Pasó e tiempo y Saori subió de rango en el Cuerpo de Cazadores.
Acumuló victorias y valiosas experiencias en el campo de batalla, por lo que pronto se volvió una luchadora ágil y resistente, que se desarrollaba con habilidad en cualquier enfrentamiento.
El único frente que no había logrado dominar aún era el de su corazón.
La relación con Sanemi era cambiante. A veces era fría. Distante y escueta. Tensa, cómo la cuerda de un shamisen demasiado tirante, que con cualquier roce puede cortarse.
A veces dulce y cálida, tan cálida que la tensión entre ambos se sentía pulsátil y vivida, sobre todo cuando alguno de los dos volvía de una misión lejana, que los mantuvo alejados por varios días.
Cómo si ninguno se animara a demostrar abiertamente cuánto había extrañado al otro.
Saori, al igual que Sanemi Shinazugawa, se debatía entre soltarse o reprimirse. Ambos analizaban demasiado las opciones, ambos convivían con el miedo a perderlo todo nuevamente.
Pero ninguno de los dos sabía lo que el otro pensaba.
La soledad y el temor no suelen ser consejeros fiables, y muchas veces (demasiadas quizá en este caso) se esconden bajo la máscara del orgullo y utilizan las malas formas para ocultar una vulnerabilidad que ninguno estaba dispuesto a aceptar.
Por eso, últimamente las discusiones entre ambos escalaban demasiado rápido.
Y a niveles poco agradables.
Así que una mañana de lluvia, Saori Minamoto tocó fondo.
Habían vuelto de una larga noche de cacería. Estaban hambrientos, cansados y heridos, por lo que el ánimo en general no era el mejor cuándo comenzaron a discutir nuevamente. Pero esta vez, ella se plantó, exigiéndole, exhausta de la situación, que aclare sus sentimientos hacia ella. Le dijo que estaba cansada de tirar y aflojar.
Por supuesto, no salió ni por asomo cómo Saori esperaba.
Ahora, sentada bajo la llovizna persistente, repasaba la situación con Sanemi una y otra vez...cómo si no se hubiera herido demasiado.
-¡Dime qué sientes!.-
Hubo silencio. Un silencio que para Saori fue como si una mano invisible le hubiera estrujado el corazón.
- Sabes...lo intenté todo...ya estoy cansada.-
- Si estás cansada sabes dónde está la puerta. Lárgate y sácame de un problema. Ve a joderle la vida alguien más.- había dicho él, señalando la entrada de su casa, que es dónde estaban.
Saori se mordió los labios para no sollozar cuando recordó esa frase. Aún dolía cómo un puñado de sal en una herida abierta.
- No quisiste decir eso ¿verdad?-
- Si. Quise. Lo dije total y completamente consciente.-
Lo siguiente fue la reacción más espontánea que había tenido en bastante tiempo: se acercó a él, tanto que las punta las narices casi se rozaron. Lo miró a los ojos y le dio una sonora bofetada.
En sus oídos todavía podía escuchar el ruido y eso la hizo apretar los párpados, estaba horrorizada de haber reaccionado así…y podía jurar por la lluvia que ahora se escurría por sus sienes que Sanemi no la perdonaría jamás por haber hecho eso.
- Realmente no tienes corazón.- le susurró.
Y se largó de allí, sin rumbo.
Deambuló bajo la lluvia rato largo hasta que se dio cuenta que estaba muy cerca de la Finca de las Mariposas.
Supuso que sería una buena idea ir a que le revisaran las costillas porque le dolían bastante luego de la noche de cacería. Quizá el demonio que habían derrotado la noche anterior le había fisurado alguna en uno de los golpes que le asestó.
Por supuesto no era nada grave como para concurrir (en otro momento, Sanemi la hubiera ayudado a colocarse alguna compresa para calmar las molestias, un vendaje y se hubiera acostado a dormir. Amaneceria cómo nueva luego.) pero ya que su subconsciente la había llevado hasta allí, no perdía nada al ingresar. De paso, consumiría algunas horas de su día, que francamente no era el mejor.
