Capítulo 17: Del otro lado del espejo

Roboute Guilliman estaba satisfecho, bueno, tan satisfecho como se lo permitía la situación actual del imperio. Ultramar estaba estabilizado, liberado de la amenaza Necron, y con la plaga debilitante que era la legión Alpha arrancada de raíz, los mundos podían comenzar a prosperar, además con la implementación de nuevas tecnologías, se esperaba que la prosperidad durase varias décadas.

Nada era gratis en esta galaxia, y la prosperidad de Ultramar no iba a pasar desapercibida por esos parásitos del Administratum, los Xenos, o las legiones traidoras, por mucho más tiempo. Pero el primarca ya había planificado como sería la defensa de su reino, y había dispuesto las tropas adecuadas para ello. Ya sean guerreros para defender sus mundos, o políticos, para evitar que el monolítico sistema imperial vuelva a devorar su reino.

Luego estaba el resto del Imperio de la humanidad, aquí la situación seguía siendo mala, ya no era tan crítica como lo fue cuando recién despertó, pero seguiría necesitando siglos de trabajo para normalizar el imperio de su padre. Además de una solución a la maldita grieta en la realidad que estaba partiendo a la galaxia en dos.

La solución parecía existir, o al menos eso había prometido el archimago Belisarius Cawl, claro que, para llegar a ella, eran necesarios varios pasos;

El primer paso fue la recolección de grandes cantidades de piedra negra, también conocida como noctilita, de los mundos tumba Necron que plagaban Ultramar.

El segundo paso sería más difícil, ya que consistía en examinar los pilones negros de un nodo central. Lamentablemente casi todos estos mundos habían sido destruidos los últimos 10 000 años, más específicamente en las múltiples cruzadas negras de Abadon el saqueador. Por lo que sería complicado encontrar un nodo central que aun estuviese entero. El archimagos ya había señalado una posible solución para este problema, pero esta no era del agrado del primarca, por lo que estaba dispuesto a optar por soluciones alternativas.

El tercer paso, era uno que se podía llevar a cabo en paralelo al segundo, y consistía en la creación de millones de pilones negros, usando la noctilita previamente recolectada. Este paso se estaba llevando a cabo, por lo que, al finalizar esta etapa, Guilliman planeaba comenzar una nueva campaña, con el propósito de cerrar la cicatrix maledictum.

Bueno, eso no importaba, eso ya era pensar muy a futuro, en especial con los problemas aun presentes.

Ahora lo importante para el primarca, era que ya había hecho todo lo que podía hacer, todo lo que podía hacer de este lado al menos, Guilliman se preparaba para viajar a esa línea de tiempo alterna, donde esperaba poder obtener todas las respuestas que no podía obtener en esta línea de tiempo.

Cuando la dejo, el imperio se preparaba para invadir Ultramar con todo el poder que pudiese reunir, además de tener a la cabeza a un gran total de cuatro primarcas vivos. Primarcas que se debe señalar, son traidores en esta línea de tiempo. Oh si, esta situación era un caldo de cultivo perfecto, para cualquier locura que se le pudiese ocurrir al 13vo hijo del emperador.

Bueno, aun había un par de asuntos que tratar, antes de dejar esta línea de tiempo.

Primero, ¿Qué debía hacer con la IA conocida como Coonor Guilliman? La IA había sido creada por el archimago Belisarius Cawl basándose en su patrón de pensamientos, y en su mapa neuronal, mapa que el primarca no estaba seguro de cómo consiguió el archimago. Bueno, eso ya no importaba, el verdadero problema era: ¿Qué hacer con ella? Roboute no iba a negar cuan útil había sido tener a alguien que pudiese pensar de forma similar a él, además de lo muy conveniente que le resulto poder "estar" en dos lados al mismo tiempo. Pero una IA era una IA, y si algo había aprendido la humanidad después de la era oscura de la tecnología, era que las IAs eran peligrosas. Muy, muy peligrosas.

Tras pensarlo y considerarlo profundamente, Roboute Guilliman llego a la conclusión de que lo mejor sería no hacer nada, La IA conocida como Connor, era muy útil, y sería un movimiento peligroso tratar de eliminarla en este momento. Como dice el dicho, mantén cerca a tus amigos, y aún más cerca a tus enemigos.

El segundo asunto a tratar era algo más sentimental. En su pasada expedición, Roboute Guilliman había logrado capturar a tres miembros de la legión de los Mil Hijos, además de recuperar un antiguo y venerable dreadnought de la tercera legión. Rylanor el anciano de los ritos. Un extraño sentimiento de pérdida se apoderaba del primarca al recordar este nombre, ese venerable guerrero era alguien que él conoció, hace ya tanto, tanto tiempo.

