Capítulo 48
Un nuevo desafío
-¡Éxito tremendo, deben estar contentos en dirección!
-Habla por ti, Ghechis se ha vuelto a escapar, capturarlo era el objetivo número uno de dirección, así que muy contentos no es que estén...
-Oh, vamos, Handsome, debes verle el lado bueno a las cosas, al menos el equipo Plasma ya no es un problema como tal...
-Tan positivo como siempre...
-Pues claro, si no, no sería Cheerful... ¿eh, eh?
Como respuesta el agente senior miró al aludido con expresión plana, a lo que él se recompuso por un momento, comentando acto seguido.
-Espera... ¿has hablado con ellos?
-Sí...
-Entonces ¿qué te...?
El agente rubio enseguida conectó los puntos, comprendiendo un poco mejor su humor y esbozando un gesto preocupado. Antes de que le preguntara, Handsome se adelantó, explicando con voz queda.
-Me han pedido que me retire formalmente... igualmente tenía intención de hacerlo más pronto que tarde, así que... no hace falta que te preocupes por mí realmente.
-Vaya, lo siento, no era mi intención ofenderte... ¿qué harás entonces?
Handsome se tomó un momento antes de responder a esa pregunta, mirando en dirección hacia el mar de China relajando el semblante.
-Sigo con intención de establecerme por mi cuenta, ya estoy muy viejo para estos trotes.
-Oh, vamos, tampoco eres tan mayor...
-Ya sabes por qué lo digo. Ahora que ya no me necesitan siempre puedo poner mis capacidades al servicio de los demás. Quizás me instale en el norte pasado el Loira, ya veré...
-Ya veo... ¿y qué hay de mi?
-Me dijeron que dado que no hemos podido cazar a Ghechis, te encomendara a ti el resto. Si bien hemos podido dar el traste los planes de ese trastornado, en dirección consideran que quedan aún cabos sueltos por atar, especialmente con ese científico de la fragata evadido. Encuéntralo y arréstalo, eso es todo.
-Vale, ya veo... pues se te echará en falta, compañero.
-Ah, ahórrame todo eso, nunca se me han dado bien las despedidas. Simplemente no hagas nada que yo no haría... o, bueno, teniendo en cuenta los precedentes, tal vez sí... tan solo sigue tu criterio, pero sin excederte. No cometas el mismo error que cometí yo.
-Sí, bueno...
Hubo un breve y ligeramente incómodo silencio entre ambos agentes, siendo Handsome el siguiente en comentar.
-Nunca te lo llegué a decir, pero lo siento, tenías razón desde el principio.
-Sí, bueno, no soy rencoroso ni de los que se anclan en el pasado. Está todo bien.
-Gracias, Cheerful...
-Nada, hombre... gracias por todo, Handsome.
Ambos agentes se saludaron brevemente y, tras eso, Cheerful le observó marcharse hasta que lo perdió en cuanto el ascensor cerró sus puertas. Suspiró brevemente, al tiempo que su cerebro empezaba a trabajar. Tenía un gran trabajo por delante.
-Muy bien, Rizzo, cuéntame ¿qué es lo que te pasa?
-Pues no lo sé, si estoy aquí es para averiguarlo, digo yo...
-Claro, pero si no me cuentas lo que te pasa no podré ayudarte...
-Eh... sí, bueno... el caso es que yo... no sé que me ocurre cuando...
Al ver que el chico no lograba continuar a partir de ese punto, la mujer cortó por lo sano al tiempo que murmuraba.
-A ver, a ver, espera, está claro que tienes problemas para expresarte así que vamos a empezar de nuevo ¿de acuerdo?
-Está bien...
-Vale, entonces eres Rizzo de ciudad Engobe y has venido a verme porque consideras que tienes un problema.
-Sí...
-Bien ¿cuándo dirías que ese problema empezó a darse?
-De joven... con doce o trece años, más o menos...
-Muy bien, pero curiosamente no ha sido hasta ahora cuando ese problema ha adquirido relevancia, puesto que si no, no hubieras venido a verme ¿verdad?
-Pues sí...
-Bien ¿por qué crees que ahora ha adquirido relevancia?
-Por el viaje de este año...
-Vale, cuéntame como ha sido, por favor.
Si bien se sentía extraño contarle cosas personales a una completa desconocida, Rizzo quería hacer las cosas bien, así que la estuvo contando todo el viaje durante esos últimos tres meses con pelos y señales, al tiempo que iba respondiendo a las preguntas que ella misma le iba planteando entre medias. En un principio no hacía más que apuntar cosas en una libretita sin apenas decirle casi nada al respecto, cosa que en parte le molestaba, pero aun así hizo de tripas corazón y continuó respondiendo a todas y cada una de sus preguntas. Durante la mayor parte del proceso la mujer mantuvo en todo momento una cara de póquer envidiable, aunque de vez en cuando no pudo evitar llegar a esbozar algunos gestos sorprendidos, sobre todo ante todo lo relacionado con el equipo Plasma, keldeo y kyurem. Una vez que estuvo enterada de toda a historia en su conjunto, se tomó un momento para reordenar sus pensamientos, hablándole en un momento dado.
-Vale, me hago una idea aproximada de tu personalidad... decir tiene que es toda una historia, eso desde luego, aunque me resulta ciertamente curioso que haya sido ese chico y sus para nada comunes circunstancias el que te haya hecho replantearte la vida de esa manera...
-Ya, bueno, si me hubieran dicho al principio del viaje cómo iba a terminar todo me hubiera reído muy fuerte, sin embargo, aquí estamos...
-Lo cual es un gran paso por tu parte, dicho sea de paso, tenlo muy en cuenta, y te congratulo por ello, no todo el mundo hubiera hecho lo que tú has decidido hacer, eso por descontado.
