A eso de media mañana del día siguiente, es que el mayordomo de la casa golpea la puerta del cuarto de Emily con preocupante urgencia.

Emily pega un salto y se sienta en la cama sin saber dónde está ni qué hora es, con el maquillaje algo corrido aun y despeinada.

— ¿Eh? ¿Qué? — y le clava un codo a Sesel que se quedó dormida en su cama con ella.

— ¡Auuu! ¿Qué pasa?

— ¿Señorita Jones? Señorita Jones... —pregunta el mayordomo sin abrir la puerta porque no le han dado paso.

— ¡Sesel! —la ve y se tranquiliza bostezando y mirando a la puerta—. Adelanteeeee.

—Señorita Jones... —entra el muy estirado mayordomo inglés y al notar que no están presentables ninguna de las dos, se tapa los ojos con la mano, cerrándolos—. Hay un caballero muy extraño preguntando por usted en el vestíbulo.

—Un... ¿Caballero? —abre los ojos como platos y mira a Sesel con ilusión en los ojos. ¡¿Seria Ivan?! Sesel está otra vez tirada en la cama con los ojos cerrados

— ¿Cómo se llama?

Míster Barganski, o algo parecido, un nombre en ruso.

— ¡Oh dios mioooo! ¡SESEL! —la sacude y se gira al mayordomo—. ¡Dile que ahí voy! ¡No se vaya a ir! ¡Que no lo vea mamá! ¡Aaaaaahhhh!

El mayordomo asiente saliendo del cuarto y Sesel se despierta otra vez con las sacudidas y los gritos.

—¿Ya lo has oído? —chillonea—. ¡Ayuda a que me vista!

—¿Eh? ¿Qué? ¿Qué? —se frota los ojos.

—¡Vino a verme Iván!

Sesel parpadea unas cuantas veces más procesando esa información.

—¡Andaaaa! Levanta, levanta —tira de su brazo para que se levante. La chica morena se va tras ella bostezando—. ¡Seseeeeel! ¿Qué va a decir mama si le ve? ¡Hay que correr! ¡Hay que apresurarnos!

—Vale, vale... tienes que vestirte y... —bosteza otra vez.

—¡Ayúdame a vestirme!

—Sí, sí —se va detrás.

— ¿Qué crees que quiera? —da saltitos. La otra e encoge de hombros sin moverse, esperando que elija un vestido, ayudándola a quitarse las ropas con las que ha dormido.

Elige cualquiera que ve, corriendo como gallina sin cabeza. Sesel sigue bostezando mientras Emily corretea a su alrededor sin hacerle realmente mucho caso, pero ayudándola. Y debe terminar vestida en diez minutos... Medio a medias, pero en realidad le da igual. Cuando acaban, Sesel se vuelve a tumbar en la cama.

—¿No vienes conmigo? ¿Estás bien? Te mando al mayordomo con desayuno, ¿vale?

Asiente con los ojos cerrados. Le da un beso en la frente. Ella sonríe y le desea suerte.

—Al rato te cuento. ¡Te quiero! —sale corriendo como una loca.

Sesel no reacciona. Pobrecita Sesel, tiene sueño. A saber a qué hora se durmieron y se pasó el día ¡paleando el establo!

Emily baja de cinco en cinco la escalera. Iván está esperando en la sala donde le han dicho que se espere mirándolo todo con la boca abierta y las manos a la espalda. Entra a trompicones a la sala. Él se gira a mirarla automáticamente en cuanto la oye.

—He-Hey... —pega la espalda en la puerta doble, cerrándola con un estruendo.

Privet —saluda levantando las cejas notando que por fin ha acertado con la casa, porque ha tenido que ir a unas cuantas antes de encontrarla, entre ellas a casa de los Kirkland y a casa de Scott.

Ella parpadea unas cuantas veces y se sonroja. Él le mira intensamente habiéndose olvidado de lo que tenía que decirle, a pesar de que lleva el sombrero que ella se olvidó ayer en la mano.

Le sonríe. Él hace una de esas sonrisas raras levantando el labio superior sin que le salga bien. Levanta una ceja y eso le causa gracia.

—No pensé que fueras a venir.

—¿Por qué no? —inclina la cabeza.

—Te dejaron salir de la cárcel...

—Sólo estuve por la noche.

—Iba a ir a verte pero... Bueno, Sesel me dijo que no

—¿Por qué?

—Porque... No. Creo que consideró que era mejor esperar un poco y eso... ¡Pero viniste!

—Tengo esto —le muestra el sombrero.

Da unos pasos hacia él al verlo y sonríe un poco. De hecho, no ha dejado de sonreír como una tonta desde que apareció el mayordomo. Iván se lo tiende. Ella le mira a la cara e inclina la cabeza, se sonroja un poco.

—Deberías quedártelo.

—Oh... —lo mira con detenimiento.

Ivan... A-Ayer...

Contra todo pronóstico, se pone el sombrero en la cabeza, sin estar muy seguro de qué hacer con él. Ella se ríe un poquito otra vez.

—Creo que se me ve raro —la mira.

—Claro que se te ve raro, es un sombrero de chica —levanta la mano y se lo endereza teniendo que ponerse de puntas.

—¿Por qué quieres que me lo quede?

—Pues... ¿Cómo recuerdo? —pregunta sin separarse del todo una vez que el sombrero queda bien puesto.

—¿Para qué me acuerde de ti? —pregunta y la mira a los ojos.

—Sí y de... de ayer y...

—De ayer —asiente y se lo queda puesto.

—Ayer... Lo-Lo que pasó ayer.

La mira inclinando la cabeza.

—E-Es... Fue algo... B-bueno, ¿qué es lo que... piensas?

—Me gustó lo de besarte.

Se sonroja un montón y se ríe ooootra vez

—A mí también me gustó eso.

Sonríe satisfecho con ello ahora de forma inconsciente.

—Quieres ir... ¿Quieres ir a ver mi caballo?

Da —se encoge de hombros.

