El tintineo de las campanas parecía haberse quedado suspendido en el aire manteniendo la misma nota prolongadamente hasta fusionarse con las voces guturales del canto de los monjes. El suave aroma del incienso comenzó a esfumarse llevándose de la mano todo sonido, pensamiento o sensación hasta dejarla sumida en la nada, lejos de todo lo que la había rodeado hasta el momento y cerca de un mundo para ella desconocido.

Luego de su primer contacto espiritual, se sintió inspirada a perseguir los mismos pasos que había improvisado junto a Pathik y Laghima aquella tarde, siendo la primera vez que lograba algo similar, estaba dispuesta a volverlo a hacer cuantas veces fueran necesarias para acostumbrarse a la sensación y dominar sus inseguridades.

Este era su décimo intento en seis días, siempre alcanzaba el mismo punto, se encontraba con Kyoshi, una de sus vidas pasadas, la mujer le ofrecía su ayuda con la propuesta de volver a un punto clave de su vida, y sin saber porque, Eclipse entraba en un pánico aplastante capaz de alejarla de la mano extendida de la cual pendía la solución a la falta de memoria que la había estado atormentando hasta el momento.

La pelea contra los miedos de Korra siempre terminaba drenándola de todas sus energías, al estar sumida en aquel espacio rodeada de neblina comenzaba una lucha interna que amenazaba con robarle su autonomía, era como estar atrapada entre el deseo de recuperarse y el terror a revivir su pasado. Su espíritu siempre la llenada de emociones asfixiantes; lloraba, gritaba, peleaba, todo con tal de mantenerla lejos de su objetivo.

Ambas estaban exhaustas, eso fue algo que pudo detectar a medida que los berrinches de Korra se volvían menos agresivos y más como un triste lamento. Los monjes le habían estado ayudando con consejos y rituales que solían usar para calmar a espíritus enfurecidos, pero Eclipse sentía que la ayuda más valiosa venía de Asami. La presencia de la ojiverde se había vuelto esencial para ayudarla a tranquilizarse luego de cada intento de meditación; aquel parecía ser el único acuerdo que existía entre Eclipse y Korra, pues cualquier palabra, abrazo o caricia que recibiera de ella alcanzaba para apagar toda la angustia que se le juntaba en el pecho cuando Kyoshi se manifestaba.

- Es momento de que vuelvas a conectar con tu espíritu. - Las palabras de su vida pasada sonaban más como órdenes que instrucciones o guías. Ahí estaban de nuevo, atoradas en aquella breve interacción que siempre detonaba las fobias del Avatar que se negaba a volver.

- No sé cómo. A duras penas logré llegar aquí. - Dudó intentando mantener bajo control el impulso de abrir los ojos y cortar la conexión que le ayudaba a ver las manifestaciones de sus vidas pasadas.

- Un gran paso. Ahora solo debes permitirme mostrarte el momento en el que perdiste la conexión con tu espíritu. Ese es el puente que debes reparar para comenzar a recordar. - Extendió su poderosa mano hacia ella. La acción en sí no había sido agresiva, pero Eclipse se vio sometida por un miedo paralizante que le entumeció cada una de las articulaciones.

- No puedo... - Bajó el tono de voz.

- Tu pasado no te puede lastimar. - Kyoshi se mantuvo firme en su posición sin retirar la mano que había ofrecido. El sudor le empapaba el rostro, su respiración comenzó a agitarse, escalofríos le bajaban por la espalda y su boca se había secado por completo.

- No estoy lista... - Admitió con temor mientras intentaba apaciguar el temblor que entorpecía sus movimientos. Exhaló, debía controlarse rápido o pronto abriría los ojos en el mundo físico y todos sus esfuerzos volverían a ser en vano.

- ¿No querías recuperar tus recuerdos? - Cuestionó con voz severa dando un paso hacia adelante. - Incluso si encuentras otros medios. Este será siempre el primer lugar que deberás visitar. - La neblina comenzó a disiparse mostrando un paisaje completamente ennegrecido por las cenizas que lo cubrían, alrededor no había nada, todo estaba sepultado por lava endurecida y profundas capas de escombro. - Tienes que iniciar aquí. - Declaró con un poco más de tacto.

- Esta es la cúspide de tus logros Avatar Korra. El momento más doloroso de tu vida. - Presionó. Lágrimas comenzaron a surcarle el rostro ¿era necesario volverlo a vivir? Suspiró. Ya estaba ahí, contuvo la respiración y, en un intento por engañarse a sí misma, cerró los ojos al momento de alcanzar la mano de Kyoshi quien de inmediato la atrapó con un apretón fuerte y firme. - Estaré contigo en todo momento. - Aseguró con cierta compasión.

