Boil: - ¿Acaso tu... mataste a un jedi? -
Ícaro: - No. No fuy yo. - Hizo una pausa y miró al clon lentamente. - No fueron mis tropas. -
Boil no pudo hacer más que bajar levemente la cabeza mientras su mirada se perdía sobre el piso de concreto y metal. A su mente vinieron recuerdos, recuerdos dolorosos de antaño. Habían pasado casi seis años desde la última vez que vio un sable de luz en Utapau. El peculiar color azul del de su antiguo general Obi-Wan Kenobi.
Ícaro: - Dime que vez. - El clon alzó la cabeza, mirando con confusión el sable de luz que el droide tenía en sus manos. Boil: - ¿Un sable de luz? - Dijo algo reacio a lo evidente. Ícaro: - ¿Y eso que significa? - Preguntó de pronto, dejando al clon completamente desconcertado.
Boil: - ¿Qué significa? -
Ícaro: - Mientras más lo computo, más se escapa de la lógica la simple existencia de esta arma. En un universo donde los blaster vuelan mortalmente sobre el campo de batalla, los guerreros más famosos de la galaxia; los Jedi, decidieron usar un arma a corta distancia. Una espada... Su simple implicación significa que ellos son los primeros en entrar en combate. Los primeros en recibir los disparos de sus oponentes. Eso escapa de toda lógica para un oficial al mando. -
Boil: - Bueno. Supongo que eso era lo que los hacía tan especiales. Y el motivo por el cual muchos clones los admirábamos. - Dijo concluyendo con un tono más melancólico. Ícaro: - Dirigiendo a las tropas, luchando en el frente de batalla, y reflejando disparos que no que escapan a cualquier ojo orgánico. Resulta simplemente imposible. Boil: - ¿Acaso los admira? ¿Planeas convertirte en un Jedi? - Dijo con tono burlesco. Ícaro: - Claro que no. - Respondió sereno. - En mis manos, esta arma no es muy diferente a la electrovara que sujetas en tu mano. Sólo un arma a corta distancia. Usarla resulta ser un acto temerario, o una completa medida desesperada. Pero... ¿Que hace que la misma arma sea tan especial en manos de un Jedi? -
Boil: - ¿La fuerza? - Dijo sin vacilar, respondiendo dudosamente lo primero que venía a su mente. Y ahí estaba, la misma encrucijada de siempre. La Fuerza. Fuese lo que fuese, era algo que se repetía una y otra vez como un disco rayado cuando se hablaba de los Jedi. Algo que sus circuitos mecánico se resistían a entender, dado la carencia de lógica o cualquier explicación concreta. Pero... ¿Acaso era él el equivocado? ¿Acaso había cosas que simplemente se escapaban de su entendimiento? No sabía que computar al respecto, pero sabía dónde podía encontrar una respuesta. Ícaro: - Muchas gracias, comandante. Eso es todo por ahora. -
Boil: - ¿Qué? ¿Eso fue todo? Apenas pasaron veinte minutos. -
Ícaro: - Alfa. Prepara un speeder. Volveremos a salir. - Dijo por su comunicador mientras se alejaba, dejando a Boil completamente solo. Boil: - Diablos. Puede que sea un droide. Pero es tan errático cómo el padawan de mi antiguo general. Mmm. ¿Y ahora que se supone que haga? Tengo demasiada adrenalina para volver a acostarme. -
Mirana: - ¿Problemas, comandante? - Dijo de pronto.
Boil: - Mirana. Que susto me diste. -Dijo mientras se daba vuelta, viendo a la mujer recostada sobre la puerta de la entrada del salón de entrenamiento. Mirana: - ¿Qué hacían? - Boil: - Entrenar... combate. - La voz de Boil se sentía algo dudosa, pero al ver las dos electrovaras en sus manos no había forma de pensar lo contrario. Mirana: - Algo temprano para un sparring. ¿No lo crees? - Boil: - Ni que lo digas... ¿Quieres intentarlo? - Le dijo mientras le ofrecía una de las electrovaras. Mirana no respondió una palabra, simplemente dejó la taza de café que tenía en su mano sobre un estante y aceptó el desafío. -o-
Mientras tanto, en las afueras de refugio. Alfa: - Comandante. Estamos listos para partir. -
Ícaro: - Muy bien. Dirígete al mismo lugar que ayer. -
Alfa: - Roger. Roger. - Ícaro fue a ese peculiar bosque en un par de ocasiones más, pero la extraña voz simplemente no respondía a su llamado, y ni siquiera era capaz de encontrar aquel árbol extraño, a pesar de recorrer el mismo sendero una y otra vez. Pero siempre terminaba dando vueltas en círculos. Hacía varios intentos, pero al final del día no podía encontrar nada, y todo resultaba en una total pérdida de tiempo.
