ayer también fue una falta de respeto hacia ti. Ella no es de tu clase social, tú eres la señora aunque seas muy amable y cercana con ella y eso es algo que tenéis que aprender, tanto tú como ella.
Se acerca arrastrando un poco los pies.
—Pero Sesel es como mi hermana y siempre hemos estado juntas.
—Ya lo sé, pero ayer hizo una cosa que está mal y por eso ella está castigada. Otro día vendrá contigo, cuando haya aprendido la lección y no vuelva a pensar en dejarnos a todos en ridículo —la sienta y toma un cepillo empezando a peinarla mejor con cuidado.
—Aquí todo es muy complicado y yo aun así querría que viniera conmigo porque cuando no viene es... aburrido.
—Haremos otra cosa entonces. Iré yo contigo y traeremos a mi doncella —propone. Y ella abre los ojos como PLATOS.
— ¿T-Tu?! Yo... Yo...
—Así no tendrás que hacer el sacrificio y no te aburrirás —la mira fijamente con bastante severidad. Se muerde el labio y traga saliva.
—Creo que siempre si quiero sacrificarme y... Bueno, quizás no sea mala idea un poco de... I-intimidad con Iva... Arthur.
— ¿Intimidad? —pregunta levantando una ceja porque no creas que eso lo aprueba demasiado—. Y tira este vestido, por dios, pareces una vagabunda. Ponte algo más bonito. Tienes vestidos preciosos.
— ¡Intimidad dijo papá! Y me gusta mucho este vestido, es muy cómodo —se levanta antes de que termine vistiéndola otra vez y peinándola mejor. Se pasa las manos por el pelo. Su madre bufa desaprobatoriamente. —Ya me voy mejor... —sonríe un poco, nerviosa —. ¿Seguro, seguro, seguro Sesel no puede venir?
—Seguro —hace un gesto para que salga.
—Voy a ir sola —advierte antes de salirse en un acto de rebeldía yendo corriendo hacia el establo, muy enojada como se enojaba siempre que las cosas no van como ella quiere. Pero su madre no la oye. Menos mal. Aunque a ver si no termina entregándole su flor a Iván. —Seseeeeel! ¡Mamá no te dejó iiiiiir!
— ¿Queeeeé?
— ¡No te dejó ir! —repite desconsolada —. Pero es que...
—Oh... ya me imaginaba —aprieta los ojos.
—Es que me dijo que vendría ella —explica.
— ¿E-Ella?
— ¡Sí! Me dijo que me acompañaría ella y su doncella. ¡Y es que ella cree que voy con Arthur!— la mira de arriba a abajo, toda cochina y cansada, se le arruga un poco el corazón pensando en lo que dijo su madre de quien es la subordinada y quien la señora —. Lo siento. De verdad.
—No pasa nada... gracias por intentarlo —suspira.
—Cuando me case esto no va a volver a pasar nunca. Vas a ser una señora como yo.
Sesel sonríe un poco.
—Te contaré en la noche como es London desde el cielo, ¿vale?
Asiente.
—No te metas en muchos líos.
—Yo nunca me meto en líos, Sesel —asegura muy seria aunque se le escapa la sonrisa. Ella se ríe y le guiña el ojo. —Me voy... Ojalá no tengas un día tan horrible —se despide con la mano.
Sesel suspira y le saluda de vuelta con la mano.
Emily se gira sobre sí misma yendo a la casa de nuevo poniéndose nerviosa por ir... sola. En realidad no solía ir a ningún sitio sola, menos aún a algo así de importante y genial. A pesar de que estaba completamente convencida de que podía hacerlo sin ayuda de Sesel... No lo admitiría, pero su presencia le daba seguridad. Y confianza. Era como la red de los trapecistas del circo. Se pone su sombrero y le pide al mayordomo que le traigan el carro, poniéndose los guantes de manera tan impaciente y nerviosa que rompe uno de los dos.
Cuando el carro llega, sale hacia el mirando una vez más hacia dentro de la casa sintiéndose de nuevo un poquito insegura con la ausencia de su doncella. Pero... Ella era una chica grande. Podía contra el mundo. Se sube al carro diciéndole que en cuanto salgan de los jardines de la propiedad le dirá a donde van. (Todo el secretismo ¡Ella es una espía!)
Así que un poco más tarde el carro se detiene frente al hangar del ejército donde una vez más Emily se baja con la mejor imitación que puede de su madre, esta vez teniéndose que esforzar un poco por irradiar seguridad. Pero de todos modos el guarda de la puerta se acerca a ella a ver quién es y qué es lo que quiere.
—Vengo a ver a Iván Braginski —asegura levantando la nariz.
—No se permiten visitas conyugales en el recinto.
— ¿Visitas conyugué?