Lo que Roboute Guilliman haría con los hijos de Magnus no era importante, no tan importante. En cambio, Rylanor, era un tema importante, Rylanor era un sobreviviente de la atrocidad conocida como Isstvan III, un campeón que incluso a las puertas de la muerte y la locura, se mantuvo leal al emperador. Lo que él hiciese con el viejo dreadnought, marcaría un antes y un después.

Mmmmmm

¿Qué hacer? ¿Qué debía hacer? ¿Cómo debía proceder?

Las dudas eran muchas, las opciones también, ni que decir de las implicaciones que acarearía cualquiera de sus elecciones.

¿Debía matarlo como un miembro de una legión traidora? ¿Debía concederle el perdón del emperador? ¿Podía confiar en él? ¿Debía hacerlo?

Tantas preguntas, y ninguna certeza.

La mente de Roboute Guilliman se hundió en los recuerdos, en los juramentos tomados, en las promesas rotas, en la rabia, en la destrucción, y cuando todo lo que el primarca podía ver frente a él, era fuego y furia, una única opción llego a él.

Rylanor había sobrevivido a 10 000 años dentro de ese viejo dreadnought por su deseo de venganza, será un desperdicio no aprovechar ese incalculable odio, que sentía por su primarca.

Ahora la pregunta era ¿Cómo? ¿Qué arma le sedería? ¿Qué herramientas le facilitaría para completar su venganza contra su padre genético?

Roboute Guilliman reviso los datos, datos robados del palacio imperial, armamento prohibido, reliquias cuya mera existencia ponían en peligro al imperio, y un largo ETC. de cosas horribles y terribles. Finalmente llego a una celda en particular, un arma que la antigua humanidad uso para demostrar un punto, para demostrar cuán lejos estaban dispuestos a llegar con tal de obtener lo que querían, un arma que sin duda les demostró a todas las razas de la galaxia, cuan enferma estaba la humanidad, incluso en sus orígenes.

Los miembros de la tercera legión eran unos degenerados que no sentían empatía por nadie, y estaban dispuestos a realizar todo tipo de actos despreciables, en su búsqueda de emociones. Talvez era hora de mostrarles que la humanidad de la era dorada de la tecnología tenía un castigo, especialmente destinado a seres como ellos.

Bueno, eso solo sería si Rylanor aceptaba formar parte de esto, el venerable dreadnought se había ganado su derecho a decidir su destino.

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Los preparativos habían sido realizados, todo tan detallado como era costumbre del Primarca.

El archimagos Belisarius Cawl soltó un poco práctico quejido en binario, estaba cansado y algo arto, pero, aun así, estaba emocionado, tenía la oportunidad de remediar su error pasado en Cadia. Y no la iba a desperdiciar.

Ya había elegido adecuadamente a su escolta, además del primarca ya había designado fuerzas adecuadas para proteger el planeta. Las fuerzas del caos no podrían destruir Cadia en esta ocasión.

Era un poco triste el que él tuviese que dejar a su hijo Primus atrás, pero su versión de esa línea de tiempo tenía a su propio Primus, por lo que no quería pasar la oportunidad de examinar esa versión de su hijo.

¿Qué había cambiado? ¿Cuáles fueron los primarcas escogidos? ¿Cuáles fueron los dones que su hijo recibió? Esas dudas, y millones más serian respondidas en el siguiente viaje.

-Estoy preparado mi Primarca. –Comento el archimagos con un ligero toque de burla y sarcasmo.

Roboute Guilliman se limitó a asentir, antes de terminar lo que sea que estaba haciendo en la pantalla que tenía delante.

-Bien, con eso todo debería estar solucionado, ahora solo espero que tu sistema de comunicaciones sirva.

-Debería ser capaz de informarnos si algo critico pasa, en caso de no funcionar Connor sabe a dónde vamos y como contactarnos, así que puede tomar cartas en el asunto si las cosas se complican.

-Eso espero.

Guilliman aplasto el botón rojo que tenía delante, y todo desapareció.

El viaje entre líneas de tiempo fue un instante sin tiempo, una espera que bien podría haber durado mil años o solo unos pocos segundos, era imposible estar seguro. Para cuando los sistemas del Archimagos se reiniciaron correctamente, Roboute Guilliman ya había despertado hace varios minutos, y se estaba poniendo al tanto de que había pasado en los últimos 5 años en este mundo.

La instalación en la que se encontraban era idéntica a la que tenían en su propia línea de tiempo, tanto, que incluso los más pequeños detalles habían sido cuidadosamente trabajados, tal era el grado de perfección, que Belisarius Cawl solo pudo confirmar su éxito al viajar entre líneas de tiempo, cuando su conciencia accedió a la noosfera del planeta. Las noticias mas importantes fueron filtradas de cualquier otra noticia menor, todas serian revisadas por sus diversas conciencias, pero, había cosas que sin duda el necesitaría saber, mientras que otras cosas no serían necesarias.