-Gracias, supongo...
-Vale, entonces, el sexo, ay, qué freudiano es todo... ¿por qué dirías que lo enfocaste en su momento de esa manera?
-Pues... no lo sé, quiero decir... ¿curiosidad, supongo? Quería ser mayor, o... agh, no sé, no sé...
-Tranquilo, no te agobies, no tienes por qué responder esa pregunta ahora mismo, yo te la hago para que la tengas en cuenta, con el tiempo sacarás la respuesta.
-¿Y cuánto tiempo sería eso?
-Ay, si me dieran un yuan cada vez que me hacen esa pregunta... ni idea, usualmente depende de cada persona, pero por lo general un tratamiento psicológico no es cuestión de semanas o meses, es una carrera de fondo, de estar ahí, trabajar juntos e ir poco a poco sacando lo que hay dentro de ti y darle forma y sentido. No te apresures, Rizzo, todo a su debido tiempo, incluyendo la respuesta a esa primera pregunta.
-Está bien...
-Vamos, no pongas esa cara, piensa que estás aquí y ahora, te has abierto a mí, algo que usualmente mucha gente tarda en hacer, y ahora te conozco un poco mejor, lo que me ayudará a ayudarte más eficientemente. Vale, dejemos el sexo por ahora, comentaste que al final lograste hablar con tu madre y conseguisteis arreglar las cosas entre vosotros, pero ¿hasta qué punto?
Esa pregunte cogió desprevenido al chico, el cual no supo muy bien qué decir al respecto, al menos en un primer momento. Sin embargo, al poco rato, murmuró.
-Pues ahora que lo menciona... si bien logramos acercarnos bastante más en comparación a hace un año, por ejemplo, yo mismo siento que la brecha que nos separa aún sigue presente. Yo... quiero querer a mi madre, de verdad, quiero decírselo genuinamente, sobre todo ahora que me ha contado cosas de su pasado. Pero de alguna manera algo me lo impide, es como si... no me hiciera reaccionar como tal, como si me detuviera en seco.
Rizzo guardó silencio, inseguro de si continuar, al tiempo que la mujer parecía observarle atentamente con gesto curioso e intrigado, volviendo a anotar en su libreta. Al ver esto, el chico comentó secamente.
-Supongo que estará apuntando que soy un tremendo cabrón...
-No, para nada, de hecho todo lo contrario, eso que me acabas de decir me da a entender que otro Rizzo es muy posible...
-¿En serio?-inquirió él, sorprendido por primera vez.
-Muy en serio, has sabido reconocer que aún hay distancia entre tu madre y tú y eres consciente de que tus actos no son los mejores, demostrando de esta manera voluntad de cambio. De por sí eso es todo un logro, enhorabuena, Rizzo.
Esas palabras animaron de cierta manera al aludido, el cual logró relajarse un poco más ante la presencia de la mujer.
A partir de ahí la conversación fue por otros derroteros, comenzando a hacer algunos ejercicios psicotécnicos y mnemotécnicos que no supo muy bien a qué venían, pero que hizo igualmente, mientras respondía a otras preguntas más técnicas y no tan profundas. Al final de la sesión le dejó algunos deberes para la próxima sesión, como apuntar sus sentimientos en determinadas situaciones y contabilizar cuántas veces pensaba en sexo, entre otras cosas. Antes de marcharse, el chico inquirió.
-¿Puedo hacerla una pregunta?
-Claro, dispara.
-¿Qué... qué es lo que tengo exactamente, qué me pasa?
La mujer sonrió ante esa pregunta, como si de alguna forma se la esperara, y contestando rápidamente al respecto.
-Aún es muy pronto como para hacer un diagnóstico... pero entiendo por qué me has hecho esa pregunta. Al principio pensé en un trastorno hipersexual, pero dado que no tuviste tantas relaciones ni tan seguidas en los últimos tres meses enseguida lo descarté. Estoy entre un posible, aunque nada seguro, trastorno bipolar o bien un trastorno antisocial de la personalidad, me inclino más por la segunda opción. Pero, de nuevo, no es nada seguro, vamos a necesitar más sesiones para poder diagnosticarte como es debido, así que tómatelo con calma ¿vale?
-De acuerdo...
-No te olvides de tus deberes, por favor, me ayudarán en el proceso.
-Está bien...
-Mucho ánimo, Rizzo, te veo la semana que viene.
Finalmente se despidió de ella y regresó de vuelta a casa mientras pensaba en esa primera sesión que acababa de tener. Era realmente curioso cómo sus propias expectativas habían ido variando a lo largo de la misma, empezando con algo de cautela e incluso cierto grado de escepticismo, para finalizar con una destacable sensación de ánimo e incluso un poco de satisfacción personal. Desde el principio era un tanto escéptico a pedir ayuda, pero dado que su madre intercedió por él a la hora de encontrar a su ahora terapeuta hizo un esfuerzo por aceptar dicha ayuda, viéndose recompensado de cierta manera, cosa que le animó a continuar con las sesiones.
Regresó a casa, donde estuvo del toco ocioso mientras dejaba pasar el tiempo anodinamente; y es que tras abandonar la competición aún no sabía muy bien qué hacer con su vida en ese aspecto. Si bien no se arrepentía de su decisión, sentía que se le había quedado una espinita clavada, sobre todo en cuanto al último combate se refería. Por un momento consideró sugerirle la revancha a Matís, pero aún no se sentía preparado para volver a enfrentarle de nuevo después de su último encontronazo, por lo que una vez más desechó la idea. Por hacer algo comenzó a hacer los ejercicios que le mandó su terapeuta, aunque en ese justo momento su videoemisor en la mesilla comenzó a sonar y el chico lo cogió sin mirar siquiera quién era.
-¿Si?
