Bienvenidos a mi nave, viajeros del vasto universo, yo soy Scrollos El Observador. Me dedico a vislumbrar las historias de los más grandes héroes y villanos del universo y contarlas a aquellos que las deseen oír.

Y hoy tenemos una historia que seguro les encantará. Quizás ya conozcan a su madre, lo más probable es que ya conozcan a quien se volverá su padre. Pero hoy quiero contarles la historia de He-Ro. Siéntense y disfruten mientras les cuento la historia del más grande héroe del universo.

Nuestra historia comienza en lo profundo del espacio, en dónde se encontraba una nave espacial que transportaba un preciado cargamento.

— Contactenme con Horde World —Ordeno un tipo de ojos rojos, piel azul y cabeza blanca con forma parecida a la de un murciélago humanoide con una cresta azúl recorriendo la misma de forma vertical.

Su voz era algo aguda, y cada tanto emitía sonidos parecidos a los de un cerdo.

— ¡Si, mi señor! —Acato la orden uno de sus esbirros.

Finalmente se lograron contactar con Horde World, aunque solo por audio.

— Lord Zed, he cumplido con la misión que me encomendó realizar en ese inmundo planeta —Revelaba el tipo.

— Entonces tiene el recipiente, es bueno oírlo, Tío Hec-Tor, pronto papá resucitará —Dijo Lord Zed.

— Lord Zed, a partir de ahora respondo a un nuevo nombre —Revelo Hec-Tor.

— ¿A quien mataste y le robaste su nombre? —Pregunto Lord Zed.

— Al traidor —Contesto Hec-Tor.

— Me parece bien, si así lo deseas, ese será tu nuevo nombre —Acepto Lord Zed el cambio—. Y ahora, ¿En dónde se encuentra el recipiente?

— Está en una cámara especial en lo más profundo de la nave —Respondió—. Está en condiciones aceptables para el ritual, llegaremos a Horde World dentro de dos semanas si nada nos pasa por el camino.

— Entendido, Lord Zed fuera —Y procedió a cerrar el canal.

— Muy bien, fijen rumbo a Horde World inmediatamente, no quiero permanecer en este sistema más tiempo del necesario —Ordeno.

— ¡Si, mi señor! —Acatarón la orden sus esbirros.

En lo más profundo de la nave, se encontraba el recipiente dentro de una celda, dicho recipiente no era otra cosa que un pequeño niño de siete años, el cual estaba golpeado, ensangrentado, y suspendido en el aire por cadenas.

La mente del muchacho no podía concentrarse, mientras sus escasos recuerdos iban y venían sin ningún orden o capacidad para entenderlos.

Lo único que se mantenía era la silueta de una figura angelical femenina que le traía paz.

— ¡Ma…má! —Exclamaba con las pocas fuerzas que le quedaban—, ¿Dónde… estás?

— ¿No creés que se excedieron con ese niño? —Pregunto uno de los guardias que lo vigilaban.

— ¡Cómo nuestro señor te oiga te matará de la forma más horrible que se le imaginé!, así que si fuera tu, mejor mantendría mi boca cerrada —Le advirtió su compañero.

— Tienes razón —Reconocío.

Pero en ese mismo instante un fuerte temblor sacudió toda la nave.

— ¡¿Que mierda acaba de pasar?! —Se pregunto uno de los guardias.

— ¡Mi señor, una nave no identificada nos está atacando! —Informo un esbirro.

— ¿¡Acaso viene de ese planeta!? —Exigio saber.

— ¡Negativo, diferente vector de aproximación, nos está atacando desde arriba! —Explico el esbirro.

— ¡Da igual quienes sean, nadie ataca a la Horda del Mal y vive para contarlo! —Afirmo—. ¡Devuelvan el fuego!

— ¡Si, mi se…ahggr —Su consola le explotó en la cara por la sobrecarga de energía producida por los ataques matandolo.

— ¡Destruyan a esa cosa de una vez! —Ordeno iracundo.

La nave enemiga los siguió atacando, forzandolos a huir, pues sus ataques no le hacían nada a la nave enemiga.

La nave enemiga finalmente les dió el tiro de gracia abriendo un enorme hoyo en el casco de la nave, la cual se empezó a fracturar. En ese momento la nave enemiga desapareció mientras la otra nave ardía.

— ¡Ni siquiera tienen el osadía de terminar el trabajo, malditos, espero que sus almas alimenten a Horokoth! —Exclamo.

— ¡Mi señor, hemos perdido control de la nave, debemos evacuar! y… ¿pero que? —Reaccionó uno de los esbirros.

— ¿¡Que ocurre, escoria!? —Exigio saber.

— ¡Evacuar la nave no servirá, estamos siendo empujados por una fuerza gravitatoria producida solo un planeta! —Revelo el esbirro.

— ¡Pero aquí no hay ningún planeta! —Exclamo.

Pero dos segundos después se retracto cuando un planeta apareció de la nada.

La nave entro en la atmósfera del planeta, y se empezó a desperazarse aún más debido al ingreso.

Por suerte la nave no se quemó en la atmósfera y logro ingresar al planeta, pero no pudo evitar estrellarse, matando a buena parte de la tripulación.

— ¡Informe de daños! —Ordeno.

— ¡90% de la nave destruido, 70% de la tripulación muerta, no podemos pedir ayuda, y detectó fauna nativa posiblemente violenta acercándose! —Informo un esbirro.

— ¿¡Y el recipiente!? —Quizo saber.

— El recipiente… ¡Horokoth, no!, ¡No sé detectan los signos de vida del recipiente! —Exclamo asustado.

— ¡Inútiles! —Exclamo para luego apuntarle con una ballesta láser.

— ¡Mi señor, no…

Cayó al suelo muerto.

Luego su señor se levantó, y procedió a dirigirse a la celda del recipiente.

Pero estaba herido, por lo que luchaba para mantenerse de pie mientras se desangraba a lo largo del pasillo.

«¡No puedo perder al recipiente!», Pensaba mientras se seguía moviendo.

Al llegar a la celda, la encontró vacía, y con un enorme hueco en dónde estaba colgado el recipiente.

Su grito de furia se escuchó por casi toda la montaña en la que habían chocado, alertando a dos de sus esbirros.

Uno parecía un enorme oso humanoide, y el otro tenía un cuerpo azul, cuatro piernas, y una cabeza roja alargada horizontalmente con dos enormes ojos.

— ¿¡Señor, que pasó!? —Pregunto el de los grandes ojos.

— ¡Se fue, se fue!, ¡Si no lo encuentro no podré volver a Horde World por la vergüenza! —Exclamo.

— ¡No hay tiempo para eso, mi señor, se están acercando enormes bestias, tenemos que llevarlo a un lugar seguro para que se cure! —Dijo el cuatro patas—. ¡Grizzlor, ayúdame!

— ¡Lo haré, Mantenna! —Dijo el hombre oso.

Juntos tomaron a su señor, y junto a los sobrevivientes del choque salieron de la nave en busca de un lugar donde esconderse.

Mientras, el recipiente, quien sobrevivió a la caída, huía internandose en el bosque sin mirar atrás.