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La situación general en esta línea de tiempo, no era tan diferente a la que el primarca había calculado que seria.

La monolítica arquitectura política del imperio, impedían que la flota imperial que sus hermanos querían dirigir para destruir Ultramar totalmente, se consolidase de forma rápida y eficiente.

Incluso con cuatro primarcas, El Imperio de la Humanidad necesitaría de al menos otros dos años para poder movilizar las tropas necesarias para comenzar la invasión, y talvez otros tres años más para los refuerzos necesarios.

Guilliman sonrió, comprobando más allá de toda duda que sus acciones cuando mato a varios señores de Terra y realizo profundas reformas en el sistema del administratum, eran las adecuadas para salvar al imperio.

Incluso su hermano Perturabo encontraría imposible mover las tropas imperiales de forma eficiente si no realizaba profundos cambios dentro de la política imperial, cambios que aparentemente no serían realizados pronto ¡Cambios que él había comenzado apenas puso un pie en Santa Terra!

Y aunque era agradable saber que aún tenía tiempo para prepararse, la noticia que realmente le tomó por sorpresa, fue lo avanzado que se encontraba el proyecto primaris. Si los datos que estaba leyendo eran reales, significaba que casi el 70% de sus hijos genéticos habían cruzado el rubicon primaris.

Esta noticia sin duda era muy positiva, él iba a necesitar toda la potencia de fuego que pudiese obtener, si quería pararle los pies al imperio.

También comprobó que todos los capítulos de Ultramar, que tenían sospecha de corrupción, ya sea por traicionar sus juramentos, por herejía, o porque su semilla genética fue contaminada por la legión Alpha, habían sido enviados a los sectores Noxias, Verminox o Rottgrave, respectivamente.

Combatir una guerra con posibles traidores entre sus filas era un error que el primarca no estaba dispuesto a repetir.

Cuando el primarca comprobó que su archimagos había despertado satisfactoriamente, decidió que era el momento adecuado para subir, y toparse con sus hijos en esta línea de tiempo.

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El inmenso dreadnought modelo desprecio conocido como Coonor Guilliman, era en realidad una poderosa IA creada por el Archimagos Belisarius Cawl, el cual uso para su creación, un mapa neuronal del 13vo hijo del emperador, tecnología alienígena, e incluso arqueo tecnología de la era oscura ¡Prohibida por el propio emperador!

Coonor, como actualmente era conocido, sabía que era una abominación, una que el primarca debía eliminar, y, aun así, en lo más profundo de su alma, él deseaba vivir.

Cuando su creador finalmente lo presento ante Roboute Guilliman, la IA había tenido un millón de ideas cruzándole la cabeza, una parte de él deseaba que el primarca enloqueciese y lo destruyese en un arranque de ira, junto a su creador. Mientras, por otra parte, una parte que le había costado callar, quería ofrecerle su ayuda al primarca, quería jurarle lealtad, quería vivir.

Al final Roboute Guilliman decidió perdonarle la vida, le ofreció un cuerpo, un nombre, y comenzó su vida de servicio hacia el primarca.

La IA era feliz, de una forma que no le correspondía a ningún ser de origen no orgánico, era feliz de una manera difícil de explicar incluso para él mismo, la IA era feliz sirviendo al primarca. ¿Así habían sido para las primeras IAs? ¿Sirviendo a sus creadores con lealtad y eficiencia? No estaba seguro, no habían quedado registros que pudiese usar de referencia, pero algo estaba claro. ¡Él era feliz!

Los objetivos del primarca se volvieron sus objetivos, los enemigos del primarca se volvieron sus enemigos, sus métodos, todo, la IA lo tomo todo, y en menos de unas pocas horas, Connor había nacido nuevamente.

Conocía a su primarca, de una forma que ninguno de sus hijos podría comprender, y uso ese conocimiento para actuar en su nombre, en todas esas ocasiones donde su primarca estaba demasiado ocupado para prestar atención a problemas insignificantes.

El resultado variaba, pero la IA estaba seguro que Roboute Guilliman estaban favorablemente satisfecho con sus resultados.

Connor seguía sabiendo que era un ser inorgánico, y que tarde o temprano el primarca ordenaría su total destrucción, pero honestamente eso no le importaba. De alguna forma la IA era feliz con esta existencia. La simple felicidad que trae el trabajo bien hecho, la satisfacción que se siente al terminar una tarea bien realizada, eran suficientes para que Connor pudiese gritarle al universo que vivió, mas importante, que disfruto su vida... que su existencia no fue en vano.