Y es que... O sea. Emily, JODER, ¿qué vas a decirle a tu madre cuando te vea? ¿O a tu padre? ¿O qué coño vas a hacer en general? No. "Yo quiero enseñarle mi caballo".

Le sonríe un poco y extiende la mano hacia él tomándosela y, por qué no, entrecruzando los dedos con los suyos. (Porque hacen siempre lo que se les da la puta gana, dales cinco minutos de oportunidad y van a estar cogiendo en el puto establo)

Iván se va tras ella sin encontrar realmente ningún problema en esto.

— ¿Te gusta la casa? Mi casa en América es más grande y con mucho más sol, pero aquí es esta, que es de los Kirkland. Sólo traje mi caballo, allá tengo más y es más divertido. ¿Algún día has estado en América? A mí me gusta más que aquí, porque se puede correr y jugar y no estar todo el tiempo vestida así y portándome bien... No que me porte mal. Papá siempre dice que es que tengo mucha energía —sale por la puerta doble hacia el jardín—. Pero mamá dice que aquí voy a tener que hacer otras cosas, pero a mí las otras cosas no me encantan, aunque tu dirigible si me gusta mucho... Aunque no hemos volado aun, pero si vamos a volar, ¿no?

Da —responde escuchándola casi sin parpadear ni mirar a otra cosa que no sea ella. Que sonríe y le aprieta la mano.

—Allá hay globos, pero nunca me he subido a uno, aunque me encantaría verlo todo desde arriba. Tengo también gatos y un perro y animales de granja, y el ganado de papá y muchas cosas divertidas... Que no tengo aquí. Cuando me case no sé si voy a ir mucho a América, aunque trato de pensar que sí, Sesel dice que iremos de vez en cuando. ¡Oh! ¡Y cuando vamos a los pastizales se ven muchísimas estrellas! ¿Desde el cielo se las ven? Aquí no se ve casi ninguna, eso no me gusta — niega con la cabeza.

—Sí se ven si no está nublado.

—Quiero verlas —asegura, imaginándose toda una escena de ella en el dirigible con el cielo lleno de estrellas e Iván a su lado—. ¿Sabes que me sé el nombre de las constelaciones?

—Yo también.

— ¡Ah! ¿De verdad? ¡Nadie más se las sabe! —da saltitos.

—Sé las que se ven desde aquí y las que se ven desde el otro lado —hace un semicírculo con un dedo para explicar que se refiere al hemisferio sur.

—Yo nunca he estado en el otro lado —frunce el ceño—. Pero seguro podré aprenderlas y me las sabré igual que tú.

—Yo te las puedo enseñar —propone.

—¡Vale! —asiente contenta. Él le mira sonriendo conforme también—. Va a ser mi fiesta de compromiso.

—¿Cuándo?

—El sábado.

—Oh —la mira sin saber muy bien que significa.

—Quieres... — ¡NO LO INVITES! Iván solo le escucha—... venir a la fiesta?

— ¿Yo?

—Es... Un... ¿Poco raro? —ahora te das cuenta—. Es decir, va a estar Arthur y eso... Hmmm

Iván se rasca la cabeza, porque ha estado en algunas fiestas del ejército con altos mandos hablando con gente rara sobre su dirigible, pero a veces hay bailes y le gusta bailar.

—No podríamos darnos besos —puntualiza, ¡MENOS MAL!

—¿Y ahora?

Risitas otra vez.

—Ahora... yo... Creo que sí —sonrojo.

Se humedece los labios y se acerca un poco a ella, vacilando y... Pfff... Es que deben estar a medio bloody jardín o con un poco más de suerte... O menos suerte, como lo queramos ver, estarán ya cerca del establo.

¡Emily! —le llama su padre a lo lejos antes de que pueda acercarse del todo.

Ella le mira los labios y luego levanta la vista a sus ojos, de un extraño color. Se acerca a él también un poco.

Emilyyy —vuelve a llamarla su padre al notar que no se vuelve.

Parpadea un par de veces y, que sepa su padre que le odia un poco, se gira a mirarle. Haciendo que Iván la bese en la mejilla y Míster Jones levante las cejas.

Emily le pone una mano en el pecho a Iván y se sonroja mucho girándose a mirarle otra vez. ¿Y alguien les ha contado que esta chica es MONOCANAL? Iván parpadea porque no iba a por la mejilla y no sabe muy bien qué ha pasado, cuando Míster Jones llega a donde están. Gracias, míster Jones

—¡Ah, papa! Mira, este es Ivan.

Iván, con el sombrero de Emily aun en la cabeza, se gira hacia el nombrado que inclina la cabeza y frunce el ceño porque juraría que lo ha visto besando a su hija en la mejilla.

—Ehh... Él es... Mi papa —vacila ella un poco sin saber bien a qué viene el fruncimiento de ceños.

Privet —saluda sin sonreír. Míster Jones mira a su hija nervioso.

—Él... Es Ivan —ella repite y repentinamente le quita a Iván la mano del pecho—. Le iba a enseñar mi caballo.

—Buenas tardes, caballero. ¿Es el veterinario? —le pregunta a Emily.

—Ehhh... No. Es Ivan —sonríe un poco y mira a Iván... Y a su sombrero en su cabeza. Algo le dice que eso no debería estar ahí. Se lo quita—. Él... Ehm... Bueno, quizás si pueda ser... El veterinario. Aunque... Ehhh... Sí. Él es el veterinario.

Iván levanta las cejas cuando le quita el sombrero y mira a Emily sin entender por qué dice eso.

—No sabía que Woody estaba enfermo —comenta con preocupación.

—En... En realidad... Sólo quiero que lo conozca —vacila y es que es bastante evidente que miente, aunque sonríe y da un paso al frente acercándose a su padre y dándole un abrazo y un beso—. No te preocupes.

—Caballero, si me permite hablar con mi hija un instante... —la separa de él unos pasos.