Ninguna promesa bastaba para calmar la angustia que amenazaba con consumirle la cordura, pero la decisión estaba tomada, su vida pasada no la iba a dejar ir, solo quedaba seguir adelante; Eclipse intentó dar un paso en su dirección cuándo notó que su otra mano se encontraba atrapada como un ancla entre las rocas que no le permitía avanzar.

- Déjala ir. - Ordenó Kyoshi. Eclipse giró la cabeza hacia atrás y se sorprendió al ver a un fantasma de sí misma; con el cabello más corto, un cuerpo más fuerte y una mirada intimidante que despedía un característico resplandor blanco. Se aferraba a su mano con fuerza agresiva que lastimaba al contacto.

- Todo va a estar bien. - Murmuró sin apartar la vista de aquella imponente sombra que reflejaba la imagen de una versión más fuerte de su persona, la misma que la mantenía atrapada y sometida a su voluntad con tal de evitar exponerse a lo que Kyoshi quería mostrarle. - Estamos bien. - Sintió la necesidad de tranquilizarla luego de visualizar el miedo fuera de ella y dentro de la entidad que tenía delante. La sombra arrugó las cejas y liberando un gruñido se lanzó en su dirección en lo que parecía ser un ataque que, antes de hacer contacto con su cuerpo, se desvaneció en el aire sin dejar rastro.

- Estás lista. - Afirmó la mujer de la armadura antes de jalar gentilmente en la dirección que debía seguir.

- ¡Vete ya! - Ordenó con brusquedad enfrentando los ojos angustiados de Kuvira quién con dificultad comenzaba a retroceder sin darle la espalda. - Alguien tiene que cuidar de ellos. Cuento contigo. - Le ofreció una pequeña sonrisa antes de darse media vuelta y echarse a correr con Zuko siguiéndola de cerca.

- ¡Más vale que vuelvas con vida! ¡¿Escuchas?! - El reclamo de su amiga le llenó el corazón de tristeza; no quería comprometer más vidas de las que ya había afectado durante la guerra. La culpa de haber aceptado la compañía de Zuko era casi insoportable, pero a decir verdad tenía miedo, se sentía vulnerable y abatida por todo lo que había vivido en los últimos cuatro días. Sabía que había alcanzado su límite al ver a Asami al borde de la muerte, todo lo que había hecho después no era más que el producto de todos sus entrenamientos y la diciplina que sus maestros le habían inculcado desde chica; estaba ahí, peleando por salvar más vidas porque esa era su misión de Avatar, pero como persona, sentía la urgencia de tirarse al piso completamente derrotada y llorar a gritos todo lo que sentía atorado en el pecho. Por eso necesitaba a su maestro, para recordar sus lecciones y mantenerse en pie.

- Las vibraciones vienen del otro lado de la isla. - Señaló luego de usar su tierra control para encontrar la posible ubicación de los misiles. - Será mejor que volemos hacia allá. - Dijo a modo de orden catapultándose con el impulso de su fuego control.

Cada movimiento que efectuaba disparaba varias señales de dolor y agotamiento a través de su cuerpo, no podía parar, porque la vida se había negado a ser fácil y permitirle la victoria luego de alcanzar a la antigua líder del Loto Rojo. No, la guerra continuaba y solo ella podía ponerle fin. Siguió saltando e impulsándose con todas sus fuerzas, liberando un pequeño gruñido en cada salto como evidencia de la desesperación y el gran esfuerzo que aquello suponía para ella.

- ¡Allá Korra! - Apuntó a la distancia lo que parecían ser luces parpadeantes de color amarillo brillando a través del follaje de un pequeño bosque cerca de la costa. Aún estaban a tiempo, mantuvo la esperanza a medida que se acercaba a las escotillas.

- ¿Cómo lo detengo sin hacerlo explotar? - Preguntó notando el vibrar de la tierra bajo sus pies a medida que el mecanismo impulsaba la ojiva del misil hacia el exterior.

- No lo sé... - Murmuró intentando recuperar el aliento luego de aterrizar cerca de la morena.

- Maldición. - Bufó, si Asami estuviera ahí ella sabría que hacer... Asami. La recordó inconsciente y empapada en sangre. - ¡Maldita sea! - Gruñó, tenía que enfocarse si es que quería salvarla a ella y a su pueblo... eso si aún seguía con vida y no había muerto por culpa de las horrendas heridas que los guerreros del Loto Rojo le habían hecho. ¡No! tenía que resolver el problema que tenía entre manos.

