El Ascenso de un Científico Loco

¡Descubriré cómo Funciona el Mundo!

Gebotornung vs Brëmwärme

"No quiero que tomes su nombre."

Mi declaración fue dicha en un murmullo que intentaba mostrarse menos decidido o exigente de cómo lo sentía.

No solo porque entendiera el profundo significado de la piedra del nombre y las implicaciones de exigir uno, más allá de la moral, noble o no… le había ofrecido mi propio nombre a Rozemyne para cuando uniéramos nuestras estrellas debido al enorme deseo de sentir su maná abrazado a mí todo el tiempo mientras ella tenía la autonomía de ir y venir a voluntad… Galtero aceptaría sin pensarlo con tal de tener esa misma sensación, a diferencia de Alerah o Margareth que entregaron sus nombres por lealtad.

Quizás algo de mis emociones terminó filtrándose en mis palabras, porque Rozemyne se hizo para atrás, despegando su rostro de mi pecho para mirarme con una sonrisa divertida, burlona, y demasiado pagada de sí misma.

"Mi Geduldh se vuelve cada vez más Ewigeliebe. Quizás debí sugerir eso antes."

La solté de inmediato, cruzándome de brazos y dándole la espalda, sentándome en la tumbona de mi habitación oculta sin darle importancia aparente a lo que ella estuviera haciendo, escuchándola reír como una niña pequeña.

"¿Quieres mi hielo solo para ti, Ferwigeliebe?" susurró su voz cerca de mi oído haciéndome voltear lo suficiente para notar que ella seguía de pie junto al círculo que unía nuestras habitaciones. Estaba usando el blatand para mantener la distancia que yo mismo impuse.

Me negué a contestar de inmediato, respirando para calmarme un poco y pensar.

Apenas ella entró en mi habitación con esa sonrisa demoníaca en el rostro, la abracé. Le besé el cabello y la frente sintiéndola menos tensa, casi tranquila cuando alcé su cara para poder besar sus ojos, sus mejillas y sus labios. Si, era una forma cobarde usar afecto para calmarla y protegerme de su ira luego de tratar de robarme el apoyo de Eglantine, pero también ardía en deseos de llevarla a mi cama y ver si lograba hacerla olvidar su enfado hacia mí. Sentirla responder a ese beso tranquilo, sentir sus manos cargadas de maná pasear de mi pecho a mis hombros y cuello me relajó lo suficiente para soltar sus labios y susurrarle mi demanda en un mal momento. Quizás debí esperar a que ella sola sacara ese tema, pero su maná debía tenerme intoxicado de alguna forma.

"Creo que firmar un contrato nivel país con él es más que suficiente para protegernos en caso de que, en efecto, lo usemos para tomarnos unas vacaciones antes de ascender al trono." Respondí al final, un poco incrédulo de estar de verdad de acuerdo en tener una larguísima luna de miel con Galtero cubriéndonos las espaldas.

Rozemyne no tardó nada en subir a la tumbona y abrazarme desde la espalda, mordiendo una de mis orejas y arrancándome un suspiro de satisfacción solo con eso.

"Alguien parece muy celoso de un mero Archinoble." Se burló ella de inmediato, mordiendo mi cuello y dejando que el maná escapara por su lengua con toda libertad, llevándome a tragarme un jadeo.

"Ese… mero Archinoble ha estado… soñando toda su vida con dos cosas… y solo estoy dispuesto a dejarle tocar una."

Ella me soltó con un curioso sonido de /plop/ y luego procedió a abrazarme más, permitiéndome sentir su exuberante busto en mi espalda y su mejilla siendo frotada contra una de las mías. Estaba sonriendo, eso era seguro, ¿qué tipo de sonrisa? Esa era la cuestión.

"No sé cuál versión de ti me gusta más; mi lindo y dulce Geduldh o un celoso Ewigeliebe."

Suspiré aferrando sus manos con una de las mías y llevando la otra hacia atrás, hasta poder enredar mis dedos con su cabello suelto.

"Si sigues jugando vamos a terminar invocando al invierno sin llegar a un acuerdo sobre Galtero y se supone que esa es la razón de pedirte vernos aquí."

"¿Y si te dijera que no quiero el invierno cuando estemos por llegar a él?"

Me tensé un poco, haciéndola reír. Yo en verdad esperaba que dijera que no en el último minuto la primera vez que lo hicimos y habría estado bien con eso… en este momento, estaba seguro que encontraría el modo de detenerme, alejarme y terminar por mi cuenta, pero no dejaría de sentirme molesto y en cierto modo traicionado.

La terrible idea de que Rozemyne pudiera empezar a usar un método como este a manera de castigo me cayó de pronto como un baldazo de agua fría, acabando con la erección en proceso y haciéndome voltear a mirarla, tomándola de las manos y obligándola a guardar distancia.

'Brëmwärme y Beischmacht deben estarse desquitando conmigo por castigar a mis hermanos de un modo similar.' Pensé horrorizado y comprendiendo lo terrible que había sido como amo de esos dos.

Los ojos de Rozemyne me recorrieron divertidos, su expresión cambiando al detenerse en mis pantalones. Ella también notó cómo todo su trabajo de calentamiento acababa de caer en picada.

"No importa que método elijas para castigarme o la razón detrás. Tenemos que arreglar lo de Galtero AHORA o no solo voy a hacerlo pedazos, voy a dejar de lado esta competencia y a hacerme con el asiento del Zent antes de seguirte dando la oportunidad de ganar de manera limpia."

"¡No te atreverías!"

"¡Pruébame!"