—Maritales.
—Ah, pero él no es mi marido —se ríe sonrojadita un poco. Frunce un poco el ceño el soldado.
— ¿Quién es entonces?
—Trabajo para él, hoy es mi primer día —toda orgullosa.
—Trabajas... ¿eres una prostituta? —al soldado no le cabe en la cabeza que otro tipo de trabajo puede hacer una mujer para un hombre así.
— ¡Claro que no soy una prostituta! ¡Trabajo en el dirigible!
—L-Lo lamento... pero... ¿Una señorita trabajando en un dirigible?
— ¿Va a dejarme pasar? ¿O va a tener que ir a preguntarle a él para que venga y le diga que me contrató ayer? —le sonríe.
—Ehm... no. No. Adelante.
—Gracias —sonríe otra vez y se echa a correr hacia adentro porque está muy nerviosa y no sabe qué hacer con sus nervios y el exceso de energía.
El soldado la mira no muy seguro y decide mejor informar a su superior de la visita. Menos mal. Yo sigo muy preocupada.
Se quita el sombrero para correr más rápido y mejor yendo directamente al hangar del dirigible. Así que cuando llega al hangar empieza a buscarle del modo más simple.
— Ivaaaaaaan!
Está dormido arriba del todo sobre la tela del globo como hamaca. Lo que garantiza que Emily Jones no pueda encontrarlo con rapidez.
— ¡Eoooo! ¡Ivaaaaaaaan! —gritonea por ahí y por allá, mirándolo todo, preguntándose si ella podrá subirse sola al globo como él la subió, aunque no sabría que cuerda cortar. Revisa algunas cosas por ahí que ve, pero lo que quiere es encontrarle a él. ¿Y si se fue a casa o algo así? Pero le había dicho que iría hoy. Se pone nerviosita otra vez—. ¡Eoooooo!
El problema es que el hangar es MUY grande y la voz suena súper lejos. Así que va a tener que espiar sus cosas, que no se diga que es por gusto. Se acerca a donde está la herramienta mirando por ahí. Hay bastantes cosas por todas partes. Toma algunas y revuelve otras... Y sería bueno saber qué tipo de cosa. ¿Algo que le llame la atención?
Debe haber cuerdas, toneles, algunas estanterías con botes con clavos y herramientas varias colgadas en una pared, un armario con telas, carritos con ruedas, ganchos, escaleras y palos largos, los andamios, tablas en un rincón, los depósitos de aire... Todas esas cosas las revuelve un poco, y las prueba, quita algunas herramientas y las analiza: abre y cierra unas pinzas, mira por todos lados algo que no sabe para qué sirve, se roba un clavo por si le sirve luego, se pone un gancho en una mano e imita a un Pirata. Es que Iván tiene pocas cosas personales y deben estar dentro en la cabina.
Seguro se le caen otras de las pinzas haciendo una escandalera, las recoge y las pone donde no van. Y en otro movimiento tira un bote con clavos y cuando están a punto de tocar el suelo hace un rápido movimiento con la bota y consigue medio sostenerlo. Y en lo que el ruso se gira se le escurre un martillo del cinturón que es por un pelo que no le cae a la chica en la cabeza. Desde una altura de treinta metros, como para haberla matado.
Emily ahora si pega un GRITO asustada. (Claro, porque no estábamos lo bastante asustados ya...) No estoy segura de que el grito vaya a despertarlo aun así, pero de lo que si sirve es que Emily se dé cuenta de que hay alguien allá arriba que MUY seguramente es Iván y empieza a revisar las posibles formas de subir a buscarlo tratando de recordar como había hecho ayer para subir metros en segundos.
Y bueno, ella era genial y seguro podía hacerlo, así quede busca un cuchillo de por ahí y trata de ver las cuerdas lo mejor posible y de tirar de ellas para saber cuál esta interconectada a qué.
No ayudan para nada sus problemas de vista, pero los compensa con mucha intuición. Después de trastear un poco concluye que hay una cuerda que si podría hacer eso que ella quiere, aunque no está segura que los sacos estén lo suficientemente pesados para subirla. Tampoco sabe bien como amarrarse. Pero el ingenio y las ganas no le sobran, así que se las arregla para sostener la cuerda con unos fierros sin que se caigan los sacos al otro lado, por el tiempo suficiente para amarrarse a sí misma, y en no demasiado tiempo... Libera la cuerda y sale DISPARADA por los aires. (¡Vas a matarte no eres un país!) Porque además Ivan lo tiene calculado para subir 100 kg de ruso. No 70 kg de Emily. Y esa es la parte cruel, Emily no ha siquiera visto al ruso y ya está en peligro...
Y se ha quedado colgada como un chorizo. Creo que ahora Iván puede verle desde donde está.