Emily mira un instante a Iván con cara de circunstancias mientras su padre la separa. Este se queda mirándoles a ambos sin entender un pimiento de lo que ocurre.

Emily... —empieza míster Jones.

— ¿A... ja? —otra vez esa sonrisa.

—Estaba ese hombre dándote un beso en la mejilla.

—Ehh... No.

—No era una pregunta, Emily, lo he visto.

—Fue un accidente...

—Mmmm... ¿Me estás mintiendo?

Pone su carita angelical.

—N-No. Él no me iba a besar en la mejilla.

—¿Por qué iba a querer besarte el veterinario?

—Él... —se sonroja—, él... Él... Es mi amigo.

—Esto es un poco irregular, no quiero que te tomes tantas confianzas con la gente. Está bien que tengas amigos, pero que no se aprovechen de ti.

—No se está aprovechando de mí —protesta un poco y se sonroja—. Él... Vale, él no es el veterinario. Es un amigo de otro lado, del... Ejército. Y vino a conocer a Woody porque además es veterinario, sabe de las estrellas y ha viajado por el mundo.

—Me preocupa que te esté dando besos...

Se revuelve y sonroja más.

—Es un hombre mayor y tú vas a casarte en un par de semanas. No sé si los Kirkland verían esto con buenos ojos, hija. Y ahí empiezan los problemas.

—Papi... ¿Puedo decirte algo?

—¿El qué? —la mira porque cuando le llama "Papi" es que es algo no tan fácil.

Emily cambia el peso de pie y mira a su padre... Y luego a Iván y luego a su padre.

—Imagina que...

— ¿Aja?

—Que... Que...No me casara con Artie. ¿Qué pasaría si no me casara exactamente con Artie?— pregunta Emily con su leve sonrisita angelical.

— ¿Qué?

—Solo... Bueno. ¿Qué pasaría?

—Nada, pero ya hemos hablado de esto ¿Es que no te gusta?

Se gira a mirar a Iván.

—Mmm... Es que más bien...

— ¿Aja?

—Imagina que... Me casara con alguien más.

— ¿Por?

—Porque... Sí. Pongamos que me casara con Ivan.

— ¿Con él?

—Sí. ¿No es guapo?

— ¡No! Emily, no sabemos nada de él y es... ¡un hombre! ¿Qué edad tiene?

—No lo sé, pero es interesante —se sonroja un poco aun mirándolo.

—No, no, no. Ni siquiera sabemos si tiene el nivel de vida ni... Emily, no quiero que ni pienses en ello.

—Pero papiiiii.

Emily, no te entregaré a un hombre que no ames, pero no voy a dejar que vayas con uno que no te convenga tampoco.

—Mmm... ¿Por qué no hablamos de esto luego? Ahora voy a ir a enseñarle a Ivan mi caballo.

—No, de ningún modo vas a ir con Ivan. No quiero que vayas más con ese hombre. Irás a buscar a Arthur y yo acompañaré al caballero a la puerta —sentencia con el ceño fruncido.

Ella parpadea cayendo en la cuenta ahora mismo de que esto puede pasar.

—¡Eh! ¡No, espera! ¡Sí que le voy a enseñar mi caballo!

—No. Esto se acaba aquí, Emily.

—¡No! ¿Cómo va a acabar aquí? —se aleja un paso de su padre y se acerca un paso a Iván.

Emily, sé razonable, es un hombre mayor y no sabemos nada de él.

—Yo sí sé muchas cosas de él —puntualiza frunciendo un poco el ceño y girándose del todo a el ruso—. Vamos a ver mi caballo.

—¡De ningún modo! Caballero, ya no se requieren sus servicios, así que le ruego que se marche —responde Míster Jones poniéndose frente a ella.

Iván les mira a ambos parpadeando

—¡No, claro que se requieren sus servicios! —protesta ella intentando esquivar a su padre para acercarse a Iván.

¡Emily! Vuelve a la casa mientras discuto con este señor —riñe su padre.

—¡No vas a discutir con Ivan! Déjame a mí hacerlo, no veo por qué está pasando todo esto, ¡solo te dije que te lo imarginaras!

—¡Porque me lo imagino mucho! Emily... de verdad, no me obligues a castigarte.

—¡No puedes castigarme! ¡No he hecho NADA! ¡Papá!

—¡Lo harás si me desobedeces y no vuelves a la casa como te pido!

Le mira fijamente y frunce el ceño.

—¡No voy a volver a la casa, voy a ir a enseñarle el caballo a Ivan, porque eso no tiene nada de malo!

—Sí lo tiene si yo digo que lo tiene.

—¡Eso NO es justo!

—Ve con Arthur, Emily —exige.

—No voy a ir con Arthur porque... No. Ni siquiera sé dónde está. Ni siquiera he hablado realmente con él. Quiero ir con Ivan.

—Yo no quiero que vayas con Ivan. No vayas con Arthur si no quieres, pero con Ivan no irás.

—¿Por qué? ¡¿Por qué eres TAN injusto?! ¡No tienes ni una razón para decirme eso! ¡NINGUNA!

—Sí las tengo y hablaremos de ellas más tarde. Ahora obedece.

Emily aprieta los puños porque no le gusta nada de todo esto y es muy, muy raro que su padre se porte así.

—Pero papiiiiii.

—¡Basta ya, Emily! —protesta enfadado ahora. Emily le baja un poquito y mira a Iván por encima del hombro de su padre. Que la mira un poco, desconsolado, sin entender por qué la riñen.

—Mañana —apunta ella y señala el cielo.

¡Emily! —riñe de nuevo su padre.

—¡Ugh! Vale... ¡Pero no le hagas nada a Iván! ¡Y que sepas que esto es muy, muy injusto! ¡MUY! ¡Y no le digas nada a mamá!

—Hablaremos luego —insiste.

Ella aprieta los ojos y sale corriendo hacia la casa.

¡Seseeeeeeeeeel!

Para entonces ella ya se ha despertado y vestido. Emily llega SÚPER asustada a su lado. Está en la cocina preparando desayuno.