La solté, notando sus ojos cambiando de color apenas un par de segundos. Luego soltó un suspiro pesado, cruzándose de brazos y mirando a otra parte con un leve sonrojo en sus mejillas. Al parecer, mi linda y hermosa novia acababa de darse cuenta que en cuestiones de tiempo, la ventaja era mía por ser un adulto.

A diferencia de ella, yo solo tenía que mostrar mi Grutisheit en la Soberanía, ya fuera solo a nuestro padre y su séquito o el primer día del Interducados frente a los Aubs y el juego habría terminado. Ella sería la consorte, sin posibilidad de competir. Si no la amara tanto, si solo quisiera ganar, podría haber mostrado el libro desde el año anterior durante la Conferencia de Archiduques y ella debía saberlo.

Rozemyne me lanzó algunas pocas miradas de soslayo entonces, ceño fruncido y boca en un puchero haciéndome recordar lo adorable que se veía cuando aún era una niña pequeña.

"¿Quieres seguir compitiendo?" me preguntó luego de un largo y pesado silencio, sus rasgos suavizándose poco a poco en lo que su humor cambiaba.

"Quiero que seas feliz. Quiero que cualquiera sea el resultado de esta competencia, estés tranquila y no es algo que pueda lograr si uso mi ventaja para condenarte a ser mi consorte. Ahora bien, ¿podemos discutir lo de Galtero de una vez? Puedes jugar conmigo todo lo que quieras, enloquecerme y luego volver a tu habitación muerta de risa después de que zanjemos ese asunto."

La vi volver a juntar sus cejas, con la mandíbula un poco tensa y un leve sonrojo en sus pómulos en tanto una de sus manos sujetaba su brazo.

"Me haces ver cómo una niña caprichosa."

"Si no te gusta, compórtate cómo una adulta con los problemas serios."

"¿Galtero es un problema serio?"

"Dejarlo como Zent de relevo ES un problema serio. Quieres dejarlo sepultado en trabajo y drenarle el maná hasta que desfallezca, pero además quieres dejarlo sentir tu maná todo el tiempo para asegurarte de que no se muera y no intervenga con nosotros cuando no es necesario. No sabía que planeabas castigarnos a ambos."

Sus hombros cayeron al igual que sus cejas y su cabeza, mostrándola avergonzada y un tanto arrepentida.

"Pensé que tomar su nombre nos aseguraría que aguante el tiempo suficiente y evite hacer tonterías."

"Y en el proceso vas a crear otro adicto pervertido que no va a dudar en tocarse pensando en ti cada vez que sea yo el que esté tocándote. Podría enloquecer lo suficiente para fantasear con que nuestros hijos son suyos y empezar a desvariar. Y lo peor de todo es que yo estaría bastante consciente porque, por alguna razón, ese idiota me odia lo suficiente para no poder ocultar sus emociones frente a mí."

Rozemyne soltó otro suspiro pesado, cubriendo su cara con ambas manos y sentándose en la tumbona, recogiendo sus piernas para ocultarse ahí. Al parecer no había considerado todo lo que podría pasar.

"Si se vuelve un obstáculo solo hay que ordenarle morir y es todo."

Me quedé sin aire, recordando de golpe lo fácil que era para los nobles de este mundo acabar con la vida de otra persona con o sin maná.

Tuve que acercarme y abrazarla. Me recordé que no tenía derecho a traer la moral de Tetsuo a este mundo que funcionaba diferente a la Tierra, buscando por todos los medios una buena justificación para que ese idiota sobreviviera a esta conversación.

"En serio, mujer. Si tanto quieres disfrutar nuestro matrimonio y ser madre antes de enfrentarnos al peso de todo el país, solo necesitamos que firme un contrato. Los Dioses pueden encargarse de él si decide romper el contrato y nosotros solo tendríamos que apresurarnos a tomar el trono. No hay necesidad de complicar tanto las cosas. Ahora, si lo que quieres es torturarlo, solo ignóralo y ya. Sin el trono y sin ti… no veo algo que pueda lastimarlo más que eso."

Ella se recargó en mí, soltando sus piernas para dejarme abrazarla del todo y asintiendo.

La idea de dejar a Galtero como Zent de relevo seguía sin gustarme demasiado. Implicaba convencer a nuestro padre y a la mayor parte de nuestros partidarios y para ellos necesitábamos una razón de peso… y, a decir verdad, no estaba seguro si un embarazo o la idea de dejarnos procrear en paz fuera suficiente razón para ellos.

"¿De verdad estás bien si te hago bailar al son de Brëmwärme para negarte las flamas de Beischmacht?"

Sonreí un poco, acariciándole el cabello y comenzando a peinarlo.

"Tú puedes hacer conmigo todo lo que quieras mientras no impliques a otras personas en la habitación."

"¡Oh! Pensé que lo normal era querer verme jugar con otra mujer y luego tomarnos a ambas. ¿No es algo con lo que todos los hombres sueñan?"

Mi cara debía estar mostrando bastante repulsión porque apenas girarse a verme, comenzó a reír divertida.

"¡No uses a Laurenz cómo referencia, por favor! Ese idiota pervertido solo quiere divertirse y ya."

Ella siguió riendo un poco más antes de girarse para poder devolverme el abrazo. Lucía tan vulnerable, frágil y adorable como un shumil a pesar de ser una fuerza de la naturaleza en sí. Cualquiera que la mirara ahora podría pensar que era fácil de manipular y amedrentar, nada más alejado de la realidad.

"Entonces, hablamos con padre, lo convencemos de tomar a Galtero como Zent relevista porque planeamos tener hijos de inmediato y hacemos a Galtero firmar un meticuloso contrato especificando su rol, cuánto tiempo debe cumplirlo y todo lo que no puede hacer sin nuestro consentimiento."

