Capítulo 13: El Cáliz de Fuego


Ginny observó con frialdad cómo todos la veían con horror cuando entró al Gran Comedor para el banquete de fin de curso. Desde que se hizo pública la muerte de Cedric Diggory todos la veían como a una víbora que ante la menor ofensa podía escupir veneno mortal.

Todo pasó como tenía que pasar, el baile de Navidad mágico fue el último gran momento que tendría de ahora en adelante. La segunda prueba, con ella siendo salvada por Harry del fondo del lago fue lo más fácil de manipular.

La tercera prueba, ella estuvo a ciegas, confiando en que Harry haría lo que su noble corazón dictaba era correcto. No se tomó la molestia de advertirle lo que pasaría si Cedric y él ganaban la copa juntos. Él había pasado día llorando en su pecho, con ella consolándolo lo mejor posible, sin sentir ningún remordimiento por lo que había hecho.

En ese momento iba de la mano con un pálido Harry, quien aún no se recuperaba de todo lo que había pasado, quien ni siquiera le preguntó nada. Él había sabido desde un principio que el campeón de Hogwarts moriría, y fue avasallador darse el darse cuenta de que nada de lo que él había hecho para salvarlo lo mantuvo vivo.

Ginny se aseguró de que muriera, si no, si Cedric no hubiera muerto la cadena de eventos habría cambiado y Harry habría muerto cuando Tom tuvo su resurrección.

Y ella no lo había permitido.

Harry debía vivir y Tom debía renacer.

o-o-o-o

Harry vio que sus amigos les habían guardado asientos y se dirigieron hacia ellos. Vieron enseguida que faltaba la acostumbrada decoración: para el banquete de fin de curso solía lucir los colores de la casa ganadora.

Aquella noche, sin embargo, había colgaduras negras en la pared de detrás de la mesa de los profesores. Harry no tardó en comprender que eran una señal de respeto por Cedric.

El auténtico Ojoloco Moody estaba allí sentado, con el ojo mágico y la pata de palo puestos en su sitio. Parecía extremadamente nervioso, y cada vez que alguien le hablaba daba un respingo. Harry no se lo podía echar en cara: era lógico que el miedo de Moody a ser víctima de un ataque se hubiera incrementado tras diez meses de secuestro en su propio baúl.

La silla del profesor Karkarov se encontraba vacía. Harry se preguntó, al sentarse con sus compañeros de Gryffindor, dónde estaría en aquel momento, y si Voldemort lo habría atrapado. Madame Maxime seguía allí. Se había sentado al lado de Hagrid. Hablaban en voz baja.

Más allá, junto a la profesora McGonagall, se hallaba Snape. Sus ojos se demoraron un momento en Harry mientras éste lo miraba. Era difícil interpretar su expresión, pero parecía tan antipático y malhumorado como siempre. Harry siguió observándolo mucho después de que él hubo retirado la mirada.

¿Qué sería lo que Snape había tenido que hacer, por orden de Dumbledore, la noche del retorno de Voldemort? Y ¿por qué... por qué estaba tan convencido Dumbledore de que Snape se hallaba realmente de su lado?

Había sido su espía, eso había dicho Dumbledore en el pensadero. Y se había pasado a su lado, "asumiendo graves riesgos personales". ¿Era ése el trabajo que había tenido que hacer? ¿Había entrado en contacto con los mortífagos, tal vez? ¿Había fingido que nunca se había pasado realmente al bando de Dumbledore, que había estado esperando su momento, como el propio Voldemort?

Los pensamientos de Harry se vieron interrumpidos por el profesor Dumbledore, que se levantó de su silla en la mesa de profesores. El Gran Comedor, que sin duda había estado mucho menos animado de lo habitual en un banquete de fin de curso, quedó en completo silencio.

–El fin de otro curso –dijo Dumbledore, mirándolos a todos.

Hizo una pausa, y posó los ojos en la mesa de Hufflepuff. Aquélla había sido la mesa más silenciosa ya antes de que él se pusiera en pie, y seguían teniendo las caras más pálidas y tristes del Gran Comedor.

–Son muchas las cosas que quisiera decirles esta noche –dijo Dumbledore–, pero quiero antes que nada lamentar la pérdida de una gran persona que debería estar ahí sentada –señaló con un gesto hacia los de Hufflepuff–, disfrutando con nosotros este banquete. Ahora quiero pedirles, por favor, a todos, que se levanten y alcen sus copas para brindar por Cedric Diggory.

Así lo hicieron, pero Harry notó que Ginny crispó su, hasta entonces fría, expresión y agarró su copa con más fuerza de la necesaria, y por primera vez desde que había empezado la tercera prueba se tomó el tiempo suficiente para consolar a alguien. Pasó su copa a la mano izquierda, y la tomó de la mano libre que tenía, entrelazó sus dedos y le dio un apretón, ello volteó su mirada hacia él y le dirigió una breve sonrisa.