— ¡Waaaah! —grita un poco mirando el suelo leeejos y ella colgada de cabeza y enseñando las piernas, claro está. El ruso parpadea un poco ahora si oyéndola.
Después de mirar a todos lados trata de girarse al lugar de donde cree que se ha caído el martillo. Iván se frota los ojos y bosteza con un costoso despertar hoy.
—Ivaaaaan!
Levanta la cabeza hacia la voz y parpadea.
—Ehm... Ho-Hola —agita la mano aun de cabeza. Él levanta mucho las cejas al verla ahí, mirando el suelo y las cuerdas, asustado. —Esto es exactamente lo que quería hacer —asegura moviendo los pies sin conseguir hacer nada más que balancearse un poco.
— ¿Qué haces ahí? —pregunta sin entender
—Subí a... Buscarte —otras pataditas intentando enderezarse.
— ¿Puedes desengancharte?
—Ehhh... Quizás...
—Hazlo —pide empezando a desanudar su cuerda y lanzándola hasta colgarse de otra.
—Pero si me desengancho me caigo, ¿no? —intenta enderezarse ooootra vez y solo consigue que se le vean más los calzones.
—No, sujétate con las manos y voy por ti.
—Voy a... Voy a intentarlo —lo intenta de verdad y consigue al menos enderezarse un poco y sostenerse con los brazos...
Iván salta enganchado bajando en tirolina hasta ella. Y ella se arruga un poquito cuando se le acerca, pensando que puede estrellársele
De hecho no se le estrella, pero pasa lo bastante cerca para abrazarla de la cintura y cortar la cuerda que la sostiene sin detenerse. Es que como sigas haciendo estas cosas va a entregarte su flor en los próximos treinta segundos Iván. Se le abraza IDIOTIZADA.
Él sigue resbalando por la cuerda bajando más ahora con el peso, logra evitar estrellarse contra el dirigible dando una patada que los separa hasta caer en la plataforma del andamio.
Emily suelta un gritillo suave mientras van cayendo, mas de emoción que de cualquier otra cosa. Para cuando llegan al andamio se está riendo nerviosa y del todo maravillada con el ruso y sus habilidades. Él la mira de reojo un poquito nervioso cuando aterrizan en el andamio... sin soltarla, porque tan tonto no es. Aunque aún tiene sueñecito, aliento mañanero sabor Vodka, legañas y barbita que necesita afeitado.
¡¿Pero han visto ustedes como la ha rescatado y sacado de ahí?! ¡¿Lo han visto?!
Ella le mira sonriendo, notando los fuertes músculos alrededor de su cuerpo y la barbita casi blanca que le hace parecer aún más un hombre. Se sonroja y piensa que la ha SALVADO. Aunque ella sabía perfectamente bien lo que hacía. Y por una vez en toda su vida, Emily Jones está sin palabras, porque todo esto ha sido genial. Como de cuento.
—Llevas las calzas blancas —es lo único capaz de decir él.
— ¿Eh?... ¡No es verdaaaad! —se sonroja un poquito y baja una de los brazos a sus piernas para ver que las tenga bien tapadas. Con la otra sigue abrazándole con fuerza.
—Da. Las he visto.
—Pues si las has visto... Fue... Yo... ¡Yo te he visto también las tuyas ayer!
—Da. Son las mismas hoy —toma la cintura de sus pantalones y se mira dentro.
— ¡¿Las mismas?! ¡¿Por?! —mira dentro también. La chismosa.
—No me las he cambiado —la mira de reojo y le muestra.
— ¿Por qué? Eso es una guarrada —le sonríe.
— ¿Por qué?
—Porque uno diario se quita la ropa sucia, y luego aparece ropa limpia en tus cajones y te la pones.
—Pero yo me acabo de despertar.
—Ya es muy tarde.
Se encoge de hombros porque no tiene ni idea de qué hora es en realidad. Ella le sonríe mirándole atentamente y levantando la mano para tocarle la barbita.
—Tampoco te has rasurado.
—Me estoy meando —asegura pasándose la mano por el otro lado... aunque siente que podría aguantar si ella sigue haciendo eso que es un poco raro.
—Oh... Eso sí es un problema a esta altura
—Voy a bajar.
—Ohhh —un poco decepcionada —. Vale.
—No puedes quedarte aquí, no tienes un arnés...
—Pues... Bájame contigo —sonríe recordando cómo fue de emocionante bajar.
Se encoge de hombros, la abraza otra vez, desata el nudo de una cuerda ya cortada de otro día y salta al vacío balanceándose como Tarzán y ella vuelve a quedarse sin aire con el corazón acelerado.
Aterrizan en el suelo sobre una manta resbalando un poco antes de detenerse sosteniendo el equilibrio igual.