-¡Buenas, Rizzo! ¿Te pillo en buen momento?
-Ah, Lucho… sí, dime...
-Vale, te cuento, te he llamado porque me gustaría que te pasaras por mi pueblo, pueblo Arcilla, tengo algo que contarte que creo que te gustará.
-¿Pueblo Arcilla? Eso está en la otra punta del cantón… además, no sé si el puente Saeta seguirá en obras…
-No, ya han acabado, se abrió justo ayer, ya se puede pasar-anunció el chico.
-Pues vaya…
-Venga, vente, no te arrepentirás, sé que esto te gustará.
No las tenía todas consigo, pero teniendo en cuenta la mirada que el chico le estaba echando finalmente accedió y se preparó para marchar; cogió su bolsa asegurándose que lo tenía todo, dejó una nota para su madre en cuanto volviera de trabajar y se dirigió para allá cuanto antes.
Nada más salir de casa sacó a braviary y se montó en él para volar rápidamente hacia ciudad Porcelana; una vez allí tomó dirección hacia el puente Saeta y lo atravesó por el camino peatonal. El puente le sorprendió bastante, ya que su concepción era muy parecido al famoso puente Brooklyn, pero con algunas diferencias obvias que lo distinguían del puente neoyorquino; aun así las vistas a la desembocadura del Yangtsé eran espectaculares y se podía ver el skyline de Porcelana en todo su esplendor. Le llevó un buen rato cruzarlo y nada más acabar en el otro extremo se encontró de lleno en el bosque Azulejo, un extenso bosque que separaba ciudad Porcelana de la siguiente localización, ciudad Esmalte.
-Eh, sé de éste lugar, según lo que me contó mi maestra virizion aquí fue donde ella nació-comentó keldeo en un momento dado, caminando a su lado.
-¿Ah, si?
-Sí, en un claro en lo más profundo del bosque…
Las hectáreas de vegetación exuberante eran muy extensas y más allá del camino principal se convertía en todo un laberinto natural; un arroyo lo cruzaba de este a oeste y una leve brisa proveniente de este mecía las ramas de los árboles cercanos. Cerca de la salida este, se encontró con una cara conocida que no se esperaba ver por allí.
-Anda, Cheren.
-Oh, hola Rizzo… ¿Qué haces por aquí?-inquirió el chico.
-He quedado con Lucho en pueblo Arcilla, quería hablarme de algo pero no me ha dicho el qué.
-Ya veo, ese chico sabe mantener el misterio…
-¿Y tú qué haces aquí? Te hacía en el gimnasio…
-Las clases ya han acabado y lo que queda de agosto me voy de vacaciones, aunque estoy aquí por otra cosa, es sobre algo relacionado sobre el equipo Plasma-explicó el líder para su sorpresa.
-¿El equipo Plasma? Pensaba que ya eran historia...-murmuró Rizzo, extrañado.
-Y realmente lo son, aunque hace ya dos años estuvieron remoloneando por aquí… ¿podrías acompañarme un momento? Quiero comprobar una cosa.
Rizzo no puso reparos y se salieron del camino para adentrarse en lo más profundo del bosque; Cheren le contó que el equipo Plasma llegó a robar en el museo cuando él estaba de viaje y que usaron el bosque para esconderse. A él le extrañó ese hecho y ahora, según él, quería comprobar cierta cosa. Llegaron entonces a un pequeño claro donde no había nada significante, pero en ese momento alguien apareció por detrás y les dio un buen susto.
Se dieron la vuelta para encontrarse con un anciano, vestido cual sacerdote y con un escudo en el pecho que les era familiar.
-¿¡El equipo Plasma?!-masculló Rizzo.
-Por supuesto, eras tú como bien supuse, Blau-murmuró Cheren, dirigiéndose directamente a él.
-¿Nos conocemos? Ah, espera, por supuesto, eres ese chico de hace ya dos años… ¿Qué le han pasado a tus gafas?-inquirió el sabio al verle, curioso.
-He empezado a usar lentillas. Aunque no estoy aquí por eso, he venido a decirte que no hace falta que sigas remoloneando por aquí; el asesino a sueldo que contrató Ghechis ha sido detenido en Singapur, ya puedes regresar a tu hogar.
-Oh, ya veo… aunque te agradezco la información, ya lo suponía en cuanto me enteré de lo sucedido hará cosa de una semana atrás.
-¿Ah, sí? ¿Entonces por qué seguías por aquí en plan ermitaño?-inquirió el líder, extrañado.
Frente a ese comentario Blau sonrió y comenzó a hablar.
-La naturaleza se funde con el hombre en algún momento de su vida; cuando morimos, nos vamos descomponiendo hasta volvernos polvo. Este bosque lleno de vida es un buen ejemplo de naturaleza y pensé en él como fuente de inspiración para mis estudios; si alguna vez el ser humano llega a coexistir en perfecta armonía con los pokémon y la naturaleza, me gustaría que eso empezara a darse en lugares como éste.
-Entiendo… aun así te informo que uno de tus antiguos compañeros, Ruga, se encuentra en ciudad Fayenza con los antiguos miembros del equipo Plasma original, cuidando de pokémon abandonados y sin hogar. Por si alguna vez decides dejar el bosque…-comentó Cheren.
-Gracias por la oferta, muchacho, me lo pensaré. Hasta más ver, jóvenes…
Y, tras esa despedida, el sabio se fue por donde vino, cantando una vieja canción en chino antiguo.
-Pues eso es todo. Había oído rumores de que había un viejo ermitaño rondando por el bosque Azulejo y supuse que se trataba de Blau; era el único sabio que faltaba después de descubrir al resto asesinados con veneno en sus hogares-explicó Cheren en ese momento.
-Con veneno… ¿no sería ese asesino a sueldo el mismo que liquidó a Kirkou?-inquirió Rizzo, haciendo memoria.