Dicen que la tercera es la vencida, y esta era la ocasión. Una vez más, los dos droides se disponían a ir a ese extraño bosque, que parecía desafiar toda lógica. Ícaro no parecía percatarse, pero Alfa se mostraba algo preocupado, computando que algo podía estar mal con su comandante, pero no se atrevía a decir nada. Para él, simplemente no tenía ningún sentido atravesar medio planeta para ver un par de árboles sin nada especial.
El speeder se desplazaba a toda velocidad sobre las llanuras de Gwori. En esta ocasión, el droide comando sabía a donde ir, y no tenía que seguir instrucciones a ciegas de Ícaro, por lo que el viaje fue mucho más rápido. Pero cuando el vehículo se sacudió debido a un desnivel del terreno:
?: - Auch. -
Una extraña voce se quejó a sus espaldas. Una voz que se suponía no debía de estar allí. El speeder se detuvo, permitiendo a los droides revisar el grueso trozo de tela que descansaba sobre los asientos traseros del vehículo, pero cuando lo levantaron, se llevaron una gran sorpresa. Ícaro: - ¿Tova? - Dijo en shock.
Tova: - Hola. - Dijo con voz inocente. Al parecer, la pequeña escurridiza se coló en algún momento de distracción de los droides.
Ícaro: - ¿Qué estás haciendo aquí? -
Tova: - Cuando escuché que iban a volver a salir, quise ir con ustedes. -
Ícaro: - No deberías estar aquí. Volvamos al refugio. - A lo que la niña respondió con un puchero.
Alfa: - Comandante, estamos demasiado lejos del refugio. SI regresamos deberíamos abortar la misión hasta mañana. - Ícaro: - Muy bien. Siéntate y abróchate el cinturón. - Le dijo a la pequeña. Tova: - ¡Yupi! - Gritó emocionada, sabiendo que ganó la pequeña batalla. El viaje continúo como lo planeado, con la única diferencia que la pequeña Tova bombardeaba a los droides con cientos de preguntas relacionadas con la pequeña aventura. Los clásicos: ¿A dónde vamos? ¿Falta mucho? y ¿Qué vamos a ver? Que ningún niño es capaz de resistir a preguntar. Aún así, los droides no sufrían de "pérdida de paciencia," y respondían a cada pregunta con un comentario lógico, aunque el "¿Qué iban a hacer en ese lugar?" era algo que ni siquiera Ícaro sabía con certeza. Poco antes del mediodía, el speeder llegó al lugar indicado, deteniéndose justo a pocos metros de los primeros árboles que daban inicio al bosque. Tova: - ¿A dónde vas? -
Ícaro: - Hay algo que debo averiguar. -
Tova: - ¿Puedo ir contigo? -
Ícaro: - No. Es demasiado peligroso. -
Sin embargo, no importa cuanto insistiese la pequeña, esta vez el droide no planeaba ceder a su petición. Y cuando Tova no tuvo más opción que aceptar sus palabras a regañadientes, Ícaro se adentró en el bosque hasta que su silueta desapareció de aquellos que lo miraban desde el speeder. Caminó y caminó, trazando un mapa mental en sus circuitos para no perderse, pero no era capaz de encontrar nada. Estaba molesto, decepcionado. Quería saber que había pasado aquel día y por qué. Pero tenía que encontrar ese lugar, ese arbol misterioso, o al menos eso lo que él creía. Y cuando ya había recorrido más del doble que los días anteriores, decidió probar otro método. Tal vez otro enfoque daría mejor resultado. Durante esos días estudió a los Jedi a detalle, y trató de definir el secreto de su fuerza por un método lógico. Pero por supuesto, todos los caminos conducían a la Fuerza. Aceptando el hecho que no podía definir a la Fuerza como un concepto que él podría entender, decidió ignorar su programación y probar un método menos convencional, algo que vio en los registros en repetidas ocasiones.