— ¡Deberías ser tú con quien me tengo que casar! — suelta ente risas.
— ¿Eh? —la mira con intensidad cuando dice eso. Ella se sonroja un poco con la mirada y él un poco en espejo.
—Sería más divertido bajar a desayunar así que por las escaleras —la verdad, lo ha dicho por eso. Una inocentada sin pensar.
—También tengo hambre —piensa ahora.
—Yo siempre tengo hambre. Papá dice que soy como un barril sin fondo.
—Pues vamos a la cantina —se va hacia otro lado que no es la puerta que da al exterior.
— ¿Pero no íbamos a volar?
—Pero tengo hambre —abre la puerta del baño y se mete dentro dejándola abierta. Y ahí va esta bruta a seguirle. Iván se pone a mear tranquilamente.
—Oh... ¡Oh! ¡Estas meando!
No contesta, nada más lo hace. Ella se tapa la cara pero no se va de ahí.
— ¿Si podremos volar hoy? Sesel no vino porque está castigada porque le dio un beso a un reverendo. Yo quería que viniera pero mamá no la dejo y papá no me ayudo en nada.
—Da. He arreglado el globo esta noche.
— ¡De verdad! ¡Oh! ¡Iván! ¡¿En serio?! ¡¿En serio?! —da saltitos.
—Da, por eso no me he despertado.
— ¡Pero eso es genial! ¡Quiero volar ahora! —va a abrazarte en cuanto te gires, tengas o no el pillín dentro. Por favor GUÁRDATELO.
—Ahora no se puede aún —responde mientras acaba de sacudírselo un poco y darse la vuelta mientras se lo guarda. Emily se le lanza encima a abrazarlo con fueeeeerza.
—Es geniaaaaaal.
Parpadea pasmado sin saber qué hacer mientras ella le ríe al cuello. Siente una especie de calorcito agradable con esto, es la primera persona que le abraza tantas veces en toda su vida y eso que la conoció ayer.
—Hay que subir y desayunamos arriba. ¿Sí? ¿Si? Andaaaa.
—Pero no tengo desayuno.
—Tengo unos chocolates —que van a servirle de aperitivo, Emily.
—No es mucho...
—Mmmm... Entonces vamos por algo rápido porque. ¿Es que tú sabes lo que pasa? ¡VAMOS A VOLAR! —sonríe encantada dando una palmada y saltitos antes de volver a abrazarle. Él le mira de reojo sin entender toda la excitación, pero le gusta que le abrace. —Andaaaa, vamos por comida —le toma del brazo y tira de él. Se deja, mirándola de reojo, siguiéndola. — ¿Que desayunas? A mí me gustan los huevos con tocino, eso desayune hoy. Ah, y me gustan con jugo de naranja, aunque aquí no hay naranjas buenas.
—A mí me gustan los blinis, pero no los saben hacer bien.
— ¿Que son los plinis?
—Como las creps francesas.
—Mmmm... —para nada segura —. Las salchichas también me gustan.
—A mí me gusta el Vodka con los blinis.
— ¿Vodka? ¿De desayuno? —sigue tirando de él con todas sus fuerzas hacia la cafetería.
—Da, ¿te gusta?
—Nunca he desayunado vodka. Ni comido vodka ni cenado vodka. No me gustan mucho las bebidas.
— ¿Por qué?
—Me hacen estornudar.
—Eres muy rara.
—Nah. Bueno, soy mejor que las otras chicas, eso sí, pero no rara en el mal sentido —le abraza el brazo volviéndose a maravillar con lo fuerte que es.
— ¿Por qué eres mejor?
—Porque se hacer muchas más cosas que las tontas mujeres saben hacer. Y no me da miedo nada, y no sólo se pasear y bordar y esas tonterías, se andar muy bien a caballo como los chicos, y puedo treparme en tu cuerda.
—Yo no sé qué saben hacer las mujeres de las que hablas.
— ¿No? Pero si todas son iguales. Señoritas que saben tomar té y tocar el piano y hablar de cosas aburrriiiiiiidaaaaas.
—A mí me gusta la música.
—A mí me gustan los trenes.
—Yo odio los trenes.
— ¡¿Los odias?! ¡No puedes odiarlos! —se le planta enfrente y le pone las dos manos en la panza. —, ¿qué te hicieron los pobrecitos para que los odies?
—No me gustan, hace muchos ruidos —la mira a los ojos.
—Pero van muy rápido —le mira de vuelta con sus ojotes azules. Se encoge de hombros. —Yo voy a contarte cosas de los trenes para que te gusten más.
—Vale.
Sonríe sinceramente.
— ¿Que tenemos que hacer hoy entonces?
—Desayunar y luego comprobar el motor —asegura entrando en la cantina y acercándose a la barra. Emily da saltitos sin sentarse.