-El mismo, el agente Cheerful indagó a través de la única pista que tenía, el paquete sin remitente, y finalmente pudieron dar con él. Ahora cumple condena en una prisión de Singapur.
-Menos mal…
Los dos se quedaron en silencio durante un momento y, en un momento dado, el chico inquirió.
-Por cierto ¿Qué tal está Bel?
-Bien, como siempre, no para, ya sabes cómo es…-murmuró el líder, esbozando una ligera sonrisa.
-Ya… y qué ¿todavía no la has pedido salir?
-¿Eh?
-Vamos, no seas tan modesto… ya sabes…
Cheren se quedó un tanto cortado al respecto, pero al final habló.
-Pues… aún no he tenido la ocasión…
-¡Vamos, no me vengas con esas! Como tardes más vendrá cualquier otro y se te adelantará, aquí quien no corre, vuela, ya deberías saberlo...
-Eh… bueno, está bien, lo intentaré… pero es que me pongo muy nervioso…
-Pues los nervios te los comes con patatas, tienes que echarle huevos. Mira, te plantas frente a ella y le dices…
-¿Y le digo que?
-¡Sal conmigo!
-¿Así, sin más?
-Bueno, si quieres poner un preludio, adelante.
Cheren suspiró, algo inseguro, a lo que Rizzo le comentó al respecto.
-Mira, te digo yo que a esa chica te la has ganado, y desde hace mucho además. Si no quisiera nada contigo, ni se habría molestado en arreglarte la corbata.
Cheren sacudió brevemente la cabeza, ligeramente sorprendido por el hecho de que se acordara de ese particular detalle después de todo ese tiempo, comentando de seguido.
-Vaya, pues sí que eres todo un experto…
-Hombre, te diré, llevo interpretando los signos de las mujeres desde hace tiempo… aunque ahora ya no me fijo tanto, a decir verdad.
-Eso es nuevo.
-Eso y más cosas son nuevas.
Tras la conversación se despidieron y Rizzo continuó con el viaje; terminó de atravesar lo que le quedaba de bosque y a eso de mediodía llegó a ciudad Esmalte. No estuvo mucho tiempo ya que llevaba prisa, pero se pasó por el museo un momento, ya que tenía curiosidad por ver a la antigua líder de gimnasio, Aloe, la cual se retiró hace ya dos años para dedicarse en cuerpo y alma a la restauración de sus piezas y la investigación.
El viaje siguió alrededor de la ruta 3, atravesando el lago que lo centraba mientras que el viento le azotaba en la cara al avanzar con rapidez gracias a la bici; unos cuantos kilómetros le separaban de ciudad Gres, a la cual llegó a la misma hora de comer. Por no pasarse por el centro pokémon paró un momento en un restaurante que vio cerca del centro y descubrió, con sorpresa, que era el antiguo gimnasio comandado por Zeo, Maíz y Millo, los cuales se habían retirado también después de todo lo que les pasó y ahora solo se dedicaban a la restauración, teniendo gran éxito y pudiendo comprobarlo por él mismo.
Retomó el viaje después de comer para bajar la comida y siguió bajando por la ruta 2, levantando el polvo del camino y aprovechando las bajadas para ir más rápido; no tardó mucho en llegar hasta pueblo Terracota, pero no paró para nada y cruzó disparado el pueblo, sin apenas observar sus alrededores, aunque le llamó la atención una chica que iba tras un pokémon que no dejaba de caminar, llamándole entre medias.
-¡Furret, vuelve aquí ahora mismo!
La ruta 1 se vislumbró con rapidez y al fondo del todo, entre los árboles y de cara hacia el mar, pudo ver pueblo Arcilla; apretó el pedaleo un poco más y llegó al pueblo enseguida, dejándose caer por una pendiente que hacía bajada por su lado. Nada más entrar echó un vistazo rápido al videoemisor para cerciorarse de la hora, las cuatro y cuarto.
-No voy mal de tiempo… voy a pasarme por el laboratorio-pensó el chico, girando a la derecha en el siguiente cruce.
No fue difícil encontrar al susodicho, estaba al lado de la escuela; una vez allí saludó a la profesora Encina y además conoció a su padre, Carrasco Encina. Aprovechó para preguntarle acerca de la casa de Lucho y le estuvo indicando, gracias a ella llegó enseguida y sin perderse; llamó al timbre y al poco rato le abrió la madre del chico.
-Hola ¿está Lucho? Soy un amigo de la conferencia, había quedado con él.
-Ah, sí, pasa, está en su habitación.
Rizzo pasó dentro y se descalzó antes de seguir a la madre del chico.
-Lucho me ha hablado de ti, he estado pensándolo mucho y me parece que conozco a tu madre-anunció ella en ese momento.
-¿De veras?
-Sí, nos conocimos cuando ella era entrenadora y yo trabajaba en el centro pokémon de ciudad Mayólica estando de prácticas.
Ese detalle le llamó la atención, juntando las piezas rápidamente e inquiriendo de seguido.
-Ah, espere... ¿fue usted quien ayudó a mi madre?
-Así es, la animé a continuar aun a pesar de las circunstancias y ella se apoyó en mí. Simplemente hice lo que tenía que hacer, nada más, después de todo mi trabajo era ayudar tanto a personas como a pokémon, así que...
-Vaya, pues muchas gracias... le saludaré de su parte.
-Sí, por favor, hace mucho que no la veo. Lucho está arriba, espera… ¡Lucho! ¡Ha llegado tu amigo!-le llamó entonces ella.
-¡Voy!
En menos de tres minutos el chico se presentó bajando las escaleras.
-¡Rizzo! Me alegro de verte ¿cómo estás? ¿Todo bien?
-Sí, mejor que antes, la verdad.