—¿Qué pasa?

—¡HicealgoquenodebíhaberhechoyahorapapásehaenfadadoynomedejaráveraIvannuncamas!

—¿Q-Qué?

—¡Ya sabe! ¡Ya sabe! —da saltitos y vueltas a su alrededor agarrándose la cabeza.

—Pero ¿cómo? ¿Por qué?

—Me iba a dar un beso en los labios y nos vio... Creo. Si. Algo así. Y vino y preguntó y ya sabes que yo... Me pasan esas cosas que cuando me preguntan digo lo que digo.

—¡Pero Emilyyy! —protesta apretando los ojos.

—Espera... ¿vino aquí?

—¿Queeeé? Sí que vino, ¡si te lo dije hace rato!

—Estaba medio dormida.

Se tapa la cara.

—Le dije que me casaría con él... Y va a decirle a mamá.

— ¡¿Le dijiste qué!?

—Que no quería casarme con Artie.

— ¿Pero dijiste que querías casarte con él?

Se mira las manos.

— ¡¿Cómo le dices eso!? ¡Claro que no te va a dejar verlo más!

— ¿Pero por queeeee?

—Porque no, es un hombre mayor y no le conoce nadie.

—Yo le conozco.

—Sí... pero tú eres tú, ya viste como me gritaron a mí por lo de Patrick.

—No le dije que nos habíamos besado ayer.

—No hacía mucha falta, si te ha visto... aunque si le dices que estás embarazada puede que te obligue a casarte con él... o con Arthur, no lo sé.

Levanta las cejas con esa idea.

— ¡¿E-Embarazada?!

—Puede que lo estés, ¿no? Eso me dijiste ayer.

Ya lo había olvidado, se lleva las manos al abdomen.

—Pero es una idea arriesgada, no parece el tipo que vaya a ser muy feliz cuidando un hijo y... bueno, todo con Arthur está muy avanzado, así que es posible que entonces te obliguen a casarte con Arthur sí o sí para que él le haga de padre al niño.

—No entiendo nada de lo que está pasando, yo sólo quiero volar... y volver a casa. ¿Qué voy a hacer yo con un niño, Sesel? —se deja caer en una de las sillas haciéndose bolita.

Emily... si sólo quieres volar podemos convencerles de que te lleven a volar, pero no creo que podamos evitar la boda con Arthur ni que puedas quedarte a solas con Ivan...

Cierra los ojos y pone la frente en la mesa.

—No sé si quiero casarme con Artie.

—Ya, pero si estás embarazada no hay mucho margen.

—No quiero estar embarazada.

—Es posible que no lo estés... pero es posible que sí, deberíamos ir al médico las dos.

—Quiero ir a casa, Sesel... Quiero ir a correr en mi caballo y a jugar a los indios y no quiero seguir haciendo estas cosas de señora mayor.

Sesel se acerca a ella y la abraza. La abraza de vuelta angustiada y le solloza encima.

—Shhh... Calma. Vamos a hacer eso. Vamos a ir al médico.

—No quiero que el médico me diga que estoy embarazada.

—Yo tampoco...

— ¿Y cómo va a saber?

—No lo sé, yo no soy médico.

—Pero... Pero... ¿Y si mejor no hacemos nada y ya?

— ¿Y si lo estás?

—No sé. Si lo estoy... Ya diré yo que no sé cómo paso.

—Nadie te va a creer... —aprieta los ojos.

—Tampoco quiero casarme con Artie... No me cae mal, pero preferiría a Ivan.

Sesel suspira.

— ¿Por qué no conocía Ivan antes de decir que si me casaría con Artie?

Le acaricia el pelo sin saber cómo ayudarla.

— ¿Por qué tengo que casarme y vivir aquí donde hay lluvia y cosas aburridas? Voy a decir que no me caso.

—Vas a decepcionarles a todos...

Se sorbe los mocos y se limpia la cara. Sesel busca un pañuelo para ella.

—No quiero que se enojen conmigo. Y si... ¿Tú te casas con Artie?

— ¿Y-Yo? Yo no soy la señora, no puedo llevar los negocios.

— ¿Y tú crees que yo puedo llevarlos? Yo soy buena para muchas otras cosas, Sesel, pero esto es... Esto no me gusta.

—P-Pero... —se incomoda.

—Cásate tú con él y ya, voy a proponerle eso a papá.

—Pero yo no... No sé ni... ni siquiera me ha mirado ni una sola vez a mí.

Emily le mira fijamente en uno de esos raros momentos en los que, a pesar de todo, parece grande y adulta.

— ¿Y tú crees que a mí me ha mirado realmente, Sesel? —le pregunta con voz bastante seria.

—Te dio un beso...

—No fue un beso de verdad.

— ¿Por?

—Ahora lo sé, porque Ivan SI me dio un beso de mucha verdad —sonríe. La morena se pellizca el puente de la nariz.

Emily... no me voy a quedar tus sobras. Eso es injusto.

—Pero es que Seseeeel. Tú no has conocido un Ivan.

—No, pero tú eres la señora. No yo, no es justo que a mí me toque el trabajo sucio de ser la criada y además las responsabilidades de la señora, sin la ventaja de ninguna.

—Tú no eras... Tú... ¡Odio este sitio! ¡Era todo muy, muy distinto en casa!

—Pues no te creas que a mí me gusta tanto...

—Quizás mañana Ivan pueda llevarnos volando a casa.

—No creo que eso sea buena idea, ¿qué pasara cuando vuelvan los señores buscándote?

Sesel, ¿por qué no me ayudas? —dale un golpe. Anda.

— ¡Te estoy ayudando!

— ¡Me estás diciendo que solo puedo casarme con Arthur!

—No, te estoy diciendo que yo no pienso hacerlo y que si estás embarazada te van a obligar.

—Hay que ir al doctor.

—Bien —asiente.

La mira y se le acerca a abrazarla.

—Yo quiero que tú estés feliz también y que nunca te vayas de mi lado.