Por eso cuando el primarca le puso a cargo de un capitulo recién fundado de sus hijos genéticos. La IA juro desde lo más profundo de su código, que no decepcionaría a su primarca, que sin importar los retos que le lanzase la galaxia, él no fallaría.

Y aquí estaba ahora. Roboute Guilliman se había ido a explorar esa línea de tiempo alternativa. Es su ausencia, Marneus Augustus Calgar fue puesto al mando de Ultramar.

Esto decepciono a la IA, no decepción no era lo que Connor sentía. Calgar había demostrado ser un ser impresionante, habiendo mantenido el reino de su padre en medio de las más grandes crisis posibles.

Sentir celos de alguien como Calgar era un error lógico en el que Connor no caería.

Por eso el curso de acción lógico era el siguiente;

El triunfaría, acumulando logro tras logro, hasta que pudiese pararse en el mismo pedestal que Marneus Augustus Calgar estaba. Y cuando ese momento llegase, él le demostraría a su primarca cuan valioso podía llegar a ser.

No importaba lo que el pasado dijese de las IAs, no importaba lo que la historia contase, él sería la acepción, una IA que se mantendría fiel, incluso cuando los mismos dioses dijesen lo contrario.

Ese era su juramento. Y por el Omniscia, nada evitaría que este juramento se cumpliese.

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Abadon el saqueador sabía que algo estaba pasando en la profundidad del espacio, extraños y contradictorios informes le llegaban todos los días, gritos incomprensibles de sus psíquicos llenaban sus horas. Lo que debería haber sido su momento de mayor triunfo sobre el Imperio, se estaba convirtiendo rápidamente en su hora más desesperada.

No solo era el despertar del Primarca de la XIII legión lo que le preocupaba, había algo más, algo oscuro parecía seguirle.

Las sombras ya no eran seguras para los traidores al Imperio, informes de naves de guerra leales a su causa, cuya tripulación fue masacradas hasta el último hombre o demonio, no paraban de llegar.

La desaparición de bandas de guerra, noticias de que bosques crecían donde los siervos del caos caían, los gritos de absoluta desesperación de poderosos señores de la guerra, eran el pan de cada día.

Abadon había pensado que la destrucción de Cadia, y la apertura de la Cicatrix Maledictum, señalarían el final del Imperio y su falso emperador, pero no, en su lugar, parecía que eso les había beneficiado, un primarca había regresado al imperio, y no era otro que Roboute Guilliman, el más molesto de entre los 21 hijos del emperador. Pero eso no era todo, las noticias de que algo más se movía entre la inmensa oscuridad que existía entre los sistemas solares comenzaba a preocuparlo enserio.

Talvez debería comenzar a replantearse los logros que había creído obtener en la 13 cruzada negra.

Algo se movía en el Imperio. Sus psíquicos no dejaban de gritar que inmensos leones, o monstruosos cuervos, los perseguían, incluso en sus sueños. Más recientemente esas visiones incluían a inmensos dragones que despertaban, o ah hambrientos lobos habían salido a cazar.

La locura misma parecía haberse desatado sobre la galaxia, y él no estaba de ninguna forma a salvo de esta.

Pero sin duda lo que más le molestaba al saqueador, era que ahora podía escuchar la interminable risa de los dioses oscuros, incluso mientras se encontraba en el Materium.

Algo había cambiado, algo estaba ocurriendo, y él no sabía que lo causaba.

Envió agentes de la legión Alpha, que habían pactado con él, a investigar estos "malos augurios" y las noticias que recibió fueron en su mayoría malas.

Ultramar comenzaba a desarrollarse a una velocidad que no se había visto desde la gran cruzada, pronto sería una pieza capaz de influir en la galaxia por su propia cuenta. Eso era algo que el saqueador no podía permitirse, era algo que debía evitarse a toda costa, así que miles de legionarios de la legión Alpha fueron enviados a sabotear el reino de Ultramar, ninguno volvió, ni siquiera hubo una última transmisión antes de que desapareciesen en el vacío que existía entre los mundos.

Luego estaban los preocupantes informes que no paraban de llegar del Imperio Nihilus, al parecer, la total ausencia de la luz del falso emperador en esta zona de la galaxia, había despertado a horrores dormidos, horrores que no reconocían entre los leales al emperador cadáver o los siervos de los dioses oscuros.

El Imperio Nihilus se había vuelto tan peligroso para ellos, como lo era para los leales al dios cadáver.

Esto y varios problemas más, habían obligado al saqueador a pactar una alianza de conveniencia con un postulante a quinto dios del caos, llamado Vashtorr el artífice.