Él le pide al camarero vodka y algo que tengan de comer, le da igual. Ella le pide lo mismo pero en vez de vodka leche. Que a saber cómo va a pagar. Y ahí va a empezar a pegarle el GRAN rollo sobre todas y cada una de las cosas que hace en la vida.
—Cuando era más pequeña, mi madre me vestía con vestidos que odiaba y siempre los llenaba de barro... Y leí una vez que si te comes un sapo te haces verde.
Ivan la escucha con mucha atención comiendo y a la mitad decide que no quiere vodka, lo cual es raro, así que toma el vaso de leche de ella.
Ella le sigue explicando cómo es su casa en América, lo mucho que extraña a Tom, su caballo, como son los sembradíos de algodón, como son los esclavos, sobre Sesel que es como su hermana aunque trabaja en la casa.
Al final, utiliza el vodka para rellenar su petaca y come también de plato de ella porque ayer no cenó. Ella protesta un poco pero se le va la fuerza por la boca, al final elige parlotear a comer (ejem, eso y que se tomó dos desayunos en la mañana...) así que le deja comer de su plato pensando que es raro que lo haga.
—... ¿y tú no vas a contarme nada de ti?
— ¿Yo?
—Sí, tú.
— ¿Yo qué cosas?
—Cuéntame cosas, algo... ¿Ya acabamos de desayunar?
Mira los platos ya vacíos y asiente sacando dinero para pagarlos. Emily tan feliz se levanta para ir a volar en dirigible. YEAH!
Ivan la sigue y ahí es cuando nota los pantalones abiertos, así que se los abrocha tranquilamente. Dios mío con los rusos. Hay que decir que algunos de los que están en la cantina notan ese gesto levantando una ceja.
Emily está pateando su reputación sin siquiera notarlo, va delante de él hacía el dirigible dando saltitos. El ruso piensa que cuando lleguen al dirigible va a afeitarse pasándose una mano por el mentón y bostezando porque ha dormido muy poco.
— ¿Entonces qué vas a contarme? ¿Dónde naciste? ¿Cuándo? ¿Por qué no tienes novia? —se sonroja un poco con esta pregunta.
—Nací en Moskva hace treinta y nueve años.
— ¡Ohhh! ¡Treinta y nueve! ¡Eres un señor!
Se mira a si mismo sin saber por qué lo dice.
— ¡Mi madre es más joven que tú!
— ¿Ah sí? ¿Cuántos años tienes tú?
—Tengo diecisiete —miente queriéndose hacer la MUY mayor, levantando la nariz aunque tiene quince. Parpadea un par de veces, creyéndola. — ¿Y las otras preguntas que te hice?
— ¿Cuáles?
— ¿Por qué no tienes novia...? —responde sonrojadita.
—No lo sé... las mujeres son muy extrañas —se encoge de hombros.
— ¿Extrañas cómo?
—Pues nunca entiendo lo que quieren.
—Pues a mí sí me has entendido todas las veces.
—Tú eres la más extraña de todas.
— ¡¿Yo?! ¿Por?
—Porque te he entendido todas las veces y haces cosas de chicos.
Ella sonríe.
— ¿Ves? ¡Soy mejor que todas! —asegura sonrojándose un poco porque el le parece un hombre genial y no entiende por qué habrían de pedirle cosas que no entiende. Ivan la mira y piensa que... vale porque no.
—Da.
— ¡Ja! — Asiente muy orgullosa de sí misma entrando al hangar, tratando de averiguar dónde es que esta el motor, porque no tiene ni idea, todo con mucha seguridad. Ivan se va hacia otro lado sin decir nada. —Claro que yo soy la más genial y la mejor, si yo siempre se los digo a todos y tú también eres listo por haberte dado cuenta y... —se gira a mirarle tras ella... Y ya no está —. Ivan?
No hace caso, a lo suyo. Ella se da la media vuelta para ir a buscarle.
— ¡¿Dónde te quedaste?!
Está andando hacia el fondo del hangar. Le alcanza corriendo.
— ¿A dónde vas?
—Ahí —señala una puertecita.
— ¿Y ahí que hay? Por cierto, no traigo pantalones.
—No pasa nada, porque hoy ya no hay que subir al globo —responde. Ella sonríe más tranquila con esto volviendo a tomarle del brazo para caminar. La mira de reojo. — ¿Por qué haces eso?
— ¿Hacer qué?
—Agarrarte así.
—Ah... Pues no lo se. Así camino siempre con Sesel —y tienes unos brazos fuertes...
—Oh... —nada preocupado.
—Además tus brazos me dan calor por alguna razón —sentencia. Él se mira los brazos. —Son grandes y fuertes —susurra sonrojadita —. Y me levantas del suelo sin ninguna dificultad.
