Sinopsis del capítulo: Keigo, de dieciséis años, extraña los besos de Toya.
BESOS EN LA MEJILLA
Keigo y Toya son amigos desde hace seis meses cuando éste último le da un beso en la mejilla al rubio.
Es breve y le provoca confusión al Takami, porque aunque hay una sensación agradable que se esparce por todo su cuerpo—principalmente su corazón—, no entiende el porqué lo recibió.
Su experiencia con esa clase de muestra de afecto es nula (su familia está lejos de ser cariñosa), nada más conoce lo que es por las películas que ha mirado y en su mayor parte esos ejemplos son románticos. Riéndose interiormente, se halla completamente seguro de que al otro no le atrae de esa forma, así que por eso tiene demasiada curiosidad acerca de la intención del omega.
Aunque seguro es por una buena razón, para él Toya es un niño dulce y amable.
—¿Qué pasa? —el Todoroki pregunta con paciencia, mientras le ve con esos ojos azules tan bonitos y emotivos, muy transparentes en cuanto a sus verdaderos sentimientos. A Keigo le fascina lo abierto que es Toya y le admira por ello. Al mismo tiempo desearía ser al menos así un poco, porque su amigo parece interpretar su expresión confusa y curiosa por una contrariada.
—¿Por qué me besaste? —es directo y honesto, pues no desea ser malinterpretado y que la cara del omega pierda su habitual confianza.
—Te veías triste —Toya explica y se apoya contra Keigo, su voz se torna suave mientras continúa:—. Como los besos son mágicos, pueden animar a las personas… Y quiero que estés feliz.
Sus alas se agitan un poco con asombro y atesora por fin el tener a alguien que se preocupe por él.
Aun así, su modo frío de analizar el mundo le hace comentar:
—La magia solo existe en las películas… Aunque hay quirks que podrían considerarse mágicos, pero eso ya es otra cosa —a pesar de que mantiene los ojos al frente, sabe que el Todoroki realiza un puchero, el aroma del omega se torna ligeramente cítrico y contra todo pronóstico, al Takami le gusta.
En realidad no importa cuánto cambie o se agite, el olor de Toya es su favorito.
Con una inspección rápida sabe que el más bajo no se halla enojado, probablemente se trate de que como él, Toya tampoco sepa con precisión el alcance de los besos.
—A veces eres muy sincero pero eso está bien, combinamos más así.
El menor sonríe un poco. El pelirrojo es emocional y sensible, pero aprecia el carácter honesto y a veces ácido de Keigo; el Takami siempre trata de ser amable, no obstante, su crianza anormal aún le persigue y le dificulta actuar como le gustaría, piensa que si es por Toya no le importa volverse más cariñoso y accesible.
—Entonces… ¿No te gusto el beso?, ¿quieres que ya no lo haga? —la voz de su amigo es bajita, todavía lo escucha por el buen oído que le proporciona su quirk.
—No dije eso —responde rápido, sus alas se agitan con nervios y llama la atención de Toya tomándolo de la mano. Éste se tranquiliza y el rubio se relaja, el Todoroki es propenso a darle demasiadas vueltas a las cosas (incluso a las más pequeñas e inofensivas), así que no le queda más que actuar rápido para que éste no se preocupe—. Puedes besarme, me gusta —se pone en una mejor posición y es envuelto por el aroma feliz del omega.
Keigo recibe así un beso más.
[...]
Si en ese entonces alguien le dijera a Keigo que los besos en la mejilla iban a disminuir con el pasar de los años, los hubiera apreciado más. No nada más eso, sino también la expresión de alegría en el rostro sonrojado de Toya, en como su olor se tornaba muy dulce y se aferraba con sus brazos al Takami.
Desafortunadamente, se confió mucho y ahora raramente recibe esa muestra de afecto; el omega continúa tomándolo de la mano, abrazándolo y perfumándolo, pero nada de pequeños besitos. Supone que es la edad, para el más bajo debe ser distinto besar a su mejor amigo a los seis años que a los catorce.
Ese detalle agita su interior y le hace anhelar aún más.