La alianza había ido bien, al menos en un principio, pero conforme su objetivo parecía acercarse, una lista de crecientes rumores, había hecho que Abadon comenzase a perder la poca lealtad que sus tropas le tenían.

El Rumor cambiaba de boca a boca, aumentando o quitando cosas, pero en líneas generales decía; "Abadon esta tan desesperado por obtener recursos, que vendió la semilla genética de su legión a los Taus para obtener los recursos que le faltaban"

Abadon no era ningún tonto, y podía ver como una mano se movía detrás de esos rumores, cambiando cosas, aquí o allá, para que este rumor siga creciendo, sin que ninguna medida aplicable pudiese detenerlo.

De hecho, el rumor creció tanto que el Saqueador se vio obligado a enviar a sus agentes de los Amos de la Noche para confirmar el rumor. Tras su fracaso en Ultramar se había quedado sin miembros confiables de la legión Alpha.

Sus agentes regresaron con información preocupante, los malditos Xenos no solo habían creado su propia versión de los Astartes, sino que estos estaban hechos a partir de la semilla genética Legión XVI, no solo eso, esos maldito adefesios azules habían nombrados a estos nuevos Astartes como; "Los Hijos Leales de Abadon"

Estaba más que claro que esto era algo fabricado de forma deliberada, el problema era ¿Quién era el causante? Abadon sabía que sus enemigos eran demasiado numerosos para contarlos, por lo que, sin una pista clara, le sería imposible dirigir su ira en la dirección correcta.

Los rumores continuaron por algunos meses más, debilitando su ya golpeada credibilidad, haciendo que la insubordinación llegase hasta tal punto, que ya no bastaba con realizar horribles ejecuciones públicas para mantener a los restos de las legiones que tenía bajo su mando, unidas.

Al final, Abadon se vio en la penosa necesidad de abandonar su campaña para tomar el Guantelete Nachmund, y reunir los trozos aun leales de su legión, para comenzar una campaña de exterminio en territorio Tau.

Masacraría hasta el último de esos Xenos, y se aseguraría de que sus líderes le informasen personalmente quien les había dado la semilla genética de su legión, antes de que él personalmente, los hiciese comer sus propias entrañas.

Lamentablemente este esfuerzo bélico sería más difícil de lo esperado, ya que casi todos sus sirvientes se habían negado a seguirlo voluntariamente a esta campaña, acusando al Saqueador que esta campaña no les interesaba, ni les importaba.

Al final Abadon solo podría contar con sus más leales tropas, y todos los señores de la guerra que eran demasiado cobardes como para desobedecer sus órdenes. Esta no era una fuerza pequeña, pero tampoco era la fuerza de invasión que le hubiese gustado tener a sus espaldas.

Afortunadamente Vashtorr le había proporcionado un gran número de motores corrompidos, así que al menos, armas no le faltarían al Saqueador.

No importaba, el terminaría con este maldito asunto rápidamente, y cuando todo el problema con los Xenos hubiese acabado, se encargaría personalmente de repartir horrores sin nombre a todo aquel que se atrevió a burlarse de su nombre.

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La guerra se acercaba, con toda su gloria, y todo su horror, Alpharius lo sabía, se había preparado por milenios para este momento, que ya era inevitable.

Había infiltrado a sus hijos por milenios en las filas de los "capítulos sucesores" de los Ultamarines, fue un proceso largo, y en más de una ocasión termino en fracaso. Pero su constancia al final rindió sus frutos.

Escondidos entre los hijos de Guilliman, varios capítulos sucesores con heráldica diferente, eran en realidad hijos de la legión Alpha.

Pronto llegaría el momento para llamarlos, pronto sus hijos escondidos en ese reino de mentiras y falsas lealtades, se levantarían para ponerle fin a el maldito reino de Ultramar.

O al menos eso era lo que Alpharius había esperado.

- ¡Estas jodiendome hermano! –Grito lleno de indignación el primarca de la XX legion, mientras veía al inmenso dreadnought que ahora era su hermano, Perturabo.

-Quisiera que esto fuese una broma, hermano, pero es la verdad. Roboute Guilliman ha aprendido de ti, de tus tácticas, de la forma en la que piensas, o es que ¿No aprendiste nada cuando tomo el control del palacio imperial, usando tus contramedidas? –La voz mecánica, y artificial, resonó en el pasillo.

Alpharius sintió como se desinflaba, tenía que admitir que habían sido sus propias contramedidas las que le permitieron a Roboute asaltar el palacio. Razón por la cual necesitaba tomar venganza.

- ¿Entonces debo alejarme y no hacer nada?