—Da... —la mira sin entender del todo si eso es algo bueno o malo.
Ella le mira pensando que debería decirle algo que pudiera gustarle o algo así. Sonríe.
—Me gustan
Levanta las cejas. Y ella vuelve a mirárselos como si no los hubiera visto nunca. Se ríe un poco.
—Eso y la barbita... Y... —se sonroja un poco —. Tú también eres mejor que los demás hombres.
— ¿Yo? —pregunta incrédulo y se lleva la mano a la barba.
—Pues tienes un dirigible y eres divertido y escuchas todo lo que digo y tienes unos brazos enormes y no te importa que sea chica, me has dejado reparar el globo —sonríe —. Y me has contratado para trabajar aunque sea una niña rica. Y... Te has comido mi desayuno. Eso no me ha gustado tanto. Pero... Haces cosas geniales y vas a llevarme al cielo.
La escucha atentamente y se sonroja un poco. Emily se sonroja también.
—Y se supone que Artie debería... hacerme así de caso, porque yo soy genial, pero tú me haces mas caso y haces cosas que me divierten.
Cambia el peso de pie con eso, incomodo sin saber qué debe decir si es que ha de decir algo
— ¿Vamos a ir al cielo o no?
Asiente y entra por la puertecita. Ella entra a su lado pensando en si a estas cosas se refería su padre con "hacer cosas raras". Es una especie de sala de máquinas oscura que huele a humedad.
— ¿Y aquí que hay? —pregunta mirando a todos lados, soltándole y pensando si no ha exagerado en las cosas buenas que le ha dicho.
—Es para abrir el techo —se acerca a una rueda, moviéndola.
—¡Ohhhh! Ya vamos a salir a volar de verdad —se toma una mano con la otra y sonríe mirándole hacer y luego yendo corriendo a la puerta a ver.
Y ahí puede ver cómo es que todo el techo del hangar se recoge para mostrar el cielo cubierto de nubes de la capital inglesa.
— ¡Wooooow!
Es tremendo, pero tremendo lo mucho que le impresiona. (Así le impresionaría a América si él no tuviera cosas tan impresionantes con que competir). Es que como no puede competirle, ni tiene por que intentarlo, se "desbalancea" y sale así, completamente impresionada de lo que sabe hacer y lo que tiene.
Y la verdad es que la emoción de la chica es tremendamente contagiosa. Ivan, que odia el dirigible con toda la fuerza de su corazón por lo esclavo que es, empieza a sentirse como cuando era pequeño e iba con su padre.
— ¡Miramiramiramira! ¡Se ve el cielo! ¡Y las nubes! ¡Y ahora las veremos más de cerca! ¡Y es ENORME!
Ivan no se detiene hasta que la rueda no llega al tope que significa que está abierto del todo. La suelta y vuelve a donde está ella. Quien vuelve a abrazarle con un brazo y a dar saltos.
Ivan sigue sin entender muy bien tantos abrazos pero por algún motivo gira sobre sí mismo al ser empujado por la fuerza de ella. Y ella se ríe. Al final se detiene rodeándola de la cintura y ella le mira a la cara. Ivan le sostiene la mirada.
Emily se humedece los labios y sonríe un poquito volviendo a sentir el pulso acelerado sin saber por qué.
Traga saliva pensando que es muy bonita sobre todo cuando se ríe. Ella se sonroja un poco poniéndose un poquito nerviosa con el escrutinio.
— ¿Entonces vamos a subir? —pregunta sintiéndose muy extraña e intranquila, y con el corazón demasiado acelerado en los brazos de este hombre... ¿O no? Quizás solo era la emoción de volar. Porque eso era lo que le gustaba, la idea de volar. Para eso estaba aquí, nada que ver con la tontería que había dicho Sesel de que le gustara él ni nada. Aunque de su madre había aprendido que el decir cosas bonitas servía de mucho. ¡También servían los besos! De eso se acuerda de nuevo acercándose a él y buscando darle otra vez uno en la mejilla.
Y el ruso gira la cara para que no sea en la mejilla.
Abre los ojos como platos y levanta las cejas... Pero no se mueve... Ni se quita. Se queda ahí sintiendo los labios tibios sobre los suyos y otra vez calor en lugares extraños. El ruso entreabre un poco los suyos con los ojos cerrados.
Le mira hacer, notando un poquito su aliento y la humedad de sus labios, aún sin saber bien que hacer... Por no decir, sin tener ni idea. Había visto a sus padres hacer esto, y Arthur la había besado el otro día, aunque no había sido así. Lo único que hace es entreabrir los labios también, por instinto y con el corazón aún más acelerado, recargándose un poco más en el ruso. No creo que él haya hecho esto nunca antes, a las prostitutas no les gusta.
