True freedom.

Los recién llegados compartieron miradas incomodas con el menor de los gemelos Graves, quien esforzándose en mantener una pícara sonrisa se acercó a la posición de sus hermanos mientras alzaba en señal de rendición las manos; todo para que ambos supieran que estaba en paz. Ashley tuvo el impulso de correr hacia Andrew y capturarlo en un abrazo pero su conversación con Andy la detenía, así que tan sólo esperó que rompiera toda distancia entre ellos antes de espetarle.

— ¿Se puede saber qué estás haciendo? ¿Por qué sales de la casa a estas horas de la noche?

—Pensé que tarde o temprano se darían cuenta pero esto es más pronto de lo anticipado.

— ¿Tienes idea del peligro en que estás poniendo a tu linda y tierna hermanita por hacer algo como esto sin mi expreso consentimiento?

—Oh, pues, no parecías tan angustiada antes. ¿Qué fue eso que dijiste? ¿"Vamos a buscarlo ya que estamos aquí"?

— ¡Estaba preocupada por ti, imbécil! —Ashley se lanzó contra él para agredirlo pero Andrew logró capturar sus manos antes de que le diera el primer golpe en la cara, riendo mientras se esforzaba en evitar que su hermana pequeña fuera a darse cuenta que podía patearlo—. ¿Cómo crees que me hubiera sentido si te pasara algo? ¡Estaría muy sola!

—Aw, ¿no te habrías librado de mí? Después de todo yo soy el sádico asqueroso de la familia.

— ¿Quién te dijo que podías elegir cuando morirte? ¡Ese es mi derecho, no el tuyo! Si yo quiero que te desvanezcas en el aire, será cuando yo lo diga, ¿entendiste?

—Vaya perra más controladora resultaste.

—No has respondido la pregunta, Andrew —espetó Andy, interrumpiendo la fresca risa de su gemelo y los reclamos cada vez más sin sentido de Ashley. Ellos se detuvieron en el acto, así que incluso se apartaron tras percatarse de la mirada nada complacida que Andy les dedicaba. La menor de los Graves se mostró avergonzada mientras que Andrew se alzó de hombros.

—No sé, ¿no sería contraproducente confesarme con ustedes? No quiero meterme en problemas.

—Nosotros jamás te delataremos en lo que sea que estés haciendo, ¿no es eso lo que hacen los hermanos? —señaló Ashley con convicción, Andy frunció el entrecejo ante las implicaciones de sus palabras—. Además, ¿olvidas nuestro pacto de sangre?

—Ese pacto no se expande a crímenes actuales —dijo Andy impaciente.

— ¿No? Yo creí que sí. En ese caso, ¿deberíamos hacer otro ahora mismo?

—Definitivamente no, me niego a compartir más secretos con ustedes.

—Oh, vamos, Andy. No seas llorón.

—Supongo que deberían volver a casa entonces —bufó Andrew con una sonrisa burlona mientras se acomodaba la mochila sobre su espalda y se giraba dispuesto a dejarles. Sin embargo, Ashley se aferró a uno de sus brazos de manera obstinada.

—Andrew, no me guardes secretos. Si no me dices que pasa ahora, pensaré que me estás dejando por una puta.

—Por favor, yo no soy Andy, a mí no me interesa fingir que quiero a otra cuando te tengo a ti.

—Andrew —gruñó Andy con advertencia pero su gemelo le respondió riendo entre dientes.

—No se trata de una chica, o al menos no de la manera que tú crees, Ley. Por desgracia no puedo decir más sin comprometerme, así que será mejor que se vayan.

— ¡Andrew! —se quejó Ashley alargando cada vocal con descontento, una escena que hizo al mayor de los gemelos –después de unos momentos de vacilación– tomar una decisión.

—Muy bien, ¿quieres un juramento? Lo tienes, juramos no decirle nada a nadie o de lo contrario moriremos de forma terrible. Ahora llevamos a donde sea que vas.

— ¿Estás seguro, Andy? No será nada bonito ni mucho menos legal —se burló el menor de los gemelos. Andy mantuvo una expresión indiferente en el rostro.

—Siendo sincero ya no me espero nada bueno de esta jodida familia.

—Si insisten. Por aquí.

Andrew guió a sus hermanos por las desoladas calles de aquel conjunto de pequeñas casas abandonadas, pasando junto a letreros de "SE VENDE" despostillados y llenos de garabatos hechos por la delincuencia juvenil que seguramente se reunía por ahí durante el día. Esta era la primera vez que Ashley lo visitaba, por lo que no se impidió mirar fascinada el ambiente siniestro que despedía cada morada destrozada, Andy la tomó de la mano la primera vez que se distrajo para que igualaran el paso de Andrew que no se molestó por aquel hecho a pesar de todo. Llegaron a una de las casas más ocultas del barrio y extrañamente en mejor estado comparado al resto. Una vez ahí, Andrew les llevó a la zona que parecía destinada a un comedor pero que parecía haber sido preparado para algo más.