La abraza de vuelta.

—Yo también.

—Voy a convencer a papá de todo, vas a ver.

—Yo voy a ir a buscar un médico que sea discreto para esto —responde sonriendo un poco y haciéndole un cariño —. Tal vez puedan darte algo para que pierdas al niño sin que nadie se entere si lo estás.

—No me gusta ser señora.

—Es mejor que se criada... de verdad.

—Tampoco me gusta que seas criada —asegura suspirando—. ¿Puedes ir a ver si papá ya mató a Ivan?

—No —le da un beso en la mejilla—. Voy a buscarte ese médico... desayuna, seguro para cuando acabes ya habrá acabado.

Suspira y se suena la nariz.

—Vaaaaale. No tardes —sonríe un poquito.

Sesel le sonríe y se va a por su capa porque además, como no, está lloviendo. Pensando en donde puede encontrar un médico que sea bueno, pero discreto sin conocer a nadie de confianza en la ciudad... ir al hospital era preocupante y nadie aseguraba que el médico fuera a tener la boca cerrada.

Había uno, amigo de Arthur, probablemente la PEOR opción que existía en el mundo para que nadie supiera lo de Emily.

Por lo general acudiría a las monjas del orfanato, ellas solían recoger a madres violadas y chicas que no querían estas cosas, pero Emily no era una parturienta desesperada de nueve meses a la que asistir en una noche de tormenta.

Emily se queda en la mesa retomando ánimos y pensando que esto no puede ser tan grave. Seguramente hay alguna manera buena de salir del problema, especialmente ahora que aún no lo sabe su madre

Aprieta los ojos pensando en el asunto... tampoco conocía suficiente a las monjas... ni a las chicas del servicio de la casa para que pudiera confiarles algo tan delicado... pero sí conocía a alguien en la iglesia. Mira tú por dónde.

Aunque… Tampoco parece que vaya a ser una buena opción, es un miembro de la misma maldita familia, pero está segura de que puede manejarlo fácilmente sin necesidad de usar el dinero para mantenerlo callado.

Al terminar de desayunar se levanta yendo a buscar a su padre.

Seguro a la iglesia también acudían personas que se habían lastimado en trifulcas que no podían explicar a un médico normal y se acogían al asilo sagrado y secreto de confesión... y si no conocía a ninguno, tal vez sí podía ayudarla con las monjas con un poco de estímulo.

Aprieta los ojos mientras corre bajo la lluvia hacia la catedral pensando en si esa era una excusa para sí misma para poder probar un poco más del hombre de dios o realmente era necesario por Emily. Aunque al final, fuera lo que fuera, no le queda más remedio que acudir a él en cualquier caso.

Corre por las calles vacías pensando en ello, en cómo abordar el tema, en cómo conseguir realmente su silencio... y en lo mal que le había caído Cecil la otra noche. Para cuando cruza las grandes puertas de madera del santo edificio con paredes de mármol blanco ya está sin aliento y pensando en la prohibición de verle y el beso.

La música de órgano al fondo es lo que la recibe en una iglesia completamente vacía a excepción de una figura pelirroja que está hincada frente al altar.

Levanta una ceja con eso sin estar segura que sea él. Todos los malditos europeos parecen iguales desde lejos. Cierra las puertas con un estruendo, toma aire profundamente y se acerca haciendo resonar sus pasos en el suelo.

A pesar de sus intentos por mantener la concentración, el estruendo de la puerta y de los pasos obliga a Patrick a girar la cabeza hacia la puerta. Cuando ella se está quitando la capucha y la capa, dejando ver la cofia que le recoge el pelo y su vestido con delantal que ahora mismo quisiera haberse quitado antes de ir.

No nota el delantal, sino el tono de piel que es inconfundible. Casi se cae del reclinatorio.

—Hola... —saluda en un susurro sin saber si puede o no interrumpirle ahora.

Él la mira unos cuantos segundos. Se sonroja en el proceso y se levanta de golpe acercándose a ella y tirando de su brazo. Sesel ahoga un gritito del susto y se deja tirar sin entender a dónde la lleva.

Tira de ella con cierta brusquedad unos cuantos pasos hasta meterla a uno de los confesionarios, del lado donde va el confesor. Se mete tras ella y cierra la puerta. Los dos dentro del mismo diminuto pedazo, sí.

—¿Qué haces aquí? —susurra en un tono de voz que dista mucho de ser molesto. Es más bien preocupado—. ¿Estás bien?

—¿Qué...? —vacila y le pone una mano en el pecho porque está muy cerca, mirando alrededor.

—¿Estás bien? —vuelve a preguntar mirándola a la cara y se le acelera el corazón con la mano en el pecho. Suponiendo que la han echado y por eso ha recurrido a él en medio de la lluvia.

—Sí... O sea, no, he venido a buscar ayuda. ¿Tenemos que estar hablando aquí?

—Si ven que has venido es probable que me maten y a ti... Yo que sé. Te echen de aquí o algo así. Llamas bastante la atención —le toca el hombro.

—¿Por qué iban a matarte? —le mira a los ojos.

—Últimamente todo el mundo quiere matarme. ¿Qué te han dicho? Voy a conseguirte un lugar, te lo prometo.

—¿Un lugar para qué?

—Para vivir. ¿No te habrán hecho daño, o si?

—¿Qué? ¡No! ¡No voy a irme de casa!

Parpadea.

—¿No te echaron de la casa?

—Claro que no —sonríe un poco y mueve la mano acariciándole sin pensar, porque está preocupado... y están muy cerca. Él traga saliva con la caricia aunque se relaja un poco al saberlo.

—¡Ah!

—Cálmate, no estoy aquí por eso.

Suelta el aire.

—Vaya, pensé que te echarían e incluso que te habrían golpeado o algo horrible. ¿Por qué has venido así en la lluvia? Estas toda... Mojada.

—No pensé que lloviera tanto y no podía venir en carro —se mira a si misma—. ¿Te han hecho algo horrible a ti?