Pero poco antes de la entrada, y con el pecho aún oprimido en angustia, se sentó en un enorme tronco a un costado del camino, para liberar su llanto. Se abrazó las rodillas y ocultó su rostro doliente, cómo si eso sirviera de algo.
Ahí se quedó por mucho tiempo, no estaba segura de cuánto, pero fue el suficiente como para revivir varias veces la escena sucedida más temprano.
Suficiente como para que el dolor se convierta en enojo.
Entonces, una voz masculina, clara y enérgica, preguntó.
- Niña. ¿Por qué lloras?-
- No es asunto tuyo. Largo.- Gruñó ella, sin alzar la cabeza.
Estaba de pésimo humor para fingir ser sociable en ese momento. No había dormido en toda la noche, estaba exhausta, golpeada física y psicológicamente y además tenía hambre. Se sentía con todo el derecho del mundo en ese momento de ser una arpía.
- Esa no es la forma de dirigirte a un Pilar.- Dijo él, en tono bromista.-
- No me importa lo que seas, déjame sola.-
- Vaya, que carácter- rió- ... entiendo por qué Shinazugawa te eligió.-
Saori ahora sí alzó la cabeza y lo miró, la había tomado por sorpresa.
El hombre estaba de pie frente a ella, con los brazos cruzados y la miraba con una intensidad que pocas veces vio. Su cabello era como el fuego, al igual que su haori y su energía.
- ¿Como sabes eso?-
- Soy un Pilar, sabemos todo lo que pasa en la Organización.- rió él nuevamente, y se inclinó un poco hacia ella.- ¿Me permites quedarme un momento?-
Saori no contestó, sólo se encogió de hombros. Rápidamente se secó las lágrimas, mientras él se sentaba a su lado.-
- Soy Kyojuro Rengoku, Pilar de la Llama- dijo él, cruzándose de brazos y con un entusiasmo inusualmente alto para la hora que era.
Ella lo miró, dudó un instante y contestó.
-Saori Minamoto. Cazadora rango Tsuchinoto. Era el tsuguko del Pilar del Viento.-
- ¿Era?- preguntó él, extrañado.
- Si. He decidido dejarlo.- explicó ella.- Renuncio a ser la sucesora de alguien así.-
- Eso es una lástima.- dijo él, con los ojos bien abiertos.- Tu Maestro se va a lamentar.-
- Yo no lo creo. Básicamente me dijo que me largara de su vida.- expresó ella, cruzando los brazos sobre el pecho, y mirando al cielo gris oscuro.- Entre otras cosas. Ya tuve suficiente. Aguanté demasiado.-
- Shinazugawa es... complicado.- dijo él, acomodándose a su lado, con las piernas cruzadas a lo indio.
- No, sólo es un cabrón de primera.-
Kyojuro rió. Lo que la chica decía tampoco era un secreto.
- Debes ser especial.- Exclamó luego el muchacho.- No hay muchos usuarios de la Respiración del Viento, y ¿sabes por qué?-
- Porque es jodidamente difícil de aprender. El entrenamiento es brutal.- suspiró Saori.
- Si. Y porque Shinazugawa nunca quiso tener tsugukos. Así que, cómo te digo, debes ser especial para él.-
- Pues a mí no me lo parece. Si tu crees que alguien es especial...- Dijo ella, desviando la mirada.- Se lo demuestras.
- Y...¿nunca te demostró nada?- Preguntó Kyojuro, ladeando levemente la cabeza. -¿Nunca? ¿En absoluto?-
Saori bajó la vista.
-Bueno...casi mata al sastre porque puso sus manos donde no debía.- dijo, encogiéndose de hombros.- Hasta hizo que se orine del miedo. Y me dejaba dormir un poco más si le cocinaba..-
- Eh.- sonrió incómodo Rengoku, y se rascó con el dedo índice la sien izquierda.- Quizá no es el ejemplo que estoy buscando...-
Saori no quiso mentir... Negar los gestos de Sanemi para con ella era injusto, por más enojada y dolida que este.