- ¿Qué tal si trabamos el mecanismo? Impedimos que continúe saliendo. - Sugirió Zuko señalando los engranes que le otorgaban movimiento a la máquina. - Con cuidado y sin tocar el misil. Debería funcionar. - Con la frente bañada en sudor, se le notaba cansado, pero determinado a completar su misión.

- Bien. - Accedió comenzando a evaluar la estructura. - Está hecho de metal que puedo manipular. - Algo bueno, al fin.

"¡Salgan de ahí!"

Gritó el espíritu de Eclipse que observaba desde las alturas.

"Respira"

Le recordó la voz de Kyoshi como un susurro que era arrastrado por la húmeda brisa que acariciaba las islas del antiguo Reino Fuego.

De un movimiento comenzó a colapsar los engranes con cuidado de no hacer caer la base del misil; la máquina emitía todo tipo de advertencias con voz robótica y encendía ruidosas alarmas difíciles de ignorar, algo completamente inusual para la morena y la gente de su generación, pero por un momento se recordó viendo a través de los ojos de Zaheer haciendo exactamente lo mismo, la única diferencia era que ella pretendían salvar vidas en vez de deshabilitar a sus enemigos para aprovecharse de ellos. Estaban haciendo lo correcto, aunque resultaba extraño que un recuerdo del Avatar oscuro le hubiera servido para confirmarlo.

- Ya está. - Selló la compuerta de la escotilla arrugando el metal de forma que no se pudiera volver a abrir.

- ¿Crees que esos hayan sido todos? - Zuko se mostró cauteloso.

- No siento más vibraciones en la tierra. - Dijo poniendo especial atención en todo lo que sus pies eran capaces de percibir.

"Basta... "

Eclipse lloraba. Ya no sentía miedo, sino un profundo terror asfixiante que amenazaba con hacerla perder el control.

"Ya casi termina Korra"

Kyoshi apretó su mano y la mantuvo cerca.

Una breve pausa, la máquina continuaba gritando advertencias, pero el suelo permanecía sereno; silencio, parecía apresurado ponerse a celebrar, ambos se vieron a los ojos sin decir nada, la meta era que los misiles no salieran de la isla y eso ya estaba hecho; suspiraron, y después, la tierra comenzó a retumbar, esta vez no era el mecanismo si no distintas detonaciones seguidas una de otra en lapsos escalofriantemente precisos. - ¿Qué espíritus fue eso? - Zuko bajó la mirada hacia la escotilla que continuaba trabada.

- La base explotó por dentro... - Korra alzó la vista hacia su maestro. - Las bombas que mencionó la anciana... parecen haber detonado varios niveles más abajo que los misiles. - Aclaró intentando mantener la calma. Poco a poco las explosiones parecían irse acercando, elevándose a medida que avanzaban.

- ¡Hay que irnos! - Zuko corrió embistiendo y sujetando a Korra mientras se impulsaba con el fuego que emergía de sus pies, ambos comenzaron a elevarse del suelo a una velocidad apresurada. - ¡Ayúdame a volar lejos de aquí! Los misiles van a explotar junto a esas bombas. - Intentó advertirle en una lucha por conservar algo de aire en su pecho a medida que se las arreglaba para mantener la potencia del fuego que manipulaba.

- ¡Maldito Loto Rojo! - Korra sumó la potencia de su fuego al de Zuko para acelerar su ascenso; aquello no podía estar pasando, daba la impresión de que el destino jugaba en su contra, justo cuando se pensaba fuera de peligro las cosas volvían a venirse abajo; no podía detenerse a lamentarse, debía seguir luchando, pero en su mente maldijo una infinidad de veces a medida que vaciaba lo que le quedaba de fuerza en aquel desesperado intento de escape.

El tiempo pareció congelarse al explotar el primer misil, la ola expansiva los alcanzó en cuestión de segundos, algo que los habría destrozado en ese mismo instante de no ser por el brillo azulado que los cubrió del impacto, el espíritu del perro-oso polar había hecho lo posible para amortiguar el golpe, pero al acabarse su energía el cuerpo de Zuko fue el primero en comenzar a desintegrarse; ambas voces se fusionaron en un grito agónico en el cuál era imposible distinguir a uno de otro. El ardor que le invadía la piel y se enterraba buscando alcanzar tejidos cada vez más profundos la dejó sin aire.

Abrazada del cuerpo que le había servido como un segundo escudo, continuó gritando sin ser capaz de hacer más para aliviar el dolor que solo pudo concebir como lo que habría sentido si le hubieran arrancado toda la piel de un tirón.