-Me alegro… vamos a dar una vuelta y te cuento.
Estuvieron dando un paseo por el pueblo mientras le iba explicando.
-Al poco de volver al pueblo me llamó Cintia, la campeona de Sinnoh, supongo que la conocerás.
-Sí, claro.
-Me llamó para explicarme que dentro de pocos días inaugurará la primera temporada del Pokémon World Tournament, yo no tenía ni idea de que se estaba trayendo entre manos hasta que me lo explicó.
-Ah, sí, lo conozco, gané la primera edición del torneo Fayenza cuando estaba todavía en rodaje…
-¿De veras? Nada mal… bueno, pues eso, va a aprovechar lo que queda de agosto para comenzar con la primera temporada antes de que empiecen las clases, y como he sido uno de los campeones de este cantón me ha pedido por favor que asista para participar; van a reunirse en la ciudad todos los campeones y líderes del gimnasio de esta parte de Asia oriental y me es de suponer que N también vendrá.
-Me parece bien… ¿y que tiene que ver eso conmigo? No soy campeón ni líder de gimnasio…
-Verás, Cintia me explicó que va a haber dos categorías que van a ir a la par durante las dos semanas que durará el torneo, por un lado se enfrentarán entrenadores corrientes mientras que por el otro harán lo mismo tanto líderes de gimnasio como campeones; al término de cada ronda los ganadores en las dos categorías se irán emparejando, y se enfrentarán, así hasta una final conjunta. Se ha decidido hacerlo así para hacerlo ver más interesante y atraer así a más participantes, para que no se viera tan restrictivo. He pensado que tú podrías participar, ya que, por un casual, nos podría tocar luchar ¿Qué me dices? Sería una buena forma de cerrar el verano.
Rizzo lo estuvo pensando por un momento; no estaría mal empezar las clases después de un buen torneo, además, podría ser una buena oportunidad para quitarse esa espinita que a veces le molestaba, sintiéndose súbitamente motivado y murmurando de seguido.
-Vale, genial, hagámoslo.
-¡Estupendo! La campaña ya está en marcha, pero si quieres puedes traer a algún amigo… quizás a Matís le interese-sugirió Lucho en ese momento.
-Ah, ya... bueno, lo consideraré...-murmuró Rizzo, dejándolo correr rápidamente.
Estuvieron hablando un poco más hasta llegar al mirador del pueblo; el chico se tuvo que ir enseguida ya que había quedado dentro de poco con Iris y Rizzo se quedó por allí, admirando las vistas al mar de China y pensando en sus cosas. Por el lado derecho se podía ver algunas islas a varias millas de distancia hacia el oeste, pero vio algo que le llamó la atención y eso fue un alto mástil que le era ciertamente familiar.
-Un momento… ¿esa no es…?
Cogió unos prismáticos que llevaba en la bandolera y estuvo observando el objeto, para cerciorarse; el mástil, con un enorme velamen recogido, acaba en una cubierta sobre un casco que le era aún más familiar.
-¡Sí, es!
No lo dudó ni un instante y sacó a su braviary, montando sobre su lomo y echando a volar en dirección oeste; enseguida llegó al sitio y estuvo sobrevolando la fragata plasma, la cual se encontraba atracada al lado de un antiguo laboratorio. Aterrizó justo al lado y se encontró con un soldado del equipo Plasma, el cual al verle le habló.
-Anda, pero si es el portento que acabó con nosotros…
-Hola a ti también… me sorprende que sigáis por aquí...
-Sí, ahora revoloteamos un poco por aquí… no estoy seguro que es lo que hacemos exactamente y lo que vamos a hacer ahora, aunque ni Ghechis ni Acromo han conseguido cambiarme.
-Bien por ti. Mientras no hagáis nada raro… aunque tampoco tiene mucho sentido que lo hagáis ahora, claro.
-Pues por eso mismo. Acromo está dentro, metido en el puente de mando, desde que llegamos apenas sale de allí.
-Ya… voy a hacerle una visita-anunció el chico entonces.
Abordó la fragata y nada más entrar dirigió la vista hacia el puente de mando; cerca de allí había un par de soldados del equipo Plasma, se acercó a ellos para observarles, estaban jugando a las cartas.
-Paso-anunció uno.
-Arrastro…-murmuró el otro.
-Buen par-comentó entonces Rizzo.
Los dos alzaron la mirada y, al verle, dieron un bote, literalmente.
-¡Eres tú!
-¡¿Qué haces aquí?! ¡No estamos haciendo nada malo!
-Relajaos, solo he venido a haceros una visitilla, os he visto desde el mirador de pueblo Arcilla.
-Mira que le dije a Acromo que no atracáramos tan cerca de tierra, pero se empeñó en parar al lado de ese laboratorio…
-Desde que nos disolvimos estamos en una encrucijada, la mitad no sabemos si irnos o quedarnos y los que mejor se llevaban con Acromo prefieren quedarse. Personalmente, mientras haya un lugar donde parar, prefiero quedarme-opinó el soldado que pasaba.
-Yo opino igual… después de todo, algunos hemos hecho amistades por aquí… ¿verdad?-inquirió el que arrastraba, mirando a su compañero.
-Eh… sí, lo que sea…-murmuró éste, enrojeciendo.
Rizzo sonrió mordazmente y, tras esa rápida conversación, se dirigió hacia el puente de mando. Por el camino se encontró con algunos soldados más y, nada más entrar, Acromo se dirigió hacia él desde lo alto de la silla de mando.
-Rizzo, muchacho, me alegro de volver a verte. Bonita actuación en la conferencia.
-Gracias. Supuse que no se habría ido muy lejos…
En ese momento el sillón se dio la vuelta y Acromo esbozó una gran sonrisa, murmurando de seguido.