Porque Saori podría ser muchas cosas, pero mentirosa no.
Entonces habló con suavidad.
- Me ha comprado ropa y comida... Y me ha cuidado cuando estuve enferma, con la regla o muy golpeada. También fuimos al festival de Tanabata. Y siempre acaricia mí cabello si coloco mí cabeza en su regazo luego de entrenar, mientras descansamos .- sonrió, casi melancólicamente cuando recordó.- Últimamente...nos habíamos vuelto muy cercanos y de repente...-
Saori cerró los ojos.
-Vaya, eso es... muchísimo más de lo que esperaba.- Kyojuro exclamó, con los ojos genuinamente sorprendidos.
Saori se ruborizó. Quizá se había dejado llevar, si Sanemi se enteraba que ella contó todo eso la mataría.
- Por favor no digas nada de lo que te dije...- pidió ella, casi rogándole.
-No te preocupes, sé que tiene una reputación que cuidar.- Rió Kyojuro.
A la chica le gustaba su risa. Era muy enérgica. Se sintió cómoda con él, y eso que apenas lo conocía.
- A veces...no entiendo por qué es cómo es. Por qué parece...quererme...y luego me trata como una molestia en su vida.-
- Perderlo todo y a todos no es algo que se supere fácil. - dijo Kyojuro, con una voz un poco más moderada.- No todos tienen el mismo proceso en cuánto a sanar heridas. A veces...volver a sentir luego de tanto tiempo, de tanto dolor, es aterrador. A veces queremos conservar las murallas que alzamos porque es demasiado terrorífico salir de allí, y volver a perder.-
Silencio. Cruzaron miradas sin decir una palabra y el cerebro de ella pareció echar a andar otra vez.
- Sentir...- susurró Saori, bajando la vista. Jugueteaba con sus dedos en su uniforme.
- No sé qué sucedió entre ustedes aunque creo que puedo imaginarlo.- Dijo Kyojuro, amablemente.- y no justifico su comportamiento, sólo digo que puedo entender.-
El enojo de la cazadora comenzó a mermar, y dio paso a una tristeza profunda.
- Solamente pensé en cómo esto me afectaba a mí...ahora me siento egoísta.- Sentenció pensativamente, con los ojos azules fijos en un punto en el suelo.
- ¡Y deberías!- Exclamó Kyojuro.- Así que espero que vuelvas a considerar dejar de aprender la Respiración del Viento.-
- Ja...supongo que me precipité.- Dijo ella, un poco avergonzada.
- En cuánto a lo que me contaste, no te preocupes. Es un secreto entre tú y yo.- le dijo Kyojuro, y le guiñó un ojo, en complicidad.
Saori sonrió. Este hombre tenía un aura muy particular, cálida, intensa, y le agradaba mucho. Y se sintió apenada de haberle hablado tan mal al inicio.
-Lamento haberte contestado tan mal antes, yo…-empezo a decir ella, pero él la interrumpió.
-No te preocupes. Entiendo tu reacción, es difícil sonreír y ser amable cuando tienes el corazón adolorido.-
Saori lo miró un momento en silencio y luego sonrió.
Definitivamente se había ganado un lugar en su corazón.
- Gracias por el consejo. Me agradó mucho hablar contigo.- le dijo ella.
- Lo mismo digo. Puedes hablarme cuando lo necesites. Ven cuando quieras.-
- Lo haré.- sonrió Saori.
Él se puso de pie y comenzó a irse. Pero se detuvo, se giró y la miró.
- Entra a la Finca de una vez. Estás empapada y te vas a resfriar.- ordenó.
Saori se puso de pie casi sin pensarlo y se acomodó el uniforme.
Finalmente entró a la Finca, después de todo, ya estaba allí.