Este era el final, Zuko había dejado de respirar, ella ya no podía ver o escuchar nada, el aire a su alrededor era demasiado caliente para inhalar, y después de aquella intensa agonía, había perdido el sentido del tacto en su totalidad. Lo único que era capaz de percibir fue el desagradable sabor metálico que le llenaba la boca.

No iba a salir viva de semejante aprieto, pensó dejándose llevar por una serie de ideas fugaces; Hiroshi había muerto, el cuerpo de su maestro fuego se acababa de evaporar entre sus brazos y Asami se debatía entre la vida y la muerte a miles de kilómetros de distancia, también cabía la posibilidad de que Kuvira y los demás se hubieran visto atrapados por la explosión; no había sido lo suficientemente rápida, y si en ese momento hubiera podido llorar lo habría hecho, habría llorado hasta que el fuego terminara de evaporar lo que quedaba de ella.

Al menos aquella explosión marcaba el final del Loto Rojo, quiso aferrarse a la esperanza de que todos los sacrificios de aquella guerra habían servido de algo, pues de no ser así le habría resultado más difícil permitirse desaparecer.

Espero aprovechen la oportunidad que les regalé

Fue el último deseo de Korra antes de caer inconsciente, pero a pesar de las severas quemaduras y de haber perdido parte de una pierna, el espíritu del Avatar encontró la manera de salir a flote. Sus ojos azules se iluminaron de blanco y, de modo casi instintivo, comenzó a domar el fuego que amenazaba con destruirla.

El estado Avatar había durado apenas un par de segundos, un tiempo casi insignificante pero suficiente para evitar que el calor del fuego le despegara la carne de los huesos. Había sobrevivido a la explosión con un estado físico lamentable, a penas y respiraba; su mente inconsciente no pudo hacer nada para salvarse de la caída del cielo hasta el mar, el agua salada le ayudó a flotar boca arriba, pero sus probabilidades de sobrevivir eran escasas.

"¡Basta!" Eclipse suplicaba a gritos sin dejar de llorar. Lo había odiado, había detestado cada segundo, aquello era algo que jamás quería volver a sentir, habría preferido morir en el instante, gruñó con los puños apretados y una desagradable sensación en el estómago. "¡Ya basta!" Continuó berreando. Por eso odiaba el sonido de los relámpagos, cada maldito estruendo la devolvía a aquel grotesco momento. "¡Que pare por favor!" comenzó a aullar descontrolada.

Tantas cosas habían salido mal... Korra había muerto aquella noche. ¿Entonces qué hacía ahí? Reviviendo el peor momento de su vida. Maldijo una y mil veces, estaba furiosa; no había podido estar ahí para asegurarse que Asami sobreviviera a la guerra ¿entonces qué caso tenía? había luchado tanto y por tanto tiempo para que ella pudiera tener un futuro mejor, todo para que al final cayera en medio de una muchedumbre furiosa que la había apaleado hasta la muerte.

"Todo está bien Korra. Sobreviviste a todo eso, tu dolor está en el pasado." Kyoshi le sujetó los hombros con fuerza. "No moriste esa noche, sigues con vida y el mundo aún te necesita." Intentó razonar.

Estaba cansada, harta de no ser nunca suficiente, porque siempre había un problema esperándola en cada rincón; su cuerpo había sobrevivido al infierno mismo ¿para qué? Para volver a entregarlo todo de nuevo a un mundo que no tenía remedio. Exhaló, y aquella exhalación se volvió un gruñido que pronto se transformó en un grito largo y profundo.

- Eclipse escucha mi voz... necesito que vuelvas con nosotros. - El viento trajo consigo el murmuro de la voz de Gyatso.

Alrededor la isla ardía en llamas, el volcán eructaba lava y ceniza mientras ella flotaba sobre el mar con la mirada perdida en la nube de humo que obscurecía aún más el cielo nocturno.

"Estás lista Avatar Korra" Escuchó a Kyoshi en su interior.

- No puedo más... - Murmuró con voz ronca. - No puedo más... - Sollozó hasta permitirse perder la conciencia entre un par de cálidos brazos que la sujetaban con ternura. Si tan solo su final hubiera sido así, entonces su espíritu no se habría ido tan enojado.

- Respira, te tengo, estás a salvo. - Murmuraba la dulce voz de Asami.

El canto de los monjes la invitaba a seguir durmiendo, las campanas habían dejado de sonar, el incienso se había consumido.

-Lo hiciste bien.

Aseguró una voz que no supo si vino de fuera o de sí misma, pero en ese momento se permitió creer en aquellas palabras y descansó como no lo había hecho en años.