-El hecho de que estés aquí me dice muchas cosas… aunque supongo que solo será mera curiosidad.
-Sí, algo así, aunque conociéndole supongo que se seguirá preguntando cosas acerca de la fuerza y todo eso…
-En parte así es. No obstante, por otro lado, tú mismo me ayudaste a ver parte de las respuestas que buscaba aquella vez. Aunque una mente tan científica como la mía tiende a concretarlo todo con hechos, tú me has ayudado a ver que podemos confiar en algo que no vemos, como son los vínculos. Y ahora puedo verlo con otros ojos.
-Me alegra oír eso.
Acromo alzó una ceja y le miró interesado.
-¿Eso es todo? Pensaba que seguirías resentido conmigo…
-Hombre, es cierto que en su momento no eligió la mejor opción, pero… digamos que estoy aprendiendo a verlo todo con más perspectiva.
-Ah, ya veo…
-Aunque supongo que tendría sus razones… teniendo en cuenta de que se trataba de Ghechis, algo debía de haber.
Ante ese comentario el científico esbozó una triste sonrisa y murmuró.
-No te falta razón, muchacho. Maldije el día en el que llegué a intercambiar unas palabras con él; aun no comprendo como pude llegar a escucharle, pero él se interesó por mi investigación y me dijo que me proporcionaría los medios necesarios y todo lo que necesitara si yo le hacía un favor. No pude decirle que no, ya que mis propios medios eran muy limitados, incluso el diseñar mi dispositivo me costó un año al no tener liquidez suficiente. No supe nada más de él durante bastante tiempo hasta que, hace dos años, reapareció de repente, con la cara medio quemada y unas ansias de venganza insaciables. No podía negarme, y tampoco pude poner condiciones; él necesitaba ayuda y yo se la proporcioné.
-Ya… yo pensaba que quizás había algo detrás, pero por lo que veo no tenía más opciones. Le comprendo, yo hubiera hecho lo mismo. A saber cómo hubiera reaccionado ese lunático si se hubiese negado-argumentó Rizzo.
-Exacto, no podía arriesgarme, y menos aún con mi hija de por medio. Ella era mi motor para seguir adelante, lo único que me quedaba…
-No todo en esta vida es blanco y negro…
Pero en cambio, Acromo dejó escapar una mirada lacónica y murmuró.
-Me temo que en mi caso siempre será así… no importa lo que haga, nunca podré verlo de otra forma.
-Lo dice como si no tuviera más opción…
-Y así es, pero en realidad es más simple de lo que parece. Padezco de acromatopsia desde que tengo uso de razón-anunció entonces Acromo.
-¿De veras?
-Así es… no sé cómo se ve el rojo, el azul o el amarillo, sé que soy rubio porque mis padres me lo dijeron, sé que mi flequillo es azul por la misma razón. Sé que mi hija es castaña y tiene los ojos azules porque su madre me lo dijo. Soy incapaz de ver los colores.
Ambos se miraron por un momento y Rizzo murmuró.
-Vaya… lo siento, no tenía ni idea…
-No es tu problema, Rizzo. Aun así gracias por comprenderme, ahora tengo que descubrir por mí mismo qué es lo que he de hacer a partir de ahora.
Estuvieron hablando un poco más, Rizzo sacó a sus pokémon para que Acromo les echara un vistazo con su máquina y pudo comprobar mecánicamente su crecimiento.
-Samurott es tu primer pokémon ¿verdad?
-Sí, me lo dio la profesora Encina.
-Ah, eres de pueblo Arcilla…
-Que va, soy de ciudad Engobe.
-Pero eso está en la otra punta del cantón…
-Ya, de hecho allí no tenemos un profesor pokémon que se ocupe de ese asunto, pero como ella es una vieja amiga de mi madre pues me hizo el favor.
-Entiendo...
-Por cierto ¿está Nanci? No la he vuelto a ver desde entonces, me gustaría hablar con ella...
-Sí, claro, está en su camarote.
Rizzo se despidió de él y se dirigió hacia la zona de camarotes; recordaba cual era puesto que se lo encontró cuando estuvo de visita furtiva aquella vez y no se perdió, llegando enseguida. La puerta se encontraba cerrada y un cartel colgado de ésta anunciaba: No molestar. Aun así tocó a la puerta y una voz salió desde el otro lado, espetándole furibunda.
-¿¡Es que no sabéis leer?! ¡No quiero ver a nadie!
-¿Ni siquiera a mí?-inquirió entonces él, con tono tranquilo.
Hubo entonces un breve silencio, seguido inmediatamente después por unos rápidos pasos, el cerrojo deslizándose y la puerta abriéndose, dejando ver a una sorprendida Nanci.
-¡¿Rizzo?! ¿¡Qué estás haciendo aquí?!
-Hola… ¿te pillo en mal momento?
-Ah, pues… no, que va, en realidad… ¿Qué haces aquí?-inquirió ella de nuevo, saliendo de su estupor inicial.
-Pasaba por aquí y vi la fragata. He estado hablando con tu padre, acerca de todo lo que pasó, ya sabes…
-Oh… ya…
-Quería… quería hablar contigo. Sobre todo, en general.
La chica le miró, aún sorprendida por toda esa situación y por el simple hecho de que el chico estuviera ahí delante de ella; por un momento su mente quiso ponerse a la defensiva, pero debido sobre todo a la aparente tranquilidad que emanaba del rostro del chico, de alguna forma se relajó y aceptó su propuesta, yendo con él en dirección hacia la cubierta mientras hablaban entre medias.
-Antes que nada quiero que sepas que no sigo enfadado contigo. Tu padre me acaba de explicar algunas cosas y ahora entiendo todo un poco mejor.