—Algo... ¿Horrible? Cecil me ha gritado hasta cansarse. Mi padre me ha gritado hasta cansarse. Aquí me han gritado hasta cansarse.

—Lo siento por eso —cierra el puño tomándole la ropa—. ¿Aquí se han enterado? —levanta las cejas.

—No todos, mi padre ha hecho lo posible para contenerlo... —hace los ojos en blanco—. Pero hay ciertas cosas que la dichosa alta sociedad es incapaz de ocultar... Y se han enterado los peores.

Patrick... de verdad es incómodo hablar aquí. ¿Podemos vernos fuera?

Mira a su alrededor y se sonroja un poco porque sí que están cerca.

—No sé si... Cecil... —se muerde el labio—. ¿Por qué no me dejas ir por un paraguas y caminamos afuera de la abadía?

—¿Cecil te vigila durante todo el día?

Sesel... No lo sé. Está loca —desvía un poco la mirada y traga saliva ahora más consciente de que están muy cerca—. Y está muy, pero muy enfadada.

—Como sea, el paraguas parece mejor opción que esto —es que además tiene las rodillas medio dobladas porque está el asiento.

—Vale —se lo piensa un poco—. ¿Por qué no esperas aquí un rato, luego sales por la puerta que está detrás del altar?, te estaré esperando ahí.

—No, espera —le aprieta la ropa de nuevo para que no salga, le hace girar para que se siente y se le sienta en sus rodillas—. Si Cecil te está espiando podría vernos fuera, mejor así.

Levanta las cejas y traga saliva.

—¿Y qué vas a hacer? —pregunta ella. Patrick recuerda la conversación con Scott y se sonroja un poco más.

—No sé si Cecil me pida el divorcio.

—¡Oh! —exclama porque no pensó que realmente fuera algo tan grave... aunque eso significaba que algo le había importado a ella—. L-lo lamento... no pretendía…

Sonríe un poco y se sonroja un poco más aun encogiéndose de hombros.

—En realidad creo que es un excelente pretexto. Aunque sí que está enojada y sí que le ha parecido mal y van a estar hablando años de esto, que es en realidad lo que le preocupa, pero valió cada uno de... — se calla al darse cuenta de lo que está diciendo. Carraspea.

—Al menos valió para que ella respondiera en algo, tal vez sí le importas un poco en el fondo y haya algún modo de que superéis esto y... seáis felices.

Él le mira otra vez y se ríe.

—¿Qué? —pregunta un poco descolocada por las risas.

—Claro, ser felices.

—Hombre, antes que llegar al extremo del divorcio...

—El extremo del divorcio sólo sería malo porque NADIE dejaría de darme por cu... darme la lata.

Suspira con eso. Él se encoge de hombros y sonríe un poco.

—Como sea... Me gané un beso de la chica más bonita de la reunión.

Sonríe un poco de lado y le mira de reojo.

—Es bueno que al menos lo tomes con humor.

Se sonroja aún más si es posible y recarga la cabeza hacia atrás.

—Aun no sé por qué lo hiciste.

— ¿Cómo qué no? —ella levanta las cejas.

—Es decir, lo sé porque estaba ahí hablando contigo, sólo no... —puedo creer que una chica como tú hiciera algo así.

— ¿No qué?

—No suelen pasarme esas cosas —sonríe un poco y levanta la mano quitándole un mechón de pelo mojado de la frente.

—Bueno, tampoco es como que yo las haga siempre. Sí sé comportarme, en realidad.

Le sonríe embobado.

—Entonces tuve un día de suerte

Ella se ríe un poco con eso. Él se sonroja un poquito sin poderse creer que esté aquí dentro así con ella.

—Día de suerte... conseguir riñas de todo el mundo, qué forma más rara de verlo.

—Realmente no sé si eres el diablo en persona o un ángel salvador

Levanta las cejas. Patrick se ríe negando con la cabeza.

—Pues si tú no lo sabes...

—Tú deberías de aclararme que eres un ángel salvador que vino a... Yo que sé, separarme de Cecil.

—No, no lo creo, esa parece una respuesta digna del diablo en persona.

—¿Ah, sí? Sinceramente si estas sentada aquí en mis piernas dentro de la abadía... Sí que pareces el diablo en persona.

—Tú me has metido aquí —le empuja un poco en protesta—. Además, he venido por algo muy serio.

—¿Qué cosa muy seria te ha traído aquí? —pregunta sintiéndose tremendamente cómodo con ella.

—Necesito un médico. Uno discreto que no haga preguntas...

Parpadea.

—¿Por? ¿Estas enferma? —otro cariñito en el brazo que no sabe ni de donde le salen, quizás sólo los tiene almacenados tras años de estar con Cecil sin siquiera tocarse. Le pone cara de preocupación.

—Yo no —se gira un poco sobre su falda—. Es por una de las chicas de Lady Jones. Cree que podría estar embarazada, pero no conocemos a nadie en esta ciudad y sería un escándalo que se supiera.

Zwingli —resume—. Es caro, pero bueno y casi no habla.

—Desde luego que no. Es demasiado arriesgado, es amigo de vuestra familia.

—Mmmm... ¿Y? Como si no hubiera visto bastantes escándalos ya con la familia.

—No, no me vale. Pensé que conocerías alguno más.

—Puedo... Buscar a alguno si quieres —la mira a los ojos.

—¿Cómo lo hacéis si viene alguien herido y nadie puede saber quién es ni como le han herido?

—Alguien está imaginando que somos un cuartel del ejército —bromea.

—¡En el ejército! —exclama porque no había pensado en eso.

—Vale, vale, son las monjas las que ayudan siempre —sonríe.

—En realidad a ellas quería ir.

—Hay una de ellas que es enfermera de larga carrera, ha ayudado en la cruz roja.

—¿Sí? ¿Confías en ella?

—Todo lo que se puede confiar en una hermana.

—¿Y cómo se llama?

—Es la hermana Sor Verena.