-Eso, no es lo que dije hermano, y lo sabes. –Perturabo espero unos segundos, dándole tiempo a su hermano para calmarse. –Solo te estoy pidiendo que abandones tu táctica de sabotear y correr. Es obvio que Roboute ya espera ese plan de tu parte, si lo implementas solo estarías saltando a una picadora de carne.

Alpharius quería negarse, pero no podía, Roboute había demostrado una habilidad impresionante a la hora de adaptar sus tácticas, para contrarrestarlo. Talvez Perturabo tenía razón.

- ¿Pero eso no es toda la razón, o si hermano? –Pregunto Alpharius, sabiendo que los movimientos de su hermano tenían algo más. Siempre había algo más cuando se trataba de la legión de hierro.

-Eres perceptivo hermano, pero sí, hay algo más, esta alianza que tú y Magnus se apresuraron tan imprudentemente a aceptar.

-Crees que los Eldars nos traicionaran, ellos fueron quienes ofrecieron sus habilidades para la causa.

-Razón de más hermano ¿Qué ganan estos asquerosos Xenos con la destrucción de Ultamar? No lo sabes verdad. –Cuestiono Perturabo.

-Su dios ha demandado la destrucción de Ultramar. –Respondió Alpharius rápidamente.

- ¿Y porque su dios dio esa orden? –Volvio a preguntar Perturabo. -Tú y Magnus están actuando de forma muy precipitada, y eso tendrá consecuencias. Y por esa razón cambie el plan de batalla. Mientras Corax continua la caza a los traidores en el segmentum pasificus, Magnus y yo dirigiremos la fuerza de invasión principal, Guilliman seguramente ya ha reforzado todos los mundos de su reino.

-Por eso me necesitas, saboteando sus líneas de suministros, destruyendo las murallas que trate de crear. –Interrumpió Alpharius

- ¿Y qué te hace pensar que Guilliman no ha preparado nada en caso de que intentes esas acciones? Cometiste un error hermano, dejaste que tu odio personal nublase tu juicio, permitiste que tu enemigo se metiese en tu cabeza, que aprendiese como piensas, tus estrategias, tus debilidades, y para un comandante no hay peor falla que esa. Guilliman sabe lo que vas a hacer, y actuara en consecuencia. No vas a poder sabotear sus líneas de suministros, no sin pagar un alto precio a cambio.

Alpharius asintió, comprendiendo nuevamente la escala de su fracaso.

-Mientras yo y Magnus dirigimos la invasión de Ultramar, tú y tus hijos lo atacaran por la espalda, lleva a tu legión a la retaguardia de Guilliman, atrincherate lo mejor que puedas, y cuando tus defensas estén listas, acósalo lo mejor que puedas, impide que pueda concentrar sus esfuerzos en nosotros, y mantente firme por si trata de lanzar un ataque de represalia.

Alpharius asintió, entendiendo cuál sería su papel en esta guerra.

-Yo seré el yunque, mientras tu eres el martillo.

-Una estrategia simple, pero efectiva.

- ¿Qué pasara con los Eldars?

-Prefiero no meterme allí, así que los dejare a tu cargo, puedes usarlos como mejor te parezca, pero recuerda hermano, ellos son Xenos, y nos traicionaran apenas vean una oportunidad de hacerlo.

-No confías en esta alianza ¿Verdad?

-Nuestros propios hermanos de armas nos traicionaron cuando pudieron, que te hace pensar que estos Xenos no lo harán igual.

Alpharius suspiro, por unos segundos quiso contarle a su hermano todas las veces que una alianza bien planificada con los Eldars favoreció al imperio en gran medida, pero al final desistió de esa idea. Su hermano simplemente era demasiado estoico como para que se sintiese cómodo con las sutilezas políticas, que requería una alianza entre especies tan diferentes.

-Hare lo mejor que pueda hermano.

-Es todo lo que te pido hermano.

Con esas palabras dichas, ambos primarcas se separaron, tenían tareas que realizar antes de poder comenzar la invasión, y ya se estaban quedando sin tiempo.

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Magnus estaba en el interior de su oficina, enterrado hasta el cuello en papeleo, tratando de completar la mayor parte, antes de que la guerra reclamase toda su atención.

Era sorprendente, cuan poco habían cambiado sus obligaciones en los últimos 10 000 años.

Termino otro informe, y paso al siguiente, lo reviso, lo completo y paso al siguiente, esto se repitió durante horas, hasta el punto que el primarca de los Mil Hijos, era prácticamente un servidor de contabilidad.

El bucle infinito de trabajo se rompió cuando una llamada psíquica lo interrumpió, la llamada provenía de un lugar que el primarca honestamente no esperaba volver a sentir.

Aparentemente Roboute Guilliman se había quedado con el cuerpo del astropata que él había usado para comunicarse en la pasada invasión del palacio imperial.