-Sí, bueno, ninguno de los dos estábamos bien parados, la verdad. Ese hombre estaba dispuesto a hacer cualquier cosa, y mi padre nunca haría nada que acabara salpicándome a mí, así que...
-Ya, claro.
Salieron a cubierta y tras eso se dirigieron al castillo de proa; una vez allí, los dos se subieron a la empalizada que separaba el casco del bauprés, sentándose allí y comenzando a hablar, siendo ella la primera en preguntar.
-Bueno, pues… ¿de qué querías hablarme?
-Lo primero de todo, quiero pedirte disculpas por cómo me he comportado contigo durante todo este tiempo. He sido un tremendo capullo y, por ello, pido perdón.
Nanci se le quedó mirando como si no hubiera oído bien, demasiado sorprendida como para hablar, pero finalmente esbozó una sincera sonrisa y comentó al respecto.
-Vaya, nunca pensé que llegaría a oírte decir eso ni en todos los días de mi vida...
-Ya, ni yo, sin embargo aquí estamos… lo comprenderé si decides no perdonarme.
-No, a ver… sería hipócrita de mi parte hacer oídos sordos a lo que acabo de oír, más aún después de todo lo que ocurrió. Si me lo hubieras dicho incluso antes me lo hubiera pensado, pero... realmente creo que me lo dices de verdad. Así que sí, te perdono.
Rizzo se sintió como si se hubiera quitado un gran peso de encima, sintiéndose un poco mejor consigo mismo en el proceso y murmurando de seguido.
-Gracias. No tendrías por qué, pero aun así lo has hecho...
-Bueno, después de todo no soy de las que hacen leña del árbol caído... aunque me llama muchísimo la atención ¿cómo es que al final te lo has pensado?
-Bueno, fue por un cúmulo de cosas, aunque no habría sido posible si no hubiera sido, sobre todo, por cierto chico de pelo verde… se trata de N, el antiguo líder del equipo Plasma.
-Ah, sí, le oí a Ghechis hablar de él en más de una ocasión…
Así, sin darse cuenta siquiera, se pasaron las horas muertas conversando animadamente, contándola todo por lo que había pasado esos últimos días y compartiendo con ella sus más recientes experiencias mientras que la chica le escuchaba atentamente. El simple hecho de estar así, tan bien entre ellos, les hizo regresar a aquel día tan surrealista, provocándoles un fuerte déjà vu y dejando pasar el tiempo.
En un momento dado los dos sacaron a sus pokémon para que les hicieran compañía y meloetta revoloteó sobre Nanci, feliz. Luego se dirigió hacia el extremo del bauprés y se sentó en él, comenzaba a atardecer y la luz anaranjada incidía sobre la superficie del agua, reflejándose en el casco. Meloetta sonrió y, en ese momento, comenzó a cantar una suave melodía que se extendió por todo el lugar, resonando sobre el agua y planeando por el aire; los dos chicos la observaron cantar y pudieron sentir, una vez más, como sus corazones se calmaban y todo volvía a estar bien con el mundo. En la cubierta, los soldados que allí estaban escucharon con atención también, sintiéndose un poco mejor; desde el puente de mando Acromo también pudo escucharla y tan solo cerró los ojos, esbozando una alegre sonrisa, recordando otros tiempos. Tras el breve pero profundo canto, sobrevino una calma absoluta y los dos se quedaron en silencio, contemplando las vistas. En ese momento, la chica comenzó a relatar.
-Mi madre era una científica como mi padre, se conocieron en la facultad y se enamoraron rápidamente; una vez terminados los estudios se enfocaron en la investigación y el estudio, ella pensaba igual que él y enseguida coincidieron en que la fuerza de los pokémon debía de surgir de alguna forma u otra. Fue mi madre la que concibió la idea de una máquina que pudiera medir la fuerza física y motriz de un pokémon para aplicarlo después a la investigación de campo. Yo nací poco después, pero cuando tenía unos cinco años mi madre enfermó de golpe de una enfermedad extraña que los médicos no supieron identificar; hicieron todo lo posible por salvarla, pero ésta la fue consumiendo lentamente hasta que murió. Tendría yo seis años, estuve a su lado cuando se fue, ella me pidió que fuera fuerte y que cuidara de papá, que fuera una buena hija y le ayudara siempre.
Rizzo la miró y ella parpadeó, dejando caer unas lágrimas.
-Hice lo que mi madre me pidió y ayudé a mi padre en sus investigaciones, sacándolo adelante entre sus constantes depresiones; hasta que, después de años con la misma rutina, ese hombre apareció de la nada y nos obligó a ayudarle en todo lo que nos pidiera. Le prometió jauja a mi padre y él no tuvo más remedio que aceptar para sacar su proyecto adelante. Si lo hizo fue sobre todo por hacer la visión de mi madre realidad, ya que el diseño y concepción de la máquina era enteramente suyo. Podría decirse que con esa máquina el legado de mi madre perdura. Por eso es tan importante para él.
Ambos se miraron a los ojos por un instante y ella esbozó una leve sonrisa; Rizzo asintió levemente con la cabeza y fue su turno para hablar.
-Yo... bueno, no tengo gran cosa que contar aparte de lo que ya te he contado. Nunca llegué a tener una figura paterna como la tienes tú y, a decir verdad, nunca la necesité. Mi madre tampoco la necesitó para criarme, por lo que nunca llegué a echar en falta algo así. Cuanto más lo pienso, menos importancia le doy. De lo que sí me arrepiento ahora es de haberme distanciado tanto de mi madre. Es por eso por lo que me gustaría hacer las cosas bien a partir de ahora.
Hubo un breve silencio tan solo roto por las olas del mar chocando contra el casco de la fragata, el chico y la chica se miraron por un momento, diciéndoselo todo en nada. Nanci comentó en ese momento.