"Es más fácil decirlo que hacerlo, ¿sabes?" le respondí entonces "No estoy muy seguro de que podamos convencer a los Aubs de seguir a otro Zent sin sabiduría, en especial a Dunkelferger y Ahrsenbach."

"Podemos decir que soy demasiado joven todavía y que este cambio es para apoyar a nuestro padre, quién permanecerá como ministro. Podemos usarlo para que Nahelache y su hijo no deban temer por su vida al darle a Galtero la oportunidad de limpiar su nombre. Podemos decir que mi cuerpo es tan frágil, que temes dejarme sola durante el embarazo…"

"Bien, bien, podemos pensar en todas las justificaciones posibles antes de la Ceremonia de Dedicación y hablar con él para entonces. Si atrasar el desenlace de esta competencia va a hacerte feliz…"

"Llamar al invierno contigo todas las noches y darte muchos hijos va a hacerme feliz."

La miré incrédulo, saliendo del trance al escucharla reír, burlándose de mí y provocando que dejara de pensar, tacleándola contra la tumbona para besarla por todas partes, levantando apenas su camisón de dormir y sacándole la ropa interior para poder devorarla y oírla gimiendo hasta el hartazgo, lo cual en realidad tardó en pasar, con sus manos guiando una de las mías por su cuerpo y obligándome a quedarme ahí, entre sus piernas para satisfacerla un par de veces, dejándola exhausta en el proceso y a mí con una erección dolorosa e incómoda a la que estaba ignorando tanto como me era posible.

"Te recomiendo, que tengas cuidado con tus palabras" la aconsejé cuando al fin me soltó y yo pude retirar mi boca de su cuerpo sin dejar de pellizcar y acariciar uno de sus senos.

"Creo…" jadeó ella todavía batallando para respirar "que me gustas más… como un Ewigeliebe… que como una sumisa Geduldh."

Mis dedos no tardaron en penetrarla y su rostro se puso rojo de inmediato, su respiración errática, sus ojos cristalizados con las pupilas dilatadas detrás de sus párpados a medio cerrar.

"¡Rozemyne, deja de estarme provocando! Mujer descarada."

Ella me jaló de inmediato para besarme y la conversación terminó ahí. Fue necesario levantarnos temprano y darnos tanto un washen como curaciones debido a lo marcados que quedamos ambos tras esa noche.

.

"¿Qué opinas sobre Galtero? De no estar nosotros, ¿crees que habría sido un Zent adecuado?"

Mi hermana Eglantine me miró fijamente antes de responder un poco desconcertada, el exacto mismo tono que obtuve de mis cartas enviadas a todos mis contactos, Aubs o herederos.

No, no estaba cediendo aún el asiento, sin embargo, quería sondear bien a los demás. Estando febril por el maná y la cercanía de Rozemyne me había nublado un poco el juicio y de todas maneras, no lo suficiente como para llevar a cabo su loca idea. Dejar a Galtero a cargo un par de meses o un par de años era algo a considerar a detalle en realidad. Estábamos hablando de la gestión de un país entero, no de prestarle un juguete o pedirle que se hiciera cargo de una clase. Además, quería tener en claro tantas opiniones cómo fuera posible.

"No estoy muy segura de que mi hermano hubiera sido un Zent adecuado. ¿Qué experiencia tiene en regir y administrar?" me respondió Eglantine antes de darle un sorbo a su té, bajo la herramienta antiescuchas que estábamos usando para hablar "Ustedes al menos tienen la experiencia de sus empresas y el Templo, además de que ambos han estado viajando por diferentes Ducados para darse una idea del estado en el que está el país. Mi apoyo siempre será para Rozemyne, pero si soy sincera… cualquiera de ustedes dos será un Zent excelente y el otro un apoyo fuerte como consorte."

Era, de hecho, la respuesta que esperaba y temía.

A lo largo de la semana comenzaron a llegarme las respuestas a mi pregunta por carta. En realidad no había un solo Aub o candidato ahí que confiara en que Galtero podría funcionar cómo Zent. Georgine y su esposo fueron los únicos que consideraron que el antiguo príncipe podría funcionar como ministro teniendo la motivación adecuada debido a su reciente estancia y su breve apoyo durante las negociaciones, pero nada más.

El plan de Rozemyne resultaba de verdad inviable. Decreto Real, enlace sanguíneo o lo que fuera, nadie confiaba en que Galtero pudiera mejorar o mantener por lo menos la situación del país. Ni siquiera Klassenberg, a quienes envié una carta por buscar al menos una opinión positiva al respecto, lo cual era ya mucho decir.

La siguiente vez que nos reunimos Rozemyne y yo en una habitación oculta la noche previa al día de la tierra, le expliqué la situación. A ella no le gustó nada la respuesta.

"Pensé que estabas de acuerdo conmigo en buscar como convencer a los demás para esto."

"Y es por eso por lo que primero verifiqué la opinión de los Aubs y candidatos con los que tengo contacto. Ni siquiera Aub Klassenberg confía en Galtero. Al parecer solo lo querían en el puesto para ganar más poder político."

Mi novia se mantuvo en la tumbona sosteniendo su barbilla y mirando al suelo antes de comenzar a golpear una de sus mejillas en total concentración mientras yo la observaba desde la silla frente a ella. Mantener mi distancia al discutir temas serios era algo que me parecía ahora necesario. Zent o consorte, necesitaba poner una fuerte división entre discusiones por el bien de Yurgensmith y discusiones que solo nos afectaran a nosotros dos y esta era del primer tipo.

"Pero estoy segura de que si se esfuerza lo suficiente, puede mantener el país en equilibrio." Murmuró ella con una mirada esperanzada antes de clavar su mirada dorado oscuro en la mía.