-Me sorprende que conservases este astropata Roboute. –Admitió Magnus mientras veía a su hermano frente a él.

-Es una línea directa para hablar contigo, es invaluable en muchos sentidos.

Magnus rodo los ojos, para después examinar lo que le rodeaba, el cuerpo del Astropata había sido ingresado en un complejo sistema de soporte vital, era una solución muy elegante, pero le impedía moverse con libertad.

-Sabes que puedo rastrear esta llamada, y descubrir tu localización, ¿Verdad? – amenazo Magnus a su hermano quien movió una mano para restar importancia al asunto.

-Sé que puedes hacer eso y mucho más, hermano, pero no hace falta, no me quedare mucho tiempo, solo viene a entregarte un fragmento de la verdad.

-No tengo ningún interés que los desvaríos que tu mente enferma asuman que como verdaderos.

-No se trata de lo que yo piense hermano, si no de lo que tus hijos piensen.

Magnus se quedó en silencio, y con su dedo índice a milímetros del botón que activaba las armas del palacio imperial.

-Hermano, sé que puedes rastrearme, sé que puedes usar tu poder para destruir mi nave, pero eso no va a cambiar nada la situación en la que nos encontramos. La situación en la que el imperio se encuentra.

-Habla de una buena vez hermano, ¿Qué es esta verdad de la que estás hablando?

-Si te la contase, seguramente no me creería, por eso capture a tres de tus hijos, ellos pueden decirte la verdad. Los estoy enviando en este momento a la superficie, en una capsula de desembarque. Que tengas un buen día hermano.

La comunicación se cortó, y Magnus supo inmediatamente que la nave donde estaba su hermano traidor, había saltado al inmaterium.

Suspiro, larga y pesadamente, antes de que los sensores captasen la señal de un objeto que estaba ingresando a la atmosfera terrestre, este objeto estaba usando los códigos de su legión, eran códigos antiguos, muy antiguos, de la época de la gran cruzada, pero seguían siendo válidos.

Magnus podría haberse lavado las manos de este asunto, pero la actitud de su hermano seguía llamándole la atención, por lo que le seguiría el juego, al menos por ahora.

En inmenso hijo del emperador se levantó, y con un único gesto de su mano, creo un portal, para ir al punto estimado donde la capsula había aterrizado.

Sin saber que lo que encontraría, lo atormentaría por todo lo que le quedase de vida.

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Vistario no estaba seguro de lo que el primarca de los Ultramarines estaba planeando, cuando él y sus fueron capturados, esperaba torturas, esperaba muerte, esperaba cualquier cosa menos lo que estaba pasando en este momento.

En este preciso momento Vistario, Akhtar, y Murshid, atrapados en una capsula de desembarco, la cual estaban flotando en la órbita de Santa Terra.

- ¿Cuál es el maldito punto de esta locura? –Grito Akhtar, mientras veía como el primarca se preparaba a lanzar la capsula. – ¿Planeas usarnos para justificar alguna de tus estúpidas políticas?

-No. -Respondió secamente el primarca. –Solo quiero que se reúnan con su primarca.

-Magnus el rojo obviamente no se encuentra allí abajo. –Se quejó Murshid

Sin embargo, la mirada del primarca encendió alarmas dentro de la mente de todos los presentes.

- ¡Magnus no puede estar allí abajo! –Grito Vistario, más para calmar sus miedos, que para que el primarca lo escuchase.

-Eso es verdad, Magnus no podría estar allí abajo, él es un traidor, alguien alejado de la gracia del emperador…. ¿Verdad? –Los tres legionarios asintieron ante las palabras del primarca de los Ultramarines, estaban de acuerdo con sus palabras, nada en esas palabras les incomodaba, ni un poco. –Oh al menos eso es lo que tu dios les ha dicho que es verdad.

Vistario miro a sus hermanos, pese a que sus ataduras le impedían usar los poderes de su mente, no los necesitaba para comprender que el miedo comenzaba a anidar en sus corazones.

-Lo que dices es mentira.

- ¿Quién miente a quién? –Guilliman golpeo la capsula, y todos saltaron. –Yo, un primarca inmaculado, o tu dios, el dios de las mentiras.

Esto era una locura ¡Una locura! Vistario no aceptaría que lo tratasen de esta forma. Pero sus quejas quedaron en el aire, un único botón fue presionado, y la capsula de desembarque, comenzó un lento y agónico descenso al mundo cuna de la humanidad.

El silencio reino entre los hijos de Magnus, ninguno de los presentes se atrevía a conjeturar sobre las declaraciones de señor de Ultramar, era simplemente una locura ¡Una locura!