Hubo un estruendo de bancos arrastrados por el suelo cuando se pusieron en pie, levantaron las copas y repitieron, con voz potente, grave y sorda: –Por Cedric Diggory.

No dejaron de verse a los ojos, y él sintió horrorizado cómo lágrimas querían salir de sus ojos, así que desvió su mirada y cuando volvieron a sentarse, bajó la vista a la mesa. No deseaba llorar allí, enfrente de todos, ya había sacado suficientes lágrimas esas noches, siendo consolado por Ginny.

–Cedric ejemplificaba muchas de las cualidades que distinguen a la casa de Hufflepuff –prosiguió Dumbledore–. Era un amigo bueno y leal, muy trabajador, y se comportaba con honradez. Su muerte los ha afligido a todos, lo conocieran bien o no. Creo, por eso, que tienen derecho a saber qué fue exactamente lo que ocurrió.

Harry levantó la cabeza, sorprendido, incluso sus lágrimas se habían detenido antes de salir y miró a Dumbledore.

–Cedric Diggory fue asesinado por lord Voldemort.

Un murmullo de terror recorrió el Gran Comedor. Los alumnos miraban a Dumbledore horrorizados, sin atreverse a creerle. Él estaba tranquilo, viéndolos farfullar en voz baja.

–El Ministerio de Magia –continuó Dumbledore– no quería que se lo dijera. Es posible que algunos de sus padres se horroricen de que lo haya hecho, ya sea porque no crean que Voldemort haya regresado realmente, o porque opinen que no se debe contar estas cosas a gente tan joven. Pero yo opino que la verdad es siempre preferible a las mentiras, y que cualquier intento de hacer pasar la muerte de Cedric por un accidente, o por el resultado de un grave error suyo, constituye un insulto a su memoria.

En aquel momento, todas las caras, aturdidas y asustadas, estaban vueltas hacia Dumbledore... o casi todas. Harry vio que, en la mesa de Slytherin, Draco Malfoy cuchicheaba con Crabbe y Goyle. Sintió un vehemente acceso de ira.

Se obligó a mirar a Dumbledore.

–Hay alguien más a quien debo mencionar en relación con la muerte de Cedric –siguió Dumbledore–. Me refiero, claro está, a Harry Potter.

Un murmullo recorrió el Gran Comedor al tiempo que algunos volvían la cabeza en dirección a Harry antes de mirar otra vez a Dumbledore.

–Harry Potter logró escapar de Voldemort –dijo Dumbledore–. Arriesgó su vida para traer a Hogwarts el cuerpo de Cedric. Mostró, en todo punto, el tipo de valor que muy pocos magos han demostrado al encararse con lord Voldemort, y por eso quiero alzar la copa por él.

Dumbledore se volvió hacia Harry con aire solemne, y volvió a levantar la copa. Casi todos los presentes siguieron su ejemplo, murmurando su nombre como habían murmurado el de Cedric, y bebieron a su salud. Pero, a través de un hueco entre los compañeros que se habían puesto en pie, Harry vio que Malfoy, Crabbe, Goyle y muchos otros de Slytherin permanecían desafiantemente sentados, sin tocar las copas. Dumbledore, que a pesar de todo carecía de ojo mágico, no se dio cuenta.

Cuando todos volvieron a sentarse, prosiguió: –El propósito del Torneo de los tres magos fue el de promover el buen entendimiento entre la comunidad mágica. En vista de lo ocurrido, del retorno de lord Voldemort, tales lazos parecen ahora más importantes que nunca.

Dumbledore pasó la vista de Hagrid y Madame Maxime a Fleur Delacour y sus compañeros de Beauxbatons, y de éstos a Viktor Krum y los alumnos de Durmstrang, que estaban sentados a la mesa de Slytherin. Krum, según vio Harry, parecía cauteloso, casi asustado, como si esperara que Dumbledore dijera algo contra él.

–Todos nuestros invitados –continuó, y sus ojos se demoraron en los alumnos de Durmstrang– han de saber que serán bienvenidos en cualquier momento en que quieran volver. Les repito a todos que, ante el retorno de lord Voldemort, seremos más fuertes cuanto más unidos estemos, y más débiles cuanto más divididos.

"La fuerza de lord Voldemort para extender la discordia y la enemistad entre nosotros es muy grande. Sólo podemos luchar contra ella presentando unos lazos de amistad y mutua confianza igualmente fuertes. Las diferencias de costumbres y lengua no son nada en absoluto si nuestros propósitos son los mismos y nos mostramos abiertos."

"Estoy convencido (y nunca he tenido tantos deseos de estar equivocado) de que nos esperan tiempos difíciles y oscuros. Algunos de ustedes, en este salón, han sufrido ya directamente a manos de lord Voldemort. Muchas de sus familias quedaron deshechas por él. Hace una semana, un compañero suyo fue aniquilado."