—Acogedor… para los estándares de un vagabundo. ¿Qué haces aquí otra vez?

—Nunca dije nada, Ashley.

—…Esto es muy sospechoso, Andrew. ¿Por qué vendrías aquí todas las noches? —inquirió Andy inquieto. Cuando su gemelo se giró a verlo, no pudo evitar estremecerse por los nervios.

—Necesito nuevos escondites, he estado revisando construcciones abandonadas y ahora mismo estoy probando qué tan bueno sería usar este lugar como un ataúd improvisado, sino para convertirlo en mi nueva zona de trabajo.

— ¿Trabajo? —La mirada de Andy se desvió hacia un cadáver disecado por el tiempo de una rata a su costado—. ¿De qué tipo?

—Por si llegara a necesitarlo. Verán, hace poco dejé unas cuantas migajas por aquí y por allá, y no ha habido quejas de los imbéciles que habitan este barrio en el día. Por eso vengo a revisar, quiero asegurarme que todo va de acuerdo al plan.

— ¿Qué plan?

—Mi plan maestro, por supuesto. —Confundido por las respuestas que Andrew le estaba dando, Andy buscó un lugar donde sentarse sin que debiera regresar a casa lleno de polvo cuando sus hermanos finalmente se cansaran de merodear esas ruinas. El menor de los gemelos se dejó reír cuando Andy se quejó de lo absurdo que le parecía todo este asunto, así que Ashley decidió probar aquello que habían sido sus intenciones desde el principio.

—Aunque no entiendo completamente que está pasando por tu cabeza ahora mismo, Andrew. Propongo que hagamos un juramento familiar en forma ahora mismo.

—No voy a participar —se quejó Andy pero Ashley lo obligó acercarse a ellos mientras los tomaba de las manos posesivamente y los obligaba hacer lo mismo entre sí. Los gemelos al principio se mostraron reacios a tener el más mínimo contacto de sus dedos pero las insistencias de su hermana pequeña fueron tan desesperantes que terminaron accediendo, lo que la hizo sonreír complacida.

—Bien, yo empiezo —carraspeó la garganta y dijo con voz clara y firme—. Juro bajo las sombras al interior de esta desagradable tumba que los aceptaré sin importar qué tan asquerosos, mentirosos o retorcidos sean mis hermanos. Porque los amo como a nadie más en esta vida y me aseguraré de cuidarlos del mundo entero e incluso de sus propios estúpidos errores. Por ellos moriré y por ellos mataré sin siquiera pestañear. Listo~ Ahora ustedes~

—Este juramento es ridículo, Ashley.

—Silencio, Andy. No estamos pactando con sangre esta vez, así que es válido, ¿no?

—No es eso a lo que me refiero.

—Mi turno —afirmó Andrew, divertido por las intenciones ocultas de su hermana menor con este improvisado juramento, por eso el agarre de sus manos se hizo firme antes de recitar lo que tenía en mente, lo que llamó la atención de sus acompañantes—. Juro sobre el suelo tambaleante y el destino incierto de esta tumba que amaré a mis hermanos sin importar los desacuerdos o guerras inútiles que podamos tener entre nosotros. Honraré a mi hermana pequeña y a mi gemelo porque son lo único que me importa en esta existencia.

Andy se sonrojó profundamente cuando sus hermanos lo miraron ahora que era su turno de hablar, así que murmuró para sí mismo sus continuas quejas, las cuales masticó sólo un instante más antes de tomar aire y suspirar resignado por lo que estaba a punto de confesar.

—Juro entre los muros de esta tumba privada que… seré el soporte de mis hermanos cuando todo se ponga en nuestra contra. Aunque parezca que lo que haga sea para mis propios intereses, siempre estaré de lado de mis hermanos y me aseguraré de compensarles los malos momentos que les hice sufrir en el pasado. Dejaré que me conozcan y dejaré que me usen porque en el fondo eso fue lo que siempre quise.

— ¡Que así sea!

Sin previo aviso (y evidentemente enternecida por las palabras de sus hermanos mayores) Ashley los hizo alzar los brazos hacia el centro del círculo y afuera un par de veces, gesto que ellos imitaron entre risas, acompañándola en su declaración como si fueran niños de nuevo. La tensión que los gemelos hubieran compartido al inicio se disipó, lo que les ayudó a reír incluso cuando cruzaban miradas entre sí. Y no se soltaron de las manos hasta que la propia Ashley abrazó a los gemelos con desbordante felicidad, pues después de esto estaba convencida que nadie nunca jamás los iba a separar.