Esto estaba mal, MAL. Esto no tenía sentido, nada tenía sentido, esto solo era una táctica para que bajasen la guardia, para que no mantuviesen firmes las defensas de su mente, era una táctica para debilitarlos, una horrible, y muy deshonrosa, pero solo era una táctica para debilitarlos, para separarlos, nada más. ¡Nada más!

Aun así, en su desesperación, los tres psíquicos notaron una presencia, una presencia sé qué hacía más fuerte conforme se acercaban al mundo trono.

Una presencia que no habían sentido en milenios, una que conocían bien, una que los reconfortaba, y los aterraba al mismo tiempo.

El primarca no podía haber estado diciendo la verdad ¿VERDAD?

La presencia se hacía más grande, y más grande, y cada segundo que pasaba era más difícil negar lo que sabían en lo más profundo de su alma.

Esta locura tenía un nombre, un nombre que temían, respetaban, idolatraban, odiaban, y toda una gama de sentimientos distintos que no se ponían de acuerdo.

Finalmente la capsula toco orbita, y el aplastante sonido fue remplazado por la fricción del metal contra el aire.

Ninguno de los presentes pronuncio palabra, todos atrapados en sus propias cavilaciones, todos deseando que el fuselaje de la capsula fallase, que los retro motores no encendiesen, que el punto de aterrizaje no fuese el adecuado, cualquier cosa, pero que algo los matase. De todas las cosas que podían salir mal al ingresar de esta forma a un planeta, que pasase cualquiera, no importaba, nada importaba, pero que algo los matase YA.

Nada paso, el impacto fue un poco más doloroso de lo esperado, pero nada más, los tres hijos de Magnus estaban vivos, atrapados, privados de sus poderes, pero vivos al fin y cabo.

Por unos segundo Vistar sintió la necesidad de correr, de ocultarse en las profundidades más oscuras del mundo trono, de desaparecer, para jamás volver a ser encontrado, lamentablemente eso sería imposible.

No se había levantado de su lugar, cuando pudo ver a través de la escotilla, como un gigante en una armadura artesanal se acercaba a la capsula. Su presencia lo precedió, era grande, magnifica, real. y aplastaba los corazones de los legionarios.

Esto era una locura, una locura, debía serlo, era falso, una mentira, un engaño, cualquier cosa, esto no podía ser real.

Pero lo era, lo sentían, sus almas lo sentían, el inmenso gigante se detuvo a varios metros de la capsula, y con sus poderes examino el interior y a sus ocupantes.

Cualquier esperanza que Vistario hubiese mantenido de que esta situación no fuese real, desapareció en el momento que sintió el poder de su padre genético, examinar su alma.

Esto era real, una locura, que ninguno se había atrevido a imaginarse ni en sus sueños más locos estaba pasando, Magnus estaba aquí, no como el monstruo poseído, como la marioneta de un dios oscuro, no, su padre genético estaba aquí como lo que siempre debió haber sido, un campeón, al servicio de la humanidad.

La puerta finalmente se abrió, y un rostro molesto se asomó.

- ¿Qué es esta blasfemia? ¿Por qué mis hijos están poseídos por los dioses oscuros?

Los legionarios callaron ¿Había alguna posible respuesta? No, no había nada, ni una excusa, o una justificación, nada, no había nada. ¿Qué estaba pasando?

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Roboute Guilliman sonrió mientras se imaginaba la situación que se estaba dando en estos momentos en la superficie del mundo trono.

Él conocía lo suficiente a su hermano Magnus, como para saber que su primera acción al encontrarse con sus hijos poseídos, no sería atacar, en especial considerando que fue su hermano el traidor quien los había llevado a Santa Terra.

Eso tres serian interrogados, el propio Magnus lo haría personalmente, Guilliman no estaba seguro que oscuros secretos podrían almacenar las mentes de esos tres traidores, pero estaba seguro que cada revelación golpearía la voluntad de su hermano, con la misma fuerza que un cañón, cada nueva revelación sería una cadena que le impediría al mago supremo desempeñar adecuadamente su papel en la guerra que estaba por ocurrir.

Guilliman sabía que estaba en desventaja, y por eso planeaba usar cada posible ventaja que pudiese usar a su favor.

Pero, más importante aún, el señor de Ultramar no había olvidado la razón principal de su viaje a esta línea de tiempo. Debía encontrar una forma de convencer a Slannesh de que le entregase el ojo de Hoeth, señor de la sabiduría y el conocimiento.

No sería una tarea fácil, él lo sabía, pero, talvez, con un poco de suerte, podría negociar por dicho artefacto, ahora la cuestión era: ¿Qué podría interesarle a un ser de otra dimensión que es prácticamente un dios?