-Vaya, no somos tan diferentes como yo pensaba…
-No…
En ese momento ambos compartieron una sonrisa, dejando cualquier tipo de duda atrás, especialmente Rizzo. Si todavía quedaba algún atisbo de algo que no fuera cualquier otra cosa diametralmente opuesta a lo que estaba pensando en ese momento, ya no había razón alguna para pensar lo contrario. Los dos se relajaron un poco más, al tiempo que el chico aprovechaba el momento para informarla sobre las últimas noticias.
-Por cierto, también venía a comentarte que dentro de poco se va a celebrar la primera edición del Pokémon World Tournament en ciudad Fayenza, yo voy a participar, si quieres venirte tú también…
-Ah, sí, ya nos estuvo contando Yakón aquella vez. Tal vez sea buen momento para quitarme esa espinita clavada que tengo desde la última vez que competí...
-Genial, la temporada empieza dentro de tres días, estaré por la ciudad.
-Vale, te pegaré un toque en cuanto llegue.
Rizzo se quedó por allí un rato más y al final se marchó, despidiéndose tanto de ella como de Acromo, el cual salió del puente de mando para darle la mano. Ahora, todo estaba mejor con el mundo, un poco más.
Esa noche, en el Santuario Abundancia, las cosechas se mecían lentamente con el suave viento proveniente del este; en esa tierra, de la que se decía que estaba bendecida, manaban muchos de los alimentos que se vendían o exportaban a lo largo y ancho de todo el cantón, junto con los de ciudad Loza. Una sombra cruzó la explanada que separaba las cosechas de un altar con un tejadillo a dos aguas, coronado por velas y lo estuvo observando en silencio y con actitud pensativa. En ese justo momento apareció el guarda del santuario y al ver a la figura saludó.
-Buenas noches, señor… ¿contemplando las vistas?
-Se podría decir que sí…
-¿Qué le parece? Un año más, las cosechas dan sus frutos y, por supuesto, se lo agradecemos al gran landorus iluminando su altar.
-¿Landorus?
-¿No conoce la leyenda?
-Digamos que… no soy de aquí.
-Oh, ya veo, es usted extranjero… en ese caso no le importará que le cuente un poco lo que se dice acerca de estas tierras…
El hombre, ataviado en un traje negro, esbozó una divertida sonrisa y murmuró.
-Ilumíneme…
-Se dice que, hace muchos años, durante el periodo de las grandes guerras, todos los damnificados venían a este lado del cantón buscando cobijo y sustento, huyendo de los horrores de la guerra. Se asentaron por las zonas cercanas y trataron de cultivar la tierra, pero ésta parecía estar seca y yerma y era imposible que nada arraigara. La gente pasaba hambre mientras que la guerra hacía estragos al otro lado del cantón. Y, para colmo, aparecieron dos extraños pokémon de entre las nubes, los cuales comenzaron a pelear entre ellos sin descanso, dilapidando los campos. Las gentes rezaron entonces por un milagro que parara a sendos pokémon tan destructivos hasta que, al final, un tercer pokémon hizo acto de aparición.
-Landorus…
-Así es, con su gran fuerza consiguió aplacar la ira del pokémon de los vientos, tornadus, y el pokémon del trueno, thundurus. Como agradecimiento, la gente realizó un espejo mágico como ofrenda al legendario landorus y éste, agradecido, bendijo éstas tierras para que diera frutos en abundancia.
-¿Un espejo mágico?
-Sí, el espejo veraz, se dice que es capaz de reflejar el verdadero espíritu de quien se mira en él, la verdadera forma que hay detrás de cada uno de nosotros. Se guarda con mucho mimo en el mismo altar.
El hombre sonrió un poco más y murmuró en ese momento.
-Ya veo… gracias por la información, anciano.
Antes de que el susodicho pudiera responder a eso, el hombre hizo mano de un pañuelo y le cubrió la cara con él; el guarda trató de zafarse, pero en menos de cinco segundos se desplomó en el suelo profundamente dormido. El hombre de negro se guardó el pañuelo y se acercó con mucha parsimonia al altar; abrió la portezuela y contempló el espejo veraz, antes de cogerlo y guardárselo en un maletín que llevaba consigo, desapareciendo de allí rápidamente.
¡Retomamos Pokémon tras un ligero parón! He estado un poco liado los últimos días, pero por fin he podido sacar un poco de tiempo para terminar este capítulo. Hablemos un poco de él.
En éste se puede empezar a ver un poco la nueva actitud de Rizzo, más tranquila y no tan echada p'alante como antes, pero sin perder del todo ese "encanto" que tanto le caracterizaba antes. Ahora es más consciente de sí mismo, y por eso he querido empezar con la primera sesión de terapia, para ir mostrando un poco detalles varios acerca de su nueva condición, que será determinante para ir configurando a este nuevo Rizzo. Que ahora quiera mejorar no tiene por qué cambiar su forma de ser, al menos al principio, y esto es algo en lo que quiero hacer un particular énfasis. Para mostrarlo como tal he aprovechado las nuevas interacciones con personajes ya conocidos, especialmente con Nanci, con la cual por fin ha hecho contacto emocional y comprensivamente hablando, volviéndose, ahora sí, amigos formales. La nueva relación entre los dos será determinante para ambos durante el resto de capítulos, así que esperad más interacciones entre ellos en ese sentido.
También he aprovechado para hacer que la subtrama policial también entre en un nuevo capítulo, por así decirlo, en el que Cheerful toma las riendas. Y sí, la última parte del capítulo tiene mucho que ver en ese sentido, así que esperad cosas interesantes.
Y nada más por el momento, ando preparando parte del examen de euskera, así que estaré un poco ocupado, pero en cuanto tenga tiempo continuaré con los siguientes capítulos. Comentad, dejad reviews y todo eso. ¡Nos leemos!