"Rozemyne, no trates de justificarlo solo porque no te gusta la respuesta" le dije tratando de no sonar demasiado a reproche "No hay nadie en este país que confíe en él. Tener ambición no es igual a tener la capacidad o las habilidades requeridas. Si quieres me pongo con él a hacer un currículum como los que hice para ti y para mí tiempo atrás, te darás cuenta que no encaja con el perfil para ser Zent incluso si quitamos la condición del Grutisheit."

Soltó un suspiro cortante y rápido, cruzándose de brazos y evitando mirarme. Su rostro mostrando todo el fastidio que debía estar sintiendo.

"Además, padre no dijo que nos elevaría apenas casarnos, ¿recuerdas? Dijo que decidiría después de que tuviéramos un hijo, así que no tendríamos porque estar presionando."

La vi morderse el labio y mover sus rodillas como si estuvieran atadas por un resorte. Me levanté entonces para sentarme a su lado y tomarla de la mano, dándole un poco de maná, lo suficiente para calmarla sin dejar de hablarle como si estuviéramos en plena clase.

"Dime una cosa, ¿pondrías a Nahelache como Aub Hauchletze solo por lástima?"

Eso la hizo detenerse de inmediato, tensándola sin atreverse a mirarme todavía.

"No" respondió en tanto apretaba mi mano.

"Bien. Entonces recuerda que cuando hablamos del asiento del Zent, estamos hablando del responsable de nobles y plebeyos por igual, no del gerente de alguna de nuestras empresas."

Ella asintió, pero seguía tensa y sin mirarme. Estaba actuando mucho más inmadura de lo que me habría esperado y no podía comprender por qué. La tomé del mentón para obligarla a mirarme y asegurarme de que comprendía la situación. Necesitaba que comprendiera que no era cualquier cosa lo que ella deseaba.

"Rozemyne, no tiene el libro, nunca trabajó en nada, carece de empresas y no ha dirigido ni un solo Templo. Sería peor que repetir el inicio del reinado de Trauerquel. Además, tú y yo sabemos a la perfección que su maná es insuficiente."

Ella cerró los ojos y noté parte de su tensión desaparecer antes de abrir los ojos, todavía sin mirarme.

"¡Es verdad! No tiene experiencia alguna en nada que no sea ayudar a padre con un poco de documentación." Musitó antes de mirarme y sonreír "lo entiendo, Ferdinand."

Yo solo asentí antes de atraerla a mí para poder besarla y amarla por esa noche, poniéndole punto final a la discusión… o eso pensé que había hecho.

A la mitad de la semana me enteré de un par de cosas de lo más desconcertantes de la boca del mismo Galtero.

"¿El Templo?"

El muy idiota estaba de pie al lado de mi en el salón que compartíamos para dar clases preparando parte de sus materiales ya que sería el siguiente en usar el salón.

"Si, fue idea de Rozemyne. Seré Sumo Sacerdote Soberano junto con Harmuth este invierno para aprender más sobre los dioses. Ya me han tomado el juramento, además, el Sumo Sacerdote Harmuth me ha estado dando todo tipo de tablillas con oraciones para memorizar. Si hubieras sido tú quien me las entregara, habría pensado que solo querías fastidiarme y engañarme para mantenerme lejos de Rozemyne y del templo."

'Por muy mezquino que quisiera ser, no te habría dado tablillas de más solo para molestarte. Aunque es posible que te hubiera dado un periodo de tiempo muy corto para aprendértelas todas.' Pensé sin decirle nada, manteniendo mi rostro neutral ante la confesión.

"Rozemyne es en verdad una Santa, ¿no lo crees?"

'Una Santa y una idiota.' Pensé con amargura, aguantando la tentación de apretarme el puente de la nariz.

"Imagino que ya te ha dado también al menos dos o tres pasos de su método de compresión, ¿cierto?"

Su odiosa sonrisa confiada fue confirmación suficiente. En verdad no podía comprender porque quería dejar que esté niñito mimado se saliera con la suya. Y entonces una espléndida idea apareció ante mis ojos, dejándome mostrar una sonrisa noble.

"Supongo que, ya que te estás esforzando tanto, no me haría daño ayudarte también."

Me miró con sospecha, deteniéndose y mirando hacia la puerta, luego a mí.

"¿Hablas en serio? Puedo comprender que mi querida prima al fin se haya dado cuenta de lo que valgo y esté dispuesta a apoyarme, ¿pero tú?"

Tuve que tomar bastante aire de manera discreta para no gritarle que mi prometida estaba siendo presa de sus hormonas y los placeres recién descubiertos del invierno, haciendo todo un esfuerzo por mantener mi rostro bajo control.

"Galtero, si me hubieras pedido ayuda cuando éramos jóvenes, te habría dado la mano. No sé porque me detestas tanto, no recuerdo haberte hecho nada."

Su rostro se descompuso de inmediato, como si acabara de tragarse un insecto o yo hubiera insultado a su madre y a toda su familia en el proceso.

"No lo entenderías." Fue su escueta respuesta.

La hora del almuerzo se terminó y cada cual se retiró a sus respectivas actividades.

"Laurenz" llamé a mi hermano menor apenas terminar con las clases que tenía agendadas ese día "consigue información sobre las actividades de Rozemyne. Que Justus te ayude, no dejes que Rozemyne o su séquito se den cuenta de que estamos vigilándola."

"Por supuesto."

Para el final de la semana me enteré de que Rozemyne había levantado un par de pedidos significativos de papel mágico... demasiado papel mágico, también que estaba pasando algo de tiempo con Galtero cuando tenía media campanada libre para instruirlo sobre la vida en el Templo y lo que representaba. Enterarme de que Galtero solicitó un permiso para tener una habitación en el Templo Soberano y pasar la noche ahí previo a algunas ceremonias importantes o bien, para aprovechar los días que no tenía clases durante la primera y segunda hora de la mañana me sorprendió.