En algún punto, en un momento en concreto, considera que esto es demasiado raro, así que separa un poquito los labios de los suyos y le mira sin entender del todo, relamiéndose.
—E-Esto... Es... ¿raro para ti también?
El ruso parpadea y asiente un poco porque sí es raro, pero no le desagrada. Ella parpadea otra vez y se acerca un poquito de nuevo. Vuelve a poner suavemente sus labios sobre los de él. "Suavemente" en términos de Emily.
Ivan vuelve a cerrar los ojos y entreabrir los labios.
Y ella piensa que esto... Debería estarlo haciendo con Arthur como ayer. Y no con Ivan. Claro que... Tenía que aprenderlo a hacer con alguien. Quizás no era tan mala idea aprender con Ivan. Y se sentía raro y húmedo y... Le daba calor. Se aventura a sacar un poquito la lengua.
El ruso no piensa tanto, va a buscarla con la lengua también al notar que ella lo hace, porque esto se siente bonito, más que con las chicas del prostíbulo.
Y su lengua se siente aún más rara y húmeda y da un pequeño saltito cuando la siente sobre la suya, pero... No es del todo desagradable. Cierra los ojos y abre más la boca dejando que el hombre de Moskva haga lo que quiera por unos segundos, antes de ella irle a imitar lo mejor que puede.
Y no es por asustarla, pero a este paso va a empezar a clavarse algo especialmente grande en el muslo. Es que esto es... "Un desastre" en términos relativos no a nuestra trama, sino a lo correcto o incorrecto del mundo. Así es como han caído tantas millones de niñas tontas. Sí. Y Emily no es para nada distinta. Fuera de ser inocentona.
Así que ella le abraza del cuello y cierra al fin los ojos sin saber qué es lo que se le entierra en el muslo. Seguro piensa que es un martillo o algo así. La cosa es que por mucho que le esté excitando esto, los besos son tan raros que no tiene ninguna prisa por hacer lo otro que ya sabe cómo es que funciona.
El que no intente nada más relaja del todo a Emily, que termina por cerrar los ojos y hacer los besos más profundos y sentir más calor en las zonas... Nuevas. De todos modos no pasa mucho rato hasta que la hace tumbarse en el suelo y es que a ella todo esto le parece súper novedoso y extrañamente agradable, ni se da cuenta de cuando la acuesta, abrazándole un poco con las piernas.
El problema es que él no está muy capacitado para hacer dos cosas a la vez, así que cuando quiere buscarle debajo de la falda, tiene que separarse del beso.
—Mmm... —le mira la niña con los ojos entrecerrados y la respiración muy, muy agitada sin saber del todo qué está pasando.
Él no va a explicarle nada, bastante tiene con pelear con las faldas, las enaguas y los calzones... y la falta de irrigación cerebral.
Ella le aprieta la camisa con los dos puños con mucha, mucha fuerza y le mira a los ojos, aunque están distraídos mirando hacia abajo, hacia sus faldas. El mundo entero le da vueltas y deja hacer al ruso habiendo perdido el control de todo esto hace un buen rato.
Él la mira a con frustración cuando nota su mirada y sus manos apretándole la ropa, porque es que no se aclara ahí abajo. Las prostitutas no llevaban tanta ropa rara.
Lo único que es capaz de hacer la chica, como en cámara lenta, es mirarle muy intensamente, levantarse un poco y buscarle otra vez un beso profundo, porque no sabe del todo lo que le pasa ahora mismo. No va a ayudarle a él tampoco en nada más que en derretirle más el cerebro.
Así que él deja lo que estaba haciendo para nada más besarla de vuelta un poco más. Y ella le suelta la camisa y le abraza con posesividad, relegándole el cuerpo con ansias, porque aunque ella no se haya enterado del todo, las manos del ruso sobre y entre sus piernas la han excitado un poco más aún.
—Mister Braginski! —entran corriendo y gritando cinco soldados buscándole por todo el hangar.
Emily esta apalancada del todo en su boca, abrazándole con brazos y piernas. Él también, hasta que tiene a los cinco plantados frente si... Carraspeando y mirándose unos a otros porque no reacciona. Creo que es Emily la que corta el beso escuchando leeeeejos que algo pasa.
Ivan parpadea y oye entonces que le llaman, girando la cara antes de perseguirla. Tras sus labios.
Ella recarga un poco la cabeza en el suelo y mira a los soldados de cabeza por un segundo.
—Braginski... esto no está en absoluto permitido. Va a tener que acompañarnos —exige el que parece de más alto rango de los soldados.
La respuesta de Emily a eso es abrazarle un poco más y esconderse en su cuello.
— ¿Eh? —pregunta él sin entender.
—Tenemos que volar —susurra Emily en su cuello.