Desde hace un año reconoce su amor por Toya, y mirar tanta película romántica en su tiempo libre ocasiona que divague demasiado, sobre todo en las noches cuando el silencio le rodea. También es afectado por el hecho de que Toya le corresponde (revelación que obtuvo el pasado San Valentín).
Por lo que muy al fondo de su mente hay una lejana y ligera impaciencia de solo ir y tomar, lanzarse, que Hawks descarta con sencillez—aunque el zumbido continúa siendo un fastidio—porque todavía es muy joven, y con esta edad prefiere disfrutar y descifrar por cuenta propia lo que es estar enamorado a ponerse en acción. Cualquier preocupación futura sobre el cortejo, la verá en su momento cuando obtenga la experiencia de la adultez.
Además, incluso con sus fantasías donde Toya y él son pareja, su firmeza en no declararse es también consecuencia de ese amor.
El omega no ha dicho ni insinuado nada, así que Hawks no va a presionar. Si Toya quiere empezar una relación con él, lo hará cuando esté preparado para eso.
Mientras tanto, Keigo seguirá esforzándose por ser paciente.
[...]
Sin embargo, con apenas dieciséis años, los cambios afectan el rumbo y la conducta pasiva de Hawks en su relación con el Todoroki.
Siempre fue tranquilo y permitía que Toya fuera tan cariñoso como quisiera, una posición cómoda para Keigo, quien antes de relacionarse con Toya desconocía cómo ser abierto con los demás y cómo mostrarles su aprecio. La compañía del omega le enseñó lo maravilloso y pacífico que es una vida normal, no obstante, habiendo llegado a determinado punto, Hawks se da cuenta de que es su turno para tomar la iniciativa.
Sí, el Todoroki todavía es pegajoso, pero ya no besa para nada al Takami. Y él extraña tanto esa cercanía en específico, que su comportamiento hacia Toya con cada día que transcurre se vuelve más audaz y asertivo.
También actúa por el miedo latente de que el más alto comience a ser más distante, por alguna creencia tonta sobre cómo deben ser las amistades, especialmente entre omegas y alfas. A Toya no le interesa la opinión de gente que ni conoce, pero aun así algunas cosas se quedan grabadas en su cabeza y más tarde, le importunan cuando se halla muy inseguro, y eso no se soluciona hasta que habla con Keigo.
Por lo que no hay más, así es como Hawks pide un beso en la mejilla. Esto también le funciona para analizar cómo reacciona Toya, y ver qué le sirve o no para hacer más obvio sus sentimientos, además de ser cuidadoso para no incomodar al omega.
Ambos se encuentran en la habitación de Toya cuando efectúa su petición, preparados para un maratón de la saga de Alien. El otro se desconcierta tanto con el cambio súbito de tema y de la pregunta en sí, que casi tira su refresco sobre las sábanas.
—¿Qué? —levantando una de sus cejas de ese modo que cautiva a Hawks, exige una explicación.
La personalidad de Keigo actualmente es más juguetona, no es que de repente sacó ese lado de sí mismo al aire, se trata más de que el tiempo le dio la confianza para mostrarse sin miedo a repercusiones.
Así que el Todoroki aún se está acostumbrando a la faceta mucho más atrevida del rubio, esa que el mismo Takami apenas descubre es su manera particular de coquetear. Hasta el momento nunca había sido así con Toya, a Hawks durante su niñez y adolescencia temprana solo le apeteció tratar a su amigo con gentileza y decoro; pero estar cada vez más cerca de convertirse en adulto hizo surgir un deseo por molestar cariñosamente al otro también.
—Bésame como cuando éramos niños —Takami comenta jovial, observa como Toya de nuevo vuelve a casi tirar su bebida, soltando un suspiro, éste opta por dejar el objeto en la mesita de noche.
—¿Por qué? —y allí, los ojos azules le miran con tal intensidad que Hawks siente la boca seca. Como está a punto de rendirse y hacer lo que sea que Toya le ordene, se lanza contra él y lo abraza con demasiada fuerza. El atacado solo puede soltar un chillido antes de que todo Hawks esté sobre él y lo tenga bien sujetado.