En realidad, Galtero se estaba esforzando. Incluso me buscó para que le ayudara a comprender un par de tradiciones de la vida eclesiástica y para que revisara algunas traducciones que hizo del lenguaje antiguo a la lengua moderna. Padre me comentó también sobre la mejora que estaba viendo en Galtero cuando el primer mes del invierno estaba terminando mientras tomábamos el té.

"Si al menos hubiera puesto toda esta dedicación desde un inicio," se lamentó el Zent "podría haber conservado su posición como príncipe... puede que hubiera salvado a Ralfrieda del destino que le tocó."

"Esa mujer se buscó sola lo que le pasó, padre" dije de inmediato, partiendo con cuidado la rebanada de pay que tenía en frente "Incluso si Galtero hubiera sido excelente desde un inicio, Ralfrieda habría cometido algún error cuando comenzara a perder poder. Lamento decírtelo, pero nunca fue la más inteligente de tus esposas."

Padre asintió de manera contemplativa, exhalando de forma pesada antes de darle un sorbo pequeño a su té, cómo si estuviera mojando sus labios en lo que acomodaba sus ideas. Al final bajó su taza y yo no pude aguantar.

"Dejando a Ralfrieda de lado, ¿crees que Galtero serviría ahora como candidato a Zent?"

Mi padre negó despacio, mirándome a los ojos con bastante seguridad.

"Carece de aliados. Es astuto, no voy a negarlo, sin embargo, ha estado mal enfocado toda su vida. Hay hábitos que son difíciles de quitar. Uno no se vuelve un trabajador dedicado o un estratega consumado de la noche a la mañana. Además, a pesar de que su maná ha incrementado, sigo sintiéndolo, a diferencia tuya y de Rozemyne. Y no hablemos de la pobre Nahelache y el divorcio por el cual la obligó a pasar. Alguien incapaz de ver por su familia, ya sea que su unión haya sido política o no, va a tener muchos problemas para velar por los intereses de un país completo. Cada Ducado tiene sus propias problemáticas, muchos tienen sus rencillas con sus vecinos y hay que saber mediar en todas ellas evitando otra guerra civil."

Asentí, dándole la razón a mi padre, el cual estaba terminando su postre y su té, todavía al asilo de la herramienta antiescucha bajo la que estábamos hablando.

"Cambiando de tema por algo más ameno, ¿Rozemyne y tú ya han solicitado sus prendas para su unión estelar? Incluso si alguno de ustedes optara por tomar dos cónyuges más, no es cómo que puedan atar sus estrellas de nuevo entre ustedes y a las mujeres les gusta bastante darle importancia a ese tipo de detalles."

Sonreí de inmediato, recordando todos los accesorios que ella me dio para ir a juego en ocasiones especiales. O nuestros collares de compromiso.

"No sé Rozemyne, pero a mí acaban de tomarme medidas hace dos semanas. Ahora que Anwasch ha terminado de darme su bendición, pedí que se me confeccionaran algunas prendas más."

"Muy bien pensado, Ferdinand. Me gustaría que hablaras con Rozemyne para coordinar su mudanza."

"¿Su mudanza?"

Estaba confundido. No recordaba que mi novia fuera a cambiar de residencia y eso pareció sacarle una sonrisa divertida al Zent, que no hizo nada para cubrir su rostro.

"Sin importar a cuál de ustedes elija como heredero o quien de ustedes consiga antes el Grutisheit, van a atar sus estrellas el primer día de la Conferencia Archiducal, lo que significa que uno de ustedes debe moverse a la villa del otro. Preferiría que esa fuera Rozemyne, ya que la villa en la que resides ahora es más grande que la de ella. Será un buen lugar para hacerse con la carga de Geduldh y conseguir la bendición de Entrinduge, ¿no lo crees?"

Podía sentir mis orejas traidoras y mi nuca calentarse ante la idea, provocando que padre dejara escapar una pequeña risa cálida. Entonces recordé la petición de Rozemyne, provocando que se me pasara el sonrojo y yo pudiera recuperar mi semblante tranquilo.

"Padre, ¿cuándo planeas decidir a un heredero entre nosotros? Dijiste que cuando tuviéramos a nuestro primer hijo, pero..."

"Dos años a partir de que nazca su primer hijo, por supuesto. Los niños necesitan a sus madres, después de todo y Rozemyne tiene cierta debilidad por los niños pequeños. La he visto y Aub Adalbert también lo ha notado. Siente una fascinación especial por los niños prebautismales, así que, declararé un heredero dos años después del nacimiento de su primer hijo y entonces ayudaré a preparar al elegido para que pueda tomar mi puesto al menos cuatro años después de eso. Sé que es poco tiempo, pero con lo excepcionales que son, estoy seguro de que no tendrán ningún problema."

Eso me tranquilizó, Rozemyne no tenía ninguna necesidad de poner a Galtero en el trono. Algo de mis pensamientos debió colarse en mi rostro, porque una sonrisa amarga apareció en el rostro de Trauerquel.

"Si Galtero sigue esforzándose y mostrando resultados, podría sugerirlo como ministro, aunque no estoy del todo seguro. Ya sea como ministro o Giebe, quizás podría volverse útil. Incluso podría seguir trabajando solo como profesor y Sumo Sacerdote Soberano, después de todo, es necesario mantener a los sacerdotes tranquilos y al Templo tan limpio como sea posible."

Estaba de acuerdo con él. Quizás Galtero podría fungir como enlace permanente entre el Templo y el Zent ahora que estaba fungiendo como Sumo Sacerdote. Eso podría mantenerlo tranquilo, en especial si Rozemyne seguía ejerciendo como Suma Obispa, además de que el hijo de Nahelache y Galtero podría crecer en mejores condiciones al tener a sus dos padres junto a él.