—No se permiten esta clase de actividades en el recinto militar. El coronel ha sido informado y está viniendo hacia aquí. Va a tener que esperar en el calabozo.
Algo en la cabeza de Emily hace click al escuchar la palabra "coronel". Había visto a un coronel ayer... No podía verla. Se separa un poquito y mira a Ivan.
—Pero... —él la mira a ella al notar su mirada.
—No me puede ver el coronel —susurra repentinamente angustiada.
— ¿Por qué?
—Me conoce. E-Estaba ayer en la fiesta.
— ¿Eso es malo?
— ¡Sí! Si me ve van a matarme.
— ¿Por qué?
—Míster Braguinski... —se impacientan los soldados.
—Porque conocen a los Kirkland. A Artie —se esconde otra vez en su cuello —. Llévame al cielo.
—Ya, se acabó. Disculpe, señorita —pide el soldado y hace un gesto a los otros cuatros para que vayan a llevárselo.
Ella NO le suelta. Así que los soldados pelean para que lo haga. Tratando de no hacerle daño.
Emily nunca había sentido real vergüenza en su vida. Había sido innecesaria para ella, por su carácter y su forma de ser. Habitualmente hacia lo que quería y decía lo que pensaba cuando quería, sin ninguna dificultad... Y sin sentirse avergonzada por ello. Pero cuando al fin los soldados lograron separarla de Ivan y se mantuvo de pie frente a él, despintada, con la ropa desorganizada y el pelo algo revuelto... Sintió la real necesidad de cubrirse la cara avergonzada.
Ivan es escoltado fuera del hangar aun con sus dificultades para andar y su poca irrigación cerebral que le impiden oponer toda la resistencia que amerita la situación. El quinto soldado se acerca a Emily.
— ¿Quiere que la escoltemos fuera, Señorita? Lamento el incidente, pero no se permiten las visitas maritales, él debió advertirle.
Niega con la cabeza aun sonrojada y sin mirarle, sin querer ahora discutir sobre que no era una visita marital y que ella trabajaba aquí y que Ivan la iba a llevar a volar. Mira el dirigible de reojo y se le escapa una lágrima del ojo que se apresura a limpiarse.
—Ehm... —el soldado no sabe qué hacer con ella en realidad. ¿Puede o no quedarse ahí? En principio no, pero está llorando o algo.
—Voy al... Baño —susurra sintiendo demasiadas más cosas a la vez, un poco desbordada. Busca la puerta donde Iván ha ido a mear antes y echa a correr para allá.
El soldado se pasa una mano por el pelo y... no la sigue, pero hace guardia a unos metros de la puerta.
Emily se lleva las manos a la cara y solloza suavemente pensando que al final no iba a volar quizás nunca... Si hubiera venido Sesel seguro no habría pasado nada de todo esto. Si tan solo no hubiera hecho esa cosa tonta de los besos. Pero se habían sentido tan bien, tan bien en tantos lados... Aprieta los ojos notándose a sí misma incomoda de ahí abajo y mojada además. ¡Quizás no se había dado cuenta y habían hecho eso que se supone que no debían hacer hasta casarse! Abre los ojos como PLATOS con esa idea metiéndose la mano en los interiores y sacándola DE INMEDIATO al notar todo mojado.
Ivan es llevado a rastras hasta el calabozo y mira a todos los soldado, desconsolado cuando cierran la rejas... luego, va a darles el espectáculo de su vida cuando se resuelva sus problemas de excitación sexual apuntando a ellos.
Emily se lleva las manos a la cara pensando que ha estado muy bien, pero Ivan... Es que no ha hecho NADA realmente para evitar que se lo llevaran, ni siquiera ha protestado tanto. Y después de haber hecho algo tan bonito juntos. Se limpia los ojos otra vez en bastante pánico con todo, abre la puerta de golpe y ve al soldado. Este se cuadra un poco y la mira.
—Ya me voy.
— ¿Quiere que la acompañe?
—No. Yo soy grande y puedo sola —asegura con firmeza, aun despeinada y con la ropa revuelta y los ojos llorositos porque ha vuelto a ver el dirigible. Empieza a caminar hacia el fondo del hangar con la nariz arriba y paso muy firme para salir.
Él la mira y de todos modos la sigue desde lejos.
Empieza a correr casi en la puerta del hangar, olvidando por completo su sombrero y no se detiene hasta la puerta del lugar, impaciente porque la dejen salir. Nadie le pone ningún problema.
Así que corre hasta el carro y se sube gritándole al chofer que se suba y arranque antes siquiera que alcance a llegar al carro, como si la estuvieran siguiendo una horda de soldados enfurecidos.
Y en esas es que llega a casa histérica sin pensar en el asunto del secreto.