Verena. ¿Y le digo que voy de tu parte o me lo ahorro?

—Dile que vienes de mi parte, aunque va a ayudarte de todos modos.

—Bien —sonríe.

—No te preocupes con que vaya a decir algo... Es muda.

—Oh, eso suena perfecto. ¡Gracias!

Le sonríe un poco y vuelve a acariciarle el brazo. Ella vacila, se acerca y le da un beso en la mejilla, muy rápido. A él se le congela la sonrisa y se sonroja aún más, tragando saliva con dificultad.

—¿Vas a estar bien? —es tan linda y está preocupada de nuevo por él.

—Sí. ¿Tú vas a estarlo?

Asiente sonriente.

—Y no te echaron, esa es excelente noticia.

—No, es demasiado complicado que eso pase.

— ¿Por?

—Cosas de familia —se encoge de hombros.

—Menos mal. Era lo que más me preocupaba.

—Sigue sabiéndome mal lo de Cecil, de veras esperaba que reaccionara.

—Ya te dije que no iba a reaccionar —sonríe.

—No quería hacerte más desgraciado en tu matrimonio —suspira—. ¿Hay algo con lo que pueda compensarte?

Patrick piensa que pedirle otro beso sería demasiado. Se sonroja un poco más.

—¡No te atrevas a pedirme nada sexual en un confesionario de la iglesia!

— ¡No iba a pedirte nada sexual! —se sonroja más aún.

— ¿Qué? ¿Crees que no sé cómo pensáis los hombres? Aunque seas un hombre de Dios.

— ¡Sí que soy un hombre de Dios y no es que piense en esas cosas!

—Mejor...

—A-Aunque...

—¿Aja?

—B-Bueno... Q-Quizás... No sé.

— ¿Qué? —le mira, escuchándole.

—U-Un beso más —susurra.

— ¿Eso quieres? —ella levanta las cejas y Patrick traga saliva.

—No me molestaría... Sólo para estar seguro de lo que no tengo.

— ¿De que no tienes qué?

—Con mi mujer —sonríe.

— ¿Es que no la besas?

— ¿A Cecil? —se ríe—. Claro que no.

— ¡¿Pero por qué?! —es que no puede creerlo.

—Pues justo eso pienso, por qué.

Niega con la cabeza porque es un desastre

— ¿No qué? De verdad mi matrimonio es un desastre.

—Pues eso es lo que veo, es triste.

—Pues... No creo que sea tanto si así ha sido siempre. Ahora lo es un poco más... No solo porque está enojada sino porque te conozco a ti.

— ¿Y qué planeas? ¿Qué te bese y te enamores de mí?

— ¿Qué pasaría si así fuera? Quizás Cecil quiera el divorcio... —se sonroja y se ríe.

— ¿Y?

—Y tú... Bueno —se sonroja más.

— ¿Yo qué?

—Si padre y el mundo entero no se escandalizaran sería mejor que tú me enseñaras como es que debería ser esto...

— ¿Una... relación?

—Un matrimonio —yo creo que Patrick no se escucha a si mismo.

— ¿Q-Qué?

Se revuelve un poco.

—Estaría bien, ¿no? Tú pareces saber cosas básicas que Cecil no sabe... Y estarías casada con un reverendo.

—¿Me estás pidiendo... que me case contigo? ¡Nos conocemos hace tres días!

—No te estoy pidiendo eso, solo estoy diciendo que tú sabrías hacerlo mejor que Cecil y... Nadie va a dejarme.

—¡No sabes si lo sería!

—Si lo sé, tú al menos crees que a ella debería importarle.

—Sí, pero eso no significa que fuera a funcionar.

La mira y suspira.

—Ya... entiendo.

—Nos conocemos hace tres días, Patrick. ¡Es una locura!

—¡Es una locura la tuya de besarme frente a todos!

—Un beso es un beso, ¡tú estás hablando de una boda!

Se ríe.

—Estoy hablando de tonterías, nadie va a dejarme hacer eso. ¿Tan mal te parecería?

—Es un compromiso de por vida con un hombre con el que he hablado tres veces. Sí, me lo parecería... No puedo creer que a ti no te lo pareciera.

—Yo me casé con una mujer con quien no había hablado jamás. Y he hablado más contigo en tres días que con ella en toda una vida de casados.

—Pero no debería ser así —se muerde el labio.

—Quizás no. De todos modos no creo que nada de eso pueda pasar. No es como que pueda desaparecer a Cecil o a mi padre.

—¿Y qué crees que suceda?

Cecil vivirá enfadada conmigo y hará de mi vida un infierno, y tú seguirás con tu vida.

—¿No ibais a divorciaros?

—No creo que tengamos tan buena suerte.

—¿Por?

—¿Qué va a hacer Cecil entonces?

—¿Cómo podría yo saberlo?

—Es decir, si se divorcia... Morirse de saber que esta soltera y no tiene el poder que le da estar casada con un reverendo.

—¿Qué poder le da?

—Tú no lo sabes, pero este mundo es extraño y ser la esposa del reverendo es lo único que le hizo casarse conmigo. Le da cierto status social, la gente la mira como si fuera alguien importante.

—Eso se lo da también estar casada con cualquier señoritingo.

—Yo creo que hoy por hoy preferiría estar casada con cualquier señoritingo —inclina la cabeza—. A ti, en cambio, te convendría mucho.

—¿Por?

—Dejarías de atender la casa Jones.

—¿Y crees que es fácil ser una señora de clase alta y ser de color?

Miss Jones puede.

—Con un montón de trabajo

—¿Ah sí? ¿Cuál es su historia?

—Ella se casó con el señoritingo al que servía y nadie lo tomo en serio, pero como eran las segundas nupcias... —se encoge de hombros—. Es especialmente insistente en la importancia de la apariencia.

—Se casó en segundas nupcias con... ¿Su señor? Oh... ¿Cómo lo consiguió?

—Eran las segundas nupcias de él. Su primera mujer, la madre de Emily, murió.