.

"Rozemyne, ¿hay algo que quieras decirme?"

Era mitad de temporada. Los alumnos que fungían como sacerdotes acababan de regresar a sus respectivos ducados para ayudar con la Ceremonia de Dedicación. Era sorprendente ver el alcance de la influencia de Rozemyne porque había sacerdotes de todos los ducados altos y medios en todos los cursos, además de sacerdotes de algunos cuantos ducados bajos en su primer y segundo año académico.

Por supuesto, no me había pasado por alto que el papel mágico siguió llegando. Al menos 500 hojas fueron entregadas a Rozemyne en diferentes momentos junto con pieles de animales mágicos y madera especial para encuadernación. Por si fuera poco, Galtero no pudo quedarse callado la semana anterior, alabando los dotes de Rozemyne como erudita y lo fácil que había sido crear hilo de maná con algunos artículos de difícil acceso que ella misma le consiguió. Que el idiota se preguntara en voz alta si al fin su querida hermana le bordaría una capa casi me hace vomitar sobre la corrección de traducción con que lo estaba ayudando.

Rozemyne me miró con sus hermosos ojos de luna, simulando que no tenía idea de lo que le estaba preguntando cuando me sonrió bastante, sonrojándose un poco, incluso.

"¿Laurenz te dijo que estamos trabajando en algunos accesorios a juego para nuestro enlace?" preguntó de pronto con una enorme sonrisa "Supongo que no pudo evitarlo, le pedí a Alerah que se pusiera de acuerdo con Laurenz para que averiguara que tela están usando en tu ropa para poder usar un poco en la mía. Sabía que mandarías a hacer tu ropa en verde, pero espero que no te moleste que enviara algo de tela azul para que puedan colocarte algunos acentos."

Si no la tuviera vigilada y Galtero no estuviera tan emocionado él mismo, me habría sentido bastante a gusto con su respuesta, sin embargo, sabía que estaba tramando algo más.

"Bueno, ya que estamos hablando sobre el enlace, ¿hay algo que te gustaría cambiar de mi villa? Vas a mudarte conmigo, después de todo, ya sabes. Nuestro padre espera que hayamos concebido antes del siguiente invierno, planea esperar dos años a partir de ahí antes de anunciar al que será su heredero y luego de eso nos dará cuatro años para entrenar al que escoja y dejarlo subir al trono. El plan de ser egoístas y poner a Galtero no es necesario en absoluto."

La vi hacer un mohín por un segundo, toda la felicidad desapareciendo de inmediato de su faz.

"¿Cuándo dijo eso nuestro padre?"

"Hace dos semanas. Pensé que te habría comentado lo mismo durante su respectiva fiesta de té."

Ella solo miró al suelo, negando antes de recomponerse y fingir demencia, cómo si nada de lo que vi un momento atrás fuera real.

"Hablando de cambios, ¿qué piensas de los pasos de baile que estamos introduciendo algunos alumnos y yo? Creo que sería entretenido para los siguientes juegos de Leidenshaft implementar una nueva modalidad en competencia libre de baile."

Decidí seguirle el juego un rato, comentando sobre los alumnos de Dunkelferger que estaban participando con ella en su pequeño experimento, ofreciendo incluso trabajar en algunas partituras de música un poco más movida para sus pasos nuevos. Eso pareció ponerla eufórica una vez más. Quizás debido a que notó mis sospechas, solo dormimos esa noche. Yo esperaba que fuera una señal de que se estaba tranquilizando, pero no fue así. La sospecha de que Rozemyne en realidad quería que ambos evitáramos convertirnos en Zent seguía ahí. Podía comprenderla. Un país era mucha responsabilidad y nos dejaría con poco tiempo para la familia y haciendo a un lado las emociones cada vez que tuviéramos que tomar una decisión importante.

Y de todos modos, yo estaba pensando que era mejor que uno de nosotros tomara las riendas de Yurgensmith. Podía sentir con claridad a Rozemyne, sabía que estábamos equilibrados al fin en cuanto a maná y ambos teníamos demasiadas ideas para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos, además, si lográbamos mantener buenas relaciones con Lanzenave sin recurrir a sacrificar mujeres y niños, pronto podríamos comenzar a mejorar las relaciones con los mundos al otro lado de las demás puertas y eso me emocionaba.

Quería dejar un mundo mucho más avanzado y seguro para nuestros hijos, tener la posibilidad de viajar con Rozemyne por las puertas cuando llegara el momento de retirarnos y nuestros hijos pudieran valerse por sí mismos... porque de algún modo, sentía que habría hecho justo eso de casarme con Urano. Llevarla fuera de Japón una vez alcanzáramos la edad del retiro para mostrarle el mundo y maravillarnos juntos de todo lo que tuvieran los otros países para ofrecer.

Con el invierno llegando a su final y el Interducados a la vuelta de la esquina me percaté de que las anomalías en la villa de Rozemyne seguían sucediendo... y también que ella estaba cada vez más ansiosa por nuestro enlace estelar, cómo si la ceremonia no estuviera llegando con la suficiente rapidez. Quizás por eso me encontré creando mi piedra del nombre una semana antes de que comenzaran a llegar los Aubs y me presenté en su habitación oculta con la piedra en una caja cómo si se tratara de un anillo de compromiso.

"¿Ferdinand? ¿Eso es...?"

Le sonreí, atrayéndola para poder besarla sin soltar la caja con mi nombre.

"Pensé que podríamos intercambiar nuestros nombres antes de tener todas las miradas del mundo encima. Después de todo, es una ceremonia íntima, ¿o no?"