"Recuerden a Cedric. Recuérdenlo si en algún momento de su vida tienen que optar entre lo que está bien y lo que es cómodo, recuerden lo que le ocurrió a un muchacho que era bueno, amable y valiente, sólo porque se cruzó en el camino de lord Voldemort. Recuerden a Cedric Diggory."

o-o-o-o

Las semanas siguientes a la resurrección de Tom fueron para Ginny vertiginosas. Sus padres, al llegar a la Madriguera habían llorado, amenazado y sobornado a su hija para que les dijera todo lo que pasaría, pero ella mantuvo la boca cerrada.

No habló cuando Dumbledore fue a verla con la mayor seriedad que había visto en su vida, sólo pudo arrancarle la confesión de que ella había sabido desde hace tiempo lo que pasaría con Harry y que Tom sería resucitado por sus seguidores.

Sus hermanos sólo le reclamaron una vez (con la excepción de Ron, quien no cesaba en murmurar palabras amargas cada vez que la veía). Percy… ella lo había convencido de huir, le dijo que él debía mantenerse en el trabajo sin importar lo que sus padres y hermanos pensaran, lo alentó a abandonar a la familia, y él había seguido su consejo.

Ese fue otro golpe para sus padres, especialmente a su madre, quien casi se volvió loca de dolor al experimentar la traición de su adorado hijo, incluso intentó convencer a su hija que hablara con él para que volviera, que le hiciera ver que el Ministerio estaba equivocado, que Quien-No-Debe-Ser-Nombrado realmente había regresado. Y ella se negó a hacerlo, para la consternación y enojo de todos. Pero todo era tolerable-

Sólo las noches eran un martirio, su madre todas las noches ponía encantamientos silenciadores en su cama, ya que la primera noche, sus gritos despertaron a toda la casa. Y cada vez que alguien la escuchaba gritar en sueños los ánimos de la Orden del Fénix bajaban más y más.

Más tarde, incluso, (a pesar de la oposición de sus padres) por orden expresa de Dumbledore, fue obligada a asistir a las reuniones de Orden del Fénix (para ese momento ya se habían mudado todos a la casa Black).

Por supuesto no fue bien recibida. Todos sabían que ella, teniendo el conocimiento de lo que pasaría, se había negado a ayudar a evitar el desastre. Cada persona alrededor de la larga mesa durante las reuniones desconfiaba de ella.

Ojoloco Moody el primero de todos, quien no podía perdonarle que hubiera permitido su reclusión por meses sin intervenir. Y Sirius Black, quien la veía con ojos desdeñosos, pero no se atrevía a atacarla verbalmente por ser la novia de su ahijado.

Ella y Sirius no habían hablado antes, Ginny había evitado el encuentro lo más posible, sin ganas de tratar con ese hombre tan desagradable. Y ahora, a pesar de notar perfectamente el deprecio que sentía por ella, Sirius ni siquiera era lo suficientemente valiente para expresarle su disgusto abiertamente.

En cada reunión se sentaba a los pies de la larga mesa, directamente enfrente de Dumbledore, quien estaba a la cabecera. Ella nunca se había esforzado conscientemente en ocultar sus emociones, sin embargo, en pocos días aprendió a hacerlo magníficamente, el anciano no la perdía de vista en toda la reunión, atento a sus expresiones cada vez que se formulaba un plan, intentando leerla para saber cuál era el mejor modo de proceder en las incursiones.

La primera vez que Sirius mostró su disgusto por ella abiertamente fue cuando, recibieron la noticia de que Harry había sido atacado por un dementor, él enfureció al verla indiferente. Todos sabían que ella ni siquiera había intentado contactarlo y que lo más probable era que sabía que eso pasaría.

–Eres una estatua de hielo ¿no te preocupa mi ahijado? – Ginny en ese momento se dio cuenta que se dirigía a ella, no había prestado atención a la reunión, y no le importaba lo que le habían dicho, ella sabía que Harry estaría bien. –No puedo creer que seas una Weasley y que mi ahijado te quiera tanto.

Ginny sólo lo miró inexpresiva, y después desvió la mirada, como si sólo hubiera visto una desagradable babosa. Eso fue demasiado para Sirius quien comenzó un ataque verbal a gran escala al que todos estaban demasiado sorprendidos para responder, finalmente, para vergüenza del hombre, se calmó debido a la intervención de Snape.

–Y tú eres una vergüenza para los magos, Black, es inadmisible que te pongas al nivel de una chiquilla, y es vergonzoso que incluso ella pueda mantener la compostura mejor que tú, un hombre adulto. – Le dijo el profesor Snape con una sonrisa malévola, demasiado satisfecho de ver a su antiguo acosador perdiendo el control por una mocosa.

Finalmente, la intervención de Dumbledore hizo que la situación se calmara, por fortuna para Sirius, ya que Molly Weasley estaba más que lista para retorcerle el cuello al hombre que se había atrevido a gritarle cosas tan horribles a su pequeña.

Ginny permaneció indiferente, esperando.


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