—Eso es de lo más extraño, ¿cómo consiguió que siquiera la viera?

—Pues no lo sé, creo que ella le ayudo mucho tras la muerte de su esposa.

—Eso aquí es impensable. Mi padre no podría considerarlo, mi madre tampoco. De hecho es una de las cosas que hacen que lo nuestro fuera imposible. No... Que haya algo "nuestro" o algo.

—Nuestro... —repite ella lentamente.

—S-Solo digo que si tuviéramos algo nosotros...

—Será mejor que ni siquiera empiece nada entre nosotros, entonces... —susurra apartando la mirada.

—No, no... Espera. Tú... —carraspea—, ¿q-querrías?

—No.

—Oh... ¿Por qué? — la mira un poco desconsolado con esa declaración así.

—Porque si no va a funcionar, no tiene sentido pensar de otra forma —se levanta para salir.

—Espera —la detiene de la muñeca—. Espera, espera. Quizás si haya una manera en que funcione—. Es algo muy, muy difícil.

— ¿El qué? —le mira.

—Ven, siéntate otra vez —le pide tirando un poco de su brazo. Lo hace—. ¿Qué opina Miss Jones de esta boda?

— ¿Q-Qué? —se tensa.

—La boda con Arthur.

—Ella... ehm... porqué ella... bueno, no está muy cómoda porque no conoce a Arthur —vacila pensando en si acaso Arthur ha dicho algo del hombre del dirigible.

—¿Y quiere casarse?

—No está muy segura, aun se hace a la idea.

—Si me separara de Cecil podría pensar en... Algo más serio contigo.

—¿No acabas de decir que tu padre nunca lo aceptaría? —pregunta sin planteárselo realmente, solo es por el "no puedo".

—Lo... Lo convencería. Quizás estaría tan enfadado que no se enteraría.

Sesel aprieta los ojos.

—Creo que tienes que pensar mejor esto.

Sesel... Quizás no tengo mucho que ofrecerte y toda, TODA mi vida es un desastre. Aun así no conozco a una sola chica que sea como tú.

Ella le mira con el corazón acelerado de repente, sin saber siquiera por qué.

—Y eres la única chica que alguna vez se ha preocupado por mí.

Se sonroja un poco.

—Creo que lo estás malentendiendo... sólo soy una buena persona.

—Pero me diste un beso.

—¡Estaba intentando que Cecil te valorara! —exclama con voz un poco más chillona de lo que se esperaría.

—¿Y nada... más? Pero si has dicho que solo por lo de mi padre es que no querrías empezar nada...

—Creo que todo esto es una terrible idea.

—¿Y? Toda mi vida está llena de ideas así, llevo tres días de conocerte y ya eres la mejor idea.

Vuelve a apretar los ojos con eso.

—¿... tú tienes algo en tu existencia que suene a una mejor idea que un reverendo loco con una mujer más loca aun? —se encoge un poquito de hombros. Ella hecha la cabeza adelante apoyándola en su hombro y susurra "sí". Él suspira y le pone una mano en la espalda—. No me extraña. ¿Puedo preguntar qué? ¿Es un novio o algo así?

—Yo planeaba... yo soy una persona del servicio, no una dama. Tengo que limpiar, pero podía elegir a la persona a quien amar según mis reglas. Conocer al chico por un tiempo, hablar, enamorarme...

Patrick traga saliva y la mira de reojo.

—Ya lo entiendo... De-Deberías hacerlo. Eres linda y bonita y no deberías estar metida en este lío que es mío.

Aprieta los ojos con la cabeza aun sobre su hombro. Patrick gira un poquito la cabeza hacia ella y le da un beso en el pelo.

—Aunque si me separara, si de verdad Cecil está de acuerdo en ello, podrías ser una dama.

—Sigo diciendo que es muy difícil ser una dama siendo una mujer de color.

Sesel... No hay nadie, NADIE que tenga un color de piel más bonito que este que tienes. Y no sólo es la piel. Eres cálida como tu piel y no fría como la nieve —levanta las cejas sorprendiéndose a sí mismo de toda la palabrería que es capaz de decir y no sabía que lo era, considerando que esta mujer le ha robado el cerebro y lo ha convertido en un baboso idiotizado.

Ella parpadea un par de veces con eso y vuelve a suspirar profundamente.

—Sé que tus intenciones son buenas...

—Por qué no... Esperas a que me separe de Cecil.

—Sí... creo que necesitas pensar mejor esto.

—Y tú también. Aun así creo que podrías...

Levanta la cabeza y le mira. Él traga saliva y se acerca un poquito a ella poniendo los labios. Sesel le mira unos instantes notando la cara que pone y que es ridículo... y mono. Patrick cierra los ojos acercándose un poquito más.

Y si podría convertirla en una dama y no tener nunca más que lavar una sola camisa ni unas enaguas, ni coser un botón... en realidad es el mejor trato que podría conseguir, mucho mejor que con un chico pobre que tal vez nunca fuera lo que ella quería o esperaba y además no le ofrecía muchas más ventajas. Este de verdad parecía platónicamente enamorado de ella o más bien de la idea de estar con una mujer diametralmente opuesta a su esposa, porque obviamente no la conocía.

Se acerca a ella aún más, pensando que esto quizás es lo mejor que le ha pasado o le pasará en mucho, mucho tiempo. Se le acelera el corazón.

Tal vez esta pueda ser la manera de conocerle y enamorarse... finalmente se acerca y le besa. Y Patrick se DERRITE por completo en su beso porque además ella se esfuerza en este si tiene que ser así.

El pierde casi el sentido haciendo "mmmm", abrazándola con fuerza contra si, como si este beso fuera su último aliento. Al final a ella no le queda más remedio que dejarse llevar por él. Pobre sacrificada. Y Patrick se convierte en una masa babosa y descerebrada, pero feliz. De hecho, cuando quiera separarse se va tras ella.


¡No olvides gradecer a Holly su beteo y edición!