Ella se sonrojó de inmediato, besándome un par de veces más ante de soltarse de mí para sacar un pequeño banco que le diera acceso a la parte más alta de uno de sus estantes, bajando de inmediato un envoltorio que abrazó antes de acercarse a mí con los ojos cargados de ilusión.

"¡Estoy lista!" me dijo ansiosa, arrodillándose frente a mí y recitando las palabras, dándome la caja que no tardé en aceptar para verter mi maná tan rápido como me fue posible, sorprendiéndome al notar que ella no sentía dolor alguno.

Cuando la caja con la piedra se convirtió en un capullo, le pedí que se levantara. La besé y me arrodillé frente a ella ofreciéndole mi nombre, que no tardó en aceptar.

La sensación de su maná envolviéndome era cálida y placentera. Demasiado placentera. Cuando me puse en pie fue un poco como estar ebrio o bajo los efectos de algún afrodisiaco, así que no me sorprendí cuando una campanada más tarde ambos estábamos abrazados y sin ropas en la tumbona de su habitación oculta, sudando y respirando con algo de dificultad.

"Te amo, Ferdinand" murmuró ella frotando su rostro un poco contra mi pecho "ahora siempre estaremos juntos."

"En esta vida y en todas las que vengan después." le aseguré sin más.

Ella fue a mí la noche siguiente y yo a ella la noche después. Era como si ya no pudiéramos estar separados para dormir.

El día previo al Interducados estábamos acostados en su cama, leyendo y revisando algunas cosas antes de dormirnos. Decidí que lo había aplazado lo suficiente y saqué el tema de Galtero.

"Yo... Galtero ha cambiado mucho, Ferdinand. Ha estado gestionando el Templo Soberano sin mí este último mes. Ha mejorado mucho. ¡Puede ser nuestro relevo por algunos años ahora!"

Suspiré incrédulo, cubriendo mis ojos y pensando en la mejor forma de abordar el problema, mirándola y notando cómo ponía una sonrisa nerviosa ahora.

"Si no quieres tomar el asiento del Zent, entonces lo tomaré yo. No deberías preocuparte por eso."

"Pero... yo no..." la vi dudando, indecisa sobre qué decir o cómo justificarse, mirando la sábana que nos cubría a ambos y comenzando a trazar despacio los patrones de flores en el cobertor "¿De verdad tenemos que tomar el trono?"

La peiné un momento, observándola, tratando de dilucidar qué estaba pensando con exactitud y llegando a un montón de conjeturas, con y sin sentido alguno, sin saber cuál de todas era la correcta.

"Rozemyne, ¿qué has estado haciendo a mis espaldas? Lo que hubieras planeado para ganarme en la competencia no me importa, no tengo porqué entrometerme, pero hay algo que me has estado ocultando y que no tiene nada que ver con que tú o yo nos volvamos Zent, así que, dime por favor."

No me respondió, mirando a otro lado en lo que se mordía el labio inferior, aferrándose a las cobijas.

"Le preparaste un Grutisheit falso, ¿verdad?"

Su cuerpo entero se tensó apenas un poco, llevándome a colocar los informes que estaba leyendo sobre mi regazo para recargarme en ellos de manera ociosa.

"¿Dos?" se tensó todavía más, dejando de respirar incluso antes de voltear a mirarme con pánico.

"¡Destruí uno! Era defectuoso y la información que tenía no estaba funcionando, quizás porqué intenté colocarlo en lenguaje actual. Quería mantenerlo como una copia de seguridad, pero era tan deficiente que tuve que destruirlo y… bueno…"

"Dámelo."

Extendí mi mano abierta hacia ella y mi novia retrocedió un poco, cómo si en mi mano hubiera una amenaza o algo por el estilo, haciéndome suspirar.

"Rozemyne, por favor. No me hagas darte la orden. No quiero darte órdenes por medio del nombre."

Estaba reticente. Muy reticente a decir verdad, todavía alejada de mi mano y mirándome cómo si estuviera a punto de regañarla.

"Pero..."

"Vamos a tener de seis a ocho años para formar una familia y prepararnos. No quieres la responsabilidad del país, o eso supongo, así que yo me haré cargo. Veré cómo evitar que tu carga de trabajo sea demasiada o te impida estar con los niños, incluso entrenaré a las personas que trabajen conmigo en el despacho para tener suficiente tiempo para pasar contigo... pero no puedes darle el país a Galtero."

"¿Por qué no? Se ha estado esforzando mucho, ¿sabes? De verdad está haciendo todo lo posible y…"

"Si pones a Galtero en el trono habrá una guerra civil. Ni siquiera Klassenberg lo respalda ahora."

Mis palabras debieron ser demasiado bruscas por la forma en la que abrió los ojos o cómo se aferró aun más a la ropa de cama. Yo hice a un lado los reportes y me enderecé. Tenía que dejar de consentirla de una vez si planeaba protegerla incluso de sí misma.

"Pregunta a quien quieras. Nadie iba a respetar lo suficiente a Galtero con o sin el Grutisheit porque su tiempo para elevarse a sí mismo se acabó. En el momento en que fue destituido como príncipe, perdió credibilidad y toda posibilidad de subir al trono a pesar de que no fue anunciada su destitución y se le permitió permanecer en su villa hasta la próxima conferencia archiducal. ¿Planeas hacerte responsable si tus hermanos lo matan? ¿Me obligarías a purgar a los ducados que se le opongan?"

Ella negó, frenética y un tanto arrepentida según pude notar.

"Si tanto quieres protegerlo, bien. Lo tomaré como ministro. Hasta puede seguir como Sumo Sacerdote y ayudarme con esa parte, pero no puedes darle el trono. Ahora, por favor, te lo ruego. Entrégame la herramienta."