Buscó un pequeño claro y encontró una sección plana del terreno y se sentó sobre la hierva. Piernas cruzadas y manos sobre la ingle. Intentó enderezar su torso, pero su pesado cuerpo metálico no pudo evitar caer sobre sus espaldas en una ridícula forma como si se tratase de un torpe bebe apenas recién nacido. Para el segundo intento tuvo que inclinarse un poco, lo suficiente como para mantener el equilibrio. Y entonces, "meditó."
Meditación: amplio espectro de prácticas que incluyen técnicas diseñadas para promover desde la relajación, hasta construir energía interna o fuerza de vida. Desarrollar compasión , amor, paciencia, generosidad y perdón. Una forma particularmente ambiciosa de meditación tiene como fin conseguir sostener la concentración en un punto sin esfuerzo, enfocado a habilitar en su practicante un estado de bienestar en cualquier actividad de la vida. Un concepto que un droide no podía entender del todo desde su punto de vista lógico.
Intentó "dejar la mente en blanco," con el objetivo de alcanzar el estado necesario para tal tarea, pero lo único que podía hacer era repetir una y otra vez un código en sus circuitos que decía literalmente: mente en blanco. Después de todo, el procesador de Ícaro nunca había parado de ejecutar comandos y solucionar problemas. A pesar de todo, lo único que consiguió fue un extraño malestar en su núcleo, similar a una indigestión en los orgánicos. Y apenas unos minutos después:
Tova: - Ícaro. ¿Estas bien? - Dijo de repente la pequeña.
El droide encendió sus sensores ópticos y vio a la pequeña justo frente a él, con una mirada algo curiosa.
Ícaro: - Tova, ¿Qué estas haciendo aquí? ¿Que haces sola tan profundo en el bosque? -
Tova: - No estoy sola. Tu estas aquí. Además, el speeder está por allá. -
Ícaro alzó la mirada y no podía creer lo que veía, a apenas veinte metros del claro en el bosque en que se encontraba, podía ver el speeder a las afueras del bosque y a Alfa saludando con la mano. Eso no tenía sentido, había estado caminando por horas dentro del bosque. Incluso calculaba que se encontraba a unos 5 kilómetros del punto de inicio como mínimo. Pero la realidad era otra. Ícaro: - Bueno. Vámonos. - Dijo mientras se ponía de pie. - Ya es tarde y debemos regresar antes que anochezca. -
Tova: - ¿Tarde? Apenas han pasado tres minutos desde que dejaste el speeder. -
Otro elemento que dejó en shock al droide, pues pensaba que anochecería en apenas unas horas. Al principio pensaba que era una broma de mal gusto de Tova, pero cuando Alfa confirmó sus palabras, no tuvo más opción que aceptar los hechos, aunque estos carecieran de toda lógica posible. Ícaro: - ¡Tova! ¡Nos vamos! - Le dijo a la pequeña, quien estaba mirando al interior del bosque por ningún motivo aparente. Tova: - ¡Voy! - Grito al darse la vuelta, sintiendo una extraña sensación que le erizaba el pelaje. Y sin decir más palabras, los tres se montaron en el speeder y regresaron a su hogar apenas cinco minutos después de haber llegado a ese lugar, ignorando una extraña silueta fantasmal que los miraba curiosamente desde los rincones más iluminados del bosque.
?: - La Fuerza tiene formas muy extrañas, maestro. -
?: - Esta nueva presencia, ¿peligrosa ser crees? -
?: - No sabría decirle. Pero es diferente a todo lo que hemos aprendido. Eso es seguro. -
?: - ¿Y de la otra qué crees? -
?: - Aún es muy joven. La fuerza se manifiesta en ella, pero no tiene el potencial para ser un gran usuario del camino de la luz. -
?: - Mmm. Vigilarlos debes. En estos tiempos caóticos, toda esperanza importante es. -
?: - Así será, maestro. -