—¡Quiero que Toya me demuestre su amor! —canta y empieza a frotar su mejilla contra la del Todoroki, quien se ha puesto un poco rojo de la cara, pero Takami no puede precisar si es por la bochornosa posición o porque lo está casi ahogando con su cuerpo.
—Ugh, está bien, está bien —acepta el omega mientras empuja con sus manos al rubio—. Quítate pájaro tonto, pesas mucho —Hawks no se ofende, ya que su forma es cada vez más parecida a la de los héroes profesionales, y a eso hay que sumarle el peso adicional de sus alas.
—No es mi culpa que seas una ramita —comenta despreocupado y nada serio; Toya es delgado pero no exageradamente, es más que él entrena a diario mientras el más alto se va por una vida más sedentaria.
—¿Quieres o no? —Toya sisea, aun así su aroma complacido revela sus verdaderos sentimientos.
Liberando al omega, asiente emocionado y se pone en una posición más cómoda. Espera por el otro y cuando éste se acerca poco a poco, los nervios—porque ya es un tiempo desde la última vez que Toya le besa—lo hacen moverse sin querer. El omega no reacciona a tiempo, y a Keigo casi se le para el corazón cuando los labios de Toya tocan muy cerca de los suyos, prácticamente en la comisura de su boca.
Un silencio pesado invade el cuarto hasta que el desconcierto inicial se acaba abruptamente. El otro se aparta con los ojos abiertos y la tez roja, Keigo probablemente esté igual, no por nada siente la cara caliente.
—Perdón, no debí moverme —se disculpa apresuradamente, en su mente ruega para que el Todoroki no se enoje o eche para atrás; Hawks solo le pidió un beso a Toya para sentir otra vez la cercanía táctil de cuando eran unos niños, sería demasiado devastador que un error, que además fue un accidente, aleje más al omega.
Sin embargo, de manera inesperada el aroma de Toya es… ¿Picante? Es la primera vez que lo percibe así. Toya aún no levanta la mirada y su rostro está demasiado rojo.
Así que Hawks, sin saber cómo arreglar el ambiente, se arriesga a bromear:
—No hay nada de que avergonzarse, los amigos a veces también se besan.
—¿Qué estás…?, ¿hay algo que aún no me cuentas? —el de cabello blanco clava sus ojos en Keigo y éste sabe que se equivocó de palabras, el casi beso le puso tan torpe y lento que olvidó por completo que Toya es celoso.
Las alas de Hawks se mueven revelando lo mucho que él se encuentra perdido sobre cómo actuar. Debe ser una vista lamentable, porque el Todoroki atenúa el poder de su mirada y con un gesto de mano le da permiso a Takami para que lo abrace.
—¡No es lo que crees!, fue una broma —rodea a Toya con sus brazos y así permanecen por unos cuantos minutos, hasta que todo está resuelto y Keigo puede hacer un chiste sin miedo a enojar al otro:—. ¡Mis labios aún son castos, lo juró!
—¡No me importa tu virginidad! —replica el omega mientras se aparta de él, para después soltar una pequeña risa y golpear con una almohada a Hawks.
Así continúan con sus planes y al terminar la primera película de Alien, con Keigo acostado apoyando su cabeza en el regazo de Toya, el cual juega con el cabello rubio, el Takami es directo respecto a lo que desea recuperar.
—Extraño que me des besos, por favor vuelve a hacerlo como antes.
Toya le responde dándole uno, lo mejor que puede considerando la posición en la que se encuentran. El olor a omega feliz le revela a Keigo que no fue el único que echaba de menos su vieja costumbre de darse besos en la mejilla.
N/A. La etapa rara de Toya de darle pocos besos o ninguno a Keigo dura como tres años.
Empieza entre los 13 de Keigo y los 14 de Toya, allí éste último aún le da besos en la mejilla a Hawks, solo que de vez en cuando (en una que otra salida u ocasiones especiales), Keigo se percata de esa pequeña distancia, pero decide dejarlo pasar, pensando que Toya volverá a la normalidad y porque no quiere presionarlo.
Para los 15 de Keigo y 16 de Toya, no hay ningún beso más. Entonces el tiempo pasa y Keigo con recientes 16 se impacienta y decide solucionar el problema.