Quizás por la terrible profecía de lo que podría pasar a la larga o porque decidí suavizar mi tono tanto como pude al final, Rozemyne salió de la cama, entró a su habitación oculta y regresó con un brazalete cargado de inscripciones, parte de su maná y el de Galtero, entregándomelo para que pudiera inspeccionarlo.

Un poco de mi maná y en efecto, un libro similar al de la estatua de Mestionora apareció de inmediato... con bastantes menos páginas que las del libro de piedra.

"Ya veo. Solo le dejaste las partes necesarias para manejar las fronteras, las puertas y poco más."

Era un buen trabajo, tan bueno que decidí usar mis ratos libres para ver si podía modificar la apariencia de mi Grutisheit. Si había podido darle la forma de varias tabletas cuando apenas comenzaba con mi campaña electoral, debería poder modelarlo para que tomara la forma de un libro tradicional en lugar de la forma de tablet que nadie en este país podría comprender.

"¿De verdad vas a tomar tantas responsabilidades solo por mí?"

Desactivé la herramienta y me la coloqué en la muñeca. Ya la pondría después en algún lugar seguro.

"Alguien tiene que dejarles un mundo mejor a nuestros hijos y a nuestros nietos. ¿No lo crees?"

Ella asintió y algo de razón pareció volver a ella esa noche.

El resto de la semana, Rozemyne se notaba confiada y más motivada incluso que cuando nos repartimos Waldjagd y Kaltmeer. No podía estar más feliz de verla interactuando con los diversos Aubs e incluso liderando a su equipo de Sacerdotes Soberanos durante el ditter.

Estaba orgulloso de ella y con los ánimos renovados. Cientos de nuevas ideas y proyectos comenzaron a fluir por mi mente sobre nuevas tecnologías y dónde aplicarlas para que asentar la posición de Zent fuera mucho más rápido.

Con todo esto en la cabeza fue que la escolté para su graduación. Se veía hermosa con su atuendo de Diosa de la Luz, tanto que me lamenté de no poder estar en su mismo año para danzar a su lado como el Dios de la Oscuridad o por lo menos acompañar sus movimientos con mi harspiel.

Tomé asiento entonces junto a nuestro padre. Mis ojos cayeron un momento en el circulo dibujado en el escenario, un círculo que parecía flotar sobre el mismo y que, en apariencia, nadie podía ver. La primera vez que fui consciente de él fue el año de mi adopción Real, por lo que suponía que ese circulo estaba relacionado con la familia real. Por desgracia desde mi ángulo no podía ver con claridad la forma, por lo que no sabia cuál era su función.

Los danzantes y músicos se acomodaron en su lugar y pronto el ruido de todos los nobles ahí congregados se extinguió.

"Soy quien ofrece su oración y agradece a los dioses." Dijeron los danzantes arrodillados cuando todos estábamos ya en nuestros respectivos asientos y la danza votiva dio inicio.

Los primeros segundos fueron normales. Quizás fue por estar tan concentrado admirando los movimientos de mi novia que noté de inmediato cómo pequeñas luces comenzaban a iluminarse debajo de su ropa en las zonas donde, sabía, llevaba puestos sus amuletos. Uno a uno, cada piedra fey y cadena de maná en ella comenzaron a brillar, atravesando con su luz iridiscente el atuendo de Rozemyne.

Los murmullos desconcertantes no tardaron en hacerse notar a pesar de la música y pronto vi con asombro que el círculo mágico se encendía en el escenario, visible ahora para todos y que, por alguna razón, los demás danzantes eran sacados del escenario hasta que solo Rozemyne quedó ahí bailando con los ojos cerrados, ajena a lo que su dedicación estaba provocando. En ese momento me di cuenta de algo demasiado importante.

Rozemyne sabía para que era ese círculo y más importante aún, sabía cómo activarlo.

Por eso nos prohibió rezar a los dioses al subir ahí. Por eso se encargó de prevenirnos a todos de bailar sin elevar nuestras plegarias. Esta era su jugada ganadora en nuestro tablero de gweginen. Este era el momento que la señalaría cómo la princesa elegida por los dioses para gobernar desde el asiento del Zent. Por eso su campaña se basó en la fé, en limpiar los templos, en guiar a las nuevas generaciones a rezar de manera sincera… porque así, el país entero se arrodillaría ante ella en este momento preciso.

No sabía que la había hecho cambiar de opinión sobre gobernar, o si en algún momento se planteó dejar la competencia. Quizás todo fue un truco para hacerme bajar la guardia y, en retrospectiva, tenía sentido. Se había mostrado indignada cuando la amenace con ponerle fin a la competencia.

Sonreí con ganas, demasiado tentado a aplaudir y felicitarla por su última jugada que la coronaba como ganadora.

Incluso si sacaba mi Grutishet ahora, no existía modo alguno de ser declarado heredero.

'Los mismos dioses tendrían que bajar y señalarme Zent ahora para tener una posibilidad' pensé divertido mientras algunos nobles ya estaban levantando sus schtappes iluminados cuando la música cesó. Rozemyne se detuvo en pose de oración gritando un glorioso "¡Alabados sean los Dioses!" y mi corazón se detuvo, al igual que mi respiración, los colores, el movimiento y todo vestigio de ruido a nuestro alrededor.

El escenario estaba vacío y lo único que rompió el silencio fue el grito de Laurenz, quién saltó de inmediato desde lo alto del palco donde estuvo de pie como mi escolta.

"¡Alerah!"

De no ser por su grito, nunca habría notado que estaba sobre mis rodillas, o que Rozemyne me había dado una orden en el momento en que desapareció.

¡Vive y mantente consciente!